15 de Marzo
¡Tu fe en la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mat 15.25-28).
Respecto a este pasaje de la Escritura, continuamente he escuchado la interpretación que Jesús no le hacía caso a esta mujer sirofenicia porque pretendía llevarla a tal grado de quebrantamiento y necesidad donde ella pudiera tener fe, sin embargo, por ningún lado en la Biblia encontrarás a Dios manipulando los sentimientos y las necesidades de los seres humanos con el propósito de enseñarles algún tipo de lección. ¡No necesita hacer eso! ¡Él no es así! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor!
Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).
La Verdad es que Jesús no atendía a esta mujer dado que, de acuerdo a la palabra de Dios (Jesús siempre actuará conforme a la Palabra de Dios), el Pacto fue establecido con el pueblo de Israel, la descendencia de Abraham, y el Nuevo Pacto no había sido revelado todavía, así que Jesús le explicó a ella lo que decía la Palabra.
El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat 15.24).
La grande fe de esta mujer surgió en el momento que aceptó la Palabra de Jesús y actuó de acuerdo con ella al responder: “es cierto, tienes razón y lo acepto, pero aún nosotros los que no estamos en Pacto con Dios podremos tomar, creyendo, lo que los hijos dejan caer al no creer”.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
¿Te das cuenta? Exactamente igual que Abram (no Abraham, pues aún no entraba en pacto con Dios), esta mujer creyó a Dios, creyó Su Palabra, y le fue contado por justicia.
Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen15.1, 6).
La fe ES por el oír y lo que tenemos que oír, poner en nuestra mente boca y corazón, es la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, porque primero la tierra y el cielo pasarán antes de que deje de cumplirse la Palabra de Dios.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
De la misma forma que la mujer sirofenicia y Abram, Josué pudo detener las fuerzas astronómicas que hacen girar al Sol, la luna y la tierra porque prestó atención a la Palabra de Dios y obedeció la orden que se le dio de leerla y meditarla todos los días de su vida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos 10.12-14).
¡Dios lo dijo y Él mismo lo cumplió! ¡Dios lo habló y Él mismo lo ejecuto!
Así que, mi amigo(a), pon la Biblia en tu mente, boca y corazón. Léela y medita en ella de mañana, tarde y noche pues así, y solamente así (no antes, ni después, ni de ninguna otra forma), harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien al poner tu fe en la Palabra de Dios.
Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros. Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros (Lev 26.3-9).
Amado(a), la Voluntad de Dios hacia contigo es buena, agradable y perfecta. Él no va a dejar de cumplirte Su Palabra, pues Su Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Por ese grande Amor con que Dios te ama, te ha llamado(a) Hijo(a) y eso es lo que en Verdad eres, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Ahora, por Cristo Jesús, el “Pan de los Hijos”, la salud, la prosperidad, el gozo y la paz son por derecho legítimamente tuyos.
Así que, tú puedes con toda certeza de fe, como la mujer siriofenicia, o el centurión o la virgen María, decir en este día, “creo que recibo lo que te estoy pidiendo pues te creo a Ti, Señor, creo a Tu Palabra”.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado, justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo, _____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 15 Mat 15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36