¡El maligno no me toca!
Por Riqui Ricón*
Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean
dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y
cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de
Israel (Num 10.35-36).
Saber que Yahvé, Jehová, el único
Dios vivo y verdadero te acompaña en las jornadas diarias, y aún de noche,
brinda gran confianza a todos aquellos que creen en Dios. Sin embargo, tener la
certeza de que el creador del universo, el creador del cielo y de la tierra, de
todo lo visible e invisible, es tu propio Padre y Él te mira como un(a) Hija(o),
esto sí es una verdadera garantía de seguridad.
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la
fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra
mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos
tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado (Sal 27.1-3).
Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque
tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi
copa está rebosando (Sal 23.4-5).
Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro
viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al
resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda. He aquí, no se adormecerá ni
dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a
tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová te
guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu
entrada Desde ahora y para siempre (Sal 121).
Pero, ¿cómo
puede el Dios Santo y Justo hacer todo esto para ti, siendo tú como has sido y
haber hecho lo que hiciste con tu vida?
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo
(por gracia sois salvos), y juntamente
con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su
gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).
Nunca
olvides que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para
pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Por la Sangre de Jesús, derramada
hasta la última gota por Amor a ti, todos tus pecados fueron pagados, por lo
tanto, haz sido hecha(o) justa(o); Dios te ha perdonado y ahora tú has sido
apartada(o) –santificada(o)- para ser adoptada(o) Hija(o) Suya(o) por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad (Efe 1.5).
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios
la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los
gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat
6.30-33).
¿Qué hombre
hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le
pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos
dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los
habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el
mundo (1 Jn 4.4).
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios,
no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el
maligno no le toca (1 Jn 5.18).
No dudes más, pues el mismísimo
Dios, con Su Palabra, la Biblia, que no puede mentir, te ha declarado un(a)
Hija(o) Amada(o) por Él.
No te dejes engañar, la Verdad es
que tú eres lo que la Biblia dice que eres: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de
Nuevo. Y esto, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que
es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
¡Dios no miente! Así que, sin
importar tu situación, circunstancias o sentimientos, TÚ NO PRACTICAS el pecado
y Aquel que fue engendrado por Dios, Jesucristo mismo, te guarda y el maligno
no te toca.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,
para que seamos llamados (llamados por Él) hijos
de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
¡Jesús es tu guardador y el
maligno no te toca!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias
por tanto y tan grande Amor. Señor Jesús, por lo que hiciste por mí en aquella
cruz, hoy puedo declarar que Tú eres mi luz y
mi salvación; ¿de quién temeré? Tú eres la fortaleza de mi vida; ¿de quién he
de atemorizarme? Cuando se juntan contra mí los malignos, mis angustiadores y
mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropiezan y caen. Aunque un
ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante
guerra, Yo estaré confiado, pues Aunque ande en valle de sombra de muerte, No
temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán
aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges
mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Señor Jesús, Alzaré mis ojos a
los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Ti, Señor, Que hiciste
los cielos y la tierra. No darás mi pie al resbaladero, Ni Te dormirás Tú, el
que me guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a _____________
(tu nombre aquí). Jehová, Tú eres mi guardador; Jehová, Tú eres mi sombra a mi
mano derecha. El sol no me fatigará de día, Ni la luna de noche. Jehová, Tú
me guardarás de todo mal; Tú guardarás mi alma. Jehová, Tú guardarás mi salida
y mi entrada Desde ahora y para siempre. Precioso Dios, yo
confío en Ti. He creído Tu Palabra, la Biblia, y sé que sé, que voy a salir más
que vencedor(a) de toda circunstancia, problema y enfermedad. ¡Soy un(a)
Hija(o) Tuya(o)! ¡Mi Padre eres Tú, el Todopoderoso Dios! ¡Cristo Jesús es mi
Señor, Salvador y Redentor! ¡Nada ni nadie en este mundo me puede apartar del
Amor de Dios, mi Padre! Así que, resisto todo engaño y mentira. ¡Me resisto a
temer! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre!
¡Soy prospera(o)! ¡Voy a vivir mi Vida en la Plenitud del Amor, y del gozo, y
de la paz que sobrepasa todo entendimiento! ¡Este es mi derecho! ¡Soy un(a)
Hija(o) de Dios! ¡Estoy arriba y no abajo! ¡Soy cabeza y no cola! En el nombre
de Jesús. Amén
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
20 Mat
19.1-15 / Núm 9-10 / Ecl 7
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
20 Mat
19.1-15 / Núm 9-10 / Ecl 7
San
Mateo 19.1-15
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mr. 10.1–12; Lc. 16.18)
19
1Aconteció que cuando Jesús terminó
estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado
del Jordán. 2Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
3Entonces vinieron a él los
fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa? 4Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que
el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,a 5y
dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne?b 6Así que no son
ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre. 7Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de
divorcio, y repudiarla?c 8El les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así. 9Y yo os digo que cualquiera
que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.d
10Le dijeron sus discípulos: Si así
es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. 11Entonces
él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es
dado. 12Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre,
y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí
mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz
de recibir esto, que lo reciba.
Jesús bendice a los niños
(Mr. 10.13–16; Lc. 18.15–17)
13Entonces le fueron presentados
unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos
les reprendieron. 14Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí,
y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. 15Y
habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.[1]
Números
9-10
Celebración de la pascua
9
1Habló Jehová a Moisés en el
desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, en el
mes primero, diciendo: 2Los hijos de Israel celebrarán la pascua a
su tiempo. 3El decimocuarto día de este mes, entre las dos tardes,
la celebraréis a su tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas sus
leyes la celebraréis. 4Y habló Moisés a los hijos de Israel para
que celebrasen la pascua. 5Celebraron la pascua en el mes primero,
a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí;
conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así hicieron los hijos de
Israel.a
6Pero hubo algunos que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron
celebrar la pascua aquel día; y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón
aquel día, 7y le dijeron aquellos hombres: Nosotros estamos
inmundos por causa de muerto; ¿por qué seremos impedidos de ofrecer ofrenda a
Jehová a su tiempo entre los hijos de Israel? 8Y Moisés les
respondió: Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotros.
9Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 10Habla a los hijos de Israel, diciendo: Cualquiera de
vosotros o de vuestros descendientes, que estuviere inmundo por causa de muerto
o estuviere de viaje lejos, celebrará la pascua a Jehová. 11En el
mes segundo, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, la celebrarán;
con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán. 12No dejarán
del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él;b
conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán. 13Mas el
que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua,
la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su
tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado. 14Y
si morare con vosotros extranjero, y celebrare la pascua a Jehová, conforme al
rito de la pascua y conforme a sus leyes la celebrará; un mismo rito tendréis,
tanto el extranjero como el natural de la tierra.
La nube sobre el tabernáculo
(Ex. 40.34–38)
15El día que el tabernáculo fue
erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la
tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la
mañana. 16Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de
noche la apariencia de fuego. 17Cuando se alzaba la nube del
tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba,
allí acampaban los hijos de Israel. 18Al mandato de Jehová los
hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que
la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19Cuando
la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de
Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. 20Y cuando
la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban,
y al mandato de Jehová partían. 21Y cuando la nube se detenía
desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba,
ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba,
entonces partían. 22O si dos días, o un mes, o un año, mientras la
nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel
seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían.
23Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían,
guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de
Moisés.
Las trompetas de plata
10
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las cuales
te servirán para convocar la congregación, y para hacer mover los campamentos.
3Y cuando las tocaren, toda la congregación se reunirá ante ti a la
puerta del tabernáculo de reunión. 4Mas cuando tocaren sólo una,
entonces se congregarán ante ti los príncipes, los jefes de los millares de
Israel. 5Y cuando tocareis alarma, entonces moverán los
campamentos de los que están acampados al oriente. 6Y cuando
tocareis alarma la segunda vez, entonces moverán los campamentos de los que
están acampados al sur; alarma tocarán para sus partidas. 7Pero
para reunir la congregación tocaréis, mas no con sonido de alarma. 8Y
los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas; y las tendréis por
estatuto perpetuo por vuestras generaciones. 9Y cuando saliereis a
la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis alarma
con las trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos
de vuestros enemigos. 10Y en el día de vuestra alegría, y en
vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las
trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os
serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
Los israelitas salen de Sinaí
11En el año segundo, en el mes
segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del
testimonio. 12Y partieron los hijos de Israel del desierto de
Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto de Parán.
13Partieron la primera vez al mandato de Jehová por medio de Moisés.
14La bandera del campamento de los hijos de Judá comenzó a marchar
primero, por sus ejércitos; y Naasón hijo de Aminadab estaba sobre su cuerpo de
ejército. 15Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Isacar, Natanael hijo de Zuar. 16Y sobre el cuerpo de ejército
de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab hijo de Helón.
17Después que estaba ya desarmado
el tabernáculo, se movieron los hijos de Gersón y los hijos de Merari, que lo
llevaban. 18Luego comenzó a marchar la bandera del campamento de
Rubén por sus ejércitos; y Elisur hijo de Sedeur estaba sobre su cuerpo de
ejército. 19Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai. 20Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Deuel.
21Luego comenzaron a marchar los
coatitas llevando el santuario; y entretanto que ellos llegaban, los otros
acondicionaron el tabernáculo. 22Después comenzó a marchar la
bandera del campamento de los hijos de Efraín por sus ejércitos; y Elisama hijo
de Amiud estaba sobre su cuerpo de ejército. 23Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur.
24Y sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Benjamín,
Abidán hijo de Gedeoni.
25Luego comenzó a marchar la
bandera del campamento de los hijos de Dan por sus ejércitos, a retaguardia de
todos los campamentos; y Ahiezer hijo de Amisadai estaba sobre su cuerpo de
ejército. 26Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Aser, Pagiel hijo de Ocrán. 27Y sobre el cuerpo de ejército de
la tribu de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán. 28Este era
el orden de marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos cuando partían.
29Entonces dijo Moisés a Hobab,
hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar del cual
Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque
Jehová ha prometido el bien a Israel. 30Y él le respondió: Yo no
iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.a 31Y
él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde
hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. 32Y
si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer,
nosotros te haremos bien.
33Así partieron del monte de Jehová
camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino
de tres días, buscándoles lugar de descanso. 34Y la nube de Jehová
iba sobre ellos de día, desde que salieron del campamento.
35Cuando el arca se movía, Moisés
decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu
presencia los que te aborrecen.b 36Y cuando ella
se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel.[2]
Eclesiastés
7
Contraste entre la sabiduría y la insensatez
7
1Mejor es la buena fama que el buen
ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2Mejor
es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin
de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3Mejor
es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el
corazón. 4El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas
el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5Mejor
es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6Porque
la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y
también esto es vanidad. 7Ciertamente la opresión hace entontecer
al sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8Mejor es el fin del
negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de
espíritu. 9No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el
enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca digas: ¿Cuál es la
causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto
preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y
provechosa para los que ven el sol. 12Porque escudo es la ciencia,
y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus
poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar
lo que él torció?
14En el día del bien goza del bien;
y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a
fin de que el hombre nada halle después de él.
15Todo esto he visto en los días de
mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad
alarga sus días. 16No seas demasiado justo, ni seas sabio con
exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No hagas mucho mal, ni
seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? 18Bueno
es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a
Dios teme, saldrá bien en todo.
19La sabiduría fortalece al sabio
más que diez poderosos que haya en una ciudad.
20Ciertamente no hay hombre justo
en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
21Tampoco apliques tu corazón a
todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de
ti; 22porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros
muchas veces.
23Todas estas cosas probé con
sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24Lejos
está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25Me volví
y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y
para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. 26Y
he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y
sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador
quedará en ella preso. 27He aquí que esto he hallado, dice el
Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; 28lo
que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero
mujer entre todas éstas nunca hallé. 29He aquí, solamente esto he
hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas
perversiones.[3]
a a 19.4: Gn. 1.27; 5.2.
b b 19.5: Gn. 2.24.
c c 19.7: Dt. 24.1–4; Mt. 5.31.
d d 19.9: Mt. 5.32; 1 Co. 7.10–11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 18.35-19.15). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 9.1–5: Ex. 12.1–13.
b b 9.12: Ex. 12.46; Sal. 34.20; Jn. 19.36.
a a 10.30: Ex. 18.27.
b b 10.35: Sal. 68.1.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 8.26-10.36). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 6.12-7.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
20 Mat
19.1-15 / Núm 9-10 / Ecl 7
San
Mateo 19.1-15
Jesús enseña sobre el divorcio
(Mr. 10.1–12; Lc. 16.18)
19
1Aconteció que cuando Jesús terminó
estas palabras, se alejó de Galilea, y fue a las regiones de Judea al otro lado
del Jordán. 2Y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.
3Entonces vinieron a él los
fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por
cualquier causa? 4Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que
el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,a 5y
dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne?b 6Así que no son
ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre. 7Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de
divorcio, y repudiarla?c 8El les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres; mas al principio no fue así. 9Y yo os digo que cualquiera
que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra,
adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.d
10Le dijeron sus discípulos: Si así
es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. 11Entonces
él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es
dado. 12Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre,
y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí
mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz
de recibir esto, que lo reciba.
Jesús bendice a los niños
(Mr. 10.13–16; Lc. 18.15–17)
13Entonces le fueron presentados
unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos
les reprendieron. 14Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí,
y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos. 15Y
habiendo puesto sobre ellos las manos, se fue de allí.[1]
Números
9-10
Celebración de la pascua
9
1Habló Jehová a Moisés en el
desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, en el
mes primero, diciendo: 2Los hijos de Israel celebrarán la pascua a
su tiempo. 3El decimocuarto día de este mes, entre las dos tardes,
la celebraréis a su tiempo; conforme a todos sus ritos y conforme a todas sus
leyes la celebraréis. 4Y habló Moisés a los hijos de Israel para
que celebrasen la pascua. 5Celebraron la pascua en el mes primero,
a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí;
conforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés, así hicieron los hijos de
Israel.a
6Pero hubo algunos que estaban inmundos a causa de muerto, y no pudieron
celebrar la pascua aquel día; y vinieron delante de Moisés y delante de Aarón
aquel día, 7y le dijeron aquellos hombres: Nosotros estamos
inmundos por causa de muerto; ¿por qué seremos impedidos de ofrecer ofrenda a
Jehová a su tiempo entre los hijos de Israel? 8Y Moisés les
respondió: Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca de vosotros.
9Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 10Habla a los hijos de Israel, diciendo: Cualquiera de
vosotros o de vuestros descendientes, que estuviere inmundo por causa de muerto
o estuviere de viaje lejos, celebrará la pascua a Jehová. 11En el
mes segundo, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, la celebrarán;
con panes sin levadura y hierbas amargas la comerán. 12No dejarán
del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él;b
conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán. 13Mas el
que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de celebrar la pascua,
la tal persona será cortada de entre su pueblo; por cuanto no ofreció a su
tiempo la ofrenda de Jehová, el tal hombre llevará su pecado. 14Y
si morare con vosotros extranjero, y celebrare la pascua a Jehová, conforme al
rito de la pascua y conforme a sus leyes la celebrará; un mismo rito tendréis,
tanto el extranjero como el natural de la tierra.
La nube sobre el tabernáculo
(Ex. 40.34–38)
15El día que el tabernáculo fue
erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la
tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la
mañana. 16Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de
noche la apariencia de fuego. 17Cuando se alzaba la nube del
tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba,
allí acampaban los hijos de Israel. 18Al mandato de Jehová los
hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que
la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. 19Cuando
la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de
Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. 20Y cuando
la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban,
y al mandato de Jehová partían. 21Y cuando la nube se detenía
desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba,
ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba,
entonces partían. 22O si dos días, o un mes, o un año, mientras la
nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel
seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían.
23Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían,
guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de
Moisés.
Las trompetas de plata
10
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las harás, las cuales
te servirán para convocar la congregación, y para hacer mover los campamentos.
3Y cuando las tocaren, toda la congregación se reunirá ante ti a la
puerta del tabernáculo de reunión. 4Mas cuando tocaren sólo una,
entonces se congregarán ante ti los príncipes, los jefes de los millares de
Israel. 5Y cuando tocareis alarma, entonces moverán los
campamentos de los que están acampados al oriente. 6Y cuando
tocareis alarma la segunda vez, entonces moverán los campamentos de los que
están acampados al sur; alarma tocarán para sus partidas. 7Pero
para reunir la congregación tocaréis, mas no con sonido de alarma. 8Y
los hijos de Aarón, los sacerdotes, tocarán las trompetas; y las tendréis por
estatuto perpetuo por vuestras generaciones. 9Y cuando saliereis a
la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocaréis alarma
con las trompetas; y seréis recordados por Jehová vuestro Dios, y seréis salvos
de vuestros enemigos. 10Y en el día de vuestra alegría, y en
vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las
trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os
serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
Los israelitas salen de Sinaí
11En el año segundo, en el mes
segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del
testimonio. 12Y partieron los hijos de Israel del desierto de
Sinaí según el orden de marcha; y se detuvo la nube en el desierto de Parán.
13Partieron la primera vez al mandato de Jehová por medio de Moisés.
14La bandera del campamento de los hijos de Judá comenzó a marchar
primero, por sus ejércitos; y Naasón hijo de Aminadab estaba sobre su cuerpo de
ejército. 15Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Isacar, Natanael hijo de Zuar. 16Y sobre el cuerpo de ejército
de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab hijo de Helón.
17Después que estaba ya desarmado
el tabernáculo, se movieron los hijos de Gersón y los hijos de Merari, que lo
llevaban. 18Luego comenzó a marchar la bandera del campamento de
Rubén por sus ejércitos; y Elisur hijo de Sedeur estaba sobre su cuerpo de
ejército. 19Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Simeón, Selumiel hijo de Zurisadai. 20Y sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaf hijo de Deuel.
21Luego comenzaron a marchar los
coatitas llevando el santuario; y entretanto que ellos llegaban, los otros
acondicionaron el tabernáculo. 22Después comenzó a marchar la
bandera del campamento de los hijos de Efraín por sus ejércitos; y Elisama hijo
de Amiud estaba sobre su cuerpo de ejército. 23Sobre el cuerpo de
ejército de la tribu de los hijos de Manasés, Gamaliel hijo de Pedasur.
24Y sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos de Benjamín,
Abidán hijo de Gedeoni.
25Luego comenzó a marchar la
bandera del campamento de los hijos de Dan por sus ejércitos, a retaguardia de
todos los campamentos; y Ahiezer hijo de Amisadai estaba sobre su cuerpo de
ejército. 26Sobre el cuerpo de ejército de la tribu de los hijos
de Aser, Pagiel hijo de Ocrán. 27Y sobre el cuerpo de ejército de
la tribu de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán. 28Este era
el orden de marcha de los hijos de Israel por sus ejércitos cuando partían.
29Entonces dijo Moisés a Hobab,
hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar del cual
Jehová ha dicho: Yo os lo daré. Ven con nosotros, y te haremos bien; porque
Jehová ha prometido el bien a Israel. 30Y él le respondió: Yo no
iré, sino que me marcharé a mi tierra y a mi parentela.a 31Y
él le dijo: Te ruego que no nos dejes; porque tú conoces los lugares donde
hemos de acampar en el desierto, y nos serás en lugar de ojos. 32Y
si vienes con nosotros, cuando tengamos el bien que Jehová nos ha de hacer,
nosotros te haremos bien.
33Así partieron del monte de Jehová
camino de tres días; y el arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino
de tres días, buscándoles lugar de descanso. 34Y la nube de Jehová
iba sobre ellos de día, desde que salieron del campamento.
35Cuando el arca se movía, Moisés
decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu
presencia los que te aborrecen.b 36Y cuando ella
se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel.[2]
Eclesiastés
7
Contraste entre la sabiduría y la insensatez
7
1Mejor es la buena fama que el buen
ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. 2Mejor
es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin
de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. 3Mejor
es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el
corazón. 4El corazón de los sabios está en la casa del luto; mas
el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría. 5Mejor
es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios. 6Porque
la risa del necio es como el estrépito de los espinos debajo de la olla. Y
también esto es vanidad. 7Ciertamente la opresión hace entontecer
al sabio, y las dádivas corrompen el corazón. 8Mejor es el fin del
negocio que su principio; mejor es el sufrido de espíritu que el altivo de
espíritu. 9No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el
enojo reposa en el seno de los necios. 10Nunca digas: ¿Cuál es la
causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto
preguntarás con sabiduría. 11Buena es la ciencia con herencia, y
provechosa para los que ven el sol. 12Porque escudo es la ciencia,
y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus
poseedores. 13Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar
lo que él torció?
14En el día del bien goza del bien;
y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a
fin de que el hombre nada halle después de él.
15Todo esto he visto en los días de
mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad
alarga sus días. 16No seas demasiado justo, ni seas sabio con
exceso; ¿por qué habrás de destruirte? 17No hagas mucho mal, ni
seas insensato; ¿por qué habrás de morir antes de tu tiempo? 18Bueno
es que tomes esto, y también de aquello no apartes tu mano; porque aquel que a
Dios teme, saldrá bien en todo.
19La sabiduría fortalece al sabio
más que diez poderosos que haya en una ciudad.
20Ciertamente no hay hombre justo
en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
21Tampoco apliques tu corazón a
todas las cosas que se hablan, para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de
ti; 22porque tu corazón sabe que tú también dijiste mal de otros
muchas veces.
23Todas estas cosas probé con
sabiduría, diciendo: Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí. 24Lejos
está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién lo hallará? 25Me volví
y fijé mi corazón para saber y examinar e inquirir la sabiduría y la razón, y
para conocer la maldad de la insensatez y el desvarío del error. 26Y
he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón es lazos y redes, y
sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará de ella; mas el pecador
quedará en ella preso. 27He aquí que esto he hallado, dice el
Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la razón; 28lo
que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre entre mil he hallado, pero
mujer entre todas éstas nunca hallé. 29He aquí, solamente esto he
hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas
perversiones.[3]
a a 19.4: Gn. 1.27; 5.2.
b b 19.5: Gn. 2.24.
c c 19.7: Dt. 24.1–4; Mt. 5.31.
d d 19.9: Mt. 5.32; 1 Co. 7.10–11.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 18.35-19.15). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 9.1–5: Ex. 12.1–13.
b b 9.12: Ex. 12.46; Sal. 34.20; Jn. 19.36.
a a 10.30: Ex. 18.27.
b b 10.35: Sal. 68.1.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 8.26-10.36). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 6.12-7.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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