¿Qué significa SER Hijo(a) de Dios?
¡Vaya Papá que tienes!
Por Riqui Ricón*
Bienaventurado aquel
cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, El
cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que
guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a
los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los
ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos (Sal 146.5-8).
Ser un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A)
DE NUEVO es realmente un privilegio. Pues significa saber, y sobre todo CREER,
que ahora Dios es tu Padre, tu ayudador y esperanza; Dios es quien te da la paz
y libertad en las cuales Él siempre ha querido que tú vivas.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
Dios es el creador del cielo y de
la tierra, de todo lo visible y de lo invisible. Él es fiel, justo y verdadero.
Él es bueno. Él es amor. Y sobre todo, Él es tu papá.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).
Así que, si Dios hace justicia a
los agraviados; da pan a los hambrientos; liberta a los cautivos; abre los ojos
de los ciegos y levanta a los caídos, pregúntate ¿qué no hará el único y
verdadero Dios omnipotente por ti, que eres su Hijo(a) amado(a)?
De hecho, Él ya lo ha hizo todo
por Amor a ti:
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que
perderte a ti. Así es, Jesús murió y resucitó para que, pagando todos tus
pecados, pudiera justificarte y santificarte para darte la Vida Eterna y así,
ponerte en condición de ser hecho(a) Hijo(a) de Dios.
Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a
los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal
4.4-7).
Esta posición, esta identidad
como Hijo(a) de Dios, no es algo que tú hayas comprado, adquirido o pagado de
alguna forma. Ninguna de las obras de justicia que hayas realizado en el pasado
o estés realizando en el presente, te pueden otorgar la identidad de Hijo(a)
del Rey.
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).
Todo fue preparado de antemano
por el Amor que Dios te tiene para que, mientras camines en esta tierra, vivas
una vida plena, libre y abundante.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Para que
vivas una Vida de completa Libertad
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Y aunque en este mundo tendrás
aflicciones, ten por seguro que de todas ellas saldrás más que vencedor(a) por
medio de Aquel que te ha amado.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Así que, sea cual sea la
situación, enfermedad, problema o aflicción que estés enfrentando el día de
hoy, puedes dejar de preocuparte; no temas, cree solamente; ¡Dios no puede
mentir! ¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en la Palabra de Dios! Puedes
acudir a Él con toda confianza. Ten la certeza que Dios no te ha dejado, ni te
dejará. ¡Él es tu propio Padre!
Venga a mí tu misericordia, oh
Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi
avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal
119.41-42).
¡Oh, que Padre más hermoso, fiel,
amoroso y poderoso tienes tú!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, ¡así es, Tú eres el mejor padre del universo! Te amo con todo mi
corazón, con todo mi entendimiento y con todas mis fuerzas. Hoy puedo vivir
tranquilo(a) pues dichoso(a) es la mujer, o el hombre, que en Ti confía. ¡Yo
confío en Ti! Abba, Padre, Tú eres mi Papá. Señor Jesús, cómo agradecerte lo
que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos.
Porque Tú vives, yo vivo. Estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado
Vida, la Vida Eterna, una Vida plena y abundante para que ahora, por Tu gran
Amor con que me has amado, yo sea como Tú: un(a) Hijo(a) de Dios. Gracias,
Espíritu Santo por ser el sello de esta maravillosa promesa. Me dispongo con Tu
ayuda, a levantarme con Tu Poder de toda enfermedad, pobreza, fracaso, derrota
o desánimo que Satanás quiera hacer valer en mi vida. Ya no puede hacerlo más y
no se lo permito. ¡Tengo identidad! ¡Por fin sé quién soy! ¡Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el
mundo! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
amó, Cristo Jesús, mi Señor y Salvador! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
30 Gal 4.21-31
/ Lam
3-4 / Sal 146
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
30 Gal 4.21-31
/ Lam
3-4 / Sal 146
Gálatas
4.21-31
Alegoría de Sara y Agar
21Decidme, los que queréis estar
bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22Porque está escrito que
Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava,b el otro de la
libre.c
23Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la
promesa. 24Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste
es Agar. 25Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde
a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
26Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es
libre. 27Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes
dolores de parto;
Porque más son los hijos de la desolada, que de
la que tiene marido.d
28Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de
la promesa. 29Pero como entonces el que había nacido según la
carne perseguía al que había nacido según el Espíritu,e así
también ahora. 30Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la
esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la
libre.f
31De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la
libre.[1]
Lamentaciones
3-4
Esperanza de liberación por la misericordia de Dios
3
1 Yo soy el
hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.
2 Me guió y
me llevó en tinieblas, y no en luz;
3 Ciertamente
contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.
4 Hizo
envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;
5 Edificó
baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.
6 Me dejó en
oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.
7 Me cercó
por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;
8 Aun cuando
clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;
9 Cercó mis
caminos con piedra labrada, torció mis senderos.
10 Fue para mí
como oso que acecha, como león en escondrijos;
11 Torció mis
caminos, y me despedazó; me dejó desolado.
12 Entesó su arco,
y me puso como blanco para la saeta.
13 Hizo entrar
en mis entrañas las saetas de su aljaba.
14 Fui
escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;
15 Me llenó de
amarguras, me embriagó de ajenjos.
16 Mis dientes
quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;
17 Y mi alma
se alejó de la paz, me olvidé del bien,
18 Y dije:
Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.
19 Acuérdate
de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;
20 Lo tendré
aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;
21 Esto
recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.
22 Por la
misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias.
23 Nuevas son
cada mañana; grande es tu fidelidad.
24 Mi porción
es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
25 Bueno es
Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.
26 Bueno es
esperar en silencio la salvación de Jehová.
27 Bueno le es
al hombre llevar el yugo desde su juventud.
28 Que se
siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;
29 Ponga su
boca en el polvo, por si aún hay esperanza;
30 Dé la
mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.
31 Porque el
Señor no desecha para siempre;
32 Antes si
aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;
33 Porque no
aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.
34 Desmenuzar
bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,
35 Torcer el
derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo,
36 Trastornar
al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.
37 ¿Quién será
aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?
38 ¿De la boca
del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?
39 ¿Por qué se
lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.
40 Escudriñemos
nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;
41 Levantemos
nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;
42 Nosotros
nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.
43 Desplegaste
la ira y nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;
44 Te cubriste
de nube para que no pasase la oración nuestra;
45 Nos
volviste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.
46 Todos
nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca;
47 Temor y
lazo fueron para nosotros, asolamiento y quebranto;
48 Ríos de
aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.
49 Mis ojos
destilan y no cesan, porque no hay alivio
50 Hasta que
Jehová mire y vea desde los cielos;
51 Mis ojos
contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad.
52 Mis
enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué;
53 Ataron mi
vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí;
54 Aguas
cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.
55 Invoqué tu
nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;
56 Oíste mi
voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.
57 Te
acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.
58 Abogaste,
Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.
59 Tú has
visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.
60 Has visto
toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.
61 Has oído el
oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;
62 Los dichos
de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.
63 Su sentarse
y su levantarse mira; yo soy su canción.
64 Dales el
pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.
65 Entrégalos
al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.
66 Persíguelos
en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.
El castigo de Sion consumado
4
1 ¡Cómo se ha
ennegrecido el oro!
¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!
Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas
las calles.
2 Los hijos
de Sion, preciados y estimados más que el oro puro,
¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!
3 Aun los
chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;
La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.
4 La lengua
del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;
Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.
5 Los que
comían delicadamente fueron asolados en las calles;
Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.
6 Porque se
aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma,a
Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella
compañías.
7 Sus nobles
fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche;
Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el
zafiro.
8 Oscuro más
que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles;
Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.
9 Más
dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre;
Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.
10 Las manos
de mujeres piadosas cocieron a sus hijos;b
Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento
de la hija de mi pueblo.
11 Cumplió
Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira;
Y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.
12 Nunca los
reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo,
Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de
Jerusalén.
13 Es por
causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes,
Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos.
14 Titubearon
como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre,
De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras.
15 ¡Apartaos!
¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis!
Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones:
Nunca más morarán aquí.
16 La ira de
Jehová los apartó, no los mirará más;
No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de
los viejos.
17 Aun han desfallecido
nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro;
En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.
18 Cazaron
nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles;
Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro
fin.
19 Ligeros
fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo;
Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron
emboscadas.
20 El aliento
de nuestras vidas, el ungido de Jehová,
De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones,
fue apresado en sus lazos.
21 Gózate y
alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz;
Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás.
22 Se ha
cumplido tu castigo, oh hija de Sion;
Nunca más te hará llevar cautiva.
Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom;
Descubrirá tus pecados.[2]
SALMO 146
Alabanza por la justicia de Dios
Aleluya.
1 Alaba, oh
alma mía, a Jehová.
2 Alabaré a
Jehová en mi vida;
Cantaré salmos a mi Dios
mientras viva.
3 No confiéis
en los príncipes,
Ni en hijo de hombre, porque
no hay en él salvación.
4 Pues sale
su aliento, y vuelve a la tierra;
En ese mismo día perecen sus
pensamientos.
5 Bienaventurado
aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,
Cuya esperanza está en Jehová
su Dios,
6 El cual
hizo los cielos y la tierra,
El mar, y todo lo que en ellos
hay;
Que guarda verdad para siempre,
7 Que hace
justicia a los agraviados,
Que da pan a los hambrientos.
Jehová liberta a los cautivos;
8 Jehová abre
los ojos a los ciegos;
Jehová levanta a los caídos;
Jehová ama a los justos.
9 Jehová
guarda a los extranjeros;
Al huérfano y a la viuda
sostiene,
Y el camino de los impíos
trastorna.
10 Reinará
Jehová para siempre;
Tu Dios, oh Sion, de
generación en generación.
Aleluya.[3]
b b 4.22: Gn. 16.15.
c c 4.22: Gn. 21.2.
d d 4.27: Is. 54.1.
e e 4.29: Gn. 21.9.
f f 4.30: Gn. 21.10.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
4.20-31
a a 4.6: Gn. 19.24.
b b 4.10: Dt. 28.57; Ez. 5.10.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lm
2.22-4.22
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
145.21-146.10
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