¡Cómo ser Verdaderamente Libre!
¡Creyéndole a Dios!
Por Riqui Ricón*
Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gal
3.13-14).
De acuerdo a la Palabra de Dios,
que no miente, tú has sido redimido(a) de toda maldición y ahora eres
Bendito(a) del Señor.
¡Así es mi amado(a)! Puedes
gritarlo hacia los cuatro puntos cardinales: ¡Eres Libre! ¡Eres el (la) redimido(a)
de Jesús! ¡Eres Bendito(a)!
Esto es así, no por lo que hayas
hecho o puedas hacer, ni por lo que tengas que hacer sino por lo que YA ERES en
Cristo Jesús: Redimido(a) y bendito(a). ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo!
Redimido(a) quiere decir comprado(a)
a precio de sangre para ser hecho LIBRE.
Lo realmente asombroso es que ser
hecho(a) libre no es el único propósito de tu redención, sino que además, por
la fe recibas la promesa del Espíritu [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra].
Y, ¿cuál es esa promesa del Espíritu que ya has recibido por medio de tu fe en
Jesús?
Y yo os tomaré de las
naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país.
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas
vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu,
y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y
vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios (Ez
36.24-28).
Esta es la esencia del Evangelio (son
buenas noticias) y este es el corazón del Nuevo Pacto: Que mediante la Sangre
de Jesús tú recibas al Espíritu Santo prometido. Y Él, el Espíritu Santo, te
fue otorgado con un propósito: Que creyéndole a Él, creyéndole a Su Palabra, puedas
recibir la identidad de Hijo(a) de Dios, pues con la muerte de Jesucristo en la
cruz fueron pagados TODOS tus pecados, y con su victoria sobre la muerte
resucitó de entre los muertos para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y ahora tú puedes caminar en plena victoria con toda la autoridad y
poder de quien ahora tú YA ERES.
pero recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.8).
Tienes el Poder del Espíritu
Santo prometido y dado, como la habilitación que te permite manifestar en esta
tierra la santidad y justicia que están en ti gracias a tu Nueva Naturaleza.
Ahora puedes ser fiel testigo y embajador(a) de Jesucristo en este mundo,
haciendo las cosas que Él hizo y aún mayores.
De cierto, de cierto os digo:
El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores
hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Puedes decirlo sin duda alguna:
¡Soy redimida(o) de toda maldición! ¡Soy bendecido(a) con toda bendición! ¡Soy
heredero(a) de Dios, según la promesa!
Y además, por si todo esto fuera
poco, has sido redimido(a) de la maldición de la ley, que es toda enfermedad,
la pobreza, el temor, la angustia, la violencia, la soledad, etc.
Así que, sin importar cuál sea tu
situación el día de hoy, la Palabra de Dios prevalece y tú puedes, sin lugar a
dudas, creer y recibir tu sanidad y liberación en este momento. ¡Dios te ama!
¡Él es tu Padre y está contigo! ¡Nunca te ha dejado, ni te dejará!
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus
brazos (Sal
27.10 NVI).
Lo más maravilloso de todo esto,
lo más asombroso del Amor de Dios, es que no solamente la maldición ha sido
anulada sino que ahora La Bendición de Dios, tu Padre, te pertenece y tienes
todo el derecho a disfrutar de ella.
Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien
nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para
embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de
cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y
hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya
gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven
así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el SEÑOR (Sal 144.12-15 NTV).
Entonces, sea cual sea la
situación que el día de hoy tú estés enfrentando, No
te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se
secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las
peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él
hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal
36.1-6).
Ser redimido
de la maldición para recibir La Bendición de tu Dios y Padre ES lo único que te
puede hacer verdaderamente libre.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Oremos en voz audible:
Amado Señor Jesús, muchas gracias
por haberme redimido de la maldición para hacerme merecedor(a) de la bendición
de Abraham; entiendo y creo completamente que no es por lo que yo haya hecho o
pueda hacer sino por el Amor que me tienes. ¡Gracias, Señor! Hoy decido creer y
confesar este Tu Gran Amor por mí: ¡Soy Tu Hijo(a)! De acuerdo a Tu Palabra, la
Biblia, que no miente, me hiciste Nacer de Nuevo para ser hecho(a) conforme a
Tu Imagen, Jesús. ¡Soy redimido(a) de la maldición! ¡Vivir en la Bendición del
Señor es mi derecho! Sé que en el mundo tendré aflicciones pero yo en Ti confío
y tengo paz pues de todas ellas saldré más que vencedor(a) por Tu Palabra y por
Tu Amor. Gracias, Padre. ¡Te amo con todo mi corazón! ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre!
¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
28 Gal 3.1-18
/ Jer 51-52
/ Sal 144
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
28 Gal 3.1-18
/ Jer 51-52
/ Sal 144
Gálatas
3.1-18
El Espíritu se recibe por la fe
3
1¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os
fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue
ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 2Esto
solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la
ley, o por el oír con fe? 3¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado
por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 4¿Tantas cosas
habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 5Aquel,
pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace
por las obras de la ley, o por el oír con fe?
El pacto de Dios con Abraham
6Así Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia.a 7Sabed, por
tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.b 8Y
la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles,
dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas
las naciones.c 9De modo que los de la fe son
bendecidos con el creyente Abraham.
10Porque todos los que dependen de
las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel
que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas.d
11Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá;e 12y la ley no es
de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.f
13Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un maderog),
14para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
15Hermanos, hablo en términos
humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida,
ni le añade. 16Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y
a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como
de uno: Y a tu simiente,h la cual es Cristo. 17Esto,
pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley
que vino cuatrocientos treinta años después,i no lo abroga,
para invalidar la promesa. 18Porque si la herencia es por la ley,
ya no es por la promesa;j pero Dios la concedió a
Abraham mediante la promesa.[1]
Jeremías
51-52
Juicios de Jehová contra Babilonia
51
1Así ha dicho Jehová: He aquí que
yo levanto un viento destruidor contra Babilonia, y contra sus moradores que se
levantan contra mí. 2Y enviaré a Babilonia aventadores que la
avienten, y vaciarán su tierra; porque se pondrán contra ella de todas partes
en el día del mal. 3Diré al flechero que entesa su arco, y al que
se enorgullece de su coraza: No perdonéis a sus jóvenes, destruid todo su
ejército. 4Y caerán muertos en la tierra de los caldeos, y
alanceados en sus calles. 5Porque Israel y Judá no han enviudado
de su Dios, Jehová de los ejércitos, aunque su tierra fue llena de pecado
contra el Santo de Israel.
6Huid de en medio de Babilonia, y
librad cada uno su vida, para que no perezcáis a causa de su maldad; porque el
tiempo es de venganza de Jehová; le dará su pago. 7Copa de oro fue
Babilonia en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino
bebieron los pueblos;a se aturdieron, por tanto,
las naciones. 8En un momento cayó Babilonia, y se despedazó; gemid
sobre ella; tomad bálsamo para su dolor, quizá sane. 9Curamos a
Babilonia, y no ha sanado; dejadla, y vámonos cada uno a su tierra; porque ha
llegado hasta el cielo su juicio,b y se ha
alzado hasta las nubes. 10Jehová sacó a luz nuestras justicias;
venid, y contemos en Sion la obra de Jehová nuestro Dios.
11Limpiad las saetas, embrazad los
escudos; ha despertado Jehová el espíritu de los reyes de Media; porque contra
Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehová, y
venganza de su templo. 12Levantad bandera sobre los muros de
Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque
deliberó Jehová, y aun pondrá en efecto lo que ha dicho contra los moradores de
Babilonia. 13Tú, la que moras entre muchas aguas,c
rica en tesoros, ha venido tu fin, la medida de tu codicia. 14Jehová
de los ejércitos juró por sí mismo, diciendo: Yo te llenaré de hombres como de
langostas, y levantarán contra ti gritería.
15El es el que hizo la tierra con
su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su
inteligencia. 16A su voz se producen tumultos de aguas en los
cielos, y hace subir las nubes de lo último de la tierra; él hace relámpagos
con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. 17Todo hombre se
ha infatuado, y no tiene ciencia; se avergüenza todo artífice de su escultura,
porque mentira es su ídolo, no tiene espíritu. 18Vanidad son, obra
digna de burla; en el tiempo del castigo perecerán. 19No es como
ellos la porción de Jacob; porque él es el Formador de todo, e Israel es el
cetro de su herencia; Jehová de los ejércitos es su nombre.
20Martillo me sois, y armas de
guerra; y por medio de ti quebrantaré naciones, y por medio de ti destruiré
reinos. 21Por tu medio quebrantaré caballos y a sus jinetes, y por
medio de ti quebrantaré carros y a los que en ellos suben. 22Asimismo
por tu medio quebrantaré hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantaré
viejos y jóvenes, y por tu medio quebrantaré jóvenes y vírgenes. 23También
quebrantaré por medio de ti al pastor y a su rebaño; quebrantaré por tu medio a
labradores y a sus yuntas; a jefes y a príncipes quebrantaré por medio de ti.
24Y pagaré a Babilonia y a todos
los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en Sion delante de
vuestros ojos, dice Jehová. 25He aquí yo estoy contra ti, oh monte
destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano
contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado.
26Y nadie tomará de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento;
porque perpetuo asolamiento serás, ha dicho Jehová.
27Alzad bandera en la tierra, tocad
trompeta en las naciones, preparad pueblos contra ella; juntad contra ella los
reinos de Ararat, de Mini y de Askenaz; señalad contra ella capitán, haced
subir caballos como langostas erizadas. 28Preparad contra ella
naciones; los reyes de Media, sus capitanes y todos sus príncipes, y todo
territorio de su dominio. 29Temblará la tierra, y se afligirá;
porque es confirmado contra Babilonia todo el pensamiento de Jehová, para poner
la tierra de Babilonia en soledad, para que no haya morador en ella. 30Los
valientes de Babilonia dejaron de pelear, se encerraron en sus fortalezas; les
faltaron las fuerzas, se volvieron como mujeres; incendiadas están sus casas,
rotos sus cerrojos. 31Correo se encontrará con correo, mensajero
se encontrará con mensajero, para anunciar al rey de Babilonia que su ciudad es
tomada por todas partes. 32Los vados fueron tomados, y los
baluartes quemados a fuego, y se consternaron los hombres de guerra. 33Porque
así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: La hija de Babilonia es
como una era cuando está de trillar; de aquí a poco le vendrá el tiempo de la
siega.
34Me devoró, me desmenuzó
Nabucodonosor rey de Babilonia, y me dejó como vaso vacío; me tragó como
dragón, llenó su vientre de mis delicadezas, y me echó fuera. 35Sobre
Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion;
y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. 36Por
tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza; y
secaré su mar, y haré que su corriente quede seca. 37Y será
Babilonia montones de ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador.
38Todos a una rugirán como leones;
como cachorros de leones gruñirán. 39En medio de su calor les
pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se alegren, y duerman
eterno sueño y no despierten, dice Jehová. 40Los haré traer como
corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.
41¡Cómo fue apresada Babilonia, y
fue tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo vino a ser Babilonia
objeto de espanto entre las naciones! 42Subió el mar sobre
Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta. 43Sus ciudades
fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie, ni
pasará por ella hijo de hombre. 44Y juzgaré a Bel en Babilonia, y
sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el
muro de Babilonia caerá.
45Salid de en medio de ella, pueblo
mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová. 46Y
no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del rumor que se oirá por la
tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro año rumor, y habrá
violencia en la tierra, dominador contra dominador.
47Por tanto, he aquí vienen días en
que yo destruiré los ídolos de Babilonia, y toda su tierra será avergonzada, y
todos sus muertos caerán en medio de ella. 48Los cielos y la
tierra y todo lo que está en ellos cantarán de gozo sobre Babilonia;d
porque del norte vendrán contra ella destruidores, dice Jehová. 49Por
los muertos de Israel caerá Babilonia, como por Babilonia cayeron los muertos
de toda la tierra.e
50Los que escapasteis de la espada,
andad, no os detengáis; acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de
Jerusalén. 51Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta; la
confusión cubrió nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los
santuarios de la casa de Jehová.
52Por tanto, vienen días, dice
Jehová, en que yo destruiré sus ídolos, y en toda su tierra gemirán los
heridos. 53Aunque suba Babilonia hasta el cielo, y se fortifique
en las alturas, de mí vendrán a ella destruidores, dice Jehová.
54¡Oyese el clamor de Babilonia, y
el gran quebrantamiento de la tierra de los caldeos! 55Porque
Jehová destruirá a Babilonia, y quitará de ella la mucha jactancia; y bramarán
sus olas, y como sonido de muchas aguas será la voz de ellos. 56Porque
vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron
apresados; el arco de ellos fue quebrado; porque Jehová, Dios de retribuciones,
dará la paga. 57Y embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus
capitanes, a sus nobles y a sus fuertes; y dormirán sueño eterno y no
despertarán, dice el Rey, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos.
58Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente, y sus altas
puertas serán quemadas a fuego; en vano trabajaron los pueblos, y las naciones
se cansaron sólo para el fuego.
59Palabra que envió el profeta
Jeremías a Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedequías
rey de Judá a Babilonia, en el cuarto año de su reinado. Y era Seraías el
principal camarero. 60Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el
mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas
contra Babilonia. 61Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a
Babilonia, y veas y leas todas estas cosas, 62dirás: Oh Jehová, tú
has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él
morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado. 63Y
cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio
del Eufrates, 64y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se
levantaráf del mal que yo traigo sobre ella; y serán
rendidos.
Hasta aquí son las palabras de Jeremías.
Reinado de Sedequías
(2 R. 24.18–20; 2 Cr. 36.11–16)
52
1Era Sedequías de edad de veintiún
años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Su madre se
llamaba Hamutal, hija de Jeremías de Libna. 2E hizo lo malo ante
los ojos de Jehová, conforme a todo lo que hizo Joacim. 3Y a causa
de la ira de Jehová contra Jerusalén y Judá, llegó a echarlos de su presencia.
Y se rebeló Sedequías contra el rey de Babilonia.
Caída de Jerusalén
(2 R. 24.20—25.7; Jer. 39.1–7)
4Aconteció, por tanto, a los nueve
años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que vino
Nabucodonosor rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén, y
acamparon contra ella,a y de todas partes edificaron
contra ella baluartes. 5Y estuvo sitiada la ciudad hasta el
undécimo año del rey Sedequías. 6En el mes cuarto, a los nueve
días del mes, prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el
pueblo. 7Y fue abierta una brecha en el muro de la ciudad,b
y todos los hombres de guerra huyeron, y salieron de la ciudad de noche por el
camino de la puerta entre los dos muros que había cerca del jardín del rey, y
se fueron por el camino del Arabá, estando aún los caldeos junto a la ciudad
alrededor. 8Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y
alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; y lo abandonó todo su
ejército. 9Entonces prendieron al rey, y le hicieron venir al rey
de Babilonia, a Ribla en tierra de Hamat, donde pronunció sentencia contra él.
10Y degolló el rey de Babilonia a los hijos de Sedequías delante de sus
ojos, y también degolló en Ribla a todos los príncipes de Judá. 11No
obstante, el rey de Babilonia sólo le sacó los ojos a Sedequías, y le ató con
grillos, y lo hizo llevar a Babilonia;c y lo puso en
la cárcel hasta el día en que murió.
Cautividad de Judá
(2 R. 25.8–21; 2 Cr. 36.17–21; Jer. 39.8–10)
12Y en el mes quinto, a los diez
días del mes, que era el año diecinueve del reinado de Nabucodonosor rey de
Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán capitán de la guardia, que solía estar
delante del rey de Babilonia. 13Y quemó la casa de Jehová,d
y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y destruyó con fuego todo
edificio grande. 14Y todo el ejército de los caldeos, que venía
con el capitán de la guardia, destruyó todos los muros en derredor de
Jerusalén. 15E hizo transportar Nabuzaradán capitán de la guardia
a los pobres del pueblo, y a toda la otra gente del pueblo que había quedado en
la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y a todo
el resto de la multitud del pueblo. 16Mas de los pobres del país
dejó Nabuzaradán capitán de la guardia para viñadores y labradores.
17Y los caldeos quebraron las
columnas de bronce que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de
bronce que estaba en la casa de Jehová, y llevaron todo el bronce a Babilonia.
18Se llevaron también los calderos, las palas, las despabiladeras, los
tazones, las cucharas, y todos los utensilios de bronce con que se ministraba,
19y los incensarios, tazones, copas, ollas, candeleros, escudillas y
tazas; lo de oro por oro, y lo de plata por plata, se llevó el capitán de la
guardia. 20Las dos columnas, un mar, y los doce bueyes de bronce
que estaban debajo de las basas, que había hecho el rey Salomón en la casa de
Jehová; el peso del bronce de todo esto era incalculable. 21En
cuanto a las columnas, la altura de cada columna era de dieciocho codos, y un
cordón de doce codos la rodeaba; y su espesor era de cuatro dedos, y eran
huecas. 22Y el capitel de bronce que había sobre ella era de una
altura de cinco codos, con una red y granadas alrededor del capitel, todo de
bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas. 23Había
noventa y seis granadas en cada hilera; todas ellas eran ciento sobre la red
alrededor.e
24Tomó también el capitán de la
guardia a Seraías el principal sacerdote, a Sofonías el segundo sacerdote, y
tres guardas del atrio. 25Y de la ciudad tomó a un oficial que era
capitán de los hombres de guerra, a siete hombres de los consejeros íntimos del
rey, que estaban en la ciudad, y al principal secretario de la milicia, que
pasaba revista al pueblo de la tierra para la guerra, y sesenta hombres del
pueblo que se hallaron dentro de la ciudad. 26Los tomó, pues,
Nabuzaradán capitán de la guardia, y los llevó al rey de Babilonia en Ribla.
27Y el rey de Babilonia los hirió, y los mató en Ribla en tierra de
Hamat. Así Judá fue transportada de su tierra.
28Este es el pueblo que
Nabucodonosor llevó cautivo: En el año séptimo, a tres mil veintitrés hombres
de Judá. 29En el año dieciocho de Nabucodonosor él llevó cautivas
de Jerusalén a ochocientas treinta y dos personas. 30El año
veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán capitán de la guardia llevó cautivas a
setecientas cuarenta y cinco personas de los hombres de Judá; todas las
personas en total fueron cuatro mil seiscientas.
Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia
(2 R. 25.27–30)
31Y sucedió que en el año treinta y
siete del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los
veinticinco días del mes, Evil-merodac rey de Babilonia, en el año primero de
su reinado, alzó la cabeza de Joaquín rey de Judá y lo sacó de la cárcel.
32Y habló con él amigablemente, e hizo poner su trono sobre los tronos
de los reyes que estaban con él en Babilonia. 33Le hizo mudar
también los vestidos de prisionero, y comía pan en la mesa del rey siempre
todos los días de su vida. 34Y continuamente se le daba una ración
de parte del rey de Babilonia, cada día durante todos los días de su vida,
hasta el día de su muerte.[2]
SALMO 144
Oración pidiendo socorro y prosperidad
Salmo de David.
1 Bendito sea
Jehová, mi roca,
Quien adiestra mis manos para
la batalla,
Y mis dedos para la guerra;
2 Misericordia
mía y mi castillo,
Fortaleza mía y mi libertador,
Escudo mío, en quien he
confiado;
El que sujeta a mi pueblo
debajo de mí.
3 Oh Jehová,
¿qué es el hombre, para que en él pienses,
O el hijo de hombre, para que
lo estimes?a
4 El hombre
es semejante a la vanidad;
Sus días son como la sombra
que pasa.
5 Oh Jehová,
inclina tus cielos y desciende;
Toca los montes, y humeen.
6 Despide
relámpagos y disípalos,
Envía tus saetas y túrbalos.
7 Envía tu
mano desde lo alto;
Redímeme, y sácame de las
muchas aguas,
De la mano de los hombres
extraños,
8 Cuya boca
habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de
mentira.
9 Oh Dios, a
ti cantaré cántico nuevo;
Con salterio, con decacordio
cantaré a ti.
10 Tú, el que
da victoria a los reyes,
El que rescata de maligna
espada a David su siervo.
11 Rescátame,
y líbrame de la mano de los hombres extraños,
Cuya boca habla vanidad,
Y cuya diestra es diestra de
mentira.
12 Sean
nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud,
Nuestras hijas como esquinas
labradas como las de un palacio;
13 Nuestros
graneros llenos, provistos de toda suerte de grano;
Nuestros ganados, que se
multipliquen a millares y decenas de millares en nuestros campos;
14 Nuestros
bueyes estén fuertes para el trabajo;
No tengamos asalto, ni que
hacer salida,
Ni grito de alarma en nuestras
plazas.
15 Bienaventurado
el pueblo que tiene esto;
Bienaventurado el pueblo cuyo
Dios es Jehová.[3]
a a 3.6: Gn. 15.6; Ro. 4.3.
b b 3.7: Ro. 4.16.
c c 3.8: Gn. 12.3.
d d 3.10: Dt. 27.26.
e e 3.11: Hab. 2.4.
f f 3.12: Lv. 18.5.
g g 3.13: Dt. 21.23.
h h 3.16: Gn. 12.7.
i i 3.17: Ex. 12.40.
j j 3.18: Ro.
4.14.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
2.21-3.29
a
a 51.7: Ap. 17.2–4; 18.3.
b
b 51.9: Ap. 18.5.
c
c 51.13: Ap. 17.1.
d d 51.48: Ap. 18.20.
e e 51.49: Ap. 18.24.
f f 51.63–64: Ap. 18.21.
a a 52.4: Ez. 24.2.
b b 52.7: Ez. 33.21.
c c 52.11: Ez. 12.13.
d d 52.13: 1 R. 9.8.
e e 52.17–23: 1 R. 7.15–47.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
50.46-52.34
a a 144.3: Job 7.17–18; Sal. 8.4.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
143.12-144.15
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