domingo, 31 de mayo de 2020

¡Vida Nueva!












31  de MAYO







¡Vida Nueva!


Por Riqui Ricón*
Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche…  Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.10-11, 22-23).
Realmente es triste como termino sus días sobre la tierra el rey Saúl: sin creer, ni obedecer la Palabra del Señor. Por no creerle a Dios, vivió en rebeldía, fue desechado y no pudo cumplir el propósito de su vida.
¿Cómo puedes tú evitar caer en semejante error? Pues, sencillamente, creyéndole a Dios; creyendo que la Biblia es, efectivamente, lo que dices que es: la Palabra de Dios y no miente; te ha sido dada por Dios para tu bien y beneficio. Sólo por medio de la Palabra de Dios podrás alcanzar la vida plena que el Padre te desea y entonces cumplirás tu propósito en este mundo.
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.7-9).
La fe viene por oír la Palabra de Dios, por ponerla en tu boca, mente y corazón, sabiendo a ciencia cierta que TODO lo que Él ha dicho lo va a cumplir, que TODO lo que Él ha hablado lo va a ejecutar. Así que, si Dios dice que esforzándote con valentía por poner Su Palabra en tu boca, meditando en ella de día y de noche, vas a poder guardar y hacer conforme a todo lo que en ella está escrito; ¡eso es, exactamente, lo que va a suceder! Y, entonces, solamente entonces, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
Si tú tienes la certeza que la Biblia, la Palabra de Dios, es la verdad infalible, puedes comprender porque jamás estarás en la misma situación que Saúl, pues, en Cristo Jesús, tu Padre celestial ya te proveyó la victoria sobre el pecado.
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.1-4).
Las palabras a fin de que, ponen por implícito que el propósito de la muerte y resurrección de Jesucristo es darte una vida totalmente nueva por medio de la regeneración o nuevo nacimiento. No es un borrón y cuenta nueva con el riesgo de que vuelvas hacer los mismos pecados sino que ahora eres, en Cristo Jesús, una nueva creación, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo; esto quiere decir, que ahora tú eres una nueva especie de ser que no existía antes. Ni ser humano, ni pecador, ni creatura, ni imperfecto, ni pecador salvo por gracia, sino un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, renacida(o), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.3-7).
Entonces, de acuerdo a la Palabra de Dios, tú ya no eres la(el) misma(o) pecador(a) que antes eras, sino que has sido creada(o) de nuevo según Dios en justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24). ¿Por qué entonces sigues luchando con tu vieja naturaleza? Porque, aunque tú eres espíritu justo y santo creado de nuevo por Dios, Satanás trata, con todos los medios posibles, de convencerte y engañar a tu alma que eres la(el) misma(o) pecador(a). De esta forma, podrá mantenerte condenada(o), luchando en tus fuerzas, tratando de ser justa(o) y santa(o). En cambio, el Plan de Amor de Dios, tu Padre, es espectacularmente poderoso y sencillo: que llegues a saber y a creer que, por Cristo Jesús, ya eres santa(o), justa(o) y perfecta(o) y lo único que tienes que hacer es manifestarlo en tu vida, ¡viviéndolo!
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.16-17).
Si has reconocido a Jesucristo como tu Señor y Salvador, entonces, tú, mi estimada(o) amiga(o), eres ese(a) justo(a) que vive por fe. Ese(a) justo(a) que vive creyendo que la Biblia es la Palabra de Dios y, por lo tanto, es la verdad y se cumplirá todo lo que en ella escrito está.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, cómo no estar agradecido por tanto Amor para conmigo; por Tu gracia me has justificado, santificado, perdonado y regenerado. ¡Soy hecha(o) de nuevo! Por la fe en Tu Palabra y en Tu Hijo Jesús, tengo la victoria sobre el pecado pues, ya no soy más la(el) misma(o) pecador(a), ahora soy Tu Hija(o). Un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, Señor. Gracias Jesús, por tu gran Amor. Amado Espíritu Santo, con tu ayuda me propongo a nunca olvidar lo que me dices en Tu Palabra. Ahora sé que, por lo que Tú hiciste por mí en la cruz, Señor Jesús, no sólo fui perdonada(o) de todos mis pecados, sino que, y sobre todo, Dios, el Todopoderoso, me ha adoptado como Hija(o) Suya(o), según el puro  afecto de Su Voluntad. Yo estoy en Cristo y las cosas viejas ya pasaron he aquí que TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias amado Padre celestial, muchas gracias. Hoy puedo levantarme y hacer frente a cualquier circunstancia adversa en mi vida, porque sé que sé, que Tú, mi Dios estás conmigo. Y qué pues diremos a esto, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? El que no escatimo ni a Su propio Hijo sino que lo entregó por amor a mí, ¿cómo no me dará, juntamente con Él, todas las cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a Ti para declarar en plena certeza de fe, que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy Tu Hija(o) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo         31                        Ro 6  /  1 Sam 15  /  Sal 60










Da click aquí Para más material (videos, audios, estudios)

sábado, 30 de mayo de 2020

¡Justificada(o) por la fe!











30  de MAYO






¡Justificada(o) por la fe!


Por Riqui Ricón*
Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos (1 S 14.6).
En primera de Samuel, capítulo catorce, la Escritura relata que ese día Dios, por medio de Jonatán, dio una gran victoria a Israel sobre sus enemigos. Eso fue posible gracias a que Jonatán puso toda su confianza sobre Dios. Semejante confianza provenía de tener la certeza de, al menos, dos cosas: primero, Dios estaba con él, y segundo, no hay nada difícil para Dios.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31)
Aunque Israel y su rey, Saúl, estaban amedrentados por el temor y superados en número, Jonatán, acompañado solamente por su escudero, acudió seguro y confiado hacer frente a sus enemigos, sabiendo con certeza que Dios estaba con él.
La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, enseña claramente que tu lucha, sea cual sea lo que estás enfrentando el día de hoy, no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efe 6.12).
Dios, en Su misericordia y poder (recuerda que no hay nada difícil para Él), decidió entregarte la victoria sobre todos tus enemigos, por medio de la fe. Lo cual quiere decir que lo único que requiere de ti es que creas, que le creas a Él, creyendo Su Palabra.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Ro 5.1-2).
Así que, lo tremendamente hermoso del Evangelio, las buenas nuevas, es que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, antes que perderte a ti; que ahora has sido justificada(o) y perdonada(o) para, así, ser llamada(o) por Dios Hija(o) Suya(o) y eso, precisamente, es lo que ahora tú eres: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Sea lo que sea que estés enfrentando el día de hoy, ten paz para con Dios. ¡Él está contigo! No te ha dejado ni te dejará. Por medio de Jesucristo ya tienes entrada (usando tu fe) a la gracia de Dios.
para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro (Ro 5.21).
Se trata, pues, de reinar sobre toda circunstancia por medio de la gracia de Dios que te ha justificado, esto es, por la Gracia de Dios, has sido hecha(o) justa(o) cuando Cristo Jesús pagó todos tus pecados al morir en esa cruz y por esa misma Gracia se te ha concedido la Vida Eterna de un(a) Hija(o) de Dios por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida (Ro 5.10).
¡Mucho más! Cómo me gusta esta expresión cuando viene de la boca de nuestro Dios y Padre. ¡Tú eres salva(o), plena(o), por la vida de Jesús! Jesús fue el primer Hijo de Dios Nacido de Nuevo y esa Vida que le impartió el Espíritu Santo ahora fluye con todo su Poder y vitalidad, dentro de ti.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
¡Esta es la Palabra de Dios! ¡Él no miente! Todo, absolutamente todo, Su Amor, Sus promesas, Su Poder, Su identidad, se recibe por medio de la fe. Fe es creerle a Él. Fe es creer que Su Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, se va a cumplir toda.
Así que, ya has sido justificada(o) por tu fe y tienes paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Entonces, si Dios dice en Su Palabra que tú todo lo puedes en Cristo; si Dios dice en Su Palabra que en todas las cosas eres más que vencedor(a); si Dios dice en Su Palabra que por las llagas de Jesús tú ya has sido sanada(o); si Dios dice en Su Palabra que Él desea que tú seas prosperada(o) en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma; entonces, ¡Recíbelo por fe!
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
¡Tú eres esa(e) Hija(o) de Dios que YA ha vencido al mundo!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradecerte por tu Gracia y por la fe que me has dado. Gracias por tanto y tan grande Amor. Yo, como Jonatán, sé que no estoy sola(o), sino que Tú, Poderoso Dios, estás conmigo. Sé que nada hay imposible para Ti, y sé cuánto me amas. Así que, Señor, Tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Tú eres la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntan contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropiezan y caen. Aunque un ejército acampe contra mí, NO temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estoy confiada(o). Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en la cruz, ahora yo habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Te digo hoy, mi Dios: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, yo en Ti confío. En esta hora, Tú me librarás del lazo del cazador, De la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, Y debajo de sus alas yo estoy segura(o); Escudo y adarga es Tu verdad. No temeré el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi lado mil, Y diez mil a mi diestra; Mas a mi no llegará. Porque Te he puesto a Ti, mi Dios, que eres mi esperanza, A Ti Altísimo, por mi habitación, No me sobrevendrá mal, Ni plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca de mi, Que me guarden en todos mis caminos. En sus manos me llevarán, Para que mi pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; Hollaré al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Ti yo he puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Señor, yo te invocaré, y Tú me responderás; Conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y le glorificarás. Me saciarás de larga vida, Y me mostrarás Tu salvación. Por lo tanto, Padre celestial, este día declaro que yo, _______________ (tu nombre aquí), ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy feliz! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, mi Señor Jesús! Cualquiera que sea mi situación el día de hoy, sé y creo que, ¡Yo soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Y ya he vencido. En el nombre de Jesús. Amén.
 *Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         30                        Ro 5  /  1 Sam 14  /  Sal 59










Da click aquí Para más material (videos, audios, estudios)

viernes, 29 de mayo de 2020

¡Fortalecida(o) en la fe!











29  de MAYO





¡Fortalecida(o) en la fe!


Por Riqui Ricón*
Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto (1 S 13.8-12).
Vemos aquí a Saúl, un hombre llamado y ungido por Dios para ser rey de Israel, quién, ante una circunstancia al parecer muy difícil y peligrosa, desconfiando de la Palabra de Dios, dio lugar al temor haciendo lo que él no debía hacer: ofrecer el holocausto. Por causa de lo difícil de su situación tuvo miedo y se olvidó de Dios para actuar, según él, sabiamente.
¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él (Pro 26.12).
Es importante que notes que fue Saúl quien tocó la trompeta y convocó al pueblo a la batalla parado firmemente en una posición de confianza y victoria en la Palabra de Dios, Quien declaró el miedo lo que desplazó a de
Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (1 S 13.13-14).
Un hombre (mujer) conforme al corazón de Dios es aquel (aquella) que, sin dudar de la Palabra de Dios, confía plenamente en Él. Aprende la lección de Saúl y no pongas tus ojos y atención a lo difícil o peligroso de tus circunstancias, pues eso te producirá temor y duda. Pon tu mente, alma y corazón en la Palabra de Dios y esto te dará fe para alcanzar la victoria sobre cualquier problema, angustia o enfermedad.
Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe (Ro 4.13).
Fe es creerle a Dios, es creerle a Su Palabra. Es, además, la única forma de alcanzar la victoria delante de Él pues sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Así se cumplió la Escritura que dice:  "Creyó Abraham a Dios,  y ello se le tomó en cuenta como justicia",* y fue llamado amigo de Dios (Sgo 2.23 NVI).
Abraham creyó lo que Dios le había dicho. Abraham creyó la Palabra de Dios. Sólo esto fue necesario para que fuera considerado justo por parte de Dios y, ¡ser llamado Su amigo!
Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (Ro 4.16).
La fe activa la gracia y desata las promesas, pues si es un don (regalo) de la gracia, necesariamente lo recibes por fe. Esto quiere decir, que todas las promesas que Dios te ha hecho en la Biblia se reciben manteniéndote firme, sin fluctuar, la profesión (declaración) de tu esperanza, porque fiel es el que prometió (He 10.23).
El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia (Ro 4.18-22).
Puedo imaginar a Abraham fortaleciéndose en la fe, fortaleciéndose en lo que ya había creído. Cada vez que una duda lo asaltaba al mirar su cuerpo o el de su esposa o alguna otra circunstancia, él clamaba en voz alta: ¡Soy padre de multitudes! ¡Tengo un hijo de Sara mi mujer! ¡Dios lo dijo y Él lo va hacer! ¡Dios lo habló y Él lo va a ejecutar! ¡Dios no miente!
De la misma forma, cualquiera que sea tu situación el día de hoy, puedes saber y creer que, ¡Tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! ¡El glorioso y poderoso Espíritu de Dios vive en ti y contigo! ¡No te debilites en la fe al considerar tus circunstancias! ¡No dudes, por incredulidad, de las promesas de Dios! ¡Fortalécete en la fe dando gloria a Dios! ¡Llama las cosas que aún no son, como si ya fueran! ¡Convéncete que Dios es poderoso y fiel para hacer todo lo que te ha prometido!
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Y esa(e), mi amada(o), no es otra persona si no tú.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte el haberme amado tanto que hayas entregado a tu propio Hijo para no perderme a mí. ¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! Hoy recibo por la fe que es en Ti todo lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz y vencer a la muerte al resucitar por mí. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy feliz! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, mi Señor Jesús! Cualquiera que sea mi situación el día de hoy, sé y creo que, ¡Yo soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! ¡El glorioso y poderoso Espíritu de Dios vive en mí y conmigo! ¡No me debilites en la fe al considerar mis circunstancias! ¡No dudo, por incredulidad, de las promesas de Dios! ¡Me fortalezco en la fe dando gloria a Dios! ¡Llamo las cosas que aún no son, como si ya fueran! ¡Estoy convencida(o) que Tú, oh Dios, eres poderoso y fiel para hacer todo lo que me has prometido! ¡Lo recibo! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo         29                        Ro 4  /  1 Sam 13  /  Sal 58










Da click aquí Para más material (videos, audios, estudios)