¿Qué necesitas para salir adelante?
¡Basta una Palabra del Señor!
Por Riqui Ricón*
Mira mi aflicción, y líbrame,
Porque de tu ley no me he olvidado. Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame
con tu palabra. Lejos está de los impíos la salvación, Porque no buscan tus
estatutos. Muchas son tus misericordias, oh Jehová; Vivifícame conforme a tus
juicios… Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos; Vivifícame conforme a tu
misericordia. La suma de tu palabra es verdad, Y eterno es todo juicio de tu
justicia (Sal 119.153-156, 159-160).
A nosotros
los creyentes, los que hemos hecho a Jesús el Señor y Salvador de nuestras
vidas y que por lo tanto hemos Nacido de Nuevo como Hijos de Dios, no nos cabe
la menor duda que la Biblia es la Palabra de Dios y es la Verdad.
Tú guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).
Aún en medio
de problemas y aflicciones tú puedes tener dicha y paz pues conoces la Verdad y
sabes que en todas las cosas eres más que vencedor(a), pues Dios lo ha
establecido así en Su Palabra.
Y pelearán contra ti, pero no
te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte (Jer 1.19).
¡Tienes la
Victoria asegurada! Sólo tienes que perseverar en hacer de la Palabra de Dios
la norma máxima de tu Vida, poniéndola en tu mente, boca y corazón.
Entonces le respondió Pedro, y
dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y
él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir
a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a
hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús,
extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste? (Mat 14.28-31).
En aquella noche que Jesús caminó
sobre las aguas y sus discípulos, amedrentados, pensaban que veían un fantasma,
Él les animo diciéndoles no tengan miedo, soy yo; sin embargo Pedro dijo, si
eres Tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y Jesús le contestó, ven. Eso
era todo lo que Pedro necesitaba, UNA PALABRA de Jesús y entonces, él comenzó a
caminar sobre las aguas.
De la misma forma tú, como Pedro,
solo necesitas CREERLE a Dios. El problema surge cuando el fuerte viento, los
problemas, la enfermedad o cualquier aflicción pueden convencerte que en esta
ocasión ellos son mayores que la Palabra y te infunden temor. El temor produce
duda y la duda apaga tu fe.
Mientras él todavía hablaba con ella, llegó un mensajero de la casa de
Jairo, el líder de la sinagoga y le dijo: «Tu hija está muerta. Ya no tiene
sentido molestar al Maestro». Pero, cuando Jesús oyó lo que había sucedido, le
dijo a Jairo: «No tengas miedo. Sólo ten fe, y ella será sanada» (Luc 8.49-50 NTV).
Cuando a Jairo llegaron avisarle
que su hija había muerto y ya no había más esperanza, Jesús contuvo al espíritu
de temor y duda al declarar: ¡Jairo, no temas cree solamente!
Es la Palabra de Dios la que te
vivifica, la que te da vida para no temer y salir victorioso(a) en medio de las
más terribles circunstancias. Es por esto que el salmista oraba: Mira mi aflicción, y líbrame,
Porque de tu ley no me he olvidado. Defiende mi causa, y redímeme; Vivifícame
con tu palabra.
La Verdad es que Dios no miente,
y confiar en Él no es difícil, pues si Dios lo dijo, entonces Él lo va a
cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Venga a mí tu misericordia, oh
Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi
avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal
119.41-42).
¡Jamás serás avergonzado(a) de
haber puesto toda tu confianza en la Palabra de Honor de Dios, tu Padre!
Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Así que, si Dios dice en Su
Palabra que todo lo puedes en Cristo, entonces, ¡todo lo puedes en Cristo que
te fortalece!
Si Dios dice en Su Palabra que
ciertamente Él llevó tus enfermedades y sufrió tus dolores y que por Sus
heridas ya fuiste sanado(a), entonces, ¡ciertamente Él llevó tus enfermedades y
sufrió tus dolores y por Sus heridas TÚ YA FUISTE SANADO(A)!
Así de simple es la fe, como un
grano de mostaza. Dichoso, bienaventurado, mil veces feliz, el hombre o la
mujer que confía en Dios, pues aunque andes en valle de sombra y de muerte, no
temerás mal alguno, pues Jesús, tu Rey y Salvador, está contigo.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Es por todo esto que tú necesitas
urgentemente hacer de la Biblia la norma máxima de tu existencia. Leyéndola y
meditándola todos los días de tu vida, pues entonces, y sólo entonces (ni
antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino y todo
te saldrá bien.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, yo en Ti confío. Sé que Tu Palabra, la Biblia, es la Verdad y por lo
tanto la creo y la guardo como la norma máxima de mi vida. Sé que me irá bien y
haré prosperar mi camino. Y aunque hoy esté enfrentando problemas y
aflicciones, yo declaró en Tu nombre Jesucristo que saldré adelante en libertad
y victoria, en salud y prosperidad pues escrito está acerca de mí que en todas
las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús.
Resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión,
soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la
Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú,
Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. Creo y declaro que, ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo! Todo Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
3 1
Tim 5.1-22 / Jer 1.-2 / Sal 119.145-176
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
3 1
Tim 5.1-22 / Jer 1.-2 / Sal 119.145-176
1
Timoteo 5.1-22
Deberes
hacia los demás
5
1No reprendas al anciano, sino exhórtale
como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; 2a las ancianas,
como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.
3Honra a las viudas que en verdad
lo son. 4Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan
éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus
padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios. 5Mas
la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es diligente en
súplicas y oraciones noche y día. 6Pero la que se entrega a los
placeres, viviendo está muerta. 7Manda también estas cosas, para
que sean irreprensibles; 8porque si alguno no provee para los
suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un
incrédulo.
9Sea puesta en la lista sólo la
viuda no menor de sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido,
10que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha
practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha
socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra. 11Pero
viudas más jóvenes no admitas; porque cuando, impulsadas por sus deseos, se
rebelan contra Cristo, quieren casarse, 12incurriendo así en
condenación, por haber quebrantado su primera fe. 13Y también
aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino
también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran. 14Quiero,
pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no
den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. 15Porque ya
algunas se han apartado en pos de Satanás. 16Si algún creyente o
alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a
fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas.
17Los ancianos que gobiernan bien,
sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar
y enseñar. 18Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que
trilla;a
y: Digno es el obrero de su salario.b 19Contra
un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos.c
20A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que
los demás también teman. 21Te encarezco delante de Dios y del
Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin
prejuicios, no haciendo nada con parcialidad. 22No impongas con
ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro.[1]
Jeremías
1-2
Llamamiento y misión de Jeremías
1
1Las palabras de Jeremías hijo de
Hilcías, de los sacerdotes que estuvieron en Anatot, en tierra de Benjamín.
2Palabra de Jehová que le vino en los días de Josíasa
hijo de Amón, rey de Judá, en el año decimotercero de su reinado. 3Le
vino también en días de Joacimb hijo de Josías, rey de Judá,
hasta el fin del año undécimo de Sedequíasc hijo de Josías,
rey de Judá, hasta la cautividad de Jerusalén en el mes quinto.
4Vino, pues, palabra de Jehová a
mí, diciendo: 5Antes que te formase en el vientre te conocí, y
antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. 6Y
yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.
7Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe
irás tú, y dirás todo lo que te mande. 8No temas delante de ellos,
porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. 9Y extendió
Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras
en tu boca. 10Mira que te he puesto en este día sobre naciones y
sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar,
para edificar y para plantar. 11La palabra de Jehová vino a mí,
diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro.1
12Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro2
mi palabra para ponerla por obra.
13Vino a mí la palabra de Jehová
por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su
faz está hacia el norte. 14Me dijo Jehová: Del norte se soltará el
mal sobre todos los moradores de esta tierra. 15Porque he aquí que
yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice Jehová; y
vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de
Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y contra todas las ciudades
de Judá. 16Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios
contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus
manos adoraron. 17Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales
todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo
quebrantar delante de ellos. 18Porque he aquí que yo te he puesto
en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro, y como muro de
bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus
sacerdotes, y el pueblo de la tierra. 19Y pelearán contra ti, pero
no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.
Jehová y la apostasía de Israel
2
1Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: 2Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así
dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de
tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no
sembrada. 3Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos
frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice
Jehová.
4Oíd la palabra de Jehová, casa de
Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. 5Así dijo
Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se
fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? 6Y no dijeron: ¿Dónde
está Jehová, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el
desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de
muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre?
7Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y
su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi
heredad. 8Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que
tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los
profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha.
9Por tanto, contenderé aún con
vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé. 10Porque
pasad a las costas de Quitim y mirad; y enviad a Cedar, y considerad
cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante a esta. 11¿Acaso
alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo,
mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. 12Espantaos,
cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehová.
13Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua
viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
14¿Es Israel siervo? ¿es esclavo?
¿Por qué ha venido a ser presa? 15Los cachorros del león rugieron
contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades,
sin morador. 16Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebrantaron
la coronilla. 17¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu
Dios, cuando te conducía por el camino? 18Ahora, pues, ¿qué tienes
tú en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el
camino de Asiria, para que bebas agua del Eufrates? 19Tu maldad te
castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo
es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor,
Jehová de los ejércitos.
20Porque desde muy atrás rompiste
tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado
alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. 21Te
planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has
vuelto sarmiento de vid extraña? 22Aunque te laves con lejía, y
amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí,
dijo Jehová el Señor. 23¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca
anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho,
dromedaria ligera que tuerce su camino, 24asna montés acostumbrada
al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la
detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su
celo la hallarán. 25Guarda tus pies de andar descalzos, y tu
garganta de la sed. Mas dijiste: No hay remedio en ninguna manera, porque a
extraños he amado, y tras ellos he de ir.
26Como se avergüenza el ladrón
cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes,
sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, 27que dicen a un
leño: Mi padre eres tú; y a una piedra: Tú me has engendrado. Porque me
volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su calamidad dicen:
Levántate, y líbranos. 28¿Y dónde están tus dioses que hiciste
para ti? Levántense ellos, a ver si te podrán librar en el tiempo de tu
aflicción; porque según el número de tus ciudades, oh Judá, fueron tus dioses.
29¿Por qué porfías conmigo? Todos
vosotros prevaricasteis contra mí, dice Jehová. 30En vano he
azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección. Vuestra espada devoró a
vuestros profetas como león destrozador. 31¡Oh generación! atended
vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra
de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a
ti? 32¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus
galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.
33¿Por qué adornas tu camino para
hallar amor? Aun a las malvadas enseñaste tus caminos. 34Aun en
tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste
en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: 35Soy
inocente, de cierto su ira se apartó de mí. He aquí yo entraré en juicio
contigo, porque dijiste: No he pecado. 36¿Para qué discurres
tanto, cambiando tus caminos? También serás avergonzada de Egipto, como fuiste
avergonzada de Asiria. 37También de allí saldrás con tus manos
sobre tu cabeza, porque Jehová desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no
prosperarás por ellos.[2]
SALMO 119.145-176
Excelencias de la ley de Dios
Cof
145 Clamé con
todo mi corazón; respóndeme, Jehová,
Y guardaré tus estatutos.
146 A ti clamé;
sálvame,
Y guardaré tus testimonios.
147 Me anticipé
al alba, y clamé;
Esperé en tu palabra.
148 Se
anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,
Para meditar en tus mandatos.
149 Oye mi voz
conforme a tu misericordia;
Oh Jehová, vivifícame conforme
a tu juicio.
150 Se
acercaron a la maldad los que me persiguen;
Se alejaron de tu ley.
151 Cercano
estás tú, oh Jehová,
Y todos tus mandamientos son
verdad.
152 Hace ya
mucho que he entendido tus testimonios,
Que para siempre los has
establecido.
Resh
153 Mira mi aflicción,
y líbrame,
Porque de tu ley no me he
olvidado.
154 Defiende mi
causa, y redímeme;
Vivifícame con tu palabra.
155 Lejos está
de los impíos la salvación,
Porque no buscan tus
estatutos.
156 Muchas son
tus misericordias, oh Jehová;
Vivifícame conforme a tus
juicios.
157 Muchos son
mis perseguidores y mis enemigos,
Mas de tus testimonios no me
he apartado.
158 Veía a los
prevaricadores, y me disgustaba,
Porque no guardaban tus
palabras.
159 Mira, oh
Jehová, que amo tus mandamientos;
Vivifícame conforme a tu
misericordia.
160 La suma de
tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu
justicia.
Sin
161 Príncipes
me han perseguido sin causa,
Pero mi corazón tuvo temor de
tus palabras.
162 Me regocijo
en tu palabra
Como el que halla muchos
despojos.
163 La mentira
aborrezco y abomino;
Tu ley amo.
164 Siete veces
al día te alabo
A causa de tus justos juicios.
165 Mucha paz
tienen los que aman tu ley,
Y no hay para ellos tropiezo.
166 Tu
salvación he esperado, oh Jehová,
Y tus mandamientos he puesto
por obra.
167 Mi alma ha
guardado tus testimonios,
Y los he amado en gran manera.
168 He guardado
tus mandamientos y tus testimonios,
Porque todos mis caminos están
delante de ti.
Tau
169 Llegue mi
clamor delante de ti, oh Jehová;
Dame entendimiento conforme a
tu palabra.
170 Llegue mi
oración delante de ti;
Líbrame conforme a tu dicho.
171 Mis labios
rebosarán alabanza
Cuando me enseñes tus
estatutos.
172 Hablará mi
lengua tus dichos,
Porque todos tus mandamientos
son justicia.
173 Esté tu
mano pronta para socorrerme,
Porque tus mandamientos he
escogido.
174 He deseado
tu salvación, oh Jehová,
Y tu ley es mi delicia.
175 Viva mi
alma y te alabe,
Y tus juicios me ayuden.
176 Yo anduve
errante como oveja extraviada; busca a tu siervo,
Porque no me he olvidado de
tus mandamientos.[3]
a a 5.18: Dt. 25.4.
b b 5.18: Mt. 10.10; Lc. 10.7.
c c 5.19: Dt. 17.6; 19.15.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 1 Ti
4.16-5.22
a a 1.2: 2 R. 22.3—23.27; 2 Cr. 34.8—35.19.
b b 1.3: 2 R. 23.36—24.7; 2 Cr. 36.5–8.
c c 1.3: 2 R. 24.18—25.21; 2 Cr. 36.11–21.
1 Heb. shaked.
2 Heb. shoked.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Is
66.24-Jr 2.37
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
119.144-176
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