¡Cómo vivir en este mundo tan incierto!
¡Estoy asegurado!
Por Riqui Ricón*
Toda palabra de Dios es
limpia; El es escudo a los que en él esperan (Pro 30.5).
¿Cómo puede ser Dios escudo a los que en Él esperan?
Puesto que Él es Dios (el único Dios verdadero), entonces Su Palabra es la
Verdad. Lo cual significa que TODO lo que Él dice tiene cumplimiento. El poder
de la fuerza de Dios no es el Amor, ni Su Voluntad, ni Su Presencia sino Su
Palabra. Todo cuanto existe, lo visible y lo invisible, fue creado por Su
Palabra, no por el Amor.
Por la fe entendemos haber
sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo
que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Es el poder que contiene la Palabra
de Dios lo que hace que se materialicen cosas que no existían, que se vea lo
que no se veía.
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue
la luz (Gen 1.3).
Ahora bien, no me malinterpretes, es totalmente
verdadero que Dios ES Amor y, por lo tanto, hizo el universo por Amor y en Amor,
pero lo hizo con Su Palabra.
De hecho, Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Lo importante a destacar aquí, en la meditación de
hoy, es que la Biblia, la Palabra de Dios, es más vital que el alimento mismo;
es el arma y escudo con las que Jesús derrotó al diablo:
Y
vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios (Mat 4.3-4).
La Biblia es el arma y escudo con las que tú derrotas
al diablo cada día, cada vez que el viene a tratar de hurtar, matar o destruir
tu gozo, tu paz o tu vida.
(Efe 6:16-17 RV60) Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
La Palabra de Dios es tan importante, santa, pura,
infalible, contundente y eterna que las mismas Escrituras se definen como la
Perfecta Ley, la Ley de Verdad, la Ley de Libertad.
Mas el
que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en
ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace (Sgo 1.25).
De modo que sí, sí puedes estar seguro(a) en esta
vida. Si la Biblia dice que Dios es escudo a los que en Él esperan, entonces tú
tienes el mejor de los escudos.
De modo que sí, sí puedes estar totalmente seguro(a)
en tu vida. Dondequiera que andes y como quiera que estés, si la Biblia dice
que Aquel que fue engendrado por Dios, Cristo Jesús, te guarda y el maligno no
te toca (1 Jn 5.18), entonces tienes de tu lado al mejor de los guardianes y, definitivamente,
Satanás no puede tocarte.
Por esto es sumamente importante que desarrolles y
uses tu fe. ¡Créele a Dios creyendo Su Palabra!
Mas la fe nace cuando se presta atención a las Buenas
Noticias acerca de Jesucristo (Rom 10.17 BAD).
Así que la
fe ES por oír la Palabra de Dios, entonces, lo que tienes que hacer para
desarrollar tu fe es escuchar continua y constantemente la Biblia.
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
¡Más claro, ni el agua! Dios te
revela en Su Palabra el secreto para vivir una vida exitosa: ¡Haz de la lectura
y meditación de la Biblia la norma máxima de tu existencia!
Jesús le
dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).
Y desde luego que al que le cree
a Dios, TODO le es posible.
La fe es lo único que te garantiza una Vida
victoriosa y lo único que tienes que hacer
es poner la Biblia en tu boca, mente y
corazón; leyéndola y meditándola TODOS LOS DIAS, porque dice Dios que entonces
(no antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino y
todo te saldrá bien.
Bienaventurado
el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera…
No tendrá temor de malas noticias; Su corazón está firme, confiado en Jehová.
Asegurado está su corazón; no temerá, Hasta que vea en sus enemigos su deseo (Sal 112.1, 7-8).
Puesto que la Biblia es la Palabra de Dios, Su
Palabra de Honor, entonces tiene todo el Poder para hacerse cumplir a sí misma
y tú puedes recibir hoy esta bendición para aquellos que aman y se deleitan en
la Palabra de Dios: No tendrás temor de malas noticias. Tú corazón está firme,
confiado en el Señor. Asegurado está tu corazón; no temerás.
Ahora bien, todo esto es muy real y posible porque
Dios te ama tanto que, a través de Jesucristo, Él te ha hecho Su propio(a)
Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Así que, puedes hoy declararlo en voz alta: ¡Dios
es mi Padre y mi escudo! ¡No temeré! ¡Estoy asegurado(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es saber y creer lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber
escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por mí. Señor Jesús,
muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no
estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que
Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti
mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Gracias porque
con Tu muerte y resurrección, destruiste por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo, y así, me has hecho
libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda mi vida sujeto(a)
a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi viejo(a) yo, murió
contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna que Tú tienes, es
la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la muerte! ¡La
muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Ahora puedo, con toda certeza
declarar que, ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo
en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena
y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto.
¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! ¡Ya no tengo temor! ¡Estoy
asegurado(a)! ¡Tú eres mi escudo! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
12 Mat 14.1-21 / Lev 20-21 / Pro 30
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
12 Mat 14.1-21 / Lev 20-21 / Pro 30
San
Mateo 14.1-21
Muerte de Juan el Bautista
(Mr. 6.14–29; Lc. 9.7–9)
14
1En aquel tiempo Herodes el
tetrarca oyó la fama de Jesús, 2y dijo a sus criados: Este es Juan
el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos
poderes. 3Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su
hermano; 4porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.a,b
5Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan
por profeta. 6Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes,
la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, 7por lo
cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. 8Ella,
instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan
el Bautista. 9Entonces el rey se entristeció; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen,
10y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. 11Y fue traída su
cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
12Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron;
y fueron y dieron las nuevas a Jesús.
Alimentación de los cinco mil
(Mr. 6.30–44; Lc. 9.10–17; Jn. 6.1–14)
13Oyéndolo Jesús, se apartó de allí
en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le
siguió a pie desde las ciudades. 14Y saliendo Jesús, vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban
enfermos. 15Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos,
diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud,
para que vayan por las aldeas y compren de comer. 16Jesús les
dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. 17Y
ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18El
les dijo: Traédmelos acá. 19Entonces mandó a la gente recostarse
sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los
discípulos a la multitud. 20Y comieron todos, y se saciaron; y
recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. 21Y
los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños.[1]
Levítico
20-21
Penas por actos de inmoralidad
20
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de
Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus
hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. 3Y
yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por
cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo
nombre. 4Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de
aquel varón que hubiere dado de sus hijos a Moloc, para no matarle, 5entonces
yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia, y le cortaré de
entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con
Moloc.
6Y la persona que atendiere a
encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro
contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. 7Santificaos,
pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. 8Y guardad
mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico. 9Todo
hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá;a
a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él.
10Si un hombre cometiere adulterio
con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán
muertos.b
11Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su
padre descubrió; ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos.c
12Si alguno durmiere con su nuera, ambos han de morir; cometieron grave
perversión; su sangre será sobre ellos.d 13Si
alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de
ser muertos; sobre ellos será su sangre.e 14El
que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán con fuego a él y
a ellas, para que no haya vileza entre vosotros.f 15Cualquiera
que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.
16Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la
mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre
ellos.g
17Si alguno tomare a su hermana,
hija de su padre o hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya,
es cosa execrable; por tanto serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo;
descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará.h
18Cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su
desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos
serán cortados de entre su pueblo.i 19La
desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no
descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad
llevarán. 20Cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su
padre, la desnudez del hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán;
morirán sin hijos.j 21Y el que
tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su hermano
descubrió; sin hijos serán.k
22Guardad, pues, todos mis
estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la
tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. 23Y
no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de
vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.
24Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y
yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel.
Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. 25Por
tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave
inmunda y limpia; y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con
las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra, los cuales os he
apartado por inmundos. 26Habéis, pues, de serme santos, porque yo
Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.
27Y el hombre o la mujer que
evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir;
serán apedreados; su sangre será sobre ellos.
Santidad de los sacerdotes
21
1Jehová dijo a Moisés: Habla a los
sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus
pueblos. 2Mas por su pariente cercano, por su madre o por su
padre, o por su hijo o por su hermano, 3o por su hermana virgen, a
él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará. 4No
se contaminará como cualquier hombre de su pueblo, haciéndose inmundo. 5No
harán tonsura en su cabeza, ni raerán la punta de su barba, ni en su carne
harán rasguños.a 6Santos serán a su Dios, y no
profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y
el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos. 7Con mujer
ramera o infame no se casarán, ni con mujer repudiada de su marido; porque el
sacerdote es santo a su Dios. 8Le santificarás, por tanto, pues el
pan de tu Dios ofrece; santo será para ti, porque santo soy yo Jehová que os
santifico. 9Y la hija del sacerdote, si comenzare a fornicar, a su
padre deshonra; quemada será al fuego.
10Y el sumo sacerdote entre sus
hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue
consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus
vestidos, 11ni entrará donde haya alguna persona muerta; ni por su
padre ni por su madre se contaminará. 12Ni saldrá del santuario,
ni profanará el santuario de su Dios; porque la consagración por el aceite de
la unción de su Dios está sobre él. Yo Jehová. 13Tomará por esposa
a una mujer virgen. 14No tomará viuda, ni repudiada, ni infame ni
ramera, sino tomará de su pueblo una virgen por mujer, 15para que
no profane su descendencia en sus pueblos; porque yo Jehová soy el que los
santifico.
16Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 17Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes por
sus generaciones, que tenga algún defecto, se acercará para ofrecer el pan de
su Dios. 18Porque ningún varón en el cual haya defecto se
acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado, 19o varón
que tenga quebradura de pie o rotura de mano, 20o jorobado, o
enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o testículo
magullado. 21Ningún varón de la descendencia del sacerdote Aarón,
en el cual haya defecto, se acercará para ofrecer las ofrendas encendidas para
Jehová. Hay defecto en él; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. 22Del
pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer.
23Pero no se acercará tras el velo, ni se acercará al altar, por cuanto
hay defecto en él; para que no profane mi santuario, porque yo Jehová soy el
que los santifico. 24Y Moisés habló esto a Aarón, y a sus hijos, y
a todos los hijos de Israel.[2]
Proverbios 30
Las palabras de Agur
30
1Palabras de
Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente
más rudo soy yo que ninguno,
Ni tengo entendimiento de
hombre.
3 Yo ni
aprendí sabiduría,
Ni conozco la ciencia del
Santo.
4 ¿Quién
subió al cielo, y descendió?
¿Quién encerró los vientos en
sus puños?
¿Quién ató las aguas en un
paño?
¿Quién afirmó todos los
términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el
nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda
palabra de Dios es limpia;
El es escudo a los que en él
esperan.
6 No añadas a
sus palabras, para que no te reprenda,
Y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas
te he demandado;
No me las niegues antes que
muera:
8 Vanidad y
palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
9 No sea que
me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi
Dios.
10 No acuses
al siervo ante su señor,
No sea que te maldiga, y
lleves el castigo.
11 Hay
generación que maldice a su padre
Y a su madre no bendice.
12 Hay
generación limpia en su propia opinión,
Si bien no se ha limpiado de
su inmundicia.
13 Hay
generación cuyos ojos son altivos
Y cuyos párpados están
levantados en alto.
14 Hay
generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,
Para devorar a los pobres de
la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
15 La
sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!
Tres cosas hay que nunca se
sacian;
Aun la cuarta nunca dice:
¡Basta!
16 El Seol, la
matriz estéril,
La tierra que no se sacia de
aguas,
Y el fuego que jamás dice:
¡Basta!
17 El ojo que
escarnece a su padre
Y menosprecia la enseñanza de
la madre,
Los cuervos de la cañada lo
saquen,
Y lo devoren los hijos del águila.
18 Tres cosas
me son ocultas;
Aun tampoco sé la cuarta:
19 El rastro
del águila en el aire;
El rastro de la culebra sobre
la peña;
El rastro de la nave en medio
del mar;
Y el rastro del hombre en la
doncella.
20 El proceder
de la mujer adúltera es así:
Come, y limpia su boca
Y dice: No he hecho maldad.
21 Por tres
cosas se alborota la tierra,
Y la cuarta ella no puede
sufrir:
22 Por el
siervo cuando reina;
Por el necio cuando se sacia
de pan;
23 Por la
mujer odiada cuando se casa;
Y por la sierva cuando hereda
a su señora.
24 Cuatro
cosas son de las más pequeñas de la tierra,
Y las mismas son más sabias
que los sabios:
25 Las
hormigas, pueblo no fuerte,
Y en el verano preparan su
comida;
26 Los
conejos, pueblo nada esforzado,
Y ponen su casa en la piedra;
27 Las
langostas, que no tienen rey,
Y salen todas por cuadrillas;
28 La araña
que atrapas con la mano,
Y está en palacios de rey.
29 Tres cosas
hay de hermoso andar,
Y la cuarta pasea muy bien:
30 El león,
fuerte entre todos los animales,
Que no vuelve atrás por nada;
31 El ceñido
de lomos; asimismo el macho cabrío;
Y el rey, a quien nadie
resiste.
32 Si
neciamente has procurado enaltecerte,
O si has pensado hacer mal,
Pon el dedo sobre tu boca.
33 Ciertamente
el que bate la leche sacará mantequilla,
Y el que recio se suena las
narices sacará sangre;
Y el que provoca la ira
causará contienda.[3]
a a 14.4: Lv. 18.16; 20.21.
b b 14.3–4: Lc. 3.19–20.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 13.58-14.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 20.9: Ex. 21.17; Mt. 15.4; Mr. 7.10.
b b 20.10: Ex. 20.14; Lv. 18.20; Dt. 5.18.
c c 20.11: Lv. 18.8; Dt. 22.30; 27.20.
d d 20.12: Lv. 18.15.
e e 20.13: Lv. 18.22.
f f 20.14: Lv. 18.17; Dt. 27.23.
g
g 20.15–16: Ex. 22.19; Lv.
18.23; Dt. 27.21.
h
h 20.17: Lv. 18.9; Dt. 27.22.
i
i 20.18: Lv. 18.19.
j
j 20.19–20: Lv. 18.12–14.
k
k 20.21: Lv. 18.16.
a
a 21.5: Lv. 19.27–28; Dt.
14.1.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 19.37-21.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 29.27-30.33). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
12 Mat 14.1-21 / Lev 20-21 / Pro 30
San
Mateo 14.1-21
Muerte de Juan el Bautista
(Mr. 6.14–29; Lc. 9.7–9)
14
1En aquel tiempo Herodes el
tetrarca oyó la fama de Jesús, 2y dijo a sus criados: Este es Juan
el Bautista; ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos
poderes. 3Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su
hermano; 4porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.a,b
5Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan
por profeta. 6Pero cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes,
la hija de Herodías danzó en medio, y agradó a Herodes, 7por lo
cual éste le prometió con juramento darle todo lo que pidiese. 8Ella,
instruida primero por su madre, dijo: Dame aquí en un plato la cabeza de Juan
el Bautista. 9Entonces el rey se entristeció; pero a causa del
juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen,
10y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. 11Y fue traída su
cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la presentó a su madre.
12Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo y lo enterraron;
y fueron y dieron las nuevas a Jesús.
Alimentación de los cinco mil
(Mr. 6.30–44; Lc. 9.10–17; Jn. 6.1–14)
13Oyéndolo Jesús, se apartó de allí
en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le
siguió a pie desde las ciudades. 14Y saliendo Jesús, vio una gran
multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban
enfermos. 15Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos,
diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud,
para que vayan por las aldeas y compren de comer. 16Jesús les
dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. 17Y
ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 18El
les dijo: Traédmelos acá. 19Entonces mandó a la gente recostarse
sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los
discípulos a la multitud. 20Y comieron todos, y se saciaron; y
recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. 21Y
los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños.[1]
Levítico
20-21
Penas por actos de inmoralidad
20
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Dirás asimismo a los hijos de Israel: Cualquier varón de los hijos de
Israel, o de los extranjeros que moran en Israel, que ofreciere alguno de sus
hijos a Moloc, de seguro morirá; el pueblo de la tierra lo apedreará. 3Y
yo pondré mi rostro contra el tal varón, y lo cortaré de entre su pueblo, por
cuanto dio de sus hijos a Moloc, contaminando mi santuario y profanando mi santo
nombre. 4Si el pueblo de la tierra cerrare sus ojos respecto de
aquel varón que hubiere dado de sus hijos a Moloc, para no matarle, 5entonces
yo pondré mi rostro contra aquel varón y contra su familia, y le cortaré de
entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de él prostituyéndose con
Moloc.
6Y la persona que atendiere a
encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro
contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. 7Santificaos,
pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios. 8Y guardad
mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico. 9Todo
hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá;a
a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él.
10Si un hombre cometiere adulterio
con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán
muertos.b
11Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su
padre descubrió; ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos.c
12Si alguno durmiere con su nuera, ambos han de morir; cometieron grave
perversión; su sangre será sobre ellos.d 13Si
alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de
ser muertos; sobre ellos será su sangre.e 14El
que tomare mujer y a la madre de ella, comete vileza; quemarán con fuego a él y
a ellas, para que no haya vileza entre vosotros.f 15Cualquiera
que tuviere cópula con bestia, ha de ser muerto, y mataréis a la bestia.
16Y si una mujer se llegare a algún animal para ayuntarse con él, a la
mujer y al animal matarás; morirán indefectiblemente; su sangre será sobre
ellos.g
17Si alguno tomare a su hermana,
hija de su padre o hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya,
es cosa execrable; por tanto serán muertos a ojos de los hijos de su pueblo;
descubrió la desnudez de su hermana; su pecado llevará.h
18Cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su
desnudez, su fuente descubrió, y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos
serán cortados de entre su pueblo.i 19La
desnudez de la hermana de tu madre, o de la hermana de tu padre, no
descubrirás; porque al descubrir la desnudez de su parienta, su iniquidad
llevarán. 20Cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su
padre, la desnudez del hermano de su padre descubrió; su pecado llevarán;
morirán sin hijos.j 21Y el que
tomare la mujer de su hermano, comete inmundicia; la desnudez de su hermano
descubrió; sin hijos serán.k
22Guardad, pues, todos mis
estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la
tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella. 23Y
no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de
vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.
24Pero a vosotros os he dicho: Vosotros poseeréis la tierra de ellos, y
yo os la daré para que la poseáis por heredad, tierra que fluye leche y miel.
Yo Jehová vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. 25Por
tanto, vosotros haréis diferencia entre animal limpio e inmundo, y entre ave
inmunda y limpia; y no contaminéis vuestras personas con los animales, ni con
las aves, ni con nada que se arrastra sobre la tierra, los cuales os he
apartado por inmundos. 26Habéis, pues, de serme santos, porque yo
Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.
27Y el hombre o la mujer que
evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir;
serán apedreados; su sangre será sobre ellos.
Santidad de los sacerdotes
21
1Jehová dijo a Moisés: Habla a los
sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus
pueblos. 2Mas por su pariente cercano, por su madre o por su
padre, o por su hijo o por su hermano, 3o por su hermana virgen, a
él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará. 4No
se contaminará como cualquier hombre de su pueblo, haciéndose inmundo. 5No
harán tonsura en su cabeza, ni raerán la punta de su barba, ni en su carne
harán rasguños.a 6Santos serán a su Dios, y no
profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y
el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos. 7Con mujer
ramera o infame no se casarán, ni con mujer repudiada de su marido; porque el
sacerdote es santo a su Dios. 8Le santificarás, por tanto, pues el
pan de tu Dios ofrece; santo será para ti, porque santo soy yo Jehová que os
santifico. 9Y la hija del sacerdote, si comenzare a fornicar, a su
padre deshonra; quemada será al fuego.
10Y el sumo sacerdote entre sus
hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue
consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus
vestidos, 11ni entrará donde haya alguna persona muerta; ni por su
padre ni por su madre se contaminará. 12Ni saldrá del santuario,
ni profanará el santuario de su Dios; porque la consagración por el aceite de
la unción de su Dios está sobre él. Yo Jehová. 13Tomará por esposa
a una mujer virgen. 14No tomará viuda, ni repudiada, ni infame ni
ramera, sino tomará de su pueblo una virgen por mujer, 15para que
no profane su descendencia en sus pueblos; porque yo Jehová soy el que los
santifico.
16Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 17Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes por
sus generaciones, que tenga algún defecto, se acercará para ofrecer el pan de
su Dios. 18Porque ningún varón en el cual haya defecto se
acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado, 19o varón
que tenga quebradura de pie o rotura de mano, 20o jorobado, o
enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o testículo
magullado. 21Ningún varón de la descendencia del sacerdote Aarón,
en el cual haya defecto, se acercará para ofrecer las ofrendas encendidas para
Jehová. Hay defecto en él; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios. 22Del
pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer.
23Pero no se acercará tras el velo, ni se acercará al altar, por cuanto
hay defecto en él; para que no profane mi santuario, porque yo Jehová soy el
que los santifico. 24Y Moisés habló esto a Aarón, y a sus hijos, y
a todos los hijos de Israel.[2]
Proverbios 30
Las palabras de Agur
30
1Palabras de
Agur, hijo de Jaqué; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente
más rudo soy yo que ninguno,
Ni tengo entendimiento de
hombre.
3 Yo ni
aprendí sabiduría,
Ni conozco la ciencia del
Santo.
4 ¿Quién
subió al cielo, y descendió?
¿Quién encerró los vientos en
sus puños?
¿Quién ató las aguas en un
paño?
¿Quién afirmó todos los
términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el
nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda
palabra de Dios es limpia;
El es escudo a los que en él
esperan.
6 No añadas a
sus palabras, para que no te reprenda,
Y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas
te he demandado;
No me las niegues antes que
muera:
8 Vanidad y
palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas;
Manténme del pan necesario;
9 No sea que
me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y blasfeme el nombre de mi
Dios.
10 No acuses
al siervo ante su señor,
No sea que te maldiga, y
lleves el castigo.
11 Hay
generación que maldice a su padre
Y a su madre no bendice.
12 Hay
generación limpia en su propia opinión,
Si bien no se ha limpiado de
su inmundicia.
13 Hay
generación cuyos ojos son altivos
Y cuyos párpados están
levantados en alto.
14 Hay
generación cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,
Para devorar a los pobres de
la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.
15 La
sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame! ¡dame!
Tres cosas hay que nunca se
sacian;
Aun la cuarta nunca dice:
¡Basta!
16 El Seol, la
matriz estéril,
La tierra que no se sacia de
aguas,
Y el fuego que jamás dice:
¡Basta!
17 El ojo que
escarnece a su padre
Y menosprecia la enseñanza de
la madre,
Los cuervos de la cañada lo
saquen,
Y lo devoren los hijos del águila.
18 Tres cosas
me son ocultas;
Aun tampoco sé la cuarta:
19 El rastro
del águila en el aire;
El rastro de la culebra sobre
la peña;
El rastro de la nave en medio
del mar;
Y el rastro del hombre en la
doncella.
20 El proceder
de la mujer adúltera es así:
Come, y limpia su boca
Y dice: No he hecho maldad.
21 Por tres
cosas se alborota la tierra,
Y la cuarta ella no puede
sufrir:
22 Por el
siervo cuando reina;
Por el necio cuando se sacia
de pan;
23 Por la
mujer odiada cuando se casa;
Y por la sierva cuando hereda
a su señora.
24 Cuatro
cosas son de las más pequeñas de la tierra,
Y las mismas son más sabias
que los sabios:
25 Las
hormigas, pueblo no fuerte,
Y en el verano preparan su
comida;
26 Los
conejos, pueblo nada esforzado,
Y ponen su casa en la piedra;
27 Las
langostas, que no tienen rey,
Y salen todas por cuadrillas;
28 La araña
que atrapas con la mano,
Y está en palacios de rey.
29 Tres cosas
hay de hermoso andar,
Y la cuarta pasea muy bien:
30 El león,
fuerte entre todos los animales,
Que no vuelve atrás por nada;
31 El ceñido
de lomos; asimismo el macho cabrío;
Y el rey, a quien nadie
resiste.
32 Si
neciamente has procurado enaltecerte,
O si has pensado hacer mal,
Pon el dedo sobre tu boca.
33 Ciertamente
el que bate la leche sacará mantequilla,
Y el que recio se suena las
narices sacará sangre;
Y el que provoca la ira
causará contienda.[3]
a a 14.4: Lv. 18.16; 20.21.
b b 14.3–4: Lc. 3.19–20.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 13.58-14.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 20.9: Ex. 21.17; Mt. 15.4; Mr. 7.10.
b b 20.10: Ex. 20.14; Lv. 18.20; Dt. 5.18.
c c 20.11: Lv. 18.8; Dt. 22.30; 27.20.
d d 20.12: Lv. 18.15.
e e 20.13: Lv. 18.22.
f f 20.14: Lv. 18.17; Dt. 27.23.
g
g 20.15–16: Ex. 22.19; Lv.
18.23; Dt. 27.21.
h
h 20.17: Lv. 18.9; Dt. 27.22.
i
i 20.18: Lv. 18.19.
j
j 20.19–20: Lv. 18.12–14.
k
k 20.21: Lv. 18.16.
a
a 21.5: Lv. 19.27–28; Dt.
14.1.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 19.37-21.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 29.27-30.33). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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