¡Cómo vencer el día de hoy!
¡Amor sublime!
Por Riqui Ricón*
Jesús preguntó al padre:
¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y
muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes
hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que
cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del
muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad (Mar
9.21-24).
Cuando este padre de familia cuestionó
a Jesús si podría hacer algo para ayudarlos, la respuesta es clara y contundente
por parte de nuestro Señor: la raíz del problema no es si yo, Jesús, puedo
hacer algo por ti, sino, más bien, si tú puedes creer, pues el que cree en mí,
al que cree en mi Palabra, TODO le es posible.
—Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios —aclaró Jesús (Luc 18.27 NVI).
Dios es Todopoderoso y no hay
algo que sea difícil para Él. Además, te ama con tan grande Amor que, a pesar
de que estabas muerto(a) en delitos y pecados, entregó a Su propio Hijo para
pagar todos tus pecados en tu lugar, y así darte Vida Eterna juntamente con
Cristo.
Efe 2:4-5 NTV Pero Dios es tan rico en misericordia y nos
amó tanto (5) que, a pesar de que estábamos muertos por
causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos.
(¡Es sólo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!)
¡Asombroso! ¡Dios te ama tanto
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el
que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él (Jn 3.16-17 NTV).
De esta forma, entregando a Su
único Hijo, por amor a ti, el Padre celestial logró su cometido, esto es, hacer
de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Pero he aquí que yo la atraeré
y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus
viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará
como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra
de Egipto (Os 2.14-15).
En verdad, el Amor de Dios para
contigo es tan maravilloso, profundo y exquisito que no puedes hacer otra cosa
que asombrarte de Su Persona. Por ejemplo, en el libro de Oseas puedes ver
representada la vida que tú anteriormente llevabas, en pecado y lejos de Dios:
Se compara a una esposa adúltera que terminó de prostituta, esto es para que
notes que, con todo, Dios está dispuesto a perdonar y olvidar, y atraerte a Él
para hablar a tu corazón. ¡Sublime Amor!
Envió desde lo alto y me
tomó; Me sacó de las muchas aguas. Me libró de poderoso enemigo, Y de los que
me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo… Me diste asimismo el escudo
de tu salvación, Y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos
debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos, y los
destruiré, Y no volveré hasta acabarlos. Los consumiré y los heriré, de modo
que no se levanten; Caerán debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para
la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, Y has hecho que mis
enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruyese a los que me aborrecen (2 S 22.17-18, 36-41).
Hoy es un buen día para que te
des cuenta que, gracias a Jesús y lo que hizo por ti en la cruz, en Verdad eres
un(a) legítimo(a) Hija(o) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y de acuerdo a la Biblia,
que es la Palabra de Dios, y no miente, tú has sido puesto(a) por encima de todos
tus problemas; has sido puesto(a) por encima de las enfermedades o
circunstancias, para que compruebes que la buena voluntad de Dios para contigo
es agradable y perfecta.
Entonces, como puedes ver, la
vida en el reino no se trata de lo que tú puedas hacer o tener, sino de lo que
ahora tú eres, de quien tú eres por lo que Cristo Jesús hizo por ti.
¡Si puedes creer, al que cree
todo le es posible!
Está alguno entre vosotros
afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está
alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por
él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de
fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados,
le serán perdonados (Stgo 5.13-15).
Así de simple, hermoso y sencillo
es el Amor de Dios. Él no te ha dejado y nunca te dejará pues, si en verdad te
has dado cuenta, ahora Él es tu Padre.
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
En lugar de
dar lugar al miedo y a la preocupación por causa de tus problemas o
aflicciones, mejor acude a tu Padre celestial con completa confianza y certeza
de fe que, como lo afirma Dios en la Biblia, de todo problema, angustia o
enfermedad saldrás más que vencedor(a) por medio de Su Amor.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Ya sea que
te encuentres en la situación de ese padre con su hijo enfermo, o como David
rodeado de enemigos, o traicionado como Oseas, sin importar la circunstancia,
problema o enfermedad, la Verdad es que Dios te ama; que ahora eres Su Hijo(a)
y Él es tu Padre, y además Él es Dios. Así que, sea lo que sea que estés
enfrentando hoy, eso sólo son hechos, y la Verdad, que es la Palabra de Dios,
siempre prevalecerá.
¡Si puedes
creer, al que cree todo le es posible!
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
¡Permanece
en la Palabra de Dios! ¡Permanece en la Verdad! Y sin duda, alcanzaras la
libertad.
¡No dudes
más! ¡Tú eres el (la) amado(a) de Dios!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, Tu
Palabra, la Biblia, que no miente, dice que nosotros hemos conocido y creído Tu
Amor. En este momento, una vez más, yo recibo Tu Amor de Padre. Yo soy Tu Hijo(a)
amado(a) y aunque por las circunstancias del momento yo no me vea o no me
sienta así Tu Palabra es la Verdad y yo he decidido creerte a Ti. Precioso
Señor Jesús, Tú dices en Tu Palabra que al que cree, todo le es posibles. Así
que, declaro hoy que soy sano(a), libre, prospero(a) y feliz. Le llamo a la
vida plena y abundante que como Hijo(a) de Dios tengo derecho a vivir. Sé que
tendré más problemas y aflicciones pero de todas ellas saldré más que
vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo en
Cristo! ¡Soy Nueva Creatura! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! ¡Mayor eres Tú,
Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo, que cualquiera que está en el mundo!
¡No voy a temer, sólo creeré! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 28 Mar
9.2-50 /
2 Sam 22 / Ose 2
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 28 Mar
9.2-50 /
2 Sam 22 / Ose 2
Marcos
9.2-50
La transfiguración
(Mt. 17.1–13; Lc. 9.28–36)
2Seis días después, Jesús tomó a
Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se
transfiguró delante de ellos.a 3Y sus vestidos
se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún
lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4Y les apareció
Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5Entonces Pedro dijo a
Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres
enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6Porque
no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. 7Entonces vino
una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi
Hijo amado;b a él oíd. 8Y luego, cuando
miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
9Y descendiendo ellos del monte,
les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del
Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10Y guardaron la palabra
entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. 11Y
le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que
Elías venga primero?c 12Respondiendo
él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas;
¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en
nada? 13Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que
quisieron, como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
(Mt. 17.14–21; Lc. 9.37–43)
14Cuando llegó a donde estaban los
discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban
con ellos. 15Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y
corriendo a él, le saludaron. 16El les preguntó: ¿Qué disputáis
con ellos? 17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro,
traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual,
dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y
se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo
he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y
se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al
muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús
preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde
niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para
matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi
incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba,
reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando
y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos
decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le
enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos
le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y
les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Jesús anuncia otra vez su muerte
(Mt. 17.22–23; Lc. 9.43–45)
30Habiendo salido de allí,
caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. 31Porque
enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer
día. 32Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de
preguntarle.
¿Quién es el mayor?
(Mt. 18.1–5; Lc. 9.46–48)
33Y llegó a Capernaum; y cuando
estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí,
quién había de ser el mayor.d 35Entonces él se
sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el
postrero de todos, y el servidor de todos.e 36Y
tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les
dijo: 37El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe
a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.f
El que no es contra nosotros, por nosotros es
(Lc. 9.49–50)
38Juan le respondió diciendo:
Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no
nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. 39Pero Jesús
dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que
luego pueda decir mal de mí. 40Porque el que no es contra
nosotros, por nosotros es.g 41Y cualquiera
que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os
digo que no perderá su recompensa.h
Ocasiones de caer
(Mt. 18.6–9; Lc. 17.1–2)
42Cualquiera que haga tropezar a
uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una
piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar. 43Si tu
mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco,
que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,i
44donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 45Y
si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo,
que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser
apagado, 46donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se
apaga. 47Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es
entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al
infierno,j 48donde el gusano de ellos no
muere, y el fuego nunca se apaga.k 49Porque
todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 50Buena
es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?l
Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.[1]
2
Samuel 22
Cántico de liberación de David
(Sal. 18 título, 1–50)
22
1Habló David a Jehová las palabras
de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus
enemigos, y de la mano de Saúl. 2Dijo:
Jehová es mi roca y mi
fortaleza, y mi libertador;
3 Dios mío,
fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y el fuerte de mi
salvación, mi alto refugio;
Salvador mío; de violencia me
libraste.
4 Invocaré a
Jehová, quien es digno de ser alabado,
Y seré salvo de mis enemigos.
5 Me rodearon
ondas de muerte,
Y torrentes de perversidad me
atemorizaron.
6 Ligaduras
del Seol me rodearon;
Tendieron sobre mí lazos de
muerte.
7 En mi
angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios;
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó a sus oídos.
8 La tierra
fue conmovida, y tembló,
Y se conmovieron los cimientos
de los cielos;
Se estremecieron, porque se
indignó él.
9 Humo subió
de su nariz,
Y de su boca fuego consumidor;
Carbones fueron por él
encendidos.
10 E inclinó
los cielos, y descendió;
Y había tinieblas debajo de
sus pies.
11 Y cabalgó
sobre un querubín, y voló;
Voló sobre las alas del
viento.
12 Puso
tinieblas por su escondedero alrededor de sí;
Oscuridad de aguas y densas
nubes.
13 Por el
resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes.
14 Y tronó
desde los cielos Jehová,
Y el Altísimo dio su voz;
15 Envió sus
saetas, y los dispersó;
Y lanzó relámpagos, y los
destruyó.
16 Entonces
aparecieron los torrentes de las aguas,
Y quedaron al descubierto los
cimientos del mundo;
A la reprensión de Jehová,
Por el soplo del aliento de su
nariz.
17 Envió desde
lo alto y me tomó;
Me sacó de las muchas aguas.
18 Me libró de
poderoso enemigo,
Y de los que me aborrecían,
aunque eran más fuertes que yo.
19 Me
asaltaron en el día de mi quebranto;
Mas Jehová fue mi apoyo,
20 Y me sacó a
lugar espacioso;
Me libró, porque se agradó de
mí.
21 Jehová me
ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis
manos me ha recompensado.
22 Porque yo
he guardado los caminos de Jehová,
Y no me aparté impíamente de
mi Dios.
23 Pues todos
sus decretos estuvieron delante de mí,
Y no me he apartado de sus
estatutos.
24 Fui recto
para con él,
Y me he guardado de mi maldad;
25 Por lo cual
me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis
manos delante de su vista.
26 Con el
misericordioso te mostrarás misericordioso,
Y recto para con el hombre
íntegro.
27 Limpio te
mostrarás para con el limpio,
Y rígido serás para con el
perverso.
28 Porque tú
salvas al pueblo afligido,
Mas tus ojos están sobre los
altivos para abatirlos.
29 Tú eres mi lámpara,
oh Jehová;
Mi Dios alumbrará mis
tinieblas.
30 Contigo
desbarataré ejércitos,
Y con mi Dios asaltaré muros.
31 En cuanto a
Dios, perfecto es su camino,
Y acrisolada la palabra de
Jehová.
Escudo es a todos los que en
él esperan.
32 Porque
¿quién es Dios, sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de
nuestro Dios?
33 Dios es el
que me ciñe de fuerza,
Y quien despeja mi camino;
34 Quien hace
mis pies como de ciervas,a
Y me hace estar firme sobre
mis alturas;
35 Quien
adiestra mis manos para la batalla,
De manera que se doble el arco
de bronce con mis brazos.
36 Me diste
asimismo el escudo de tu salvación,
Y tu benignidad me ha
engrandecido.
37 Tú
ensanchaste mis pasos debajo de mí,
Y mis pies no han resbalado.
38 Perseguiré
a mis enemigos, y los destruiré,
Y no volveré hasta acabarlos.
39 Los
consumiré y los heriré, de modo que no se levanten;
Caerán debajo de mis pies.
40 Pues me
ceñiste de fuerzas para la pelea;
Has humillado a mis enemigos
debajo de mí,
41 Y has hecho
que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Para que yo destruyese a los
que me aborrecen.
42 Clamaron, y
no hubo quien los salvase;
Aun a Jehová, mas no les oyó.
43 Como polvo
de la tierra los molí;
Como lodo de las calles los
pisé y los trituré.
44 Me has
librado de las contiendas del pueblo;
Me guardaste para que fuese
cabeza de naciones;
Pueblo que yo no conocía me
servirá.
45 Los hijos
de extraños se someterán a mí;
Al oír de mí, me obedecerán.
46 Los
extraños se debilitarán,
Y saldrán temblando de sus
encierros.
47 Viva
Jehová, y bendita sea mi roca,
Y engrandecido sea el Dios de
mi salvación.
48 El Dios que
venga mis agravios,
Y sujeta pueblos debajo de mí;
49 El que me
libra de enemigos,
Y aun me exalta sobre los que
se levantan contra mí;
Me libraste del varón
violento.
50 Por tanto,
yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová,
Y cantaré a tu nombre.b
51 El salva
gloriosamente a su rey,
Y usa de misericordia para con
su ungido,
A David y a su descendencia
para siempre.[2]
Oseas 2
El amor de Jehová hacia su pueblo infiel
2
1Decid a vuestros hermanos: Ammi;3
y a vuestras hermanas: Ruhama.4 2Contended con
vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte,
pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos;
3no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació,
la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed. 4Ni
tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 5Porque
su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras
mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi
bebida. 6Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la
cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 7Seguirá a sus
amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré
y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.
8Y ella no reconoció que yo le daba
el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que
ofrecían a Baal. 9Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su
tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para
cubrir su desnudez. 10Y ahora descubriré yo su locura delante de
los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. 11Haré
cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo,* y
todas sus festividades. 12Y haré talar sus vides y sus
higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis
amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.
13Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se
adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se
olvidaba de mí, dice Jehová.
14Pero he aquí que yo la atraeré y
la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. 15Y le daré sus
viñas desde allí, y el valle de Acora por puerta de
esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día
de su subida de la tierra de Egipto. 16En aquel tiempo, dice
Jehová, me llamarás Ishi,5 y nunca más me llamarás
Baali.6
17Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se
mencionarán sus nombres. 18En aquel tiempo haré para ti pacto con
las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la
tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir
segura. 19Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré
conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. 20Y te
desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.
21En aquel tiempo responderé, dice
Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. 22Y
la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a
Jezreel.7 23Y la sembraré para mí en la
tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo
mío,b
y él dirá: Dios mío.[3]
a a 9.2–7: 2 P. 1.17–18.
b b 9.7: Mt. 3.17; Mr. 1.11; Lc. 3.22.
c c 9.11: Mal. 4.5; Mt. 11.14.
d d 9.34: Lc. 22.24.
e e 9.35: Mt. 20.26–27; 23.11; Mr.
10.43–44; Lc. 22.26.
f f 9.37: Mt. 10.40; Lc. 10.16; Jn. 13.20.
g g 9.40: Mt. 12.30; Lc. 11.23.
h h 9.41: Mt. 10.42.
i i 9.43: Mt. 5.30.
j
j 9.47: Mt. 5.29.
k
k 9.48: Is. 66.24.
l
l 9.50: Mt. 5.13; Lc.
14.34–35.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 9.1-50). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 22.34: Hab. 3.19.
b b 22.50: Ro. 15.9.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 21.22-22.51). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
3 Esto es, Pueblo mío.
4 Esto es, Compadecida.
* Aquí
equivale a sábado.
a a 2.15: Jos. 7.24–26.
5 Esto es, Mi marido.
6 Esto es, Mi señor.
7 Esto es, Dios siembra.
b b 2.23: Ro. 9.25; 1 P. 2.10.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Os 1.11-2.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio 28 Mar
9.2-50 /
2 Sam 22 / Ose 2
Marcos
9.2-50
La transfiguración
(Mt. 17.1–13; Lc. 9.28–36)
2Seis días después, Jesús tomó a
Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se
transfiguró delante de ellos.a 3Y sus vestidos
se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún
lavador en la tierra los puede hacer tan blancos. 4Y les apareció
Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5Entonces Pedro dijo a
Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres
enramadas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 6Porque
no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. 7Entonces vino
una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi
Hijo amado;b a él oíd. 8Y luego, cuando
miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo.
9Y descendiendo ellos del monte,
les mandó que a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del
Hombre hubiese resucitado de los muertos. 10Y guardaron la palabra
entre sí, discutiendo qué sería aquello de resucitar de los muertos. 11Y
le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que
Elías venga primero?c 12Respondiendo
él, les dijo: Elías a la verdad vendrá primero, y restaurará todas las cosas;
¿y cómo está escrito del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea tenido en
nada? 13Pero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que
quisieron, como está escrito de él.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
(Mt. 17.14–21; Lc. 9.37–43)
14Cuando llegó a donde estaban los
discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban
con ellos. 15Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y
corriendo a él, le saludaron. 16El les preguntó: ¿Qué disputáis
con ellos? 17Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro,
traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18el cual,
dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y
se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo
he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20Y
se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al
muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21Jesús
preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde
niño. 22Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para
matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi
incredulidad. 25Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba,
reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él. 26Entonces el espíritu, clamando
y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos
decían: Está muerto. 27Pero Jesús, tomándole de la mano, le
enderezó; y se levantó. 28Cuando él entró en casa, sus discípulos
le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 29Y
les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
Jesús anuncia otra vez su muerte
(Mt. 17.22–23; Lc. 9.43–45)
30Habiendo salido de allí,
caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. 31Porque
enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer
día. 32Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de
preguntarle.
¿Quién es el mayor?
(Mt. 18.1–5; Lc. 9.46–48)
33Y llegó a Capernaum; y cuando
estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí,
quién había de ser el mayor.d 35Entonces él se
sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el
postrero de todos, y el servidor de todos.e 36Y
tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les
dijo: 37El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe
a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.f
El que no es contra nosotros, por nosotros es
(Lc. 9.49–50)
38Juan le respondió diciendo:
Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no
nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. 39Pero Jesús
dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que
luego pueda decir mal de mí. 40Porque el que no es contra
nosotros, por nosotros es.g 41Y cualquiera
que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os
digo que no perderá su recompensa.h
Ocasiones de caer
(Mt. 18.6–9; Lc. 17.1–2)
42Cualquiera que haga tropezar a
uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una
piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar. 43Si tu
mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco,
que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado,i
44donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 45Y
si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo,
que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser
apagado, 46donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se
apaga. 47Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es
entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al
infierno,j 48donde el gusano de ellos no
muere, y el fuego nunca se apaga.k 49Porque
todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 50Buena
es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?l
Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.[1]
2
Samuel 22
Cántico de liberación de David
(Sal. 18 título, 1–50)
22
1Habló David a Jehová las palabras
de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus
enemigos, y de la mano de Saúl. 2Dijo:
Jehová es mi roca y mi
fortaleza, y mi libertador;
3 Dios mío,
fortaleza mía, en él confiaré;
Mi escudo, y el fuerte de mi
salvación, mi alto refugio;
Salvador mío; de violencia me
libraste.
4 Invocaré a
Jehová, quien es digno de ser alabado,
Y seré salvo de mis enemigos.
5 Me rodearon
ondas de muerte,
Y torrentes de perversidad me
atemorizaron.
6 Ligaduras
del Seol me rodearon;
Tendieron sobre mí lazos de
muerte.
7 En mi
angustia invoqué a Jehová,
Y clamé a mi Dios;
El oyó mi voz desde su templo,
Y mi clamor llegó a sus oídos.
8 La tierra
fue conmovida, y tembló,
Y se conmovieron los cimientos
de los cielos;
Se estremecieron, porque se
indignó él.
9 Humo subió
de su nariz,
Y de su boca fuego consumidor;
Carbones fueron por él
encendidos.
10 E inclinó
los cielos, y descendió;
Y había tinieblas debajo de
sus pies.
11 Y cabalgó
sobre un querubín, y voló;
Voló sobre las alas del
viento.
12 Puso
tinieblas por su escondedero alrededor de sí;
Oscuridad de aguas y densas
nubes.
13 Por el
resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes.
14 Y tronó
desde los cielos Jehová,
Y el Altísimo dio su voz;
15 Envió sus
saetas, y los dispersó;
Y lanzó relámpagos, y los
destruyó.
16 Entonces
aparecieron los torrentes de las aguas,
Y quedaron al descubierto los
cimientos del mundo;
A la reprensión de Jehová,
Por el soplo del aliento de su
nariz.
17 Envió desde
lo alto y me tomó;
Me sacó de las muchas aguas.
18 Me libró de
poderoso enemigo,
Y de los que me aborrecían,
aunque eran más fuertes que yo.
19 Me
asaltaron en el día de mi quebranto;
Mas Jehová fue mi apoyo,
20 Y me sacó a
lugar espacioso;
Me libró, porque se agradó de
mí.
21 Jehová me
ha premiado conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis
manos me ha recompensado.
22 Porque yo
he guardado los caminos de Jehová,
Y no me aparté impíamente de
mi Dios.
23 Pues todos
sus decretos estuvieron delante de mí,
Y no me he apartado de sus
estatutos.
24 Fui recto
para con él,
Y me he guardado de mi maldad;
25 Por lo cual
me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia;
Conforme a la limpieza de mis
manos delante de su vista.
26 Con el
misericordioso te mostrarás misericordioso,
Y recto para con el hombre
íntegro.
27 Limpio te
mostrarás para con el limpio,
Y rígido serás para con el
perverso.
28 Porque tú
salvas al pueblo afligido,
Mas tus ojos están sobre los
altivos para abatirlos.
29 Tú eres mi lámpara,
oh Jehová;
Mi Dios alumbrará mis
tinieblas.
30 Contigo
desbarataré ejércitos,
Y con mi Dios asaltaré muros.
31 En cuanto a
Dios, perfecto es su camino,
Y acrisolada la palabra de
Jehová.
Escudo es a todos los que en
él esperan.
32 Porque
¿quién es Dios, sino sólo Jehová?
¿Y qué roca hay fuera de
nuestro Dios?
33 Dios es el
que me ciñe de fuerza,
Y quien despeja mi camino;
34 Quien hace
mis pies como de ciervas,a
Y me hace estar firme sobre
mis alturas;
35 Quien
adiestra mis manos para la batalla,
De manera que se doble el arco
de bronce con mis brazos.
36 Me diste
asimismo el escudo de tu salvación,
Y tu benignidad me ha
engrandecido.
37 Tú
ensanchaste mis pasos debajo de mí,
Y mis pies no han resbalado.
38 Perseguiré
a mis enemigos, y los destruiré,
Y no volveré hasta acabarlos.
39 Los
consumiré y los heriré, de modo que no se levanten;
Caerán debajo de mis pies.
40 Pues me
ceñiste de fuerzas para la pelea;
Has humillado a mis enemigos
debajo de mí,
41 Y has hecho
que mis enemigos me vuelvan las espaldas,
Para que yo destruyese a los
que me aborrecen.
42 Clamaron, y
no hubo quien los salvase;
Aun a Jehová, mas no les oyó.
43 Como polvo
de la tierra los molí;
Como lodo de las calles los
pisé y los trituré.
44 Me has
librado de las contiendas del pueblo;
Me guardaste para que fuese
cabeza de naciones;
Pueblo que yo no conocía me
servirá.
45 Los hijos
de extraños se someterán a mí;
Al oír de mí, me obedecerán.
46 Los
extraños se debilitarán,
Y saldrán temblando de sus
encierros.
47 Viva
Jehová, y bendita sea mi roca,
Y engrandecido sea el Dios de
mi salvación.
48 El Dios que
venga mis agravios,
Y sujeta pueblos debajo de mí;
49 El que me
libra de enemigos,
Y aun me exalta sobre los que
se levantan contra mí;
Me libraste del varón
violento.
50 Por tanto,
yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová,
Y cantaré a tu nombre.b
51 El salva
gloriosamente a su rey,
Y usa de misericordia para con
su ungido,
A David y a su descendencia
para siempre.[2]
Oseas 2
El amor de Jehová hacia su pueblo infiel
2
1Decid a vuestros hermanos: Ammi;3
y a vuestras hermanas: Ruhama.4 2Contended con
vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte,
pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos;
3no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació,
la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed. 4Ni
tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 5Porque
su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras
mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi
bebida. 6Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la
cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 7Seguirá a sus
amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré
y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.
8Y ella no reconoció que yo le daba
el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que
ofrecían a Baal. 9Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su
tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para
cubrir su desnudez. 10Y ahora descubriré yo su locura delante de
los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. 11Haré
cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo,* y
todas sus festividades. 12Y haré talar sus vides y sus
higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis
amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.
13Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se
adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se
olvidaba de mí, dice Jehová.
14Pero he aquí que yo la atraeré y
la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. 15Y le daré sus
viñas desde allí, y el valle de Acora por puerta de
esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día
de su subida de la tierra de Egipto. 16En aquel tiempo, dice
Jehová, me llamarás Ishi,5 y nunca más me llamarás
Baali.6
17Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se
mencionarán sus nombres. 18En aquel tiempo haré para ti pacto con
las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la
tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir
segura. 19Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré
conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. 20Y te
desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.
21En aquel tiempo responderé, dice
Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. 22Y
la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a
Jezreel.7 23Y la sembraré para mí en la
tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo
mío,b
y él dirá: Dios mío.[3]
a a 9.2–7: 2 P. 1.17–18.
b b 9.7: Mt. 3.17; Mr. 1.11; Lc. 3.22.
c c 9.11: Mal. 4.5; Mt. 11.14.
d d 9.34: Lc. 22.24.
e e 9.35: Mt. 20.26–27; 23.11; Mr.
10.43–44; Lc. 22.26.
f f 9.37: Mt. 10.40; Lc. 10.16; Jn. 13.20.
g g 9.40: Mt. 12.30; Lc. 11.23.
h h 9.41: Mt. 10.42.
i i 9.43: Mt. 5.30.
j
j 9.47: Mt. 5.29.
k
k 9.48: Is. 66.24.
l
l 9.50: Mt. 5.13; Lc.
14.34–35.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mr 9.1-50). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 22.34: Hab. 3.19.
b b 22.50: Ro. 15.9.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (2 Sm 21.22-22.51). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
3 Esto es, Pueblo mío.
4 Esto es, Compadecida.
* Aquí
equivale a sábado.
a a 2.15: Jos. 7.24–26.
5 Esto es, Mi marido.
6 Esto es, Mi señor.
7 Esto es, Dios siembra.
b b 2.23: Ro. 9.25; 1 P. 2.10.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Os 1.11-2.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.