sábado, 29 de septiembre de 2012

¡Conoce la Voluntad de Dios para tu vida!

 

Sábado 29 de Septiembre de 2012.

¡Buena, agradable y perfecta!

Por Riqui Ricón*

Cuando yo decía: Mi pie resbala, Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma (Sal 94.18-19).

Lo más maravilloso de ser un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo es que puedes confiar totalmente en tu Padre. La Palabra de Dios es el Honor de Dios y, por lo tanto, tienes absoluta certeza para vivir la vida victoriosa que se te ofrece a través de ella.

Pudiera ser que, a tu entender, estás a punto de resbalar y caer delante de algún problema o circunstancia adversa pero, la Verdad, es que Dios te sostiene con Su Amor y misericordia, y, si puedes creer, Él ha ordenado que se te dé un manto de alegría en lugar del espíritu angustiado ofreciéndote paz y alegría a tu alma (tus pensamientos y emociones).

Mas Jehová me ha sido por refugio, Y mi Dios por roca de mi confianza (Sal 94.22).

Así que, para iniciar bien este día debes establecer claramente, de acuerdo a la Palabra de Dios, que tú eres la persona más importante para Dios. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Por lo tanto, Dios no te ha dejado, ni te dejará y ha decretado Palabras eternas de Amor y bendición sobre tu vida.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

¿Te das cuenta? ¡Ni la pobreza, ni la enfermedad, ni ninguna otra cosa que te robe el gozo y la paz serán, jamás, la voluntad de Dios, tu Padre!

Dado que la buena voluntad de Dios para contigo es agradable y perfecta puedes dejar de temer y comenzar a creer. ¡Cambia tu forma de hablar y de pensar! Haz de la Biblia la norma máxima de tu vida y no le permitas a ningún problema, enfermedad o circunstancia establecerse en tu vida en contra de la voluntad de Dios.

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).

Confía en Dios y no permitas que lo duro de tus circunstancias te llenen de miedo, duda y desánimo, robándote la fe. Tú puedes, como tu Padre, llamar las cosas que no son como si fueran, así que, sométete a la Palabra de Dios y resiste el temor, la pobreza y la enfermedad llamando a la fe, la prosperidad y la salud que Cristo Jesús ya compró para ti a precio de Su Sangre.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.8-9).

¡Cambia tu forma de hablar y de pensar! Haz de la Biblia la norma máxima de tu vida poniéndola en tu mente, boca y corazón, porque entonces, no antes, ni después, ni de ninguna otra forma, harás prosperar tu camino y TODO te saldrá bien.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre (y la mujer) que en ti confía (Sal 84.12).

Dios no miente. Él lo ha dicho y lo va hacer. Él lo ha hablado y lo va a ejecutar.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).

Tú eres ese (esa) Hijo(a) de Dios que confía en su Padre y sabes, que sabes, que tu vida está ya resuelta. La resolvió Jesús al morir en esa cruz pagando todos tus pecados y al resucitar venciendo a la muerte para darte, a ti, la Vida Eterna. Una Vida plena y abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

¡Consumado es! A pesar de tus circunstancias, ten por cierto que ¡Puedes ser feliz!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, vengo delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, este día puedo estar confiado delante de Tu Presencia sabiéndome amado(a) por Ti. Soy dichoso(a), mil veces feliz, pues Tú estás aquí conmigo y si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Tu Palabra me sustenta y alegra mi alma. Sé que me quieres próspero(a), saludable y en plenitud. Mis pensamientos y corazón están contigo, Señor. Aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo. Caerán a mil lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará porque en Ti yo he creído. Resisto al espíritu de temor y duda, y me determino a hacer de este día el mejor día de mi vida recibiendo Tu Amor y Tu Verdad. ¡Tu Palabra es la Verdad! Todo lo puedo y en Ti, Jesús, en todas las cosas soy más que vencedor(a). Así es, en Ti, Jesús, tengo mi vida resuelta. Por lo tanto, resisto al espíritu de desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Septiembre 29                        3 Jn   /  Es 7-8  /  Sal 94



viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Quién podrá ayudarte hoy?

 
Viernes 28 de Septiembre de 2012.
¡La Palabra de Dios te ayuda!
Por Riqui Ricón*
Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos.  Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban (Es 5.1-2).
Esos fueron días muy difíciles para el pueblo de Israel: después de 70 años de haber sido destruido el templo y la ciudad de Jerusalén por causa de sus pecados e incredulidad, ellos seguían cautivos y llenos de temor. A pesar de tener la orden y el propósito de reedificar el templo, y con ello sus vidas; las circunstancias y los enemigos los habían amedrentado a tal grado que estaban inmovilizados. Estando en esta condición Dios envía Su Palabra y les fortalece animándolos a que pongan manos a la obra. Curiosamente, fueron los profetas quienes les ayudaban, con la Palabra de Dios.
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? El sembrador es el que siembra la palabra (Mar 4.13-14).
Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios (Luc 8.11).
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Estimado(a) amigo(a), si el día de hoy estás enfrentando cualquier tipo de problema: enfermedad, deudas, pobreza, soledad, conflictos familiares, divorcio, trabajo, miedo, depresión, etc., aquí tienes el consejo más práctico y exitoso para salir victorioso(a) de todas esas circunstancias: lee, estudia y medita la Biblia, que es la Palabra de Dios.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Pon la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón. Esto producirá la fe que tu corazón necesita, quitando la duda, el temor y el desánimo que pretenden paralizarte. Haciendo esto, te darás cuenta que, en Verdad, TODO lo puedes en Cristo que te fortalece y que en TODA circunstancia saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo (Rom 10.17 DHH).
La Biblia produce fe y recuerda que la fe es la victoria con que vences al mundo y sus problemas.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3),
La Palabra de Dios es la semilla que alberga y protege al embrión de la fe, que es la fuerza más poderosa del universo y el Padre la puso a tu entera disposición.
Cuando el día comenzó a refrescar,  oyeron el *hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín;  entonces corrieron a esconderse entre los árboles,  para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:   ¿Dónde estás?  El hombre contestó:   Escuché que andabas por el jardín,  y tuve miedo porque estoy desnudo.  Por eso me escondí (Gen 3.8-10).
El miedo y el temor también son una fuerza espiritual, es la fe corrompida por la incredulidad a la Palabra de Dios que Satanás sembró en Adán y Eva en el huerto del Edén. Desde entonces, el diablo utiliza, con gran éxito, la duda y el temor  para mantener cautivos a los que ignoran la Palabra de Dios y viven cautivos a la incredulidad.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;  y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Ti 1.7).
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.15-16).
Recuerda que por la Sangre de Jesús tú has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, por eso, ya has vencido.
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Al igual que los israelitas del tiempo de Esdras, tú puedes poner manos a la obra, pues la fe sin obras es muerta. Sabrás que estás actuando con fe cuando cambies tu forma de hablar respecto al problema o situación. Siempre, la primer obra de tu fe será cambiar tu forma de pensar y de hablar respecto a las circunstancias, pues esto (cambiar tu forma de hablar), refleja, más que nada, que estás creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.
La fe es la certeza que lo que Dios dijo, Él lo hará; es la convicción que lo que Dios habló, Él lo ejecutará.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
Por todo esto, pon mucha atención a lo que piensas y hablas, pues si lo que piensas y hablas está lleno de duda e incredulidad tu fe está siendo anulada y estás en riesgo de ser paralizado(a) por el espíritu de temor.
Así que, cobra ánimo, levántate y comienza a declarar en voz audible lo que Dios, en Su Palabra, la Biblia, dice acerca de ti.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 10.6).
Y, ¿cuál será el poder de la fuerza de Dios? ¿Sus músculos? ¿Sus ángeles? O, ¡Su Palabra!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en este día estoy delante de Tu Presencia para declarar que estoy lleno(a) de fe. Sé que me amas tanto que preferiste entregar a Tu Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Soy tu especial tesoro y aunque mi padre y mi madre me hayan dejado, con todo Tú me has recogido. ¡Soy amado(a) de Dios! Me determino hoy a seguir creyendo Tu Palabra, la Biblia. Señor Jesús, yo soy quien Tú dices que soy: más que vencedor(a), quien todo lo puede. Resisto al espíritu de desánimo e incredulidad que quiere sembrar en mí, su miedo. Soy sano(a) y soy libre, pues la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte. Jesús, Tú me redimiste de la maldición al hacerte maldito por mí y ahora vivo y camino en Tu bendición. Gracias, muchas gracias. Tú, Espíritu Santo vives en mí y conmigo. Tengo Tu Palabra que me ayuda. Tengo Tu unción. Tengo Tu fe. Tengo Tu Amor. ¡No hay forma en que pueda perder! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 28                        2 Jn   /  Es 5-6  /  Sal 93
 


¡Quién puede salir adelante en estos tiempos!

 
Jueves 27 de Septiembre de 2012.
¡Tuya es la Victoria!
Por Riqui Ricón*
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.1a, 4).
Doy gracias a Dios por la claridad y sencillez con las que estableció en Su Palabra tu cambio de vida, esto es: tu liberación de la ley del pecado y de la muerte; la renovación total de tu existencia; tu Nuevo Nacimiento.
Así es, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías Salvador de los hombres, quien pagó con Su Sangre y Vida el castigo de todos tus pecados, entonces, tú, mi querido(a) hermano(a), según la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, eres Nacido(a) de Dios.
Y, puesto que la Escritura establece que tú has Nacido de Nuevo no de simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23), por si fuera poco, Dios ha establecido en Su Palabra que tú eres el que vence al mundo con tu fe (creyéndole a Él, creyendo Su Palabra).
Efectivamente, Dios lo dice y es la verdad. No depende de si te sientes o te ves en victoria en este momento o si no lo sientes, ni te ves a ti mismo(a) en victoria. Sólo depende de si lo crees o no. Depende de si crees que la Biblia es la Palabra de Dios y por lo tanto la Verdad.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).
Dijo Jesús: ¿Cómo "si puedes"? Para el que cree, todo es posible. (Mar 9.23 CST).
Es por esto que la victoria que vence toda enfermedad, toda pobreza, toda angustia, toda soledad, toda depresión y toda aflicción es tu fe. No sólo creer en Dios sino creerle a Dios. Creer a Su Palabra, la Biblia.
Esta es tu victoria; esta es tu paz y tu gozo: saber que Dios no puede mentir, que Él tiene Palabra de Honor y primero el cielo y la tierra pasarán antes que deje de cumplirte una sola de Sus Palabras.
No son tus circunstancias las que determinan tu victoria. No lo son las pruebas médicas, ni los recursos económicos. Tampoco lo son tus habilidades o capacidades para resolver los conflictos y problemas familiares. ¡Es tu fe!
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.  Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos (Isa 26.3-4).
Dios, tu Padre, se ha comprometido a guardarte en completa paz cuando tú perseveras manteniéndote constante y persistentemente confiando en Él, creyendo Su Palabra. Al fin y al cabo, Dios tiene Palabra de Honor y si Él dice que en todas las cosas saldrás más que vencedor(a), entonces, es cosa segura, puedes confiar que, efectivamente, saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama, Cristo Jesús.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Tu vida y tu victoria están garantizadas por la Palabra de Honor de tu Padre celestial. ¡Puedes tener paz!
Os he dicho todas estas cosas para que en mí encontréis vuestra paz. Siempre tendréis en el mundo pruebas que os afligirán, pero confiad en mí, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 CST).
Confiar en Dios (creer que la Biblia es en verdad la Palabra de Dios), es la clave para que comiences a vivir, de una vez por todas, una vida plena y dichosa.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Todas las cosas que la Biblia asegura acerca de ti fueron declaradas por Dios para que tengas la certeza que Él te ama y que tuya es la Victoria:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Has sido declarado(a) justo(a) por Dios, y eso eres, justo(a).
Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios (1 Jn 3.1 CST).
Literalmente, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
A pesar de todo lo que el diablo pretenda hacerte creer, la Verdad es que tú YA NO ERES la misma persona que solías ser. Ese (esa) pecador(a) vendido(a) al pecado y destinado(a) a la muerte eterna NO EXISTE MÁS. ¡Murió en la cruz!
¿Qué otra cosa podemos decir? ¿Seguiremos pecando, para que Dios pueda manifestar más ampliamente su gracia salvadora?  ¡De ninguna manera! No podemos seguir viviendo bajo el dominio del pecado después de haber muerto en lo que al pecado respecta. Entended esto: todos los que hemos sido bautizados en el nombre de Cristo Jesús, por el hecho mismo del bautismo estamos unidos a él en su muerte. Simbólicamente, nuestra vieja naturaleza amante del pecado quedó muerta y sepultada con Cristo en el bautismo, para que podamos andar en una maravillosa vida nueva, de acuerdo con la nueva vida que él recibió al ser resucitado de entre los muertos por el glorioso poder de Dios Padre. De este modo pasamos a formar parte de él mismo. Por así decirlo, cuando él murió, nosotros morimos con él, pero ahora compartimos su nueva vida porque también resucitamos con él en su resurrección (Ro 6.1-5 CST).
¡Literal y legítimamente TÚ ERES un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
No en vano la Escritura dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, dichosa(o), mil veces feliz y plena(o) la mujer y el hombre que en Ti confían. Gracias porque puedo confiar en Ti. Yo confío en Ti, Señor Jesús. Tú me guardas en completa paz. Tú eres mi luz y mi salvación, eres mi sanador y libertador, me sostienes con Tu diestra de Justicia y me has dado la victoria. Yo te creo Señor, creo Tu Palabra y no voy a temer. Desecho de mi vida la duda, el temor y la incredulidad. Yo soy Tu Hija(o) y puedo declarar con toda certeza: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3). Ante cualquier circunstancia adversa, yo, ____________ (tu nombre aquí), creo y declaro que Tú, Señor, aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. Yo soy justo(a) y floreceré como la palmera; Creceré como cedro en el Líbano. Estoy Plantado(a) en la casa de Jehová, En los atrios de mi Dios floreceré. Aun en la vejez fructificaré; Estaré vigoroso(a) y verde, Para anunciar que Tú, Jehová,  mi fortaleza eres recto, Y que en Ti no hay injusticia. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 27                        1 Jn 5  /  Es 3-4  /  Sal 92