¡Identidad!
Por Riqui Ricón*
Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la
tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es
el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí
a los hijos de Anac… Entonces
Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo:
Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos
nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra
aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla,
es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de
ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos
nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos (Num 13.27-28, 30-33).
Aquí tenemos al pueblo de
Israel, a punto de entrar a la tierra prometida, y ellos están dudando de la
Palabra de Dios. En lugar de poner atención a Sus promesas y recordar los
hechos asombrosos que realizó a favor de su cumplimiento, ellos miran las altas murallas de las
ciudades fortificadas, consideran la gran altura de los gigantes y hablan mal
de la promesa. Por eso, inevitablemente, cayeron presa del miedo y fracasaron.
y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de
irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he
hecho en medio de ellos? (Núm 14.11).
Creerle a Dios, creer que
Él tiene Honor y Su Palabra es firme, esta es la base y fundamento de todo lo
que Él ha provisto para ti. Dudar de Su Palabra es dudar de Su integridad.
Dudar de Su Palabra te convierte en presa del temor, el miedo y la ansiedad.
El pueblo de Israel
anduvo, 40 años, errante en el desierto hasta que desapareció esa generación
incrédula. No fueron derrotados por los gigantes, ni por las ciudades
amuralladas; fueron derrotados porque se llenaron de miedo, angustia y ansiedad
por no creerle a Dios.
Pero la serpiente era astuta,
más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo
a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer
respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del
fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni
le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros
ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la
mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio
también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).
Como te puedes dar
cuenta, Adán y Eva, y con ellos toda la humanidad, también fueron derrotados
por no creer la Palabra de Dios.
Y cuando se levantaron por la mañana, salieron
al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo:
Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis
seguros; creed a sus profetas (Su Palabra),
y seréis
prosperados (2 Cro 20.20).
Sea cual sea el reto o
problema que hoy estés enfrentando, puedo asegurarte que tu victoria está en tu
confianza en la Palabra de Dios. Dios no miente, no puede hacerlo. Así que,
todo lo que Él haya dicho acerca de ti, en la Biblia, ten por seguro que lo va
a cumplir.
No olvidaré mi pacto, Ni mudaré lo que ha salido
de mis labios (Sal 89.34).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
no pasarán (Mat 24.35).
Y, ¿qué dice Dios
respecto a ti?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Antes que nada, Dios te
dice que te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte
a ti, y que Él no está interesado en condenarte por lo que hayas hecho en tu
vida sino en darte la salvación y hacerte participar de la Vida Eterna.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).
Dice también que, por ese
Amor que siente por ti, después de haber pagado tus transgresiones y perdonado
tus pecados, ahora te ha hecho una Nueva Creación y te llama Hija(o), ¡Su
Hija(o) amada(o)!
siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡DIOS DICE que tú eres
un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, y dice también que tu Nueva
Naturaleza ahora proviene no de una semilla corruptible, sino de la
incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece PARA
SIEMPRE!
¡Esta es tu Identidad! Y
en ésta se encuentra tu victoria. Tu salud, tu prosperidad, la restauración de
tu familia, el cumplimiento de tus sueños, tu gozo y tu paz, encontrarán plena
realización en la medida que CREAS que eres la persona que Dios dice, en Su
Palabra, que tú ahora eres.
Al fin y al cabo, siempre
será cierto que mayor es Él, que está en ti, que el que está en el mundo, pues,
si Dios es contigo, ¿quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial,
hoy vengo delante de Ti para asegurarte que he puesto mi confianza en Tu
Palabra. Señor Jesús, yo en Ti confío. Gracias, porque con Tu muerte y
resurrección yo he pasado de muerte a vida, me trasladaste de las tinieblas en
las que estaba a Tu luz admirable. Por Tu Amor, por Tu Sangre y por Tu Palabra
he Nacido de Nuevo para recibir la Vida Eterna como un(a) Hija(o) de Dios.
¡Gracias, Señor Jesús! ¡Muchas gracias! En Ti confía mi corazón. En Ti se goza
mi alma. En Ti descansa mi ser. Puedo ser feliz, pues aunque ande en valle de
sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú, Señor, estás conmigo. Creo
y declaro que yo, ___________________ (tu nombre aquí), habito al abrigo del Altísimo y moro bajo la sombra del
Omnipotente. Te digo a Ti, Jesús: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en Ti
confiaré. Tú me librarás del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Tus
plumas me cubrirás, y debajo de Tus alas estaré segura(o); Escudo y adarga es
Tu verdad. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni
pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a mi lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará.
Ciertamente con mis ojos miraré y veré la recompensa de los impíos. Porque te
he puesto a Ti, Jehová, que eres mi esperanza, al Altísimo por mi habitación,
No me sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a Tus ángeles mandará
acerca de mí, que me guarden en todos mis caminos. En las manos me llevarán,
para que mi pie no tropiece en piedra. Sobre el león y el áspid pisaré;
hollaré al cachorro del león y al dragón. Por cuanto en Ti, Jesús, yo he
puesto mi amor, Tú también me librarás; me pondrás en alto, por cuanto he conocido
Tu nombre. Te invocaré, y Tú me responderás; conmigo estarás Tú en la angustia;
me librarás y me glorificarás. Me saciarás de larga vida, y me mostrarás Tu
salvación. Por lo tanto, sin importar las circunstancias que
hoy estoy enfrentando, ahora sé que de todas ellas saldré más que vencedor(a),
pues soy un(a) Hija(o) del Rey y todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Así
que, soy sana(o), soy libre y soy prospera(o) para vivir una Vida Plena y
Abundante. ¡Recibo Tu Amor! ¡Recibo Tu Gozo! ¡Recibo Tu Paz! ¡Por la Sangre de
Jesús que no hay forma que yo pueda perder en esta vida! En el nombre de Jesús. ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
22 Mat
20.1-16 / Núm 13-14 / Ecl 9.1-12
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
22 Mat
20.1-16 / Núm 13-14 / Ecl 9.1-12
San
Mateo 20.1-16
Los obreros de la viña
20
1Porque el reino de los cielos es semejante
a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para
su viña. 2Y habiendo convenido con los obreros en un denario al
día, los envió a su viña. 3Saliendo cerca de la hora tercera del
día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; 4y les dijo:
Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
5Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
6Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban
desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? 7Le
dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la
viña, y recibiréis lo que sea justo. 8Cuando llegó la noche, el
señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal,a
comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9Y al venir los
que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
10Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más;
pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11Y al
recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12diciendo:
Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a
nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. 13Él,
respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste
conmigo en un denario? 14Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero
dar a este postrero, como a ti. 15¿No me es lícito hacer lo que
quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? 16Así,
los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son
llamados, mas pocos escogidos.b[1]
Números
13-14
Misión de los doce espías
(Dt. 1.19–33)
13
1Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 2Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la
cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un
varón, cada uno príncipe entre ellos. 3Y Moisés los envió desde el
desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones
eran príncipes de los hijos de Israel. 4Estos son sus nombres: De
la tribu de Rubén, Samúa hijo de Zacur. 5De la tribu de Simeón,
Safat hijo de Horí. 6De la tribu de Judá, Caleb hijo de Jefone.
7De la tribu de Isacar, Igal hijo de José. 8De la tribu de
Efraín, Oseas hijo de Nun. 9De la tribu de Benjamín, Palti hijo de
Rafú. 10De la tribu de Zabulón, Gadiel hijo de Sodi. 11De
la tribu de José: de la tribu de Manasés, Gadi hijo de Susi. 12De
la tribu de Dan, Amiel hijo de Gemali. 13De la tribu de Aser,
Setur hijo de Micael. 14De la tribu de Neftalí, Nahbi hijo de
Vapsi. 15De la tribu de Gad, Geuel hijo de Maqui. 16Estos
son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a
Oseas hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué.
17Los envió, pues, Moisés a
reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al
monte, 18y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita,
si es fuerte o débil, si poco o numeroso; 19cómo es la tierra
habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son
campamentos o plazas fortificadas; 20y cómo es el terreno, si es
fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del
país. Y era el tiempo de las primeras uvas.
21Y ellos subieron, y reconocieron
la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Hamat. 22Y
subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban Ahimán, Sesai y
Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en
Egipto. 23Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron
un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las
granadas y de los higos. 24Y se llamó aquel lugar el Valle de
Escol,4
por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.
25Y volvieron de reconocer la
tierra al fin de cuarenta días. 26Y anduvieron y vinieron a Moisés
y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de
Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y
les mostraron el fruto de la tierra. 27Y les contaron, diciendo:
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye
leche y miel; y este es el fruto de ella. 28Mas el pueblo que
habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y
también vimos allí a los hijos de Anac. 29Amalec habita el Neguev,
y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita
junto al mar, y a la ribera del Jordán.
30Entonces Caleb hizo callar al
pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos nosotros que ellos. 31Mas los varones que
subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más
fuerte que nosotros. 32Y hablaron mal entre los hijos de Israel,
de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en
medio de ella son hombres de grande estatura. 33También vimos allí
gigantes,a
hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como
langostas; y así les parecíamos a ellos.
Los israelitas se rebelan contra Jehová
14
1Entonces toda la congregación
gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 2Y se
quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo
toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto
ojalá muriéramos! 3¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para
caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos
sería mejor volvernos a Egipto?
4Y decían el uno al otro:
Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto. 5Entonces Moisés y
Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la
congregación de los hijos de Israel. 6Y Josué hijo de Nun y Caleb
hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus
vestidos, 7y hablaron a toda la congregación de los hijos de
Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en
gran manera buena. 8Si Jehová se agradare de nosotros, él nos
llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.
9Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová,a ni temáis
al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se
ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. 10Entonces
toda la multitud habló de apedrearlos.
Pero la gloria de Jehová se mostró en el
tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel, 11y Jehová
dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me
creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12Yo
los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más
grande y más fuerte que ellos.
13Pero Moisés respondió a Jehová:
Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo
con tu poder; 14y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los
cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a
cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día
ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego;
15y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las
gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo: 16Por cuanto
no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los
mató en el desierto. 17Ahora, pues, yo te ruego que sea
magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: 18Jehová,
tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la
rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la
maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.b
19Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu
misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.c
Jehová castiga a Israel
(Dt. 1.34–40)
20Entonces Jehová dijo: Yo lo he
perdonado conforme a tu dicho. 21Mas tan ciertamente como vivo yo,
y mi gloria llena toda la tierra, 22todos los que vieron mi gloria
y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez
veces, y no han oído mi voz, 23no verán la tierra de la cual juré
a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá.d
24Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió
ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la
tendrá en posesión.e 25Ahora bien,
el amalecita y el cananeo habitan en el valle; volveos mañana y salid al
desierto, camino del Mar Rojo.
26Y Jehová habló a Moisés y a
Aarón, diciendo: 27¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que
murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
28Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así
haré yo con vosotros. 29En este desierto caerán vuestros cuerpos;f
todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años
arriba, los cuales han murmurado contra mí. 30Vosotros a la verdad
no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar
en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. 31Pero
a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los
introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. 32En
cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. 33Y
vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años,g
y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos
en el desierto. 34Conforme al número de los días, de los cuarenta
días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta
años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo. 35Yo Jehová he
hablado; así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí; en
este desierto serán consumidos, y ahí morirán.
Muerte de los diez espías malvados
36Y los varones que Moisés envió a
reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la
congregación, desacreditando aquel país, 37aquellos varones que
habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. 38Pero
Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos
hombres que habían ido a reconocer la tierra.
La derrota en Horma
(Dt. 1.41–46)
39Y Moisés dijo estas cosas a todos
los hijos de Israel, y el pueblo se enlutó mucho. 40Y se
levantaron por la mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo: Henos aquí
para subir al lugar del cual ha hablado Jehová; porque hemos pecado. 41Y
dijo Moisés: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento de Jehová? Esto tampoco os
saldrá bien. 42No subáis, porque Jehová no está en medio de
vosotros, no seáis heridos delante de vuestros enemigos. 43Porque
el amalecita y el cananeo están allí delante de vosotros, y caeréis a espada;
pues por cuanto os habéis negado a seguir a Jehová, por eso no estará Jehová
con vosotros. 44Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del
monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio
del campamento. 45Y descendieron el amalecita y el cananeo que
habitaban en aquel monte, y los hirieron y los derrotaron, persiguiéndolos
hasta Horma.[2]
Eclesiastés
9
9
1Ciertamente he dado mi corazón a
todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus
obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los
hombres; todo está delante de ellos. 2Todo acontece de la misma
manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio
y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al
que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3Este mal
hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a
todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y
de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los
muertos. 4Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los
vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5Porque los que
viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;
porque su memoria es puesta en olvido. 6También su amor y su odio
y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace
debajo del sol.
7Anda, y come tu pan con gozo, y
bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.
8En todo tiempo sean blancos tus
vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
9Goza de la vida con la mujer que
amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol,
todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu
trabajo con que te afanas debajo del sol. 10Todo lo que te viniere
a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas,
no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
11Me volví y vi debajo del sol, que
ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los
sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor;
sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. 12Porque el hombre
tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como
las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en
el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
13También vi esta sabiduría debajo
del sol, la cual me parece grande: 14una pequeña ciudad, y pocos
hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra
ella grandes baluartes; 15y se halla en ella un hombre pobre,
sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel
hombre pobre. 16Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la
fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus
palabras.
17Las palabras del sabio escuchadas
en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios. 18Mejor
es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.[3]
a a 20.8: Lv. 19.13; Dt. 24.15.
b b 20.16: Mt. 19.30; Mr. 10.31; Lc. 13.30.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 19.30-20.16). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
4 Esto es, del Racimo.
a a 13.33: Gn. 6.4.
a a 14.9: He. 3.16.
b b 14.18: Ex. 20.5–6; 34.6–7; Dt. 5.9–10;
7.9–10.
c c 14.13–19: Ex. 32.11–14.
d d 14.21–23: He. 3.18.
e e 14.24: Jos. 14.9–12.
f f 14.29: He. 3.17.
g g 14.33: Hch. 7.36.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 12.16-14.45). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 8.17-9.18). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
22 Mat
20.1-16 / Núm 13-14 / Ecl 9.1-12
San
Mateo 20.1-16
Los obreros de la viña
20
1Porque el reino de los cielos es semejante
a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para
su viña. 2Y habiendo convenido con los obreros en un denario al
día, los envió a su viña. 3Saliendo cerca de la hora tercera del
día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; 4y les dijo:
Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
5Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo.
6Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban
desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? 7Le
dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la
viña, y recibiréis lo que sea justo. 8Cuando llegó la noche, el
señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal,a
comenzando desde los postreros hasta los primeros. 9Y al venir los
que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
10Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más;
pero también ellos recibieron cada uno un denario. 11Y al
recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, 12diciendo:
Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a
nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. 13Él,
respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste
conmigo en un denario? 14Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero
dar a este postrero, como a ti. 15¿No me es lícito hacer lo que
quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? 16Así,
los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son
llamados, mas pocos escogidos.b[1]
Números
13-14
Misión de los doce espías
(Dt. 1.19–33)
13
1Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 2Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la
cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un
varón, cada uno príncipe entre ellos. 3Y Moisés los envió desde el
desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones
eran príncipes de los hijos de Israel. 4Estos son sus nombres: De
la tribu de Rubén, Samúa hijo de Zacur. 5De la tribu de Simeón,
Safat hijo de Horí. 6De la tribu de Judá, Caleb hijo de Jefone.
7De la tribu de Isacar, Igal hijo de José. 8De la tribu de
Efraín, Oseas hijo de Nun. 9De la tribu de Benjamín, Palti hijo de
Rafú. 10De la tribu de Zabulón, Gadiel hijo de Sodi. 11De
la tribu de José: de la tribu de Manasés, Gadi hijo de Susi. 12De
la tribu de Dan, Amiel hijo de Gemali. 13De la tribu de Aser,
Setur hijo de Micael. 14De la tribu de Neftalí, Nahbi hijo de
Vapsi. 15De la tribu de Gad, Geuel hijo de Maqui. 16Estos
son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a
Oseas hijo de Nun le puso Moisés el nombre de Josué.
17Los envió, pues, Moisés a
reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al
monte, 18y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita,
si es fuerte o débil, si poco o numeroso; 19cómo es la tierra
habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son
campamentos o plazas fortificadas; 20y cómo es el terreno, si es
fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del
país. Y era el tiempo de las primeras uvas.
21Y ellos subieron, y reconocieron
la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Hamat. 22Y
subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban Ahimán, Sesai y
Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en
Egipto. 23Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron
un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las
granadas y de los higos. 24Y se llamó aquel lugar el Valle de
Escol,4
por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel.
25Y volvieron de reconocer la
tierra al fin de cuarenta días. 26Y anduvieron y vinieron a Moisés
y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de
Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y
les mostraron el fruto de la tierra. 27Y les contaron, diciendo:
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye
leche y miel; y este es el fruto de ella. 28Mas el pueblo que
habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y
también vimos allí a los hijos de Anac. 29Amalec habita el Neguev,
y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita
junto al mar, y a la ribera del Jordán.
30Entonces Caleb hizo callar al
pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella;
porque más podremos nosotros que ellos. 31Mas los varones que
subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más
fuerte que nosotros. 32Y hablaron mal entre los hijos de Israel,
de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en
medio de ella son hombres de grande estatura. 33También vimos allí
gigantes,a
hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como
langostas; y así les parecíamos a ellos.
Los israelitas se rebelan contra Jehová
14
1Entonces toda la congregación
gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 2Y se
quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo
toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto
ojalá muriéramos! 3¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para
caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos
sería mejor volvernos a Egipto?
4Y decían el uno al otro:
Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto. 5Entonces Moisés y
Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la
congregación de los hijos de Israel. 6Y Josué hijo de Nun y Caleb
hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus
vestidos, 7y hablaron a toda la congregación de los hijos de
Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en
gran manera buena. 8Si Jehová se agradare de nosotros, él nos
llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel.
9Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová,a ni temáis
al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se
ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. 10Entonces
toda la multitud habló de apedrearlos.
Pero la gloria de Jehová se mostró en el
tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel, 11y Jehová
dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me
creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12Yo
los heriré de mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más
grande y más fuerte que ellos.
13Pero Moisés respondió a Jehová:
Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo
con tu poder; 14y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los
cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a
cara aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día
ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego;
15y que has hecho morir a este pueblo como a un solo hombre; y las
gentes que hubieren oído tu fama hablarán, diciendo: 16Por cuanto
no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les había jurado, los
mató en el desierto. 17Ahora, pues, yo te ruego que sea
magnificado el poder del Señor, como lo hablaste, diciendo: 18Jehová,
tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la
rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la
maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.b
19Perdona ahora la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu
misericordia, y como has perdonado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.c
Jehová castiga a Israel
(Dt. 1.34–40)
20Entonces Jehová dijo: Yo lo he
perdonado conforme a tu dicho. 21Mas tan ciertamente como vivo yo,
y mi gloria llena toda la tierra, 22todos los que vieron mi gloria
y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez
veces, y no han oído mi voz, 23no verán la tierra de la cual juré
a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá.d
24Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió
ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la
tendrá en posesión.e 25Ahora bien,
el amalecita y el cananeo habitan en el valle; volveos mañana y salid al
desierto, camino del Mar Rojo.
26Y Jehová habló a Moisés y a
Aarón, diciendo: 27¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que
murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
28Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así
haré yo con vosotros. 29En este desierto caerán vuestros cuerpos;f
todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años
arriba, los cuales han murmurado contra mí. 30Vosotros a la verdad
no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar
en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. 31Pero
a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los
introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. 32En
cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. 33Y
vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años,g
y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos
en el desierto. 34Conforme al número de los días, de los cuarenta
días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta
años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo. 35Yo Jehová he
hablado; así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí; en
este desierto serán consumidos, y ahí morirán.
Muerte de los diez espías malvados
36Y los varones que Moisés envió a
reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la
congregación, desacreditando aquel país, 37aquellos varones que
habían hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehová. 38Pero
Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida, de entre aquellos
hombres que habían ido a reconocer la tierra.
La derrota en Horma
(Dt. 1.41–46)
39Y Moisés dijo estas cosas a todos
los hijos de Israel, y el pueblo se enlutó mucho. 40Y se
levantaron por la mañana y subieron a la cumbre del monte, diciendo: Henos aquí
para subir al lugar del cual ha hablado Jehová; porque hemos pecado. 41Y
dijo Moisés: ¿Por qué quebrantáis el mandamiento de Jehová? Esto tampoco os
saldrá bien. 42No subáis, porque Jehová no está en medio de
vosotros, no seáis heridos delante de vuestros enemigos. 43Porque
el amalecita y el cananeo están allí delante de vosotros, y caeréis a espada;
pues por cuanto os habéis negado a seguir a Jehová, por eso no estará Jehová
con vosotros. 44Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del
monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio
del campamento. 45Y descendieron el amalecita y el cananeo que
habitaban en aquel monte, y los hirieron y los derrotaron, persiguiéndolos
hasta Horma.[2]
Eclesiastés
9
9
1Ciertamente he dado mi corazón a
todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus
obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los
hombres; todo está delante de ellos. 2Todo acontece de la misma
manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio
y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al
que peca; al que jura, como al que teme el juramento. 3Este mal
hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo suceso acontece a
todos, y también que el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y
de insensatez en su corazón durante su vida; y después de esto se van a los
muertos. 4Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los
vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. 5Porque los que
viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;
porque su memoria es puesta en olvido. 6También su amor y su odio
y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace
debajo del sol.
7Anda, y come tu pan con gozo, y
bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios.
8En todo tiempo sean blancos tus
vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza.
9Goza de la vida con la mujer que
amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol,
todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu
trabajo con que te afanas debajo del sol. 10Todo lo que te viniere
a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas,
no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
11Me volví y vi debajo del sol, que
ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los
sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor;
sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. 12Porque el hombre
tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como
las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en
el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.
13También vi esta sabiduría debajo
del sol, la cual me parece grande: 14una pequeña ciudad, y pocos
hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y la asedia y levanta contra
ella grandes baluartes; 15y se halla en ella un hombre pobre,
sabio, el cual libra a la ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel
hombre pobre. 16Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la
fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus
palabras.
17Las palabras del sabio escuchadas
en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios. 18Mejor
es la sabiduría que las armas de guerra; pero un pecador destruye mucho bien.[3]
a a 20.8: Lv. 19.13; Dt. 24.15.
b b 20.16: Mt. 19.30; Mr. 10.31; Lc. 13.30.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 19.30-20.16). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
4 Esto es, del Racimo.
a a 13.33: Gn. 6.4.
a a 14.9: He. 3.16.
b b 14.18: Ex. 20.5–6; 34.6–7; Dt. 5.9–10;
7.9–10.
c c 14.13–19: Ex. 32.11–14.
d d 14.21–23: He. 3.18.
e e 14.24: Jos. 14.9–12.
f f 14.29: He. 3.17.
g g 14.33: Hch. 7.36.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 12.16-14.45). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 8.17-9.18). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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