lunes, 30 de noviembre de 2020

¿Qué significa SER Hijo(a) de Dios?

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30 de Noviembre

¿Qué significa SER Hijo(a) de Dios?


¡Vaya Papá que tienes!

Por Riqui Ricón*

Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos (Sal 146.5-8).

Ser un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A) DE NUEVO es realmente un privilegio. Pues significa saber, y sobre todo CREER, que ahora Dios es tu Padre, tu ayudador y esperanza; Dios es quien te da la paz y libertad en las cuales Él siempre ha querido que tú vivas.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

Dios es el creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y de lo invisible. Él es fiel, justo y verdadero. Él es bueno. Él es amor. Y sobre todo, Él es tu papá.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).

Así que, si Dios hace justicia a los agraviados; da pan a los hambrientos; liberta a los cautivos; abre los ojos de los ciegos y levanta a los caídos, pregúntate ¿qué no hará el único y verdadero Dios omnipotente por ti, que eres su Hijo(a) amado(a)?

De hecho, Él ya lo ha hizo todo por Amor a ti:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que perderte a ti. Así es, Jesús murió y resucitó para que, pagando todos tus pecados, pudiera justificarte y santificarte para darte la Vida Eterna y así, ponerte en condición de ser hecho(a) Hijo(a) de Dios.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,  para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).

Esta posición, esta identidad como Hijo(a) de Dios, no es algo que tú hayas comprado, adquirido o pagado de alguna forma. Ninguna de las obras de justicia que hayas realizado en el pasado o estés realizando en el presente, te pueden otorgar la identidad de Hijo(a) del Rey.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).

Todo fue preparado de antemano por el Amor que Dios te tiene para que, mientras camines en esta tierra, vivas una vida plena, libre y abundante.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Para que vivas una Vida de completa Libertad

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).

Y aunque en este mundo tendrás aflicciones, ten por seguro que de todas ellas saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ha amado.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Así que, sea cual sea la situación, enfermedad, problema o aflicción que estés enfrentando el día de hoy, puedes dejar de preocuparte; no temas, cree solamente; ¡Dios no puede mentir! ¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en la Palabra de Dios! Puedes acudir a Él con toda confianza. Ten la certeza que Dios no te ha dejado, ni te dejará. ¡Él es tu propio Padre!

Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119.41-42).

¡Oh, que Padre más hermoso, fiel, amoroso y poderoso tienes tú!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, ¡así es, Tú eres el mejor padre del universo! Te amo con todo mi corazón, con todo mi entendimiento y con todas mis fuerzas. Hoy puedo vivir tranquilo(a) pues dichoso(a) es la mujer, o el hombre, que en Ti confía. ¡Yo confío en Ti! Abba, Padre, Tú eres mi Papá. Señor Jesús, cómo agradecerte lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos. Porque Tú vives, yo vivo. Estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado Vida, la Vida Eterna, una Vida plena y abundante para que ahora, por Tu gran Amor con que me has amado, yo sea como Tú: un(a) Hijo(a) de Dios. Gracias, Espíritu Santo por ser el sello de esta maravillosa promesa. Me dispongo con Tu ayuda, a levantarme con Tu Poder de toda enfermedad, pobreza, fracaso, derrota o desánimo que Satanás quiera hacer valer en mi vida. Ya no puede hacerlo más y no se lo permito. ¡Tengo identidad! ¡Por fin sé quién soy! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús, mi Señor y Salvador! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el nombre de Jesús. Amén.

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 30                                  Gal 4.21-31   /  Lam 3-4  /  Sal 146

 


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI





Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 30                                  Gal 4.21-31   /  Lam 3-4  /  Sal 146

 

Gálatas 4.21-31

Alegoría de Sara y Agar

21Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava,b el otro de la libre.c 23Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27Porque está escrito:

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;

Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;

Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.d

 28Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu,e así también ahora. 30Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.f 31De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.[1]

 

   

Lamentaciones 3-4

Esperanza de liberación por la misericordia de Dios

3

     1     Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.

     2     Me guió y me llevó en tinieblas, y no en luz;

     3     Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.

     4     Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;

     5     Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.

     6     Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.

     7     Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;

     8     Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;

     9     Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.

     10     Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;

     11     Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.

     12     Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta.

     13     Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.

     14     Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;

     15     Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos.

     16     Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;

     17     Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien,

     18     Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.

     19     Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;

     20     Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;

     21     Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.

     22     Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

     23     Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

     24     Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.

     25     Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.

     26     Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

     27     Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

     28     Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;

     29     Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;

     30     Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.

     31     Porque el Señor no desecha para siempre;

     32     Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;

     33     Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.

     34     Desmenuzar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,

     35     Torcer el derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo,

     36     Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.

     37     ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?

     38     ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?

     39     ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.

     40     Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;

     41     Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;

     42     Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.

     43     Desplegaste la ira y nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;

     44     Te cubriste de nube para que no pasase la oración nuestra;

     45     Nos volviste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.

     46     Todos nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca;

     47     Temor y lazo fueron para nosotros, asolamiento y quebranto;

     48     Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

     49     Mis ojos destilan y no cesan, porque no hay alivio

     50     Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos;

     51     Mis ojos contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad.

     52     Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué;

     53     Ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí;

     54     Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.

     55     Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;

     56     Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.

     57     Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.

     58     Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.

     59     Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.

     60     Has visto toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.

     61     Has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;

     62     Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

     63     Su sentarse y su levantarse mira; yo soy su canción.

     64     Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.

     65     Entrégalos al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.

     66     Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.

El castigo de Sion consumado

4

     1     ¡Cómo se ha ennegrecido el oro!

¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!

Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

     2     Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

     3     Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;

La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.

     4     La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;

Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

     5     Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles;

Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.

     6     Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma,a

Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

     7     Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche;

Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

     8     Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles;

Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

     9     Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre;

Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

     10     Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos;b

Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

     11     Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira;

Y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.

     12     Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo,

Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén.

     13     Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes,

Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

     14     Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre,

De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras.

     15     ¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis!

Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones:

Nunca más morarán aquí.

     16     La ira de Jehová los apartó, no los mirará más;

No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.

     17     Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro;

En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.

     18     Cazaron nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles;

Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin.

     19     Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo;

Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas.

     20     El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová,

De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.

     21     Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz;

Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás.

     22     Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion;

Nunca más te hará llevar cautiva.

Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom;

Descubrirá tus pecados.[2]

 

 

       

SALMO 146

 

Alabanza por la justicia de Dios

Aleluya.

     1     Alaba, oh alma mía, a Jehová.

     2     Alabaré a Jehová en mi vida;

Cantaré salmos a mi Dios mientras viva.

     3     No confiéis en los príncipes,

Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.

     4     Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra;

En ese mismo día perecen sus pensamientos.

     5     Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,

Cuya esperanza está en Jehová su Dios,

     6     El cual hizo los cielos y la tierra,

El mar, y todo lo que en ellos hay;

Que guarda verdad para siempre,

     7     Que hace justicia a los agraviados,

Que da pan a los hambrientos.

Jehová liberta a los cautivos;

     8     Jehová abre los ojos a los ciegos;

Jehová levanta a los caídos;

Jehová ama a los justos.

     9     Jehová guarda a los extranjeros;

Al huérfano y a la viuda sostiene,

Y el camino de los impíos trastorna.

     10     Reinará Jehová para siempre;

Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.

Aleluya.[3]



b b 4.22: Gn. 16.15.

c c 4.22: Gn. 21.2.

d d 4.27: Is. 54.1.

e e 4.29: Gn. 21.9.

f f 4.30: Gn. 21.10.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl 4.20-31

a a 4.6: Gn. 19.24.

b b 4.10: Dt. 28.57; Ez. 5.10.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lm 2.22-4.22

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 145.21-146.10


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