¿Te salvarás sólo por ser Hijo(a) de Dios?
¡No temas!
¡Tú eres el (la) amado(a) de Dios!
Por Riqui Ricón*
Mas seréis entregados aun por
vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de
vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra
paciencia ganaréis vuestras almas… Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Luc
21.16-19, 28).
Al ignorar
las Escrituras y el poder de Dios, muchos Hijos de Dios viven
con temor a los últimos tiempos y a la segunda venida de nuestro Señor
Jesucristo. Sin embargo, vivir en los últimos tiempos debe ser todo lo
contrario, estar gozosos y expectantes, pues
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, dice claramente que ni
aún uno de tus cabellos perecerá y que con tu paciencia, con tu constancia y
persistencia, ganarás tu alma.
Jehová de los ejércitos,
DICHOSO el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
La mejor
forma (realmente es la única forma), de ganar tu alma, esto es, tener paz, gozo
y plenitud en la vida, es por medio de tu fe. Lo cual significa creerle a Dios,
creyendo Su Palabra, ya que si Él dice que ninguno de tus cabellos perecerá,
entonces, efectivamente, ninguno de tus cabellos perecerá. ¡Él es Dios! ¡No
miente ni se arrepiente!
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se
arrepienta. El dijo, ¿y no lo hará? Habló, ¿y no lo cumplirá? He aquí, yo he
recibido la orden de bendecir. El ha bendecido, y no lo puedo revocar (Num
23.19-20 Reina Valera Actualizada RVA).
Así que, tienes
asegurada la victoria por la Palabra de Honor de tu Dios y Padre, y sin
importar las circunstancias o situaciones que estés viviendo, puedes erguirte y
levantar tu cabeza, pues ya has sido redimido(a), comprado(a) a precio de
sangre, por el Amor que Dios siente por ti.
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3.16-17).
Tan grande y excelente es Su Amor
que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Y, desde luego que Dios no pagó
tan grande precio por ti para después olvidarse de ti y tirarte por ahí en
algún lado. Dios no pagó tan grande
precio por ti para tenerte en angustia, ni en temor, ni en condenación o
enfermedad sino, como dice claramente la Escritura, Él lo hizo para darte VIDA
ETERNA.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Comprende, de una vez por todas,
que el deseo, la voluntad de Dios para contigo es buena, agradable y perfecta.
Que por Cristo Jesús tienes derecho a llevar una vida plena y abundante aquí,
sobre el planeta Tierra.
Hay quienes objetan diciendo, -pero,
pero, Riqui Ricón, es que tú no sabes quién soy yo y todas las cosas malas que
hecho, si lo supieras sabrías que Dios no me puede amar tanto.
En primer lugar, la Biblia dice
que Él ya te perdonó y olvidó TODOS tus pecados no por lo que tu hayas hecho o
puedas hacer sino por lo que Cristo Jesús hizo por Amor a ti al morir en esa
cruz derramando hasta la última gota de Su Sangre como precio de tu salvación.
Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y
no me acordaré más de su pecado (Jer
31.34).
En segundo lugar, una vez
perdonado(a), Dios te ha hecho Su Hijo(a) y te ama de la misma forma que ama a
Jesucristo.
Sin importar
que tan malo(a) hayas sido, ¡Jesucristo pagó por ti y Dios ya te ha perdonado!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Ahora, por la Palabra de Dios,
has Nacido de Nuevo y eres llamado(a) legítimamente Hijo(a) de Dios.
yo en ellos y tú en mí. Permite
que alcancen la perfección en la unidad,
y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí (Jn 17.23 NVI).
¡Dios te ama con el
mismo amor que ama a Jesús!
Entonces, si Dios todopoderoso,
dueño, Señor y creador de todo lo visible y lo invisible te ama tanto que hasta
te hizo Su propio(a) Hijo(a), ¿cuál es el problema?
¡No temas, tú eres el (la) amado(a)
de Dios! Sólo tienes que creer lo que Él dice en Su Palabra acerca de ti.
estando persuadido de esto,
que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de
Jesucristo (Fil 1.6).
Así que
yérguete y levanta tu cabeza pues tu redención ya se ha efectuado mediante la
Sangre del Nuevo Pacto, ¡la Sangre de Jesús!
¡Lo mejor de
tu vida está por comenzar!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, te doy
muchas gracias porque sé que puedo confiar en Ti, sé que puedo confiar en Tu
Palabra y eso, mi Señor, me hace dichoso(a). Hoy puedo declarar con toda
certeza que yo, __________ (tú nombre aquí) habito al
abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová:
Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti confío. Tú me librarás del lazo
del cazador, De la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, Y debajo de
Tus alas estaré seguro(a); Escudo y adarga es Tu Verdad, Tu Palabra es la
Verdad. No temeré el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni
pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a mi lado mil, Y diez mil a mi diestra; Mas a mí no llegará. Ciertamente
con mis ojos miraré Y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a
Ti, Jehová, que eres mi esperanza, a Ti, Altísimo, por mi habitación, No me
sobrevendrá mal, Ni plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandarás acerca
de mí, Que me guarden en todos mis
caminos. En las manos me llevarán, Para que mi pie no tropiece en piedra. Sobre
el león y el áspid pisaré; Hollaré al cachorro del león y al dragón. Por cuanto
en Ti yo he puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por
cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; Conmigo estarás
Tú en la angustia; Me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, Y me
mostrarás Tu salvación. Gracias, Señor Jesús, pues Tú lo has hecho posible. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 29 Luc 21
/
Gen 38 / Sal 29
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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Enero 29 Luc 21
/
Gen 38 / Sal 29
San
Lucas 21
La ofrenda de la viuda
(Mr. 12.41–44)
21
1Levantando los ojos, vio a los
ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2Vio
también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3Y
dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4Porque
todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta,
de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
Jesús predice la destrucción del templo
(Mt. 24.1–2; Mr. 13.1–2)
5Y a unos que hablaban de que el
templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6En
cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra,
que no sea destruida.
Señales antes del fin
(Mt. 24.3–28; Mr. 13.3–23)
7Y le preguntaron, diciendo:
Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para
suceder? 8Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está
cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. 9Y cuando oigáis de guerras
y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan
primero; pero el fin no será inmediatamente.
10Entonces les dijo: Se levantará
nación contra nación, y reino contra reino; 11y habrá grandes
terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y
grandes señales del cielo. 12Pero antes de todas estas cosas os
echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las
cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi
nombre. 13Y esto os será ocasión para dar testimonio. 14Proponed
en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra
defensa; 15porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no
podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.a 16Mas
seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y
matarán a algunos de vosotros; 17y seréis aborrecidos de todos por
causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá. 19Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
20Pero cuando viereis a Jerusalén
rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. 21Entonces
los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella,
váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22Porque
estos son días de retribución,b para que se cumplan todas las
cosas que están escritas. 23Mas ¡ay de las que estén encintas, y
de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e
ira sobre este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los
gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
La venida del Hijo del Hombre
(Mt. 24.29–35, 42–44; Mr. 13.24–37)
25Entonces habrá señales en el sol,
en la luna y en las estrellas,c y en la tierra angustia de
las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 26desfalleciendo
los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la
tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 27Entonces
verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nubed con poder
y gran gloria. 28Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y
levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
29También les dijo una parábola:
Mirad la higuera y todos los árboles. 30Cuando ya brotan,
viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31Así
también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el
reino de Dios. 32De cierto os digo, que no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca. 33El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.
34Mirad también por vosotros
mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de
los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35Porque
como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la
tierra. 36Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por
dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre.
37Y enseñaba de día en el templo;e
y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
38Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.[1]
Génesis
38
Judá y Tamar
38
1Aconteció en aquel tiempo, que
Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba
Hira. 2Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se
llamaba Súa; y la tomó, y se llegó a ella. 3Y ella concibió, y dio
a luz un hijo, y llamó su nombre Er. 4Concibió otra vez, y dio a
luz un hijo, y llamó su nombre Onán. 5Y volvió a concebir, y dio a
luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz.
6Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba
Tamar. 7Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de
Jehová, y le quitó Jehová la vida. 8Entonces Judá dijo a Onán:
Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia
a tu hermano. 9Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser
suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra,
por no dar descendencia a su hermano. 10Y desagradó en ojos de
Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida. 11Y Judá
dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela
mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue
Tamar, y estuvo en casa de su padre.
12Pasaron muchos días, y murió la
hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los
trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.
13Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a
trasquilar sus ovejas. 14Entonces se quitó ella los vestidos de su
viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim
junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era
dada a él por mujer. 15Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque
ella había cubierto su rostro. 16Y se apartó del camino hacia
ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y
ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17El respondió: Yo te
enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta
que lo envíes. 18Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella
respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los
dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19Luego se levantó
y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.
20Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el
adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.
21Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la
ramera de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera
alguna. 22Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado;
y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera. 23Y
Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he
enviado este cabrito, y tú no la hallaste.
24Sucedió que al cabo de unos tres
meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y
ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y
sea quemada. 25Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su
suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira
ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. 26Entonces
Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado
a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27Y aconteció que al tiempo de dar
a luz, he aquí había gemelos en su seno. 28Sucedió cuando daba a
luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de
grana, diciendo: Este salió primero. 29Pero volviendo él a meter
la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y
llamó su nombre Fares.52 30Después salió
su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.[2]
Salmo 29
Poder y gloria de Jehová
Salmo de David.
1 Tributad a
Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el
poder.
2 Dad a
Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad.a
3 Voz de
Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
4 Voz de
Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
5 Voz de
Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los cedros
del Líbano.
6 Los hizo
saltar como becerros;
Al Líbano y al Sirión como
hijos de búfalos.
7 Voz de
Jehová que derrama llamas de fuego;
8 Voz de
Jehová que hace temblar el desierto;
Hace temblar Jehová el
desierto de Cades.
9 Voz de
Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su
gloria.
10 Jehová
preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey
para siempre.
11 Jehová dará
poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo
con paz.[3]
a a 21.14–15: Lc. 12.11–12.
b b 21.22: Os. 9.7.
c c 21.25: Is. 13.10; Ez. 32.7; Jl. 2.31; Ap.
6.12–13.
d d 21.27: Dn. 7.13; Ap. 1.7.
e e 21.37: Lc. 19.47.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
20.47-21.38
52 Esto es, Rotura, o Brecha.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
37.36-38.30
a a 29.1–2: Sal. 96.7–9.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
28.9-29.11
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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un año habrás leído toda la Biblia.
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Gen 38 / Sal 29
San
Lucas 21
La ofrenda de la viuda
(Mr. 12.41–44)
21
1Levantando los ojos, vio a los
ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2Vio
también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3Y
dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. 4Porque
todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta,
de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
Jesús predice la destrucción del templo
(Mt. 24.1–2; Mr. 13.1–2)
5Y a unos que hablaban de que el
templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6En
cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra,
que no sea destruida.
Señales antes del fin
(Mt. 24.3–28; Mr. 13.3–23)
7Y le preguntaron, diciendo:
Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para
suceder? 8Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque
vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está
cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. 9Y cuando oigáis de guerras
y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan
primero; pero el fin no será inmediatamente.
10Entonces les dijo: Se levantará
nación contra nación, y reino contra reino; 11y habrá grandes
terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y
grandes señales del cielo. 12Pero antes de todas estas cosas os
echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las
cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi
nombre. 13Y esto os será ocasión para dar testimonio. 14Proponed
en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra
defensa; 15porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no
podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.a 16Mas
seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y
matarán a algunos de vosotros; 17y seréis aborrecidos de todos por
causa de mi nombre. 18Pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá. 19Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
20Pero cuando viereis a Jerusalén
rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. 21Entonces
los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella,
váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. 22Porque
estos son días de retribución,b para que se cumplan todas las
cosas que están escritas. 23Mas ¡ay de las que estén encintas, y
de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e
ira sobre este pueblo. 24Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los
gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
La venida del Hijo del Hombre
(Mt. 24.29–35, 42–44; Mr. 13.24–37)
25Entonces habrá señales en el sol,
en la luna y en las estrellas,c y en la tierra angustia de
las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 26desfalleciendo
los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la
tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 27Entonces
verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nubed con poder
y gran gloria. 28Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y
levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
29También les dijo una parábola:
Mirad la higuera y todos los árboles. 30Cuando ya brotan,
viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31Así
también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el
reino de Dios. 32De cierto os digo, que no pasará esta generación
hasta que todo esto acontezca. 33El cielo y la tierra pasarán,
pero mis palabras no pasarán.
34Mirad también por vosotros
mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de
los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35Porque
como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la
tierra. 36Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por
dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre.
37Y enseñaba de día en el templo;e
y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
38Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.[1]
Génesis
38
Judá y Tamar
38
1Aconteció en aquel tiempo, que
Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba
Hira. 2Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se
llamaba Súa; y la tomó, y se llegó a ella. 3Y ella concibió, y dio
a luz un hijo, y llamó su nombre Er. 4Concibió otra vez, y dio a
luz un hijo, y llamó su nombre Onán. 5Y volvió a concebir, y dio a
luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz.
6Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba
Tamar. 7Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de
Jehová, y le quitó Jehová la vida. 8Entonces Judá dijo a Onán:
Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia
a tu hermano. 9Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser
suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra,
por no dar descendencia a su hermano. 10Y desagradó en ojos de
Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida. 11Y Judá
dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela
mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue
Tamar, y estuvo en casa de su padre.
12Pasaron muchos días, y murió la
hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los
trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita.
13Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a
trasquilar sus ovejas. 14Entonces se quitó ella los vestidos de su
viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim
junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era
dada a él por mujer. 15Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque
ella había cubierto su rostro. 16Y se apartó del camino hacia
ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y
ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17El respondió: Yo te
enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta
que lo envíes. 18Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella
respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los
dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19Luego se levantó
y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez.
20Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el
adulamita, para que éste recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló.
21Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la
ramera de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera
alguna. 22Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado;
y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera. 23Y
Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he
enviado este cabrito, y tú no la hallaste.
24Sucedió que al cabo de unos tres
meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y
ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y
sea quemada. 25Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su
suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira
ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. 26Entonces
Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado
a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.
27Y aconteció que al tiempo de dar
a luz, he aquí había gemelos en su seno. 28Sucedió cuando daba a
luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de
grana, diciendo: Este salió primero. 29Pero volviendo él a meter
la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y
llamó su nombre Fares.52 30Después salió
su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.[2]
Salmo 29
Poder y gloria de Jehová
Salmo de David.
1 Tributad a
Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el
poder.
2 Dad a
Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad.a
3 Voz de
Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
4 Voz de
Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
5 Voz de
Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los cedros
del Líbano.
6 Los hizo
saltar como becerros;
Al Líbano y al Sirión como
hijos de búfalos.
7 Voz de
Jehová que derrama llamas de fuego;
8 Voz de
Jehová que hace temblar el desierto;
Hace temblar Jehová el
desierto de Cades.
9 Voz de
Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su
gloria.
10 Jehová
preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey
para siempre.
11 Jehová dará
poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo
con paz.[3]
a a 21.14–15: Lc. 12.11–12.
b b 21.22: Os. 9.7.
c c 21.25: Is. 13.10; Ez. 32.7; Jl. 2.31; Ap.
6.12–13.
d d 21.27: Dn. 7.13; Ap. 1.7.
e e 21.37: Lc. 19.47.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc
20.47-21.38
52 Esto es, Rotura, o Brecha.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn
37.36-38.30
a a 29.1–2: Sal. 96.7–9.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
28.9-29.11
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