miércoles, 31 de octubre de 2012

¿Cómo vas a terminar este año 2012?

 
Jueves 18 de Octubre de 2012.
¡Me ira bien!
Por Riqui Ricón*
Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos (Isa 3. 10).
Leer y meditar la Palabra de Dios es la tarea diaria más importante en la vida de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios, tu Padre, y la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo (Ro 10.17 CST).
Así que, la Biblia produce, en ti, la fe que necesitas para vivir la vida que agrada a Dios. Además, la Escritura declara que, el justo vivirá por fe.
Ahora bien, Dios dice en Su Palabra que al justo le irá bien, que la bendición y la bienaventuranza en esta vida será para aquel que es justo. Entonces vale la pena hacerse la pregunta, ¿soy yo justo?
A este respecto, la Biblia, que es la Palabra de Dios, que no miente, declara enfáticamente que:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5. 21).
Lo que significa que, en Cristo Jesús, tú ya fuiste hechos justicia de Dios. Tú has sido hecho(a) justo(a) por medio de la Sangre de Jesús, quién pagó todos tus pecados al morir en esa cruz.
Así que, sin lugar a dudas, puedes declarar: ¡Soy justo y me irá bien en esta vida, pues, si Dios lo dice, entonces Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar!
El problema con esto es que, a veces, la gente dice, por costumbre religiosa: “pues yo no me siento justo, tan sólo soy un pecador salvo por gracia”. Hacer esta afirmación es un absurdo disparate y un total desconocimiento de la Palabra de Dios, ya que, por Su Gracia has sido hecho(a) salvo(a) y, por lo tanto, no puedes seguir siendo un(a) pecador(a).
Pero Dios nos ha mostrado ahora su justicia por un camino distinto de la ley, pero un camino acerca del cual la propia ley y los escritos de los profetas ya han dado testimonio: se trata de la justicia de Dios, que actúa para salvación por medio de la fe en Jesucristo, sin importar quiénes seamos nosotros ni cuál haya sido nuestra conducta en otro tiempo. Porque todos hemos pecado, "y nadie puede tener parte por sí mismo en la gloria de Dios; pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo. Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia, absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su paciencia los pecados anteriormente cometidos. Ahora, en el momento actual, revela también su justicia salvadora, por la cual, siendo Dios justo, absuelve sin embargo al transgresor, siempre que éste deposite su confianza en Jesús. ¿De qué podemos entonces jactarnos en lo que respecta a la salvación? ¡Absolutamente de nada! ¿Y por qué no? Pues porque el fundamento de nuestra salvación no consiste en cumplir cabalmente la ley de las buenas obras, sino en obedecer a la ley de la fe en Cristo. Con lo cual concluimos que Dios nos declara justos y nos salva mediante la fe en Cristo, sin que hayamos de alegar las obras realizadas de acuerdo con la ley (Ro 3. 21-28 CST).
Medita en esto, no es por lo que hagas o hayas hecho y, por lo tanto, tampoco es por cómo te sientas o te veas a ti mismo(a) el día de hoy. Es por Su Amor y Gracia, los cuales ya recibiste al haber aceptado a Jesús como el Señor de tu vida.
Así que, de acuerdo a la Palabra de Dios, que no miente, cuando Cristo Jesús pagó con Su Sangre y Vida todos tus pecados, tú fuiste justificado(a). Ahora eres legalmente justo(a). El castigo de tu paz fue sobre Él. Tú ya no debes nada, Jesús lo pagó todo por Amor, y a ti te corresponde creerlo y recibirlo viviendo esa Vida Plena y Abundante que Él adquirió para ti.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Si te preguntas por qué, la respuesta es sencilla, ¡porque te ama!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Si me preguntas cómo lo sé, la respuesta es igual de sencilla, ¡está escrito!
Amada(o), sin importar cuáles sean los problemas, enfermedades o aflicciones que estés enfrentando el día de hoy, prepárate, pues te va ir bien en esta vida. ¡Así lo dice el Señor!
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, muchas gracias. Te doy un millón de gracias por Tu gran Amor con que me has amado pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia fui hecho justo(a), por Tu Gracia soy salvo(a) y juntamente con Cristo me hiciste Nacer de Nuevo pero ahora como un(a) Hijo(a) Tuyo(a). ¡Soy Nacido(a) de Nuevo de la semilla incorruptible que es Tu Palabra que vive y permanece para siempre! Amado Jesús, por lo que hiciste por mí, no recibo ninguna condenación pues yo no vivo conforme con mi carne sino conforme a Tu Espíritu. ¡Soy justo(a)! ¡Soy justicia de Dios! Así que reclamo el derecho divino que tengo para vivir una vida dichosa y plena. Resisto a la angustia, al temor, a la enfermedad, a la pobreza, a la amargura, a la soledad y a toda depresión. En el nombre Poderoso de Cristo Jesús, yo _________ (tu nombre aquí) le llamo al gozo, a la paz, a la salud, a la prosperidad, a la libertad para vivir una vida plena y abundante. Gracias, Señor Jesús, Tú lo hiciste todo por mí. ¡Lo creo y lo recibo! ¡Es mío! ¡Es mi derecho en toda justicia! No voy a dejar que nada ni nadie me robe lo que Tú compraste para mí a tan gran precio. Por lo tanto, acepto y recibo mi victoria sobre el pecado y sus consecuencias como la enfermedad, pobreza, depresión, temor y angustia. ¡Soy libre de todos ellos! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Voy a terminar este año en victoria. Estaré arriba y no más abajo. Me va ir bien este año. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 18                   Apo 18 /  Isa 3-4 / Sal 109. 1-19
 


martes, 30 de octubre de 2012

¡Cómo resolver el asunto del pecado!

 
Miércoles 17 de Octubre de 2012.
¡El Cordero de Dios!
Por Riqui Ricón*
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.  Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra (Isa 1. 18-19).
Cuando Juan el bautista vio, por primera vez, a Jesús hizo una de las declaraciones más asombrosas que se hayan escuchado jamás:
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1. 29).
Esto significa que existe una forma, que efectivamente hay una manera, de quitar el pecado; no solamente limpiarlo o perdonarlo sino quitarlo, erradicarlo. Esto sólo es posible por medio de Jesucristo, el Cordero de Dios.
porque, como sabéis, la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es la vida eterna que nos ofrece en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23 CST).
Aunque tu fuiste un(a) pecador y estabas destinado(a) a la muerte, Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, para pagar TODOS tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.17-17).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, al creer que Jesús es el Hijo de Dios que murió por Amor a ti pagando el justo castigo de tus pecados y al recibirle como Señor y Salvador de tu vida, tú Naciste de Nuevo, pero no más como una criatura sino que ahora eres, literal y legalmente, un(a) Hijo(a) de Dios. Esto, ser un(a) Hijo de Dios Nacido(a) de Nuevo, te da derecho al regalo y herencia de tu Padre celestial: ¡La Vida Eterna!
Ahora pues, a quienes pertenecemos a Cristo Jesús no nos espera ya ninguna condenación, porque la ley del poderoso Espíritu de vida que recibimos por medio de la fe en Cristo Jesús, nos libera de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2 CST).
Así que, Jesucristo, el cordero de Dios, resolvió de una vez y para siempre el problema del pecado. Tú tienes Vida Eterna y esto significa que eres libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡El pecado ya no puede enseñorearse más de ti! ¡Está vencido y debajo de tus pies!
Sabiendo esto, puedes comprender por qué la Biblia afirma que la paga del pecado es muerte pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús. No solamente vida, sino VIDA ETERNA.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles (Apo 17.14).
Así es, mi amigo(a), Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y, al final de los tiempos, Satanás y sus demonio pelearán contra Él y Él saldrá vencedor porque es Rey de reyes y Señor de señores, y tú, que estás con Él y en Él, eres llamado(a) y elegido(a) y fiel.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Jn 14.6).
Como puedes ver, tú has aceptado y reconocido a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida, por lo tanto, efectivamente, eres llamado(a) y elegido(a) y fiel.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha dado toda clase de bendiciones espirituales en los cielos a través de Cristo. También en Cristo, él nos escogió por amor antes de la creación del mundo para que fuéramos su pueblo santo, es decir, libres de pecado ante él. Antes de la creación del mundo, Dios decidió adoptarnos como hijos suyos a través de Jesucristo. Eso era lo que él tenía planeado y le dio gusto hacerlo. Dios nos eligió para que así se le honre por su grandioso amor, que nos dio gratuitamente por medio de su Hijo amado. La sangre que Cristo derramó en su muerte pagó el rescate para librarnos del pecado. Es decir, que Dios es tan generoso que perdona nuestras faltas (Efe 1.3-7 PDT).
¡Eres un(a) Hijo(a) amado(a) por Dios según el puro afecto de Su voluntad para contigo!
Ahora te toca creer y recibir ese gran amor con que te ha amado pues tú, estando muerto(a) en pecados y en la incircuncisión de tu carne, te dio vida juntamente con Cristo Jesús,  perdonándote todos tus pecados, anulando el acta de los decretos que había en contra tuya, que te era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,  y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).
¡El asunto del pecado fue totalmente resuelto por Jesús con una contundente victoria sobre la muerte! ¡Él murió y resucitó! Esta es la Vida Nueva, Vida Eterna, que ahora se te ha dado al recibirle como Señor y Salvador de tu vida. Este es el Evangelio: ¡Buenas Noticias! ¡Has Nacido de Nuevo!
Oremos en voz audible:
Gracias Señor Jesús, Tú eres el Cordero de Dios y has quitado, borrado, todos mis pecados, cargando con ellos en la cruz para triunfar ahí. Me has librado de la ley del pecado y de la muerte y ahora yo vivo bajo la ley del espíritu de Vida en Ti, mi Señor. Porque Tú vives, yo vivo. Porque Tú has vencido, yo soy más que vencedor. Ahora puedo creer y recibir este gran Amor con que me has amado haciéndome digno de recibir la Vida Eterna y abundante que, dices en Tu Palabra, yo merezco. Lo creo y lo recibo en Tu nombre Jesús.
Amado Padre celestial, ¿Qué, pues, puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará? Soy escogida(o) de Dios y eres Tú, Padre, quien ya me has justificado. ¿Quién es el que me condenará? Cristo es el que murió y pagó por mí; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por mí a cada instante. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas yo, __________ (tu nombre aquí) soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me ama. Por lo cual estoy segura(o) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me puede separar de Tu Amor, oh Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor.  Por lo tanto, acepto y recibo mi victoria sobre el pecado y sus consecuencias como la enfermedad, pobreza, depresión, temor y angustia. ¡Soy libre de todos ellos! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 17                   Apo 17 /  Isa 1-2 / Sal 108
 


lunes, 29 de octubre de 2012

¡Cómo mirar a Dios hoy!

 
Martes 16 de Octubre de 2012.
¡El Juez Justo!
Por Riqui Ricón*
También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos… El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. (Apo 16. 7, 17).
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña claramente que uno de los principales atributos de Dios es, ¡La Justicia!
Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros (Sal 45. 6-7).
Sobre todas las cosas, nuestro Dios es justo y dará a cada quien lo que es suyo. Por esto, no es de extrañar que, al final de los tiempos, en el Apocalipsis, el tercer ángel declare al Señor Dios Todopoderoso como justo mientras que el séptimo ángel derrama su copa diciendo: hecho está. No olvides que el mayor acto de Justicia, por parte de Dios, la redención y justificación de TODOS los hombres, se realizó mientras Jesús entregaba Su propia vida al exclamar: ¡Consumado ES!
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá… Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo,  para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Ro 1. 17; 3. 21-26).
¡El Evangelio de Jesucristo son Buenas Noticias! El Hijo Único de Dios se hizo hombre y (precisamente por esto),  viviendo una vida justa, pagó el precio de TODAS tus injusticias y pecados para que tú fueses declarado(a) justo(a) por el Rey y Juez de toda la tierra.
Se consciente que cuando el diablo y todos sus secuaces comienzan a chillar que no es justo que tú puedas vivir una vida plena y abundante, entonces, Jesucristo tu Señor, Salvador y Redentor, siempre se adelanta y declara: ¡Claro que es justo! ¡Yo pagué el precio! ¡Yo cargué su culpa! ¡Yo pagué todos y cada uno de sus pecados!
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Amado(a), puedes estar seguro(a), el justo juicio de Dios por TODOS tus pecados cayó sobre Jesús para que ahora tú puedas gozar de esa vida plena y abundante que Él siempre planeó para ti.
Vuelve el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales. Allí establece a los hambrientos, Y fundan ciudad en donde vivir. Siembran campos, y plantan viñas, Y rinden abundante fruto. Los bendice, y se multiplican en gran manera; Y no disminuye su ganado (Sal 107.35-38).
No es por algo que tú hayas hecho o dejes de hacer. ¡Es Dios quien lo hace!
Antes de la creación del mundo, Dios decidió adoptarnos como hijos suyos a través de Jesucristo. Eso era lo que él tenía planeado y le dio gusto hacerlo (Efe 1.5 PDT).
¿Por qué es esto así? Porque Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Lo más grande y asombroso de este gran Amor con que Dios te ama es que se ha manifestado en justicia; pues no sólo te perdonó todos tus pecados nada más por amarte, sino que en cumplimiento de toda justicia primero pagó con Su propia Vida el justo castigo por cada uno de ellos.
¡Jesucristo ya pagó! Así que, tú no tienes por qué volver a pagar.
Ahora, con toda justicia, tú has sido revestido(a) con el Amor de Dios, quién te destinó de antemano para adoptarte como Hijo(a) por medio de Jesucristo, y así lo hizo de acuerdo con su voluntad y buen parecer. Dios te ha aceptado como Su amado(a) Hijo(a) porque en Cristo Jesús tú tienes redención por Su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia, derramada en abundancia sobre ti con perfecta sabiduría e inteligencia.
Dios, con Su Palabra, te ha revelado el secreto de su voluntad, según el plan que previamente se había trazado para tu beneficio. De acuerdo con ese plan, en el momento oportuno te recogerá dondequiera que te encuentres, sea en el cielo o en la tierra, para que estés con él, unido(a) a Cristo para siempre.
Por todo esto, tú tienes parte en la herencia de Cristo, porque Dios, en su propósito soberano, te predestinó desde el principio para ser suyo(a), para que tú seas la alabanza de su gloria.
También en Cristo, tú, que escuchaste la palabra de la verdad, la buena nueva de la salvación, y que has creído en Él, ya fuiste sellado(a) con el Espíritu Santo prometido. Este sello es la garantía de la herencia que has de recibir de acuerdo a la justicia de Dios (Efe 1.3-14).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en verdad estoy muy agradecida(o) por este Amor tan grande con que me has amado pues estando yo muero(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo Jesús. Cada día conozco más y entiendo mejor que, al que no conoció pecado, tu Hijo Jesús, por mí lo hiciste pecado, para que yo fuese hecho justicia Tuya en Cristo Jesús y de esta forma cambiaste mi vida radicalmente, me hiciste Nacer de Nuevo pero ahora como un(a) Hija(o) Tuya(o). Soy justa(o) y puedo vivir una vida plena y abundantes pues la Ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. ¡Gracias Jesús! Gracias, precioso Dios, sólo Tú eres el Juez Justo. Por esta justicia, me determino a vivir la Vida plena y abundante que Tú, Jesucristo, pagaste para mí al precio de Tu propia Vida. Creo y declaro, con toda justicia, qu e en todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo. Mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí como la garantía de mi herencia, que cualquiera que está en el mundo. Resisto toda enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, gozo, paz y Vida Eterna como mi derecho legítimo, obtenido con toda justicia. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 16                   Apo 16 /  Est 9-10 / Sal 107.23-43
 


viernes, 26 de octubre de 2012

¿Te sientes atrapado(a)?

 
 
Lunes 15 de Octubre de 2012.
¡Él rompió tus prisiones!
Por Riqui Ricón*
Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Díganlo los redimidos de Jehová, Los que ha redimido del poder del enemigo… Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompió sus prisiones… Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina (Sal 107.1-2, 14, 20).
Ser un creyente significa más que sólo creer en Dios, significa creerle a Él, creer que lo que Él dice lo va a cumplir, que primero el cielo y la tierra dejarán de existir antes de que Su Palabra deje de cumplirse.
Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado (Est 8,8).
Si esto es cierto para las leyes que dictan los seres humanos (pues las leyes se tienen que cumplir), cuánto más lo será para las Palabras que han salido de la boca de Dios.
Te animo a que hoy te detengas un poquito a meditar conmigo: ¿Qué quiero decir cuando declaro que la Biblia es la Palabra de Dios? ¿En verdad creo que la Biblia son las Palabras que han salido de la boca de Dios?
El profeta Isaías declaró,
¿Quién ha creído a nuestra palabra y sobre quién se ha manifestado el poder del Señor? Éste (el que cree) subirá cual renuevo delante de Dios (Isa 53.1).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, ¡todos los que creemos que la Biblia efectivamente es la Palabra de Dios somos renovados, hechos de Nuevo, dotados de una Nueva Naturaleza, y subiremos delante de Él!
Así que, si Dios dice que envió Su Palabra para sanarte y librarte de la ruina, entonces, ¿qué vas hacer? ¿Vas a creer al conocimiento natural que por medio de tus sentidos te dice que estás enfermo(a) y que probablemente no llegarás a viejo(a)? ¿Vas a creer lo terrible de tu situación que te habla dejándote sin esperanzas para tu familia, vida o matrimonio? ¿Vas a creerle a la tristeza y a la depresión que te acusan constantemente de tus fracasos y pecados para convencerte que no vale la pena vivir?
Yo que tú, le creería a Dios, pues Él no puede mentir y toda Palabra que sale de la boca de Dios es Verdad.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Lc 21.33).
Así que determínate a ser sano y a ser libre.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti.
Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el mundo no conoce a Dios (1 Jn 3.1 PDT).
Jesús no sólo pagó con Su Vida todos tus pecados para justificarte y que fueras perdonado(a), sino que resucitó venciendo a la muerte para darte la Vida Eterna que solamente pueden tener los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
La vida que Jesús y Dios, tú Padre, han preparado para ti no es cualquier tipo de vida. No es un “borrón y cuenta nueva”. Es una vida nueva totalmente diferente a lo que te puedas imaginar. ¡Es la Vida Eterna! La única vida, realmente, plena y abundante.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
En una ocasión, un padre de familia, que había acudido a Jesús por la sanidad de su hijo, le dijo: “si puedes hacer algo ten misericordia de nosotros y ayúdanos” a lo que Jesús le respondió, “si puedes creer, al que cree TODO le es posible” (Mar 9.22-23).
Determínate, el día de hoy, a dejar a un lado, de una vez y para siempre, todas las dudas que produce el  espíritu de temor. Resístele, pues la escritura dice,
Así que sométanse a Dios.  Resistan al diablo,  y él huirá de ustedes (Stg 4.7).
 ¡No temas, cree solamente! ¡Dios es bueno y para siempre es Su misericordia!
Pero ustedes son un pueblo escogido por Dios, sacerdotes al servicio del Rey, una nación santa, y un pueblo que pertenece a Dios, quien los escogió para que anuncien las poderosas obras que ha hecho y los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa. Antes, ustedes no eran ni siquiera un pueblo, pero ahora son el pueblo de Dios. Ustedes no habían recibido compasión, pero ahora han recibido la compasión de Dios (1 P 2.9-10).
Jesús ya te sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte. ¡Él ya rompió tus prisiones! Ahora eres real sacerdocio, una nación santa, pueblo adquirido por Dios. ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Así que, vive este día con gozo y plena certeza de fe, pues la Biblia es, efectivamente, la Palabra de Honor de Dios y si Él lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te doy muchas gracias porque lámpara es a mis pies Tu Palabra y la luz que ilumina mi camino. Señor, sé que no mientes y que no puedes mentir, también sé que tu Palabra es la Verdad y se va a cumplir TODA. Tú has dicho que me amas tanto que me librarás del lazo del cazador y de la peste destructora. Cúbreme con tus plumas, pues debajo de Tus alas yo estoy segura(o). Tu Palabra es mi escudo y mi espada, así que no voy a temer al terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en obscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya, ya que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra mas a mí no llegará, porque Tú, Jesús, estás conmigo. Hoy declaro, confiado en la Palabra de Dios, que de todo problema, angustia o enfermedad, yo, ____________ (tu nombre aquí), voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Voy a vivir este día en plenitud de certeza de vida pues yo en Ti, Señor, confío. Jehová de los ejércitos, Dios y Padre Eterno, dichoso, dichosa, el hombre y la mujer que en ti confían. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Octubre 15                   Apo 15 /  Est 7-8 / Sal 107.1-22