martes, 31 de mayo de 2022

¡Vida Nueva!

                                                                                                                                                                                                         <ENGLISH>




 31 Mayo

¡Vida Nueva!


Por Riqui Ricón*

Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche…  Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.10-11, 22-23).

Realmente es triste como termino sus días sobre la tierra el rey Saúl: sin creer, ni obedecer la Palabra del Señor. Por no creerle a Dios, vivió en rebeldía, fue desechado y no pudo cumplir el propósito de su vida.

¿Cómo puedes tú evitar caer en semejante error? Pues, sencillamente, creyéndole a Dios; creyendo que la Biblia es, efectivamente, lo que dices que es: la Palabra de Dios y no miente; te ha sido dada por Dios para tu bien y beneficio. Sólo por medio de la Palabra de Dios podrás alcanzar la vida plena que el Padre te desea y entonces cumplirás tu propósito en este mundo.

Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.7-9).

La fe viene por oír la Palabra de Dios, por ponerla en tu boca, mente y corazón, sabiendo a ciencia cierta que TODO lo que Él ha dicho lo va a cumplir, que TODO lo que Él ha hablado lo va a ejecutar. Así que, si Dios dice que esforzándote con valentía por poner Su Palabra en tu boca, meditando en ella de día y de noche, vas a poder guardar y hacer conforme a todo lo que en ella está escrito; ¡eso es, exactamente, lo que va a suceder! Y, entonces, solamente entonces, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

Si tú tienes la certeza que la Biblia, la Palabra de Dios, es la verdad infalible, puedes comprender porque jamás estarás en la misma situación que Saúl, pues, en Cristo Jesús, tu Padre celestial ya te proveyó la victoria sobre el pecado.

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva (Ro 6.1-4).

Las palabras a fin de que, ponen por implícito que el propósito de la muerte y resurrección de Jesucristo es darte una vida totalmente nueva por medio de la regeneración o nuevo nacimiento. No es un borrón y cuenta nueva con el riesgo de que vuelvas hacer los mismos pecados sino que ahora eres, en Cristo Jesús, una nueva creación, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo; esto quiere decir, que ahora tú eres una nueva especie de ser que no existía antes. Ni ser humano, ni pecador, ni creatura, ni imperfecto, ni pecador salvo por gracia, sino un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, renacida(o), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.3-7).

Entonces, de acuerdo a la Palabra de Dios, tú ya no eres la(el) misma(o) pecador(a) que antes eras, sino que has sido creada(o) de nuevo según Dios en justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24). ¿Por qué entonces sigues luchando con tu vieja naturaleza? Porque, aunque tú eres espíritu justo y santo creado de nuevo por Dios, Satanás trata, con todos los medios posibles, de convencerte y engañar a tu alma que eres la(el) misma(o) pecador(a). De esta forma, podrá mantenerte condenada(o), luchando en tus fuerzas, tratando de ser justa(o) y santa(o). En cambio, el Plan de Amor de Dios, tu Padre, es espectacularmente poderoso y sencillo: que llegues a saber y a creer que, por Cristo Jesús, ya eres santa(o), justa(o) y perfecta(o) y lo único que tienes que hacer es manifestarlo en tu vida, ¡viviéndolo!

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.16-17).

Si has reconocido a Jesucristo como tu Señor y Salvador, entonces, tú, mi estimada(o) amiga(o), eres ese(a) justo(a) que vive por fe. Ese(a) justo(a) que vive creyendo que la Biblia es la Palabra de Dios y, por lo tanto, es la verdad y se cumplirá todo lo que en ella escrito está.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, cómo no estar agradecido por tanto Amor para conmigo; por Tu gracia me has justificado, santificado, perdonado y regenerado. ¡Soy hecha(o) de nuevo! Por la fe en Tu Palabra y en Tu Hijo Jesús, tengo la victoria sobre el pecado pues, ya no soy más la(el) misma(o) pecador(a), ahora soy Tu Hija(o). Un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, Señor. Gracias Jesús, por tu gran Amor. Amado Espíritu Santo, con tu ayuda me propongo a nunca olvidar lo que me dices en Tu Palabra. Ahora sé que, por lo que Tú hiciste por mí en la cruz, Señor Jesús, no sólo fui perdonada(o) de todos mis pecados, sino que, y sobre todo, Dios, el Todopoderoso, me ha adoptado como Hija(o) Suya(o), según el puro  afecto de Su Voluntad. Yo estoy en Cristo y las cosas viejas ya pasaron he aquí que TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias amado Padre celestial, muchas gracias. Hoy puedo levantarme y hacer frente a cualquier circunstancia adversa en mi vida, porque sé que sé, que Tú, mi Dios estás conmigo. Y qué pues diremos a esto, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? El que no escatimo ni a Su propio Hijo sino que lo entregó por amor a mí, ¿cómo no me dará, juntamente con Él, todas las cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a Ti para declarar en plena certeza de fe, que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy Tu Hija(o) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          31                          Ro 6  /  1 Sam 15  /  Sal 60


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          31                          Ro 6  /  1 Sam 15   Sal 60

 

Romanos 6

Muertos al pecado

6

1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.a

5Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

12No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Siervos de la justicia

15¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

20Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. 23Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.[1]

 

1 Samuel 15

Saúl desobedece y es desechado

15

1Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel;a ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. 2Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.b 3Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.

4Saúl, pues, convocó al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá. 5Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. 6Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec, para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec. 7Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. 8Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. 9Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.

10Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: 11Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. 12Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. 13Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. 14Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? 15Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos. 16Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di.

17Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? 18Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. 19¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? 20Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. 21Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. 22Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 23Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.

24Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, 25y vuelve conmigo para que adore a Jehová. 26Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. 27Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó. 28Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. 29Además, el que es la Gloria de Israel no mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. 30Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios. 31Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl a Jehová.

32Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él alegremente. Y dijo Agag: Ciertamente ya pasó la amargura de la muerte. 33Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal.

34Se fue luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. 35Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.[2]

 

Salmos 60

 

Plegaria pidiendo ayuda contra el enemigo

(Sal. 108.6–13)

Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Mictam de David, para enseñar, cuando tuvo guerra contra Aram-Naharaim y contra Aram de Soba, y volvió Joab, y destrozó a doce mil de Edom en el valle de la Sal.a

     1     Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste;

Te has airado; ¡vuélvete a nosotros!

     2     Hiciste temblar la tierra, la has hendido;

Sana sus roturas, porque titubea.

     3     Has hecho ver a tu pueblo cosas duras;

Nos hiciste beber vino de aturdimiento.

     4     Has dado a los que te temen bandera

Que alcen por causa de la verdad.

Selah

     5     Para que se libren tus amados,

Salva con tu diestra, y óyeme.

     6     Dios ha dicho en su santuario: Yo me alegraré;

Repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.

     7     Mío es Galaad, y mío es Manasés;

Y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;

Judá es mi legislador.

     8     Moab, vasija para lavarme;

Sobre Edom echaré mi calzado;

Me regocijaré sobre Filistea.

     9     ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?

¿Quién me llevará hasta Edom?

     10     ¿No serás tú, oh Dios, que nos habías desechado,

Y no salías, oh Dios, con nuestros ejércitos?

     11     Danos socorro contra el enemigo,

Porque vana es la ayuda de los hombres.

     12     En Dios haremos proezas,

Y él hollará a nuestros enemigos.[3]

 



a 6.4: Col. 2.12.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 5.21-6.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 15.1: 1 S. 10.1.

b 15.2: Ex. 17.8–14; Dt. 25.17–19.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 14.52-15.35). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 60 tít.: 2 S. 8.13; 1 Cr. 18.12.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 59.17-60.12). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.