¡Cómo aumentar tu Fe! ¡Cómo recibir un milagro HOY!
¡Escrito está!
Por Riqui Ricón*
Y
no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos (Mat 13.58).
Aprendemos aquí, que la única forma de limitar el
amor y el poder de Jesucristo es mediante la duda y la incredulidad. Teniendo
pensamientos de crítica y juicio en sus mentes y corazones, estas personas
LLEGARON A CREER que no había forma posible en que ese hijo del carpintero, a
quien todos conocían, fuese siquiera un profeta, mucho menos el Cristo, el
Mesías.
¡Cuántas veces le ensañaron en el desierto, le enojaron
en la soledad! Y volvieron, y tentaron a Dios: y limitaron al Santo de Israel (Sal
78.40-41 RV1865).
Como puedes ver, aunque Jesucristo es el autor y
consumador de la FE, la incredulidad, la falta de confianza a la Palabra de
Dios, es lo único que puede limitar el Poder y el Amor de Dios.
¡Dios jamás ha faltado a Su Palabra!
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra] y para fe [para creerle a Dios creyendo Su
Palabra], como está escrito: Mas
el justo por la fe vivirá [vivirá por creerle a Dios creyendo Su Palabra] (Ro 1.17).
Cada vez que leo lo que le sucedió a Jesús en
Nazaret, me asombró más y más por la simplicidad y perfección del Plan de Dios
para tu redención. Esto es, ser comprado(a) por precio en un estado de
esclavitud y muerte eterna para recibir la Vida Eterna al ser renovado(a) para
manifestar la libertad gloriosa de los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, y todo
mediante la fe [por creerle a Dios creyendo Su Palabra].
Es, pues, la fe la certeza de
lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (He 11.1).
¿Cómo puedes estar seguro de algo que no ves? ¿Cómo
puedes estar convencido de recibir lo que estás esperando? Muy fácil, si Dios
lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a
ejecutar. Dios no miente ni se arrepiente, Él tiene Palabra de Honor.
Si de cualquier problema, enfermedad o aflicción
que estés enfrentando el día de hoy tú puedes encontrar en la Biblia alguna
promesa de ayuda que Dios te esté haciendo, entonces podrás tener la certeza
para esperar de Dios Su respuesta, estando convencido(a) de aquello que todavía
no ves.
Dios no
es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia
de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin
cumplir? (Num 23.19 NTV).
Como puedes ver, fe es creerle a Dios creyendo Su
Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Sin importar cuál sea la situación o circunstancia
en que te encuentres, sabes que sabes que Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, para pagar el justo precio por TODOS tus
delitos y pecados, antes que perderte a ti.
En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
Así que, puedes poner toda tu confianza en Dios ya
que además de amarte tanto te ha dado Su Palabra y te ha dado Su Espíritu Santo
como garantía de que con Él, en el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, TODO te va a salir muy bien.
Aunque ande en valle de sombra
de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis
angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa
de Jehová moraré por largos días (Sal 23.4-6).
No temerás el terror nocturno,
Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad
que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará (Sal 91. 5-7).
Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).
Mi Dios, pues, suplirá
todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19).
Gracias a Dios que en Cristo Jesús has sido creado(a)
de nuevo [Nacido(a) de Nuevo] y tienes la fe de Dios para creer cada una de Sus
Palabras y nunca más le volverás a limitar con duda, mucho menos con
incredulidad.
Simón Pedro,
siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de
nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 Ped 1.1).
Así que, respecto a cualquier milagro que necesites
el día de hoy, sólo necesitas contestar las 4 preguntas del Ricón:
1.
¿Puede Dios hacer eso? ¡Claro! Es el Todopoderoso.
2.
¿Será la voluntad de Dios hacerlo? Estudia y medita
Su Palabra y encontrarás que, efectivamente, Él quiere hacerlo por ti y para
ti.
3.
¿Por qué lo haría Dios? Simple y sencillamente porque
te ama.
4.
¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar seguro(a)? ¿Cómo
puedes tener tal certeza? ¡ESTÁ ESCRITO EN SU PALABRA! ¡Y la Palabra de Dios es
Palabra de Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradarte con mi fe, pues en verdad
creo que eres el creador del universo, de todo lo visible y de lo invisible.
Creo que me amas tanto que preferiste entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes
que perderme a mí. Creo y recibo este Tu gran Amor con que me amas. Gracias,
Señor Jesús; por lo que hiciste al morir en esa cruz y resucitar yo tengo la
Vida Eterna. Me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios. Sé que, que, aunque yo estaba
muerto(a) en mis delitos y pecados, por este Tu Gran Amor con que me has amado,
me diste Vida juntamente con Cristo Jesús; por Tu Gracia soy salvo(a) por medio
de la fe, y aún ésta última no es mía sino que es un regalo Tuyo. ¡Cuán Grande
y Hermoso Eres mi Señor! ¡Cuán maravilloso es Tu Amor por mí! En esta hora me
pongo de acuerdo con Tu Eterna e Infalible Palabra para creer y declarar que,
por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, recibo mi sanidad. Me declaro libre
de toda dolencia y enfermedad. Hablo salud y bienestar a cada célula, tejido,
órgano y sistema de mi ser. Me declaro libre de cualquier tipo de adicción que
me haya querido esclavizar. Rechazo todo miedo, pues yo no he recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el
espíritu de adopción y hoy puedo decir, Abba, Padre. Pongo mis ojos, emociones
y sentimientos en Ti, Señor Jesús, quien eres el autor y consumador de mi fe.
¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo
puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una Vida
Plena y Abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. Gracias
porque por Tu Palabra, la Biblia, sin lugar a dudas, soy y recibo todo esto que
he declarado delante de Tu Presencia. Pues, ¡ESCRITO ESTÁ! En el nombre de
Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lo que
acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu
vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más
como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la
muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano
Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:
1. Orar.
Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas
comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás
como Dios siempre responderá a tu corazón.
2. Leer y
meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue
una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo.
Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en
un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes
obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano
(palabradehonor.org) Notarás que el programa está
arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3. En
oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación
cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que
son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
11 Mat
13.24-58 / Lev 19 / Pro 29
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
11 Mat
13.24-58 / Lev 19 / Pro 29
San
Mateo 13.24-58
Parábola del trigo y la cizaña
24Les refirió otra parábola,
diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su
enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió
la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron
entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les
dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que
vayamos y la arranquemos? 29El les dijo: No, no sea que al
arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad
crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo
diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Parábola de la semilla de mostaza
(Mr. 4.30–32; Lc. 13.18–19)
31Otra parábola les refirió,
diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un
hombre tomó y sembró en su campo; 32el cual a la verdad es la más
pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las
hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y
hacen nidos en sus ramas.
Parábola de la levadura
(Lc. 13.20–21)
33Otra parábola les dijo: El reino
de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
El uso que Jesús hace de las parábolas
(Mr. 4.33–34)
34Todo esto habló Jesús por
parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; 35para que
se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación
del mundo.e
Jesús explica la parábola de la cizaña
36Entonces, despedida la gente,
entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron:
Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él,
les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El
campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son
los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la
siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De
manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el
fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y
recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen
iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el
lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán
como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
El tesoro escondido
44Además, el reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo
esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo.
La perla de gran precio
45También el reino de los cielos es
semejante a un mercader que busca buenas perlas, 46que habiendo
hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
La red
47Asimismo el reino de los cielos
es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
48y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en
cestas, y lo malo echan fuera. 49Así será al fin del siglo:
saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50y
los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Tesoros nuevos y viejos
51Jesús les dijo: ¿Habéis entendido
todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. 52El les dijo:
Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de
familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
Jesús en Nazaret
(Mr. 6.1–6; Lc. 4.16–30)
53Aconteció que cuando terminó
Jesús estas parábolas, se fue de allí. 54Y venido a su tierra, les
enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían:
¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? 55¿No es
éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos,
Jacobo, José, Simón y Judas? 56¿No están todas sus hermanas con
nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? 57Y se
escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su
propia tierra y en su casa.f 58Y no hizo allí
muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.[1]
Levítico
19
Leyes de santidad y de justicia
19
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos
seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.a 3Cada
uno temerá a su madre y a su padre,b y mis días de
reposo*
guardaréis.c Yo Jehová vuestro Dios. 4No os
volveréis a los ídolos,d ni haréis para vosotros
dioses de fundición.e Yo Jehová vuestro Dios.
5Y cuando ofreciereis sacrificio de
ofrenda de paz a Jehová, ofrecedlo de tal manera que seáis aceptos. 6Será
comido el día que lo ofreciereis, y el día siguiente; y lo que quedare para el
tercer día, será quemado en el fuego. 7Y si se comiere el día
tercero, será abominación; no será acepto, 8y el que lo comiere
llevará su delito, por cuanto profanó lo santo de Jehová; y la tal persona será
cortada de su pueblo.
9Cuando siegues la mies de tu
tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra
segada. 10Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de
tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás.f Yo
Jehová vuestro Dios.
11No hurtaréis,g
y no engañaréish ni mentiréis el uno al otro. 12Y
no juraréis falsamente por mi nombre,i profanando
así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
13No oprimirás a tu prójimo, ni le
robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.j
14No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo,k
sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová.
15No harás injusticia en el juicio,
ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu
prójimo.l 16No andarás chismeando entre tu
pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
17No aborrecerás a tu hermano en tu
corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
18No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino
amarás a tu prójimo como a ti mismo.m Yo Jehová.
19Mis estatutos guardarás. No harás
ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con
mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos.n
20Si un hombre yaciere con una
mujer que fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le
hubiere sido dada libertad, ambos serán azotados; no morirán, por cuanto ella
no es libre. 21Y él traerá a Jehová, a la puerta del tabernáculo
de reunión, un carnero en expiación por su culpa. 22Y con el
carnero de la expiación lo reconciliará el sacerdote delante de Jehová, por su
pecado que cometió; y se le perdonará su pecado que ha cometido.
23Y cuando entréis en la tierra, y
plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo
primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá.
24Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová.
25Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su
fruto. Yo Jehová vuestro Dios.
26No comeréis cosa alguna con
sangre.o No seréis agoreros, ni adivinos.p
27No haréis tonsura en vuestras cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra
barba. 28Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni
imprimiréis en vosotros señal alguna.q Yo Jehová.
29No contaminarás a tu hija
haciéndola fornicar,r para que no se prostituya la
tierra y se llene de maldad. 30Mis días de reposo*
guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.s
31No os volváis a los encantadores
ni a los adivinos;t no los consultéis,
contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.
32Delante de las canas te
levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo
Jehová.
33Cuando el extranjero morare con
vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. 34Como a un natural
de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a
ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.u
Yo Jehová vuestro Dios.
35No hagáis injusticia en juicio,
en medida de tierra, en peso ni en otra medida. 36Balanzas justas,
pesas justas y medidas justas tendréis.v Yo Jehová
vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. 37Guardad,
pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo
Jehová.[2]
Proverbios
29
29
1 El hombre
que reprendido endurece la cerviz,
De repente será quebrantado, y
no habrá para él medicina.
2 Cuando los
justos dominan, el pueblo se alegra;
Mas cuando domina el impío, el
pueblo gime.
3 El hombre
que ama la sabiduría alegra a su padre;
Mas el que frecuenta rameras
perderá los bienes.
4 El rey con
el juicio afirma la tierra;
Mas el que exige presentes la
destruye.
5 El hombre
que lisonjea a su prójimo,
Red tiende delante de sus
pasos.
6 En la
transgresión del hombre malo hay lazo;
Mas el justo cantará y se
alegrará.
7 Conoce el
justo la causa de los pobres;
Mas el impío no entiende
sabiduría.
8 Los hombres
escarnecedores ponen la ciudad en llamas;
Mas los sabios apartan la ira.
9 Si el
hombre sabio contendiere con el necio,
Que se enoje o que se ría, no
tendrá reposo.
10 Los hombres
sanguinarios aborrecen al perfecto,
Mas los rectos buscan su
contentamiento.
11 El necio da
rienda suelta a toda su ira,
Mas el sabio al fin la
sosiega.
12 Si un
gobernante atiende la palabra mentirosa,
Todos sus servidores serán
impíos.
13 El pobre y
el usurero se encuentran;
Jehová alumbra los ojos de
ambos.
14 Del rey que
juzga con verdad a los pobres,
El trono será firme para
siempre.
15 La vara y
la corrección dan sabiduría;
Mas el muchacho consentido
avergonzará a su madre.
16 Cuando los
impíos son muchos, mucha es la transgresión;
Mas los justos verán la ruina
de ellos.
17 Corrige a
tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.
18 Sin
profecía el pueblo se desenfrena;
Mas el que guarda la ley es
bienaventurado.
19 El siervo
no se corrige con palabras;
Porque entiende, mas no hace
caso.
20 ¿Has visto
hombre ligero en sus palabras?
Más esperanza hay del necio
que de él.
21 El siervo
mimado desde la niñez por su amo,
A la postre será su heredero.
22 El hombre
iracundo levanta contiendas,
Y el furioso muchas veces
peca.
23 La soberbia
del hombre le abate;
Pero al humilde de espíritu
sustenta la honra.
24 El cómplice
del ladrón aborrece su propia alma;
Pues oye la imprecación y no
dice nada.
25 El temor
del hombre pondrá lazo;
Mas el que confía en Jehová
será exaltado.
26 Muchos
buscan el favor del príncipe;
Mas de Jehová viene el juicio
de cada uno.
27 Abominación
es a los justos el hombre inicuo;
Y abominación es al impío el de
caminos rectos.[3]
e e 13.35: Sal. 78.2.
f f 13.57: Jn. 4.44.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 13.23-58). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.2: Lv. 11.44–45; 1 P. 1.16.
b b 19.3: Ex. 20.12; Dt. 5.16.
* Aquí equivale a sábado.
c c 19.3: Ex. 20.8; Dt. 5.12.
d d 19.4: Lv. 26.1.
e e 19.4: Ex. 20.4; 34.17; Dt. 5.8; 27.15.
f
f 19.9–10: Lv. 23.22; Dt.
24.19–22.
g
g 19.11: Ex. 20.15; Dt. 5.19.
h
h 19.11: Ex. 20.16; Dt. 5.20.
i
i 19.12: Ex. 20.7; Dt. 5.11;
Mt. 5.33.
j
j 19.13: Dt. 24.14–15.
k
k 19.14: Dt. 27.18.
l
l 19.15: Ex. 23.6–8; Dt.
16.19.
m
m 19.18: Mt. 5.43; 19.19;
22.39; Mr. 12.31; Lc. 10.27; Ro. 13.9; Gá. 5.14; Stg. 2.8.
n n 19.19: Dt. 22.9–11.
o o 19.26: Gn. 9.4; Lv. 7.26–27; 17.10–14; Dt.
12.16, 23; 15.23.
p
p 19.26: Dt. 18.10.
q
q 19.27–28: Lv. 21.5; Dt.
14.1.
r r 19.29: Dt. 23.17.
* Aquí
equivale a sábado.
s s 19.30: Lv. 26.2.
t t 19.31: Dt. 18.11.
u u 19.33–34: Ex. 22.21; Dt. 24.17–18; 27.19.
v v 19.35–36: Dt. 25.13–16.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 18.30-19.37). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 28.28-29.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
11 Mat
13.24-58 / Lev 19 / Pro 29
San
Mateo 13.24-58
Parábola del trigo y la cizaña
24Les refirió otra parábola,
diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena
semilla en su campo; 25pero mientras dormían los hombres, vino su
enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26Y cuando salió
la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27Vinieron
entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28El les
dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que
vayamos y la arranquemos? 29El les dijo: No, no sea que al
arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30Dejad
crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo
diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Parábola de la semilla de mostaza
(Mr. 4.30–32; Lc. 13.18–19)
31Otra parábola les refirió,
diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un
hombre tomó y sembró en su campo; 32el cual a la verdad es la más
pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las
hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y
hacen nidos en sus ramas.
Parábola de la levadura
(Lc. 13.20–21)
33Otra parábola les dijo: El reino
de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres
medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
El uso que Jesús hace de las parábolas
(Mr. 4.33–34)
34Todo esto habló Jesús por
parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; 35para que
se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Abriré en parábolas mi boca;
Declararé cosas escondidas desde la fundación
del mundo.e
Jesús explica la parábola de la cizaña
36Entonces, despedida la gente,
entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron:
Explícanos la parábola de la cizaña del campo. 37Respondiendo él,
les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. 38El
campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son
los hijos del malo. 39El enemigo que la sembró es el diablo; la
siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. 40De
manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el
fin de este siglo. 41Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y
recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen
iniquidad, 42y los echarán en el horno de fuego; allí será el
lloro y el crujir de dientes. 43Entonces los justos resplandecerán
como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga.
El tesoro escondido
44Además, el reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo
esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo.
La perla de gran precio
45También el reino de los cielos es
semejante a un mercader que busca buenas perlas, 46que habiendo
hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
La red
47Asimismo el reino de los cielos
es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
48y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en
cestas, y lo malo echan fuera. 49Así será al fin del siglo:
saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50y
los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Tesoros nuevos y viejos
51Jesús les dijo: ¿Habéis entendido
todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor. 52El les dijo:
Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es semejante a un padre de
familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.
Jesús en Nazaret
(Mr. 6.1–6; Lc. 4.16–30)
53Aconteció que cuando terminó
Jesús estas parábolas, se fue de allí. 54Y venido a su tierra, les
enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían:
¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? 55¿No es
éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos,
Jacobo, José, Simón y Judas? 56¿No están todas sus hermanas con
nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? 57Y se
escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su
propia tierra y en su casa.f 58Y no hizo allí
muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.[1]
Levítico
19
Leyes de santidad y de justicia
19
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos
seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.a 3Cada
uno temerá a su madre y a su padre,b y mis días de
reposo*
guardaréis.c Yo Jehová vuestro Dios. 4No os
volveréis a los ídolos,d ni haréis para vosotros
dioses de fundición.e Yo Jehová vuestro Dios.
5Y cuando ofreciereis sacrificio de
ofrenda de paz a Jehová, ofrecedlo de tal manera que seáis aceptos. 6Será
comido el día que lo ofreciereis, y el día siguiente; y lo que quedare para el
tercer día, será quemado en el fuego. 7Y si se comiere el día
tercero, será abominación; no será acepto, 8y el que lo comiere
llevará su delito, por cuanto profanó lo santo de Jehová; y la tal persona será
cortada de su pueblo.
9Cuando siegues la mies de tu
tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra
segada. 10Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de
tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás.f Yo
Jehová vuestro Dios.
11No hurtaréis,g
y no engañaréish ni mentiréis el uno al otro. 12Y
no juraréis falsamente por mi nombre,i profanando
así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
13No oprimirás a tu prójimo, ni le
robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.j
14No maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo,k
sino que tendrás temor de tu Dios. Yo Jehová.
15No harás injusticia en el juicio,
ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu
prójimo.l 16No andarás chismeando entre tu
pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
17No aborrecerás a tu hermano en tu
corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
18No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino
amarás a tu prójimo como a ti mismo.m Yo Jehová.
19Mis estatutos guardarás. No harás
ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con
mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos.n
20Si un hombre yaciere con una
mujer que fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le
hubiere sido dada libertad, ambos serán azotados; no morirán, por cuanto ella
no es libre. 21Y él traerá a Jehová, a la puerta del tabernáculo
de reunión, un carnero en expiación por su culpa. 22Y con el
carnero de la expiación lo reconciliará el sacerdote delante de Jehová, por su
pecado que cometió; y se le perdonará su pecado que ha cometido.
23Y cuando entréis en la tierra, y
plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo
primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá.
24Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová.
25Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su
fruto. Yo Jehová vuestro Dios.
26No comeréis cosa alguna con
sangre.o No seréis agoreros, ni adivinos.p
27No haréis tonsura en vuestras cabezas, ni dañaréis la punta de vuestra
barba. 28Y no haréis rasguños en vuestro cuerpo por un muerto, ni
imprimiréis en vosotros señal alguna.q Yo Jehová.
29No contaminarás a tu hija
haciéndola fornicar,r para que no se prostituya la
tierra y se llene de maldad. 30Mis días de reposo*
guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.s
31No os volváis a los encantadores
ni a los adivinos;t no los consultéis,
contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.
32Delante de las canas te
levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo
Jehová.
33Cuando el extranjero morare con
vosotros en vuestra tierra, no le oprimiréis. 34Como a un natural
de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros, y lo amarás como a
ti mismo; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.u
Yo Jehová vuestro Dios.
35No hagáis injusticia en juicio,
en medida de tierra, en peso ni en otra medida. 36Balanzas justas,
pesas justas y medidas justas tendréis.v Yo Jehová
vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto. 37Guardad,
pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo
Jehová.[2]
Proverbios
29
29
1 El hombre
que reprendido endurece la cerviz,
De repente será quebrantado, y
no habrá para él medicina.
2 Cuando los
justos dominan, el pueblo se alegra;
Mas cuando domina el impío, el
pueblo gime.
3 El hombre
que ama la sabiduría alegra a su padre;
Mas el que frecuenta rameras
perderá los bienes.
4 El rey con
el juicio afirma la tierra;
Mas el que exige presentes la
destruye.
5 El hombre
que lisonjea a su prójimo,
Red tiende delante de sus
pasos.
6 En la
transgresión del hombre malo hay lazo;
Mas el justo cantará y se
alegrará.
7 Conoce el
justo la causa de los pobres;
Mas el impío no entiende
sabiduría.
8 Los hombres
escarnecedores ponen la ciudad en llamas;
Mas los sabios apartan la ira.
9 Si el
hombre sabio contendiere con el necio,
Que se enoje o que se ría, no
tendrá reposo.
10 Los hombres
sanguinarios aborrecen al perfecto,
Mas los rectos buscan su
contentamiento.
11 El necio da
rienda suelta a toda su ira,
Mas el sabio al fin la
sosiega.
12 Si un
gobernante atiende la palabra mentirosa,
Todos sus servidores serán
impíos.
13 El pobre y
el usurero se encuentran;
Jehová alumbra los ojos de
ambos.
14 Del rey que
juzga con verdad a los pobres,
El trono será firme para
siempre.
15 La vara y
la corrección dan sabiduría;
Mas el muchacho consentido
avergonzará a su madre.
16 Cuando los
impíos son muchos, mucha es la transgresión;
Mas los justos verán la ruina
de ellos.
17 Corrige a
tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.
18 Sin
profecía el pueblo se desenfrena;
Mas el que guarda la ley es
bienaventurado.
19 El siervo
no se corrige con palabras;
Porque entiende, mas no hace
caso.
20 ¿Has visto
hombre ligero en sus palabras?
Más esperanza hay del necio
que de él.
21 El siervo
mimado desde la niñez por su amo,
A la postre será su heredero.
22 El hombre
iracundo levanta contiendas,
Y el furioso muchas veces
peca.
23 La soberbia
del hombre le abate;
Pero al humilde de espíritu
sustenta la honra.
24 El cómplice
del ladrón aborrece su propia alma;
Pues oye la imprecación y no
dice nada.
25 El temor
del hombre pondrá lazo;
Mas el que confía en Jehová
será exaltado.
26 Muchos
buscan el favor del príncipe;
Mas de Jehová viene el juicio
de cada uno.
27 Abominación
es a los justos el hombre inicuo;
Y abominación es al impío el de
caminos rectos.[3]
e e 13.35: Sal. 78.2.
f f 13.57: Jn. 4.44.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 13.23-58). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.2: Lv. 11.44–45; 1 P. 1.16.
b b 19.3: Ex. 20.12; Dt. 5.16.
* Aquí equivale a sábado.
c c 19.3: Ex. 20.8; Dt. 5.12.
d d 19.4: Lv. 26.1.
e e 19.4: Ex. 20.4; 34.17; Dt. 5.8; 27.15.
f
f 19.9–10: Lv. 23.22; Dt.
24.19–22.
g
g 19.11: Ex. 20.15; Dt. 5.19.
h
h 19.11: Ex. 20.16; Dt. 5.20.
i
i 19.12: Ex. 20.7; Dt. 5.11;
Mt. 5.33.
j
j 19.13: Dt. 24.14–15.
k
k 19.14: Dt. 27.18.
l
l 19.15: Ex. 23.6–8; Dt.
16.19.
m
m 19.18: Mt. 5.43; 19.19;
22.39; Mr. 12.31; Lc. 10.27; Ro. 13.9; Gá. 5.14; Stg. 2.8.
n n 19.19: Dt. 22.9–11.
o o 19.26: Gn. 9.4; Lv. 7.26–27; 17.10–14; Dt.
12.16, 23; 15.23.
p
p 19.26: Dt. 18.10.
q
q 19.27–28: Lv. 21.5; Dt.
14.1.
r r 19.29: Dt. 23.17.
* Aquí
equivale a sábado.
s s 19.30: Lv. 26.2.
t t 19.31: Dt. 18.11.
u u 19.33–34: Ex. 22.21; Dt. 24.17–18; 27.19.
v v 19.35–36: Dt. 25.13–16.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 18.30-19.37). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 28.28-29.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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