martes, 10 de noviembre de 2020

¡Cómo enfrentar los problemas de la Vida!

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10 de Noviembre

¡Cómo enfrentar los problemas de la Vida!


¡Con Alegría!

Por Riqui Ricón*

Tú, en cambio, predica lo que va de acuerdo con la sana doctrina… Con tus buenas obras, dales tú mismo ejemplo en todo. Cuando enseñes, hazlo con integridad y seriedad, y con un mensaje sano e intachable. Así se avergonzará cualquiera que se oponga, pues no podrá decir nada malo de nosotros  (Ti 2.1, 7-8 NVI).

Cuando yo recibía tus palabras, las devoraba; eran mi felicidad y la alegría de mi corazón porque tú me elegiste, Señor Dios Todopoderoso (Jer 15.16 PDT).

Cuando Jehová trajo a sus exiliados de regreso a Jerusalén, ¡fue como un sueño! ¡Cómo reímos y cantamos de júbilo! Y las demás naciones decían: ¡Qué maravillas ha hecho para ellos el Señor! Sí, ¡hechos gloriosos! ¡Qué maravilla! ¡Qué júbilo!  (Sal 126.1-3 BAD).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, declara, enfáticamente, que en todo problema, angustia o enfermedad tú eres más que vencedor(a), por medio de Aquél que te amó, Cristo Jesús (Ro 8.37); además asegura que has vencido por medio de la Sangre del Cordero y de LA PALABRA DE TU TESTIMONIO (Apo 12.11).

Las lecturas del día de hoy, como estas declaraciones que Dios ha hecho acerca de ti, te están invitando a que ames y atesores la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es sana e irreprochable y al ponerla en tu mente, corazón y boca puedes presentarte en todo, como ejemplo de buenas obras y de integridad, pues Ella es Viva y eficaz para guiarte a tu destino.

Porque la palabra de Dios es viva y poderosa, es más cortante que una espada de dos filos y penetra hasta nuestros más íntimos pensamientos poniendo de manifiesto lo que en verdad somos (He 4.12 BAD).

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 P 1.19).

De esta forma, cuando el adversario viene a recordarte tus pecados y fracasos, la Palabra de Dios fluye de tu boca de tal manera que declaras y estableces lo que Dios ha dicho acerca de ti y que, además, es la única Verdad; así harás que el diablo se avergüence y no tenga nada malo que decir de ti.

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Sean cual sean los problemas, enfermedades, aflicciones o retos que estés enfrentando el día de hoy, el dilema a resolver no es nada complicado: ¿A quién le vas a creer, a Satanás que te dice que eres un(a) miserable pecador(a) fracasado(a), bueno(a) para nada, o a Dios, tu Padre, quien afirma en Su Palabra que tú TODO lo puedes, que ya has vencido y que nada ni nadie te puede hacer frente pues Él está contigo?

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

No es sólo que Dios está contigo sino que lo más maravilloso es que Él está contigo porque te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y no para condenarte sino para darte una vida plena y abundante.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él  (1 Jn 3.1 NVI).

No solamente Dios está contigo, y te ama tanto, y pagó todos tus pecados para darte la Vida Eterna, la Vida Plena y Abundante, sino que también has sido llamado por el mismísimo Dios, Su propio(a) Hijo(a).

Es por todo esto que, en honor a la Verdad, hoy puedes llenar de gozo y alegría tu corazón al llenarlo con la Biblia, pues jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en la Palabra de Honor del único Dios Verdadero. Este día puedes declarar confiadamente: grandes cosas ha hecho el Señor conmigo, voy a estar alegre.

Jehová de los ejércitos,  Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, hoy llamo a la alegría a mi vida y corazón pues dichoso, mil veces feliz, es el hombre o la mujer que en Ti confía. Hoy sé que aunque ande en valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Todo lo que he sembrado con lágrimas con regocijo lo voy a cosechar. No hay problema, enfermedad, angustia o tribulación que me puedan hacer perder lo que Tú, Jesucristo, ganaste para mí al vencer en esa cruz. Soy sano(a), soy libre, soy prospero(a) en todas las cosas, tengo en mí  el gozo y la paz del Señor, que sobrepasan todo entendimiento. Rechazo de mi vida el temor, la ansiedad, el resentimiento y la amargura. Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. ¡Está es mi herencia! ¡Estaré alegre! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 10                                  Tit 2  /  Jer 15-16  /  Sal 126

 

Cápsula del día.






Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 






NVI





Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 10                                  Tit 2  /  Jer 15-16  /  Sal 126

 

Tito 2

Enseñanza de la sana doctrina

2

1Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. 2Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 3Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; 4que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. 6Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; 7presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, 8palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. 9Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; 10no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.

11Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidada y purificar para sí un pueblo propio,b celoso de buenas obras.

15Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.[1]

 

   

Jeremías 15-16

La implacable ira de Dios contra Judá

15

1Me dijo Jehová: Si Moisésa y Samuelb se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan. 2Y si te preguntaren: ¿A dónde saldremos? les dirás: Así ha dicho Jehová: El que a muerte, a muerte; el que a espada, a espada; el que a hambre, a hambre; y el que a cautiverio, a cautiverio.c 3Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir.d 4Y los entregaré para terror a todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.e

5Porque ¿quién tendrá compasión de ti, oh Jerusalén? ¿Quién se entristecerá por tu causa, o quién vendrá a preguntar por tu paz? 6Tú me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto, yo extenderé sobre ti mi mano y te destruiré; estoy cansado de arrepentirme. 7Aunque los aventé con aventador hasta las puertas de la tierra, y dejé sin hijos a mi pueblo y lo desbaraté, no se volvieron de sus caminos. 8Sus viudas se me multiplicaron más que la arena del mar; traje contra ellos destruidor a mediodía sobre la madre y sobre los hijos; hice que de repente cayesen terrores sobre la ciudad. 9Languideció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma, su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión; y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.

10¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! Nunca he dado ni tomado en préstamo, y todos me maldicen. 11¡Sea así, oh Jehová, si no te he rogado por su bien, si no he suplicado ante ti en favor del enemigo en tiempo de aflicción y en época de angustia! 12¿Puede alguno quebrar el hierro, el hierro del norte y el bronce?

13Tus riquezas y tus tesoros entregaré a la rapiña sin ningún precio, por todos tus pecados, y en todo tu territorio. 14Y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conoces; porque fuego se ha encendido en mi furor, y arderá sobre vosotros.

Jehová reanima a Jeremías

15Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta. 16Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. 17No me senté en compañía de burladores, ni me engreí a causa de tu profecía; me senté solo, porque me llenaste de indignación. 18¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?

19Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. 20Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. 21Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.

Juicio de Jehová contra Judá

16

1Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 2No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas en este lugar. 3Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: 4De dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

5Porque así ha dicho Jehová: No entres en casa de luto, ni vayas a lamentar, ni los consueles; porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehová, mi misericordia y mis piedades. 6Morirán en esta tierra grandes y pequeños; no se enterrarán, ni los plañirán, ni se rasgarán ni se raerán los cabellos por ellos; 7ni partirán pan por ellos en el luto para consolarlos de sus muertos; ni les darán a beber vaso de consolaciones por su padre o por su madre. 8Asimismo no entres en casa de banquete, para sentarte con ellos a comer o a beber. 9Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo haré cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y toda voz de alegría, y toda voz de esposo y toda voz de esposa.a

10Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? 11Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; 12y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí. 13Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que ni vosotros ni vuestros padres habéis conocido, y allá serviréis a dioses ajenos de día y de noche; porque no os mostraré clemencia.

14No obstante, he aquí vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; 15sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres.

16He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos. 17Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos. 18Pero primero pagaré al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cadáveres de sus ídolos, y de sus abominaciones llenaron mi heredad.

19Oh Jehová, fortaleza mía y fuerza mía, y refugio mío en el tiempo de la aflicción, a ti vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho. 20¿Hará acaso el hombre dioses para sí? Mas ellos no son dioses.

21Por tanto, he aquí les enseñaré esta vez, les haré conocer mi mano y mi poder, y sabrán que mi nombre es Jehová.[2]

       

 

 

 

 

 

 

 

 

SALMO 126

 

Oración por la restauración

Cántico gradual.

     1     Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion,

Seremos como los que sueñan.

     2     Entonces nuestra boca se llenará de risa,

Y nuestra lengua de alabanza;

Entonces dirán entre las naciones:

Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.

     3     Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros;

Estaremos alegres.

     4     Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

Como los arroyos del Neguev.

     5     Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.

     6     Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla;

Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.[3]

 



a a 2.14: Sal. 130.8.

b b 2.14: Ex. 19.5; Dt. 4.20; 7.6; 14.2; 26.18; 1 P. 2.9.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Tit 1.16-2.15

a a 15.1: Ex. 32.11–14; Nm. 14.13–19.

b b 15.1: 1 S. 7.5–9.

c c 15.2: Ap. 13.10.

d d 15.3: Ap. 6.8.

e e 15.4: 2 R. 21.1–16; 2 Cr. 33.1–9.

a a 16.9: Jer. 7.34; 25.10; Ap. 18.23.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr 14.22-16.21

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 125.5-126.6


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