¿De dónde vendrá tu socorro?
¡Tú papá es Dios!
Por Riqui Ricón*
Yo hice la tierra, el hombre y
las bestias que están sobre la faz de la tierra, con mi gran poder y con mi
brazo extendido, y la di a quien yo quise (Jer 27.5).
Al meditar sobre el Amor de Dios, el sacrificio de
Jesús y el maravilloso Plan que Él tiene para tu vida, debes siempre mantener
en tu mente el hecho de que Él es el Único Todopoderoso Dios, creador del cielo
y de la tierra así como de todo lo visible y lo invisible. No hay nada que Él
no pueda hacer, excepto mentir; Dios lo sabe y lo conoce todo acerca de ti, aún
tus más íntimos pensamientos pues, no
hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las
cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta (He 4.13).
Tener esto presente te dará la
perspectiva correcta de Su Amor, Su Sacrificio y Su Plan para tu vida.
¡Él, el Soberano y Todopoderoso
Dios, quien no le rinde cuentas a nada, ni a nadie, quien no depende de nada,
ni de nadie, Él decidió amarte, bendecirte e incorporarte como parte de Su
familia haciéndote Su Hijo(a)!
… en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos
suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
¿Puede Él hacer esto? ¡Claro que
puede! ¡Él es Dios! ¡No le rinde cuentas a nadie!
¿Es esta la voluntad de Dios?
¡Así es! La Biblia, la Palabra de Honor de Dios, lo expresa maravillosamente desde
Génesis hasta Apocalipsis.
¿Por qué lo hace? La Escritura dice que lo hace
porque te ama.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al
mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Mirad cuál amor nos ha
dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (1 Jn 3.1a).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
Propio Hijo antes que perderte a ti!
¿Cómo puedes estar seguro(a) de todo esto? Responder
esta pregunta es de lo más sencillo del mundo: ¡Escrito está! Lo dice la Biblia
que es la Palabra de Dios y, si Dios lo dice, entonces, Él lo va a cumplir. Si
Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar. ¡Dios no puede mentir!
Es algo realmente asombroso que
el Único Eterno e Infinito Dios te ame tanto que haya preferido entregar a Su
propio Hijo Jesucristo antes que perderte a ti para que, de esta manera, una
vez justificado(a) y perdonado(a), Él te
hiciera Nacer de Nuevo, pero ahora como Su propio Hijo(a).
¿O pensáis que la Escritura
dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela
celosamente? (Sgo 4.5).
Ahora, no solamente eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo sino que, además, el glorioso Espíritu de
Dios habita en ti y contigo. Es por Él y con Él que sabes que sabes, que Dios,
el Todopoderoso, es tu Papá.
Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).
Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).
Así que, si tienes semejante Papá;
si el creador del cielo y de la tierra y de todo lo visible e invisible es tu
Padre; si Aquel que no le rinde cuentas a nada ni a nadie es ahora tu Papá, en
verdad, ¿qué te preocupa?
Como dijera alguien por ahí, con justificado
asombro, ¡para Papito que te cargas!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Así que, el
día de hoy, sin importar lo difícil de tus problemas o lo tremendo de tu
enfermedad, necesitas trasladar tu confianza y tu atención hacia Aquel que
tanto te ama. No te enfoques en tus
circunstancias, ni en tu realidad. Pon tus ojos en la Verdad y mira atentamente
en la Perfecta Ley, la de la Libertad.
¡Tú eres Hijo(a) del Dios
Altísimo! ¡Tú eres Hijo(a) del Todopoderoso Dios!
Confía en Jehová, y haz el
bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate
asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda
a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la
luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal 37.3-6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy puedo
acudir confiadamente a Tu Presencia pues he hallado gracia delante de Ti. Tú me
amas y yo te amo a Ti. Por Amor me has hecho Tu Hijo(a) y puedo confiar
plenamente en Ti creyendo Tu Palabra. Así que, amado Señor Jesús, ya no voy a
temer. Me someto a Ti y a Tu Palabra, resisto al diablo y a sus mentiras y éste
tiene que huir de mi vida. No recibo ni me pongo de acuerdo con enfermedad
alguna; ni con la pobreza o la escasez; ni la tristeza o la depresión; ni el
fracaso o la derrota en ningún área de mi vida. Por el contrario, como un(a)
Hija(o) del Dios Altísimo yo me pongo de acuerdo con la Biblia, la Palabra de
Dios, y recibo en este día, salud plena; prosperidad en todas las cosas;
victoria sobre todos mis problemas; así como el gozo y la paz que sólo Tú, mi amado
Dios, puedes dar. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!
Y estoy determinado a vivir la vida plena y abundante que Tú, Jesucristo,
compraste para mí al precio de Tu propia Sangre. ¡Dios, el Todopoderoso, es mi
Padre! Así que, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención
y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
16 Sgo 4 / Jer 27-28 / Sal 132
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
16 Sgo 4 / Jer 27-28 / Sal 132
Santiago
4
La amistad con el mundo
4
1¿De dónde vienen las guerras y los
pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en
vuestros miembros? 2Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de
envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que
deseáis, porque no pedís. 3Pedís, y no recibís, porque pedís mal,
para gastar en vuestros deleites. 4¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis
que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera
ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 5¿O pensáis
que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros
nos anhela celosamente? 6Pero él da mayor gracia. Por esto dice:
Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.a 7Someteos,
pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8Acercaos a
Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los
de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 9Afligíos, y
lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en
tristeza. 10Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Juzgando al hermano
11Hermanos, no murmuréis los unos
de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la
ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley,
sino juez. 12Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y
perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
No os gloriéis del día de mañana
13¡Vamos ahora! los que decís: Hoy
y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y
ganaremos; 14cuando no sabéis lo que será mañana.b
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco
de tiempo, y luego se desvanece. 15En lugar de lo cual deberíais
decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16Pero
ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;
17y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.[1]
Jeremías
27-28
La señal de los yugos
27
1En el principio del reinado de
Joacima
hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:
2Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu
cuello; 3y los enviarás al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey
de los hijos de Amón, y al rey de Tiro, y al rey de Sidón, por mano de los
mensajeros que vienen a Jerusalén a Sedequías rey de Judá. 4Y les
mandarás que digan a sus señores: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de
Israel: Así habéis de decir a vuestros señores: 5Yo hice la
tierra, el hombre y las bestias que están sobre la faz de la tierra, con mi
gran poder y con mi brazo extendido, y la di a quien yo quise. 6Y
ahora yo he puesto todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de
Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le
sirvan. 7Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al
hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la
reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes.
8Y a la nación y al reino que no
sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo
del yugo del rey de Babilonia, castigaré a tal nación con espada y con hambre y
con pestilencia, dice Jehová, hasta que la acabe yo por su mano. 9Y
vosotros no prestéis oído a vuestros profetas, ni a vuestros adivinos, ni a
vuestros soñadores, ni a vuestros agoreros, ni a vuestros encantadores, que os
hablan diciendo: No serviréis al rey de Babilonia. 10Porque ellos
os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os
arroje y perezcáis. 11Mas a la nación que sometiere su cuello al
yugo del rey de Babilonia y le sirviere, la dejaré en su tierra, dice Jehová, y
la labrará y morará en ella.
12Hablé también a Sedequías rey de
Judá conforme a todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al
yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid. 13¿Por
qué moriréis tú y tu pueblo a espada, de hambre y de pestilencia, según ha
dicho Jehová de la nación que no sirviere al rey de Babilonia? 14No
oigáis las palabras de los profetas que os hablan diciendo: No serviréis al rey
de Babilonia; porque os profetizan mentira. 15Porque yo no los
envié, dice Jehová, y ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo os
arroje y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.
16También a los sacerdotes y a todo
este pueblo hablé diciendo: Así ha dicho Jehová: No oigáis las palabras de
vuestros profetas que os profetizan diciendo: He aquí que los utensilios de la
casa de Jehová volverán de Babilonia ahora pronto; porque os profetizan
mentira. 17No los oigáis; servid al rey de Babilonia y vivid; ¿por
qué ha de ser desolada esta ciudad? 18Y si ellos son profetas, y
si está con ellos la palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos
para que los utensilios que han quedado en la casa de Jehová y en la casa del
rey de Judá y en Jerusalén, no vayan a Babilonia. 19Porque así ha
dicho Jehová de los ejércitos acerca de aquellas columnas, del estanque, de las
basas y del resto de los utensilios que quedan en esta ciudad, 20que
no quitó Nabucodonosor rey de Babilonia cuando transportó de Jerusalén a
Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los nobles de Judá
y de Jerusalén; 21así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos,
Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedaron en la casa de Jehová, y
en la casa del rey de Judá, y en Jerusalén: 22A Babilonia serán
transportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visite, dice Jehová; y
después los traeré y los restauraré a este lugar.
Falsa profecía de Hananías
28
1Aconteció en el mismo año, en el principio
del reinado de Sedequíasa rey de Judá, en el año
cuarto, en el quinto mes, que Hananías hijo de Azur, profeta que era de Gabaón,
me habló en la casa de Jehová delante de los sacerdotes y de todo el pueblo,
diciendo: 2Así habló Jehová de los ejércitos, Dios de Israel,
diciendo: Quebranté el yugo del rey de Babilonia. 3Dentro de dos
años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa de Jehová, que
Nabucodonosor rey de Babilonia tomó de este lugar para llevarlos a Babilonia,
4y yo haré volver a este lugar a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, y
a todos los transportados de Judá que entraron en Babilonia, dice Jehová;
porque yo quebrantaré el yugo del rey de Babilonia.
5Entonces respondió el profeta
Jeremías al profeta Hananías, delante de los sacerdotes y delante de todo el
pueblo que estaba en la casa de Jehová. 6Y dijo el profeta
Jeremías: Amén, así lo haga Jehová. Confirme Jehová tus palabras, con las
cuales profetizaste que los utensilios de la casa de Jehová, y todos los transportados,
han de ser devueltos de Babilonia a este lugar. 7Con todo eso, oye
ahora esta palabra que yo hablo en tus oídos y en los oídos de todo el pueblo:
8Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti en tiempos pasados,
profetizaron guerra, aflicción y pestilencia contra muchas tierras y contra
grandes reinos. 9El profeta que profetiza de paz, cuando se cumpla
la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad
envió.
10Entonces el profeta Hananías
quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías, y lo quebró. 11Y
habló Hananías en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así ha dicho Jehová:
De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor rey de Babilonia, del cuello de
todas las naciones, dentro de dos años. Y siguió Jeremías su camino. 12Y
después que el profeta Hananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías,
vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13Ve y habla a
Hananías, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yugos de madera quebraste, mas en vez
de ellos harás yugos de hierro. 14Porque así ha dicho Jehová de
los ejércitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puse sobre el cuello de todas
estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor rey de Babilonia, y han de
servirle; y aun también le he dado las bestias del campo. 15Entonces
dijo el profeta Jeremías al profeta Hananías: Ahora oye, Hananías: Jehová no te
envió, y tú has hecho confiar en mentira a este pueblo. 16Por
tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo te quito de sobre la faz de la
tierra; morirás en este año, porque hablaste rebelión contra Jehová. 17Y
en el mismo año murió Hananías, en el mes séptimo.[2]
SALMO 132
Plegaria por bendición sobre el santuario
Cántico gradual.
1 Acuérdate,
oh Jehová, de David,
Y de toda su aflicción;
2 De cómo
juró a Jehová,
Y prometió al Fuerte de Jacob:
3 No entraré
en la morada de mi casa,
Ni subiré sobre el lecho de mi
estrado;
4 No daré
sueño a mis ojos,
Ni a mis párpados adormecimiento,
5 Hasta que
halle lugar para Jehová,
Morada para el Fuerte de
Jacob.
6 He aquí en
Efrata lo oímos;
Lo hallamos en los campos del
bosque.
7 Entraremos
en su tabernáculo;
Nos postraremos ante el
estrado de sus pies.
8 Levántate,
oh Jehová, al lugar de tu reposo,
Tú y el arca de tu poder.
9 Tus
sacerdotes se vistan de justicia,
Y se regocijen tus santos.
10 Por amor de
David tu siervo
No vuelvas de tu ungido el
rostro.a
11 En verdad
juró Jehová a David,
Y no se retractará de ello:
De tu descendencia pondré
sobre tu trono.b
12 Si tus
hijos guardaren mi pacto,
Y mi testimonio que yo les
enseñaré,
Sus hijos también se sentarán
sobre tu trono para siempre.
13 Porque
Jehová ha elegido a Sion;
La quiso por habitación para
sí.
14 Este es
para siempre el lugar de mi reposo;
Aquí habitaré, porque la he
querido.
15 Bendeciré
abundantemente su provisión;
A sus pobres saciaré de pan.
16 Asimismo
vestiré de salvación a sus sacerdotes,
Y sus santos darán voces de
júbilo.
17 Allí haré
retoñar el poder de David;
He dispuesto lámpara a mi
ungido.c
18 A sus
enemigos vestiré de confusión,
Mas sobre él florecerá su
corona.[3]
a a 4.6: Pr. 3.34.
b b 4.13–14: Pr. 27.1.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Stg
3.18-4.17
a a 27.1: 2 R. 24.18–20; 2 Cr. 36.11–13.
a a 28.1: 2 R. 24.18–20; 2 Cr. 36.11–13.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
26.24-28.17
a a 132.8–10: 2 Cr. 6.41–42.
b b 132.11: 2 S. 7.12–16; 1 Cr. 17.11–14; Sal.
89.3–4; Hch. 2.30.
c c 132.17: 1 R. 11.36.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
131.3-132.18
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