¡Cómo Vivir en Paz!
¡Paz que sobrepasa todo
entendimiento!
Por Riqui Ricón*
Y el fruto de justicia se
siembra en paz para aquellos que hacen la paz (Sgo 3.18).
En los primeros tres capítulos de
la epístola de Santiago la Escritura nos habla de ser hacedores de la Palabra
de tal forma que nuestra fe tenga obras y dé fruto. Tú eres un(a) Hijo(a) de
Dios NACIDO(A) DE NUEVO y, por lo tanto, eres un(a) creyente hacedor(a) de la
Palabra quien, por las obras de la fe, darás siempre frutos de justicia.
¿Qué significa esto? Bueno, pues
ser justo significa ser aprobado delante de Dios y esto, siempre traerá paz a tu
vida. Creer que Jesucristo es tu Señor y Salvador significa creerle a Dios,
creerle a la Biblia y, precisamente por esta fe, sabes que Él ya pagó el precio
de todos tus delitos y pecados, que has sido justificado(a) y que, justamente
por esto, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A) DE NUEVO. Ya no eres, ni
puedes ser, la misma persona que antes eras.
Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor
razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán
en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo… a fin de
que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos
trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor (Ro 5.17, 21 NVI).
Lo más fabuloso del
mensaje del Evangelio (las Buenas Nuevas), es que todo se te ha dado por medio
de Jesucristo para que puedas reinar en esta vida mediante la Gracia de Dios
para Vida Eterna. Ya no
eres, ni puedes ser la misma persona que antes eras, esto es así no por lo que
tú puedas hacer o dejar de hacer sino por lo que Cristo Jesús YA HIZO por ti.
Oyéndolo Jesús, le respondió:
No temas; cree solamente (Luc 8.50a).
Es aquí donde tu fe [creerle a
Dios, creyendo Su Palabra] puede comenzar a producir frutos apacibles de
justicia. ¿Cómo? Un buen inicio es mediante tus palabras.
Antes, tus palabras contaminaban
tu cuerpo e inflamaban todo tu alrededor, pero ahora, siendo renacido(a) no de
una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre, tus palabras tienen el poder de Dios
para sanar, perdonar, liberar y traer amor, paz y gozo a todos los que te
rodean.
Si me puedo explicar
correctamente, entenderás que todo esto no se trata de algo que debas lograr o
desarrollar sino de algo que tú ya tienes pues fluye de tu identidad, fluye de
la persona que ahora eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo!
Dios así lo ha establecido en Su
Palabra y sólo tienes que creerlo pues esta es la Verdad. Veamos cómo lograrlo:
Jesús le dijo: Si puedes
creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
En Efesios 4, la Biblia nos
enseña que debemos despojarnos del viejo hombre (mujer) que está viciado
conforme a los deseos engañosos renovándonos (haciéndonos nuevos) en el
espíritu de nuestra mente. Esto significa que, para poder despojarte de esa
vieja naturaleza necesitas creer que eres la persona que Dios dice que eres.
¡Cambia tu forma de pensar!
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad (Efe 4.22-24).
Para conseguir esto lo que tienes
que hacer es poner la Palabra de Dios en tu mente, boca y corazón (leerle y
meditarla de día y de noche), de tal manera que el primer fruto de las obras de
tu fe sea cambiar tu forma de pensar y de hablar.
Tus palabras proceden de tu forma
de pensar y si no haces de la Palabra de Dios la prioridad de tu vida, vendrán
las presiones que enfrentas cada día y reaccionarás de la misma forma que lo
has hecho siempre. Pero, conforme empiezas a llenar tu vida de la Palabra de
Dios irás notando que ya no reaccionas igual y que tu forma de hablar comienza
a cambiar y a manifestar los frutos de justicia.
hasta
que sobre nosotros sea
derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y
el campo fértil sea estimado por bosque. Y habitará el juicio en
el desierto, y en el campo fértil morará la justicia. Y el efecto
de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para
siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones
seguras, y en recreos de reposo (Isa 32.15-18).
Este hasta que de la Escritura ya se ha cumplido; de hecho tiene
un doble cumplimiento: primero, cuando Jesús pagó en la cruz todos tus pecados
y abrió el camino para que el Espíritu Santo pudiera venir a tu vida; segundo,
cuando aceptaste ese sacrificio de Amor haciendo a Jesús el Señor y Salvador de
tu vida.
Ni la paz, ni el reposo, ni la
seguridad para siempre son cosas que tú puedas manifestar o desarrollar de
alguna forma, sino que son los efectos que la Sangre de Jesús tiene sobre tu
vida. Al derramar Su Sangre en la cruz, Jesús satisfizo la Justicia de Dios.
Muriendo el Único Justo por los injustos te justificó a ti, haciéndote justo(a)
de una vez y para siempre.
¡El efecto de esta justicia es
paz y su labor es reposo y seguridad para siempre!
Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él (2 Co 5.21).
Me dirás, suena bien, pero, ¿cómo
puedo hacer de esto una realidad en mi vida? Pues, ¡cambia tu forma de pensar!
Haz de la Palabra de Dios la prioridad de tu existencia. Medita en ella de día
y de noche, ponla en tu mente, boca y corazón porque entonces harás prosperar
tu camino y todo te saldrá bien.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Aprende de la experiencia del
pueblo de Israel, pues cuando éste iba a entrar a la tierra prometida, 10 de
los 12 espías que Moisés había enviado hablaron
mal de sus posibilidades de éxito.
Fueron LAS PALABRAS de estas 10
personas las que sembraron la duda y el temor en un pueblo que ya había
experimentado grandes victorias a través de los milagros y maravillas que Dios
obraba. Esas palabras de duda, incredulidad y temor, impidieron a toda una
nación tomar posesión de lo que Dios ya les había prometido.
Y oyó Jehová la voz de
vuestras palabras, y se enojó, y juró diciendo: No verá hombre
alguno de estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de
dar a vuestros padres, excepto Caleb hijo de Jefone; él la verá, y
a él le daré la tierra que pisó, y a sus hijos; porque ha seguido fielmente a
Jehová (Deu 1.34-36).
Sin embargo, hubo dos, Josué y
Caleb, que pensaban totalmente diferente (tenían otro espíritu) y hablaron
palabras de fe y de verdad tratando de animar al pueblo a creerle a Dios. Estos
dos fueron los únicos de aquella generación que, por sus palabras, entraron a poseer la tierra prometida.
Así que, es tu fe [creerle a
Dios, creyendo Su Palabra], manifestada en tus palabras, la que te da acceso a
la victoria y a la paz que sobrepasa todo entendimiento, pues en honor a la
Verdad,
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre [y la mujer] que
en ti confía (Sal 84.12).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy
declaro, con toda Tu autoridad, que soy Hijo(a) del único Dios Vivo y
Verdadero. Soy NACIDO(A) DE NUEVO y mis palabras están cargadas de poder y
autoridad para hacer que las cosas sucedan. Me dispongo con la ayuda del
Espíritu Santo a poner la Palabra de Dios en mi mente, BOCA y corazón de tal
manera que, sin importar las circunstancias que hoy esté enfrentando, mi
pensar, hablar y actuar darán fruto de paz y de justicia. Señor Jesús, yo en Ti
confío, Tú eres toda mi confianza, sin Ti no vivo. ¡Soy bienaventurada(o)! ¡Mil
veces feliz! Pues la roca de mi salvación es Cristo Jesús. El cielo y la tierra
pasarán mas Tu Palabra no pasará. Así que, no pongo mis ojos, ni mi confianza,
en la situación, problema o aflicción que hoy esté atravesando, porque yo,
______________ (tu nombre aquí) seré prosperado, por la
Palabra de Dios, como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la
corriente echaré mis raíces, y no veré cuando viene el calor, sino que mi hoja
estará verde; y en el año de sequía no me fatigaré, ni dejaré de dar fruto. Por
lo tanto, resisto las mentiras del diablo y me declaro a mí mismo(a), de
acuerdo a Tu Palabra, la Biblia, que ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no
de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre! Ni el pecado ni la muerte tienen nada
en mí. No hay forma que pueda perder en la vida pues en TODAS las cosas yo, ______________ (tu nombre
aquí) soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús. ¡Amén!
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
15 Sgo 3 / Jer 25-26 / Sal 131
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
15 Sgo 3 / Jer 25-26 / Sal 131
Santiago
3
La lengua
3
1Hermanos míos, no os hagáis maestros
muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. 2Porque
todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón
perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3He aquí
nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y
dirigimos así todo su cuerpo. 4Mirad también las naves; aunque tan
grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño
timón por donde el que las gobierna quiere. 5Así también la lengua
es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande
bosque enciende un pequeño fuego!
6Y la lengua es un fuego, un mundo
de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el
cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el
infierno. 7Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de
serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza
humana; 8pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal
que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 9Con ella
bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están
hechos a la semejanza de Dios.a 10De una misma
boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
11¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?
12Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid
higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
La sabiduría de lo alto
13¿Quién es sabio y entendido entre
vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
14Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os
jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15porque esta sabiduría no
es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16Porque
donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
17Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después
pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin
incertidumbre ni hipocresía. 18Y el fruto de justicia se siembra
en paz para aquellos que hacen la paz.[1]
Jeremías
25-26
Setenta años de desolación
25
1Palabra que vino a Jeremías acerca
de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacima hijo de
Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de
Babilonia; 2la cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de
Judá y a todos los moradores de Jerusalén, diciendo: 3Desde el año
trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta este día, que son veintitrés
años, ha venido a mí palabra de Jehová, y he hablado desde temprano y sin
cesar; pero no oísteis. 4Y envió Jehová a vosotros todos sus
siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no oísteis,
ni inclinasteis vuestro oído para escuchar 5cuando decían: Volveos
ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y moraréis en la
tierra que os dio Jehová a vosotros y a vuestros padres para siempre; 6y
no vayáis en pos de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni me provoquéis
a ira con la obra de vuestras manos; y no os haré mal. 7Pero no me
habéis oído, dice Jehová, para provocarme a ira con la obra de vuestras manos
para mal vuestro.
8Por tanto, así ha dicho Jehová de
los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, 9he aquí
enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor
rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus
moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los
pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. 10Y haré
que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de
desposado y la voz de desposada,b ruido de molino y luz de
lámpara.c
11Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas
naciones al rey de Babilonia setenta años.d 12Y
cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a
aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y
la convertiré en desiertos para siempre. 13Y traeré sobre aquella
tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está
escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones.
14Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes
reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus
manos.
La copa de ira para las naciones
15Porque así me dijo Jehová Dios de
Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y da a beber de él a
todas las naciones a las cuales yo te envío. 16Y beberán, y
temblarán y enloquecerán, a causa de la espada que yo envío entre ellas.
17Y tomé la copa de la mano de
Jehová, y di de beber a todas las naciones, a las cuales me envió Jehová:
18a Jerusalén, a las ciudades de Judá y a sus reyes, y a sus príncipes,
para ponerlos en ruinas, en escarnio y en burla y en maldición, como hasta
hoy; 19a Faraón rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a
todo su pueblo; 20y a toda la mezcla de naciones, a todos los
reyes de tierra de Uz, y a todos los reyes de la tierra de Filistea, a Ascalón,
a Gaza, a Ecrón y al remanente de Asdod; 21a Edom, a Moab y a los
hijos de Amón; 22a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de
Sidón, a los reyes de las costas que están de ese lado del mar; 23a
Dedán, a Tema y a Buz, y a todos los que se rapan las sienes; 24a
todos los reyes de Arabia, a todos los reyes de pueblos mezclados que habitan
en el desierto; 25a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de
Elam, a todos los reyes de Media; 26a todos los reyes del norte,
los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del
mundo que están sobre la faz de la tierra; y el rey de Babilonia beberá después
de ellos.
27Les dirás, pues: Así ha dicho
Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y
caed, y no os levantéis, a causa de la espada que yo envío entre vosotros.
28Y si no quieren tomar la copa de tu mano para beber, les dirás tú: Así
ha dicho Jehová de los ejércitos: Tenéis que beber. 29Porque he
aquí que a la ciudad en la cual es invocado mi nombre yo comienzo a hacer mal;
¿y vosotros seréis absueltos? No seréis absueltos; porque espada traigo sobre
todos los moradores de la tierra, dice Jehová de los ejércitos.
30Tú, pues, profetizarás contra
ellos todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su
morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de
lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra. 31Llegará
el estruendo hasta el fin de la tierra, porque Jehová tiene juicio contra las
naciones; él es el Juez de toda carne; entregará los impíos a espada, dice
Jehová.
32Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y grande tempestad se
levantará de los fines de la tierra. 33Y yacerán los muertos de
Jehová en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no se
endecharán ni se recogerán ni serán enterrados; como estiércol quedarán sobre
la faz de la tierra. 34Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el
polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis
degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. 35Y se
acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño.
36¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del
rebaño! porque Jehová asoló sus pastos. 37Y los pastos delicados
serán destruidos por el ardor de la ira de Jehová. 38Dejó cual
leoncillo su guarida; pues asolada fue la tierra de ellos por la ira del
opresor, y por el furor de su saña.
Jeremías es amenazado de muerte
26
1En el principio del reinado de
Joacima
hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de Jehová, diciendo: 2Así
ha dicho Jehová: Ponte en el atrio de la casa de Jehová, y habla a todas las
ciudades de Judá, que vienen para adorar en la casa de Jehová, todas las
palabras que yo te mandé hablarles; no retengas palabra. 3Quizá
oigan, y se vuelvan cada uno de su mal camino, y me arrepentiré yo del mal que
pienso hacerles por la maldad de sus obras. 4Les dirás, pues: Así
ha dicho Jehová: Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual puse ante
vosotros, 5para atender a las palabras de mis siervos los
profetas, que yo os envío desde temprano y sin cesar, a los cuales no habéis
oído, 6yo pondré esta casa como Silo,b y esta
ciudad la pondré por maldición a todas las naciones de la tierra.
7Y los sacerdotes, los profetas y
todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová.
8Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado
que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le
echaron mano, diciendo: De cierto morirás. 9¿Por qué has
profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta
ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra
Jeremías en la casa de Jehová.
10Y los príncipes de Judá oyeron
estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron
en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. 11Entonces
hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo,
diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra
esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos. 12Y
habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me
envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras
que habéis oído. 13Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras
obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que
ha hablado contra vosotros. 14En lo que a mí toca, he aquí estoy
en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. 15Mas
sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y
sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad Jehová me envió a
vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos.
16Y dijeron los príncipes y todo el
pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de
muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado. 17Entonces
se levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la reunión
del pueblo, diciendo: 18Miqueas de Moreset profetizó en tiempo de
Ezequías rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así ha dicho
Jehová de los ejércitos: Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser
montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.c
19¿Acaso lo mataron Ezequías rey de Judá y todo Judá? ¿No temió a
Jehová, y oró en presencia de Jehová, y Jehová se arrepintió del mal que había
hablado contra ellos? ¿Haremos, pues, nosotros tan gran mal contra nuestras
almas?
20Hubo también un hombre que
profetizaba en nombre de Jehová, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, el
cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme a todas las
palabras de Jeremías; 21y oyeron sus palabras el rey Joacim y
todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo
lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto. 22Y el rey Joacim
envió hombres a Egipto, a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él, a
Egipto; 23los cuales sacaron a Urías de Egipto y lo trajeron al
rey Joacim, el cual lo mató a espada, y echó su cuerpo en los sepulcros del
vulgo.
24Pero la mano de Ahicam hijo de
Safán estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregasen en las manos del
pueblo para matarlo.[2]
SALMO 131
Confiando en Dios como un niño
Cántico gradual; de David.
1 Jehová, no
se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron;
Ni anduve en grandezas,
Ni en cosas demasiado sublimes
para mí.
2 En verdad
que me he comportado y he acallado mi alma
Como un niño destetado de su
madre;
Como un niño destetado está mi
alma.
3 Espera, oh
Israel, en Jehová,
Desde ahora y para siempre.[3]
a a 3.9: Gn. 1.26.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Stg
2.26-3.18
a a 25.1: 2 R. 24.1; 2 Cr. 36.5–7; Dn. 1.1–2.
b b 25.10: Jer. 7.34; 16.9.
c c 25.10: Ap. 18.22–23.
d d 25.11: 2 Cr. 36.21; Jer. 29.10; Dn. 9.2.
a a 26.1: 2 R. 23.36—24.6; 2 Cr. 36.5–7.
b b 26.6: Jos. 18.1; Sal. 78.60; Jer. 7.12–14.
c c 26.18: Mi. 3.12.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
24.10-26.24
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
130.8-131.3
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