jueves, 28 de junio de 2012

¡Con esto vencerás hoy!


Jueves 28 de Junio de 2012.
¡Amor sublime!
Por Riqui Ricón*
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad (Mar 9.21-24).
Cuando este padre de familia cuestionó a Jesús si podría hacer algo para ayudarlos, la respuesta es clara y asombrosa por parte de nuestro Señor: la raíz del problema no es si yo, Jesús, puedo hacer algo por ti, más bien es si tú puedes creer, pues el que cree en mí, al que cree en mi Palabra, TODO le es posible.
Dios es Todopoderoso y no hay algo que sea difícil para Él. Además te ama con tan grande Amor que, a pesar de que estabas muerto(a) en delitos y pecados, entregó a Su propio Hijo para pagar, en tu lugar, todos tus pecados y así darte Vida Eterna juntamente con Cristo. De esta forma el Padre logró su cometido: hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto (Os 2.14-15).
En verdad, el Amor de Dios para contigo es tan maravilloso, profundo y exquisito que no puedes hacer otra cosa que maravillarte de Su Persona. En el libro de Oseas, la vida que llevabas, en pecado y lejos de Dios, se compara a una esposa adúltera que terminó de prostituta y, aun así, Dios, como amante esposo, está dispuesto a perdonar y olvidar y atraerte a Él para hablar a tu corazón. ¡Sublime Amor!
Envió desde lo alto y me tomó; Me sacó de las muchas aguas. Me libró de poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo…   Me diste asimismo el escudo de tu salvación, Y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré, Y no volveré hasta acabarlos. Los consumiré y los heriré, de modo que no se levanten; Caerán debajo de mis pies. Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, Y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruyese a los que me aborrecen (2 S 22.17-18, 36-41).
Ahora, gracias a Jesús y lo que hizo por ti en la cruz, eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida de Nuevo, y, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, tú has sido puesto(a) por encima de tus problemas, enfermedades o circunstancias, para que compruebes que la buena voluntad de Dios para contigo es agradable y perfecta.
Así que, la vida en el reino no se trata de lo que tú puedas hacer o tener, sino de lo que ahora eres, de quien tú eres por lo que Él hizo por ti. Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados (Stgo 5.13-15).
Así de simple, hermoso y sencillo es el Amor de Dios. Él no te ha dejado y nunca te dejará pues, si en verdad te has dado cuenta, ahora Él es tu Padre.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).
Ya sea que te encuentres en la situación de ese padre con su hijo enfermo, o como David rodeado de enemigos, o traicionado como Oseas, sin importar la circunstancia, problema o enfermedad, la Verdad es que Dios te ama; que ahora eres Su Hijo(a) y Él es tu Padre, y Él es Dios. Así que, sea lo que sea que estés enfrentando hoy, eso sólo son hechos, y la Verdad, la Palabra de Dios, siempre prevalecerá. Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
¡No dudes más! ¡Tú eres el (la) amado(a) de Dios!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, Tu Palabra, la Biblia, que no miente, dice que nosotros hemos conocido y creído Tu Amor. En este momento, una vez más, yo lo recibo. Tu Amor de Padre. Yo soy Tu Hija(o) amada(o) y aunque por las circunstancias del momento yo no me vea o no me sienta así Tu Palabra es la Verdad y yo he decidido creerte a Ti. Precioso Señor Jesús, Tú dices en Tu Palabra que al que cree, todo le es posibles. Así que, declaro hoy que soy sana(o), libre, prospera(o) y feliz. Le llamo a la vida plena y abundante que como Hija(o) de Dios tengo derecho. Sé que tendré más problemas y aflicciones pero de todas ellas saldré más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Soy Nueva Creatura! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! ¡Mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo, que cualquiera que está en el mundo! ¡No voy a temer, sólo creeré! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio         28                        Mar 9.2-50  /  2 Sam 22  /  Ose 2



miércoles, 27 de junio de 2012

¡Cómo negarte a ti mismo y tomar tu cruz!


Miércoles 27 de Junio de 2012.
¡Con toda certeza y seguridad!
Por Riqui Ricón*
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.  Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará (Mar 8.34-35).
La religión te enseña que negarte a ti mismo(a) y tomar tu cruz significa aceptar con humilde resignación todas las cosas malas que vienen a tu vida, como las enfermedades, accidentes, pobreza, desintegración familiar, etc., etc. Te enseña que todo esto es la voluntad de Dios y que, si estás viviendo alguna de estas desgracias será por alguna razón, por algo que hiciste y, por lo tanto, lo mereces, o porque Dios te está dando algún tipo  de lección o probando tu fe. Así que, debes aceptarlo, resignarte y humillarte bajo la poderosa mano de Dios. Con todo respeto, esto me parece un gran error provocado por la falta de conocimiento de la Verdad.
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, quien no miente, Dios es bueno y su voluntad para contigo es buena, agradable y perfecta. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo como el justo pago por todos tus pecados, para así no perderte a ti, sino ganarte para Él. Al pagar Jesús por ti, te hizo justo para perdonar y olvidar todos tus pecados, santificándote y, así, crearte de nuevo, dándote la Vida Eterna y llamándote Hijo(a) legitimo(a) de Él.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios no hizo todo esto por amor a ti para luego condenarte o castigarte o maltratarte. ¡De ninguna manera! Él te ama genuinamente y lo ha dicho, lo ha declarado y lo puso por escrito en Su Palabra.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).
El verdadero propósito del plan de salvación o redención de Dios siempre ha sido el mismo: adoptarte como Hijo(a). Gracias a Jesús, ya no eres más una criatura, un ser humano imperfecto y pecador, ahora, has sido justificado(a) –hecho(a) justo(a)- por la Sangre de Jesús; tu Padre ha perdonado y olvidado todos tus pecados, fracasos y errores; has sido apartado(a) -santificado(a)- para Él y, por el poder del Espíritu Santo, fuiste totalmente regenerado(a), Nacido(a) de Nuevo, como un(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado (Jn 17.23).
Dios, tu Padre, siente por ti lo mismo que siente por Jesús, Él te ama con el mismo Amor con que ama a Su Hijo Jesús pues tú también eres Su Hijo(a).
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn 4.17).
De acuerdo a la Palabra de Dios, tú y yo somos iguales a Jesús, por eso el Padre nos ama de la misma manera.
Entonces, ¿cómo nos negamos a nosotros mismos y tomamos nuestra cruz?
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
La Biblia es muy clara al respecto: sin fe es imposible agradar a Dios. Así que, como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, seguro es que tendrás aflicciones en este mundo: problemas, conflictos, enfermedades, amenazas, etc., pero, en lugar de aceptarlos con “humilde resignación, tú has sido ungido(a) con el Espíritu Santo para enfrentarlos, sabiendo, con toda certeza, que en todos ellos saldrás más que vencedor(a).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Se trata, pues, de creer que eres quien Dios dice en Su Palabra que eres. Una vez que lo creas, y lo declares, comenzarás a vivir como tal: amando a tu Padre celestial sobre todas las cosas y amando a tus semejantes como a ti mismo(a). Lleno de paz, gozo y amor, estarás más que listo para disfrutar la vida plena y abundante que Jesús ganó para ti.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Sabiendo esto, puedes creer la identidad que ahora tienes y poner la otra mejilla no te costará absolutamente nada, le darás al pobre y al necesitado con todo tu amor pues es parte de tu naturaleza, Dios te hizo así. Tú eres como Él es: buena(o) y amorosa(o).
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn 5.4).
Fe es creerle a Dios, es creerle a Su Palabra, sabiendo siempre que si Él lo dijo, entonces lo va a cumplir, si Él lo habló, entonces lo va a ejecutar.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios  en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Negarte a ti mismo(a) y tomar tu cruz no es otra cosa más que creer lo que dice la Biblia. Despójate del viejo(a) hombre (mujer) que está viciado conforme a los deseos engañosos. No le permitas a Satanás engañarte con sus mentiras; él necesita desesperadamente que sigas CREYENDO que eres el (la) mismo(a) pecador(a) que antes eras, que nada ha cambiado y que sigues colgado(a) a tus fracasos, pecados y errores del pasado. ¡Despójate de eso! ¡Renuévate en el espíritu de tu mente poniendo la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón! ¡Mírate de la misma forma que Dios te mira! Y vístete de ese(a) hombre (mujer) nuevo(a) que ahora tú ya eres: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Así que, tenlo por seguro, Dios no te ha dejado ni te dejará jamás. ¡Has sido predestinada(o) a ser más que vencedor(a) por medio del Amor de Aquel que te escogió, te amó y te salvó, Cristo Jesús! Con toda certeza y seguridad puedes negarte a ti mismo(a), tomar tu cruz y seguirle a Él.
Oremos en voz audible:
Gracias amado Padre Celestial por amarme con tan gran Amor. Yo _________ (pon tu nombre aquí) soy Tu Hija(o), legal y genuinamente comprado(a) y rescatado(a) a precio de la Sangre de Jesús. Tu Palabra es la Verdad. La Biblia me define y soy libre para llevar esa vida de victoria sobre el pecado y la muerte que Tú, Jesucristo, adquiriste para mí. Me niego a mí mismo(a), a esa vieja naturaleza que está viciada conforme a los deseos engañosos y tomo mi cruz renovándome en el espíritu de mi mente, me visto del nuevo(a) hombre (mujer) creado(a) según Dios en justicia y santidad de la verdad. Padre, me someto a Tu Palabra, la Biblia, resisto al diablo y este huye de mí. Así que, declaro que yo todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanada(o) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecida(o) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio         27                        Mar 8.22-9.1  /  2 Sam 20-21  /  Ose 1



martes, 26 de junio de 2012

¡Cómo resplandecer en medio de las tinieblas!


Martes 26 de Junio de 2012.
¡Con la luz de la Verdad!
Por Riqui Ricón*
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad (Dan 12.3).
Que hermoso es saber que el Plan Perfecto de Dios para tu vida está lleno de la luz de Cristo (el Ungido con Su Unción), para que vivas una vida plena y abundante. Aquellos que entienden el mensaje del Evangelio y lo reciben resplandecen con la luz de Jesucristo, como las estrellas a perpetua eternidad.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella (Jn 1.4-5).
¡Jesús mismo es la luz y la Vida Eterna que alumbran tu corazón!
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Sin importar las circunstancias que el día de hoy estés enfrentando, debes saber, y sobre todo creer, que Dios no te ha dejado, ni te dejará. Siempre ha estado en Su corazón el deseo de llamarte de las tinieblas a Su luz admirable para trasladarte al reino de Su amado Hijo, Jesús, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.14).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Y aunque, ciertamente, has sido justificado(a) y perdonado(a) en la Sangre de Jesús, lo realmente asombroso es que, por Su resurrección, has sido hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro8.15-17a).
Esto significa que tienes los mismos derechos que Cristo Jesús tiene y puedes, por lo tanto, vivir una vida libre de temor y llena de la plenitud de Dios, Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia (Jn 1.16).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Mientras Jesús les advertía sobre la levadura de los fariseos, sus discípulos discutían acerca de haber olvidado traer pan para comer. ¡Que ironía! Estar cara a cara con Jesús y no tener entendimiento.
Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? (Mar 8.17).
Hoy es tiempo que tú entiendas que, gracias al precio que Jesús pagó en esa cruz, ahora realmente eres un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios y lo que esto significa.
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (1 P 1.3-4).
¡Tú ya no eres de este mundo! (Jn 17.16). Y todas y cada una de las promesas hechas en la Palabra de Dios te pertenecen por completo. Dios las prometió para que tú entendieras que ahora eres Su Hijo(a) amado(a).
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo (Fil 2.15).
Sin lugar a dudas, tú eres un(a) entendido(a) Hijo(a) de Dios y resplandeces como el resplandor del firmamento y como las estrellas a perpetua eternidad. Así que, ten ánimo y por toda tu confianza en Dios; créele a Él, créele a Su Palabra, porque sin importar problema, circunstancia o enfermedad, de todo saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días (Dan 12.13).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, tú has establecido en Tu Palabra que los justos resplandeceremos en Tu Reino. Gracias porque yo soy ese(a) justo(a). Gracias por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste vida juntamente con Cristo. Es por Tu Gracia que yo soy salvo(a). Señor Jesús, muchas gracias por no haber tenido tu condición de ser igual a Dios como algo a que aferrarte y te despojaste a Ti mismo haciéndote obediente hasta la muerte por amor a mí. Por esto, ahora yo soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Gracias, Señor Jesús, porque no sólo proveíste para mí el perdón de mis pecados sino que me hiciste justicia de Dios en Ti y me reconciliaste con Dios haciéndome hermano(a) Tuyo(a) e Hijo(a) del Padre. Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sana(o) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú dices que soy. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio         26                        Mar 8.1-21  /  2 Sam 19  /  Dan 12