miércoles, 29 de septiembre de 2021

¡Cómo conocer la Voluntad de Dios para tu Vida!

                                                                                                                                                                                                                                                              <ENGLISH>




 29 Septiembre


¡Cómo conocer la Voluntad de Dios para tu Vida!

 


¡Buena, agradable y perfecta!

Por Riqui Ricón*

Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma (Sal 94.18-19).

Lo más maravilloso de ser un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo es que puedes confiar totalmente en tu Padre celestial. ¡Es Su Misericordia la que te sustenta! ¡Son Sus consolaciones las que alegran tu alma!

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre (y la mujer) que en ti confía (Sal 84.12).

La Palabra de Dios es el Honor de Dios y, por lo tanto, tienes absoluta certeza para vivir la Vida Victoriosa que se te ofrece a través de ella.

Pudiera ser que, a tu entender, estás a punto de resbalar y caer delante de algún problema o circunstancia adversa pero, la Verdad, es que Dios te sostiene con Su Amor y misericordia, y (si puedes creerlo), Él ha ordenado que se te dé un manto de alegría en lugar del espíritu angustiado, ofreciéndole paz y alegría a tu alma (tus pensamientos y emociones), en lugar del temor y la aflicción.

Mas Jehová me ha sido por refugio, Y mi Dios por roca de mi confianza (Sal 94.22).

Así que, para iniciar bien este día, debes establecer claramente en tu vida y corazón que de acuerdo a la Palabra de Dios, tú eres la persona más importante para Dios.

¡Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Por lo tanto, Dios no te ha dejado, ni te dejará jamás; y además ha decretado Palabras Eternas de Amor y Bendición sobre tu Vida.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

¿Te das cuenta? ¡Ni la pobreza, ni la enfermedad, ni ninguna otra cosa que te robe el gozo y la paz serán, jamás, la voluntad de Dios, tu Padre!

Dado que la buena voluntad de Dios para contigo es agradable y perfecta, puedes entonces dejar de temer y comenzar a creer.

No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de Dios (Ro 12.2 CST).

¡Cambia tu forma de pensar y cambiarás tu forma de hablar!

Para lograr esto necesitas tomar la firme determinación de hacer de la Biblia la norma máxima de tu vida y te aseguro que tú ya no le permitirás más a ningún problema, enfermedad o circunstancia volver a establecerse en tu vida en contra de la voluntad de Dios.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).

Confía en Dios y no permitas que la apariencia de tus circunstancias te infundan  miedo, duda o desánimo para robarte tu fe [que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).

Tú puedes, como tu Padre, llamar las cosas que no son como si fueran, así que, sométete a la Palabra de Dios y resiste el temor, la pobreza y la enfermedad llamando a la fe [que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra], llamando a la prosperidad y a la salud que Cristo Jesús ya compró para ti a precio de Su Sangre.

¡Es tu derecho!

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.8-9).

¡Cambia tu forma de pensar y cambiarás tu forma de hablar!

Haz de la Biblia la norma máxima de tu vida poniéndola en tu mente, boca y corazón, porque entonces, no antes, ni después, ni de ninguna otra forma, sino entonces harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre (y la mujer) que en ti confía (Sal 84.12).

Dios no miente. Él lo ha dicho y lo va hacer. Él lo ha hablado y lo va a ejecutar.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).

Tú eres ese (esa) Hijo(a) de Dios que confía en su Padre y sabes, que sabes, que tu vida está ya resuelta. La resolvió Jesús al morir en esa cruz pagando todos tus pecados y al resucitar venciendo a la muerte para darte, a ti, la Vida Eterna; que es la Vida que sólo un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tiene DERECHO a disfrutar.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Una Vida plena y abundante.

Jesús lo dijo: ¡Consumado es!

Así que, si tienes fe (y yo sé que la tienes), puedes coincidir conmigo en esto, muy a pesar de tus circunstancias, ten por cierto que hoy, ¡tú puedes ser feliz!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, este día puedo estar confiado delante de Tu Presencia sabiéndome amado(a) por Ti. Soy dichoso(a), mil veces feliz, pues Tú estás aquí conmigo y si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Tu Palabra me sustenta y alegra mi alma. Sé que me quieres próspero(a), saludable y en plenitud. Mis pensamientos y corazón están contigo, Señor. Aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Caerán a mil lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará porque en Ti yo he creído. Resisto al espíritu de temor y duda, y me determino a hacer de este día el mejor día de mi vida recibiendo Tu Amor y Tu Verdad. ¡Tu Palabra es la Verdad! Todo lo puedo y en Ti, Jesús, en todas las cosas soy más que vencedor(a). Así es, en Ti, Jesús, tengo mi vida resuelta. Por lo tanto, resisto al espíritu de desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 29                       3 Jn   /  Es 7-8  /  Sal 94

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 29                       3 Jn   /  Es 7-8  /  Sal 94

 

3 Juan

Salutación

1

1El anciano a Gayo,a el amado, a quien amo en la verdad. 2Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. 4No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

Elogio de la hospitalidad de Gayo

5Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, 6los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. 7Porque ellos salieron por amor del nombre de El, sin aceptar nada de los gentiles. 8Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad.

La oposición de Diótrefes

9Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. 10Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.

Buen testimonio acerca de Demetrio

11Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. 12Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la verdad misma; y también nosotros damos testimonio, y vosotros sabéis que nuestro testimonio es verdadero.

Salutaciones finales

13Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, 14porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara.

15La paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú a los amigos, a cada uno en particular. [1]

 

Esdras 7-8

Esdras y sus compañeros llegan a Jerusalén

7

1Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías, 2hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, 3hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot, 4hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, 5hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote, 6este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras.

7Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes. 8Y llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey. 9Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios. 10Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

11Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya. 14Porque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado a visitar a Judea y a Jerusalén, conforme a la ley de tu Dios que está en tu mano; 15y a llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada está en Jerusalén, 16y toda la plata y el oro que halles en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes, que voluntariamente ofrecieren para la casa de su Dios, la cual está en Jerusalén. 17Comprarás, pues, diligentemente con este dinero becerros, carneros y corderos, con sus ofrendas y sus libaciones, y los ofrecerás sobre el altar de la casa de vuestro Dios, la cual está en Jerusalén. 18Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer de la otra plata y oro, hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios. 19Los utensilios que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituirás delante de Dios en Jerusalén. 20Y todo lo que se requiere para la casa de tu Dios, que te sea necesario dar, lo darás de la casa de los tesoros del rey.

21Y por mí, Artajerjes rey, es dada orden a todos los tesoreros que están al otro lado del río, que todo lo que os pida el sacerdote Esdras, escriba de la ley del Dios del cielo, se le conceda prontamente, 22hasta cien talentos de plata, cien coros de trigo, cien batos de vino, y cien batos de aceite; y sal sin medida. 23Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho prontamente para la casa del Dios del cielo; pues, ¿por qué habría de ser su ira contra el reino del rey y de sus hijos? 24Y a vosotros os hacemos saber que a todos los sacerdotes y levitas, cantores, porteros, sirvientes del templo y ministros de la casa de Dios, ninguno podrá imponerles tributo, contribución ni renta.

25Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría que tienes de tu Dios, pon jueces y gobernadores que gobiernen a todo el pueblo que está al otro lado del río, a todos los que conocen las leyes de tu Dios; y al que no las conoce, le enseñarás. 26Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.

27Bendito Jehová Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el corazón del rey, para honrar la casa de Jehová que está en Jerusalén, 28e inclinó hacia mí su misericordia delante del rey y de sus consejeros, y de todos los príncipes poderosos del rey. Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí, reuní a los principales de Israel para que subiesen conmigo.

8

1Estos son los jefes de casas paternas, y la genealogía de aquellos que subieron conmigo de Babilonia, reinando el rey Artajerjes: 2De los hijos de Finees, Gersón; de los hijos de Itamar, Daniel; de los hijos de David, Hatús. 3De los hijos de Secanías y de los hijos de Paros, Zacarías, y con él, en la línea de varones, ciento cincuenta. 4De los hijos de Pahat-moab, Elioenai hijo de Zeraías, y con él doscientos varones. 5De los hijos de Secanías, el hijo de Jahaziel, y con él trescientos varones. 6De los hijos de Adín, Ebed hijo de Jonatán, y con él cincuenta varones. 7De los hijos de Elam, Jesaías hijo de Atalías, y con él setenta varones. 8De los hijos de Sefatías, Zebadías hijo de Micael, y con él ochenta varones. 9De los hijos de Joab, Obadías hijo de Jehiel, y con él doscientos dieciocho varones. 10De los hijos de Selomit, el hijo de Josifías, y con él ciento sesenta varones. 11De los hijos de Bebai, Zacarías hijo de Bebai, y con él veintiocho varones. 12De los hijos de Azgad, Johanán hijo de Hacatán, y con él ciento diez varones; 13De los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos: Elifelet, Jeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones. 14Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos setenta varones.

15Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví. 16Entonces despaché a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, hombres principales, asimismo a Joiarib y a Elnatán, hombres doctos; 17y los envié a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los sirvientes del templo en el lugar llamado Casifia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios. 18Y nos trajeron según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido, de los hijos de Mahli hijo de Leví, hijo de Israel; a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho; 19a Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte; 20y de los sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres.

21Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. 22Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. 23Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.

24Aparté luego a doce de los principales de los sacerdotes, a Serebías y a Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos; 25y les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrenda que para la casa de nuestro Dios habían ofrecido el rey y sus consejeros y sus príncipes, y todo Israel allí presente. 26Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y utensilios de plata por cien talentos, y cien talentos de oro; 27además, veinte tazones de oro de mil dracmas, y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, preciados como el oro. 28Y les dije: Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros padres. 29Vigilad y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y levitas, y de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén, en los aposentos de la casa de Jehová. 30Los sacerdotes y los levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los utensilios, para traerlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

31Y partimos del río Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino. 32Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días. 33Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios, por mano del sacerdote Meremot hijo de Urías, y con él Eleazar hijo de Finees; y con ellos Jozabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binúi, levitas. 34Por cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.

35Los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y doce machos cabríos por expiación, todo en holocausto a Jehová. 36Y entregaron los despachos del rey a sus sátrapas y capitanes del otro lado del río, los cuales ayudaron al pueblo y a la casa de Dios.[2]

 

Salmo 94

 

Oración clamando por venganza

     1     Jehová, Dios de las venganzas,

Dios de las venganzas, muéstrate.

     2     Engrandécete, oh Juez de la tierra;

Da el pago a los soberbios.

     3     ¿Hasta cuándo los impíos,

Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?

     4     ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras,

Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?

     5     A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan,

Y a tu heredad afligen.

     6     A la viuda y al extranjero matan,

Y a los huérfanos quitan la vida.

     7     Y dijeron: No verá JAH,

Ni entenderá el Dios de Jacob.

     8     Entended, necios del pueblo;

Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?

     9     El que hizo el oído, ¿no oirá?

El que formó el ojo, ¿no verá?

     10     El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?

¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?

     11     Jehová conoce los pensamientos de los hombres,

Que son vanidad.a

     12     Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,

Y en tu ley lo instruyes,

     13     Para hacerle descansar en los días de aflicción,

En tanto que para el impío se cava el hoyo.

     14     Porque no abandonará Jehová a su pueblo,

Ni desamparará su heredad,

     15     Sino que el juicio será vuelto a la justicia,

Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.

     16     ¿Quién se levantará por mí contra los malignos?

¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?

     17     Si no me ayudara Jehová,

Pronto moraría mi alma en el silencio.

     18     Cuando yo decía: Mi pie resbala,

Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba.

     19     En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,

Tus consolaciones alegraban mi alma.

     20     ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades

Que hace agravio bajo forma de ley?

     21     Se juntan contra la vida del justo,

Y condenan la sangre inocente.

     22     Mas Jehová me ha sido por refugio,

Y mi Dios por roca de mi confianza.

     23     Y él hará volver sobre ellos su iniquidad,

Y los destruirá en su propia maldad;

Los destruirá Jehová nuestro Dios.[3]

 



a a 1: Hch. 19.29; Ro. 16.23; 1 Co. 1.14.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (2 Jn 13-3 Jn 15). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Esd 6.22-8.36). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a a 94.11: 1 Co. 3.20.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 93.5-94.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.