¿De qué se trata esta Vida?
¡Se trata del Amor de Dios!
Por Riqui Ricón*
Yo sé que Jehová tomará a su
cargo la causa del afligido, Y el derecho de los necesitados. Ciertamente los
justos alabarán tu nombre; Los rectos morarán en tu presencia (Sal
140.12-13).
Aquí, la
expresión yo sé, del hebreo yadá, significa tener un
conocimiento íntimo y seguro por medio del cual se puede descansar, se puede confiar,
se puede tener paz.
Así que, si Dios
en Su Palabra, la Biblia, enfáticamente se compromete hacerse cargo de la causa
del(a) afligido(a), entonces, sin importar las circunstancias que estés
enfrentando el día de hoy, puedes tener la certeza, la plena confianza, que Él
dará cumplimiento a todas y cada una de las Palabras que han salido de Su boca.
Entonces él tomó su parábola,
y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no
es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo,
¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir;
El dio bendición, y no podré revocarla (Num
23.18-20).
¡Buenas Noticias! Este día, puedes
estar tranquilo(a) pues Dios mismo, tu Padre, tomará a Su cargo tu causa y tu
derecho. ¡No estás solo(a)! ¡Él no te ha dejado, ni te dejará! Te lo ha dicho
en Su Palabra y ten por seguro que lo va a cumplir. ¡Dios no miente!
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
Es un hecho establecido
por Dios que las enfermedades, problemas y aflicciones no podrán derrotarte, a
menos que tú les des credibilidad. A menos que tú te pongas de acuerdo con tus
problemas y aflicciones, en lugar de ponerte de acuerdo con la Palabra de Dios,
de todas ellas saldrás más que vencedor(a). ¿Cómo lo sé? ¿Cómo pudo estar tan
seguro? Porque Dios te ha dado Su Palabra y Su Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Sea cual sea
el problema, enfermedad, aflicción o reto que estés enfrentando el día de hoy,
ten paz; puedes confiar que saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que
te ama tanto que prefirió ir a la cruz para pagar todos tus pecados, antes que
perderte a ti. Y no sólo murió sino que también resucito por ti, venciendo a la
muerte para darte la Vida Eterna; la vida plena y abundante que sólo pueden
gozar los Hijos de Dios, aquellos que, en medio de cualquier dificultad, saben
que saben que Dios está con ellos.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
Me dirás, eso está muy bien para
ustedes los pastores, ministros y predicadores, pero yo no tengo ese nivel de
unción, ni de fe, ni de santidad, etc. ¡Nada más alejado de la Verdad! Esto no
se trata de lo que tú o yo podamos lograr o alcanzar, ni de lo que hayamos
hecho de nuestras vidas.
Pero, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer y sujeto a la ley. Dios lo envió para que comprara la
libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de [Su propósito y no el tuyo] poder adoptarnos como sus propios hijos. Y, debido a que somos* sus
hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa
a exclamar «Abba, Padre». Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y,
como eres su hijo, Dios te ha hecho
[Él lo hizo y no tú] su heredero (Ga 4.4-7 NTV).
No se trata de lo que tu hayas
hecho con tu vida, ni de lo que estés
haciendo o puedas hacer en el futuro. ¡No! ¡Nada de eso! Se trata de lo que Él
hizo al morir en esa cruz. Se trata del gran Amor con que Dios te ama. Se trata
de que Cristo Jesús ya pagó y tú no tienes que pagar más. Se trata de quién
eres tú ahora, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente
corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre. Se trata de esa Vida Nueva que Él adquirió para ti y
se trata de que decidas que es tuya, que la mereces por el hecho de que se
compró para ti y decidas vivirla plena y abundantemente, creyéndole a Dios,
creyendo Su Palabra.
¡Se trata de que no deseches la
Gracia!
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos) (Efe 2.4-5).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
¡Asombroso!
¿Verdad?
La Biblia es la Palabra de Dios y
es perfectamente clara en cuanto a Su voluntad para contigo, la cual es buena,
agradable y perfecta. Si haces de la Biblia la norma máxima de tu existencia, leyendo
y meditándola de día y de noche para ponerla en tu mente, boca y corazón,
entonces, SABRÁS (yadá) que, ciertamente, Dios tomará a
Su cargo tu causa y tu derecho, pues eres, sin lugar a dudas, Su Hijo(a) amado(a).
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, yo decido creer lo que dices de mí en Tu Palabra, la Biblia. Creo
que me amas tanto que diste a Tu Hijo, Jesús, para que yo crea en Él y no me
pierda sino que tenga Vida Eterna. Creo que en la muerte de Jesús he sido
justificado(a) y perdonado(a). Creo que con Su resurrección venció a la muerte
y yo recibí la Vida Nueva, la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios, el (la)
cual ahora soy yo. Creo que el miedo, la muerte, el pecado, la enfermedad, la
pobreza, la tristeza, la depresión, etc., están todos vencidos y yo estoy por
encima de ellos. Señor Jesús, Tú te has hecho cargo de mi causa y de mi
derecho, ¡no voy a temer! ¡Todo lo puedo en Ti, mi Señor! ¡Yo soy Tuyo(a) y ya
los he vencido, porque mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo,
que el que está en el mundo! ¡Resisto al espíritu de temor y duda! ¡Resisto a
la enfermedad y la pobreza! Soy un(a) Hijo(a) del Rey y voy a vivir por
siempre, en plenitud y abundancia. Voy hacer de éste, y de cada día, el mejor
día de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
24 2 P 2 / Jer 43-44 / Sal 140
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
24 2 P 2 / Jer 43-44 / Sal 140
2
Pedro 2
Falsos profetas y falsos maestros
(Judas 3–13)
2
1Pero hubo también falsos profetas
entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán
encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató,
atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. 2Y muchos
seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, 3y por avaricia harán mercadería de vosotros con
palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se
tarda, y su perdición no se duerme.
4Porque si Dios no perdonó a los
ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones
de oscuridad, para ser reservados al juicio; 5y si no perdonó al
mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete
personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;a
6y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra,
reduciéndolas a cenizab y poniéndolas de ejemplo a
los que habían de vivir impíamente, 7y libró al justo Lot,
abrumado por la nefanda conducta de los malvadosc 8(porque
este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y
oyendo los hechos inicuos de ellos), 9sabe el Señor librar de
tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el
día del juicio; 10y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne,
andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.
Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de
las potestades superiores, 11mientras que los ángeles, que son mayores
en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante
del Señor. 12Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden,
como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su
propia perdición, 13recibiendo el galardón de su injusticia, ya
que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y
manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores.
14Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a
las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos
de maldición. 15Han dejado el camino recto, y se han extraviado
siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la
maldad, 16y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia
de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta.d
17Estos son fuentes sin agua, y
nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está
reservada para siempre. 18Pues hablando palabras infladas y vanas,
seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente
habían huido de los que viven en error. 19Les prometen libertad, y
son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es
hecho esclavo del que lo venció. 20Ciertamente, si habiéndose
ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor
y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer
estado viene a ser peor que el primero. 21Porque mejor les hubiera
sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo
conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. 22Pero
les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito,e
y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.[1]
Jeremías
43-44
La emigración a Egipto
43
1Aconteció que cuando Jeremías
acabó de hablar a todo el pueblo todas las palabras de Jehová Dios de ellos,
todas estas palabras por las cuales Jehová Dios de ellos le había enviado a
ellos mismos, 2dijo Azarías hijo de Osaías y Johanán hijo de
Carea, y todos los varones soberbios dijeron a Jeremías: Mentira dices; no te
ha enviado Jehová nuestro Dios para decir: No vayáis a Egipto para morar allí,
3sino que Baruc hijo de Nerías te incita contra nosotros, para
entregarnos en manos de los caldeos, para matarnos y hacernos transportar a
Babilonia. 4No obedeció, pues, Johanán hijo de Carea y todos los
oficiales de la gente de guerra y todo el pueblo, a la voz de Jehová para
quedarse en tierra de Judá, 5sino que tomó Johanán hijo de Carea y
todos los oficiales de la gente de guerra, a todo el remanente de Judá que se
había vuelto de todas las naciones donde había sido echado, para morar en
tierra de Judá; 6a hombres y mujeres y niños, y a las hijas del
rey y a toda persona que había dejado Nabuzaradán capitán de la guardia con
Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán, y al profeta Jeremías y a Baruc hijo de
Nerías, 7y entraron en tierra de Egipto,a porque no
obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes.
8Y vino palabra de Jehová a
Jeremías en Tafnes, diciendo: 9Toma con tu mano piedras grandes, y
cúbrelas de barro en el enladrillado que está a la puerta de la casa de Faraón
en Tafnes, a vista de los hombres de Judá; 10y diles: Así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo enviaré y tomaré a
Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas
piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas. 11Y
vendrá y asolará la tierra de Egipto; los que a muerte, a muerte, y los que a
cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada. 12Y pondrá
fuego a los templos de los dioses de Egipto y los quemará, y a ellos los llevará
cautivos; y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y
saldrá de allá en paz. 13Además quebrará las estatuas de
Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y los templos de los dioses de Egipto
quemará a fuego.
Jeremías profetiza a los judíos en Egipto
44
1Palabra que vino a Jeremías acerca
de todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, que vivían en Migdol,
en Tafnes, en Menfis y en tierra de Patros, diciendo: 2Así ha
dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todo el
mal que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá; y he aquí que
ellas están el día de hoy asoladas; no hay quien more en ellas, 3a
causa de la maldad que ellos cometieron para enojarme, yendo a ofrecer
incienso, honrando a dioses ajenos que ellos no habían conocido, ni vosotros ni
vuestros padres. 4Y envié a vosotros todos mis siervos los
profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: No hagáis esta cosa
abominable que yo aborrezco. 5Pero no oyeron ni inclinaron su oído
para convertirse de su maldad, para dejar de ofrecer incienso a dioses ajenos.
6Se derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades
de Judá y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad y en
destrucción, como están hoy. 7Ahora, pues, así ha dicho Jehová de
los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros
mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de
pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, 8haciéndome
enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en
la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os
acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la
tierra? 9¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres,
de las maldades de los reyes de Judá, de las maldades de sus mujeres, de
vuestras maldades y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en la
tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10No se han humillado
hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley ni en mis
estatutos, los cuales puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.
11Por tanto, así ha dicho Jehová de
los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo vuelvo mi rostro contra vosotros
para mal, y para destruir a todo Judá. 12Y tomaré el resto de Judá
que volvieron sus rostros para ir a tierra de Egipto para morar allí, y en
tierra de Egipto serán todos consumidos; caerán a espada, y serán consumidos de
hambre; a espada y de hambre morirán desde el menor hasta el mayor, y serán
objeto de execración, de espanto, de maldición y de oprobio. 13Pues
castigaré a los que moran en tierra de Egipto como castigué a Jerusalén, con
espada, con hambre y con pestilencia. 14Y del resto de los de Judá
que entraron en la tierra de Egipto para habitar allí, no habrá quien escape,
ni quien quede vivo para volver a la tierra de Judá, por volver a la cual
suspiran ellos para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos.
15Entonces todos los que sabían que
sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que
estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en
tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: 16La
palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; 17sino
que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca,
para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos
hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las
ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y
estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. 18Mas desde que dejamos
de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta
todo, y a espada y de hambre somos consumidos. 19Y cuando
ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le
hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin
consentimiento de nuestros maridos?
20Y habló Jeremías a todo el
pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había
respondido esto, diciendo: 21¿No se ha acordado Jehová, y no ha
venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en
las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros
príncipes y el pueblo de la tierra? 22Y no pudo sufrirlo más
Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones
que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en
espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy. 23Porque
ofrecisteis incienso y pecasteis contra Jehová, y no obedecisteis a la voz de
Jehová, ni anduvisteis en su ley ni en sus estatutos ni en sus testimonios; por
tanto, ha venido sobre vosotros este mal, como hasta hoy.
24Y dijo Jeremías a todo el pueblo,
y a todas las mujeres: Oíd palabra de Jehová, todos los de Judá que estáis en
tierra de Egipto. 25Así ha hablado Jehová de los ejércitos, Dios
de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras bocas,
y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente
nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo y
derramarle libaciones; confirmáis a la verdad vuestros votos, y ponéis vuestros
votos por obra. 26Por tanto, oíd palabra de Jehová, todo Judá que
habitáis en tierra de Egipto: He aquí he jurado por mi grande nombre, dice
Jehová, que mi nombre no será invocado más en toda la tierra de Egipto por boca
de ningún hombre de Judá, diciendo: Vive Jehová el Señor. 27He
aquí que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de
Judá que están en tierra de Egipto serán consumidos a espada y de hambre, hasta
que perezcan del todo. 28Y los que escapen de la espada volverán
de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el
resto de Judá que ha entrado en Egipto a morar allí, la palabra de quién ha de
permanecer: si la mía, o la suya. 29Y esto tendréis por señal,
dice Jehová, de que en este lugar os castigo, para que sepáis que de cierto
permanecerán mis palabras para mal sobre vosotros. 30Así ha dicho
Jehová: He aquí que yo entrego a Faraón Hofra rey de Egipto en mano de sus
enemigos, y en mano de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías
rey de Judá en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia,a su
enemigo que buscaba su vida.[2]
SALMO 140
Súplica de protección contra los perseguidores
Al músico principal. Salmo de David.
1 Líbrame, oh
Jehová, del hombre malo;
Guárdame de hombres violentos,
2 Los cuales
maquinan males en el corazón,
Cada día urden contiendas.
3 Aguzaron su
lengua como la serpiente;
Veneno de áspid hay debajo de
sus labios.a
Selah
4 Guárdame,
oh Jehová, de manos del impío;
Líbrame de hombres injuriosos,
Que han pensado trastornar mis
pasos.
5 Me han
escondido lazo y cuerdas los soberbios;
Han tendido red junto a la
senda;
Me han puesto lazos.
Selah
6 He dicho a
Jehová: Dios mío eres tú;
Escucha, oh Jehová, la voz de
mis ruegos.
7 Jehová
Señor, potente salvador mío,
Tú pusiste a cubierto mi cabeza
en el día de batalla.
8 No
concedas, oh Jehová, al impío sus deseos;
No saques adelante su
pensamiento, para que no se ensoberbezca.
Selah
9 En cuanto a
los que por todas partes me rodean,
La maldad de sus propios labios
cubrirá su cabeza.
10 Caerán
sobre ellos brasas;
Serán echados en el fuego,
En abismos profundos de donde
no salgan.
11 El hombre
deslenguado no será firme en la tierra;
El mal cazará al hombre
injusto para derribarle.
12 Yo sé que
Jehová tomará a su cargo la causa del afligido,
Y el derecho de los
necesitados.
13 Ciertamente
los justos alabarán tu nombre;
Los rectos morarán en tu
presencia.[3]
a a 2.5: Gn. 6.1—7.24.
b b 2.6: Gn. 19.24.
c c 2.7: Gn. 19.1–16.
d d 2.15–16: Nm. 22.4–35.
e e 2.22: Pr. 26.11.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 2 P
1.21-2.22
a a 43.5–7: 2 R. 25.26.
a a 44.30: 2 R. 25.1–7.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
42.22-44.30
a a 140.3: Ro. 3.13.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
139.24-140.13
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