domingo, 31 de enero de 2021

¿Cómo orar de tal forma que obtengas la Victoria!

                                                                                                             <ENGLISH>





31 de Enero 

¿Cómo orar de tal forma que obtengas la Victoria!


¡Levántate y ora!

Por Riqui Ricón*

Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación (Luc 22.45-46).

Ya sea con tristeza, desilusión, temor, angustia, resentimiento, soledad, depresión enfermedad, pobreza o cualquier tipo de aflicción, Satanás pretende, con todos sus recursos, mantenerte dormido(a), en una especie de sopor o letargo espiritual, con el propósito de evitar, a toda costa, que despiertes y te des cuenta quién ahora tú eres en Cristo Jesús.

¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios (Jn 8.43-47).

De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios, quien no miente, la buena noticia es que Satanás es mentiroso, padre de mentira y no hay verdad en él, por lo tanto, ninguno de los recursos que esté utilizando en tu contra son realmente verdad.

La mejor noticia es que Jesús sólo habla la Verdad y, en consecuencia, puedes poner toda tu confianza en Su Palabra.

La excelente noticia es que tú, mi amado(a), eres de Dios, comprado(a) por Amor al precio de la Sangre de Su Hijo Jesucristo, para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, sin lugar a dudas, tú escuchas la voz de tu Padre y Su Palabra tiene un lugar en tu nuevo corazón.

Así que, ¡no te dejes engañar! Siempre que te sientas triste, angustiado(a), temeroso(a), deprimido(a), solo(a) o simplemente preocupado(a), debes hacerte un par de preguntas, ¿de dónde vienen estos sentimientos y emociones que rigen mi estado de ánimo y llegan afectar mi relación con Dios y los demás? ¿Qué voz estoy escuchando en estos momentos?

Así es, debes hacerte esas preguntas recordando que la voz de tu Padre SIEMPRE te dirá lo importante, capaz y valioso(a) que ahora tú eres. La voz del Padre te da identidad, NUNCA te la quita. Siempre le escucharás decirte, Hijo(a) mío(a), Yo he decretado en mi Palabra que tú TODO lo puedes en Cristo Jesús que te fortalece; que tú eres mío(a) y ya has vencido porque mayor Soy Yo, que estoy en ti y contigo, que el que está en el mundo; que en TODAS las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, mi Hijo, Cristo Jesús.

El pasaje inicial de este devocional, donde Jesús encuentra a sus discípulos durmiendo mientras Él oraba, nos destaca la importancia de orar. Y esto es verdad, es de vital trascendencia orar sin desmayar, PERO, ¿cómo orar cuando estás cargado(a) de tristeza, miedo y ansiedad? A lo mucho podrás clamar desesperadamente ¡ayúdame Señor! Lo hermoso es que Él SIEMPRE te va a responder porque Él es fiel y no faltará JAMÁS a Su Palabra.

En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás (Sal 31.1-3).

La verdadera enseñanza acerca de la oración es que, si confías en Dios, si le crees a Su Palabra, no serás confundido(a) jamás; Él será tu roca y tu castillo; por Su Nombre te guiará y  te encaminará.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Por lo tanto, antes de orar tienes que creer, creerle a Él, creerle a Su Palabra, la Biblia, para llegar delante de Su Presencia con toda certeza y plena confianza.

Tú que eres de Dios, escucha la Palabra de Dios, tu Padre y háblala. Así es, cuando estés orando con tu Padre celestial hazlo con Sus propias Palabras. Pórtate como un(a) verdadero(a) Hijo(a) y recuérdale a tu Padre las promesas que te ha hecho en Su Palabra tocante a tu necesidad. Desde luego que para esto necesitas conocer y saber dónde están esas promesas de la Palabra de Dios.

Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas (Jos 1.8 NTV).

Te puedo asegurar que esta es la única forma de obtener la Victoria mediante la oración.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, a Ti nada te es oculto pues Tu Palabra, la Biblia, dice que aún no están las palabras en mi boca y Tú ya las conoces todas; así que, vengo en el nombre de Tu Hijo Jesucristo a declarar mi victoria sobre todo problema y circunstancia. Tú has establecido que a los que te amamos TODAS LAS COSAS les ayudan a bien y yo lo creo. Por eso declaro que estos problemas que hoy estoy viviendo, tarde que temprano, se volverán en un bien para mi vida, en el nombre de Jesús. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre eterno. Mi fe en Tu Palabra. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho Tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 31                                 Luc 22.39-71  /  Gen 40  /  Sal 31

     

Cápsula del día.






Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 31                                 Luc 22.39-71  /  Gen 40  /  Sal 31

 

San Lucas 22.39-71

Jesús ora en Getsemaní

(Mt. 26.36–46; Mr. 14.32–42)

39Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 45Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.

Arresto de Jesús

(Mt. 26.47–56; Mr. 14.43–50; Jn. 18.2–11)

47Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 50Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 51Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. 52Y Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos, que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? 53Habiendo estado con vosotros cada día en el templo,l no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.

Pedro niega a Jesús

(Mt. 26.57–58, 69–75; Mt. 26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72; Mt. 26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72, Jn. 18.12–18, 25–27)

54Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. 56Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 57Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 58Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. 59Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. 60Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. 61Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 62Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.

Jesús escarnecido y azotado

(Mt. 26.67–68; Mr. 14.65)

63Y los hombres que custodiaban a Jesús se burlaban de él y le golpeaban; 64y vendándole los ojos, le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que te golpeó? 65Y decían otras muchas cosas injuriándole.

Jesús ante el concilio

(Mt. 26.59–66; Mr. 14.55–64; Jn. 18.19–24)

66Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo: 67¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 69Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 70Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. 71Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.[1]

 

Génesis 40

José interpreta dos sueños

40

1Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto. 2Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, 3y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión. 5Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado. 6Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. 7Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? 8Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

9Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 10y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 11Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 12Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero. 14Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. 15Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.

16Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza. 17En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son. 19Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.

20Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores. 21E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón. 22Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José. 23Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.[2]

       

Salmo 31

 

Declaración de confianza

Al músico principal. Salmo de David.

     1     En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;

Líbrame en tu justicia.

     2     Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;

Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.

     3     Porque tú eres mi roca y mi castillo;

Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.

     4     Sácame de la red que han escondido para mí,

Pues tú eres mi refugio.

     5     En tu mano encomiendo mi espíritu;a

Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.

     6     Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;

Mas yo en Jehová he esperado.

     7     Me gozaré y alegraré en tu misericordia,

Porque has visto mi aflicción;

Has conocido mi alma en las angustias.

     8     No me entregaste en mano del enemigo;

Pusiste mis pies en lugar espacioso.

     9     Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;

Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.

     10     Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;

Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.

     11     De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,

Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;

Los que me ven fuera huyen de mí.

     12     He sido olvidado de su corazón como un muerto;

He venido a ser como un vaso quebrado.

     13     Porque oigo la calumnia de muchos;

El miedo me asalta por todas partes,

Mientras consultan juntos contra mí

E idean quitarme la vida.

     14     Mas yo en ti confío, oh Jehová;

Digo: Tú eres mi Dios.

     15     En tu mano están mis tiempos;

Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.

     16     Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;

Sálvame por tu misericordia.

     17     No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;

Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol.

     18     Enmudezcan los labios mentirosos,

Que hablan contra el justo cosas duras

Con soberbia y menosprecio.

     19     ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,

Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!

     20     En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;

Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.

     21     Bendito sea Jehová,

Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.

     22     Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;

Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.

     23     Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;

A los fieles guarda Jehová,

Y paga abundantemente al que procede con soberbia.

     24     Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,

Y tome aliento vuestro corazón.[3]

 



l l 22.53: Lc. 19.47; 21.37.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc 22.38-71

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 39.23-40.23

a a 31.5: Lc. 23.46.

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 30.12-31.24

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