28 de Julio
¡La buena voluntad de Dios para contigo!
Por Riqui Ricón*
Con todo eso, Jehová no quiso destruir a Judá, por amor a David su siervo,
porque había prometido darle lámpara a él y a sus hijos perpetuamente (2 R 8.19).
Desde hace años está de moda decir que los
cristianos, los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, no tienen una religión sino una
relación con Dios. Esto sólo puede ser verdad para aquellos que a través de la
Biblia han creído a TODA la Palabra de Dios. Los creyentes debemos, porque así
está escrito, vivir vidas plenas, siendo prósperos y saludables al caminar de
la mano de nuestro Dios y Padre, escuchando y obedeciendo lo que Él nos dice.
Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.8-9).
-Pero, pero, Riqui Ricón -me dicen-, ojalá
fuera así. Mi realidad parece ser muy diferente, me encuentro en una lucha
continua, resistiendo al pecado y las aflicciones de este mundo, buscando no
fallarle a Dios. Oro, ayuno, leo la Biblia y hasta diezmo. Sin embargo, así
como que yo tenga una vida próspera y todo me salga bien pues la verdad, no.
¡Eso quisiera!
Yo te preguntaría: ¿caminas con Jesús como lo
haces con tu mejor amigo? ¿Pasas tiempo con Él conversando y escuchando? ¿Crees
sus Palabras? ¿Lo consideras digno de confianza? ¿Le conoces tanto como para
creerle?
En el versículo con que iniciamos esta
reflexión, puedes notar una de las principales cualidades de Dios, pues 800
años antes del episodio que se narra en Segunda de Reyes Ocho, ya les había
advertido sobre las consecuencias de entrar en una relación de Pacto con Él,
para luego invalidarla. Constantemente les envió jueces, reyes y profetas,
exhortándolos a que volviesen a Él. Sin embargo, por Amor, le hizo una promesa
a David dándole Su Palabra y, recuerda, Dios tiene Palabra de Honor, Él no
puede mentir.
¡Dios es fiel y siempre cumple Su Palabra!
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? (Núm 23.19).
El hombre cuando se arrepiente de su palabra
es para su propio provecho, ya que lo hace cuando se da cuenta que lo que dijo le va a perjudicar de alguna
manera. Sin embargo, ¡Dios no actúa así!
Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se
arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo (Jon 3.10).
Cuando Dios se ha arrepentido de algo que ha
dicho siempre ha sido en respuesta al Amor que tiene por los seres humanos.
Sólo para tu provecho y beneficio. ¡Dios es bueno!
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas
salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
De hecho, cuando lees y
meditas la Palabra de Dios, encuentras que en la Biblia está expresada la
Voluntad de Dios para tu Vida y ésta es buena, agradable y perfecta. Dios desea
que tú seas próspero(a) en todas las cosas; Él desea que tengas buena salud y
que vivas tu Vida con gozo, paz y Amor, sabiendo que Él está contigo; que nunca
te ha dejado y nunca te dejará.
¿Se olvidará la mujer de
lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque
olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti (Isa 49.15).
Sin importar cuáles hayan
sido las condiciones de tu Vida, Dios ha comprometido Su Palabra para nunca
olvidarse de ti.
Te abrirá Jehová su buen
tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para
bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás
prestado. Te pondrá Jehová por
cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si
obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que
los guardes y cumplas (Deu 28.12-13).
La Biblia, la Palabra de Dios, que no miente,
es indiscutiblemente clara acerca de cuál es el deseo de Dios para tu vida. Él
sólo pide de ti una cosa, que le creas, que creas que hay honor en Su Palabra.
Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Así que, ante cualquier problema, enfermedad o
aflicción que estés enfrentando el día de hoy, lo mejor que puedes hacer es
creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Cambia tu forma de pensar y tu actitud
ante las circunstancias. No pongas tu atención en los problemas y aflicciones,
sino ponla en Jesús, ponla en Sus Palabras. Haz de la Biblia la Norma máxima de
tu vida leyéndola, meditándola y utilizándola de noche y de día. La Palabra de
Dios es viva y eficaz, es espíritu y es vida, así que, permítele cambiar tus
problemas y circunstancias mientras te llena de fe.
No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Ro 12.2).
Tener una relación con Dios, en lugar de una
religión, significa involucrarte afectivamente con Él, y para lograrlo es
necesario que conozcas y reconozcas quién es Él y también que conozcas y
reconozcas quién, ahora, tú eres, gracias a Él.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, cada vez comprendo más
que es a través de Tu Palabra, y no de mis acciones, que renuevo mi
entendimiento. La meditación de Tu Palabra produce en mi vida la fe que
necesito para actuar conforme y coherentemente a quien Tú, Señor, dices que
ahora yo soy: un(a) Hijo(a) Tuyo(a). Alabo y bendigo Tu Nombre por esto. Fue
mediante Tu muerte y resurrección, Jesucristo, que yo Nací de Nuevo para recibir
la Vida Eterna que con Tu Sangre compraste para mí. Es mediante Tu Palabra, la
Biblia, que renuevo el espíritu de mi entendimiento y así, sólo así, puedo
despojarme del (la) hombre (mujer) viejo(a) que está viciado(a) conforme a los
deseos engañosos, para vestirme del(la) hombre(mujer) nuevo(a) creado(a) por
Ti, oh Dios, conforme a la justicia y santidad de la verdad. Así que, en Tu
nombre, Jesús, declaro que no son los problemas ni las circunstancias los que
determinan quien soy ni cómo voy a vivir. Soy un(a) Hijo(a) del Rey, por lo
tanto, puedo y debo vivir una Vida Plena y Abundante. Tú me diste Tu Palabra,
Jesús, y en ella tengo paz y plenitud, pues aunque en el mundo tendré
aflicciones, puedo confiar en Ti. Tú has vencido al mundo y yo en Ti y Contigo,
pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí, que el que está en el
mundo. Así que, en Tu nombre Jesús, recibo mi sanidad; recibo mi libertad;
recibo la restauración de mi matrimonio y de mi familia y recibo prosperidad en
todas las áreas de mi vida. Creo y declaro que de todo problema, aflicción o
enfermedad yo, __________ (tu nombre aquí), he de salir más que vencedor(a) por
medio de Tu Amor, mi Señor Jesús. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios.
Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo
he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí
acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta
la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 30 Judas
/ Esd 9-10 / Sal 95
Judas
Salutación
1 Judas, siervo de Jesucristo, y
hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en
Jesucristo: 2 Misericordia y paz y amor os sean multiplicados.
Falsas doctrinas y
falsos maestros
(2 P. 2.1-17)
3 Amados, por la gran solicitud que tenía de
escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a
los santos. 4 Porque algunos hombres han entrado
encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. 5 Mas
quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo
salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no
creyeron. 6 Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino
que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones
eternas, para el juicio del gran día; 7 como Sodoma y Gomorra y
las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo
fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo,
sufriendo el castigo del fuego eterno. 8 No obstante, de la
misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad
y blasfeman de las potestades superiores.
9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía
con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a
proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. 10 Pero
éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza
conocen, se corrompen como animales irracionales. 11 ¡Ay de
ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el
error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. 12 Estos
son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se
apacientan a sí mismos; nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los
vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; 13 fieras
ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las
cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas. 14 De
éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino
el Señor con sus santas decenas de millares, 15 para hacer
juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras
impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores
impíos han hablado contra él. 16 Estos son murmuradores,
querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas
infladas, adulando a las personas para sacar provecho.
Amonestaciones y
exhortaciones
17 Pero vosotros, amados, tened memoria de
las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor
Jesucristo; 18 los que os decían: En el postrer tiempo habrá
burladores, que andarán según sus malvados deseos. 19 Estos son
los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu. 20 Pero
vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el
Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 A
algunos que dudan, convencedlos. 23 A otros salvad,
arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo
aun la ropa contaminada por su carne.
Doxología
24 Y a aquel que es poderoso para guardaros
sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, 25 al
único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia,
ahora y por todos los siglos. Amén.
Esdras 9-10
Oración de
confesión de Esdras
9 Acabadas estas
cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los
sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los
cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos,
y hacen conforme a sus abominaciones. 2 Porque han tomado de
las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado
con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los
gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado. 3 Cuando
oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi
barba, y me senté angustiado en extremo. 4 Y se me juntaron
todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la
prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy angustiado hasta la hora
del sacrificio de la tarde. 5 Y a la hora del sacrificio de la
tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me
postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios, 6 y
dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi
rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra
cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. 7 Desde
los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por
nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido
entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a
robo, y a vergüenza que cubre nuestro rostro, como hoy día. 8 Y
ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro
Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar
seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos
un poco de vida en nuestra servidumbre. 9 Porque siervos somos;
mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó
sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos
diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y
darnos protección en Judá y en Jerusalén. 10 Pero ahora, ¿qué
diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus
mandamientos, 11 que prescribiste por medio de tus siervos los
profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda
es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las
abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia. 12 Ahora,
pues, no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para
vuestros hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad; para que
seáis fuertes y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredad a vuestros
hijos para siempre. 13 Mas después de todo lo que nos ha
sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado,
ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras
iniquidades, y nos diste un remanente como este, 14 ¿hemos de
volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas
abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que
quedara remanente ni quien escape? 15 Oh Jehová Dios de Israel,
tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en
este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible
estar en tu presencia a causa de esto.
Expulsión de las
mujeres extranjeras
10 Mientras oraba Esdras y hacía
confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una
muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo
amargamente. 2 Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de
los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios,
pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de
esto, aún hay esperanza para Israel. 3 Ahora, pues, hagamos
pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de
ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de
nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. 4 Levántate, porque
esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a
la obra. 5 Entonces se levantó Esdras y juramentó a los
príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían
conforme a esto; y ellos juraron. 6 Se levantó luego Esdras de
delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e
ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado
de los del cautiverio. 7 E hicieron pregonar en Judá y en
Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén; 8 y
que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes
y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la
congregación de los del cautiverio. 9 Así todos los hombres de
Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a los
veinte días del mes, que era el mes noveno; y se sentó todo el pueblo en la
plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de la
lluvia. 10 Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo:
Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así
sobre el pecado de Israel. 11 Ahora, pues, dad gloria a Jehová
Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las
tierras, y de las mujeres extranjeras. 12 Y respondió toda la
asamblea, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme a tu palabra. 13 Pero
el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle; ni la
obra es de un día ni de dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto. 14 Sean
nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación, y todos
aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en
tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de
ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre
esto. 15 Solamente Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de
Ticva se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron. 16 Así
hicieron los hijos del cautiverio. Y fueron apartados el sacerdote Esdras, y
ciertos varones jefes de casas paternas según sus casas paternas; todos ellos
por sus nombres se sentaron el primer día del mes décimo para inquirir sobre el
asunto. 17 Y terminaron el juicio de todos aquellos que habían
tomado mujeres extranjeras, el primer día del mes primero. 18 De
los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron
hallados estos: De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos:
Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías. 19 Y dieron su mano en
promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su pecado
un carnero de los rebaños por su delito. 20 De los hijos de
Imer: Hanani y Zebadías. 21 De los hijos de Harim: Maasías,
Elías, Semaías, Jehiel y Uzías. 22 De los hijos de Pasur:
Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa. 23 De los
hijos de los levitas: Jozabad, Simei, Kelaía (éste es Kelita), Petaías, Judá y
Eliezer. 24 De los cantores: Eliasib; y de los porteros: Salum,
Telem y Uri. 25 Asimismo de Israel: De los hijos de Paros:
Ramía, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaía. 26 De
los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elías. 27 De
los hijos de Zatu: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza. 28 De
los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabai y Atlai. 29 De los
hijos de Bani: Mesulam, Maluc, Adaía, Jasub, Seal y Ramot. 30 De
los hijos de Pahat-moab: Adna, Quelal, Benaía, Maasías, Matanías, Bezaleel,
Binúi y Manasés. 31 De los hijos de Harim: Eliezer, Isías,
Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías. 33 De
los hijos de Hasum: Matenai, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei.
34 De los hijos de Bani: Madai, Amram, Uel, 35 Benaía,
Bedías, Quelúhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías,
Matenai, Jaasai, 38 Bani, Binúi, Simei, 39 Selemías,
Natán, Adaía, 40 Macnadebai, Sasai, Sarai, 41 Azareel,
Selemías, Semarías, 42 Salum, Amarías y José. 43 Y
de los hijos de Nebo: Jeiel, Matatías, Zabad, Zebina, Jadau, Joel y Benaía. 44 Todos
estos habían tomado mujeres extranjeras; y había mujeres de ellos que habían
dado a luz hijos.
Salmos 95
Cántico de
alabanza y de adoración
95 Venid,
aclamemos alegremente a Jehová;
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante su presencia con
alabanza;
Aclamémosle con cánticos.
Aclamémosle con cánticos.
3 Porque Jehová es Dios grande,
Y Rey grande sobre todos los dioses.
Y Rey grande sobre todos los dioses.
4 Porque en su mano están las
profundidades de la tierra,
Y las alturas de los montes son suyas.
Y las alturas de los montes son suyas.
5 Suyo también el mar, pues él lo
hizo;
Y sus manos formaron la tierra seca.
Y sus manos formaron la tierra seca.
6 Venid, adoremos y postrémonos;
Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios;
Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.
Si oyereis hoy su voz,
Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.
Si oyereis hoy su voz,
8 No endurezcáis vuestro
corazón, como en Meriba,
Como en el día de Masah en el desierto,
Como en el día de Masah en el desierto,
9 Donde me tentaron vuestros padres,
Me probaron, y vieron mis obras.
Me probaron, y vieron mis obras.
10 Cuarenta años estuve
disgustado con la nación,
Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,
Y no han conocido mis caminos.
Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,
Y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi furor
Que no entrarían en mi reposo.
Que no entrarían en mi reposo.