¡Propósito y destino!
Por Riqui Ricón*
Estos son
los contados por Moisés y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos
de Israel en los campos de Moab, junto al Jordán frente a Jericó. Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón,
quienes contaron a los hijos de Israel en el desierto de Sinaí. Porque Jehová había dicho de
ellos: Morirán en el
desierto; y no quedó varón de ellos,
sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun (Num 26. 63-65).
Propósito y destino son dos
palabras inspiradoras que sostienen y alimentan a aquellos que los poseen. Sin
embargo, son incontables los que han quedado tirados en el ardiente desierto
del temor, la duda, la autocomplacencia (o la autoflagelación) por el pecado,
culpabilidad, fracaso, depresión, enfermedad, etc., etc.
Y oiréis de guerras y rumores
de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto
acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá
pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto
será principio de dolores (Mat 24.6-8).
El mundo que el hombre ha
construido exalta como destino el éxito, la fama, el poder y la riqueza. Se
promueve cada día, más y más, la conducta inmoral de que el fin justifica los
medios y los resultados son también, cada día más evidentes: miedo e insatisfacción.
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jn 16.33).
¡Qué
diferente es la vida de las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de Nuevo! La Palabra
de Dios te da total paz, pues aunque tengas aflicciones, sabes que Jesús ha
vencido y tienes la certeza, la garantía, de que puedes confiar plena y
totalmente en Él, en Su Palabra, ya que Dios no miente ni se arrepiente, lo que
Él dijo lo va a hacer y lo que habló lo va a ejecutar.
Sin importar
cuán difícil o amenazante esté la situación, Dios no te va a desamparar, nunca
lo ha hecho y nunca lo hará. Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio
Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Por el sacrificio de Jesús y este
gran Amor con que Dios te ama, has pasado de ser una simple creatura, a ser
parte de Su familia: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Así que, no
pongas tus ojos, pensamientos y emociones en lo difícil de tu situación sino en
la grandeza de Su Amor, Poder y Fidelidad por ti. ¡Atiende a Su Palabra!
Pues aunque andamos en la
carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra
obediencia sea perfecta (2 Co 10.3-6).
Solamente Josué y Caleb, de toda
una generación, entraron a poseer lo que se les había prometido, y esto por
haber creído la Palabra de Dios, por haberle creído a Él. Aunque Josué y Caleb
también vieron las altas ciudades amuralladas, los fieros guerreros y gigantes
que poblaban la tierra, ellos no dieron lugar al temor, ni al miedo, pues
estaban convencidos que lo que Dios les había hablado acerca de la tierra
prometida, inevitablemente se tenía que cumplir.
Sabían en Quien habían confiado,
por lo tanto, el temor no encontró en ellos la duda o incredulidad que necesita
para establecerse en el corazón.
¡La obediencia perfecta no
proviene de las acciones correctas sino de una fe perfecta! Y esta es la misma
fe que tú ya tienes, porque [Jesús] con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He 10.14).
Pero a mi siervo Caleb, por
cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le
meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión…
Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así
haré yo con vosotros. En este desierto caerán vuestros
cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. Vosotros a
la verdad no entraréis en la
tierra, por la cual alcé mi mano y
juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun…
Y los varones que Moisés envió a reconocer la tierra, y que al volver
habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, desacreditando aquel
país, aquellos varones que habían hablado
mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. Pero Josué hijo de Nun
y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos hombres que habían
ido a reconocer la tierra (Núm 14.24,
28-30, 36.38).
Josué y a Caleb sabían
perfectamente que Dios no puede mentir, pues las palabras que salen de Su boca
no vuelven a Él vacías, sino que hacen lo que Él quiere y son prosperadas en
todo aquello para lo que las envió (Isa 55.11). Esto les permitió resistir al
espíritu de temor y recibir el espíritu de fe. Me pregunto, ¿cuánto más, no
harás tú, un(a) Hija(o) del Rey de reyes y Señor de señores?
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ro 8.15).
¡Propósito y destino son dos
palabras inspiradoras que sostienen y alimentan a las Hijas e Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo porque, sin lugar a duda, las poseemos!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, cómo no
agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y
renovado como Hija(o) Tuya(o). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a
mi destino. Ahora estoy más que dispuesta(o) a utilizar la fe perfecta que ya tengo
por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de
las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera
que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad
o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio
de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la
duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo
decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy segura(o) de
quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Y
soy Nacida(o) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor
para vivir esa vida, llena de gozo, que has destinado para mí. Por lo tanto,
voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hija(o)
puedo tener. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy un(a) Hija del
Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 30 Mat 24.1-28 / Núm 25-27 / Can 6.4-8.4
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
30 Mat
24.1-28 / Núm 25-27 / Can 6.4-8.4
San
Mateo 24. 1-28
Jesús predice la destrucción del templo
(Mr. 13.1–2; Lc. 21.5–6)
24
1Cuando Jesús salió del templo y se
iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
2Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no
quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Señales antes del fin
(Mr. 13.3–23; Lc. 21.7–24)
3Y estando él sentado en el monte
de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo
serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? 4Respondiendo
Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 6Y
oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es
necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8Y todo esto será
principio de dolores.
9Entonces os entregarán a
tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa
de mi nombre.a 10Muchos tropezarán entonces, y
se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 11Y
muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12y
por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13Mas
el que persevere hasta el fin, éste será salvo.b 14Y
será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
15Por tanto, cuando veáis en el
lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Danielc
(el que lee, entienda), 16entonces los que estén en Judea, huyan a
los montes. 17El que esté en la azotea, no descienda para tomar
algo de su casa; 18y el que esté en el campo, no vuelva atrás para
tomar su capa.d 19Mas ¡ay de las que estén
encintas, y de las que críen en aquellos días! 20Orad, pues, que
vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;* 21porque habrá
entonces gran tribulación,e cual no la ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22Y si aquellos días
no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados. 23Entonces, si alguno os dijere:
Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. 24Porque
se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
25Ya os lo he dicho antes. 26Así que, si os dijeren: Mirad,
está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.
27Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el
occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.f 28Porque
dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.g[1]
Números
25-27
Israel acude a Baal-peor
25
1Moraba Israel en Sitim; y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2las cuales
invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se
inclinó a sus dioses. 3Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el
furor de Jehová se encendió contra Israel. 4Y Jehová dijo a
Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del
sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. 5Entonces
Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros
que se han juntado con Baal-peor.
6Y he aquí un varón de los hijos de
Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la
congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del
tabernáculo de reunión. 7Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del
sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza
en su mano; 8y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los
alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la
mortandad de los hijos de Israel. 9Y murieron de aquella mortandad
veinticuatro mil.
10Entonces Jehová habló a Moisés,
diciendo: 11Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha
hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por
lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12Por
tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; 13y
tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo,
por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel.
14Y el nombre del varón que fue
muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu
de Simeón. 15Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi
hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián.
16Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 17Hostigad a los madianitas, y heridlos, 18por
cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado
en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi hija del príncipe de Madián,
su hermana, la cual fue muerta el día de la mortandad por causa de Baal-peor.
Censo del pueblo en Moab
26
1Aconteció después de la mortandad,
que Jehová habló a Moisés y a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, diciendo:
2Tomad el censoa de toda la congregación de
los hijos de Israel, de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos
los que pueden salir a la guerra en Israel. 3Y Moisés y el
sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán
frente a Jericó, diciendo: 4Contaréis el pueblo de veinte años
arriba, como mandó Jehová a Moisés y a los hijos de Israel que habían salido de
tierra de Egipto.
5Rubén, primogénito de Israel; los
hijos de Rubén: de Enoc, la familia de los enoquitas; de Falú, la familia de
los faluitas; 6de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Carmi,
la familia de los carmitas. 7Estas son las familias de los
rubenitas; y fueron contados de ellas cuarenta y tres mil setecientos treinta.
8Los hijos de Falú: Eliab. 9Y los hijos de Eliab: Nemuel,
Datán y Abiram. Estos Datán y Abiram fueron los del consejo de la congregación,
que se rebelaron contra Moisés y Aarón con el grupo de Coré, cuando se
rebelaron contra Jehová; 10y la tierra abrió su boca y los tragó a
ellos y a Coré, cuando aquel grupo murió, cuando consumió el fuego a doscientos
cincuenta varones, para servir de escarmiento. 11Mas los hijos de
Coré no murieron.
12Los hijos de Simeón por sus
familias: de Nemuel, la familia de los nemuelitas; de Jamín, la familia de los
jaminitas; de Jaquín, la familia de los jaquinitas; 13de Zera, la
familia de los zeraítas; de Saúl, la familia de los saulitas. 14Estas
son las familias de los simeonitas, veintidós mil doscientos.
15Los hijos de Gad por sus
familias: de Zefón, la familia de los zefonitas; de Hagui, la familia de los
haguitas; de Suni, la familia de los sunitas; 16de Ozni, la
familia de los oznitas; de Eri, la familia de los eritas; 17de
Arod, la familia de los aroditas; de Areli, la familia de los arelitas.
18Estas son las familias de Gad; y fueron contados de ellas cuarenta mil
quinientos.
19Los hijos de Judá: Er y Onán; y
Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. 20Y fueron los hijos de
Judá por sus familias: de Sela, la familia de los selaítas; de Fares, la
familia de los faresitas; de Zera, la familia de los zeraítas. 21Y
fueron los hijos de Fares: de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Hamul,
la familia de los hamulitas. 22Estas son las familias de Judá, y
fueron contados de ellas setenta y seis mil quinientos.
23Los hijos de Isacar por sus
familias; de Tola, la familia de los tolaítas; de Fúa, la familia de los
funitas; 24de Jasub, la familia de los jasubitas; de Simrón, la
familia de los simronitas. 25Estas son las familias de Isacar, y
fueron contados de ellas sesenta y cuatro mil trescientos.
26Los hijos de Zabulón por sus
familias: de Sered, la familia de los sereditas; de Elón, la familia de los
elonitas; de Jahleel, la familia de los jahleelitas. 27Estas son
las familias de los zabulonitas, y fueron contados de ellas sesenta mil
quinientos.
28Los hijos de José por sus
familias: Manasés y Efraín. 29Los hijos de Manasés: de Maquir, la
familia de los maquiritas; y Maquir engendró a Galaad; de Galaad, la familia de
los galaaditas. 30Estos son los hijos de Galaad: de Jezer, la
familia de los jezeritas; de Helec, la familia de los helequitas; 31de
Asriel, la familia de los asrielitas; de Siquem, la familia de los siquemitas;
32de Semida, la familia de los semidaítas; de Hefer, la familia de los
heferitas. 33Y Zelofehad hijo de Hefer no tuvo hijos sino hijas; y
los nombres de las hijas de Zelofehad fueron Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.
34Estas son las familias de Manasés; y fueron contados de ellas
cincuenta y dos mil setecientos.
35Estos son los hijos de Efraín por
sus familias: de Sutela, la familia de los sutelaítas; de Bequer, la familia de
los bequeritas; de Tahán, la familia de los tahanitas. 36Y estos
son los hijos de Sutela: de Erán, la familia de los eranitas. 37Estas
son las familias de los hijos de Efraín; y fueron contados de ellas treinta y
dos mil quinientos. Estos son los hijos de José por sus familias.
38Los hijos de Benjamín por sus
familias: de Bela, la familia de los belaítas; de Asbel, la familia de los
asbelitas; de Ahiram, la familia de los ahiramitas; 39de Sufam, la
familia de los sufamitas; de Hufam, la familia de los hufamitas. 40Y
los hijos de Bela fueron Ard y Naamán: de Ard, la familia de los arditas; de
Naamán, la familia de los naamitas. 41Estos son los hijos de
Benjamín por sus familias; y fueron contados de ellos cuarenta y cinco mil
seiscientos.
42Estos son los hijos de Dan por
sus familias: de Súham, la familia de los suhamitas. Estas son las familias de
Dan por sus familias. 43De las familias de los suhamitas fueron
contados sesenta y cuatro mil cuatrocientos.
44Los hijos de Aser por sus
familias: de Imna, la familia de los imnitas; de Isúi, la familia de los
isuitas; de Bería, la familia de los beriaítas. 45Los hijos de
Bería: de Heber, la familia de los heberitas; de Malquiel, la familia de los
malquielitas. 46Y el nombre de la hija de Aser fue Sera. 47Estas
son las familias de los hijos de Aser; y fueron contados de ellas cincuenta y
tres mil cuatrocientos.
48Los hijos de Neftalí, por sus
familias: de Jahzeel, la familia de los jahzeelitas; de Guni, la familia de los
gunitas; 49de Jezer, la familia de los jezeritas; de Silem, la
familia de los silemitas. 50Estas son las familias de Neftalí por
sus familias; y fueron contados de ellas cuarenta y cinco mil cuatrocientos.
51Estos son los contados de los
hijos de Israel, seiscientos un mil setecientos treinta.
Orden para la repartición de la tierra
52Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: 53A éstos se repartirá la tierra en heredad, por la
cuenta de los nombres. 54A los más darás mayor heredad, y a los
menos menor; y a cada uno se le dará su heredad conforme a sus contados.
55Pero la tierra será repartida por suerte; y por los nombres de las
tribus de sus padres heredarán. 56Conforme a la suerte será
repartida su heredad entre el grande y el pequeño.b
Censo de la tribu de Leví
57Los contados de los levitas por
sus familias son estos: de Gersón, la familia de los gersonitas; de Coat, la
familia de los coatitas; de Merari, la familia de los meraritas. 58Estas
son las familias de los levitas: la familia de los libnitas, la familia de los
hebronitas, la familia de los mahlitas, la familia de los musitas, la familia
de los coreítas. Y Coat engendró a Amram. 59La mujer de Amram se
llamó Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de
Amram a Aarón y a Moisés, y a María su hermana. 60Y a Aarón le
nacieron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.c 61Pero
Nadab y Abiú murieron cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová.d
62De los levitas fueron contados veintitrés mil, todos varones de un mes
arriba; porque no fueron contados entre los hijos de Israel, por cuanto no les
había de ser dada heredad entre los hijos de Israel.
Caleb y Josué sobreviven
63Estos son los contados por Moisés
y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos
de Moab, junto al Jordán frente a Jericó. 64Y entre éstos ninguno
hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los
hijos de Israel en el desierto de Sinaí. 65Porque Jehová había
dicho de ellos: Morirán en el desierto;e y no quedó
varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun.
Petición de las hijas de Zelofehad
27
1Vinieron las hijas de Zelofehad
hijo de Hefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias
de Manasés hijo de José, los nombres de las cuales eran Maala, Noa, Hogla,
Milca y Tirsa; 2y se presentaron delante de Moisés y delante del
sacerdote Eleazar, y delante de los príncipes y de toda la congregación, a la
puerta del tabernáculo de reunión, y dijeron: 3Nuestro padre murió
en el desierto; y él no estuvo en la compañía de los que se juntaron contra
Jehová en el grupo de Coré, sino que en su propio pecado murió, y no tuvo
hijos. 4¿Por qué será quitado el nombre de nuestro padre de entre
su familia, por no haber tenido hijo? Danos heredad entre los hermanos de
nuestro padre.
5Y Moisés llevó su causa delante de
Jehová. 6Y Jehová respondió a Moisés, diciendo: 7Bien
dicen las hijas de Zelofehad; les darás la posesión de una heredad entre los
hermanos de su padre, y traspasarás la heredad de su padre a ellas.a
8Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cuando alguno muriere sin
hijos, traspasaréis su herencia a su hija. 9Si no tuviere hija,
daréis su herencia a sus hermanos; 10y si no tuviere hermanos,
daréis su herencia a los hermanos de su padre. 11Y si su padre no
tuviere hermanos, daréis su herencia a su pariente más cercano de su linaje, y
de éste será; y para los hijos de Israel esto será por estatuto de derecho,
como Jehová mandó a Moisés.
Josué es designado como sucesor de Moisés
12Jehová dijo a Moisés: Sube a este
monte Abarim, y verás la tierra que he dado a los hijos de Israel. 13Y
después que la hayas visto, tú también serás reunido a tu pueblo, como fue
reunido tu hermano Aarón. 14Pues fuisteis rebeldes a mi mandato en
el desierto de Zin, en la rencilla de la congregación, no santificándome en las
aguas a ojos de ellos.b Estas son las aguas de la
rencilla de Cades en el desierto de Zin. 15Entonces respondió
Moisés a Jehová, diciendo: 16Ponga Jehová, Dios de los espíritus
de toda carne, un varón sobre la congregación, 17que salga delante
de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que
la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor. 18Y
Jehová dijo a Moisés: Toma a Josuéc hijo de Nun,
varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él; 19y lo
pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le
darás el cargo en presencia de ellos. 20Y pondrás de tu dignidad
sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.
21El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el
juicio del Urimd delante de Jehová; por el dicho de él
saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él,
y toda la congregación. 22Y Moisés hizo como Jehová le había
mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda
la congregación; 23y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo,e
como Jehová había mandado por mano de Moisés.[2]
Cantares 6.4-8.4
4 Hermosa eres
tú, oh amiga mía, como Tirsa;
De desear, como Jerusalén;
Imponente como ejércitos en
orden.
5 Aparta tus
ojos de delante de mí,
Porque ellos me vencieron.
Tu cabello es como manada de
cabras
Que se recuestan en las
laderas de Galaad.
6 Tus
dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y estéril no hay entre ellas.
7 Como cachos
de granada son tus mejillas
Detrás de tu velo.
8 Sesenta son
las reinas, y ochenta las concubinas,
Y las doncellas sin número;
9 Mas una es
la paloma mía, la perfecta mía;
Es la única de su madre,
La escogida de la que la dio a
luz.
La vieron las doncellas, y la
llamaron bienaventurada;
Las reinas y las concubinas, y
la alabaron.
10 ¿Quién es
ésta que se muestra como el alba,
Hermosa como la luna,
Esclarecida como el sol,
Imponente como ejércitos en
orden?
11 Al huerto
de los nogales descendí
A ver los frutos del valle,
Y para ver si brotaban las
vides,
Si florecían los granados.
12 Antes que
lo supiera, mi alma me puso
Entre los carros de Aminadab.
13 Vuélvete,
vuélvete, oh sulamita;
Vuélvete, vuélvete, y te
miraremos.
¿Qué veréis en la sulamita?
Algo como la reunión de dos
campamentos.
7
1 ¡Cuán
hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos
son como joyas,
Obra de mano de excelente
maestro.
2 Tu ombligo
como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de
trigo
Cercado de lirios.
3 Tus dos
pechos, como gemelos de gacela.
4 Tu cuello,
como torre de marfil;
Tus ojos, como los estanques
de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
Tu nariz, como la torre del
Líbano,
Que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza
encima de ti, como el Carmelo;
Y el cabello de tu cabeza,
como la púrpura del rey
Suspendida en los corredores.
6 ¡Qué
hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!
7 Tu estatura
es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
8 Yo dije:
Subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos
de vid,
Y el olor de tu boca como de
manzanas,
9 Y tu
paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado
suavemente,
Y hace hablar los labios de
los viejos.
10 Yo soy de
mi amado,
Y conmigo tiene su
contentamiento.
11 Ven, oh
amado mío, salgamos al campo,
Moremos en las aldeas.
12 Levantémonos
de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si
están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.
13 Las
mandrágoras han dado olor,
Y a nuestras puertas hay toda
suerte de dulces frutas,
Nuevas y añejas, que para ti,
oh amado mío, he guardado.
8
1 ¡Oh, si tú
fueras como un hermano mío
Que mamó los pechos de mi
madre!
Entonces, hallándote fuera, te
besaría,
Y no me menospreciarían.
2 Yo te
llevaría, te metería en casa de mi madre;
Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis
granadas.
3 Su
izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.
4 Os conjuro,
oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis
velar al amor,
Hasta que quiera.[3]
a a 24.9: Mt. 10.22.
b b 24.13: Mt. 10.22.
c c 24.15: Dn. 9.27; 11.31; 12.11.
d d 24.17–18: Lc. 17.31.
* Aquí equivale a sábado.
e e 24.21: Dn. 12.1; Ap. 7.14.
f f 24.26–27: Lc. 17.23–24.
g g 24.28: Lc. 17.37.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 23.39-24.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 26.1–51: Nm. 1.1–46.
b b 26.52–56: Nm. 34.13; Jos. 14.1–2.
c c 26.60: Nm. 3.2.
d d 26.61: Lv. 10.1–2; Nm. 3.4.
e e 26.65: Nm. 14.26–35.
a a 27.7: Nm. 36.2.
b b 27.12–14: Dt. 3.23–27; 32.48–52.
c c 27.18: Ex. 24.13.
d d 27.21: Ex. 28.30; 1 S. 28.6.
e e 27.23: Dt. 31.23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 24.25-27.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Cnt 6.4-8.4). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
30 Mat
24.1-28 / Núm 25-27 / Can 6.4-8.4
San
Mateo 24. 1-28
Jesús predice la destrucción del templo
(Mr. 13.1–2; Lc. 21.5–6)
24
1Cuando Jesús salió del templo y se
iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
2Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no
quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
Señales antes del fin
(Mr. 13.3–23; Lc. 21.7–24)
3Y estando él sentado en el monte
de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo
serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? 4Respondiendo
Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 6Y
oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es
necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8Y todo esto será
principio de dolores.
9Entonces os entregarán a
tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa
de mi nombre.a 10Muchos tropezarán entonces, y
se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 11Y
muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12y
por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13Mas
el que persevere hasta el fin, éste será salvo.b 14Y
será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
15Por tanto, cuando veáis en el
lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Danielc
(el que lee, entienda), 16entonces los que estén en Judea, huyan a
los montes. 17El que esté en la azotea, no descienda para tomar
algo de su casa; 18y el que esté en el campo, no vuelva atrás para
tomar su capa.d 19Mas ¡ay de las que estén
encintas, y de las que críen en aquellos días! 20Orad, pues, que
vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;* 21porque habrá
entonces gran tribulación,e cual no la ha habido desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22Y si aquellos días
no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados. 23Entonces, si alguno os dijere:
Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. 24Porque
se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y
prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
25Ya os lo he dicho antes. 26Así que, si os dijeren: Mirad,
está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis.
27Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el
occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.f 28Porque
dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.g[1]
Números
25-27
Israel acude a Baal-peor
25
1Moraba Israel en Sitim; y el
pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2las cuales
invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se
inclinó a sus dioses. 3Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el
furor de Jehová se encendió contra Israel. 4Y Jehová dijo a
Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del
sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. 5Entonces
Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros
que se han juntado con Baal-peor.
6Y he aquí un varón de los hijos de
Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la
congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del
tabernáculo de reunión. 7Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del
sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza
en su mano; 8y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los
alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la
mortandad de los hijos de Israel. 9Y murieron de aquella mortandad
veinticuatro mil.
10Entonces Jehová habló a Moisés,
diciendo: 11Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha
hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por
lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12Por
tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; 13y
tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo,
por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel.
14Y el nombre del varón que fue
muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu
de Simeón. 15Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi
hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián.
16Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 17Hostigad a los madianitas, y heridlos, 18por
cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado
en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi hija del príncipe de Madián,
su hermana, la cual fue muerta el día de la mortandad por causa de Baal-peor.
Censo del pueblo en Moab
26
1Aconteció después de la mortandad,
que Jehová habló a Moisés y a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, diciendo:
2Tomad el censoa de toda la congregación de
los hijos de Israel, de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos
los que pueden salir a la guerra en Israel. 3Y Moisés y el
sacerdote Eleazar hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jordán
frente a Jericó, diciendo: 4Contaréis el pueblo de veinte años
arriba, como mandó Jehová a Moisés y a los hijos de Israel que habían salido de
tierra de Egipto.
5Rubén, primogénito de Israel; los
hijos de Rubén: de Enoc, la familia de los enoquitas; de Falú, la familia de
los faluitas; 6de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Carmi,
la familia de los carmitas. 7Estas son las familias de los
rubenitas; y fueron contados de ellas cuarenta y tres mil setecientos treinta.
8Los hijos de Falú: Eliab. 9Y los hijos de Eliab: Nemuel,
Datán y Abiram. Estos Datán y Abiram fueron los del consejo de la congregación,
que se rebelaron contra Moisés y Aarón con el grupo de Coré, cuando se
rebelaron contra Jehová; 10y la tierra abrió su boca y los tragó a
ellos y a Coré, cuando aquel grupo murió, cuando consumió el fuego a doscientos
cincuenta varones, para servir de escarmiento. 11Mas los hijos de
Coré no murieron.
12Los hijos de Simeón por sus
familias: de Nemuel, la familia de los nemuelitas; de Jamín, la familia de los
jaminitas; de Jaquín, la familia de los jaquinitas; 13de Zera, la
familia de los zeraítas; de Saúl, la familia de los saulitas. 14Estas
son las familias de los simeonitas, veintidós mil doscientos.
15Los hijos de Gad por sus
familias: de Zefón, la familia de los zefonitas; de Hagui, la familia de los
haguitas; de Suni, la familia de los sunitas; 16de Ozni, la
familia de los oznitas; de Eri, la familia de los eritas; 17de
Arod, la familia de los aroditas; de Areli, la familia de los arelitas.
18Estas son las familias de Gad; y fueron contados de ellas cuarenta mil
quinientos.
19Los hijos de Judá: Er y Onán; y
Er y Onán murieron en la tierra de Canaán. 20Y fueron los hijos de
Judá por sus familias: de Sela, la familia de los selaítas; de Fares, la
familia de los faresitas; de Zera, la familia de los zeraítas. 21Y
fueron los hijos de Fares: de Hezrón, la familia de los hezronitas; de Hamul,
la familia de los hamulitas. 22Estas son las familias de Judá, y
fueron contados de ellas setenta y seis mil quinientos.
23Los hijos de Isacar por sus
familias; de Tola, la familia de los tolaítas; de Fúa, la familia de los
funitas; 24de Jasub, la familia de los jasubitas; de Simrón, la
familia de los simronitas. 25Estas son las familias de Isacar, y
fueron contados de ellas sesenta y cuatro mil trescientos.
26Los hijos de Zabulón por sus
familias: de Sered, la familia de los sereditas; de Elón, la familia de los
elonitas; de Jahleel, la familia de los jahleelitas. 27Estas son
las familias de los zabulonitas, y fueron contados de ellas sesenta mil
quinientos.
28Los hijos de José por sus
familias: Manasés y Efraín. 29Los hijos de Manasés: de Maquir, la
familia de los maquiritas; y Maquir engendró a Galaad; de Galaad, la familia de
los galaaditas. 30Estos son los hijos de Galaad: de Jezer, la
familia de los jezeritas; de Helec, la familia de los helequitas; 31de
Asriel, la familia de los asrielitas; de Siquem, la familia de los siquemitas;
32de Semida, la familia de los semidaítas; de Hefer, la familia de los
heferitas. 33Y Zelofehad hijo de Hefer no tuvo hijos sino hijas; y
los nombres de las hijas de Zelofehad fueron Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.
34Estas son las familias de Manasés; y fueron contados de ellas
cincuenta y dos mil setecientos.
35Estos son los hijos de Efraín por
sus familias: de Sutela, la familia de los sutelaítas; de Bequer, la familia de
los bequeritas; de Tahán, la familia de los tahanitas. 36Y estos
son los hijos de Sutela: de Erán, la familia de los eranitas. 37Estas
son las familias de los hijos de Efraín; y fueron contados de ellas treinta y
dos mil quinientos. Estos son los hijos de José por sus familias.
38Los hijos de Benjamín por sus
familias: de Bela, la familia de los belaítas; de Asbel, la familia de los
asbelitas; de Ahiram, la familia de los ahiramitas; 39de Sufam, la
familia de los sufamitas; de Hufam, la familia de los hufamitas. 40Y
los hijos de Bela fueron Ard y Naamán: de Ard, la familia de los arditas; de
Naamán, la familia de los naamitas. 41Estos son los hijos de
Benjamín por sus familias; y fueron contados de ellos cuarenta y cinco mil
seiscientos.
42Estos son los hijos de Dan por
sus familias: de Súham, la familia de los suhamitas. Estas son las familias de
Dan por sus familias. 43De las familias de los suhamitas fueron
contados sesenta y cuatro mil cuatrocientos.
44Los hijos de Aser por sus
familias: de Imna, la familia de los imnitas; de Isúi, la familia de los
isuitas; de Bería, la familia de los beriaítas. 45Los hijos de
Bería: de Heber, la familia de los heberitas; de Malquiel, la familia de los
malquielitas. 46Y el nombre de la hija de Aser fue Sera. 47Estas
son las familias de los hijos de Aser; y fueron contados de ellas cincuenta y
tres mil cuatrocientos.
48Los hijos de Neftalí, por sus
familias: de Jahzeel, la familia de los jahzeelitas; de Guni, la familia de los
gunitas; 49de Jezer, la familia de los jezeritas; de Silem, la
familia de los silemitas. 50Estas son las familias de Neftalí por
sus familias; y fueron contados de ellas cuarenta y cinco mil cuatrocientos.
51Estos son los contados de los
hijos de Israel, seiscientos un mil setecientos treinta.
Orden para la repartición de la tierra
52Y habló Jehová a Moisés,
diciendo: 53A éstos se repartirá la tierra en heredad, por la
cuenta de los nombres. 54A los más darás mayor heredad, y a los
menos menor; y a cada uno se le dará su heredad conforme a sus contados.
55Pero la tierra será repartida por suerte; y por los nombres de las
tribus de sus padres heredarán. 56Conforme a la suerte será
repartida su heredad entre el grande y el pequeño.b
Censo de la tribu de Leví
57Los contados de los levitas por
sus familias son estos: de Gersón, la familia de los gersonitas; de Coat, la
familia de los coatitas; de Merari, la familia de los meraritas. 58Estas
son las familias de los levitas: la familia de los libnitas, la familia de los
hebronitas, la familia de los mahlitas, la familia de los musitas, la familia
de los coreítas. Y Coat engendró a Amram. 59La mujer de Amram se
llamó Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de
Amram a Aarón y a Moisés, y a María su hermana. 60Y a Aarón le
nacieron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.c 61Pero
Nadab y Abiú murieron cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová.d
62De los levitas fueron contados veintitrés mil, todos varones de un mes
arriba; porque no fueron contados entre los hijos de Israel, por cuanto no les
había de ser dada heredad entre los hijos de Israel.
Caleb y Josué sobreviven
63Estos son los contados por Moisés
y el sacerdote Eleazar, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos
de Moab, junto al Jordán frente a Jericó. 64Y entre éstos ninguno
hubo de los contados por Moisés y el sacerdote Aarón, quienes contaron a los
hijos de Israel en el desierto de Sinaí. 65Porque Jehová había
dicho de ellos: Morirán en el desierto;e y no quedó
varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun.
Petición de las hijas de Zelofehad
27
1Vinieron las hijas de Zelofehad
hijo de Hefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de las familias
de Manasés hijo de José, los nombres de las cuales eran Maala, Noa, Hogla,
Milca y Tirsa; 2y se presentaron delante de Moisés y delante del
sacerdote Eleazar, y delante de los príncipes y de toda la congregación, a la
puerta del tabernáculo de reunión, y dijeron: 3Nuestro padre murió
en el desierto; y él no estuvo en la compañía de los que se juntaron contra
Jehová en el grupo de Coré, sino que en su propio pecado murió, y no tuvo
hijos. 4¿Por qué será quitado el nombre de nuestro padre de entre
su familia, por no haber tenido hijo? Danos heredad entre los hermanos de
nuestro padre.
5Y Moisés llevó su causa delante de
Jehová. 6Y Jehová respondió a Moisés, diciendo: 7Bien
dicen las hijas de Zelofehad; les darás la posesión de una heredad entre los
hermanos de su padre, y traspasarás la heredad de su padre a ellas.a
8Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cuando alguno muriere sin
hijos, traspasaréis su herencia a su hija. 9Si no tuviere hija,
daréis su herencia a sus hermanos; 10y si no tuviere hermanos,
daréis su herencia a los hermanos de su padre. 11Y si su padre no
tuviere hermanos, daréis su herencia a su pariente más cercano de su linaje, y
de éste será; y para los hijos de Israel esto será por estatuto de derecho,
como Jehová mandó a Moisés.
Josué es designado como sucesor de Moisés
12Jehová dijo a Moisés: Sube a este
monte Abarim, y verás la tierra que he dado a los hijos de Israel. 13Y
después que la hayas visto, tú también serás reunido a tu pueblo, como fue
reunido tu hermano Aarón. 14Pues fuisteis rebeldes a mi mandato en
el desierto de Zin, en la rencilla de la congregación, no santificándome en las
aguas a ojos de ellos.b Estas son las aguas de la
rencilla de Cades en el desierto de Zin. 15Entonces respondió
Moisés a Jehová, diciendo: 16Ponga Jehová, Dios de los espíritus
de toda carne, un varón sobre la congregación, 17que salga delante
de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que
la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor. 18Y
Jehová dijo a Moisés: Toma a Josuéc hijo de Nun,
varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él; 19y lo
pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le
darás el cargo en presencia de ellos. 20Y pondrás de tu dignidad
sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.
21El se pondrá delante del sacerdote Eleazar, y le consultará por el
juicio del Urimd delante de Jehová; por el dicho de él
saldrán, y por el dicho de él entrarán, él y todos los hijos de Israel con él,
y toda la congregación. 22Y Moisés hizo como Jehová le había
mandado, pues tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda
la congregación; 23y puso sobre él sus manos, y le dio el cargo,e
como Jehová había mandado por mano de Moisés.[2]
Cantares 6.4-8.4
4 Hermosa eres
tú, oh amiga mía, como Tirsa;
De desear, como Jerusalén;
Imponente como ejércitos en
orden.
5 Aparta tus
ojos de delante de mí,
Porque ellos me vencieron.
Tu cabello es como manada de
cabras
Que se recuestan en las
laderas de Galaad.
6 Tus
dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y estéril no hay entre ellas.
7 Como cachos
de granada son tus mejillas
Detrás de tu velo.
8 Sesenta son
las reinas, y ochenta las concubinas,
Y las doncellas sin número;
9 Mas una es
la paloma mía, la perfecta mía;
Es la única de su madre,
La escogida de la que la dio a
luz.
La vieron las doncellas, y la
llamaron bienaventurada;
Las reinas y las concubinas, y
la alabaron.
10 ¿Quién es
ésta que se muestra como el alba,
Hermosa como la luna,
Esclarecida como el sol,
Imponente como ejércitos en
orden?
11 Al huerto
de los nogales descendí
A ver los frutos del valle,
Y para ver si brotaban las
vides,
Si florecían los granados.
12 Antes que
lo supiera, mi alma me puso
Entre los carros de Aminadab.
13 Vuélvete,
vuélvete, oh sulamita;
Vuélvete, vuélvete, y te
miraremos.
¿Qué veréis en la sulamita?
Algo como la reunión de dos
campamentos.
7
1 ¡Cuán
hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos
son como joyas,
Obra de mano de excelente
maestro.
2 Tu ombligo
como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de
trigo
Cercado de lirios.
3 Tus dos
pechos, como gemelos de gacela.
4 Tu cuello,
como torre de marfil;
Tus ojos, como los estanques
de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
Tu nariz, como la torre del
Líbano,
Que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza
encima de ti, como el Carmelo;
Y el cabello de tu cabeza,
como la púrpura del rey
Suspendida en los corredores.
6 ¡Qué
hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!
7 Tu estatura
es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
8 Yo dije:
Subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos
de vid,
Y el olor de tu boca como de
manzanas,
9 Y tu
paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado
suavemente,
Y hace hablar los labios de
los viejos.
10 Yo soy de
mi amado,
Y conmigo tiene su
contentamiento.
11 Ven, oh
amado mío, salgamos al campo,
Moremos en las aldeas.
12 Levantémonos
de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si
están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.
13 Las
mandrágoras han dado olor,
Y a nuestras puertas hay toda
suerte de dulces frutas,
Nuevas y añejas, que para ti,
oh amado mío, he guardado.
8
1 ¡Oh, si tú
fueras como un hermano mío
Que mamó los pechos de mi
madre!
Entonces, hallándote fuera, te
besaría,
Y no me menospreciarían.
2 Yo te
llevaría, te metería en casa de mi madre;
Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis
granadas.
3 Su
izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.
4 Os conjuro,
oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis
velar al amor,
Hasta que quiera.[3]
a a 24.9: Mt. 10.22.
b b 24.13: Mt. 10.22.
c c 24.15: Dn. 9.27; 11.31; 12.11.
d d 24.17–18: Lc. 17.31.
* Aquí equivale a sábado.
e e 24.21: Dn. 12.1; Ap. 7.14.
f f 24.26–27: Lc. 17.23–24.
g g 24.28: Lc. 17.37.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 23.39-24.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 26.1–51: Nm. 1.1–46.
b b 26.52–56: Nm. 34.13; Jos. 14.1–2.
c c 26.60: Nm. 3.2.
d d 26.61: Lv. 10.1–2; Nm. 3.4.
e e 26.65: Nm. 14.26–35.
a a 27.7: Nm. 36.2.
b b 27.12–14: Dt. 3.23–27; 32.48–52.
c c 27.18: Ex. 24.13.
d d 27.21: Ex. 28.30; 1 S. 28.6.
e e 27.23: Dt. 31.23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 24.25-27.23). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Cnt 6.4-8.4). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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