Lunes 26 de Diciembre de 2011.
¡Asombroso!
Por Riqui Ricón*
Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel (Luc 2.29-32).
Esta es la oración que Simeón hizo cuando, movido por el Espíritu Santo, vio a Jesús en el templo el día que sus padres lo llevaron a presentarlo delante del Señor, según está escrito en la ley. ¿Cuál es esa salvación que vio Simeón con sus ojos? ¿Qué tan grande era esa salvación que él pudo declarar, sin titubear, que estaba listo para morir y se despedía en paz?
Para contestar estas preguntas atendamos a lo que Jesús dijo en su primer sermón en Nazaret:
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isa 61.1-3).
Jesús fue enviado por Dios para traerte buenas noticias, animándote si estás desanimada(o), levantándote si es que has caído; Él ha venido a sanar tu corazón; hacerte totalmente libre, libre del miedo a la muerte, de las enfermedades, de la pobreza, de la amargura, soledad, tristeza y depresión (Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte –Ro 8.2-). Jesús vino a consolarte y a ordenar, con Su Palabra, que se te dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; por lo que ahora eres llamada(o) justa(o) y eres propiedad del Señor.
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas (Isa 61.10).
Simeón se alegró por lo que sus ojos miraron. Sin embargo, ¿cómo podría Dios cumplir Su promesa con personas que, a pesar de las continuas manifestaciones asombrosas de su amor y fidelidad hacia ellos, durante más de mil años habían demostrado ser obstinadas, orgullosas y de duro corazón?
No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad… Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará… Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados (Isa 43.18-19, 21, 25).
Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones (Isa 61.11).
Así como la tierra produce su renuevo, Dios determinó hacer de ti una creatura totalmente nueva por medio de la muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Esta es la más asombrosa y maravillosa de las noticias del Plan de Redención que Dios ideó para ti: por la fe en Jesucristo, por haber creído y recibido el Amor que Dios siente por ti que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, ya no eres más la misma persona que antes eras. El milagro más hermoso es este, que por la Palabra de Dios, porque Dios lo ha dicho, ahora tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Escrito está! Dios lo ha dicho y es la Verdad. No depende de lo que hayas hecho o puedas hacer sino de lo que Jesús hizo por ti y de lo que Dios ha establecido, en Su Palabra, acerca de ti: que eres salva(o); que eres sana(o); que en todas las cosas saldrás más que vencedor(a), pues todo lo puedes en Cristo Jesús; que al enfrentar los problemas tendrás paz y serás dichosa(o), pues eres un(a) Hija(o) de Dios.
¡Asombroso!
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, realmente es asombroso que, a pesar de como yo fui, tu me ames tanto que me hayas justificado, perdonado, santificado y justificado para darme Vida Eterna y hacerme parte de Tu familia. Señor Jesús, solo con mi amor y gratitud eterna podré pagar lo que hiciste por mí. Estoy decidida(o) a creer y recibir este gran Amor para vivir en Tu Plenitud, de la cual tomamos todos Tus Hijos. No daré lugar al temor ni a la duda y haré de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia. Yo soy lo que Tú, Todopoderoso Dios, dices que soy, ni más ni menos. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy Hija(o) de Dios! ¡Soy feliz! ¡Gracias Padre! Bendigo Tu Nombre y declaro que lo mejor de mi vida ya comenzó. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 26 Luc 2.21-52 / Ez 38-39 / Isa 61