viernes, 28 de febrero de 2014

¡Cómo ser paciente en medio de tus circunstancias!

 
9 de Febrero

¡Alegre, constante y persistentemente!

Por Riqui Ricón*

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová (Sal 40.1-3).

Muchas veces he malinterpretado lo que la Biblia se refiere como paciencia. Pensaba que era soportar con humilde resignación cualquier adversidad hasta que, de pronto, sin saber cuándo ni cómo, por la misericordia de Dios, llegase la liberación esperada.

¡Desde luego que todo es por el Amor y la misericordia de Dios! Sin embargo, las palabras paciencia y pacientemente tienen un significado muy diferente en el lenguaje bíblico. Significan resistir alegremente (lleno de esperanza); significan constancia y persistencia. De esta forma, el primer verso del Salmo 40 dice: Con constancia, alegría y persistencia he esperado al Señor, por lo que Él se inclinó hacia mí y me escuchó.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).

Estas constancia, alegría y persistencia sólo pueden provenir de un lugar: de tener la certeza, al estar 100 por ciento convencido(a) en tu mente y corazón, que Dios, tu Padre, te va a responder; al tener la certeza y estar 100 por ciento convencido(a) que la Biblia es la Palabra de Dios y, por lo tanto, todo lo que está escrito en ella acerca de ti, Él lo va a cumplir.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Teniendo tal certeza y convicción, cómo no esperarías constante, alegre y persistentemente, pues sabes que sabes, que Dios no faltará a Su Palabra.

¡Dios tiene Palabra de Honor!

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19)

Así la fe ES por creer la Palabra de Dios.

Por eso, ante la circunstancia más adversa, pareciera que tú sabes algo que los demás no saben, que tienes algo que los demás no tienen, pues tu actitud no es la de una víctima sufriente sino que tu actitud es la de de un(a) constante y persistente vencedor(a).

Más bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó (Ro 8.37 PDT).

Tú sabes y tienes algo que los demás no. Tú tienes la Palabra de Honor de Dios que te garantiza que todo va estar bien.

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Ro 8.28).

¡Todas las cosas! Especialmente aquellas “malas” cosas. Nota que escribí “malas” entre comillas dado que si Dios hará que en tu Vida TODAS las cosas te ayuden a bien, entonces esas “malas” cosas dejaran de ser malas y, por la Palabra de Dios que te ayudarán a bien.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jua 16.33).

Las aflicciones comienzan cuando el diablo utiliza los problemas y circunstancias adversas para tratar de convencerte que nada va a cambiar y que es más sencillo, y normal, resignarse ante las grandes dificultades. Intentará influenciar tus emociones y sentimientos con sus mentiras para que creas que es mejor aceptar la realidad. Tratará de convencerte que quizá en esta ocasión la voluntad de Dios no sea sanarte, ni liberarte, sino enseñarte algún tipo de lección mediante la prueba de aflicción.

¡Mentiras!

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis (Jer 29.11).

Cuando Satanás logra sembrar la duda y el temor en el corazón de los creyentes, en ocasiones éstos comienzan a justificar lo que no entienden, al grado de atribuirle a nuestro buen Padre, acciones malas como castigar o probar a Sus Hijos con enfermedades y tragedias. Piensan, con justa razón, que si Dios no responde a Su Palabra entonces el Evangelio será menospreciado y ellos serán avergonzados y que por lo tanto, Él tendrá algún motivo para esta vez no responder.

La buena noticia es que,

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

Ante cualquier duda o temor, recuerda siempre que Dios es bueno y te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Recuerda que Dios te ama tanto que, a pesar de lo que hiciste con tu vida, te ha hecho Su Hijo(a).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Recuerda siempre que Dios no es hombre que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, todo lo que Él dijo lo va hacer, todo lo que Él habló lo va a ejecutar.

Dios no es un ser humano para que mienta o cambie de opinión. ¿Acaso él no hace lo que dice, o no cumple lo que promete? (Num 23.19 PDT).

Lo mejor de todo esto es que no se trata de tu palabra, sino la de Él. Por lo tanto, no eres tú quien la tiene que cumplir, sino Él, y Él es, Dios, el Todopoderoso, nada más y nada menos.

Vale aquí recordar la respuesta que Jesús dio a los saduceos que no creían en la resurrección de los muertos: erráis, ignorando las Escrituras y el Poder de Dios (Mat 22.29).

Sea cual sea el problema, enfermedad o aflicción que el día de hoy estés enfrentando, ten por seguro que puedes confiar en la Palabra de tu Dios y Padre.

Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.41-42).

La Biblia, la Palabra de Dios, que no puede mentir, se define a sí misma como la perfecta Ley, la Ley de la libertad.

Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia [con constancia, con alegría, con persistencia], alcanzó la promesa (He 6.13-15).

Cuando tú sabes en quién has creído; cuando sabes que Dios no miente y que lo que te ha dicho es la verdad y lo va a cumplir, entonces, puedes afrontar cualquier circunstancia con alegría, siendo constante y persistentemente al esperar en Él, pues estás firmemente sustentado(a) en la infalible e inmutable Palabra de Dios, que es Su Palabra de Honor.

Así que, te conviene buscar todas las promesas que hay en la Biblia tocantes a tu necesidad y comenzar a declararlas como ciertas, pues fueron dichas por Dios para ti.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, por el gran Amor con que me has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno porque Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste por amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y en verdad puedo ser constante, alegre y persistente al esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará. Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto, resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad. Creo y recibo lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre! Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. Declaro que todo lo que tenga que esperar de Ti, mi Dios y Padre, lo haré pacientemente, con constancia, alegría y persistencia, pues estoy totalmente seguro(a), en Tu Palabra, que lo he de recibir. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 9                             Heb 6.13-20 /  Ex 1-2 /  Sal 40

 





jueves, 27 de febrero de 2014

¡Cómo alcanzar la Realización!

 
8 de Febrero

¡Realización es Identidad!

Por Riqui Ricón*

Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón (Gen 50. 15-21).

Hemos declarado, en el Nombre de Jesús, que este año es año será el mejor año de tu vida. Ahora bien, la verdadera Realización en Dios no es tener o poseer cosas ni riquezas si no que el mandato de Nuestro Señor Jesucristo, a la letra, dice así:

Porque los gentiles (los que no creen) buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat 6.32-33).

Como dicen por ahí, primero lo primero, así que, busca primeramente el reino de Dios. ¿Será que el reino de Dios está lleno de tristeza, pobreza, amargura, temor, desesperación, enfermedad, depresión, etc., y tú, como Hijo(a) del Reino, tienes que sobrellevar todo esto en humildad, ofreciéndolo como un sacrificio santo y agradable a Dios? No lo creo.

Realización es igual a identidad. Significa creer y saber perfecta y cabalmente quien eres tú: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y esto no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Significa creer y saber que tu Padre te ama, y que te ama de tal manera que prefirió entregar a Su propio Hijo, Su unigénito, para pagar el costo de TODOS tus pecados (muerte, enfermedad, pobreza, temor angustia, etc.), antes que perderte a ti.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Significa CREER y RECIBIR ese Amor para COMENZAR A SER ese(a) Hijo(a) que Él DICE EN SU PALABRA que tú ya eres. Significa que, con esta identidad, ahora puedes realmente ESTABLECER el reino de Dios sobre esta Tierra, un reino de JUSTICIA y de Amor, pues, al fin y al cabo, ahora tú eres Su Hijo(a), ¿quién más lo puede hacer?

Mira la historia de José con la que comenzamos la meditación de hoy. Dios cumplió Su Palabra y llegó el tiempo en que José dejó de añorar sus sueños y, ahora, se encontraba viviendo el cumplimiento de todas las cosas. Sabía perfectamente quién era Dios y quién era él. No tenía más temor sino que estaba lleno de fe. Sus hermanos, por el contrario, carecían de identidad y, a pesar de haber disfrutado del amor y la protección de José durante varios años, dudaban y temían, esperando un severo castigo. ¿Merecían castigo? ¡Claro que lo merecían! ¿José necesitaba la satisfacción de la venganza? ¡Claro que no! Él sabía perfectamente quién era y dónde y para qué estaba ahí.

Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra;  así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti (Isa 54.9-10).

Así es la naturaleza de tu Padre. Puesto que en Cristo Jesús fue satisfecha la justicia de Dios, Él no anda buscando venganza, ni tampoco hacer justicia. Dios te ama tal como eres, pues Él te ha creado de Nuevo tal como soñó que tú serías. ¡Eres Nueva Creación!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

¿Recuerdas al hermano del hijo prodigo? NO PODÍA CREER que su padre estuviera alegre e hiciera fiesta por su hermano perdido. Él necesitaba ver justicia y no misericordia. ¿Por qué? Envidia o celos dirán algunos, pero, más bien, fue a causa de su falta de identidad. No saberse NI CREERSE, hijo de su padre, fue lo que lo orilló a actuar así. Su padre termino por salir y rogarle que entrara y disfrutara DE LO QUE ERA SUYO, DE LO QUE YA LE PERTENECIA, diciéndole:

Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.31).

El evangelio de Jesucristo (las nuevas noticias), no se sustenta en una relación entre el todopoderoso Dios y Sus criaturas, por más espirituales que éstas sean, sino en la relación de Amor que Él, el Todopoderoso Dios, tiene ahora como Padre hacia Sus Hijos, o sea, tú y yo.

Escucho constantemente decir cosas como: - sí, es cierto, Dios lo dice en Su Palabra, PERO en esta vida tenemos que pagar las consecuencias; - ese es el camino angosto y la puerta estrecha; - Dios sana al que quiere y al que no, pues no, así es Él; - tenemos que aceptar Su Voluntad con humildad y con la esperanza de la vida eterna; - Sus promesas se cumplirán allá, cuando estemos con Él, si es que demostramos ser dignos de llegar a Su Presencia.

La cuestión es que,

TODO AQUEL que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Stgo 1.25).

Y la perfecta ley de justicia y libertad, la Biblia, te enseña que Jesucristo ya pagó el precio; que Su sacrificio fue completo, perfecto y acabado; que cuando le recibiste como Señor y Salvador de tu vida, NACISTE DE NUEVO, fuiste hecho(a) espíritu nuevo,

creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).

Te enseña que la Vida Eterna, vida plena y abundante, comenzó en ese instante y no tienes un “allá” y un “acá” sino un aquí y ahora para buscar y establecer el reino de Dios, tu Padre. NO POR LO QUE PUEDAS TENER, ADQUIRIR DE ÉL O POR ÉL, sino porque ERES SU HIJO(A) y eso te basta, pues, lógicamente, incluye todo lo demás que te será añadido.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).

Así que, como Hijo(a) Suyo(a) tienes toda la facultad para dejar de ver tus problemas y aflicciones y mirar a Tu Padre y a Su Palabra, pues, sin lugar a duda, saldrás más que vencedor(a) de toda circunstancia.

¡Tienes identidad! ¡Conoces la Verdad y sabes quién eres tú!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo delante de Ti agradecido(a) porque en verdad, yo no era digno(a), pero Tu Hijo, Jesús, al pagar todos mis pecados en esa cruz, me hizo digno(a); yo no era justo(a), pero Él me hizo justo(a); yo no era santo(a), pero Él me hizo santo(a); yo era un(a) pecador(a) y Él me hizo salvo(a) y no sólo me salvó sino que me predestinó para que fuese hecho(a) conforme a la imagen de Tu Hijo, Jesús, para que Él fuese el primogénito, el primero, entre muchos hermanos. ¡Gracias, Señor Jesús! Por tu Sangre he sido adoptado(a) como Hijo(a) de Dios, Tú Padre (y el mío también). Por esto, ahora sé, que sé, que en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi Identidad y con toda certeza y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz y resucitar venciendo a la muerte. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 8                             Heb 4.14-6.12 /  Gen 49-50 /  Sal 39

 





miércoles, 26 de febrero de 2014

¡Cómo recibir un milagro HOY!


7 de Febrero

¡Lo recibo por la fe en Tu Palabra!

Por Riqui Ricón*

Porque en ti, oh Jehová, he esperado; Tú responderás, Jehová Dios mío (Sal 38.15).

Quiero invitarte hoy a que cierres tus ojos y te hagas la siguiente pregunta: ¿Creo que Dios es digno de confianza? Contestar esta pregunta con toda honestidad, te ayudará a ubicar tu posición respecto a tu Padre celestial.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Ser un creyente significa tener fe y esto, a su vez, significa tener la plena certeza de que Dios es digno de confianza. Es estar convencido de que Dios tiene Palabra de Honor. Toda, absolutamente toda, tu relación con Él se basa en la confianza y esto es lo que la fe es: creerle a Dios, creyendo a Su Palabra.

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.19-20).

¡Dios no puede mentir! Toda Palabra que sale de la boca de Dios tiene en sí misma todo el poder para hacerse cumplir.

Es por esto que, en este día, puedes estar plenamente seguro(a) y acercarte confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4.16). Si Dios lo dijo, entonces ¡Él te va a responder!

Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron (He 4.2).

La lectura del día de hoy nos enseña, en la carta a los Hebreos, que las personas no logran recibir las promesas de Dios por causa de su incredulidad a la Palabra de Dios. Esto no quiere decir que Él se enoja por esto y decide no cumplir Su Palabra a quiénes así proceden. ¡No! ¡De ninguna manera! ¡Dios no puede retirar Su Palabra!

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,  así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isa 55.10-11).

Lo que sucede es que todas Sus promesas sólo se reciben por fe, creyéndole a Él. Por eso la única forma de agradarle es con tu fe. Dios te ama y te quiere bendecir, y te ha dado la fe como el vehículo o la herramienta para RECIBIR.

para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados (Hch 26.18).

Ahora bien, si tú has confesado a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu Vida, entonces, has Nacido de Nuevo y ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios. Por lo tanto, eres un(a) creyente y tienes fe para recibir.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios…  Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1a, 4-5).

Así que, tienes la victoria sobre este mundo por medio de la fe en Cristo Jesús.

Recuerda siempre que Él te ama tanto que prefirió ir a la cruz antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Ahora tu relación con Él ya no es la de una creatura con su creador sino la de un(a) Hijo(a) con su Padre. Pues, eso dice la Biblia que ahora eres tú: un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios tu Padre.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Si puedes creer, al que cree todo le es posible.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, una vez más, quiero darte las gracias por Tu gran Amor con que me amas. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí, hoy puedo estar seguro(a), sin importar cuáles sean las circunstancias que enfrento, que ¡Tú, mi Padre, me responderás! Yo he creído y conocido Tu Amor. Sé que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad y he decidido confiar plenamente en Ti. Por lo tanto, echo fuera de mi vida toda duda, temor y ansiedad. Declaro que soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy nueva creación! Las cosas viejas pasaron, he aquí que todas son hechas nuevas en mi vida. En el nombre de Jesús, yo le llamo a la sanidad y a la salud de mi cuerpo; llamo a la estabilidad emocional en mi vida, pues ahora sé quién yo soy: le llamo a mi libertad financiera. Creo y declaro que soy la persona que Tú, mi Dios y Padre, dices en Tu Palabra que yo soy. Soy libre y dichoso(a), pues el Todopoderoso está conmigo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Tú, mi Dios y Padre, me responderás! ¡Lo recibo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 7                             Heb 3.1-4.13 /  Gen 48 /  Sal 38