martes, 31 de marzo de 2015

¡Cómo Vivir en Paz!

 

31  de Marzo

¡Vive en paz!

Por Riqui Ricón*

 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mat 24.35).

Dice la Biblia, la Palabra de Dios que no miente, que tú eres a Sus ojos como aquel (aquella) que encuentra la paz.

Por eso a los ojos de mi amado soy como quien ha hallado la paz (Can 8.10b NVI).

La paz no es la imagen vaga de un mundo sin guerras como el ideal utópico de la humanidad. Paz es un nivel, un estado de vida, donde no existe el temor, ni la angustia, ni preocupación alguna, sino todo lo contrario, la Paz es un tipo de vida donde el amor, la felicidad, la alegría, el gozo y la expectación por la vida prevalecen continuamente en la mente y corazón de las personas que la POSEEN.

Por eso, a los ojos de él, ya he encontrado la felicidad (Can 8.10b DHH).

Paz es la voluntad perfecta, buena y agradable de Dios para tu vida.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el SEÑOR—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza (Jer 29.11 NVI).

Te preguntarás ¿cómo puedo obtener esa Paz? ¿Será posible vivir con esa Paz aquí en la tierra o estará reservada exclusivamente para los que van al cielo?

Cuando Jesús platicaba con una mujer samaritana, ésta termino por pedirle el agua de Vida ya que Jesús le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y el te daría agua viva (Jn 4. 10). Lo importante a destacar aquí, para comenzar a responder las preguntas anteriores, es que al final, fue a esta mujer y no a Caifás, ni a Herodes, ni a Pilatos, ni a ningún otro hombre o mujer de esa época, a quien Jesucristo le reveló de viva voz,  ser el Mesías, el Cristo, el Salvador de TODOS los hombres. Y fue esta mujer, extranjera y pecadora, la que comprendió que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mismo hecho hombre, y que, por consiguiente, TODAS LAS PALABRAS que salen de Su boca se van a cumplir sin faltar alguna de ellas.

Fe vino a su vida, olvidó su cántaro sobre la arena y con él todos sus pesares y vergüenzas para correr hacia la gente de la aldea que tanto la menospreciaba por la vida que había llevado. ¿Qué importaba el pasado ahora que conocía el futuro y éste se presentaba tan hermoso pues, ella misma, la pecadora, había escuchado las PALABRAS que salen de la boca de Dios? ¡Jesús, el Mesías en persona, no la había censurado ni recriminado por sus fracasos y pecados sino que la había amado y aceptado! ¿Quién podría acusarla o condenarla ahora que ella era escogida de Dios? ¡Nadie! ¿Qué podría derrotarla ahora que Dios estaba con ella? ¡Nada!

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.  ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Ro 8.33-34).

La Paz que sobrepasa todo entendimiento fluye de la Fe, fluye de esa certeza de lo que se espera, de esa convicción de lo que no se ve (He 11.1), cuando en Verdad (sin apariencias, ni falsas pretensiones), tú tienes la Palabra de Dios, la infalible y eterna Palabra de Honor del único Dios vivo y verdadero que te establece como Su Hijo(a) amado(a) por medio de Jesucristo.

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Ahora, por el Gran Amor que Dios siente por ti y por Su Eterna e infalible Palabra, legal y legítimamente tú eres un(a) Hijo(a) del Todopoderoso. Y recuerda que, ¡Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplirte Su Palabra!

Entonces, sí es posible tener Paz mientras transitas por este mundo. De hecho, la Paz es un derecho que te pertenece, pues Jesús lo pagó para ti con Su Sangre al morir en esa cruz y resucitar venciendo al pecado y a la muerte.

Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado.  Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados (Isa 53.4-5 NVI).

Ahora bien, ¿cómo se obtiene la Paz? Creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra. Deja de poner tus ojos y corazón en las circunstancias que te rodean y ponlos en la Palabra de Dios. No des crédito a lo que estás mirando, sintiendo o pensando y pon toda tu confianza en Jesús.

No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Ro 12.2 NTV).

¡Cambia tu forma de pensar haciendo de la Biblia la Norma máxima de tu existencia!

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).

Cuando en Verdad comiences a CREER que la Biblia ES la Palabra de Dios, entonces tu mente será renovada con la certeza de quién tú ahora ERES en Cristo Jesús y, sin lugar a dudas, la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.7).

¡Es la Palabra de Dios! Él no miente ni se arrepiente, así que, ¡si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios la habló, entonces, Él lo va a ejecutar!

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ¿cómo no adorarte si cada día descubro más y más de este tu excelente y gran plan de amor para conmigo? Gracias, muchas gracias. Te digo que sí, que sí acepto esta Paz que sólo Tú me puedes dar. La recibo por el precio tan grande que se pagó por ella, la Sangre y Vida de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Creo a Tu Palabra y sé que soy más que vencedor por medio de Tu Amor. No voy a permitir al temor, ni a la duda, ni al desánimo que me roben lo que legítimamente me pertenece: una vida plena y abundante. ¡Tomo de Tu Plenitud Señor Jesús! Conformo mi mente, vida y corazón a Tu preciosa Palabra y recibo TODO lo que Tú adquiriste para mí. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy Feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 31       Mat 24.29-51 /  Núm 28-29 /  Can 8.5-14


 
 
 

lunes, 30 de marzo de 2015

¡Cómo recibir de Dios!

 
15  de Marzo

¡Tu fe en la Palabra!

Por Riqui Ricón*

Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mat 15.25-28).

Respecto a este pasaje de la Escritura, continuamente he escuchado la interpretación que Jesús no le hacía caso a esta mujer sirofenicia porque pretendía llevarla a tal grado de quebrantamiento y necesidad donde ella pudiera tener fe, sin embargo, por ningún lado en la Biblia encontrarás a Dios manipulando los sentimientos y las necesidades de los seres humanos con el propósito de enseñarles algún tipo de lección. ¡No necesita hacer eso! ¡Él no es así! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor!

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).

La Verdad es que Jesús no atendía a esta mujer dado que, de acuerdo a la palabra de Dios (Jesús siempre actuará conforme a la Palabra de Dios), el Pacto fue establecido con el pueblo de Israel, la descendencia de Abraham, y el Nuevo Pacto no había sido revelado todavía, así que Jesús le explicó a ella lo que decía la Palabra.

El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat 15.24).

La grande fe de esta mujer surgió en el momento que aceptó la Palabra de Jesús y actuó de acuerdo con ella al responder: “es cierto, tienes razón y lo acepto, pero aún nosotros los que no estamos en Pacto con Dios podremos tomar, creyendo, lo que los hijos dejan caer al no creer”.

Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

¿Te das cuenta? Exactamente igual que Abram (no Abraham, pues aún no entraba en pacto con Dios), esta mujer creyó a Dios, creyó Su Palabra, y le fue contado por justicia.

Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen15.1, 6).

La fe ES por el oír y lo que tenemos que oír, poner en nuestra mente boca y corazón, es la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, porque primero la tierra y el cielo pasarán antes de que deje de cumplirse la Palabra de Dios.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

De la misma forma que la mujer sirofenicia y Abram, Josué pudo detener las fuerzas astronómicas que hacen girar al Sol, la luna y la tierra porque prestó atención a la Palabra de Dios y obedeció la orden que se le dio de leerla y meditarla todos los días de su vida.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos 10.12-14).

¡Dios lo dijo y Él mismo lo cumplió! ¡Dios lo habló y Él mismo lo ejecuto!

Así que, mi amigo(a), pon la Biblia en tu mente, boca y corazón. Léela y medita en ella de mañana, tarde y noche pues así, y solamente así (no antes, ni después, ni de ninguna otra forma), harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien al poner tu fe en la Palabra de Dios.

Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros. Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros (Lev 26.3-9).

Amado(a), la Voluntad de Dios hacia contigo es buena, agradable y perfecta. Él no va a dejar de cumplirte Su Palabra, pues Su Palabra es Palabra de Honor.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Por ese grande Amor con que Dios te ama, te ha llamado(a) Hijo(a) y eso es lo que en Verdad eres, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Ahora, por Cristo Jesús, el “Pan de los Hijos”, la salud, la prosperidad, el gozo y la paz son por derecho legítimamente tuyos.

Así que, tú puedes con toda certeza de fe, como la mujer siriofenicia, o el centurión o la virgen María, decir en este día, “creo que recibo lo que te estoy pidiendo pues te creo a Ti, Señor, creo a Tu Palabra”.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 15                              Mat 15-21-39 /  Lev 26-27 /  Ecl 1.11-2.36

 


 

 

¿Quién te puede desarraigar?

 
14  de Marzo

¡Nunca desarraigado(a)!

Por Riqui Ricón*

Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo (Mat 15.13-14).

Toda planta nace de una semilla y toda planta cultivada que da fruto fue sembrada por alguien. En tu caso, la semilla que fue plantada es la Palabra de Dios y al creer que Jesús es el Cristo, el Mesías Salvador de todos los hombres, esta semilla te dio Vida Eterna haciéndote Nacer de Nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios.



porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios   (1 Ped 1.23 CST).

Así que tú has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios y por lo tanto, ahora Dios es tu Padre.

Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5. 1a).

Tu Padre te plantó y no te desarraiga sino que te cultiva y te cuida.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.10).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece claramente que ahora tú eres hechura Suya, un(a) Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo; amado(a) del Padre; creado(a) de Nuevo en Cristo Jesús con el propósito de manifestar las buenas obras de Dios.

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis (Jn 5.19-20).

Al aceptar lo que Jesús hizo al morir y resucitar por Amor a ti, recibiste la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios y la única diferencia que existe entre Jesucristo y tú es que Él es tu hermano mayor.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8.29).

Sin lugar a dudas que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, es muy clara y determinante para enseñarte que Dios Padre y Cristo Jesús hicieron todo esto con el propósito de rescatarte de la muerte eterna a la que te dirigías para hacer de ti un(a) legítimo Hijo(a) de Dios. ¡Exactamente igual a Jesús!

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jua 3.1 BAD).

Así que, caer en el hoyo no es para nada tu destino. Tu destino es ser arraigado(a) y cimentado(a) en Su amor hasta que seas lleno(a) del propósito y de la plenitud de Dios.

para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Efe 3.17-19).

Es por la fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra], que Cristo Jesús habita en tu corazón. Es por fe, porque Dios lo dice así en Su Palabra, que ahora, en Cristo, tú has sido arraigado(a) [no desarraigado(a)] y cimentado(a) en amor para que puedas experimentar toda la plenitud de Dios.

Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí (1 Cor 11.25).

¿Qué significa realmente todo esto? Significa que creyéndole a Dios, creyendo lo que dice Su Palabra, creyendo a la semilla que te hizo Nacer de Nuevo, has entrado al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré (Eze 36.25).

¡Haz sido lavado y limpiado por la Sangre de Jesús y por la Palabra de Dios!

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne (Eze 36.26).

¡Eres espíritu nuevo con un nuevo corazón!

Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.27).

Y, por si fuera poco, ¡tienes al Espíritu Santo, Dios mismo, viviendo y morando en ti y contigo!

Y todo esto por Amor, pues es por amor que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Es en Su amor que estás y permaneces arraigado(a) y cimentado(a)  para ser lleno(a) de toda la plenitud de Dios.

¡Nunca desarraigado(a)!

Al fin y al cabo, ahora eres Su Hijo(a) Amado(a).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día, una vez más, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por Amor a mí. Señor Jesús, muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Gracias porque con Tu muerte y resurrección, destruiste por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y así, me has hecho totalmente libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda mi vida sujeto(a) a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a) yo, murió contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú tienes, es la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡La muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Ahora sé que estoy arraigado(a) y cimentado(a) en Tu Amor y puedo, con toda certeza declarar que, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Marzo 14                              Mat 15-1-20 /  Lev 24-25 /  Ecl 1.1-11