Domingo 26 de Agosto
de 2012.
¡Sólo entonces!
Por Riqui Ricón*
El espíritu es el que da vida; la carne para
nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).
Muy
importante es no olvidar que tú fuiste creado(a) a imagen y semejanza de Dios
y, por lo tanto, como Él es Espíritu (Jn 4.24) tú eres espíritu. Como Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo eres espíritu incorruptible engendrados por la
Palabra de Dios a través del sacrificio, muerte y resurrección de Jesús, tu
Señor y Salvador.
Destaca pues,
que es, precisamente, la Palabra de Dios, la Biblia, la que te brinda esta
Nueva Vida; la que te sustenta y alimenta como la Nueva creación de Dios que ahora
tú eres.
Ahora, pues, ninguna
condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a
la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su
carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna (Gal 6.7-8).
Tú sabes bien que no andas
conforme a la carne porque has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu
vida; ahora amas a Dios, tu Padre y, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra
de Dios y no miente, el glorioso Espíritu Santo vive en ti y contigo.
Independientemente de tus acciones, tú eres
salvo(a) por gracia por medio de la fe y esto no de ti, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe. Porque eres hechura suya, creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduvieras en ellas (Efe 2.8-10).
Tú no eres un(a) pecador(a)
salvo(a) por gracia. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacida(a) de Nuevo. Has
Nacido de Nuevo, no por medio de padres mortales que son corruptibles, sino que
has Nacido de Nuevo por medio de una semilla incorruptible que es el mensaje
vivo y eterno de la Palabra de Dios (1 P 1.23). Es por esto
que, cuando llegas a pecar, te sientes mal, no te gusta y te arrepientes
pidiéndole perdón a Dios, tu Padre.
Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra
no está en nosotros (1 Jn 1.9-10).
Sin embargo, con el diario vivir,
pudieras distraerte y olvidar por un momento que la Biblia es la Palabra de
Dios y que, por lo tanto, ésta debe ser la prioridad máxima en tu vida. La
Biblia debe ser el patrón que rija tu conducta y determine tus decisiones.
Ahora, por el gran Amor que Dios
siente por ti y el sacrificio de Jesús al pagar con su muerte todos tus pecados,
y darte Nueva Vida con Su resurrección, tú eres un ser inmortal. Al igual que
tu Padre, tú Eres espíritu.
Recuerda que la Palabra de Dios
es espíritu y es vida. Así que, si te has estado alimentando diariamente con
noticias, programas de radio o televisión, películas, publicaciones y todo tipo
de conversaciones, ya es tiempo que te determines a llenar todo tu ser, espíritu,
alma y cuerpo, con la Verdad que es la Palabra de Dios y lo único que puede
nutrirte con fe, Amor, Paz y gozo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra
es verdad (Jn 17.17).
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino (Sal 119.105).
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y
conocemos que tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente (Jn
6.67-69).
Si en estos
momentos de tu vida estás atravesando por diversos problemas, enfermedades o aflicciones,
lo mejor que puedes hacer es alimentarte con la Vida que transmite a tu
espíritu la Palabra de Dios. Confía en Él pues Él actuará a favor de ti. Acude
a Su Palabra y no permitas que la duda y el temor te arrebaten la victoria que
Jesús ganó para ti en la cruz.
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Tú eres
un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo para pagar tus pecados antes que perderte a ti. Te ha
dado Su Palabra de Honor como garantía para que puedas creer y tengas fe para
salir adelante viviendo una vida plena y abundante.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Esta orden que Dios le dio a Josué cuando estaba a punto de encarar el
reto más grande de su vida sigue vigente para ti el día de hoy. Sólo haciendo
de la Biblia la prioridad y pauta de tu conducta harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien. Porque entonces, dice el Señor, ni antes, ni
después, ni de ninguna otra forma podrás conseguirlo. Sólo poniendo la Palabra
de Dios en tu mente, boca y corazón harás realidad todas y cada una de las
promesas que tu Padre te dio.
No en vano Jesús afirmó, las palabras
que yo os he hablado son espíritu y son vida.
Oremos en voz audible:
Amado Padre
celestial, sé, porque lo dices en Tu Palabra, que Tú guardarás irreprensible
todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, para la venida de mi Señor Jesucristo. Te
pido perdón por haber descuidado mi espíritu (yo soy espíritu) y no alimentarme
de la Vida, que es Tu Palabra. Señor Jesús, Tú me has enseñado que si bebo del
agua que Tú me das, ésta será una fuente dentro de mí que saltará para vida
eterna y de mi interior correrán ríos de agua viva. ¡Quiero esto, Señor!
Alimentarme con Tu Palabra de tal manera que el espíritu de mi mente sea
renovado para manifestar esta Vida Nueva que me has regalado y ser un reflejo
de Tu Amor a todos los que me rodean. Espíritu Santo, ayúdame hacer de la
Biblia la norma máxima de mi existencia pues en verdad comprendo que sólo
entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y
declaro que yo, ______________ (tu nombre aquí), soy la persona que Tú, Dios,
dices en tu Palabra que soy. Gracias Jesucristo por tu sacrificio en la cruz,
ahí pagaste todos mis pecados. ¡Soy justo y he sido perdonado(a)! Gracias Jesús
por tu gloriosa resurrección, pues así como en la cruz morí contigo, también he
Nacido de Nuevo en Tu resurrección. Tú Palabra me enseña que por
medio de aquella ofrenda única, Tú, Jesús, hiciste perfectos delante de Dios a
los santificados. ¡Soy santo(a) y soy
perfecto(a)! ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto
a Ti, mi Dios, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir
de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza,
ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
26 Jn
6.60-71 / 1 Cr 25-26 / Zac
11