domingo, 28 de marzo de 2021

¡Cómo confiar en Dios!

                                                                                                                                                     <ENGLISH>





28 Marzo  

¡Cómo confiar en Dios!

 

¡Conociéndole! ¡Sabiendo que Él no puede mentir!

Por Riqui Ricón*

Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla” (Núm 23:18-20 RV60).

Qué fuertes y poderosas son las palabras que Dios le dirige al rey Balac, enemigo de los israelitas. Es lo mismo que Dios, tu Padre, le dice hoy a cualquiera de tus enemigos: tristeza, enfermedad, pobreza, escases, angustio, depresión, etc. Primero les llama la atenció y les dice: “Escúchenme bien, Yo soy Dios, el Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Yo no soy un ser humano para mentir, tampoco me arrepiento de bendecir a mis Hijos. Lo que Yo he dicho acerca de Mi Hijo(a) Riqui Ricón (tu nombre aquí), ¿no lo voy a hacer? Lo que Yo he hablado respecto a Mi Hijo(a) Riqui Ricón (tu nombre aquí), ¿no lo voy a ejecutar? Yo he dado orden de bendecir a Riqui Ricón (tu nombre aquí); He dado mi bendición a Riqui Ricón (tu nombre aquí), y nada ni nadie podrá revocarla”.

Pero, ¿sabes tú cuáles son esas Palabras de Bendición y protección que Dios, tu Padre, ha decretado a tu favor?

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.  Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Ose 4:6 RV60).

El ser ignorante de la Palabra de Dios te pone en gran peligro pues quedas a merced de tus enemigos.

Mediten bien en todo lo que les he declarado solemnemente este día, y díganles a sus hijos que obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley. Porque no son palabras vanas para ustedes, sino que de ellas depende su vida; por ellas vivirán mucho tiempo en el territorio que van a poseer al otro lado del Jordán” (Deu 32:46-47 NVI).

De hecho, como puedes ver, tu vida depende de que pongas toda tu atención a La Biblia, que es La Palabra de Dios.

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?” (Mar 12:24 RV60).

Así que, en estos tiempos tan emocionantes y de gran necesidad, te animo a que no falles por ignorar las Escrituras y el poder de Dios. Creamos y declaremos que Dios NO miente y que Su protección y Bendición está sobre nosotros. Pero, ¿cómo se hace esto?

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Jos 1:8 RV60).

Pon La Palabra de Dios, La Biblia, en tu boca, mente y corazón; creela y declarala con certeza, sin dudar, sobre tu vida, tu cuerpo, tus finanzas, tu familia, tu congregación, tu país, etc.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, se perfectamente que La Biblia es Tu Palabra y que es La Verdad. Se que Tú no mientes en nada y que Tus planes respecto a mi persona son buenos, agradables y perfectos. Por eso hoy puedo orar a Ti con confianza y certeza dentro de mi corazón y decirte que yo, Riqui Ricón (tu nombre aquí) ________, soy el que habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del Omnipotente. Te digo a Ti, Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti confiaré. Tú me librarás del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus plumas me cubrirás, y debajo de Tus alas estaré seguro(a); Escudo y adarga es Tu verdad. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a mi lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Ciertamente con mis ojos miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te he puesto a Ti, Jehová, que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación, No me sobrevendrá mal, ni plaga tocará mi morada. Pues a Tus ángeles mandará acerca de mí, que me guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán, para que mi pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré; hollaré al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido Tu nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia; me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu salvación. En el día que todos tienen miedo, Yo en ti confío. En Ti, mi Dios, alabaré Tu palabra; En Ti he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Señor Jesús, Tú eres mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Tú eres la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado. Tú eres mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me harás descansar; Junto a aguas de reposo me pastorearás. Confortarás mi alma; Me guiarás por sendas de justicia por amor de Tu nombre y Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; Tu vara y tu cayado me infunden aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en Tu casa, mi Señor, moraré por largos días. Así que, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén

Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                   

Marzo 28                                            Mat 23.1-12 /  Núm 22.41-23.26 /  Can 3.6-5.1


Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                   

Marzo 28                                            Mat 23.1-12 /  Núm 22.41-23.26 /  Can 3.6-5.1

San Mateo 23.1-12

Jesús acusa a escribas y fariseos

(Mr. 12.38–40; Lc. 11.37–54; 20.45–47)

23

1Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: 2En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. 3Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. 5Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres.a Pues ensanchan sus filacterias,b y extienden los flecosc de sus mantos; 6y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, 7y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí. 8Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. 11El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.d 12Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.e[1]

 

Números 22.41-23.30

Balaam bendice a Israel

41El día siguiente, Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal, y desde allí vio a los más cercanos del pueblo.

23

1Y Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. 2Balac hizo como le dijo Balaam; y ofrecieron Balac y Balaam un becerro y un carnero en cada altar. 3Y Balaam dijo a Balac: Ponte junto a tu holocausto, y yo iré; quizá Jehová me vendrá al encuentro, y cualquiera cosa que me mostrare, te avisaré. Y se fue a un monte descubierto. 4Y vino Dios al encuentro de Balaam, y éste le dijo: Siete altares he ordenado, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero. 5Y Jehová puso palabra en la boca de Balaam, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. 6Y volvió a él, y he aquí estaba él junto a su holocausto, él y todos los príncipes de Moab. 7Y él tomó su parábola, y dijo:

De Aram me trajo Balac,

Rey de Moab, de los montes del oriente;

Ven, maldíceme a Jacob,

Y ven, execra a Israel.

     8     ¿Por qué maldeciré yo al que Dios no maldijo?

¿Y por qué he de execrar al que Jehová no ha execrado?

     9     Porque de la cumbre de las peñas lo veré,

Y desde los collados lo miraré;

He aquí un pueblo que habitará confiado,8

Y no será contado entre las naciones.

     10     ¿Quién contará el polvo de Jacob,

O el número de la cuarta parte de Israel?

Muera yo la muerte de los rectos,

Y mi postrimería sea como la suya.

11Entonces Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis enemigos, y he aquí has proferido bendiciones. 12El respondió y dijo: ¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca?

13Y dijo Balac: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas; solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los maldecirás. 14Y lo llevó al campo de Zofim, a la cumbre de Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un becerro y un carnero en cada altar. 15Entonces él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, y yo iré a encontrar a Dios allí. 16Y Jehová salió al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. 17Y vino a él, y he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y le dijo Balac: ¿Qué ha dicho Jehová? 18Entonces él tomó su parábola, y dijo:

Balac, levántate y oye;

Escucha mis palabras, hijo de Zipor:

     19     Dios no es hombre, para que mienta,

Ni hijo de hombre para que se arrepienta.

El dijo, ¿y no hará?

Habló, ¿y no lo ejecutará?

     20     He aquí, he recibido orden de bendecir;

El dio bendición, y no podré revocarla.

     21     No ha notado iniquidad en Jacob,

Ni ha visto perversidad en Israel.

Jehová su Dios está con él,

Y júbilo de rey en él.

     22     Dios los ha sacado de Egipto;

Tiene fuerzas como de búfalo.

     23     Porque contra Jacob no hay agüero,

Ni adivinación contra Israel.

Como ahora, será dicho de Jacob y de Israel:

¡Lo que ha hecho Dios!

     24     He aquí el pueblo que como león se levantará,

Y como león se erguirá;

No se echará hasta que devore la presa,

Y beba la sangre de los muertos.

25Entonces Balac dijo a Balaam: Ya que no lo maldices, tampoco lo bendigas. 26Balaam respondió y dijo a Balac: ¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso tengo que hacer? 27Y dijo Balac a Balaam: Te ruego que vengas, te llevaré a otro lugar; por ventura parecerá bien a Dios que desde allí me lo maldigas. 28Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de Peor, que mira hacia el desierto.9 29Entonces Balaam dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. 30Y Balac hizo como Balaam le dijo; y ofreció un becerro y un carnero en cada altar.[2]

       

Cantares 2.8-3.5

 

8     ¡La voz de mi amado! He aquí él viene

Saltando sobre los montes,

Brincando sobre los collados.

     9     Mi amado es semejante al corzo,

O al cervatillo.

Helo aquí, está tras nuestra pared,

Mirando por las ventanas,

Atisbando por las celosías.

     10     Mi amado habló, y me dijo:

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

     11     Porque he aquí ha pasado el invierno,

Se ha mudado, la lluvia se fue;

     12     Se han mostrado las flores en la tierra,

El tiempo de la canción ha venido,

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

     13     La higuera ha echado sus higos,

Y las vides en cierne dieron olor;

Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

     14     Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes,

Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz;

Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.

     15     Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas;

Porque nuestras viñas están en cierne.

     16     Mi amado es mío, y yo suya;

El apacienta entre lirios.

     17     Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,

Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo

Sobre los montes de Beter.

El ensueño de la esposa

3

     1     Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

     2     Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad;

Por las calles y por las plazas

Buscaré al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

     3     Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,

Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?

     4     Apenas hube pasado de ellos un poco,

Hallé luego al que ama mi alma;

Lo así, y no lo dejé,

Hasta que lo metí en casa de mi madre,

Y en la cámara de la que me dio a luz.

     5     Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.[3]



a a 23.5: Mt. 6.1.

b b 23.5: Dt. 6.8.

c c 23.5: Nm. 15.38.

d d 23.11: Mt. 20.26–27; Mr. 9.35; 10.43–44; Lc. 22.26.

e e 23.12: Lc. 14.11; 18.14.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 22.46-23.12). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

8 O, solo.

9 O, Jesimón.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 22.40-23.30). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Cnt 2.8-3.5). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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