¿Qué es la Salvación?
¡Mucho Más allá del cielo!
Por Riqui Ricón*
Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en
otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro
tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado
misericordia (1 P 2.9-10).
La palabra Evangelio significa
buenas noticias y esto es en verdad el Evangelio de Jesucristo, ¡Buenas Noticias!
Tú has sido escogido(a) y adquirido(a) por Dios como real sacerdocio y nación
santa con el propósito de ser embajador(a) Suyo(a) en esta tierra.
Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de
nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!» (2 Co 5.20 NTV).
Así que, como puedes ver, tu vida
en este mundo no se trata de que hagas todo lo posible para irte al cielo al
final de tus días sino que, tu vida en este mundo se trata de vivir una Vida
con Propósito, una Vida plena y abundante, pues ahora, al haber Nacido de Nuevo
y con Jesús en tu corazón, como Rey y Señor de tu vida, eres totalmente apto(a)
para participar de la herencia de los santos en luz.
Por eso, desde el día en que lo supimos no hemos dejado de orar por
ustedes. Pedimos que Dios les haga conocer plenamente su voluntad con toda
sabiduría y comprensión espiritual, para
que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar
fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos
en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda
situación, dando gracias con alegría al Padre. Él los ha facultado para
participar de la herencia de los santos en el reino de la luz (Col 1.9-11 NVI).
Y, ¿cuál será esa herencia?
alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y
cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos (Efe 1.18).
¿Cuál es la esperanza a la que Él
te ha llamado? ¿Cuál es la riqueza de la gloria de tu herencia? Veamos,
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y si te das cuenta, la
Escritura dice que ahora, sí, AHORA, gozas de la Vida Eterna que Cristo Jesús
compró para ti al pagar todos tus pecados en esa cruz.
Porque si bien la paga del pecado es muerte, el regalo que nos da Dios
es vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor (Ro 6.23 BAD).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios, y no miente, no dice que obtendrás la Vida Eterna por tus acciones
justas; dice que ya tienes la Vida Eterna por lo que el Justo hizo por ti. Así
como no dice que algún día serás linaje escogido, real sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido por Dios sino que enfáticamente declara que YA LO ERES,
de la misma forma ya se te ha otorgado, como un regalo, la Vida Eterna. ¡Es
tuya!
Esto es algo que el Espíritu Santo, hablándonos desde lo profundo de
nuestro propio espíritu, nos enseña y asegura: que verdaderamente somos hijos
de Dios. Y pues que somos sus hijos, somos también sus herederos, herederos de
Dios y coherederos con Cristo, para compartir con él las riquezas de su gloria
habiendo compartido también sus sufrimientos (Ro 8.16-17 CST).
Legítima y legalmente
tú eres un(a) Hijo(a) de Dios y tienes pleno derecho a la herencia que tu Padre
ha preparado para ti.
Porque Dios los conoció desde el principio, y de antemano los destinó a
ser semejantes a su Hijo Jesucristo, a fin de que él sea el mayor entre todos
los hermanos (Ro 8. 29 CST).
Entonces, la esperanza a la que
Dios te ha llamado, la riqueza de la gloria de tu herencia, es la Vida Eterna que
sólo un(a) Hijo(a) de Dios Nacido de Nuevo puede disfrutar. Ahora eres amado y
considerado(a) por Dios exactamente de la misma forma que Él Ama y considera a
Su Hijo Jesús.
Yo en ellos y tú en mí formamos una unidad perfecta, para que el mundo
sepa que tú me enviaste y entienda que tú los amaste [a ellos –o sea a ti-] tanto como me has amado a mí (Jn 17.23 BAD).
En esto se ha perfeccionado el
amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como
él es, así somos nosotros en este mundo (1 Jn
4.17).
Si lo meditas bien, esto
forzosamente tendrá que cambiar tu perspectiva de lo que tu vida es. Puesto que
tus días jamás van a llegar a su fin, entonces te pertenece un propósito mayor
que la mera subsistencia o sobrevivencia. Poner todos tus problemas y
expectativas bajo los lineamientos de la Eternidad (la cual te pertenece), hará
patente, en tu vida, la realidad de la justicia y del Amor de Dios trayendo el
gozo y la paz que te permitirán alcanzar tu propósito.
Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados (Ro 8.28).
Así pues, por la Presencia del
Espíritu Santo en tu vida, tú eres un(a) Hijo de Dios, tienes propósito en esta
vida y estás fortalecido(a) con todo poder conforme a
la potencia de Su gloria, para toda paciencia y longanimidad, con gozo, para que
vivas como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Col 1.9-14). Esto es lo que dice la Biblia,
que es la Palabra de Dios, y no miente, por lo tanto, esto es LA VERDAD.
No importa como fuera tu vida
anteriormente, ahora le perteneces a Dios y has alcanzado misericordia. Recuerda
siempre que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo,
Jesucristo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Y esto lo
hizo con toda la intención de poder hacer de ti un(a) Hijo(a) Suyo(a).
Porque convenía a aquel por
cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que
habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos (He 2.10).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados
hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente,
como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Ahora como Hijo(a) de Dios NACIDO(A)
DE NUEVO tienes TODO EL DERECHO a una vida plena y abundante, aquí y ahora,
sobre el planeta Tierra.
El ladrón no viene sino
para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que
la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
En el antiguo testamento, la
lectura del día hoy, la Biblia nos enseña un poco más acerca del amplio significado
de la salvación que Jesucristo compró para ti al pagar TODOS tus pecados en esa
cruz y del propósito Eterno señalado para ti:
He aquí que yo les traeré
sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad (Jer
33.6).
Salud, prosperidad, abundancia de
paz y de verdad son apenas algunos de los derechos que contempla el ser linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, ya que
ahora, en verdad puedes vivir una
vida plena y abundante como Hijo(a) del Dios Altísimo.
No tienes por qué resignarse a
padecer enfermedad alguna sólo porque tu cuerpo físico así lo siente o los
médicos lo confirman. Esa pudiera ser tu realidad momentánea pero no es la
Verdad, pues la Verdad dice:
quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (1 P 2.24).
Así que, sin importar cuál sea tu
situación o como te sientas el día de hoy, ten por cierto que puedes, en el
nombre de Jesús, de una vez por todas, saberte y creer que eres linaje
escogido, real sacerdocio, un(a) Hija(o) de Dios y RECIBIR, en este momento, lo
que Jesús ganó para ti, tu sanidad, prosperidad, gozo, paz y amor.
¡No temas! ¡Cree solamente! ¡Al
que cree, todo le es posible! ¡Sé sano(a)! ¡Sé libre! ¡Sé prospero(a)! ¡Recibe
lo que legítimamente es tuyo! ¡Ten por cierto que vivirás más allá del cielo!
¡En el nombre de Jesús!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, cada día
me doy cuenta más y más de la grandeza y hermosura de Tu Amor para conmigo. No
puedo parar de darte las gracias y decirte lo mucho que te amo. Sólo Tú, el
Todopoderoso Dios, has podido planear y llevar a cabo tan perfecto y maravilloso
plan, gracias al cual hoy sé quién soy yo y para que estoy aquí. Por Ti,
Jesucristo, y sólo por Ti, soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Soy linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Ti, mi Dios,
para que yo anuncie las virtudes de Aquel que me llamó de las tinieblas a Su
luz admirable; yo ______________ (tu nombre aquí) que en otro tiempo no era
nadie, pero que ahora soy Hijo(a) del único Dios, vivo y verdadero; yo
______________ (tu nombre aquí) que en otro tiempo no había alcanzado
misericordia, pero ahora, por Cristo Jesús, he alcanzado Tu misericordia. Tengo
Vida Eterna y puedo vivirla y la voy a vivir, plena y abundantemente. En Tu
Nombre, mi Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
19 1 P 2 / Jer 33-34 / Sal 135
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
19 1 P 2 / Jer 33-34 / Sal 135
1
Pedro 2
2
1Desechando, pues, toda malicia,
todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2desead,
como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación, 3si es que habéis gustado la benignidad
del Señor.a
La piedra viva
4Acercándoos a él, piedra viva,
desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,
5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables
a Dios por medio de Jesucristo. 6Por lo cual también contiene la
Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida,
preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.b
7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero
para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;c
8y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,d
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron
también destinados.
El pueblo de Dios
9Mas vosotros sois linaje escogido,
real sacerdocio, nación santa,e pueblo adquirido por Dios,f
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; 10vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que
ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado
misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.g
Vivid como siervos de Dios
11Amados, yo os ruego como a
extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma, 12manteniendo buena vuestra manera de vivir entre
los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas
obras.
13Por causa del Señor someteos a
toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, 14ya a
los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y
alabanza de los que hacen bien. 15Porque esta es la voluntad de
Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres
insensatos; 16como libres, pero no como los que tienen la libertad
como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. 17Honrad
a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.
18Criados, estad sujetos con todo
respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a
los difíciles de soportar. 19Porque esto merece aprobación, si
alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo
injustamente. 20Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados,
y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto
ciertamente es aprobado delante de Dios. 21Pues para esto fuisteis
llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para
que sigáis sus pisadas; 22el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca;h 23quien cuando le maldecían, no
respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la
causa al que juzga justamente; 24quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.i
25Porque vosotros erais como ovejas descarriadas,j pero
ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.[1]
Jeremías
33-34
Restauración de la prosperidad de Jerusalén
33
1Vino palabra de Jehová a Jeremías
la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo:
2Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para
afirmarla; Jehová es su nombre: 3Clama a mí, y yo te responderé, y
te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. 4Porque así
ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las
casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas 5(porque
vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres
muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro
de esta ciudad a causa de toda su maldad): 6He aquí que yo les
traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de
verdad. 7Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de
Israel, y los restableceré como al principio. 8Y los limpiaré de
toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que
contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron. 9Y me será a
mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la
tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de
todo el bien y de toda la paz que yo les haré.
10Así ha dicho Jehová: En este
lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las
ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y
sin morador y sin animal, 11ha de oírse aún voz de gozo y de
alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a
Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su
misericordia;a voz de los que traigan ofrendas de acción de
gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra
como al principio, ha dicho Jehová.
12Así dice Jehová de los ejércitos:
En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aún
habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados. 13En las
ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del
Neguev, en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de
Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.
14He aquí vienen días, dice Jehová,
en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la
casa de Judá. 15En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a
David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16En
aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará:
Jehová, justicia nuestra.b
17Porque así ha dicho Jehová: No
faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel.c
18Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca
holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.d
19Vino palabra de Jehová a
Jeremías, diciendo: 20Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar
mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni
noche a su tiempo, 21podrá también invalidarse mi pacto con mi
siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto
con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22Como no puede ser
contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así
multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven.
23Vino palabra de Jehová a
Jeremías, diciendo: 24¿No has echado de ver lo que habla este
pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogiera ha desechado? Y han tenido
en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. 25Así ha
dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto
las leyes del cielo y la tierra, 26también desecharé la
descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia
quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque
haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.
Jeremías amonesta a Sedequías
34
1Palabra de Jehová que vino a
Jeremías cuando Nabucodonosor rey de Babilonia y todo su ejército, y todos los
reinos de la tierra bajo el señorío de su mano, y todos los pueblos, peleaban
contra Jerusaléna y contra todas sus ciudades,
la cual dijo: 2Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Ve y habla a
Sedequías rey de Judá, y dile: Así ha dicho Jehová: He aquí yo entregaré esta
ciudad al rey de Babilonia, y la quemará con fuego; 3y no
escaparás tú de su mano, sino que ciertamente serás apresado, y en su mano
serás entregado; y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y te hablará
boca a boca, y en Babilonia entrarás. 4Con todo eso, oye palabra
de Jehová, Sedequías rey de Judá: Así ha dicho Jehová acerca de ti: No morirás
a espada. 5En paz morirás, y así como quemaron especias por tus
padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, las quemarán por ti, y te
endecharán, diciendo, ¡Ay, señor! Porque yo he hablado la palabra, dice Jehová.
6Y habló el profeta Jeremías a
Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalén. 7Y el
ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén, y contra todas las
ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquis y contra Azeca; porque de
las ciudades fortificadas de Judá éstas habían quedado.
Violación del pacto de libertar a los siervos hebreos
8Palabra de Jehová que vino a
Jeremías, después que Sedequías hizo pacto con todo el pueblo en Jerusalén para
promulgarles libertad; 9que cada uno dejase libre a su siervo y a
su sierva, hebreo y hebrea; que ninguno usase a los judíos, sus hermanos, como
siervos. 10Y cuando oyeron todos los príncipes, y todo el pueblo
que había convenido en el pacto de dejar libre cada uno a su siervo y cada uno
a su sierva, que ninguno los usase más como siervos, obedecieron, y los
dejaron. 11Pero después se arrepintieron, e hicieron volver a los
siervos y a las siervas que habían dejado libres, y los sujetaron como siervos
y siervas. 12Vino, pues, palabra de Jehová a Jeremías, diciendo:
13Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el
día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre, diciendo:
14Al cabo de siete años dejará cada uno a su hermano hebreo que le fuere
vendido; le servirá seis años, y lo enviará libre;b pero
vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su oído. 15Y vosotros
os habíais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando
cada uno libertad a su prójimo; y habíais hecho pacto en mi presencia, en la
casa en la cual es invocado mi nombre. 16Pero os habéis vuelto y
profanado mi nombre, y habéis vuelto a tomar cada uno a su siervo y cada uno a
su sierva, que habíais dejado libres a su voluntad; y los habéis sujetado para
que os sean siervos y siervas. 17Por tanto, así ha dicho Jehová:
Vosotros no me habéis oído para promulgar cada uno libertad a su hermano, y
cada uno a su compañero; he aquí que yo promulgo libertad, dice Jehová, a la
espada y a la pestilencia y al hambre; y os pondré por afrenta ante todos los
reinos de la tierra. 18Y entregaré a los hombres que traspasaron
mi pacto, que no han llevado a efecto las palabras del pacto que celebraron en
mi presencia, dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de
ellas; 19a los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a
los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra, que pasaron
entre las partes del becerro, 20los entregaré en mano de sus
enemigos y en mano de los que buscan su vida; y sus cuerpos muertos serán
comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. 21Y a
Sedequías rey de Judá y a sus príncipes los entregaré en mano de sus enemigos,
y en mano de los que buscan su vida, y en mano del ejército del rey de
Babilonia, que se ha ido de vosotros. 22He aquí, mandaré yo, dice
Jehová, y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella y la tomarán, y
la quemarán con fuego; y reduciré a soledad las ciudades de Judá, hasta no
quedar morador.[2]
SALMO 135
La grandeza del Señor y la vanidad de los ídolos
Aleluya.
1 Alabad el
nombre de Jehová;
Alabadle, siervos de Jehová;
2 Los que
estáis en la casa de Jehová,
En los atrios de la casa de
nuestro Dios.
3 Alabad a
JAH, porque él es bueno;
Cantad salmos a su nombre,
porque él es benigno.
4 Porque JAH
ha escogido a Jacob para sí,
A Israel por posesión suya.
5 Porque yo
sé que Jehová es grande,
Y el Señor nuestro, mayor que
todos los dioses.
6 Todo lo que
Jehová quiere, lo hace,
En los cielos y en la tierra,
en los mares y en todos los abismos.
7 Hace subir
las nubes de los extremos de la tierra;
Hace los relámpagos para la
lluvia;
Saca de sus depósitos los
vientos.
8 El es quien
hizo morir a los primogénitos de Egipto,
Desde el hombre hasta la
bestia.
9 Envió
señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto,
Contra Faraón, y contra todos
sus siervos.
10 Destruyó a
muchas naciones,
Y mató a reyes poderosos;
11 A Sehón rey
amorreo,
A Og rey de Basán,
Y a todos los reyes de Canaán.
12 Y dio la
tierra de ellos en heredad,
En heredad a Israel su pueblo.
13 Oh Jehová,
eterno es tu nombre;
Tu memoria, oh Jehová, de generación
en generación.
14 Porque
Jehová juzgará a su pueblo,
Y se compadecerá de sus
siervos.
15 Los ídolos
de las naciones son plata y oro,
Obra de manos de hombres.
16 Tienen
boca, y no hablan;
Tienen ojos, y no ven;
17 Tienen
orejas, y no oyen;
Tampoco hay aliento en sus
bocas.
18 Semejantes
a ellos son los que los hacen,
Y todos los que en ellos
confían.a
19 Casa de
Israel, bendecid a Jehová;
Casa de Aarón, bendecid a
Jehová;
20 Casa de
Leví, bendecid a Jehová;
Los que teméis a Jehová,
bendecid a Jehová.
21 Desde Sion
sea bendecido Jehová,
Quien mora en Jerusalén.
Aleluya.[3]
a a 2.3: Sal. 34.8.
b b 2.6: Is. 28.16.
c c 2.7: Sal. 118.22.
d d 2.8: Is. 8.14–15.
e e 2.9: Ex. 19.5–6.
f f 2.9: Dt. 4.20; 7.6; 14.2; 26.18; Tit.
2.14.
g g 2.10: Os. 2.23.
h h 2.22: Is. 53.9.
i i 2.24: Is. 53.5.
j j 2.25: Is. 53.6.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. 1 P
1.25-2.25
a a 33.11: 1 Cr. 16.34; 2 Cr. 5.13; 7.3; Esd.
3.11; Sal. 100.5; 106.1; 107.1; 118.1; 136.1.
b b 33.14–16: Jer. 23.5–6.
c c 33.17: 2 S. 7.12–16; 1 R. 2.4; 1 Cr.
17.11–14.
d d 33.18: Nm. 3.5–10.
a a 34.1: 2 R. 25.1–11; 2 Cr. 36.17–21.
b b 34.14: Ex. 21.2; Dt. 15.12.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jr
32.44-34.22
a a 135.15–18: Sal. 115.4–8; Ap. 9.20.
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal
134.3-135.21
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