miércoles, 30 de septiembre de 2015

¡Cómo conocer la Voluntad de Dios para tu Vida!


29 de Septiembre

¡Buena, agradable y perfecta!

Por Riqui Ricón*

Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma (Sal 94.18-19).

Lo más maravilloso de ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es que puedes confiar totalmente en tu Padre celestial. ¡Es Su Misericordia la que te sustenta! ¡Son Sus consolaciones las que alegran tu alma!

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre (y la mujer) que en ti confía (Sal 84.12).

La Palabra de Dios es el Honor de Dios y, por lo tanto, tienes absoluta certeza para vivir la Vida Victoriosa que se te ofrece a través de ella.

Pudiera ser que, a tu entender, estás a punto de resbalar y caer delante de algún problema o circunstancia adversa pero, la Verdad, es que Dios te sostiene con Su Amor y misericordia, y (si puedes creerlo), Él ha ordenado que se te dé un manto de alegría en lugar del espíritu angustiado, ofreciéndole paz y alegría a tu alma (tus pensamientos y emociones), en lugar del temor y la aflicción.

Mas Jehová me ha sido por refugio, Y mi Dios por roca de mi confianza (Sal 94.22).

Así que, para iniciar bien este día, debes establecer claramente en tu vida y corazón que de acuerdo a la Palabra de Dios, tú eres la persona más importante para Dios.

¡Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Por lo tanto, Dios no te ha dejado, ni te dejará jamás; y además ha decretado Palabras Eternas de Amor y Bendición sobre tu Vida.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

¿Te das cuenta? ¡Ni la pobreza, ni la enfermedad, ni ninguna otra cosa que te robe el gozo y la paz serán, jamás, la voluntad de Dios, tu Padre!

Dado que la buena voluntad de Dios para contigo es agradable y perfecta, puedes entonces dejar de temer y comenzar a creer.

No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de Dios (Ro 12.2 CST).

¡Cambia tu forma de pensar y cambiarás tu forma de hablar!

Para lograr esto necesitas tomar la firme determinación de hacer de la Biblia la norma máxima de tu vida y te aseguro que tú ya no le permitirás más a ningún problema, enfermedad o circunstancia volver a establecerse en tu vida en contra de la voluntad de Dios.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).

Confía en Dios y no permitas que la apariencia de tus circunstancias te infundan  miedo, duda o desánimo para robarte tu fe [que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).

Tú puedes, como tu Padre, llamar las cosas que no son como si fueran, así que, sométete a la Palabra de Dios y resiste el temor, la pobreza y la enfermedad llamando a la fe [que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra], llamando a la prosperidad y a la salud que Cristo Jesús ya compró para ti a precio de Su Sangre.

¡Es tu derecho!

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.8-9).

¡Cambia tu forma de pensar y cambiarás tu forma de hablar!

Haz de la Biblia la norma máxima de tu vida poniéndola en tu mente, boca y corazón, porque entonces, no antes, ni después, ni de ninguna otra forma, sino entonces harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre (y la mujer) que en ti confía (Sal 84.12).

Dios no miente. Él lo ha dicho y lo va hacer. Él lo ha hablado y lo va a ejecutar.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).

Tú eres ese (esa) Hijo(a) de Dios que confía en su Padre y sabes, que sabes, que tu vida está ya resuelta. La resolvió Jesús al morir en esa cruz pagando todos tus pecados y al resucitar venciendo a la muerte para darte, a ti, la Vida Eterna; que es la Vida que sólo un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tiene DERECHO a disfrutar.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Una Vida plena y abundante.

Jesús lo dijo: ¡Consumado es!

Así que, si tienes fe (y yo sé que la tienes), puedes coincidir conmigo en esto, muy a pesar de tus circunstancias, ten por cierto que hoy, ¡tú puedes ser feliz!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, este día puedo estar confiado delante de Tu Presencia sabiéndome amado(a) por Ti. Soy dichoso(a), mil veces feliz, pues Tú estás aquí conmigo y si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Tu Palabra me sustenta y alegra mi alma. Sé que me quieres próspero(a), saludable y en plenitud. Mis pensamientos y corazón están contigo, Señor. Aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Caerán a mil lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará porque en Ti yo he creído. Resisto al espíritu de temor y duda, y me determino a hacer de este día el mejor día de mi vida recibiendo Tu Amor y Tu Verdad. ¡Tu Palabra es la Verdad! Todo lo puedo y en Ti, Jesús, en todas las cosas soy más que vencedor(a). Así es, en Ti, Jesús, tengo mi vida resuelta. Por lo tanto, resisto al espíritu de desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 29                     3 Jn   /  Es 7-8   Sal 94



 
 

martes, 22 de septiembre de 2015

¿Qué le falta a la Salvación? ¿Cuál es tu parte en la Redención?


19 de Septiembre

¡Creerle a Dios, creyendo Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu (Jn 19.30 NVI).

¡Oh, qué Amor tan asombroso es el que Dios siente por ti! ¡Qué Plan más maravilloso es el Plan de la Redención de tu Vida por medio de Su Propia Vida! ¡Consumado es! ¡Todo se ha cumplido! Estas fueron las últimas palabras que Jesús pronunció sobre esta tierra y se referían a la culminación de ese Plan de Amor que representa el sacrificio del unigénito Hijo de Dios.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él  (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas  (2 Co 5.17).

Lo asombroso del Amor que Dios siente por ti es que va mucho más allá del simple afecto que el Creador pueda tener por su creatura, pues para resolver el problema del pecado y de la corrupción del corazón del hombre, Él te hizo Nacer de Nuevo por medio de la muerte y resurrección de Su propio Hijo, Jesús.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Pero, sólo que ahora tú también eres Su propio(a) Hijo(a).

porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,  por su buena voluntad (Fil 2.13).

Lo impresionantemente hermoso del Amor de Dios es que tú NO hiciste nada por tu salvación y ahora, como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, Él siempre te ayuda a que, con Su Gracia, cumplas Su buena Voluntad en tu Vida, la cual es agradable y perfecta.

Al mismo tiempo, la mano de Dios estaba sobre la gente en la tierra de Judá, y les dio un solo corazón para obedecer las órdenes del rey y de sus funcionarios, quienes seguían la palabra del SEÑOR (2 Cro 30.12 NTV).

¡Es Dios quien ahora te da un corazón para obedecer!

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra  (Eze 36.26-27).

Con el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, ahora tienes un Nuevo Corazón en el cual Dios mismo escribió Su Palabra, la Biblia.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado  (Jer 31.31-34).

A esto se refería Jesús cuando declaro, ¡Consumado es! ¡Todo se ha cumplido!

Efectivamente, el problema de la muerte eterna que el pecado producía fue totalmente resuelto con la muerte y resurrección de Jesucristo y ahora tú has recibido la herencia que sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede disfrutar: ¡La Vida Eterna!

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro  (Ro 6.23).

Es por todo esto que ahora puedes confiar total y absolutamente en tu Padre celestial para depender de Su Amor y Su Gracia para vivir la Vida Plena y Abundante que Jesús adquirió para ti.

Enséñame,  oh Jehová,  tu camino;  caminaré yo en tu verdad;  Afirma mi corazón para que tema tu nombre (Sal 86.11).

Instrúyeme, SEÑOR, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre (NVI).

Y es precisamente el creerle a Dios, creyendo Su Palabra, lo que te habilita y capacita para vivir esa Vida asombrosa que Dios tiene planeada para ti.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia  (Jn 10.10).

¡Una Vida abundante!

Una Vida abundante es una Vida llena de gozo y de alegría; y éstas sólo son reales y permanentes cuando son el resultado de tener la certeza y la convicción de que TODO en tu Vida está bien y estará mejor cada día.

Jehová de los ejércitos,  Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido (Jn 15.11).

Ah, qué alegría para los que confían en el SEÑOR, que no confían en los orgullosos ni en aquellos que rinden culto a ídolos (Sal 40.4 NTV).

Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación (Sal 13.5 NVI).

Dado que no puede haber mayor certeza que la Verdad, y la Verdad es la Palabra de Dios, entonces el gozo genuino y la alegría que perdura sólo pueden provenir de creerle a Dios, creyendo Su Palabra.

Entonces los israelitas que estaban presentes en Jerusalén celebraron con gran alegría el Festival de los Panes sin Levadura durante siete días. Cada día los levitas y los sacerdotes cantaban al SEÑOR, al son de instrumentos resonantes  -*O cantaban al SEÑOR con todas sus fuerzas- (2 Cro 30.21 NTV).

Este episodio de la Biblia hace referencia a un momento muy crítico en la historia del pueblo de Israel. A causa de su incredulidad y desobediencia a la Palabra de Dios, ellos se encontraban derrotados, esparcidos y humillados por sus enemigos. Cuando un buen rey, el rey Ezequías, los animo a regresar al Señor y celebrar la Pascua, entonces un milagro asombroso sucedió: Aparentemente la realidad en la que vivían NO había cambiado en nada, sin embargo, el gozo y la alegría fluyeron genuinamente por la FE, al haber creído la Palabra de Dios. Y con gran alegría cantaban al SEÑOR, con todas sus fuerzas.

¡El gozo y la alegría son un regalo de la Gracia de Dios en respuesta a tu fe, en respuesta al haber creído a Dios, creyendo Su Palabra!

Has cambiado mi lamento en baile;  Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre (Sal 30.11-12).

a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isa 61.3).

Cualquiera que sea el problema, enfermedad o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, convéncete a ti mismo(a) de poner TODA tu confianza en el Señor y en Su Palabra, pues sólo así experimentarás el gozo, la alegría y la paz de salir siempre más que vencedor por medio de Aquel que te ha amado: Cristo Jesús.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Rom 8.37-39).

Así que, créelo de una vez: ¡Consumado es!

¿Qué le falta a la Salvación? ¿Cuál es tu parte en la Redención? ¡Creerle a Dios, creyendo Su Palabra!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ahora entiendo que el Sacrificio de Cristo Jesús fue completo, perfecto y acabado, por eso, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida; y no cualquier tipo de vida, sino la Vida Eterna que solamente un(a) Hijo(a) Tuyo(a) puede tener. Amado Jesús, gracias por haberme trasladado de las tinieblas a Tu Luz admirable. Gracias por haber deshecho mi vieja naturaleza vendida al pecado y haberme dotado de una Vida totalmente Nueva: ¡La Vida Eterna! ¡La Vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Señor, este día pongo toda mi confianza en Tu Palabra. ¡Yo estoy en Cristo! Por lo tanto, soy Nueva creatura, las cosas viejas pasaron he aquí que TODAS son hechas nuevas. Hoy recibo el gozo y la alegría que reciben todos aquellos que en Ti confían. Tú me guardarás en completa Paz, pues mis pensamientos en Ti perseveran porque he decidido poner Tu Palabra en mi mente, boca y corazón. Por lo tanto, aunque en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 18                                  Jn 18.38b-19.16  /  2 Cr 29   Sal 85




viernes, 18 de septiembre de 2015

¡Cómo resolver el asunto del pecado de una vez por todas!


18 de Septiembre

¡Con Una Naturaleza Totalmente Nueva!

Por Riqui Ricón*

Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros (Sal 85.4).

Es muy interesante notar que la palabra hebrea shub, que se traduce aquí como restáuranos, es una raíz primaria que literalmente significa volverse, otra vez (como alguien que ya lo ha intentado anteriormente).

Vuélvenos, oh Dios, salud nuestra, y haz cesar tu ira de [sobre] nosotros (RV2000).

Ahora, restáuranos otra vez, oh Dios de nuestra salvación; aparta tu enojo de nosotros una vez más (NTV).

Dios y Salvador nuestro, sálvanos una vez más ahora, y acéptanos de nuevo (PDT).

El hecho de que esta súplica no representa un compromiso personal del ser humano para volverse atrás o arrepentirse, sino que esté dirigida a Dios para que sea Él quien actúe otra vez y así deje de estar enojado con nosotros, es altamente significativo y representativo de lo que realmente es el plan de redención y la Gracia de Dios para con la humanidad perdida.

El Amor que Dios siente por ti es tan grande que está dispuesto no solamente a perdonar tus pecados sino también a restaurar tu Vida.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí. No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo.* Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte (Sal 51.10-12 NTV).

Mil años antes de Cristo el rey David reconoció, delante de Dios, haber cometió sendos pecados de adulterio y asesinato. Arrepentido, elevó a Dios la oración contenida en el Salmo 51 y puedes ver de nuevo que la súplica no va dirigida tanto al perdón de pecados como a la imperiosa necesidad de la intervención divina para hacer un cambio radical en la naturaleza del ser humano: ¡Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y haz de mí un espíritu totalmente Nuevo, capaz de creerte, creyendo tu Palabra. Quiero vivir por siempre en Tu Presencia. Nunca me quites Tu Espíritu Santo!

Esto es así porque tanto Dios como tú saben perfectamente que si te presentas a juicio delante de Él, no saldrás bien librado.

Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 143.2).

David, por inspiración del Espíritu Santo, llegó a comprender que no bastaba con el sistema de sacrificios impuesto para la expiación de las culpas. Entendió que no era suficiente el simple perdón de pecados pues la naturaleza humana estaba corrompida por el pecado [que es la incredulidad a la Palabra de Dios].

«Dios es poderoso y temible; él impone la paz en los cielos. ¿Quién puede contar su ejército celestial? ¿No brilla su luz en toda la tierra? ¿Cómo puede un mortal ser inocente ante Dios? ¿Puede alguien nacido de mujer ser puro? Dios es más glorioso que la luna; brilla con más intensidad que las estrellas. Comparadas a él, las personas son gusanos; nosotros los mortales somos simples lombrices» (Job 25.2-6 NTV).

¡El ser humano no puede ni podrá jamás resolver el problema del pecado [la incredulidad a la Palabra de Dios], y la total falta de comunicación [comunión] con  Dios que éste [la incredulidad a la Palabra de Dios] produjo!

sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra] de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra] de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado (Gal 2.16-17).

Así que, la intervención divina en la naturaleza humana no sólo es necesaria sino indispensable.

Señor, has derramado admirables bendiciones sobre esta tierra. Has restaurado la fortuna y has perdonado los pecados de tu pueblo; has sepultado sus culpas, de modo que tu ira, tu ardiente enojo, ya se ha extinguido. Ahora, haz que volvamos a amarte, oh Señor, para que tu ira no tenga jamás que volver a alzarse contra nosotros… ¡Ay, revívenos! Entonces podrá tu pueblo volver a regocijarse en ti. Derrama sobre nosotros tu amor y bondad, Señor, y otórganos tu salvación (Sal 85.1-4, 6-7 BAD).

Como puedes ver, está es una enseñanza consistente en toda la Biblia: ¡El ser humano no se puede salvar a sí mismo! Y, además, no es suficiente el perdón, ni la purificación de tus pecados. ¡Necesitas una Nueva Naturaleza que sea incorruptible! Y eso, mi amado(a), sólo Dios lo puede hacer.

Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla.* Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.* Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos. Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo sólo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora! Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado! Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a él mismo por medio de Cristo (2 Co 5.14-18a NTV).

Pero, ¿cómo se resuelve el asunto del pecado [incredulidad a la Palabra de Dios] de una vez por todas? A través del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados (Mat 26.27-28).

¿A qué se refería Jesucristo cuando dijo esto? Por supuesto que a la Palabra de Dios, pues Él sólo decía lo que escuchaba al Padre decir y sólo hacía lo que veía al Padre hacer.

He aquí que vienen días,  dice Jehová,  en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;  porque ellos invalidaron mi pacto,  aunque fui yo un marido para ellos,  dice Jehová. Pero este es el [nuevo] pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días,  dice Jehová:  Daré mi ley en su mente,  y la escribiré en su corazón;  y yo seré a ellos por Dios,  y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo,  ni ninguno a su hermano,  diciendo:  Conoce a Jehová;  porque todos me conocerán,  desde el más pequeño de ellos hasta el más grande,  dice Jehová;  porque perdonaré la maldad de ellos,  y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).

Así que, por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús Dios pudo hacer de ti esa persona totalmente Nueva.

¡El Pacto en la Sangre de Jesús hace de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

siendo renacidos,  no de simiente corruptible,  sino de incorruptible,  por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Ya no eres más ese(a) hombre (mujer) pecador(a). Ahora eres exactamente la persona que la Biblia, la Palabra de Dios, dice que tú eres:

¡Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Fil 4.13)!

¡En todas las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado, Cristo Jesús (Ro 8.37)!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Con Su muerte, Jesucristo pagó todos tus pecados; con Su resurrección te abrió el camino a la Vida Eterna que sólo pueden experimentar los Hijos de Dios!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).

Con este sacrificio de Amor, con este Plan de Redención o Nuevo Pacto, tu vieja naturaleza humana y el asunto del pecado han quedado totalmente resueltos.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).

Ahora, como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, eres libre de la ley del pecado y de la muerte para vivir esa Vida Plena y Victoriosa que Dios, tu Padre, siempre ha deseado para ti.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;  yo he venido para que tengan vida,  y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Así que, oremos en voz audible:

Amado padre celestial, hoy quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo Jesús. Gracias por haberme trasladado de las tinieblas a Tu Luz admirable. Gracias por haber deshecho mi vieja naturaleza vendida al pecado y haberme dotado de una Vida totalmente Nueva: ¡La Vida Eterna! ¡La Vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Señor, este día pongo toda mi confianza en Tu Palabra. ¡Yo estoy en Cristo! Por lo tanto, soy Nueva creatura, las cosas viejas pasaron he aquí que TODAS son hechas nuevas. Así que, en Tu nombre, Jesús, una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás,  y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta,  al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús, y aunque en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 18                     Jn 18.38b-19.16  /  2 Cr 29   Sal 85