¿Quién eres tú en Cristo Jesús?
¡Eres Hijo(a) y
heredero(a) del Todopoderoso Dios!
Por Riqui Ricón*
Y, ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos de Abraham. Son
sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes (Gal 3.29 NTV).
Tú NO eres
más (y jamás volverás a serlo), un fracasado(a) perdedor(a), ni un pecador(a)
destinado a la maldición de la muerte eterna. ¡No! ¡Nada de eso!
Vimos en la meditación del día de
ayer que, por el Espíritu Santo prometido a los creyentes, en el Nuevo Pacto gozamos
de toda la libertad a la que solamente tienen acceso los Hijos de Dios NACIDOS
DE NUEVO.
El problema de la maldición y el
pecado ya fue resuelto en esa cruz, para que tú, por medio de la fe en
Jesucristo, recibieras la promesa del Espíritu y ahora formes parte de la
familia de Dios.
Así que, hermanos, deudores
somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque
si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis
recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo (Ro
8.12-17a).
Al instante mismo de creer que
Jesús es el Señor y Salvador de tu vida, y de acuerdo a la promesa, vino el
Espíritu Santo y te dio Vida, haciendo que tu espíritu, muerto en pecados,
Naciese de Nuevo. Ya no eres más esclavo del temor sino que, al contrario, puedes
decirle a Dios con toda confianza y familiaridad, ¡Abba, Padre! ¡Papá! ¡Papito!
Tu realidad y circunstancias han
cambiado totalmente; ahora eres de Cristo Jesús, pues Él te compró con Su
Sangre. Eres linaje de Abraham porque la Biblia, que es la Palabra de Dios, y
no miente, lo dice así. Eres Hijo(a) y heredero(a) del único Dios Vivo y Verdadero.
pues ahora, por la fe en Cristo Jesús, todos somos hechos hijos de
Dios (Gal 3.26 CST).
Recuerda siempre que no son las
obras de la ley las que te dan tan honorable posición, sino el creerle a Dios
al creerle a Su Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Adquiriste tu posición de Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo al momento de CREER que Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos
llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Obtienes tu
Identidad de Hijo(a) Amado(a) de Dios cuando comprendes que Jesús lo hizo todo
al morir y resucitar sólo por Amor a ti.
Esto es lo
que significa ser linaje de Abraham y
heredero(a) según la promesa.
Dios es bueno y como Padre es lo
mejor de lo mejor. Él no te ha dejado, ni te dejará. Todo lo que ha prometido en
la Biblia acerca de ti lo va a cumplir.
¡Dios te ama!
El SEÑOR está cerca de todos los que lo invocan, sí, de todos los que
lo invocan de verdad. Él concede los deseos de los que le temen; oye sus gritos
de auxilio y los rescata. El SEÑOR protege a todos los que lo aman (Sal 145.18-20 NTV).
Este día tienes todo el derecho
de invocar a Dios y que Él te responda. Qué, ¿cómo lo sé? Porque está escrito
que tu Padre celestial contestará tus oraciones. Pero el secreto de la oración
eficaz bajo el Nuevo Pacto es que pidas como un Hijo verdadero le pediría a Su
Padre.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se
le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.7-11).
Así que, este día medita en todo esto.
La Biblia dice que si Dios está contigo ¿quién contra ti? Cuánto más ahora que
entiendes que Él no sólo está contigo, sino que ES tu propio Padre.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? (Ro
8.31).
Te aseguro amigo(a) que no hay
problema, enfermedad, pobreza, necesidad, temor, ansiedad, soledad y, en fin,
ninguna adversidad que te puedan derrotar en esta tu Nueva Vida. Pues tú eres
en Verdad un(a) genuino(a) y legítimo(a) Hijo(a) y heredero(a) del Dios Vivo y Verdadero.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
maravilloso es saber que no tengo que esperar a ir al cielo para vivir como
un(a) Hijo(a) del Rey. Gracias. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí al morir
en la cruz y resucitar, venciendo a la muerte, para darme la Vida que sólo
pueden tener los Hijos de Dios. No puedo dejar de recordarlo cada día, pues por
tu Gran Amor con que me has amado tengo derecho a la Vida Eterna, una Vida
Nueva, plena y abundante. Gracias porque, de acuerdo a Tu Palabra, la Biblia,
yo ya puedo comenzar a experimentar y vivir como Tu legítimo(a) Hijo(a), hoy,
aquí y ahora. Así que, con Tu ayuda, Espíritu Santo, no voy a permitir que
pensamientos de fracaso, derrota, desanimo, temor, amargura y ninguna otra
mentira me vengan a robar, a despojar de lo que legítimamente es mío: mi
herencia y mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a), mi Dios. Tu Palabra es la Verdad,
por lo tanto, creo y declaro que: ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!
¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús! ¡Tú
suplirás todo lo que me falta conforme a Tus riquezas en gloria! ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
29 Gal 3.19-4.20
/ Lam
1-2 / Sal 145
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
29 Gal 3.19-4.20
/ Lam
1-2 / Sal 145
Gálatas
3.19-4.20
El propósito de la ley
19Entonces, ¿para qué sirve la ley?
Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a
quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un
mediador. 20Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
21¿Luego la ley es contraria a las
promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar,
la justicia fuera verdaderamente por la ley. 22Mas la Escritura lo
encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo
fuese dada a los creyentes.
23Pero antes que viniese la fe,
estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser
revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para
llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25Pero
venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 26pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28Ya no hay
judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29Y si vosotros sois de Cristo,
ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.k
4
1Pero también digo: Entre tanto que
el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;
2sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el
padre. 3Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en
esclavitud bajo los rudimentos del mundo. 4Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, 5para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. 6Y por cuanto sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre! 7Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo.a
Exhortación contra el volver a la esclavitud
8Ciertamente, en otro tiempo, no
conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses; 9mas
ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que
os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar? 10Guardáis los días, los meses, los tiempos y
los años. 11Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con
vosotros.
12Os ruego, hermanos, que os hagáis
como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis
hecho. 13Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del
cuerpo os anuncié el evangelio al principio; 14y no me
despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien
me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15¿Dónde,
pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de
que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para
dármelos. 16¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la
verdad? 17Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que
quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos.
18Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy
presente con vosotros. 19Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir
dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, 20quisiera
estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto
a vosotros.[1]
Lamentaciones
1-2
Tristezas de Sion la cautiva
1
1 ¡Cómo ha
quedado sola la ciudad populosa!
La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda,
La señora de provincias ha sido hecha tributaria.
2 Amargamente
llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas.
No tiene quien la consuele de todos sus amantes;
Todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos.
3 Judá ha ido
en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre;
Ella habitó entre las naciones, y no halló descanso;
Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.
4 Las
calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;
Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen,
Sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura.
5 Sus
enemigos han sido hechos príncipes, sus aborrecedores fueron prosperados,
Porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones;
Sus hijos fueron en cautividad delante del enemigo.
6 Desapareció
de la hija de Sion toda su hermosura;
Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto,
Y anduvieron sin fuerzas delante del perseguidor.
7 Jerusalén,
cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase,
Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones,
Y de todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos.
La miraron los enemigos, y se burlaron de su caída.
8 Pecado
cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;
Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su
vergüenza;
Y ella suspira, y se vuelve atrás.
9 Su
inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;
Por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la
consuele.
Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
10 Extendió su
mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;
Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones
De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
11 Todo su
pueblo buscó su pan suspirando;
Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida.
Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.
12 ¿No os
conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido;
Porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.
13 Desde lo
alto envió fuego que consume mis huesos;
Ha extendido red a mis pies, me volvió atrás,
Me dejó desolada, y con dolor todo el día.
14 El yugo de
mis rebeliones ha sido atado por su mano;
Ataduras han sido echadas sobre mi cerviz; ha debilitado mis fuerzas;
Me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.
15 El Señor ha
hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí;
Llamó contra mí compañía para quebrantar a mis jóvenes;
Como lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá.
16 Por esta
causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas,
Porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma;
Mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció.
17 Sion
extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus vecinos fuesen sus
enemigos;
Jerusalén fue objeto de abominación entre ellos.
18 Jehová es
justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis vírgenes y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.
19 Di voces a
mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron,
Buscando comida para sí con que entretener su vida.
20 Mira, oh
Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte.
21 Oyeron que
gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis enemigos han oído mi mal, se alegran de lo que tú hiciste.
Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.
22 Venga
delante de ti toda su maldad,
Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones;
Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.
Las tristezas de Sion vienen de Jehová
2
1 ¡Cómo
oscureció el Señor en su furor a la hija de Sion!
Derribó del cielo a la tierra la hermosura de Israel,
Y no se acordó del estrado de sus pies en el día de su furor.
2 Destruyó el
Señor, y no perdonó;
Destruyó en su furor todas las tiendas de Jacob;
Echó por tierra las fortalezas de la hija de Judá,
Humilló al reino y a sus príncipes.
3 Cortó con
el ardor de su ira todo el poderío de Israel;
Retiró de él su diestra frente al enemigo,
Y se encendió en Jacob como llama de fuego que ha devorado alrededor.
4 Entesó su
arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario,
Y destruyó cuanto era hermoso.
En la tienda de la hija de Sion derramó como fuego su enojo.
5 El Señor
llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel;
Destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas,
Y multiplicó en la hija de Judá la tristeza y el lamento.
6 Quitó su
tienda como enramada de huerto;
Destruyó el lugar en donde se congregaban;
Jehová ha hecho olvidar las fiestas solemnes y los días de reposo* en Sion,
Y en el ardor de su ira ha desechado al rey y al sacerdote.
7 Desechó el
Señor su altar, menospreció su santuario;
Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios;
Hicieron resonar su voz en la casa de Jehová como en día de fiesta.
8 Jehová
determinó destruir el muro de la hija de Sion;
Extendió el cordel, no retrajo su mano de la destrucción;
Hizo, pues, que se lamentara el antemuro y el muro; fueron desolados
juntamente.
9 Sus puertas
fueron echadas por tierra, destruyó y quebrantó sus cerrojos;
Su rey y sus príncipes están entre las naciones donde no hay ley;
Sus profetas tampoco hallaron visión de Jehová.
10 Se sentaron
en tierra, callaron los ancianos de la hija de Sion;
Echaron polvo sobre sus cabezas, se ciñeron de cilicio;
Las vírgenes de Jerusalén bajaron sus cabezas a tierra.
11 Mis ojos
desfallecieron de lágrimas, se conmovieron mis entrañas,
Mi hígado se derramó por tierra a causa del quebrantamiento de la hija
de mi pueblo,
Cuando desfallecía el niño y el que mamaba, en las plazas de la ciudad.
12 Decían a
sus madres: ¿Dónde está el trigo y el vino?
Desfallecían como heridos en las calles de la ciudad,
Derramando sus almas en el regazo de sus madres.
13 ¿Qué
testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén?
¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion?
Porque grande como el mar es tu quebrantamiento; ¿quién te sanará?
14 Tus
profetas vieron para ti vanidad y locura;
Y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio,
Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.
15 Todos los
que pasaban por el camino batieron las manos sobre ti;
Silbaron, y movieron despectivamente sus cabezas sobre la hija de
Jerusalén, diciendo:
¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la
tierra?
16 Todos tus
enemigos abrieron contra ti su boca;
Se burlaron, y crujieron los dientes; dijeron: Devorémosla;
Ciertamente este es el día que esperábamos; lo hemos hallado, lo hemos
visto.
17 Jehová ha
hecho lo que tenía determinado;
Ha cumplido su palabra, la cual él había mandado desde tiempo antiguo.
Destruyó, y no perdonó;
Y ha hecho que el enemigo se alegre sobre ti,
Y enalteció el poder de tus adversarios.
18 El corazón
de ellos clamaba al Señor;
Oh hija de Sion, echa lágrimas cual arroyo día y noche;
No descanses, ni cesen las niñas de tus ojos.
19 Levántate,
da voces en la noche, al comenzar las vigilias;
Derrama como agua tu corazón ante la presencia del Señor;
Alza tus manos a él implorando la vida de tus pequeñitos,
Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
20 Mira, oh
Jehová, y considera a quién has hecho así.
¿Han de comer las mujeres el fruto de sus entrañas, los pequeñitos a su
tierno cuidado?
¿Han de ser muertos en el santuario del Señor el sacerdote y el profeta?
21 Niños y
viejos yacían por tierra en las calles;
Mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada;
Mataste en el día de tu furor; degollaste, no perdonaste.
22 Has
convocado de todas partes mis temores, como en un día de solemnidad;
Y en el día del furor de Jehová no hubo quien escapase ni quedase vivo;
Los que crié y mantuve, mi enemigo los acabó.[2]
SALMO 145
Alabanza por la bondad y el poder de Dios
Salmo de alabanza; de David.
1 Te
exaltaré, mi Dios, mi Rey,
Y bendeciré tu nombre
eternamente y para siempre.
2 Cada día te
bendeciré,
Y alabaré tu nombre
eternamente y para siempre.
3 Grande es
Jehová, y digno de suprema alabanza;
Y su grandeza es inescrutable.
4 Generación
a generación celebrará tus obras,
Y anunciará tus poderosos
hechos.
5 En la
hermosura de la gloria de tu magnificencia,
Y en tus hechos maravillosos
meditaré.
6 Del poder
de tus hechos estupendos hablarán los hombres,
Y yo publicaré tu grandeza.
7 Proclamarán
la memoria de tu inmensa bondad,
Y cantarán tu justicia.
8 Clemente y
misericordioso es Jehová,
Lento para la ira, y grande en
misericordia.
9 Bueno es
Jehová para con todos,
Y sus misericordias sobre
todas sus obras.
10 Te alaben,
oh Jehová, todas tus obras,
Y tus santos te bendigan.
11 La gloria
de tu reino digan,
Y hablen de tu poder,
12 Para hacer
saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos,
Y la gloria de la
magnificencia de su reino.
13 Tu reino es
reino de todos los siglos,
Y tu señorío en todas las
generaciones.
14 Sostiene
Jehová a todos los que caen,
Y levanta a todos los oprimidos.
15 Los ojos de
todos esperan en ti,
Y tú les das su comida a su
tiempo.
16 Abres tu
mano,
Y colmas de bendición a todo
ser viviente.
17 Justo es
Jehová en todos sus caminos,
Y misericordioso en todas sus obras.
18 Cercano
está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de
veras.
19 Cumplirá el
deseo de los que le temen;
Oirá asimismo el clamor de
ellos, y los salvará.
20 Jehová
guarda a todos los que le aman,
Mas destruirá a todos los
impíos.
21 La alabanza
de Jehová proclamará mi boca;
Y todos bendigan su santo
nombre eternamente y para siempre.[3]
k k 3.29: Ro. 4.13.
a a 4.5–7: Ro. 8.15–17.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gl
3.18-4.20
* Aquí equivale a sábado.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
52.34-Lm 2.22
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
144.15-145.21
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