1 de Septiembre
¡Dios No Miente! ¡Él siempre cumple!
Por Riqui Ricón*
»Ahora el SEÑOR ha cumplido la promesa que hizo, porque he llegado a ser rey en lugar de mi padre y ocupo el trono de Israel, tal como el SEÑOR lo prometió. He construido este templo para honrar el nombre del SEÑOR, Dios de Israel (2 Cr 6.10 NTV).
Salomón NO se acreditó haber sido él quien dio cumplimiento a la Palabra de Dios, respecto a la consolidación del reino y la edificación del templo, sino que reconoció ante todo el pueblo que fue Dios, y sólo ÉL, quien cumplió a cabalidad TODO lo que había prometido.
Oró así: «Oh SEÑOR, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes andan delante de ti de todo corazón. Has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy la has cumplido con tus propias manos (2 Cr 6.14-15 NTV).
Hoy es un buen día para que, meditando la Palabra de Dios, te determines a creer, de una vez por todas, que tu Padre celestial es cien por ciento confiable. ¡Él NO puede mentir! Y todo, absolutamente todo, lo que ha salido de Su Boca, Dios lo cumplirá.
Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Núm 23.19-20).
Salomón sabía perfectamente que Dios ES confiable. Ellos, como seguramente también tú, experimentaron una y otra vez, el cumplimiento de TODAS y cada una de las Promesas que Dios ha hecho en la Biblia: Sanidad, restauración, ser guardados de sus enemigos, libertad, prosperidad, etc.
De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad (He 11.6 NTV).
Confiar es lo mismo que la fe; es creerle a Dios creyendo Su Palabra. La base de la confianza está en la Palabra. La fuente de tu confianza en la Palabra de Dios estriba en si Verdaderamente CREES que la Biblia es la Palabra de Honor de tu Dios y Padre.
La Biblia NO es un libro de religión ni un tratado de teología. La Biblia es la Eterna e Infalible Palabra de Dios.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).
¡La Palabra de Honor de Dios está Viva y permanece para siempre!
De hecho, Jesús lo expresó muy claramente al afirmar: El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Estas singulares características de la Biblia, que sea la Palabra de Dios, que siempre se cumpla y que permanezca para siempre, la hacen ser La Verdad y por lo tanto, TOTALMENTE confiable.
No en vano, de acuerdo a la Palabra de Dios que NO puede mentir, el secreto de tu felicidad se basa exclusivamente en tu confianza en Dios y no en ninguna otra cosa.
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Quizá en este momento estés pensando: -Riqui Ricón, todo esto ya lo sé. Yo creo que la Biblia es la Palabra de Dios y confío plenamente en Él. ¡Excelente, entonces! Pues tú eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra, ya que sabes, sin lugar a dudas, que Dios, tu Padre está contigo; y si Dios está contigo, ¿qué problema, angustia o enfermedad puede prevalecer contra ti?
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra ya que, a pesar de que enfrentes tribulaciones y aflicción, gozas de una Paz que sobrepasa todo entendimiento pues confías plenamente en Aquel que ha vencido al mundo y que ahora es tu Señor, Salvador y Hermano Mayor.
Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo (Jn 16.33 NTV).
Tú eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra puesto que has vencido a todos los que se levantan contra ti, criticando tu vida y deseándote toda clase de mal. A todos esos enemigos tuyos los has vencido, apoyándote solamente en Dios, tu Padre, quien vive en ti y contigo.
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
Eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra porque no existe problema, angustia o enfermedad que te pueda vencer.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Tú eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra ya que, de cualquier calamidad que esté afectando al mundo, Dios, tu Padre, ha empeñado Su Palabra en que te protegerá de todo mal.
El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón (Sal 91.3.13).
Eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra porque estás plenamente convencido(a) que tu nueva vida como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios. Por lo tanto vives tu vida en plenitud, sin el más pequeño vestigio de temor alguno.
Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios (1 P 1.23 NTV).
Tú eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra puesto que cualquier enfermedad o dolencia que te quiera afectar haciendo algún tipo de demanda sobre tu cuerpo, ¡YA fue pagada!
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).
En fin, eres el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra ya que el Único y Todopoderoso Dios ha declarado que tú eres legal y legítimamente un(a) amado(a) Hijo(a) Suyo.
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
¿Cómo podrías NO SER el hombre (o la mujer) más feliz de la tierra si tienes la Vida resuelta?
-Bueno Riqui, yo sé que todo esto que escribes es Palabra de Dios y que es la Voluntad de Dios y es La Verdad, pero…
No te preocupes. Entiendo perfectamente. Sin embargo, en este día, tú y yo, como Pablo, SÍ podemos afirmar:
No, hermanos, todavía no soy como debo ser; pero, eso sí, olvidando las cosas que voy dejando atrás y mirando a lo que está delante, procuro alcanzar la meta y recibir el premio celestial al que Dios me ha llamado por medio de Cristo Jesús (Fil 3.13-14 CST).
Y aunque ciertamente no pretendemos haberlo ya alcanzado, lo que SÍ debes saber y sobre todo creer, es que para esta empresa, para vivir la Vida Plena y Abundante que Jesucristo compró para ti, necesitas FE. Y la única fuente de FE que existe en este mundo es la lectura y la meditación de la Biblia.
Porque la fe viene cuando se escucha con atención el mensaje que predicamos acerca de Jesucristo (Ro 10.17 CST).
Lo que este día debes saber y CREER, es que la clave de tu existencia en este mundo, el secreto para recibir el premio celestial al que Dios te ha llamado, la única forma en que puedes tú buscar el reino de Dios y su justicia para que todo lo demás te sea añadido, ES haciendo de la Biblia, la Palabra de Honor de Dios, la Norma Máxima de tu existencia.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Si puedes creerle a Dios creyendo Su Palabra, porque al que le cree a Dios creyendo Su Palabra TODO le es posible.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero darte las gracias por Tu Palabra, La Biblia. Gracias porque Tú eres cien por ciento confiable y puedo creer todo lo que me dices. Gracias porque el confiar en Ti produce en mí un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; una certeza y una paz en que, sea cual sea la situación, enfermedad o aflicción que esté enfrentando el día de hoy, yo saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Cristo Jesús. Gracias por las Palabras de Bien y no de mal que has hablado acerca de mí. Gracias porque Tú, Altísimo Dios, estás conmigo, ¿quién estará contra mí? Gracias, Señor Jesús, porque Tú has vencido al mundo y Tus Palabras de Verdad me dan Paz. Gracias, Espíritu Santo, porque mayor Eres Tú, que estás en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Gracias, Abba, Padre, porque Tú me proteges de todo mal. Gracias porque me has dado Vida Eterna. Gracias, Señor Jesús, porque Tú llevaste mis enfermedades y sufriste mis dolores, y por Tus heridas yo YA fui sanado(a). Gracias porque a pesar de como yo fui, Tú me diste Vida juntamente con Cristo y me hiciste un(a) legítimo(a) Hijo(a) Tuyo. Señor mi Dios, estoy plenamente convencido(a) que todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén. Por lo tanto, me someto a Ti, mi Padre, me someto a Tu Palabra. Resisto a Satanás y a sus mentiras, y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. Creo en Tu Palabra de Honor y declaro con todo mi corazón que yo, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Gracias porque tengo la Vida resuelta. Gracias por tanto y tan grande Amor. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un
año habrás leído toda la Biblia.
Septiembre 1 Jn
9.1-23 /
2 Cr 6 / Mal 2:17-3:18
Juan 9:1-23
Jesús sana a un
ciego de nacimiento
9 Al pasar Jesús,
vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus
discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus
padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4 Me
es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la
noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Entre tanto que
estoy en el mundo, luz soy del mundo.
6 Dicho esto, escupió en tierra, e
hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 7 y
le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue
entonces, y se lavó, y regresó viendo. 8 Entonces los vecinos,
y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se
sentaba y mendigaba? 9 Unos decían: Él es; y otros: A él se
parece. Él decía: Yo soy. 10 Y le dijeron: ¿Cómo te fueron
abiertos los ojos? 11 Respondió él y dijo: Aquel hombre que se
llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y
fui, y me lavé, y recibí la vista. 12 Entonces le dijeron:
¿Dónde está él? Él dijo: No sé.
Los fariseos
interrogan al ciego sanado
13 Llevaron ante los fariseos al que
había sido ciego. 14 Y era día de reposo cuando Jesús había
hecho el lodo, y le había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues,
a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo:
Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. 16 Entonces
algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda
el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas
señales? Y había disensión entre ellos. 17 Entonces volvieron a
decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es
profeta. 18 Pero los judíos no creían que él había sido ciego,
y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había
recibido la vista, 19 y les preguntaron, diciendo: ¿Es éste
vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora? 20 Sus
padres respondieron y les dijeron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que
nació ciego; 21 pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le
haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a
él; él hablará por sí mismo. 22 Esto dijeron sus padres, porque
tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si
alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. 23 Por
eso dijeron sus padres: Edad tiene, preguntadle a él.
2 Crónicas 6
Dedicación del
templo
(1 R. 8.12-66)
6 Entonces
dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad. 2 Yo,
pues, he edificado una casa de morada para ti, y una habitación en que mores
para siempre. 3 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la
congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba en pie. 4 Y
él dijo: Bendito sea Jehová Dios de Israel, quien con su mano ha cumplido lo
que prometió con su boca a David mi padre, diciendo: 5 Desde el
día que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de
todas las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni he
escogido varón que fuese príncipe sobre mi pueblo Israel. 6 Mas
a Jerusalén he elegido para que en ella esté mi nombre, y a David he elegido
para que esté sobre mi pueblo Israel.
7 Y David mi padre tuvo en su corazón
edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel. 8 Mas Jehová
dijo a David mi padre: Respecto a haber tenido en tu corazón deseo de edificar
casa a mi nombre, bien has hecho en haber tenido esto en tu corazón. 9 Pero
tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará
casa a mi nombre. 10 Y Jehová ha cumplido su palabra que había
dicho, pues me levanté yo en lugar de David mi padre, y me he sentado en el
trono de Israel, como Jehová había dicho, y he edificado casa al nombre de
Jehová Dios de Israel. 11 Y en ella he puesto el arca, en la
cual está el pacto de Jehová que celebró con los hijos de Israel. 12 Se
puso luego Salomón delante del altar de Jehová, en presencia de toda la
congregación de Israel, y extendió sus manos. 13 Porque Salomón
había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, de cinco codos de
ancho y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio; y se
puso sobre él, se arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y
extendió sus manos al cielo, y dijo: 14 Jehová Dios de Israel,
no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y
la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón; 15 que
has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con
tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como se ve en este día. 16 Ahora,
pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le has
prometido, diciendo: No faltará de ti varón delante de mí, que se siente en el
trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino, andando en mi ley,
como tú has andado delante de mí.
17 Ahora, pues, oh Jehová Dios de
Israel, cúmplase tu palabra que dijiste a tu siervo David. 18 Mas
¿es verdad que Dios habitará con el hombre en la tierra? He aquí, los cielos y
los cielos de los cielos no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que he
edificado? 19 Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su
ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo
ora delante de ti. 20 Que tus ojos estén abiertos sobre esta
casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará
allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. 21 Asimismo
que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar
hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada;
que oigas y perdones.
22 Si alguno pecare contra su prójimo,
y se le exigiere juramento, y viniere a jurar ante tu altar en esta casa, 23 tú
oirás desde los cielos, y actuarás, y juzgarás a tus siervos, dando la paga al
impío, haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo al
darle conforme a su justicia.
24 Si tu pueblo Israel fuere derrotado
delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y
confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, 25 tú
oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás
volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres.
26 Si los cielos se cerraren y no
hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y
confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, 27 tú
los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo
Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia
sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo.
28 Si hubiere hambre en la tierra, o si
hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o pulgón; o si
los sitiaren sus enemigos en la tierra en donde moren; cualquiera plaga o
enfermedad que sea; 29 toda oración y todo ruego que hiciere
cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y
su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa, 30 tú
oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a
cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú
conoces el corazón de los hijos de los hombres; 31 para que te
teman y anden en tus caminos, todos los días que vivieren sobre la faz de la
tierra que tú diste a nuestros padres. 32 Y también al
extranjero que no fuere de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas
tierras a causa de tu gran nombre y de tu mano poderosa, y de tu brazo
extendido, si viniere y orare hacia esta casa, 33 tú oirás
desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y harás conforme a todas las
cosas por las cuales hubiere clamado a ti el extranjero; para que todos los
pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman así como tu pueblo Israel,
y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo he edificado.
34 Si tu pueblo saliere a la guerra
contra sus enemigos por el camino que tú les enviares, y oraren a ti hacia esta
ciudad que tú elegiste, hacia la casa que he edificado a tu nombre, 35 tú
oirás desde los cielos su oración y su ruego, y ampararás su causa.
36 Si pecaren contra ti (pues no hay
hombre que no peque), y te enojares contra ellos, y los entregares delante de
sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos a tierra de
enemigos, lejos o cerca, 37 y ellos volvieren en sí en la
tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren a ti en la
tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente,
impíamente hemos hecho; 38 si se convirtieren a ti de todo su
corazón y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren
llevado cautivos, y oraren hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la
ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que he edificado a tu nombre; 39 tú
oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oración y su ruego, y
ampararás su causa, y perdonarás a tu pueblo que pecó contra ti.
40 Ahora, pues, oh Dios mío, te ruego
que estén abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración en este lugar. 41 Oh
Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca de tu
poder; oh Jehová Dios, sean vestidos de salvación tus sacerdotes, y tus santos
se regocijen en tu bondad. 42 Jehová Dios, no rechaces a tu
ungido; acuérdate de tus misericordias para con David tu siervo.
Malaquías
2:17-3:18
El día del juicio
se acerca
17 Habéis hecho cansar a Jehová con
vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera
que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está
el Dios de justicia?
3 He aquí, yo envío
mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá
súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del
pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los
ejércitos. 2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o
quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego
purificador, y como jabón de lavadores. 3 Y se sentará para
afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará
como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. 4 Y
será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días
pasados, y como en los años antiguos. 5 Y vendré a vosotros
para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra
los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la
viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo
temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.
El pago de los
diezmos
6 Porque yo Jehová no cambio; por esto,
hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. 7 Desde los días de
vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos
a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas
dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8 ¿Robará el hombre a
Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En
vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldición,
porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
10 Traed todos los diezmos al
alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová
de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11 Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra
vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. 12 Y
todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable,
dice Jehová de los ejércitos.
Diferencia entre
el justo y el malo
13 Vuestras palabras contra mí han sido
violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? 14 Habéis
dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que
andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? 15 Decimos,
pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no
sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon. 16 Entonces
los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y
oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová,
y para los que piensan en su nombre. 17 Y serán para mí
especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y
los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. 18 Entonces
os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el
que sirve a Dios y el que no le sirve.