¿Cómo orar de tal forma que obtengas la Victoria!
¡Levántate y ora!
Por Riqui Ricón*
Cuando se levantó de la
oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;
y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en
tentación (Luc 22.45-46).
Ya sea con tristeza, desilusión,
temor, angustia, resentimiento, soledad, depresión enfermedad, pobreza o cualquier
tipo de aflicción, Satanás pretende, con todos sus recursos, mantenerte dormido(a),
en una especie de sopor o letargo espiritual, con el propósito de evitar, a
toda costa, que despiertes y te des cuenta quién ahora tú eres en Cristo Jesús.
¿Por qué no entendéis mi
lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de
vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha
sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no
hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y
padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por
qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios
oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios (Jn
8.43-47).
De acuerdo a la Biblia, que es la
Palabra de Honor de Dios, quien no miente, la buena noticia es que Satanás es
mentiroso, padre de mentira y no hay verdad en él, por lo tanto, ninguno de los
recursos que esté utilizando en tu contra son realmente verdad.
La mejor noticia es que Jesús
sólo habla la Verdad y, en consecuencia, puedes poner toda tu confianza en Su
Palabra.
La excelente noticia es que tú,
mi amado(a), eres de Dios, comprado(a) por Amor al precio de la Sangre de Su
Hijo Jesucristo, para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y,
sin lugar a dudas, tú escuchas la voz de tu Padre y Su Palabra tiene un lugar
en tu nuevo corazón.
Así que, ¡no te dejes engañar! Siempre
que te sientas triste, angustiado(a), temeroso(a), deprimido(a), solo(a) o
simplemente preocupado(a), debes hacerte un par de preguntas, ¿de dónde vienen
estos sentimientos y emociones que rigen mi estado de ánimo y llegan afectar mi
relación con Dios y los demás? ¿Qué voz estoy escuchando en estos momentos?
Así es, debes hacerte esas
preguntas recordando que la voz de tu Padre SIEMPRE te dirá lo importante,
capaz y valioso(a) que ahora tú eres. La voz del Padre te da identidad, NUNCA
te la quita. Siempre le escucharás decirte, Hijo(a) mío(a), Yo he
decretado en mi Palabra que tú TODO lo puedes en Cristo Jesús que te fortalece;
que tú eres mío(a) y ya has vencido porque mayor Soy Yo, que estoy en ti y
contigo, que el que está en el mundo; que en TODAS las cosas eres más que
vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, mi Hijo, Cristo Jesús.
El pasaje inicial de este
devocional, donde Jesús encuentra a sus discípulos durmiendo mientras Él oraba,
nos destaca la importancia de orar. Y esto es verdad, es de vital trascendencia
orar sin desmayar, PERO, ¿cómo orar cuando estás cargado(a) de tristeza, miedo
y ansiedad? A lo mucho podrás clamar desesperadamente ¡ayúdame Señor! Lo
hermoso es que Él SIEMPRE te va a responder porque Él es fiel y no faltará
JAMÁS a Su Palabra.
En ti, oh Jehová, he confiado;
no sea yo confundido jamás; Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído,
líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú
eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás (Sal
31.1-3).
La verdadera enseñanza acerca de
la oración es que, si confías en Dios, si le crees a Su Palabra, no serás
confundido(a) jamás; Él será tu roca y tu castillo; por Su Nombre te guiará
y te encaminará.
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Por lo tanto, antes de orar tienes
que creer, creerle a Él, creerle a Su Palabra, la Biblia, para llegar delante
de Su Presencia con toda certeza y plena confianza.
Tú que eres de Dios, escucha la
Palabra de Dios, tu Padre y háblala. Así es, cuando estés orando con tu Padre
celestial hazlo con Sus propias Palabras. Pórtate como un(a) verdadero(a)
Hijo(a) y recuérdale a tu Padre las promesas que te ha hecho en Su Palabra
tocante a tu necesidad. Desde luego que para esto necesitas conocer y saber
dónde están esas promesas de la Palabra de Dios.
Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día
y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo
entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas (Jos 1.8 NTV).
Te puedo asegurar que esta es la
única forma de obtener la Victoria mediante la oración.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, a Ti nada
te es oculto pues Tu Palabra, la Biblia, dice que aún no están las palabras en
mi boca y Tú ya las conoces todas; así que, vengo en el nombre de Tu Hijo
Jesucristo a declarar mi victoria sobre todo problema y circunstancia. Tú has establecido
que a los que te amamos TODAS LAS COSAS les ayudan a bien y yo lo creo. Por eso
declaro que estos problemas que hoy estoy viviendo, tarde que temprano, se
volverán en un bien para mi vida, en el nombre de Jesús. Gracias Señor, porque
no hay forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido
al mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre eterno. Mi fe en Tu Palabra. Gracias Padre
porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan
grande amor y me has hecho Tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor
Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más
que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy
dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús.
Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi
sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor,
la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
31 Luc 22.39-71
/
Gen 40 / Sal 31
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
31 Luc 22.39-71
/
Gen 40 / Sal 31
San
Lucas 22.39-71
Jesús ora en Getsemaní
(Mt. 26.36–46; Mr. 14.32–42)
39Y saliendo, se fue, como solía,
al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40Cuando
llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41Y
él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró, 42diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa;
pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43Y se le apareció un
ángel del cielo para fortalecerle. 44Y estando en agonía, oraba
más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta
la tierra. 45Cuando se levantó de la oración, y vino a sus
discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46y les
dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.
Arresto de Jesús
(Mt. 26.47–56; Mr. 14.43–50; Jn. 18.2–11)
47Mientras él aún hablaba, se
presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente
de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48Entonces Jesús
le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49Viendo
los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos
a espada? 50Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y
le cortó la oreja derecha. 51Entonces respondiendo Jesús, dijo:
Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. 52Y Jesús dijo a los
principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos,
que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y
palos? 53Habiendo estado con vosotros cada día en el templo,l
no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de
las tinieblas.
Pedro niega a Jesús
(Mt. 26.57–58, 69–75; Mt. 26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72; Mt.
26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72, Jn. 18.12–18, 25–27)
54Y prendiéndole, le llevaron, y le
condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55Y
habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y
Pedro se sentó también entre ellos. 56Pero una criada, al verle
sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 57Pero
él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 58Un poco después,
viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo
soy. 59Como una hora después, otro afirmaba, diciendo:
Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. 60Y
Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía
hablaba, el gallo cantó. 61Entonces, vuelto el Señor, miró a
Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que
el gallo cante, me negarás tres veces. 62Y Pedro, saliendo fuera,
lloró amargamente.
Jesús escarnecido y azotado
(Mt. 26.67–68; Mr. 14.65)
63Y los hombres que custodiaban a
Jesús se burlaban de él y le golpeaban; 64y vendándole los ojos,
le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que
te golpeó? 65Y decían otras muchas cosas injuriándole.
Jesús ante el concilio
(Mt. 26.59–66; Mr. 14.55–64; Jn. 18.19–24)
66Cuando era de día, se juntaron
los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le
trajeron al concilio, diciendo: 67¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y
les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68y también si os
preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 69Pero desde
ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 70Dijeron
todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo
soy. 71Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos?
porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.[1]
Génesis
40
José interpreta dos sueños
40
1Aconteció después de estas cosas,
que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el
rey de Egipto. 2Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra
el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, 3y los
puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José
estaba preso. 4Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José,
y él les servía; y estuvieron días en la prisión. 5Y ambos, el
copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión,
tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su
propio significado. 6Vino a ellos José por la mañana, y los miró,
y he aquí que estaban tristes. 7Y él preguntó a aquellos oficiales
de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo:
¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? 8Ellos le dijeron:
Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José:
¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.
9Entonces el jefe de los coperos
contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,
10y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su
flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 11Y que la copa de
Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de
Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 12Y le dijo José:
Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13Al
cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y
darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.
14Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses
conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta
casa. 15Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco
he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.
16Viendo el jefe de los panaderos
que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres
canastillos blancos sobre mi cabeza. 17En el canastillo más alto
había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las
comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18Entonces respondió
José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.
19Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará
colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.
20Al tercer día, que era el día del
cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la
cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre
sus servidores. 21E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos,
y dio éste la copa en mano de Faraón. 22Mas hizo ahorcar al jefe
de los panaderos, como lo había interpretado José. 23Y el jefe de
los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.[2]
Salmo 31
Declaración de confianza
Al músico principal. Salmo de David.
1 En ti, oh
Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;
Líbrame en tu justicia.
2 Inclina a
mí tu oído, líbrame pronto;
Sé tú mi roca fuerte, y
fortaleza para salvarme.
3 Porque tú
eres mi roca y mi castillo;
Por tu nombre me guiarás y me
encaminarás.
4 Sácame de
la red que han escondido para mí,
Pues tú eres mi refugio.
5 En tu mano
encomiendo mi espíritu;a
Tú me has redimido, oh Jehová,
Dios de verdad.
6 Aborrezco a
los que esperan en vanidades ilusorias;
Mas yo en Jehová he esperado.
7 Me gozaré y
alegraré en tu misericordia,
Porque has visto mi aflicción;
Has conocido mi alma en las
angustias.
8 No me
entregaste en mano del enemigo;
Pusiste mis pies en lugar
espacioso.
9 Ten
misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza
mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
10 Porque mi
vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa
de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
11 De todos
mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de mis vecinos mucho más, y
el horror de mis conocidos;
Los que me ven fuera huyen de
mí.
12 He sido
olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser como un vaso
quebrado.
13 Porque oigo
la calumnia de muchos;
El miedo me asalta por todas
partes,
Mientras consultan juntos
contra mí
E idean quitarme la vida.
14 Mas yo en
ti confío, oh Jehová;
Digo: Tú eres mi Dios.
15 En tu mano
están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis
enemigos y de mis perseguidores.
16 Haz
resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
17 No sea yo
avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;
Sean avergonzados los impíos,
estén mudos en el Seol.
18 Enmudezcan
los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo
cosas duras
Con soberbia y menosprecio.
19 ¡Cuán
grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,
Que has mostrado a los que
esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!
20 En lo
secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;
Los pondrás en un tabernáculo
a cubierto de contención de lenguas.
21 Bendito sea
Jehová,
Porque ha hecho maravillosa su
misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
22 Decía yo en
mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;
Pero tú oíste la voz de mis
ruegos cuando a ti clamaba.
23 Amad a
Jehová, todos vosotros sus santos;
A los fieles guarda Jehová,
Y paga abundantemente al que
procede con soberbia.
24 Esforzaos
todos vosotros los que esperáis en Jehová,
Y tome aliento vuestro
corazón.[3]
l l 22.53: Lc. 19.47; 21.37.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
22.38-71
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
39.23-40.23
a a 31.5: Lc. 23.46.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
30.12-31.24
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
31 Luc 22.39-71
/
Gen 40 / Sal 31
San
Lucas 22.39-71
Jesús ora en Getsemaní
(Mt. 26.36–46; Mr. 14.32–42)
39Y saliendo, se fue, como solía,
al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40Cuando
llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41Y
él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de
rodillas oró, 42diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa;
pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43Y se le apareció un
ángel del cielo para fortalecerle. 44Y estando en agonía, oraba
más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta
la tierra. 45Cuando se levantó de la oración, y vino a sus
discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46y les
dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.
Arresto de Jesús
(Mt. 26.47–56; Mr. 14.43–50; Jn. 18.2–11)
47Mientras él aún hablaba, se
presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente
de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48Entonces Jesús
le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49Viendo
los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos
a espada? 50Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y
le cortó la oreja derecha. 51Entonces respondiendo Jesús, dijo:
Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. 52Y Jesús dijo a los
principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo y a los ancianos,
que habían venido contra él: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y
palos? 53Habiendo estado con vosotros cada día en el templo,l
no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de
las tinieblas.
Pedro niega a Jesús
(Mt. 26.57–58, 69–75; Mt. 26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72; Mt.
26.57–58, 69–75, Mr. 14.53–54, 66–72, Jn. 18.12–18, 25–27)
54Y prendiéndole, le llevaron, y le
condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 55Y
habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y
Pedro se sentó también entre ellos. 56Pero una criada, al verle
sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 57Pero
él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 58Un poco después,
viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo
soy. 59Como una hora después, otro afirmaba, diciendo:
Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. 60Y
Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía
hablaba, el gallo cantó. 61Entonces, vuelto el Señor, miró a
Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que
el gallo cante, me negarás tres veces. 62Y Pedro, saliendo fuera,
lloró amargamente.
Jesús escarnecido y azotado
(Mt. 26.67–68; Mr. 14.65)
63Y los hombres que custodiaban a
Jesús se burlaban de él y le golpeaban; 64y vendándole los ojos,
le golpeaban el rostro, y le preguntaban, diciendo: Profetiza, ¿quién es el que
te golpeó? 65Y decían otras muchas cosas injuriándole.
Jesús ante el concilio
(Mt. 26.59–66; Mr. 14.55–64; Jn. 18.19–24)
66Cuando era de día, se juntaron
los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le
trajeron al concilio, diciendo: 67¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y
les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; 68y también si os
preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. 69Pero desde
ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. 70Dijeron
todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo
soy. 71Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos?
porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.[1]
Génesis
40
José interpreta dos sueños
40
1Aconteció después de estas cosas,
que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el
rey de Egipto. 2Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra
el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, 3y los
puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José
estaba preso. 4Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José,
y él les servía; y estuvieron días en la prisión. 5Y ambos, el
copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión,
tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su
propio significado. 6Vino a ellos José por la mañana, y los miró,
y he aquí que estaban tristes. 7Y él preguntó a aquellos oficiales
de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo:
¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? 8Ellos le dijeron:
Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José:
¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.
9Entonces el jefe de los coperos
contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí,
10y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su
flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 11Y que la copa de
Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de
Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 12Y le dijo José:
Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13Al
cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y
darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.
14Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses
conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta
casa. 15Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco
he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel.
16Viendo el jefe de los panaderos
que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres
canastillos blancos sobre mi cabeza. 17En el canastillo más alto
había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las
comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18Entonces respondió
José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son.
19Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará
colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti.
20Al tercer día, que era el día del
cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la
cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre
sus servidores. 21E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos,
y dio éste la copa en mano de Faraón. 22Mas hizo ahorcar al jefe
de los panaderos, como lo había interpretado José. 23Y el jefe de
los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.[2]
Salmo 31
Declaración de confianza
Al músico principal. Salmo de David.
1 En ti, oh
Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;
Líbrame en tu justicia.
2 Inclina a
mí tu oído, líbrame pronto;
Sé tú mi roca fuerte, y
fortaleza para salvarme.
3 Porque tú
eres mi roca y mi castillo;
Por tu nombre me guiarás y me
encaminarás.
4 Sácame de
la red que han escondido para mí,
Pues tú eres mi refugio.
5 En tu mano
encomiendo mi espíritu;a
Tú me has redimido, oh Jehová,
Dios de verdad.
6 Aborrezco a
los que esperan en vanidades ilusorias;
Mas yo en Jehová he esperado.
7 Me gozaré y
alegraré en tu misericordia,
Porque has visto mi aflicción;
Has conocido mi alma en las
angustias.
8 No me
entregaste en mano del enemigo;
Pusiste mis pies en lugar
espacioso.
9 Ten
misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza
mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
10 Porque mi
vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa
de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
11 De todos
mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de mis vecinos mucho más, y
el horror de mis conocidos;
Los que me ven fuera huyen de
mí.
12 He sido
olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser como un vaso
quebrado.
13 Porque oigo
la calumnia de muchos;
El miedo me asalta por todas
partes,
Mientras consultan juntos
contra mí
E idean quitarme la vida.
14 Mas yo en
ti confío, oh Jehová;
Digo: Tú eres mi Dios.
15 En tu mano
están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis
enemigos y de mis perseguidores.
16 Haz
resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
17 No sea yo
avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;
Sean avergonzados los impíos,
estén mudos en el Seol.
18 Enmudezcan
los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo
cosas duras
Con soberbia y menosprecio.
19 ¡Cuán
grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,
Que has mostrado a los que
esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!
20 En lo
secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;
Los pondrás en un tabernáculo
a cubierto de contención de lenguas.
21 Bendito sea
Jehová,
Porque ha hecho maravillosa su
misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
22 Decía yo en
mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;
Pero tú oíste la voz de mis
ruegos cuando a ti clamaba.
23 Amad a
Jehová, todos vosotros sus santos;
A los fieles guarda Jehová,
Y paga abundantemente al que
procede con soberbia.
24 Esforzaos
todos vosotros los que esperáis en Jehová,
Y tome aliento vuestro
corazón.[3]
l l 22.53: Lc. 19.47; 21.37.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
22.38-71
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
39.23-40.23
a a 31.5: Lc. 23.46.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
30.12-31.24
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