¡Cómo recibir de Dios!
¡Tu fe en la Palabra!
Por Riqui Ricón*
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!
Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo
a los perrillos. Y ella
dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen
de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe;
hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora (Mat 15.25-28).
Respecto a este pasaje de la Escritura,
continuamente he escuchado la interpretación que Jesús no le hacía caso a esta
mujer sirofenicia porque pretendía llevarla a tal grado de quebrantamiento y
necesidad donde ella pudiera tener fe, sin embargo, por ningún lado en la
Biblia encontrarás a Dios manipulando los sentimientos y las necesidades de los
seres humanos con el propósito de enseñarles algún tipo de lección. ¡No
necesita hacer eso! ¡Él no es así! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor!
Jesús
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios (Mar 10.18).
La Verdad es que Jesús no atendía a esta mujer dado
que, de acuerdo a la palabra de Dios (Jesús siempre actuará conforme a la
Palabra de Dios), el Pacto fue establecido con el pueblo de Israel, la
descendencia de Abraham, y el Nuevo Pacto no había sido revelado todavía, así
que Jesús le explicó a ella lo que decía la Palabra.
El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel (Mat 15.24).
La grande fe de esta mujer surgió en el momento que
aceptó la Palabra de Jesús y actuó de acuerdo con ella al responder: “es cierto, tienes razón y lo acepto, pero aún
nosotros los que no estamos en Pacto con Dios podremos tomar, creyendo, lo que
los hijos dejan caer al no creer”.
Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer,
grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada
desde aquella hora.
¿Te das cuenta? Exactamente igual que Abram (no
Abraham, pues aún no entraba en pacto con Dios), esta mujer creyó a Dios, creyó
Su Palabra, y le fue contado por justicia.
Después de estas cosas vino la
palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu
escudo, y tu galardón será sobremanera grande… Y creyó a Jehová, y le fue
contado por justicia (Gen15.1, 6).
La fe ES por el oír y lo que tenemos que oír, poner
en nuestra mente boca y corazón, es la Biblia, que es la Palabra de Dios y no
miente, porque primero la tierra y el cielo pasarán antes de que deje de
cumplirse la Palabra de Dios.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
De la misma forma que la mujer sirofenicia y Abram,
Josué pudo detener las fuerzas astronómicas que hacen girar al Sol, la luna y
la tierra porque prestó atención a la Palabra de Dios y obedeció la orden que
se le dio de leerla y meditarla todos los días de su vida.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Entonces Josué habló a Jehová
el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo
en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle
de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo
vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol
se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido
Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos
10.12-14).
¡Dios lo dijo y Él mismo lo cumplió! ¡Dios lo habló
y Él mismo lo ejecuto!
Así que, mi amigo(a), pon la Biblia en tu mente,
boca y corazón. Léela y medita en ella de mañana, tarde y noche pues así, y
solamente así (no antes, ni después, ni de ninguna otra forma), harás prosperar
tu camino y todo te saldrá bien al poner tu fe en la Palabra de Dios.
Si
anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por
obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus
productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla
alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis
vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y
yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré
quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro
país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante
de vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de
vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada
delante de vosotros. Porque yo me volveré a vosotros, y os haré
crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros (Lev 26.3-9).
Amado(a), la Voluntad de Dios hacia contigo es
buena, agradable y perfecta. Él no va a dejar de cumplirte Su Palabra, pues Su
Palabra es Palabra de Honor.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su único Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1
BAD).
Por ese grande Amor con que
Dios te ama, te ha llamado(a) Hijo(a) y eso es lo que en Verdad eres, un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Ahora, por Cristo Jesús, el “Pan de los
Hijos”, la salud, la prosperidad, el gozo y la paz son por derecho
legítimamente tuyos.
Así que, tú puedes con toda certeza de fe, como la
mujer siriofenicia, o el centurión o la virgen María, decir en este día, “creo que recibo lo que te estoy pidiendo pues te
creo a Ti, Señor, creo a Tu Palabra”.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, este día quiero agradecerte por el gran Amor con
que me has amado. Cristo Jesús, me asombro cada día más y más por todo lo que
has hecho por mí y en mí. Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a
cambiar mi forma de pensar transformándome en el espíritu de mi mente. Sin
importar las circunstancias del momento o la forma en que hoy me siento, creo y
declaro que soy ese(a) Hijo(a) que Tú, mi Dios y Padre, siempre has deseado,
justo(a), santo(a) y perfecto(a). Lo sé porque así está escrito en Tu Palabra y
esa es la Verdad. Estoy dispuesto(a) a dejar atrás todas esas emociones y
pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene
en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena
y victoriosa. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de
Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida
prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Yo,
_____________ (tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que
el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré
lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de
mi vida toda ansiedad e inquietud. ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a)
por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las
heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la
sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás
en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
15 Mat
15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
15 Mat
15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36
San
Mateo 15.21-39
La fe de la mujer cananea
(Mr. 7.24–30)
21Saliendo Jesús de allí, se fue a
la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una mujer cananea que
había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten
misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23Pero
Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron,
diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel. 25Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo:
¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el
pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27Y ella dijo: Sí,
Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
amos. 28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu
fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Jesús sana a muchos
29Pasó Jesús de allí y vino junto
al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30Y se le acercó
mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos
enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31de
manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos
sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de
Israel.
Alimentación de los cuatro mil
(Mr. 8.1–10)
32Y Jesús, llamando a sus
discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que
están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea
que desmayen en el camino. 33Entonces sus discípulos le dijeron:
¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una
multitud tan grande? 34Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y
ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. 35Y mandó a la
multitud que se recostase en tierra. 36Y tomando los siete panes y
los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a
la multitud. 37Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo
que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. 38Y eran los que
habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39Entonces,
despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala.[1]
Levítico
26-27
Bendiciones de la obediencia
(Dt. 7.12–24; 28.1–14)
26
1No haréis para vosotros ídolos,a
ni escultura,b ni os levantaréis estatua, ni pondréis en
vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová
vuestro Dios. 2Guardad mis días de reposo,* y tened en reverencia mi
santuario. Yo Jehová.
3Si anduviereis en mis decretos y
guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, 4yo daré
vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del
campo dará su fruto. 5Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la
vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros,c
y habitaréis seguros en vuestra tierra. 6Y yo daré paz en la
tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra
tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. 7Y
perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros.
8Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros
perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de
vosotros. 9Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os
multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. 10Comeréis lo
añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo.
11Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará;
12y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi
pueblo.d
13Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que
no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho
andar con el rostro erguido.
Consecuencias de la desobediencia
(Dt. 28.15–68)
14Pero si no me oyereis, ni
hiciereis todos estos mis mandamientos, 15y si desdeñareis mis decretos,
y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis
mandamientos, e invalidando mi pacto, 16yo también haré con
vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que
consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla,
porque vuestros enemigos la comerán. 17Pondré mi rostro contra
vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen
se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. 18Y
si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más
por vuestros pecados. 19Y quebrantaré la soberbia de vuestro
orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.
20Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su
producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.
21Si anduviereis conmigo en
oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más
plagas según vuestros pecados. 22Enviaré también contra vosotros
bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, y destruyan vuestro ganado, y
os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.
23Y si con estas cosas no fuereis
corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición, 24yo
también procederé en contra de vosotros, y os heriré aún siete veces por
vuestros pecados. 25Traeré sobre vosotros espada vengadora, en
vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré
pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo. 26Cuando
yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un
horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.
27Si aun con esto no me oyereis,
sino que procediereis conmigo en oposición, 28yo procederé en
contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros
pecados. 29Y comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la
carne de vuestras hijas. 30Destruiré vuestros lugares altos, y
derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los
cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará. 31Haré
desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la
fragancia de vuestro suave perfume. 32Asolaré también la tierra, y
se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; 33y a
vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de
vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.
34Entonces la tierra gozará sus
días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la
tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de
reposo. 35Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que
no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella. 36Y a
los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la
tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá,
y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga. 37Tropezarán
los unos con los otros como si huyeran ante la espada, aunque nadie los
persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos. 38Y
pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá.
39Y los que queden de vosotros decaerán en las tierras de vuestros
enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaerán con ellos.
40Y confesarán su iniquidad, y la
iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y
también porque anduvieron conmigo en oposición, 41yo también habré
andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus
enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su
pecado. 42Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob,e
y asimismo de mi pacto con Isaac,f y también de mi pacto con
Abrahamg
me acordaré, y haré memoria de la tierra. 43Pero la tierra será
abandonada por ellos, y gozará sus días de reposo, estando desierta a causa de
ellos; y entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto
menospreciaron mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de mis estatutos.
44Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no
los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con
ellos; porque yo Jehová soy su Dios. 45Antes me acordaré de ellos
por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las
naciones, para ser su Dios. Yo Jehová.
46Estos son los estatutos,
ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el
monte de Sinaí por mano de Moisés.
Cosas consagradas a Dios
27
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno hiciere especial
voto a Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo
estimarás así: 3En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta,
lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario.
4Y si fuere mujer, la estimarás en treinta siclos. 5Y si
fuere de cinco años hasta veinte, al varón lo estimarás en veinte siclos, y a
la mujer en diez siclos. 6Y si fuere de un mes hasta cinco años,
entonces estimarás al varón en cinco siclos de plata, y a la mujer en tres
siclos de plata. 7Mas si fuere de sesenta años o más, al varón lo
estimarás en quince siclos, y a la mujer en diez siclos. 8Pero si
fuere muy pobre para pagar tu estimación, entonces será llevado ante el
sacerdote, quien fijará el precio; conforme a la posibilidad del que hizo el
voto, le fijará precio el sacerdote.
9Y si fuere animal de los que se
ofrece ofrenda a Jehová, todo lo que de los tales se diere a Jehová será
santo. 10No será cambiado ni trocado, bueno por malo, ni malo por
bueno; y si se permutare un animal por otro, él y el dado en cambio de él serán
sagrados. 11Si fuere algún animal inmundo, de que no se ofrece
ofrenda a Jehová, entonces el animal será puesto delante del sacerdote,
12y el sacerdote lo valorará, sea bueno o sea malo; conforme a la
estimación del sacerdote, así será. 13Y si lo quisiere rescatar,
añadirá sobre tu valuación la quinta parte.
14Cuando alguno dedicare su casa
consagrándola a Jehová, la valorará el sacerdote, sea buena o sea mala; según
la valorare el sacerdote, así quedará. 15Mas si el que dedicó su
casa deseare rescatarla, añadirá a tu valuación la quinta parte del valor de
ella, y será suya.
16Si alguno dedicare de la tierra
de su posesión a Jehová, tu estimación será conforme a su siembra; un homer de
siembra de cebada se valorará en cincuenta siclos de plata. 17Y si
dedicare su tierra desde el año del jubileo, conforme a tu estimación quedará.
18Mas si después del jubileo dedicare su tierra, entonces el sacerdote
hará la cuenta del dinero conforme a los años que quedaren hasta el año del jubileo,
y se rebajará de tu estimación. 19Y si el que dedicó la tierra
quisiere redimirla, añadirá a tu estimación la quinta parte del precio de ella,
y se le quedará para él. 20Mas si él no rescatare la tierra, y la
tierra se vendiere a otro, no la rescatará más; 21sino que cuando
saliere en el jubileo, la tierra será santa para Jehová, como tierra
consagrada; la posesión de ella será del sacerdote. 22Y si
dedicare alguno a Jehová la tierra que él compró, que no era de la tierra de su
herencia, 23entonces el sacerdote calculará con él la suma de tu
estimación hasta el año del jubileo, y aquel día dará tu precio señalado, cosa
consagrada a Jehová. 24En el año del jubileo, volverá la tierra a
aquél de quien él la compró, cuya es la herencia de la tierra. 25Y
todo lo que valorares será conforme al siclo del santuario; el siclo tiene
veinte geras.
26Pero el primogénito de los
animales, que por la primogenitura es de Jehová, nadie lo dedicará; sea buey u
oveja, de Jehová es. 27Mas si fuere de los animales inmundos, lo
rescatarán conforme a tu estimación, y añadirán sobre ella la quinta parte de
su precio; y si no lo rescataren, se venderá conforme a tu estimación.
28Pero no se venderá ni se
rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a Jehová; de
todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión,
todo lo consagradoa será cosa santísima para
Jehová. 29Ninguna persona separada como anatema podrá ser
rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta.
30Y el diezmo de la tierra, así de
la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa
dedicada a Jehová. 31Y si alguno quisiere rescatar algo del
diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. 32Y todo
diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será
consagrado a Jehová. 33No mirará si es bueno o malo, ni lo
cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas
sagradas; no podrán ser rescatados.b
34Estos son los mandamientos que
ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí. [2]
Eclesiastés
1.12-2.26
La experiencia del Predicador
12Yo el Predicador fui rey sobre
Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con
sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio
Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré
todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y
aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se puede enderezar, y lo
incompleto no puede contarse.
16Hablé yo en mi corazón, diciendo:
He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduríaa sobre
todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha
sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la
sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun
esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
2
1Dije yo en mi corazón: Ven ahora,
te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era
vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve
esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que
anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál
fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del
cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué
para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines,
y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de
aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré
siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande
de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de
provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los
hombres, y de toda clase de instrumentos de música.a
9Y fui engrandecido y aumentado más
que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé
conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo
mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego
todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para
hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho
debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y
los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después
del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y he visto que la
sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14El
sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también
entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. 15Entonces
dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para
qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi
corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni del sabio ni
del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será
olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí, por
tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa;
por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
18Asimismo aborrecí todo mi trabajo
que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá
después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se
enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol
mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a
desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que
había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre
trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su
hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal
grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la
fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque
todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa. Esto también es vanidad.
24No hay cosa mejor para el hombre
sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto
que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se
cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da
sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar,
para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de
espíritu.[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 15.20-39). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 26.1: Lv. 19.4.
b b 26.1: Ex. 20.4; Dt. 5.8; 16.21–22; 27.15.
* Aquí equivale a sábado.
c c 26.3–5: Dt. 11.13–15.
d d 26.12: 2 Co. 6.16.
e e 26.42: Gn. 28.13–14.
f f 26.42: Gn. 26.3–4.
g g 26.42: Gn. 17.7–8.
a
a 27.28: Nm. 18.14.
b
b 27.30–33: Nm. 18.21; Dt.
14.22–29.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 25.55-27.34). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 1.16: 1 R. 4.29–31.
a a 2.4–8: 1 R. 10.23–27; 2 Cr. 9.22–27.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 1.11-2.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
15 Mat
15-21-39 / Lev 26-27 / Ecl 1.11-2.36
San
Mateo 15.21-39
La fe de la mujer cananea
(Mr. 7.24–30)
21Saliendo Jesús de allí, se fue a
la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una mujer cananea que
había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten
misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23Pero
Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron,
diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel. 25Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo:
¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el
pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27Y ella dijo: Sí,
Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
amos. 28Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu
fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Jesús sana a muchos
29Pasó Jesús de allí y vino junto
al mar de Galilea; y subiendo al monte, se sentó allí. 30Y se le acercó
mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos
enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; 31de
manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos
sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de
Israel.
Alimentación de los cuatro mil
(Mr. 8.1–10)
32Y Jesús, llamando a sus
discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que
están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea
que desmayen en el camino. 33Entonces sus discípulos le dijeron:
¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una
multitud tan grande? 34Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y
ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. 35Y mandó a la
multitud que se recostase en tierra. 36Y tomando los siete panes y
los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a
la multitud. 37Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo
que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. 38Y eran los que
habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 39Entonces,
despedida la gente, entró en la barca, y vino a la región de Magdala.[1]
Levítico
26-27
Bendiciones de la obediencia
(Dt. 7.12–24; 28.1–14)
26
1No haréis para vosotros ídolos,a
ni escultura,b ni os levantaréis estatua, ni pondréis en
vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová
vuestro Dios. 2Guardad mis días de reposo,* y tened en reverencia mi
santuario. Yo Jehová.
3Si anduviereis en mis decretos y
guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, 4yo daré
vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del
campo dará su fruto. 5Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la
vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros,c
y habitaréis seguros en vuestra tierra. 6Y yo daré paz en la
tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra
tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. 7Y
perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros.
8Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros
perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de
vosotros. 9Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os
multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros. 10Comeréis lo
añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo.
11Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará;
12y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi
pueblo.d
13Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que
no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho
andar con el rostro erguido.
Consecuencias de la desobediencia
(Dt. 28.15–68)
14Pero si no me oyereis, ni
hiciereis todos estos mis mandamientos, 15y si desdeñareis mis decretos,
y vuestra alma menospreciare mis estatutos, no ejecutando todos mis
mandamientos, e invalidando mi pacto, 16yo también haré con
vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que
consuman los ojos y atormenten el alma; y sembraréis en vano vuestra semilla,
porque vuestros enemigos la comerán. 17Pondré mi rostro contra
vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen
se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. 18Y
si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más
por vuestros pecados. 19Y quebrantaré la soberbia de vuestro
orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.
20Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su
producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.
21Si anduviereis conmigo en
oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más
plagas según vuestros pecados. 22Enviaré también contra vosotros
bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, y destruyan vuestro ganado, y
os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos.
23Y si con estas cosas no fuereis
corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición, 24yo
también procederé en contra de vosotros, y os heriré aún siete veces por
vuestros pecados. 25Traeré sobre vosotros espada vengadora, en
vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré
pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo. 26Cuando
yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un
horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.
27Si aun con esto no me oyereis,
sino que procediereis conmigo en oposición, 28yo procederé en
contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros
pecados. 29Y comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la
carne de vuestras hijas. 30Destruiré vuestros lugares altos, y
derribaré vuestras imágenes, y pondré vuestros cuerpos muertos sobre los
cuerpos muertos de vuestros ídolos, y mi alma os abominará. 31Haré
desiertas vuestras ciudades, y asolaré vuestros santuarios, y no oleré la
fragancia de vuestro suave perfume. 32Asolaré también la tierra, y
se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren; 33y a
vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de
vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.
34Entonces la tierra gozará sus
días de reposo, todos los días que esté asolada, mientras vosotros estéis en la
tierra de vuestros enemigos; la tierra descansará entonces y gozará sus días de
reposo. 35Todo el tiempo que esté asolada, descansará por lo que
no reposó en los días de reposo cuando habitabais en ella. 36Y a
los que queden de vosotros infundiré en sus corazones tal cobardía, en la
tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá,
y huirán como ante la espada, y caerán sin que nadie los persiga. 37Tropezarán
los unos con los otros como si huyeran ante la espada, aunque nadie los
persiga; y no podréis resistir delante de vuestros enemigos. 38Y
pereceréis entre las naciones, y la tierra de vuestros enemigos os consumirá.
39Y los que queden de vosotros decaerán en las tierras de vuestros
enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaerán con ellos.
40Y confesarán su iniquidad, y la
iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y
también porque anduvieron conmigo en oposición, 41yo también habré
andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus
enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su
pecado. 42Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob,e
y asimismo de mi pacto con Isaac,f y también de mi pacto con
Abrahamg
me acordaré, y haré memoria de la tierra. 43Pero la tierra será
abandonada por ellos, y gozará sus días de reposo, estando desierta a causa de
ellos; y entonces se someterán al castigo de sus iniquidades; por cuanto
menospreciaron mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de mis estatutos.
44Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no
los desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con
ellos; porque yo Jehová soy su Dios. 45Antes me acordaré de ellos
por el pacto antiguo, cuando los saqué de la tierra de Egipto a los ojos de las
naciones, para ser su Dios. Yo Jehová.
46Estos son los estatutos,
ordenanzas y leyes que estableció Jehová entre sí y los hijos de Israel en el
monte de Sinaí por mano de Moisés.
Cosas consagradas a Dios
27
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno hiciere especial
voto a Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo
estimarás así: 3En cuanto al varón de veinte años hasta sesenta,
lo estimarás en cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario.
4Y si fuere mujer, la estimarás en treinta siclos. 5Y si
fuere de cinco años hasta veinte, al varón lo estimarás en veinte siclos, y a
la mujer en diez siclos. 6Y si fuere de un mes hasta cinco años,
entonces estimarás al varón en cinco siclos de plata, y a la mujer en tres
siclos de plata. 7Mas si fuere de sesenta años o más, al varón lo
estimarás en quince siclos, y a la mujer en diez siclos. 8Pero si
fuere muy pobre para pagar tu estimación, entonces será llevado ante el
sacerdote, quien fijará el precio; conforme a la posibilidad del que hizo el
voto, le fijará precio el sacerdote.
9Y si fuere animal de los que se
ofrece ofrenda a Jehová, todo lo que de los tales se diere a Jehová será
santo. 10No será cambiado ni trocado, bueno por malo, ni malo por
bueno; y si se permutare un animal por otro, él y el dado en cambio de él serán
sagrados. 11Si fuere algún animal inmundo, de que no se ofrece
ofrenda a Jehová, entonces el animal será puesto delante del sacerdote,
12y el sacerdote lo valorará, sea bueno o sea malo; conforme a la
estimación del sacerdote, así será. 13Y si lo quisiere rescatar,
añadirá sobre tu valuación la quinta parte.
14Cuando alguno dedicare su casa
consagrándola a Jehová, la valorará el sacerdote, sea buena o sea mala; según
la valorare el sacerdote, así quedará. 15Mas si el que dedicó su
casa deseare rescatarla, añadirá a tu valuación la quinta parte del valor de
ella, y será suya.
16Si alguno dedicare de la tierra
de su posesión a Jehová, tu estimación será conforme a su siembra; un homer de
siembra de cebada se valorará en cincuenta siclos de plata. 17Y si
dedicare su tierra desde el año del jubileo, conforme a tu estimación quedará.
18Mas si después del jubileo dedicare su tierra, entonces el sacerdote
hará la cuenta del dinero conforme a los años que quedaren hasta el año del jubileo,
y se rebajará de tu estimación. 19Y si el que dedicó la tierra
quisiere redimirla, añadirá a tu estimación la quinta parte del precio de ella,
y se le quedará para él. 20Mas si él no rescatare la tierra, y la
tierra se vendiere a otro, no la rescatará más; 21sino que cuando
saliere en el jubileo, la tierra será santa para Jehová, como tierra
consagrada; la posesión de ella será del sacerdote. 22Y si
dedicare alguno a Jehová la tierra que él compró, que no era de la tierra de su
herencia, 23entonces el sacerdote calculará con él la suma de tu
estimación hasta el año del jubileo, y aquel día dará tu precio señalado, cosa
consagrada a Jehová. 24En el año del jubileo, volverá la tierra a
aquél de quien él la compró, cuya es la herencia de la tierra. 25Y
todo lo que valorares será conforme al siclo del santuario; el siclo tiene
veinte geras.
26Pero el primogénito de los
animales, que por la primogenitura es de Jehová, nadie lo dedicará; sea buey u
oveja, de Jehová es. 27Mas si fuere de los animales inmundos, lo
rescatarán conforme a tu estimación, y añadirán sobre ella la quinta parte de
su precio; y si no lo rescataren, se venderá conforme a tu estimación.
28Pero no se venderá ni se
rescatará ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere dedicado a Jehová; de
todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesión,
todo lo consagradoa será cosa santísima para
Jehová. 29Ninguna persona separada como anatema podrá ser
rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta.
30Y el diezmo de la tierra, así de
la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa
dedicada a Jehová. 31Y si alguno quisiere rescatar algo del
diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. 32Y todo
diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será
consagrado a Jehová. 33No mirará si es bueno o malo, ni lo
cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas
sagradas; no podrán ser rescatados.b
34Estos son los mandamientos que
ordenó Jehová a Moisés para los hijos de Israel, en el monte de Sinaí. [2]
Eclesiastés
1.12-2.26
La experiencia del Predicador
12Yo el Predicador fui rey sobre
Israel en Jerusalén. 13Y di mi corazón a inquirir y a buscar con
sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio
Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él. 14Miré
todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y
aflicción de espíritu. 15Lo torcido no se puede enderezar, y lo
incompleto no puede contarse.
16Hablé yo en mi corazón, diciendo:
He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduríaa sobre
todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha
sabiduría y ciencia. 17Y dediqué mi corazón a conocer la
sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun
esto era aflicción de espíritu. 18Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
2
1Dije yo en mi corazón: Ven ahora,
te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era
vanidad. 2A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve
esto? 3Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que
anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de la necedad, hasta ver cuál
fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del
cielo todos los días de su vida. 4Engrandecí mis obras, edifiqué
para mí casas, planté para mí viñas; 5me hice huertos y jardines,
y planté en ellos árboles de todo fruto. 6Me hice estanques de
aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. 7Compré
siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande
de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
8Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de
provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los
hombres, y de toda clase de instrumentos de música.a
9Y fui engrandecido y aumentado más
que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé
conmigo mi sabiduría. 10No negué a mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo
mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. 11Miré yo luego
todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para
hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho
debajo del sol. 12Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y
los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después
del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. 13Y he visto que la
sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. 14El
sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también
entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. 15Entonces
dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para
qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi
corazón, que también esto era vanidad. 16Porque ni del sabio ni
del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será
olvidado, y también morirá el sabio como el necio. 17Aborrecí, por
tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa;
por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.
18Asimismo aborrecí todo mi trabajo
que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá
después de mí. 19Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se
enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol
mi sabiduría? Esto también es vanidad. 20Volvió, por tanto, a
desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que
había ocupado debajo del sol mi sabiduría. 21¡Que el hombre
trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su
hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal
grande. 22Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la
fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol? 23Porque
todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su
corazón no reposa. Esto también es vanidad.
24No hay cosa mejor para el hombre
sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto
que esto es de la mano de Dios. 25Porque ¿quién comerá, y quién se
cuidará, mejor que yo? 26Porque al hombre que le agrada, Dios le da
sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar,
para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción de
espíritu.[3]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 15.20-39). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 26.1: Lv. 19.4.
b b 26.1: Ex. 20.4; Dt. 5.8; 16.21–22; 27.15.
* Aquí equivale a sábado.
c c 26.3–5: Dt. 11.13–15.
d d 26.12: 2 Co. 6.16.
e e 26.42: Gn. 28.13–14.
f f 26.42: Gn. 26.3–4.
g g 26.42: Gn. 17.7–8.
a
a 27.28: Nm. 18.14.
b
b 27.30–33: Nm. 18.21; Dt.
14.22–29.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 25.55-27.34). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 1.16: 1 R. 4.29–31.
a a 2.4–8: 1 R. 10.23–27; 2 Cr. 9.22–27.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 1.11-2.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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