¡Cómo hacer tus sueños realidad!
¡Lo mejor de tu vida lo puedes
soñar!
Por Riqui Ricón*
Cuando ellos lo vieron de
lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y
echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos
qué será de sus sueños (Gen 37.18-20).
La obra de tu enemigo, el diablo,
siempre ha sido la de matar tus sueños para así poder robarte tu identidad como
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sin embargo, tu Padre celestial, primero
te creó dándote la vida y luego te predestinó para ser heredero(a) de Eterna
salvación al darte la identidad de Hijo(a)
Suyo(a) por medio de Jesucristo.
en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en
el salvador que da vida eterna a todos los que lo obedecen (He 5.9 BLS).
Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Ga 4.7).
En cuanto a los sueños perdidos, en una ocasión el
profeta Eliseo le dijo a la mujer sunamita (la cual era estéril y no tenía
hijos, y además había tratado tan bien a Eliseo que hasta un cuarto les había
construido):
El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No,
señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer
concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le
había dicho (2 R 4.16-17).
Esta mujer ya había perdido toda
esperanza de ver realizado su sueño de ser madre. Su sueño había muerto y ella no consideraba posible volverlo a
pensar siquiera. Por eso, recriminaba al profeta de hacer burla de su lamentable
situación.
La realidad era que ella no podía
tener hijos a causa de su esterilidad, pero la verdad fue que el profeta habló
en el nombre de Dios y ella pudo ver hecho realidad su sueño, ¡a pesar que no
tenía fe para creerlo!
¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo
puede alguien recuperar el hilo de una vida ya gastada? ¿Cómo puede un sueño ya
perdido hacerse realidad? Todo comenzó con el deseo de esta mujer de retener
bajo su techo al profeta de Dios y, por lo tanto, tener acceso a la Palabra de
Dios.
Y ella dijo a su marido: He
aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón
santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes,
y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a
nosotros, se quede en él (2 R 4.9-10).
Ella recuperó sus sueños y su
vida al anhelar y atesorar al profeta y a su mensaje, esto es, atesorar la
Palabra de Dios.
A causa de la vida que llevaron,
a muchos cristianos, que son Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, les parece, que ya
han perdido la oportunidad de realizar sus sueños y se resignan a llevar una
vida “normal” carente de sentido o significado. Pero recuerda,
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Nada está más lejos de la Verdad
que la resignación. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y tienes todo
el derecho a retomar el hilo de tu vida. Tienes todo el derecho a volver a
soñar y creer, pues al que le cree a Dios TODO le es posible.
Dios escogió a José para dar
cumplimiento a Su Palabra empeñada a Abraham, Isaac y Jacob; y aunque los
hermanos de José trataron de matar sus sueños vendiéndolo como esclavo, Dios
fue fiel a Su Palabra con el hombre que había escogido.
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que
le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito (Ro 8.28 RVA).
¿Sabías que tú has sido
escogido(a), llamado(a), por Dios? La Biblia lo dice así y lo realmente
trascendente es si tú en Verdad lo crees así.
Gracias a Cristo Jesús, tú, mi amado(a)
hermano(a), puedes aspirar, a partir de este instante, a vivir una vida
abundante en la plenitud de Dios.
No le permitas al diablo robarte tus
sueños y determínate a vivir en la certeza de tu fe, pues si Dios lo dijo,
entonces, Él lo va hacer, si Él lo habló, entonces, Él lo va a cumplir.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Mar 13.31).
¡No existe la más mínima
posibilidad de que Dios deje de cumplirte Su Palabra!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
No hay
fundamento más grande en el cual puedas cimentar tu fe, no hay demostración más
grande de Amor, que saber que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo, para
pagar TODOS tus pecados, antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a).
Y por el gran Amor con que Dios te ha amado, no sólo pagó TODOS tus
pecados para hacerte justo sino que decidió hacer de ti Su propio(a) Hijo(a).
Para Dios eres muy importante y
Él no desea que vivas padeciendo aflicciones que ya fueron pagadas con la Vida
de Su Hijo Jesús; por eso, deja de poner tu atención en los problemas,
enfermedades o aflicciones que estés enfrentando y pon TODA tu atención a lo
que Dios te dice hoy, por medio de esta reflexión y de Su Palabra: Que tú eres
importante para Él; que Él no te ha dejado, ni te dejará; que te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, antes que perderte a ti. Qué Él
está contigo y que de todo problema, enfermedad o aflicción tú saldrás más que
vencedor(a).
Hoy Dios, tu Padre, te dice que
es tiempo de regresar a casa y recuperar tus sueños.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta
hora quiero darte las gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado.
Gracias, Señor Jesús, por haber pagado por mí el precio de todos mis pecados y
haberme dado la Vida Eterna. Hoy puedo levantarme con la cabeza erguida y el
corazón agradecido, pues, por lo que hiciste por mí en la cruz, ahora soy un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy nueva creación! Las cosas viejas
pasaron, he aquí que todas son hechas nuevas en mi vida. En el nombre de Jesús,
yo le llamo a la sanidad y a la salud de mi cuerpo; llamo a la estabilidad
emocional en mi vida, pues ahora sé quién yo soy: le llamo a mi libertad
financiera. Creo y declaro que soy la persona que Tú, mi Dios y Padre, dices en
Tu Palabra que yo soy. Soy libre y dichoso(a), pues el Todopoderoso está
conmigo. Voy a volver a soñar para realizar todo aquello a lo que he sido
llamado(a) a ser. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
28 Luc 20.27-47
/
Gen 37 / Sal 28
¡Cómo hacer tus sueños realidad!
28 de Enero
¡Lo mejor de tu vida lo puedes
soñar!
Por Riqui Ricón*
Cuando ellos lo vieron de
lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y
echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos
qué será de sus sueños (Gen 37.18-20).
La obra de tu enemigo, el diablo,
siempre ha sido la de matar tus sueños para así poder robarte tu identidad como
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sin embargo, tu Padre celestial, primero
te creó dándote la vida y luego te predestinó para ser heredero(a) de Eterna
salvación al darte la identidad de Hijo(a)
Suyo(a) por medio de Jesucristo.
en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en
el salvador que da vida eterna a todos los que lo obedecen (He 5.9 BLS).
Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Ga 4.7).
En cuanto a los sueños perdidos, en una ocasión el
profeta Eliseo le dijo a la mujer sunamita (la cual era estéril y no tenía
hijos, y además había tratado tan bien a Eliseo que hasta un cuarto les había
construido):
El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No,
señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer
concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le
había dicho (2 R 4.16-17).
Esta mujer ya había perdido toda
esperanza de ver realizado su sueño de ser madre. Su sueño había muerto y ella no consideraba posible volverlo a
pensar siquiera. Por eso, recriminaba al profeta de hacer burla de su lamentable
situación.
La realidad era que ella no podía
tener hijos a causa de su esterilidad, pero la verdad fue que el profeta habló
en el nombre de Dios y ella pudo ver hecho realidad su sueño, ¡a pesar que no
tenía fe para creerlo!
¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo
puede alguien recuperar el hilo de una vida ya gastada? ¿Cómo puede un sueño ya
perdido hacerse realidad? Todo comenzó con el deseo de esta mujer de retener
bajo su techo al profeta de Dios y, por lo tanto, tener acceso a la Palabra de
Dios.
Y ella dijo a su marido: He
aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón
santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes,
y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a
nosotros, se quede en él (2 R 4.9-10).
Ella recuperó sus sueños y su
vida al anhelar y atesorar al profeta y a su mensaje, esto es, atesorar la
Palabra de Dios.
A causa de la vida que llevaron,
a muchos cristianos, que son Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, les parece, que ya
han perdido la oportunidad de realizar sus sueños y se resignan a llevar una
vida “normal” carente de sentido o significado. Pero recuerda,
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Nada está más lejos de la Verdad
que la resignación. Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y tienes todo
el derecho a retomar el hilo de tu vida. Tienes todo el derecho a volver a
soñar y creer, pues al que le cree a Dios TODO le es posible.
Dios escogió a José para dar
cumplimiento a Su Palabra empeñada a Abraham, Isaac y Jacob; y aunque los
hermanos de José trataron de matar sus sueños vendiéndolo como esclavo, Dios
fue fiel a Su Palabra con el hombre que había escogido.
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que
le aman, esto es, a los que son llamados conforme a su propósito (Ro 8.28 RVA).
¿Sabías que tú has sido
escogido(a), llamado(a), por Dios? La Biblia lo dice así y lo realmente
trascendente es si tú en Verdad lo crees así.
Gracias a Cristo Jesús, tú, mi amado(a)
hermano(a), puedes aspirar, a partir de este instante, a vivir una vida
abundante en la plenitud de Dios.
No le permitas al diablo robarte tus
sueños y determínate a vivir en la certeza de tu fe, pues si Dios lo dijo,
entonces, Él lo va hacer, si Él lo habló, entonces, Él lo va a cumplir.
El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán (Mar 13.31).
¡No existe la más mínima
posibilidad de que Dios deje de cumplirte Su Palabra!
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
No hay
fundamento más grande en el cual puedas cimentar tu fe, no hay demostración más
grande de Amor, que saber que Dios prefirió entregar a Su propio Hijo, para
pagar TODOS tus pecados, antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! (1 Jn 3.1a).
Y por el gran Amor con que Dios te ha amado, no sólo pagó TODOS tus
pecados para hacerte justo sino que decidió hacer de ti Su propio(a) Hijo(a).
Para Dios eres muy importante y
Él no desea que vivas padeciendo aflicciones que ya fueron pagadas con la Vida
de Su Hijo Jesús; por eso, deja de poner tu atención en los problemas,
enfermedades o aflicciones que estés enfrentando y pon TODA tu atención a lo
que Dios te dice hoy, por medio de esta reflexión y de Su Palabra: Que tú eres
importante para Él; que Él no te ha dejado, ni te dejará; que te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, antes que perderte a ti. Qué Él
está contigo y que de todo problema, enfermedad o aflicción tú saldrás más que
vencedor(a).
Hoy Dios, tu Padre, te dice que
es tiempo de regresar a casa y recuperar tus sueños.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta
hora quiero darte las gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado.
Gracias, Señor Jesús, por haber pagado por mí el precio de todos mis pecados y
haberme dado la Vida Eterna. Hoy puedo levantarme con la cabeza erguida y el
corazón agradecido, pues, por lo que hiciste por mí en la cruz, ahora soy un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy nueva creación! Las cosas viejas
pasaron, he aquí que todas son hechas nuevas en mi vida. En el nombre de Jesús,
yo le llamo a la sanidad y a la salud de mi cuerpo; llamo a la estabilidad
emocional en mi vida, pues ahora sé quién yo soy: le llamo a mi libertad
financiera. Creo y declaro que soy la persona que Tú, mi Dios y Padre, dices en
Tu Palabra que yo soy. Soy libre y dichoso(a), pues el Todopoderoso está
conmigo. Voy a volver a soñar para realizar todo aquello a lo que he sido
llamado(a) a ser. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
28 Luc 20.27-47
/
Gen 37 / Sal 28
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
28 Luc 20.27-47
/
Gen 37 / Sal 28
San
Lucas 20.27-47
La pregunta sobre la resurrección
(Mt. 22.23–33; Mr. 12.18–27)
27Llegando entonces algunos de los
saduceos, los cuales niegan haber resurrección,c le
preguntaron, 28diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el
hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se
case con ella, y levante descendencia a su hermano.d 29Hubo,
pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30Y
la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31La tomó el
tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32Finalmente
murió también la mujer. 33En la resurrección, pues, ¿de cuál de
ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
34Entonces respondiendo Jesús, les
dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35mas
los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de
entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36Porque
no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al
ser hijos de la resurrección. 37Pero en cuanto a que los muertos
han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama
al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.e 38Porque
Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. 39Respondiéndole
algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40Y no
osaron preguntarle nada más.
¿De quién es hijo el Cristo?
(Mt. 22.41–46; Mr. 12.35–37)
41Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen
que el Cristo es hijo de David? 42Pues el mismo David dice en el
libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.f
44David, pues, le llama Señor;
¿cómo entonces es su hijo?
Jesús acusa a los escribas
(Mt. 23.1–36; Mr. 12.38–40; Lc. 11.37–54)
45Y oyéndole todo el pueblo, dijo a
sus discípulos: 46Guardaos de los escribas, que gustan de andar
con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas
en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 47que
devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos
recibirán mayor condenación.[1]
Génesis
37
José es vendido por sus hermanos
37
1Habitó Jacob en la tierra donde
había morado su padre, en la tierra de Canaán. 2Esta es la
historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años,
apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de
Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre
la mala fama de ellos. 3Y amaba Israel a José más que a todos sus
hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos
colores. 4Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a
todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
5Y soñó José un sueño, y lo contó a
sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. 6Y él
les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7He aquí que
atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y
estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al
mío. 8Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o
señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y
sus palabras. 9Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos,
diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y
once estrellas se inclinaban a mí. 10Y lo contó a su padre y a sus
hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste?
¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
11Y sus hermanos le tenían envidia,a mas su padre
meditaba en esto.
12Después fueron sus hermanos a
apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13Y dijo Israel a
José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos.
Y él respondió: Heme aquí. 14E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo
están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió
del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15Y lo halló un hombre,
andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué
buscas? 16José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me
muestres dónde están apacentando. 17Aquel hombre respondió: Ya se
han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de
sus hermanos, y los halló en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron de
lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
19Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20Ahora
pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala
bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21Cuando Rubén
oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22Y les
dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el
desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo
volver a su padre. 23Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus
hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre
sí; 24y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna
estaba vacía, no había en ella agua.
25Y se sentaron a comer pan; y
alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de
Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a
Egipto. 26Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en
que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27Venid, y
vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es
nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él.
28Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la
cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte
piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.b
29Después Rubén volvió a la
cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. 30Y
volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?
31Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de
las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre; 32y enviaron la
túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado;
reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no. 33Y él la
reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José
ha sido despedazado. 34Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso
cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35Y
se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso
recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.51
Y lo lloró su padre. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a
Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.[2]
Salmo 28
Plegaria pidiendo ayuda, y alabanza por la respuesta
Salmo de David.
1 A ti
clamaré, oh Jehová.
Roca mía, no te desentiendas
de mí,
Para que no sea yo, dejándome
tú,
Semejante a los que descienden
al sepulcro.
2 Oye la voz
de mis ruegos cuando clamo a ti,
Cuando alzo mis manos hacia tu
santo templo.
3 No me
arrebates juntamente con los malos,
Y con los que hacen iniquidad,
Los cuales hablan paz con sus
prójimos,
Pero la maldad está en su
corazón.
4 Dales
conforme a su obra,a y conforme a la perversidad
de sus hechos;
Dales su merecido conforme a
la obra de sus manos.
5 Por cuanto
no atendieron a los hechos de Jehová,
Ni a la obra de sus manos,
El los derribará, y no los
edificará.
6 Bendito sea
Jehová,
Que oyó la voz de mis ruegos.
7 Jehová es
mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui
ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.
8 Jehová es
la fortaleza de su pueblo,
Y el refugio salvador de su ungido.
9 Salva a tu
pueblo, y bendice a tu heredad;
Y pastoréales y susténtales
para siempre.[3]
c c 20.27: Hch. 23.8.
d d 20.28: Dt. 25.5.
e e 20.37: Ex. 3.6.
f f 20.42–43: Sal. 110.1.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
20.26-47
a a 37.11: Hch. 7.9.
b b 37.28: Hch. 7.9.
51 Nombre hebreo del lugar de los muertos.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
36.43-37.36
a a 28.4: Ap. 22.12.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
27.14-28.9
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
28 Luc 20.27-47
/
Gen 37 / Sal 28
San
Lucas 20.27-47
La pregunta sobre la resurrección
(Mt. 22.23–33; Mr. 12.18–27)
27Llegando entonces algunos de los
saduceos, los cuales niegan haber resurrección,c le
preguntaron, 28diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el
hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se
case con ella, y levante descendencia a su hermano.d 29Hubo,
pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos. 30Y
la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. 31La tomó el
tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. 32Finalmente
murió también la mujer. 33En la resurrección, pues, ¿de cuál de
ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
34Entonces respondiendo Jesús, les
dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; 35mas
los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de
entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. 36Porque
no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al
ser hijos de la resurrección. 37Pero en cuanto a que los muertos
han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama
al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.e 38Porque
Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven. 39Respondiéndole
algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. 40Y no
osaron preguntarle nada más.
¿De quién es hijo el Cristo?
(Mt. 22.41–46; Mr. 12.35–37)
41Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen
que el Cristo es hijo de David? 42Pues el mismo David dice en el
libro de los Salmos:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
43 Hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.f
44David, pues, le llama Señor;
¿cómo entonces es su hijo?
Jesús acusa a los escribas
(Mt. 23.1–36; Mr. 12.38–40; Lc. 11.37–54)
45Y oyéndole todo el pueblo, dijo a
sus discípulos: 46Guardaos de los escribas, que gustan de andar
con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas
en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; 47que
devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos
recibirán mayor condenación.[1]
Génesis
37
José es vendido por sus hermanos
37
1Habitó Jacob en la tierra donde
había morado su padre, en la tierra de Canaán. 2Esta es la
historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años,
apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de
Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre
la mala fama de ellos. 3Y amaba Israel a José más que a todos sus
hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos
colores. 4Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a
todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
5Y soñó José un sueño, y lo contó a
sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. 6Y él
les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7He aquí que
atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y
estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al
mío. 8Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o
señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y
sus palabras. 9Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos,
diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y
once estrellas se inclinaban a mí. 10Y lo contó a su padre y a sus
hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste?
¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
11Y sus hermanos le tenían envidia,a mas su padre
meditaba en esto.
12Después fueron sus hermanos a
apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13Y dijo Israel a
José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos.
Y él respondió: Heme aquí. 14E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo
están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió
del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15Y lo halló un hombre,
andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué
buscas? 16José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me
muestres dónde están apacentando. 17Aquel hombre respondió: Ya se
han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de
sus hermanos, y los halló en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron de
lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle.
19Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20Ahora
pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala
bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21Cuando Rubén
oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22Y les
dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el
desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo
volver a su padre. 23Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus
hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre
sí; 24y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna
estaba vacía, no había en ella agua.
25Y se sentaron a comer pan; y
alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de
Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a
Egipto. 26Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en
que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27Venid, y
vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es
nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él.
28Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la
cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte
piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.b
29Después Rubén volvió a la
cisterna, y no halló a José dentro, y rasgó sus vestidos. 30Y
volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no parece; y yo, ¿adónde iré yo?
31Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de
las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre; 32y enviaron la
túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado;
reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no. 33Y él la
reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José
ha sido despedazado. 34Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso
cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35Y
se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso
recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol.51
Y lo lloró su padre. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a
Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.[2]
Salmo 28
Plegaria pidiendo ayuda, y alabanza por la respuesta
Salmo de David.
1 A ti
clamaré, oh Jehová.
Roca mía, no te desentiendas
de mí,
Para que no sea yo, dejándome
tú,
Semejante a los que descienden
al sepulcro.
2 Oye la voz
de mis ruegos cuando clamo a ti,
Cuando alzo mis manos hacia tu
santo templo.
3 No me
arrebates juntamente con los malos,
Y con los que hacen iniquidad,
Los cuales hablan paz con sus
prójimos,
Pero la maldad está en su
corazón.
4 Dales
conforme a su obra,a y conforme a la perversidad
de sus hechos;
Dales su merecido conforme a
la obra de sus manos.
5 Por cuanto
no atendieron a los hechos de Jehová,
Ni a la obra de sus manos,
El los derribará, y no los
edificará.
6 Bendito sea
Jehová,
Que oyó la voz de mis ruegos.
7 Jehová es
mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui
ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.
8 Jehová es
la fortaleza de su pueblo,
Y el refugio salvador de su ungido.
9 Salva a tu
pueblo, y bendice a tu heredad;
Y pastoréales y susténtales
para siempre.[3]
c c 20.27: Hch. 23.8.
d d 20.28: Dt. 25.5.
e e 20.37: Ex. 3.6.
f f 20.42–43: Sal. 110.1.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
20.26-47
a a 37.11: Hch. 7.9.
b b 37.28: Hch. 7.9.
51 Nombre hebreo del lugar de los muertos.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
36.43-37.36
a a 28.4: Ap. 22.12.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
27.14-28.9
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