miércoles, 11 de noviembre de 2020

¡Cómo derrotar al pecado!

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11 de Noviembre

¡Cómo derrotar al pecado!


¡Por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo!

Por Riqui Ricón*

El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares (Jer 17.1).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y nunca miente, establece que el problema del pecado está tan profundamente arraigado en el corazón del ser humano que sólo mediante una sublime y poderosa intervención divina te puedes librar de él.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,  nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,  el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.4-7).

La Biblia al Día lo expresa así,

Pero cuando la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador se manifestó, obtuvimos la salvación; pero no porque fuéramos tan buenos que la mereciéramos, sino porque en su bondad y en su misericordia Dios nos lavó los pecados y nos dio una nueva vida por medio del Espíritu Santo que vertió abundantemente en nosotros, gracias a la obra de Jesucristo nuestro Salvador, a fin de poder declararnos justos ante Dios. En virtud de esto que en su gracia nos concedió, somos herederos de las riquezas de la vida eterna, riquezas que con ansias esperamos alcanzar (Ti 3.4-7 BAD).

Por más obras de justicia que tú realices o por más que te esfuerces, la solución al problema del pecado está fuera de tu alcance. Por esto, Dios, por medio de la fe en el sacrificio de Jesús y el derramamiento de Su sangre, te limpió de TODOS tus pecados haciéndote justo(a) delante de Él, para así (solamente así), mediante la resurrección, hacer de ti un Hijo(a) Suyo(a) NACIDO(A) DE NUEVO.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Sólo Dios pudo diseñar semejante plan de Amor y Redención con el cual logró librarte, de una vez y para siempre, del poder de la muerte y del pecado que la gobierna. Sólo Dios te ama tanto que, a pesar de estar tú muerto(a) en delitos y pecados, te dio vida juntamente con Cristo.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!

Mediante la muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo, Dios te hizo Nacer de Nuevo y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es Su Palabra que vive y permanece para siempre.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).

Ser salvo por gracia significa ser declarado justo por Dios y recibir la Plenitud de Vida que Él desea para ti como un regalo de Amor por haber creído a  Su Palabra y a Su Amor.

Ser salvo por gracia significa poner toda tu confianza en Él en lugar de en tus obras o en tus supuestas acciones de justicia.

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.  Porque será como el árbol plantado junto a las aguas,  que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto (Jer 17.7-8).

Puedes estar seguro(a) estimado(a) amigo(a), que confiar en Dios, creerle a Él, creerle a Su Palabra, es la Bendición más grande que puedas tener. Ya que Él nunca ha mentido ni mentirá, tú eres ese árbol plantado junto a las corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado (Jn 15.1-3).

Es el lavamiento en la regeneración (nacer de nuevo), que te ha limpiado. Por esto, puedes, y debes, echar tus raíces junto a la corriente de agua de vida que es la Palabra de Dios. Ponla en tu mente, corazón y boca; medita en ella de día y de noche pues así no verás cuando viene el calor (los problemas), sino que estarás fuerte y lleno(a) de fe; y en el año de sequía (conflicto), no te fatigarás, ni dejarás de dar fruto.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Pienso que la Biblia es sencillamente clara en Su precisión, Dios, tu Padre, desea que hagas prosperar tu camino y que todo te salga bien. Por eso te entrega el secreto para el éxito en tu vida: ¡Haz de la Biblia la norma máxima de tu existencia! Léela y medítala de día y de noche porque entonces, ni antes, ni después, ni de ningún otra forma, harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.

¡Esto es la Gracia de Dios!

Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño (Sal 127.1-2).

El problema del pecado se resolvió totalmente en esa cruz. Fue Dios quien lo resolvió por Amor a ti. Por más que trabajaras y velaras en ello nada habrías conseguido y nada puedes conseguir pues es por Su Gracia por medio de la fe en Cristo Jesús.

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Rom 8.1-2).

Por la Gracia de Dios ahora estás en Cristo Jesús; ya no practicas el pecado pues no estás conforme con tu carne sino con el Espíritu Santo; has sido creado(a) de nuevo como un(a) Hijo(a) de Dios y has sido hecho(a) libre de la ley del pecado y de la muerte mediante una ley superior que es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.

¡El pecado no podrá nunca más enseñorearse de ti!

Todo esto se recibe mediante la fe que no es otra cosa más que creerle a Dios, creyendo a Su Palabra. Pues si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir. Si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

Así que, no temas, cree solamente. Cree que eres la persona que Dios dice que ahora tú eres. Cree que eres ese(a) incorruptible Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, que Dios dice en Su Palabra que ahora eres, y comienza a vivir así. Sólo de esta forma el pecado está derrotado en ti.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, yo soy Tu Hijo(a) amado(a) y puedo confiar plenamente en Ti. Tú no mientes, así que todo lo que has dicho acerca de mí en tu Palabra es la Verdad y se va a cumplir todo. Señor Jesús, yo en Ti confío, Tú eres toda mi confianza, sin Ti no vivo. ¡Soy bienaventurada(o)! ¡Mil veces feliz! Pues la roca de mi salvación es Cristo Jesús. El cielo y la tierra pasarán mas Tu Palabra no pasará. Así que, no pongo mis ojos, ni mi confianza, en la situación, problema o aflicción que hoy esté atravesando, porque yo, ______________ (tu nombre aquí) seré prosperado, por la Palabra de Dios, como el árbol plantado junto a las aguas,  que junto a la corriente echaré mis raíces, y no veré cuando viene el calor, sino que mi hoja estará verde; y en el año de sequía no me fatigaré, ni dejaré de dar fruto. Por lo tanto, resisto las mentiras del diablo y me declaro a mí mismo(a), de acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, que ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Ni el pecado ni la muerte tienen nada en mí. No hay forma que pueda perder en la vida pues en TODAS las cosas yo, ______________ (tu nombre aquí) soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 11                                  Tit 3  /  Jer 17-18  /  Sal 127



Cápsula del día.








Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 






NVI




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 11                                  Tit 3  /  Jer 17-18  /  Sal 127

 

Tito 3

Justificados por gracia

3

1Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. 2Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres. 3Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 4Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

8Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres. 9Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho. 10Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, 11sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.

Instrucciones personales

12Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico,a apresúrate a venir a mí en Nicópolis, porque allí he determinado pasar el invierno. 13A Zenas intérprete de la ley, y a Apolos,b encamínales con solicitud, de modo que nada les falte. 14Y aprendan también los nuestros a ocuparse en buenas obras para los casos de necesidad, para que no sean sin fruto.

Salutaciones y bendición final

15Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe.

La gracia sea con todos vosotros. Amén.[1]

   

Jeremías 17-18

El pecado escrito en el corazón de Judá

17

1El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, 2mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos, 3sobre las montañas y sobre el campo. Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en todo tu territorio. 4Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, que para siempre arderá.

5Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. 6Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

7Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. 8Porque será como el árbol plantado junto a las aguas,a que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

9Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 10Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón,b para dar a cada uno según su camino,c según el fruto de sus obras.

11Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato.

12Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. 13¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

14Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza. 15He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla ahora! 16Mas yo no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia. 17No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo. 18Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asómbrense ellos, y yo no me asombre; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

Observancia del día de reposo

19Así me ha dicho Jehová: Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y ponte en todas las puertas de Jerusalén, 20y diles: Oíd la palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de Jerusalén que entráis por estas puertas. 21Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo,* y de meterla por las puertas de Jerusalén.d 22Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de reposo,* ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo,* como mandé a vuestros padres.e 23Pero ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección.

24No obstante, si vosotros me obedeciereis, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día de reposo,* sino que santificareis el día de reposo,* no haciendo en él ningún trabajo, 25entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de Judá y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre. 26Y vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de tierra de Benjamín, de la Sefela, de los montes y del Neguev, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda e incienso, y trayendo sacrificio de alabanza a la casa de Jehová. 27Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo,* y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo,* yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

La señal del alfarero y el barro

18

1Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.

5Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. 7En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. 8Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, 9y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar. 10Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.

11Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. 12Y dijeron: Es en vano; porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón.

13Por tanto, así dijo Jehová: Preguntad ahora a las naciones, quién ha oído cosa semejante. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel. 14¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán las aguas frías que corren de lejanas tierras? 15Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que camine por sendas y no por camino transitado, 16para poner su tierra en desolación, objeto de burla perpetua; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y meneará la cabeza. 17Como viento solano los esparciré delante del enemigo; les mostraré las espaldas y no el rostro, en el día de su perdición.

Conspiración del pueblo y oración de Jeremías

18Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo de lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras.

19Oh Jehová, mira por mí, y oye la voz de los que contienden conmigo. 20¿Se da mal por bien, para que hayan cavado hoyo a mi alma? Acuérdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira. 21Por tanto, entrega sus hijos a hambre, dispérsalos por medio de la espada, y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra. 22Oigase clamor de sus casas, cuando traigas sobre ellos ejército de repente; porque cavaron hoyo para prenderme, y a mis pies han escondido lazos. 23Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo.[2]

       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SALMO 127

 

La prosperidad viene de Jehová

Cántico gradual; para Salomón.

     1     Si Jehová no edificare la casa,

En vano trabajan los que la edifican;

Si Jehová no guardare la ciudad,

En vano vela la guardia.

     2     Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar,

Y que comáis pan de dolores;

Pues que a su amado dará Dios el sueño.

     3     He aquí, herencia de Jehová son los hijos;

Cosa de estima el fruto del vientre.

     4     Como saetas en mano del valiente,

Así son los hijos habidos en la juventud.

     5     Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;

No será avergonzado

Cuando hablare con los enemigos en la puerta.[3]



a a 3.12: Hch. 20.4; Ef. 6.21–22; Col. 4.7–8; 2 Ti. 4.12.

b b 3.13: Hch. 18.24; 1 Co. 16.12.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Tit 2.15-3.15

a a 17.8: Sal. 1.3.

b b 17.10: Ap. 2.23.

c c 17.10: Sal. 62.12.

d d 17.21: Neh. 13.15–22.

e e 17.22: Ex. 20.8–10; Dt. 5.12–14.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr 16.21-18.23

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 126.6-127.5


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