31 de Marzo
¡Vive en paz!
Por Riqui Ricón*
El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mat
24.35).
Dice la Biblia, la Palabra de Dios que no miente,
que tú eres a Sus ojos como aquel (aquella) que encuentra la paz.
Por eso
a los ojos de mi amado soy como quien ha hallado la paz (Can
8.10b NVI).
La paz no es la imagen vaga de un mundo sin guerras
como el ideal utópico de la humanidad. Paz es un nivel, un estado de vida,
donde no existe el temor, ni la angustia, ni preocupación alguna, sino todo lo
contrario, la Paz es un tipo de vida donde el amor, la felicidad, la alegría,
el gozo y la expectación por la vida prevalecen continuamente en la mente y
corazón de las personas que la POSEEN.
Por eso,
a los ojos de él, ya he encontrado la felicidad (Can
8.10b DHH).
Paz es la voluntad perfecta, buena y agradable de
Dios para tu vida.
Porque
yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jer
29.11 NVI).
Te preguntarás ¿cómo puedo
obtener esa Paz? ¿Será posible vivir con esa Paz aquí en la tierra o estará
reservada exclusivamente para los que van al cielo?
Cuando Jesús platicaba con una
mujer samaritana, ésta termino por pedirle el agua de Vida ya que Jesús le
dijo: Si conocieras el don de Dios, y
quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y el te daría agua viva
(Jn 4. 10). Lo importante a destacar aquí, para comenzar a responder las
preguntas anteriores, es que al final, fue a esta mujer y no a Caifás, ni a
Herodes, ni a Pilatos, ni a ningún otro hombre o mujer de esa época, a quien
Jesucristo le reveló de viva voz, ser el
Mesías, el Cristo, el Salvador de TODOS los hombres. Y fue esta mujer,
extranjera y pecadora, la que comprendió que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
mismo hecho hombre, y que, por consiguiente, TODAS LAS PALABRAS que salen de Su
boca se van a cumplir sin faltar alguna de ellas.
Fe vino a su vida, olvidó su
cántaro sobre la arena y con él todos sus pesares y vergüenzas para correr
hacia la gente de la aldea que tanto la menospreciaba por la vida que había
llevado. ¿Qué importaba el pasado ahora que conocía el futuro y éste se
presentaba tan hermoso pues, ella misma, la pecadora, había escuchado las
PALABRAS que salen de la boca de Dios? ¡Jesús, el Mesías en persona, no la
había censurado ni recriminado por sus fracasos y pecados sino que la había
amado y aceptado! ¿Quién podría acusarla o condenarla ahora que ella era
escogida de Dios? ¡Nadie! ¿Qué podría derrotarla ahora que Dios estaba con
ella? ¡Nada!
¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros (Ro 8.33-34).
La Paz que sobrepasa todo
entendimiento fluye de la Fe, fluye de esa certeza de lo que se
espera, de esa convicción
de lo que no se ve (He
11.1), cuando en Verdad (sin apariencias, ni falsas pretensiones), tú tienes la
Palabra de Dios, la infalible y eterna Palabra de Honor del único Dios vivo y
verdadero que te establece como Su Hijo(a) amado(a) por medio de Jesucristo.
Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Dios te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Ahora, por
el Gran Amor que Dios siente por ti y por Su Eterna e infalible Palabra, legal
y legítimamente tú eres un(a) Hijo(a) del Todopoderoso. Y recuerda que, ¡Primero el cielo y la tierra
dejan de existir antes que Dios deje de cumplirte Su Palabra!
Entonces, sí es posible tener Paz
mientras transitas por este mundo. De hecho, la Paz es un derecho que te
pertenece, pues Jesús lo pagó para ti con Su Sangre al morir en esa cruz y
resucitar venciendo al pecado y a la muerte.
Ciertamente él cargó con nuestras
enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido,
golpeado por Dios, y humillado. Él fue
traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él
recayó el castigo, precio
de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados (Isa 53.4-5 NVI).
Ahora bien, ¿cómo se obtiene la
Paz? Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra. Deja de poner tus ojos y corazón
en las circunstancias que te rodean y ponlos en la Palabra de Dios. No des
crédito a lo que estás mirando, sintiendo o pensando y pon toda tu confianza en
Jesús.
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien
dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de
pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual
es buena, agradable y perfecta (Ro 12.2 NTV).
¡Cambia tu forma de pensar
haciendo de la Biblia la Norma máxima de tu existencia!
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;
porque en ti ha confiado (Isa 26.3).
Cuando en Verdad comiences a
CREER que la Biblia ES la Palabra de Dios, entonces tu mente será renovada con
la certeza de quién tú ahora ERES en Cristo Jesús y, sin lugar a dudas, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.7).
¡Es la Palabra de Dios! Él no
miente ni se arrepiente, así que, ¡si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a
cumplir, si Dios la habló, entonces, Él lo va a ejecutar!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo
es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de
ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, ¿cómo no
adorarte si cada día descubro más y más de este tu excelente y gran plan de
amor para conmigo? Gracias, muchas gracias. Te digo que sí, que sí acepto esta
Paz que sólo Tú me puedes dar. La recibo por el precio tan grande que se pagó
por ella, la Sangre y Vida de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Creo a
Tu Palabra y sé que soy más que vencedor por medio de Tu Amor. No voy a
permitir al temor, ni a la duda, ni al desánimo que me roben lo que
legítimamente me pertenece: una vida plena y abundante. ¡Tomo de Tu Plenitud
Señor Jesús! Conformo mi mente, vida y corazón a Tu preciosa Palabra y recibo TODO
lo que Tú adquiriste para mí. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
Feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 31 Mat 24.29-51 / Núm 28-29 / Can 8.5-14
San
Mateo 24. 29-51
La venida del Hijo del Hombre
(Mr. 13.24–37; Lc. 21.25–36; 17.25–36; 12.41–48)
29E
inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas
las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes
del cielo, con poder y gran gloria. 31Y
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de
los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
32De la higuera
aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis
que el verano está cerca. 33Así también vosotros, cuando veáis
todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. 34De
cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
36Pero del día y
la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.
37Mas como en los días de Noé, así será la
venida del Hijo del Hombre. 38Porque como en los días antes del
diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el
día en que Noé entró en el arca, 39y no entendieron hasta que vino
el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida
del Hijo del Hombre. 40Entonces estarán dos en el campo; el uno
será tomado, y el otro será dejado. 41Dos mujeres estarán moliendo
en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada. 42Velad,
pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. 43Pero
sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de
venir, velaría, y no dejaría minar su casa. 44Por tanto, también
vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no
pensáis.
45¿Quién es,
pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les
dé el alimento a tiempo? 46Bienaventurado aquel siervo al cual,
cuando su señor venga, le halle haciendo así. 47De cierto os digo
que sobre todos sus bienes le pondrá. 48Pero si aquel siervo malo
dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; 49y comenzare a
golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, 50vendrá
el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe,
51y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí
será el lloro y el crujir de dientes.
Números
28-29
Las ofrendas diarias
(Ex. 29.38–46)
28
1Habló Jehová a
Moisés, diciendo: 2Manda a los hijos de Israel, y diles: Mi
ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor grato a mí, guardaréis,
ofreciéndomelo a su tiempo. 3Y les dirás: Esta es la ofrenda
encendida que ofreceréis a Jehová: dos corderos sin tacha de un año, cada día,
será el holocausto continuo. 4Un cordero ofrecerás por la mañana,
y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde; 5y la décima
parte de un efa de flor de harina, amasada con un cuarto de un hin de aceite de
olivas machacadas, en ofrenda. 6Es holocausto continuo, que fue
ordenado en el monte Sinaí para olor grato, ofrenda encendida a Jehová. 7Y
su libación, la cuarta parte de un hin con cada cordero; derramarás libación de
vino superior ante Jehová en el santuario. 8Y ofrecerás el segundo
cordero a la caída de la tarde; conforme a la ofrenda de la mañana y conforme a
su libación ofrecerás, ofrenda encendida en olor grato a Jehová.
Ofrendas mensuales y del día de reposo
9Mas el día de
reposo,
dos corderos de un año sin defecto, y dos décimas de flor de harina amasada con
aceite, como ofrenda, con su libación. 10Es el holocausto de
cada día de reposo, además del holocausto continuo y su libación.
11Al comienzo de
vuestros meses ofreceréis en holocausto a Jehová dos becerros de la vacada, un
carnero, y siete corderos de un año sin defecto; 12y tres décimas
de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada becerro; y dos
décimas de flor de harina amasada con aceite, como ofrenda con cada carnero;
13y una décima de flor de harina amasada con aceite, en ofrenda que se
ofrecerá con cada cordero; holocausto de olor grato, ofrenda encendida a
Jehová. 14Y sus libaciones de vino, medio hin con cada becerro, y
la tercera parte de un hin con cada carnero, y la cuarta parte de un hin con
cada cordero. Este es el holocausto de cada mes por todos los meses del año.
15Y un macho cabrío en expiación se ofrecerá a Jehová, además del
holocausto continuo con su libación.
Ofrendas de las fiestas
solemnes
(Lv. 23.1–44)
16Pero en el mes
primero, a los catorce días del mes, será la pascua de Jehová. 17Y a los quince días de este mes, la fiesta solemne; por siete días se
comerán panes sin levadura. 18El primer día
será santa convocación; ninguna obra de siervos haréis. 19Y
ofreceréis como ofrenda encendida en holocausto a Jehová, dos becerros de la
vacada, y un carnero, y siete corderos de un año; serán sin defecto. 20Y
su ofrenda de harina amasada con aceite: tres décimas con cada becerro, y dos
décimas con cada carnero; 21y con cada uno de los siete corderos
ofreceréis una décima. 22Y un macho cabrío por expiación, para
reconciliaros. 23Esto ofreceréis además del holocausto de la
mañana, que es el holocausto continuo. 24Conforme a esto
ofreceréis cada uno de los siete días, vianda y ofrenda encendida en olor grato
a Jehová; se ofrecerá además del holocausto continuo, con su libación. 25Y
el séptimo día tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis.
26Además, el día
de las primicias, cuando presentéis ofrenda nueva a Jehová en vuestras
semanas, tendréis santa convocación; ninguna obra de
siervos haréis. 27Y ofreceréis en holocausto, en olor grato a
Jehová, dos becerros de la vacada, un carnero, siete corderos de un año;
28y la ofrenda de ellos, flor de harina amasada con aceite, tres décimas
con cada becerro, dos décimas con cada carnero, 29y con cada uno
de los siete corderos una décima; 30y un macho cabrío para hacer
expiación por vosotros. 31Los ofreceréis, además del holocausto
continuo con sus ofrendas, y sus libaciones; serán sin defecto.
29
1En el séptimo
mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos
haréis; os será día de sonar las trompetas. 2Y ofreceréis
holocausto en olor grato a Jehová, un becerro de la vacada, un carnero, siete
corderos de un año sin defecto; 3y la ofrenda de ellos, de flor de
harina amasada con aceite, tres décimas de efa con cada becerro, dos décimas
con cada carnero, 4y con cada uno de los siete corderos, una
décima; 5y un macho cabrío por expiación, para reconciliaros,
6además del holocausto del mes y su ofrenda, y el holocausto continuo y
su ofrenda, y sus libaciones conforme a su ley, como ofrenda encendida a Jehová
en olor grato.
7En el diez de
este mes séptimo tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas;a
ninguna obra haréis; 8y ofreceréis en holocausto a Jehová en olor
grato, un becerro de la vacada, un carnero, y siete corderos de un año; serán
sin defecto. 9Y sus ofrendas, flor de harina amasada con aceite,
tres décimas de efa con cada becerro, dos décimas con cada carnero, 10y
con cada uno de los siete corderos, una décima; 11y un macho
cabrío por expiación; además de la ofrenda de las expiaciones por el pecado, y
del holocausto continuo y de sus ofrendas y de sus libaciones.
12También a los
quince días del mes séptimo tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos
haréis, y celebraréis fiesta solemne a Jehová por siete días.
13Y ofreceréis en holocausto, en ofrenda encendida a Jehová en olor
grato, trece becerros de la vacada, dos carneros, y catorce corderos de un año;
han de ser sin defecto. 14Y las ofrendas de ellos, de flor de
harina amasada con aceite, tres décimas de efa con cada uno de los trece
becerros, dos décimas con cada uno de los dos carneros, 15y con
cada uno de los catorce corderos, una décima; 16y un macho cabrío
por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su libación.
17El segundo día,
doce becerros de la vacada, dos carneros, catorce corderos de un año sin
defecto, 18y sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con
los carneros y con los corderos, según el número de ellos, conforme a la ley;
19y un macho cabrío por expiación; además del holocausto continuo, y su
ofrenda y su libación.
20El día tercero,
once becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; 21y
sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los
corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 22y un
macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, y su ofrenda y su libación.
23El cuarto día,
diez becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; 24sus
ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los
corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 25y un
macho cabrío por expiación; además del holocausto continuo, su ofrenda y su
libación.
26El quinto día,
nueve becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; 27y
sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los
corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 28y un
macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su
libación.
29El sexto día,
ocho becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; 30y
sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los
corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 31y un
macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, su ofrenda y su
libación.
32El séptimo día,
siete becerros, dos carneros, catorce corderos de un año sin defecto; 33y
sus ofrendas y sus libaciones con los becerros, con los carneros y con los
corderos, según el número de ellos, conforme a la ley; 34y un
macho cabrío por expiación, además del holocausto continuo, con su ofrenda y su
libación.
35El octavo día
tendréis solemnidad; ninguna obra de siervos haréis. 36Y
ofreceréis en holocausto, en ofrenda encendida de olor grato a Jehová, un
becerro, un carnero, siete corderos de un año sin defecto; 37sus
ofrendas y sus libaciones con el becerro, con el carnero y con los corderos,
según el número de ellos, conforme a la ley; 38y un macho cabrío
por expiación, además del holocausto continuo, con su ofrenda y su libación.
39Estas cosas
ofreceréis a Jehová en vuestras fiestas solemnes, además de vuestros votos, y
de vuestras ofrendas voluntarias, para vuestros holocaustos, y para vuestras
ofrendas, y para vuestras libaciones, y para vuestras ofrendas de paz.
40Y Moisés dijo a
los hijos de Israel conforme a todo lo que Jehová le había mandado.
Cantares 8.5-14
5 ¿Quién es
ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un
manzano te desperté;
Allí tuvo tu
madre dolores,
Allí tuvo dolores la que te
dio a luz.
6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque
fuerte es como la muerte el amor;
Duros como
el Seol los celos;
Sus brasas,
brasas de fuego, fuerte llama.
7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo
ahogarán los ríos.
Si diese el
hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
8 Tenemos una pequeña hermana,
Que no tiene
pechos;
¿Qué haremos
a nuestra hermana
Cuando de
ella se hablare?
9 Si ella es muro,
Edificaremos
sobre él un palacio de plata;
Si fuere
puerta,
La
guarneceremos con tablas de cedro.
10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,
Desde que fui en sus ojos como
la que halla paz.
11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
La cual
entregó a guardas,
Cada uno de
los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;
Las mil
serán tuyas, oh Salomón,
Y doscientas para los que
guardan su fruto.
13 Oh, tú que habitas en los huertos,
Los compañeros
escuchan tu voz;
Házmela oír.
14 Apresúrate, amado mío,
Y sé
semejante al corzo, o al cervatillo,
Sobre las
montañas de los aromas.