¡Has sido declarado(a) Justo(a)!
Por Riqui Ricón*
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus
maravillas. Me
alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré a tu nombre, oh
Altísimo. Mis enemigos volvieron atrás; Cayeron y perecieron delante de ti.
Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando
con justicia (Sal
9.1-4).
Uno de los atributos más grande, asombroso y hermoso de Dios
es Su justicia. Él es Dios y, por lo tanto, Él es justo. Dios es el Juez
Supremo de toda la creación y le alabamos y le adoramos no para adularle, sino
para agradecer y corresponder a esa justicia que se ve magnificada por Su Gran
Amor para con nosotros.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Nunca olvides que Dios te ama tanto que prefirió entregar a
Su propio Hijo antes que perderte a ti.
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir,
enseña que tú estabas muerto(a) a causa de tus delitos y pecados, sin embargo,
por ese Amor que siente por ti, Dios te dio vida al hacer cumplir la sentencia
de muerte que pesaba sobre ti, en la propia vida y persona de Su Hijo
Jesucristo.
Pero Dios, que
es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros
muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús
(Efe 2.4-7).
¡Amor! Amor es y será siempre la palabra clave y el adjetivo
calificativo de todo lo que Dios tiene y quiere para contigo. Jamás ha sido Su
deseo condenarte para enviarte al infierno sino, todo lo contrario, Él quiere
que seas salvo(a) por medio de Jesús.
porque el Hijo del
Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.
Y se fueron a otra aldea (Luc
9.56).
La palabra salvo
tiene muchos y hermosos significados: salvar, rescatar, librar, proteger,
ensanchar, sanar, poner en victoria aquel que estaba en derrota.
Así
que, hoy puedes reflexionar en estos cuatro puntos:
1.
Dios es Justo.
2.
La justicia fue satisfecha en el
momento que se pagó el justo castigo por tus pecados: la muerte, en la persona
de Jesús.
3.
Eres salvo(a) en el momento que,
por medio de la fe, al creerle a Dios y a Su Palabra, aceptas este sacrificio y
reconoces a Jesús como tu Señor y Salvador.
4.
Ser salvo(a) significa TENER PLENO
DERECHO a vivir una vida totalmente diferente a la que antes tenías, una vida
victoriosa sobre las aflicciones que se te vienen encima, por lo tanto, al ser
más que vencedor(a) y a pesar de los problemas, tienes pleno derecho a vivir
una vida en total prosperidad, salud y paz.
El ladrón no viene sino
para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Amado,
yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma (3 Jn 2).
en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Esta
es la Palabra de Dios, Su Palabra de Honor, y como puedes ver, sin importar lo
que hayas hecho de tu vida o lo que estés padeciendo en este día, en Cristo
Jesús, ahora ES JUSTO PARA DIOS, que tengas una vida plena y abundante.
Todo
aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial
que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de
veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no
comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).
Y no sólo eres justo(a), sino que, precisamente por esto,
ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
Si Dios no te abandonó a tu suerte antes, viviendo como
vivías, mucho menos te abandonará ahora que eres Suyo(a) para siempre.
Aunque mi padre y
mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá (Sal 27.10).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, Tu Palabra, la Biblia, dice
claramente que, al que no conoció pecado, Cristo Jesús, por mí lo hiciste
pecado, para que yo fuese hecho(a) justicia de Dios en Él. Dios, yo sé que Tú
eres el único Juez justo y que Tus
sentencias son eternas. Así que, ¡me has declarado justo(a)! ¡Gracias, mi Dios!
Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en la cruz, ahora tengo pleno derecho a
ser llamado(a) Hijo(a) de Dios. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Tomo la determinación
de creer; de creerte a Ti y de creer Tu Palabra, la Biblia. Sin importar cuál
sea mi condición actual, por Cristo Jesús, que tengo derecho a vivir una vida
plena y abundante. De acuerdo a Tu Voluntad, expresada
en Tu Palabra, ¡yo soy sano(a)!
¡Soy libre!
¡Creo, llamo y recibo a la prosperidad en todas las cosas!
¡Creo, llamo y recibo a la salud de mi cuerpo! ¡Creo, llamo y recibo al gozo,
la paz y el amor para vivir en Tu Plenitud, mi Dios! ¡No voy a temer, sólo voy
a creer! Este año caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra, mas a mí no
llegará, pues aunque ande en valle de sombre y de muerte, no temeré mal alguno,
porque Tú, Señor Jesús, estás conmigo. Amén, amén y amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a
este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre!
¡Nunca
más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
9 Luc 9.28-62 /
Gen 16 / Sal 9
RV60
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
9 Luc 9.28-62 /
Gen 16 / Sal 9
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
9 Luc 9.28-62 /
Gen 16 / Sal 9
San Lucas 9.28-62
La transfiguración
(Mt. 17.1–8; Mr.
9.2–8)
28Aconteció
como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo,
y subió al monte a orar.h 29Y
entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. 30Y
he aquí dos varones que hablaban con él, los
cuales eran Moisés y Elías; 31quienes aparecieron rodeados de
gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. 32Y
Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. 33Y
sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para
nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para
Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. 34Mientras él
decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la
nube. 35Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo
amado;i a él oíd. 36Y
cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos
días no dijeron nada a nadie de lo que habían
visto.
(Mt. 17.1–8; Mr.
9.2–8)
28Aconteció
como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo,
y subió al monte a orar.h 29Y
entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. 30Y
he aquí dos varones que hablaban con él, los
cuales eran Moisés y Elías; 31quienes aparecieron rodeados de
gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. 32Y
Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. 33Y
sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para
nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para
Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. 34Mientras él
decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la
nube. 35Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo
amado;i a él oíd. 36Y
cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos
días no dijeron nada a nadie de lo que habían
visto.
Jesús sana a un muchacho endemoniado
(Mt. 17.14–21;
Mr. 9.14–29)
37Al
día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al
encuentro. 38Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo:
Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; 39y
sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con
violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta
de él. 40Y rogué
a tus discípulos
que le echasen
fuera, y no
pudieron. 41Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación
incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de
soportar? Trae acá a tu hijo. 42Y mientras se acercaba el muchacho,
el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu
h
h
9.28–35: 2 P. 1.17–18.
i i
9.35: Is. 42.1; Mt. 3.17; 12.18; Mr. 1.11; Lc. 3.22.
inmundo, y sanó al
muchacho, y se lo devolvió a su padre. 43Y todos se admiraban de la
grandeza de Dios.
(Mt. 17.14–21;
Mr. 9.14–29)
37Al
día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al
encuentro. 38Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo:
Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo; 39y
sucede que un espíritu le toma, y de repente da voces, y le sacude con
violencia, y le hace echar espuma, y estropeándole, a duras penas se aparta
de él. 40Y rogué
a tus discípulos
que le echasen
fuera, y no
pudieron. 41Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación
incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de
soportar? Trae acá a tu hijo. 42Y mientras se acercaba el muchacho,
el demonio le derribó y le sacudió con violencia; pero Jesús reprendió al espíritu
h
h
9.28–35: 2 P. 1.17–18.
i i
9.35: Is. 42.1; Mt. 3.17; 12.18; Mr. 1.11; Lc. 3.22.
inmundo, y sanó al
muchacho, y se lo devolvió a su padre. 43Y todos se admiraban de la
grandeza de Dios.
Jesús anuncia otra vez su muerte
(Mt. 17.22–23;
Mr. 9.30–32)
Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía,
dijo a sus discípulos: 44Haced que os penetren bien en los oídos
estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres. 45Mas ellos no entendían estas palabras, pues les
estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas
palabras.
(Mt. 17.22–23;
Mr. 9.30–32)
Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía,
dijo a sus discípulos: 44Haced que os penetren bien en los oídos
estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres. 45Mas ellos no entendían estas palabras, pues les
estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas
palabras.
¿Quién es el mayor?
(Mt. 18.1–5; Mr.
9.33–37)
46Entonces
entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor.j 47Y Jesús, percibiendo los pensamientos de
sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí, 48y les dijo:
Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera
que me recibe a mí, recibe al que me envió;k
porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.
(Mt. 18.1–5; Mr.
9.33–37)
46Entonces
entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor.j 47Y Jesús, percibiendo los pensamientos de
sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí, 48y les dijo:
Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera
que me recibe a mí, recibe al que me envió;k
porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.
El que no es contra nosotros, por
nosotros es
(Mr. 9.38–40)
49Entonces
respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios
en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. 50Jesús
le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros
es.
(Mr. 9.38–40)
49Entonces
respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios
en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. 50Jesús
le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros
es.
Jesús reprende a Jacobo y a Juan
51Cuando
se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro
para ir a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él, los cuales
fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53Mas
no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. 54Viendo
esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que
descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?l 55Entonces volviéndose él, los reprendió,
diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56porque el Hijo
del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para
salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
51Cuando
se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro
para ir a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él, los cuales
fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. 53Mas
no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. 54Viendo
esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que
descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?l 55Entonces volviéndose él, los reprendió,
diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; 56porque el Hijo
del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para
salvarlas. Y se fueron a otra aldea.
Los que querían seguir a Jesús
(Mt. 8.18–22)
57Yendo ellos, uno le dijo en el camino:
Señor, te seguiré
adondequiera que vayas. 58Y
le
dijo Jesús: Las zorras tienen
guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor,
déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: Deja
que los muertos entierren a sus muertos;
y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces
también dijo otro:
j j
9.46: Lc. 22.24.
k k
9.48: Mt. 10.40; Lc. 10.16; Jn. 13.20.
l l 9.54:
2 R. 1.9–16.
Te
seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.m 62Y Jesús le
dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para
el reino de Dios.1
(Mt. 8.18–22)
57Yendo ellos, uno le dijo en el camino:
Señor, te seguiré
adondequiera que vayas. 58Y
le
dijo Jesús: Las zorras tienen
guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar la cabeza. 59Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor,
déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 60Jesús le dijo: Deja
que los muertos entierren a sus muertos;
y tú ve, y anuncia el reino de Dios. 61Entonces
también dijo otro:
j j
9.46: Lc. 22.24.
k k
9.48: Mt. 10.40; Lc. 10.16; Jn. 13.20.
l l 9.54:
2 R. 1.9–16.
Te
seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa.m 62Y Jesús le
dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para
el reino de Dios.1
Génesis 16
Agar e Ismael
16
1Sarai
mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se
llamaba Agar. 2Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha
hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos
de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 3Y Sarai mujer de Abram
tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en
la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. 4Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando
vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 5Entonces
Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo
te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio;
juzgue Jehová entre tú y yo. 6Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu
sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la
afligía, ella huyó de su presencia.
7Y la halló el ángel de Jehová junto
a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de
Shur. 8Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a
dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9Y
le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10Le
dijo también el ángel de
Jehová:
Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el
ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre Ismael,12 porque
Jehová ha oído tu aflicción. 12Y él será hombre fiero; su mano será
contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos
habitará. 13Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba:
Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14Por
lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.
15Y Agar dio a luz un hijo a Abram,
y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. 16Era
Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.2
16
1Sarai
mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se
llamaba Agar. 2Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha
hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos
de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 3Y Sarai mujer de Abram
tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en
la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. 4Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando
vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 5Entonces
Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo
te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio;
juzgue Jehová entre tú y yo. 6Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu
sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la
afligía, ella huyó de su presencia.
7Y la halló el ángel de Jehová junto
a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de
Shur. 8Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a
dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9Y
le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10Le
dijo también el ángel de
Jehová:
Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el
ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás
su nombre Ismael,12 porque
Jehová ha oído tu aflicción. 12Y él será hombre fiero; su mano será
contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos
habitará. 13Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba:
Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14Por
lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.
15Y Agar dio a luz un hijo a Abram,
y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. 16Era
Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.2
Salmo 9
Acción de gracias por la justicia de
Dios
Al
músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.
m m 9.61: 1 R. 19.20.
1 Reina
Valera Revisada (1960)------------------------------------------------------------------ 62
12 Esto
es, Dios oye.
2 Reina
Valera Revisada (1960)--------------------------------------------------------------------- 16.16
1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi
corazón; Contaré todas tus maravillas.
2 Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré
a tu nombre, oh Altísimo.
3 Mis enemigos volvieron atrás; Cayeron y perecieron delante de ti.
4 Porque has mantenido mi derecho y mi causa;
Te has sentado en el trono juzgando con
justicia.
5 Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, Borraste el nombre de
ellos eternamente y para siempre.
6 Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre; Y las ciudades que derribaste,
Su memoria pereció con
ellas.
7 Pero Jehová permanecerá para siempre;
Ha dispuesto su trono para juicio.
8 El juzgará al mundo con justicia, Y
a los pueblos con rectitud.
9 Jehová será refugio del pobre, Refugio
para el tiempo de angustia.
10 En ti confiarán los
que conocen tu nombre,
Por cuanto tú, oh
Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
11 Cantad a Jehová, que habita en Sion; Publicad entre los pueblos sus obras.
12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos; No se olvidó del clamor de los afligidos.
13 Ten misericordia de mí, Jehová;
Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, Tú que
me levantas de las puertas de la muerte,
14 Para que cuente yo todas tus
alabanzas En las puertas de la hija de Sion,
Y me goce en tu salvación.
15 Se hundieron las naciones en el hoyo que
hicieron; En la red que escondieron
fue tomado su pie.
16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; En la obra de sus manos fue enlazado el malo.
Higaion. Selah
17 Los malos serán trasladados al Seol,
Todas las gentes que se olvidan de Dios.
18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, Ni la esperanza de los
pobres perecerá perpetuamente.
19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;
Sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Pon, oh Jehová, temor en ellos; Conozcan las naciones que no son sino hombres.
Selah3
3 Reina Valera Revisada (1960) 9.2
Al
músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.
m m 9.61: 1 R. 19.20.
1 Reina
Valera Revisada (1960)------------------------------------------------------------------ 62
12 Esto
es, Dios oye.
2 Reina
Valera Revisada (1960)--------------------------------------------------------------------- 16.16
1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi
corazón; Contaré todas tus maravillas.
2 Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré
a tu nombre, oh Altísimo.
3 Mis enemigos volvieron atrás; Cayeron y perecieron delante de ti.
4 Porque has mantenido mi derecho y mi causa;
Te has sentado en el trono juzgando con
justicia.
5 Reprendiste a las naciones, destruiste al malo, Borraste el nombre de
ellos eternamente y para siempre.
6 Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre; Y las ciudades que derribaste,
Su memoria pereció con
ellas.
7 Pero Jehová permanecerá para siempre;
Ha dispuesto su trono para juicio.
8 El juzgará al mundo con justicia, Y
a los pueblos con rectitud.
9 Jehová será refugio del pobre, Refugio
para el tiempo de angustia.
10 En ti confiarán los
que conocen tu nombre,
Por cuanto tú, oh
Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
11 Cantad a Jehová, que habita en Sion; Publicad entre los pueblos sus obras.
12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos; No se olvidó del clamor de los afligidos.
13 Ten misericordia de mí, Jehová;
Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, Tú que
me levantas de las puertas de la muerte,
14 Para que cuente yo todas tus
alabanzas En las puertas de la hija de Sion,
Y me goce en tu salvación.
15 Se hundieron las naciones en el hoyo que
hicieron; En la red que escondieron
fue tomado su pie.
16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; En la obra de sus manos fue enlazado el malo.
Higaion. Selah
17 Los malos serán trasladados al Seol,
Todas las gentes que se olvidan de Dios.
18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, Ni la esperanza de los
pobres perecerá perpetuamente.
19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;
Sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Pon, oh Jehová, temor en ellos; Conozcan las naciones que no son sino hombres.
Selah3
3 Reina Valera Revisada (1960) 9.2
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?