viernes, 30 de noviembre de 2018

¡Cómo pelear la Buena Batalla!



3 de Diciembre

¡No te dejes engañar!

Por Riqui Ricón*

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna (Ga 6.7-8).

Antes de comenzar esta reflexión, y para que no haya malos entendidos, es necesario aclarar que, de acuerdo a las Escrituras, tú como creyente, como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, estás facultado por Dios, tu Padre, para resistir SIEMPRE las obras de la carne y desde luego, tienes el poder y la autoridad para no darle lugar al pecado en tu vida. Veamos aquí cómo es esto.

Hay quienes piensan que la única forma de vencer al pecado es resistiendo, con sus fuerzas, las obras de la carne, pues de no hacerlo así significaría perder la salvación y, por consiguiente, perder la nueva naturaleza que Dios nos obsequió con la muerte y resurrección de Su Hijo Jesús.

Piensan que no es suficiente con CREER que el precio que se pagó en esa cruz fue suficiente y completo; que no es suficiente con CREER que la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús YA nos HA HECHO libres de la ley del pecado y de la muerte y que es necesario, a toda costa, resistir con todas sus fuerzas al pecado y no darle lugar a la carne.

Aunque esta forma de pensar parece la correcta y hasta teológicamente bien orientada, pensar así es, precisamente lo opuesto a lo que se desea; pensar así es la forma más fácil para darle lugar a la carne y darle un lugar permanente al pecado en tu vida.

El engaño estriba en luchar contra la carne y contra el pecado con tus fuerzas y con tu voluntad y no con tu fe [creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra]. ¡Desde luego que hay que pelear! Pero no con tus fuerzas, ni con tus recursos.

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos (1 Ti 6.12).

Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de acuerdo a las Palabras de Jesucristo, tú no eres de este mundo (Jn 17.14). Por lo tanto, existe una guerra continua y permanente de parte del sistema de este mundo en contra tuya y la instrucción de Dios, tu Padre, es que pelees con tu fe, esto es, creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.

porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Co 10.4-5).

Así que, no luches con tus fuerzas, sino con tu fe. Permite que la lectura y meditación de la Biblia y la oración fortalezcan tu fe y tu voluntad para así actuar y manifestar las obras de justicia que Dios preparó de ante mano para que anduvieras en ellas (Efe 2.10).

Pero sin fe [sin creerle a Dios, creyendo Su Palabra] es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Sólo mediante la fe, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra, podrás vencer y manifestarte como un(a) Hijo(a) del Rey para agradar a tu Padre celestial.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá  (Ro 1.16-17).

Esta es la clave para la buena batalla de la fe: En el Evangelio, en las Buenas Nuevas de Jesucristo, la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está escrito: Más el justo por creerle a Dios, creyendo Su Palabra, vivirá.

Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Ro 14.23).

La Escritura es determinante en esto: Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sólo pueden vivir por fe.

Por lo tanto, de acuerdo a la Biblia, cualquier cosa que hagas y que no la puedas respaldar con la Palabra de Dios, es pecado ya que no puedes hacerla por fe.

El pecado y la carne tendrán lugar en tu vida mientras sigas luchando en su contra en lugar de creer y aceptar lo que la Palabra de Dios dice al respecto. Creerle a Dios significa creer y aceptar que Jesús ya venció al pecado y a la muerte y te hizo libre de ello y por lo tanto, ni el pecado ni la muerte forman parte de tu NUEVA NATURALEZA.

Desde luego afirmo que esto no se trata, como algunos piensan, de una mal entendida supergracia o superfe que te permita pecar y salir impune. ¡No! ¡Nada de eso!

¡Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará!

Se trata más bien de creer quién ahora tú eres en cristo Jesús: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, Nacido(a) del Espíritu y por lo tanto, se trata de creer que ahora ERES ESPÍRITU y no carne.

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua [de la Palabra de Dios] y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).

Ahora estás en Cristo y eres nueva creatura. Tu Nueva Naturaleza es totalmente diferente a la que tenías antes de aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Satanás tratará siempre de convencerte con sus mentiras para que creas que sigues siendo el (la) mismo(a) pecador que antes eras. Pero eso sería contrario a lo que la Biblia enseña.

Los que se dejan dominar por su naturaleza pecaminosa, solo piensan en cómo complacer a su propia naturaleza; pero los que viven conforme al Espíritu Santo, piensan en las cosas propias del Espíritu. Porque la intención del Espíritu es vida y paz; en cambio, la intención de la naturaleza pecaminosa es muerte, porque la intención de la naturaleza pecaminosa es rebeldía contra Dios: nunca ha obedecido a la ley de Dios ni nunca podrá obedecerla. Por eso, los que viven sometidos al dominio de su propia naturaleza pecaminosa jamás podrán agradar a Dios. Pero vosotros no vivís conforme a esa naturaleza, sino que estáis bajo el dominio del Espíritu, si es que verdaderamente el Espíritu de Dios habita en vosotros (digo esto para recordaros que quien en su interior no tenga el Espíritu de Cristo, no es de Cristo) (Ro 8.5-9 CST).

El hecho de que estés leyendo este devocional es prueba más que suficiente que tú no eres carnal, sino espiritual. La Verdad es que tú no estás conforme con los apetitos de la carne sino que buscas y anhelas las manifestaciones del Espíritu cada día de tu vida.

Los pecadores pecan, eso es lo que saben hacer y les gusta hacer. Pero tú, por haber creído en Jesús, has Nacido de Nuevo y no de una semilla corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.

Es la mismísima Palabra de Dios la que te ha habilitado con la fe necesaria para resistir las obras de la carne y establecer tu victoria sobre el pecado (la victoria que Cristo Jesús ganó para ti). Como dice la escritura:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Ef 2.8-10).

Así que, no te engañes a ti mismo(a), Dios no puede ser burlado, CUALQUIERA que siembre para la carne, de la carne va a cosechar corrupción. Sin embargo, CUALQUIERA que siembra para el Espíritu, en fe, creyéndole a Dios y a Su Palabra, recibirá Vida Eterna y Vida abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, cuando caemos nos levantamos, pues si pecamos, en lugar de alejarnos de Dios, corremos hacia Él; NOS ARREPENTIMOS, confesamos nuestros pecados y fiel y JUSTO es Él para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).

Tú no eres un(a) pecador(a) salvo(a) por gracia, eso sería un disparate; o eres salvo(a) o eres pecador(a). Como ya dijimos, los pecadores pecan, eso es lo que saben y les gusta hacer.

No te dejes engañar, usa tu fe y decídete a vivir creyendo que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que eres y, entonces es seguro que estarás sembrando para el Espíritu.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, muchas gracias porque en Tu Palabra, las Palabras que han salido de Tu boca, me has declarado Hijo(a) Tuyo(a) por medio de la fe en Cristo Jesús. Gracias, Señor Jesús, porque Tu sacrificio fue completo, perfecto y acabado. No quedó nada pendiente. He sido justificado(a) en Tu Sangre y por Tu Vida yo he recibido la Vida Eterna, la Vida plena y abundante que sólo pueden disfrutar los Hijos de Dios. Gracias porque Tu Palabra, la Biblia, me da la facultad para que, en cuanto a la pasada manera de vivir, yo me despoje del viejo(a) hombre(mujer),  que está viciado conforme a los deseos engañosos, y me renueve en el espíritu de mi mente, y vestirme del nuevo hombre(mujer),  creado según Dios  en la justicia y santidad de la Verdad. Así que, hoy vengo a Ti, Abba, Padre; de todos mis pecados me arrepiento y te pido perdón, he fallado y esto es algo que no quiero hacer más. Espíritu Santo, límpiame de toda maldad; ayúdame a creer que soy ese(a) Hijo(a) Tuyo(a) creado en justicia y santidad de la verdad, pues con mi fe, nada de ese(a) viejo(a) hombre(mujer) se volverá a manifestar en mi vida. La Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Dios, yo soy lo que Tú dices en Tu Palabra que soy: Tu Hijo(o) amado(a). Por lo tanto, sé que sé, y así lo declaro, en todo problema, enfermedad o aflicción, soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 3                                  Gal 6   /  Ez 2-3   Sal 149


¡Cómo desarrollar el fruto del Espíritu!


2 de Diciembre

¡Eres Nacido(a) del Espíritu!

Por Riqui Ricón*

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Ga 5.22-23).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que TODO AQUEL que cree que Jesús es el Cristo es NACIDO DE DIOS (1 Jn 5.1). Por lo tanto, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador que murió en la cruz para pagar todos tus pecados, entonces, la Biblia se está refiriendo a ti: ¡Tú eres ese(a) Hijo(a) Nacido(a) de Dios!

Se habla aquí del Nuevo Nacimiento; aquel que Jesús le enseñó a Nicodemo al decirle: el que no naciere del Espíritu no podrá entrar al reino de Dios, pues lo nacido de la carne, carne es pero lo nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).

Al parecer, y de acuerdo a lo que Jesús enseñó, es de suma importancia que entiendas y reflexiones en que, por haber creído en Jesús, tú eres Nacido(a) de Nuevo y que éste, tu Nuevo Nacimiento, no es natural sino espiritual y, por esto, mucho más importante y trascendente.

Sin embargo, la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a nosotros se han hecho manifiestos; y Dios nos ha dado la salvación, no "porque la mereciesen la bondad y justicia de nuestras propias obras, sino porque Dios, en su misericordia, lavó nuestros pecados, nos hizo nacer de nuevo y nos dio una nueva vida por el "Espíritu Santo, derramándolo abundantemente en nosotros mediante Jesucristo nuestro Salvador (Ti 3.4-6 CST).

Tu Nuevo Nacimiento espiritual es mucho más importante y trascendente que el natural pues ahora fuiste concebido(a) por el Espíritu Santo, Quien está en ti y contigo.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

La simiente, el esperma, que te hace Nueva Creatura es, nada más y nada menos que, la Palabra de Dios.

El, porque así lo quiso, nos dio vidas nuevas a través de las verdades de su santa Palabra y nos convirtió, por así decirlo, en los primeros hijos de su nueva familia (Stg 1.18 BAD).

¡Ahora eres parte de la familia de Dios!

Así que, por el Amor y la misericordia de Dios para contigo, ahora tú eres espíritu engendrado de nuevo, un(a) Hijo(a) de Dios nacido(a) no de una semilla corruptible sino de una incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

¡Has Nacido del Espíritu Santo por la Palabra de Dios!

Aquí es dónde la Biblia tiene que dejar de ser un mero libro de instrucción religiosa para comenzar a ser lo que realmente es (lo que tú dices que es): ¡la Palabra de Dios! ¡La Verdad!

En la Biblia están las Palabras que han salido de la boca de Dios y, por lo tanto, se van a cumplir todas.

Ahora bien, una vez que has comprendido que, gracias a Jesucristo, ahora eres Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo por el Espíritu Santo, acepta y recibe esa identidad que te permite manifestar en ti mismo(a) el fruto del Espíritu.

Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza son sólo algunas de las características de tu nueva naturaleza. No son características que tengas que desarrollar porque careces de ellas, sino que las tienes que desarrollar porque, precisamente, ya están en ti.

El fruto del Espíritu ya está en ti porque tú has sido regenerado(a), creado de nuevo, según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).

El fruto del Espíritu es parte de tu Nueva Naturaleza, donde está latente aguardando a que lo desarrolles por medio de tu fe [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

¿Cómo se logra esto? ¡Fácil! Solamente tienes que recordar y aprender de cómo iniciaron todos los problemas de la humanidad:

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).

No necesitas gran revelación para darte cuenta que Adán y Eva cayeron porque, después de haber ESCUCHADO a Satanás, ya no sabían quién decía la Verdad, ¿la serpiente o Dios? No sabían a quién CREER, ¿a la serpiente o a Dios? Y al poner su vista en la realidad de sus circunstancias, pues el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, tomaron la peor decisión: decidieron NO CREER la Palabra de Dios para creer las mentiras de Satanás.

Si te das cuenta, el pecado original no fue la desobediencia. Lo que le dio origen al miedo, a la muerte y al desastre de vida que antes vivías, fue el no haberle creído a Dios. Esto, la incredulidad, es lo que da a luz la desobediencia y todo lo demás se desarrolla por sí mismo por la ley del pecado y de la muerte.

Entonces, ¿cómo puedes desarrollar una Vida Nueva, plena y abundante? ¿Cómo puedes desarrollar el fruto del Espíritu? ¡Fácil! Solamente tienes que creerle a Dios y a Su Palabra; creer que en Verdad ERES la persona que Dios dice, en Su Palabra, que ahora tú eres: Su Hijo(a); NACIDO(A) DE NUEVO, nacido(a) del Espíritu Santo, quién es Dios, y, por lo tanto, el Amor de Él, el gozo de Él, la paz de Él, la paciencia, la bondad, la benignidad, la FE, la mansedumbre y la templanza, todas de Él, ya están dentro de ti.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).

Deja de poner atención y de escuchar la realidad de tus circunstancias que te quieren convencer a que creas que eres la misma persona fracasada, perdedora, débil, insignificante, mala y pecadora que antes eras. ¡No! ¡Nada de eso! ¡No escuches más esas mentiras!

La circunstancias no pueden cambiar la Verdad, pero la Verdad siempre cambiará tus circunstancias. Y la Verdad es que tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hijo(a) Amado(a), lleno(a) del Espíritu Santo.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).

Después de todo, Él te creó de Nuevo ¿no es así?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias al Amor con que me has amado hoy puedo declarar con toda certeza que yo, ________________(tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, mi Dios. De ninguna manera soy un(a) fracasado(a), ni perdedor(a), ni débil, ni insignificante, ni mala persona, ni pecador(a). Todo lo contrario, yo, ________________(tu nombre aquí), soy lleno(a) de Amor, de gozo, de paz, soy paciente, bondadoso(a), benigno(a), estoy lleno(a) de Fe, mansedumbre y templanza. ¡Soy Hijo(a) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Mayor es el Espíritu Santo, que vive en mí, que cualquiera que está en el mundo! ¡Ante toda enfermedad, aflicción o pecado, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 2                                  Gal 5.16-26   /  Ez 1   Sal 148




¡Cómo agradar a Dios!


1 de Diciembre

¡Dios se deleita en ti!

Por Riqui Ricón*

El SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor (Sal 147.10-11 NVI).

¿Sabías que a Dios se le puede complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día, aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía o en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.

¡Nada más lejano a la Verdad que eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.22-23).

Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la alabanza y la adoración lo que realmente le agrada (como si Él, el todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas).

La biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te enseña claramente que solamente una cosa complace a Dios:

Lo que más me alegra es oír que mis hijos vivan de acuerdo a la verdad (3 Jn 4 PDT).

La fe es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, y cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su Palabra, la Biblia, entonces Él se goza con tu fe.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Así es, mi amado(a), es tu fe lo que complace y deleita a tu Padre celestial. Es cuando le crees a Él, creyendo Su Palabra, que Dios se agrada de ti. Sólo cuando tú decides creer que eres la persona quien Él dice en la Biblia que ahora tú  eres, Su Hijo(a) amado(a), entonces comienzas a complacer y deleitar a Dios.

Cuando gracias a tu fe (creer lo que dice Su Palabra) comienzas a vivir esa vida plena y abundante que Dios planeó para ti, entonces puedes estar seguro(a) de estar complaciendo y deleitando a Dios.

Pon mucha atención, pues por más victorioso(a) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al verte sumergido(a) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los puedes resolver. ¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a) Hijo(a) amado(a), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas.

En fin, Dios se deleita al notar que has creído Su Palabra y vives en ella.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios se deleita cuando tú realmente crees que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

No es algo que tú tengas o que puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).

Cuando, para hacer frente a los retos que la vida te presenta, tú pones en tu boca, mente y corazón la Palabra de Dios y lleno(a) de fe (con toda certeza) declaras: todo lo puedo en Cristo que me fortalece; en todo problema, enfermedad o aflicción yo soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús; soy de Dios y ya he vencido porque mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Etc., Así manifiestas tu identidad de Hijo(a) del Rey y ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu Sangre he sido justificado(a); en Tu muerte Dios, mi Padre, me ha perdonado y por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! Ahora, ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Así que, con toda autoridad y para agradarte a Ti, mi Dios,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 1                                  Gal 5.1-15   /  Lam 5   Sal 147




¿Qué significa SER Hijo(a) de Dios?


30 de Noviembre

¡Vaya Papá que tienes!

Por Riqui Ricón*

Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos (Sal 146.5-8).

Ser un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A) DE NUEVO es realmente un privilegio. Pues significa saber, y sobre todo CREER, que ahora Dios es tu Padre, tu ayudador y esperanza; Dios es quien te da la paz y libertad en las cuales Él siempre ha querido que tú vivas.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

Dios es el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y de lo invisible. Él es fiel, justo y verdadero. Él es bueno. Él es amor. Y sobre todo, Él es tu papá.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).

Así que, si Dios hace justicia a los agraviados; da pan a los hambrientos; liberta a los cautivos; abre los ojos de los ciegos y levanta a los caídos, pregúntate ¿qué no hará el único y verdadero Dios omnipotente por ti, que eres su Hijo(a) amado(a)?

De hecho, Él ya lo ha hizo todo por Amor a ti:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Así es, Jesús murió y resucitó para que, pagando todos tus pecados, pudiera justificarte y santificarte para darte la Vida Eterna y así, ponerte en condición de ser hecho(a) Hijo(a) de Dios.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,  para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).

Esta posición, esta identidad como Hijo(a) de Dios, no es algo que tú hayas comprado, adquirido o pagado de alguna forma. Ninguna de las obras de justicia que hayas realizado en el pasado o estés realizando en el presente, te pueden otorgar la identidad de Hijo(a) del Rey.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).

Todo fue preparado de antemano por el Amor que Dios te tiene para que, mientras camines en esta tierra, vivas una vida plena, libre y abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Para que vivas una Vida de completa Libertad

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).

Y aunque en este mundo tendrás aflicciones, ten por seguro que de todas ellas saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Así que, sea cual sea la situación, enfermedad, problema o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, puedes dejar de preocuparte; no temas, cree solamente; ¡Dios no puede mentir! ¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en la Palabra de Dios! Puedes acudir a Él con toda confianza. Ten la certeza que Dios no te ha dejado, ni te dejará. ¡Él es tu propio Padre!

Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.41-42).

¡Oh, que Padre más hermoso, fiel, amoroso y poderoso tienes tú!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ¡así es, Tú eres el mejor padre del universo! Te amo con todo mi corazón, con todo mi entendimiento y con todas mis fuerzas. Hoy puedo vivir tranquilo(a) pues dichoso(a) es la mujer, o el hombre, que en Ti confía. ¡Yo confío en Ti! Abba, Padre, Tú eres mi Papá. Señor Jesús, cómo agradecerte lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos. Porque Tú vives, yo vivo. Estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado Vida, la Vida Eterna, una Vida plena y abundante para que ahora, por Tu gran Amor con que me has amado, yo sea como Tú: un(a) Hijo(a) de Dios. Gracias, Espíritu Santo por ser el sello de esta maravillosa promesa. Me dispongo con Tu ayuda, a levantarme con Tu Poder de toda enfermedad, pobreza, fracaso, derrota o desánimo que Satanás quiera hacer valer en mi vida. Ya no puede hacerlo más y no se lo permito. ¡Tengo identidad! ¡Por fin sé quién soy! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús, mi Señor y Salvador! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 30                               Gal 4.21-31   /  Lam 3-4   Sal 146