2 de Junio
¡Con tu fe!
Por Riqui Ricón*
Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán
al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque
¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del
Dios viviente? (1 S 17.26).
Cuando Dios instruyó a Samuel para que
ungiese a David por rey de Israel le dijo, He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará
todo lo que yo quiero (Hch 13.22).
Tener un corazón
conforme al corazón de Dios y obedecer Su Palabra es la característica más
distintiva de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues es la esencia del
ser hecho(a) de Nuevo.
Y
les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el
corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne
(Ez 11.19).
De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Lo interesante aquí es comprender
que tú, sí, tú, también tienes esa misma cualidad. Lo único que hay que saber
es que, sin fe es imposible agradar a
Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan (He 11.6).
El simple hecho que
estés leyendo este devocional es prueba fehaciente que tienes fe (o que la
estás buscando).
Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve
(He 11.1).
La forma más sencilla
que he encontrado para explicar este versículo es: fe es creerle a Dios,
creyendo Su Palabra, pues si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si
Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Dios no es
un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de
parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir?
Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo
revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).
David no venció a Goliat
con honda y piedra, lo venció con su fe en Dios al declarar a todo el pueblo de
Israel, incluyendo al propio rey Saúl, que Goliat era un incircunciso. ¿Qué
estaba diciendo David con eso? Estaba estableciendo su victoria: Ese gigante bravucón no tiene un pacto con
Dios, ¡Yo sí!
No fue su experiencia de
enfrentar leones y osos lo que le daba valor a David. De hecho, lo que le
permitía enfrentar a leones y osos era saberse dentro de un pacto con Dios,
estando consciente que Dios jamás falta a Su Palabra.
Cuando Goliat seguía sus
tácticas de temor insultando a David por sus dioses, éste no se amedrentó, no
prestó atención a las ofensas, ni a lo alto de la estatura, ni a la musculatura
del gigante, sino que se fortaleció en el
Señor y en el poder de Su fuerza, poniendo sus ojos, mente y corazón en la
Palabra de Dios. David se dio prisa, y
corrió a la línea de batalla contra el filisteo, declarando en voz audible:
Tú vienes a mí con espada y lanza y
jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de
los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te
entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy
los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra;
y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la
batalla, y él os entregará en nuestras manos (1 S 17.45-47).
¿Te das cuenta? David no venció a Goliat con
honda y piedra. Lo venció con su fe, poniendo la Palabra de Dios en su boca.
Esa, precisamente, fue la instrucción que
Josué recibió de parte de Dios para entrar y poseer la tierra prometida.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien
(Jos 1.8).
El día de hoy, Dios te
está diciendo lo mismo, haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia, ponla
en tu mente, boca y corazón porque ENTONCES
(ni antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Al igual que Josué y David, tú puedes
enfrentar a tus gigantes con la certeza de vencerlos sólo porque Dios lo ha
dicho así en Su Palabra.
Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó
(Ro 8.37).
¿Cómo no va ser esto
verdad si el Amor que Dios siente por ti es tan grande que prefirió entregar a
Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti?
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¿Cómo no va ser esto
verdad si, de acuerdo a la Palabra de Dios, Él lo hizo con el propósito expreso
de justificarte, perdonarte y, así, establecerte como Su propio(a) Hijo(a)?
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro 8.15-17a).
Dios no te ha dejado, ni te dejará. Tú eres
más especial para Dios de lo que David era, pues, a través de la muerte y
resurrección de Jesucristo, ahora tú eres el especial objeto del Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús: ni más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Por
tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto mejor ministerio
es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas (He 7.22; 8.6)
Éste, el Nuevo Pacto, es un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas. Tiene un fiador y una garantía.
En
él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria
(Efe 1.13-14).
¡Cristo Jesús en persona es tu fiador en el
Nuevo Pacto y el Espíritu Santo es tu garantía!
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
(Ro 8.31-32).
Sea cual sea la situación que estás
enfrentando el día de hoy, tú no necesitas honda, ni piedra; lo único que
tienes que saber, Y CREER, es que
Dios te ama y ha comprometido Su Palabra mediante el Nuevo Pacto en la Sangre
de Su Hijo Jesucristo, para hacer de ti una Nueva creatura, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
Recibe esto mediante la fe, creyendo que esto
es así sólo porque está escrito en la Palabra de Dios. Él lo ha hablado, acerca
de ti, y lo va hacer; Él lo ha dicho, respecto a ti, y lo va a ejecutar. Dios
no miente. Ahora tienes a Cristo Jesús como tu fiador y al glorioso Espíritu de
Dios como tu garantía. ¡No hay forma que puedas perder!
No
con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos (Zac 4.6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero decirte que
no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré, pues ahora
sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús, porque Tú,
siendo Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino
que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti
mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis
pecados. ¡Gracias por Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste
la Vida Eterna. ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios!
Bendito Espíritu Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y
cada día Te necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador.
Gracias por ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí.
Espíritu Santo, Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención
de la posesión adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me
ayudan a bien! Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamado(a)
conforme al propósito de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese hecho(a)
conforme a la imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano mayor. Dios, el Espíritu Santo, está en mí y conmigo.
Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Padre
celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí,
¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará
si soy escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién es
el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también
resucitó por mí, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto(a) todo el
tiempo; Soy contado(a) como oveja de matadero. Sin embargo, creo y declaro que,
antes, en todas estas cosas, Yo,
_______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por
medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor
y Salvador. Así que, Satanás, tú vienes a mí con
problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a ti en el nombre de
Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien
tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará hoy en mi mano, y
yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!
En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun 2 Ro 8 / 1 Sam
17 / Sal 62
Romanos
8
Viviendo en el Espíritu
8
1Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era
débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y
a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu. 5Porque los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el
ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7Por cuanto los designios de
la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; 8y los que viven según la carne no pueden agradar
a Dios.
9Mas vosotros no
vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios
mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
10Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a
causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11Y
si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12Así que,
hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;
13porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14Porque todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. 15Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! 16El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios. 17Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19Porque el anhelo
ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
20Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. 22Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23y
no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del
Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la
adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24Porque en esperanza
fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que
alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25Pero si esperamos lo que no vemos,
con paciencia lo aguardamos.
26Y de igual
manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles. 27Mas el que escudriña los corazones sabe cuál
es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede
por los santos.
Más que vencedores
28Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados. 29Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de
su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
31¿Qué, pues,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33¿Quién acusará
a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34¿Quién es el
que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como
está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
37Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual
estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.
1
Samuel 17
David mata a Goliat
17
1Los filisteos
juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de
Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. 2También Saúl
y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se
pusieron en orden de batalla contra los filisteos. 3Y los
filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al
otro lado, y el valle entre ellos. 4Salió entonces del campamento
de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de
altura seis codos y un palmo. 5Y traía un casco de bronce en su
cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos
de bronce. 6Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina
de bronce entre sus hombros. 7El asta de su lanza era como un
rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e
iba su escudero delante de él. 8Y se paró y dio voces a los
escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de
batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de
entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9Si él pudiere
pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo
pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos
serviréis. 10Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al
campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11Oyendo
Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran
miedo.
12Y David era
hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual
tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad
entre los hombres. 13Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido
para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido
a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero
Sama; 14y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a
Saúl. 15Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para
apacentar las ovejas de su padre en Belén. 16Venía, pues, aquel
filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.
17Y dijo Isaí a David
su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos
diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. 18Y
estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus
hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
19Y Saúl y ellos
y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los
filisteos. 20Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las
ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado;
y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el
grito de combate. 21Y se pusieron en orden de batalla Israel y los
filisteos, ejército frente a ejército. 22Entonces David dejó su
carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó,
preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23Mientras él hablaba
con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos
campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las
filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.
24Y todos los
varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran
temor. 25Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel
hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le
venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y
eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. 26Entonces
habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que
venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este
filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
27Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al
hombre que le venciere.
28Y oyéndole
hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra
David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas
pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón,
que para ver la batalla has venido. 29David respondió: ¿Qué he
hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? 30Y apartándose de él
hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de
antes.
31Fueron oídas
las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo
hizo venir. 32Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de
ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. 33Dijo
Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque
tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. 34David
respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando
venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35salía
yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí,
yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36Fuese
león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como
uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37Añadió
David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del
oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David:
Ve, y Jehová esté contigo. 38Y Saúl vistió a David con sus ropas,
y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. 39Y
ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había
hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca
lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. 40Y tomó su
cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el
saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue
hacia el filisteo.
41Y el filisteo
venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42Y
cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y
rubio, y de hermoso parecer. 43Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo
perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.
44Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves
del cielo y a las bestias del campo. 45Entonces dijo David al
filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. 46Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo
te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a
las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay
Dios en Israel. 47Y sabrá toda esta congregación que Jehová no
salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará
en nuestras manos.
48Y aconteció que
cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David
se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49Y
metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la
honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la
frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
50Así venció
David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener
David espada en su mano. 51Entonces corrió David y se puso sobre
el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de
matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su
paladín muerto, huyeron. 52Levantándose luego los de Israel y los
de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta
las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de
Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53Y volvieron los hijos de Israel de
seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento. 54Y David
tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las
puso en su tienda.
55Y cuando Saúl
vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del
ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió: 56Vive
tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese
joven. 57Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó
y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano.
58Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo
soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.
Salmos 61
Dios, el único refugio
Al músico principal; a Jedutún. Salmo de David.
1 En Dios solamente está acallada mi alma;
De él viene
mi salvación.
2 El solamente es mi roca y mi salvación;
Es mi
refugio, no resbalaré mucho.
3 ¿Hasta cuándo maquinaréis contra un hombre,
Tratando
todos vosotros de aplastarle
Como pared
desplomada y como cerca derribada?
4 Solamente consultan para arrojarle de su grandeza.
Aman la
mentira;
Con su boca
bendicen, pero maldicen en su corazón.
Selah
5 Alma mía, en Dios solamente reposa,
Porque de él
es mi esperanza.
6 El solamente es mi roca y mi salvación.
Es mi
refugio, no resbalaré.
7 En Dios está mi salvación y mi gloria;
En Dios está mi roca fuerte, y
mi refugio.
8 Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos;
Derramad
delante de él vuestro corazón;
Dios es
nuestro refugio.
Selah
9 Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de
varón;
Pesándolos a
todos igualmente en la balanza,
Serán menos
que nada.
10 No confiéis en la violencia,
Ni en la
rapiña; no os envanezcáis;
Si se aumentan las riquezas,
no pongáis el corazón en ellas.
11 Una vez habló Dios;
Dos veces he
oído esto:
Que de Dios
es el poder,
12 Y tuya, oh Señor, es la misericordia;
Porque tú
pagas a cada uno conforme a su obra.