¿Quién puede afirmar: «Tengo puro el corazón; estoy limpio
de pecado»?
¡Un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo!
Por Riqui Ricón*
¿Quién podrá decir: Yo he
limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado? (Pro 20.9).
La Biblia, que
es la Palabra de Dios y no miente, dice claramente que ningún ser humano se
podrá justificar así mismo delante de Dios (Sal 143.2). Sin embargo, al mismo tiempo
establece que,
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su
pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en
cuyo espíritu no hay engaño (Sal 32.1-2).
Aunque
no hay posibilidad alguna que tú seas justificado por tus acciones, ni en tus
fuerzas, ¡Dichoso el hombre o la mujer a quien se le perdonan sus
transgresiones! ¡Dichoso el hombre o la mujer a quien se le borran sus pecados!
¡Dichoso el hombre o la mujer a quien el SEÑOR no toma en cuenta su maldad!
En el Antiguo
Testamento Dios estableció un sistema de sacrificios mediante los cuales
cualquier hombre o mujer podría ser dichoso al serle cubiertos sus pecados para
ser perdonado.
si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo, ofrecerá a
Jehová, por su pecado que habrá cometido, un becerro sin defecto para expiación. Traerá el
becerro a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová, y pondrá su
mano sobre la cabeza del becerro, y lo degollará delante de Jehová. Y el
sacerdote ungido tomará de la sangre del becerro, y la traerá al tabernáculo de
reunión; y mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de
aquella sangre siete veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario.
Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del
incienso aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová (Lev 4.3-7a).
La palabra
hebrea que se utiliza para significar la expiación es Kafár y entre sus
significados encontramos: cubrir, condonar,
aplacar o cancelar, anular, apaciguar, pacto,
perdonar, propicio, purificar, reconciliar.
Todos estos
significados te muestran claramente que la intención de Dios para contigo nunca
ha sido condenarte por tus pecados sino perdonarte y acercarte a Él por medio
de la reconciliación (expiación).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Ahora bien,
esta reconciliación o expiación consistía en tomar un becerro sin defecto y
sacrificarlo después de haber puesto las manos sobre su cabeza haciendo de él
un substituto inocente. Su sangre se llevaba dentro del Tabernáculo de reunión
y se rociaba como testimonio contra el velo que separaba el lugar santo del
lugar santísimo e impedía la entrada al lugar de la Presencia de Dios.
Y si bien todo
esto sólo era una imagen o modelo de lo que vendría más adelante con el Nuevo
Pacto, la verdad es que los israelitas volvían a pecar continuamente y
continuamente estaban sujetos al rito de la expiación para cubrir sus pecados.
¡Aunque tenían la expiación, eran esclavos del pecado! ¡La dicha prometida se
alejaba constantemente de ellos!
Pero ahora Cristo ya ha venido, y lo ha hecho como
sumo sacerdote de los bienes prometidos. Porque él entró en el santuario
celestial, más amplio y perfecto, que no fue hecho por manos humanas ni
pertenece a este mundo, y llevó sangre al Lugar Santísimo, una sola vez y para
siempre; pero no sangre de machos cabríos o de becerros, sino su propia sangre,
con la que aseguró nuestra eterna redención. Y si bajo el antiguo orden de
cosas podía santificarse y purificar a los que estaban impuros a causa del
pecado, rociándolos con sangre de toros y machos cabríos, y con cenizas de
becerra, con mucha mayor eficacia la sangre de Cristo limpiará vuestras
conciencias de las obras que llevan a la muerte. Él, sin mancha alguna de
pecado, se ofreció a sí mismo a Dios mediante la acción del Espíritu eterno,
para que vosotros podáis servir ahora al Dios vivo. De este modo, Cristo es
mediador de un nuevo pacto, a fin de que, habiendo obtenido con su muerte el
perdón de los pecados cometidos durante el tiempo del pacto anterior, los
llamados por Dios reciban la promesa de la herencia eterna (He 9.11-15 CST).
¡Estas, mi estimado(a)
amigo(a), son las Buenas Noticias del Evangelio de Jesucristo!
La
reconciliación que Jesucristo hizo para ti ya no es de expiación sino
¡Redención! Haz sido comprado(a) a precio de la Sangre del unigénito Hijo de
Dios para ser hecho(a) libre.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte (Rom 8.2).
Ahora, en
Cristo Jesús, eres libre de la ley del pecado y de la muerte. ¡Tienes Vida
Eterna!
Este es el
Nuevo Pacto. Este es el Vino Nuevo que ha de ser puesto en odres nuevos. La
vieja forma de pensar, la conciencia de pecado, no tiene cabida aquí.
Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir:
Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre
tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico):
Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y
se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a
Dios, que había dado tal potestad a los hombres (Mat 9.5-8).
Es evidente que
Dios ha dado una Nueva Autoridad, una potestad diferente, a todos aquellos que,
como tú, han creído y han aceptado la Redención ofrecida.
De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará,
porque yo voy al Padre (Jua 14.12).
Gracias a que
el problema del pecado ya fue resuelto, has sido habilitado(a) por la Palabra
de Dios para hacer las mismas cosas que Jesús hizo y aún mayores. ¡Él y tú son
Hijos del mismo Padre!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1).
Por la Redención de Cristo has
sido hecho(a) Hijo(a) legítimo(a) de Dios. ¡Eres Nueva Creación! ¡Has Nacido de
Nuevo! Y sin lugar a dudas que puedes decir: con la sangre de Jesús, he
limpiado mi corazón y estoy limpio(a) de pecado. ¡Soy dichoso(a)!
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy
quiero decirte que te amo con todo mi corazón y que no encuentro mejor forma de
agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo. No encuentro mejor forma de
honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que recibiendo la posición e Identidad
que Él adquirió para mí al morir en esa cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias
Señor! Gracias por mi Redención. Creo y recibo tu grande y eterno Amor por mí.
Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo y recibo
también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor,
porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida. Gracias Padre porque
no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor
y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por
Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que
vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy
dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús.
Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo como Hijo(a) de Dios.
Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad.
Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Soy libre de la ley
del pecado y de la muerte! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de
Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo
de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la
cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a
mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que
desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi
Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 2 Mat 9.1-17
/
Lev 3-4 / Pro 20
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 2 Mat 9.1-17
/
Lev 3-4 / Pro 20
San
Mateo 9.1-17
Jesús sana a un paralítico
(Mr. 2.1–12; Lc. 5.17–26)
9
1Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y
vino a su ciudad. 2Y sucedió que le trajeron un paralítico,
tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten
ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 3Entonces algunos de
los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4Y conociendo
Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros
corazones? 5Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son
perdonados, o decir: Levántate y anda? 6Pues para que sepáis que
el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice
entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 7Entonces
él se levantó y se fue a su casa. 8Y la gente, al verlo, se
maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Llamamiento de Mateo
(Mr. 2.13–17; Lc. 5.27–32)
9Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que
estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó
y le siguió. 10Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la
casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron
juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11Cuando vieron
esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con
los publicanos y pecadores?a 12Al oír esto
Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
13Id, pues, y aprended lo que significa:b Misericordia
quiero, y no sacrificio.c Porque no he venido a llamar
a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
La pregunta sobre el ayuno
(Mr. 2.18–22; Lc. 5.33–39)
14Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo:
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no
ayunan? 15Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas
tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando
el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 16Nadie pone
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido,
y se hace peor la rotura. 17Ni echan vino nuevo en odres viejos;
de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se
pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
conservan juntamente. [1]
Levítico
3-4
Ofrendas de paz
3
1Si su ofrenda fuere sacrificio de paz, si hubiere de
ofrecerla de ganado vacuno, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá delante
de Jehová. 2Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la
degollará a la puerta del tabernáculo de reunión; y los sacerdotes hijos de
Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 3Luego ofrecerá
del sacrificio de paz, como ofrenda encendida a Jehová, la grosura que cubre
los intestinos, y toda la grosura que está sobre las entrañas, 4y
los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y sobre los ijares; y con
los riñones quitará la grosura de los intestinos que está sobre el hígado.
5Y los hijos de Aarón harán arder esto en el altar, sobre el holocausto
que estará sobre la leña que habrá encima del fuego; es ofrenda de olor grato
para Jehová.
6Mas si de ovejas fuere su ofrenda para sacrificio de paz a
Jehová, sea macho o hembra, la ofrecerá sin defecto. 7Si ofreciere
cordero por su ofrenda, lo ofrecerá delante de Jehová. 8Pondrá su
mano sobre la cabeza de su ofrenda, y después la degollará delante del
tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar
alrededor. 9Y del sacrificio de paz ofrecerá por ofrenda encendida
a Jehová la grosura, la cola entera, la cual quitará a raíz del espinazo, la
grosura que cubre todos los intestinos, y toda la que está sobre las entrañas.
10Asimismo los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y la que
está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el
hígado. 11Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es
de ofrenda encendida para Jehová.
12Si fuere cabra su ofrenda, la ofrecerá delante de Jehová.
13Pondrá su mano sobre la cabeza de ella, y la degollará delante del
tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar
alrededor. 14Después ofrecerá de ella su ofrenda encendida a
Jehová; la grosura que cubre los intestinos, y toda la grosura que está sobre
las entrañas, 15los dos riñones, la grosura que está sobre ellos,
y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre
el hígado. 16Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda
es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de
Jehová. 17Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera
que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.
Ofrendas por el pecado
4
1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Habla a los
hijos de Israel y diles: Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de
los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna
de ellas; 3si el sacerdote ungido pecare según el pecado del
pueblo, ofrecerá a Jehová, por su pecado que habrá cometido, un becerro sin
defecto para expiación. 4Traerá el becerro a la puerta del
tabernáculo de reunión delante de Jehová, y pondrá su mano sobre la cabeza del
becerro, y lo degollará delante de Jehová. 5Y el sacerdote ungido
tomará de la sangre del becerro, y la traerá al tabernáculo de reunión; 6y
mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de aquella sangre siete
veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario. 7Y el
sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso
aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová; y echará el
resto de la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 8Y tomará del becerro para la
expiación toda su grosura, la que cubre los intestinos, y la que está sobre las
entrañas, 9los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la
que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el
hígado, 10de la manera que se quita del buey del sacrificio de
paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar del holocausto. 11Y
la piel del becerro, y toda su carne, con su cabeza, sus piernas, sus
intestinos y su estiércol, 12en fin, todo el becerro sacará fuera
del campamento a un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemará al
fuego sobre la leña; en donde se echan las cenizas será quemado.
13Si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el yerro
estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de
los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y fueren
culpables; 14luego que llegue a ser conocido el pecado que
cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán
delante del tabernáculo de reunión. 15Y los ancianos de la
congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehová, y
en presencia de Jehová degollarán aquel becerro. 16Y el sacerdote
ungido meterá de la sangre del becerro en el tabernáculo de reunión, 17y
mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociará siete veces delante
de Jehová hacia el velo. 18Y de aquella sangre pondrá sobre los
cuernos del altar que está delante de Jehová en el tabernáculo de reunión, y
derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto, que está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 19Y le quitará toda la grosura
y la hará arder sobre el altar. 20Y hará de aquel becerro como
hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote
expiación por ellos, y obtendrán perdón. 21Y sacará el becerro
fuera del campamento, y lo quemará como quemó el primer becerro; expiación es
por la congregación.
22Cuando pecare un jefe, e hiciere por yerro algo contra
alguno de todos los mandamientos de Jehová su Dios sobre cosas que no se han de
hacer, y pecare; 23luego que conociere su pecado que cometió,
presentará por su ofrenda un macho cabrío sin defecto. 24Y pondrá
su mano sobre la cabeza del macho cabrío, y lo degollará en el lugar donde se
degüella el holocausto, delante de Jehová; es expiación. 25Y con
su dedo el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los
cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del
altar del holocausto, 26y quemará toda su grosura sobre el altar,
como la grosura del sacrificio de paz; así el sacerdote hará por él la
expiación de su pecado, y tendrá perdón.
27Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo
contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y
delinquiere; 28luego que conociere su pecado que cometió, traerá
por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió.
29Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la
degollará en el lugar del holocausto. 30Luego con su dedo el
sacerdote tomará de la sangre, y la pondrá sobre los cuernos del altar del
holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. 31Y
le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del
sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a
Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado.a
32Y si por su ofrenda por el pecado trajere cordero, hembra
sin defecto traerá. 33Y pondrá su mano sobre la cabeza de la
ofrenda de expiación, y la degollará por expiación en el lugar donde se
degüella el holocausto. 34Después con su dedo el sacerdote tomará
de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del
holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. 35Y
le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz,
y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; y
le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será
perdonado. [2]
Proverbios 20
20
1 El
vino es escarnecedor, la sidra alborotadora,
Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.
2 Como
rugido de cachorro de león es el terror del rey;
El que lo enfurece peca contra sí mismo.
3 Honra
es del hombre dejar la contienda;
Mas todo insensato se envolverá en ella.
4 El
perezoso no ara a causa del invierno;
Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.
5 Como
aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre;
Mas el hombre entendido lo alcanzará.
6 Muchos
hombres proclaman cada uno su propia bondad,
Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?
7 Camina
en su integridad el justo;
Sus hijos son dichosos después de él.
8 El
rey que se sienta en el trono de juicio,
Con su mirar disipa todo mal.
9 ¿Quién
podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,
Limpio estoy de mi pecado?
10 Pesa
falsa y medida falsa,
Ambas cosas son abominación a Jehová.
11 Aun
el muchacho es conocido por sus hechos,
Si su conducta fuere limpia y recta.
12 El
oído que oye, y el ojo que ve,
Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
13 No
ames el sueño, para que no te empobrezcas;
Abre tus ojos, y te saciarás de pan.
14 El
que compra dice: Malo es, malo es;
Mas cuando se aparta, se alaba.
15 Hay
oro y multitud de piedras preciosas;
Mas los labios prudentes son joya preciosa.
16 Quítale
su ropa al que salió por fiador del extraño,
Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.
17 Sabroso
es al hombre el pan de mentira;
Pero después su boca será llena de cascajo.
18 Los
pensamientos con el consejo se ordenan;
Y con dirección sabia se hace la guerra.
19 El
que anda en chismes descubre el secreto;
No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.
20 Al
que maldice a su padre o a su madre,
Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.
21 Los
bienes que se adquieren de prisa al principio,
No serán al final bendecidos.
22 No
digas: Yo me vengaré;
Espera a Jehová, y él te salvará.
23 Abominación
son a Jehová las pesas falsas,
Y la balanza falsa no es buena.
24 De
Jehová son los pasos del hombre;
¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?
25 Lazo
es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración,
Y después de hacerlo, reflexionar.
26 El
rey sabio avienta a los impíos,
Y sobre ellos hace rodar la rueda.
27 Lámpara
de Jehová es el espíritu del hombre,
La cual escudriña lo más profundo del corazón.
28 Misericordia
y verdad guardan al rey,
Y con clemencia se sustenta su trono.
29 La
gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez.
30 Los
azotes que hieren son medicina para el malo,
Y el castigo purifica el corazón. [3]
a a 9.10–11: Lc. 15.1–2.
b b 9.13: Mt. 12.7.
c c 9.13: Os. 6.6.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mt
8.34-9.17
a a 4.27–31: Nm. 15.27–28.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lv
2.16-4.35
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
19.29-20.30
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 2 Mat 9.1-17
/
Lev 3-4 / Pro 20
San
Mateo 9.1-17
Jesús sana a un paralítico
(Mr. 2.1–12; Lc. 5.17–26)
9
1Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y
vino a su ciudad. 2Y sucedió que le trajeron un paralítico,
tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten
ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 3Entonces algunos de
los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4Y conociendo
Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros
corazones? 5Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son
perdonados, o decir: Levántate y anda? 6Pues para que sepáis que
el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice
entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 7Entonces
él se levantó y se fue a su casa. 8Y la gente, al verlo, se
maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Llamamiento de Mateo
(Mr. 2.13–17; Lc. 5.27–32)
9Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que
estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó
y le siguió. 10Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la
casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron
juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 11Cuando vieron
esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con
los publicanos y pecadores?a 12Al oír esto
Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
13Id, pues, y aprended lo que significa:b Misericordia
quiero, y no sacrificio.c Porque no he venido a llamar
a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
La pregunta sobre el ayuno
(Mr. 2.18–22; Lc. 5.33–39)
14Entonces vinieron a él los discípulos de Juan, diciendo:
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no
ayunan? 15Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas
tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando
el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 16Nadie pone
remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido,
y se hace peor la rotura. 17Ni echan vino nuevo en odres viejos;
de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se
pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
conservan juntamente. [1]
Levítico
3-4
Ofrendas de paz
3
1Si su ofrenda fuere sacrificio de paz, si hubiere de
ofrecerla de ganado vacuno, sea macho o hembra, sin defecto la ofrecerá delante
de Jehová. 2Pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la
degollará a la puerta del tabernáculo de reunión; y los sacerdotes hijos de
Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 3Luego ofrecerá
del sacrificio de paz, como ofrenda encendida a Jehová, la grosura que cubre
los intestinos, y toda la grosura que está sobre las entrañas, 4y
los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y sobre los ijares; y con
los riñones quitará la grosura de los intestinos que está sobre el hígado.
5Y los hijos de Aarón harán arder esto en el altar, sobre el holocausto
que estará sobre la leña que habrá encima del fuego; es ofrenda de olor grato
para Jehová.
6Mas si de ovejas fuere su ofrenda para sacrificio de paz a
Jehová, sea macho o hembra, la ofrecerá sin defecto. 7Si ofreciere
cordero por su ofrenda, lo ofrecerá delante de Jehová. 8Pondrá su
mano sobre la cabeza de su ofrenda, y después la degollará delante del
tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar
alrededor. 9Y del sacrificio de paz ofrecerá por ofrenda encendida
a Jehová la grosura, la cola entera, la cual quitará a raíz del espinazo, la
grosura que cubre todos los intestinos, y toda la que está sobre las entrañas.
10Asimismo los dos riñones y la grosura que está sobre ellos, y la que
está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el
hígado. 11Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es
de ofrenda encendida para Jehová.
12Si fuere cabra su ofrenda, la ofrecerá delante de Jehová.
13Pondrá su mano sobre la cabeza de ella, y la degollará delante del
tabernáculo de reunión; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar
alrededor. 14Después ofrecerá de ella su ofrenda encendida a
Jehová; la grosura que cubre los intestinos, y toda la grosura que está sobre
las entrañas, 15los dos riñones, la grosura que está sobre ellos,
y la que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre
el hígado. 16Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda
es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de
Jehová. 17Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera
que habitéis, que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.
Ofrendas por el pecado
4
1Habló Jehová a Moisés, diciendo: 2Habla a los
hijos de Israel y diles: Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de
los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna
de ellas; 3si el sacerdote ungido pecare según el pecado del
pueblo, ofrecerá a Jehová, por su pecado que habrá cometido, un becerro sin
defecto para expiación. 4Traerá el becerro a la puerta del
tabernáculo de reunión delante de Jehová, y pondrá su mano sobre la cabeza del
becerro, y lo degollará delante de Jehová. 5Y el sacerdote ungido
tomará de la sangre del becerro, y la traerá al tabernáculo de reunión; 6y
mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de aquella sangre siete
veces delante de Jehová, hacia el velo del santuario. 7Y el
sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso
aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de Jehová; y echará el
resto de la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 8Y tomará del becerro para la
expiación toda su grosura, la que cubre los intestinos, y la que está sobre las
entrañas, 9los dos riñones, la grosura que está sobre ellos, y la
que está sobre los ijares; y con los riñones quitará la grosura de sobre el
hígado, 10de la manera que se quita del buey del sacrificio de
paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar del holocausto. 11Y
la piel del becerro, y toda su carne, con su cabeza, sus piernas, sus
intestinos y su estiércol, 12en fin, todo el becerro sacará fuera
del campamento a un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemará al
fuego sobre la leña; en donde se echan las cenizas será quemado.
13Si toda la congregación de Israel hubiere errado, y el yerro
estuviere oculto a los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de
los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y fueren
culpables; 14luego que llegue a ser conocido el pecado que
cometieren, la congregación ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán
delante del tabernáculo de reunión. 15Y los ancianos de la
congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehová, y
en presencia de Jehová degollarán aquel becerro. 16Y el sacerdote
ungido meterá de la sangre del becerro en el tabernáculo de reunión, 17y
mojará el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociará siete veces delante
de Jehová hacia el velo. 18Y de aquella sangre pondrá sobre los
cuernos del altar que está delante de Jehová en el tabernáculo de reunión, y
derramará el resto de la sangre al pie del altar del holocausto, que está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 19Y le quitará toda la grosura
y la hará arder sobre el altar. 20Y hará de aquel becerro como
hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote
expiación por ellos, y obtendrán perdón. 21Y sacará el becerro
fuera del campamento, y lo quemará como quemó el primer becerro; expiación es
por la congregación.
22Cuando pecare un jefe, e hiciere por yerro algo contra
alguno de todos los mandamientos de Jehová su Dios sobre cosas que no se han de
hacer, y pecare; 23luego que conociere su pecado que cometió,
presentará por su ofrenda un macho cabrío sin defecto. 24Y pondrá
su mano sobre la cabeza del macho cabrío, y lo degollará en el lugar donde se
degüella el holocausto, delante de Jehová; es expiación. 25Y con
su dedo el sacerdote tomará de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los
cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del
altar del holocausto, 26y quemará toda su grosura sobre el altar,
como la grosura del sacrificio de paz; así el sacerdote hará por él la
expiación de su pecado, y tendrá perdón.
27Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo
contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y
delinquiere; 28luego que conociere su pecado que cometió, traerá
por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió.
29Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la
degollará en el lugar del holocausto. 30Luego con su dedo el
sacerdote tomará de la sangre, y la pondrá sobre los cuernos del altar del
holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. 31Y
le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del
sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a
Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado.a
32Y si por su ofrenda por el pecado trajere cordero, hembra
sin defecto traerá. 33Y pondrá su mano sobre la cabeza de la
ofrenda de expiación, y la degollará por expiación en el lugar donde se
degüella el holocausto. 34Después con su dedo el sacerdote tomará
de la sangre de la expiación, y la pondrá sobre los cuernos del altar del
holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. 35Y
le quitará toda su grosura, como fue quitada la grosura del sacrificio de paz,
y el sacerdote la hará arder en el altar sobre la ofrenda encendida a Jehová; y
le hará el sacerdote expiación de su pecado que habrá cometido, y será
perdonado. [2]
Proverbios 20
20
1 El
vino es escarnecedor, la sidra alborotadora,
Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.
2 Como
rugido de cachorro de león es el terror del rey;
El que lo enfurece peca contra sí mismo.
3 Honra
es del hombre dejar la contienda;
Mas todo insensato se envolverá en ella.
4 El
perezoso no ara a causa del invierno;
Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.
5 Como
aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre;
Mas el hombre entendido lo alcanzará.
6 Muchos
hombres proclaman cada uno su propia bondad,
Pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?
7 Camina
en su integridad el justo;
Sus hijos son dichosos después de él.
8 El
rey que se sienta en el trono de juicio,
Con su mirar disipa todo mal.
9 ¿Quién
podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,
Limpio estoy de mi pecado?
10 Pesa
falsa y medida falsa,
Ambas cosas son abominación a Jehová.
11 Aun
el muchacho es conocido por sus hechos,
Si su conducta fuere limpia y recta.
12 El
oído que oye, y el ojo que ve,
Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.
13 No
ames el sueño, para que no te empobrezcas;
Abre tus ojos, y te saciarás de pan.
14 El
que compra dice: Malo es, malo es;
Mas cuando se aparta, se alaba.
15 Hay
oro y multitud de piedras preciosas;
Mas los labios prudentes son joya preciosa.
16 Quítale
su ropa al que salió por fiador del extraño,
Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.
17 Sabroso
es al hombre el pan de mentira;
Pero después su boca será llena de cascajo.
18 Los
pensamientos con el consejo se ordenan;
Y con dirección sabia se hace la guerra.
19 El
que anda en chismes descubre el secreto;
No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.
20 Al
que maldice a su padre o a su madre,
Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.
21 Los
bienes que se adquieren de prisa al principio,
No serán al final bendecidos.
22 No
digas: Yo me vengaré;
Espera a Jehová, y él te salvará.
23 Abominación
son a Jehová las pesas falsas,
Y la balanza falsa no es buena.
24 De
Jehová son los pasos del hombre;
¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?
25 Lazo
es al hombre hacer apresuradamente voto de consagración,
Y después de hacerlo, reflexionar.
26 El
rey sabio avienta a los impíos,
Y sobre ellos hace rodar la rueda.
27 Lámpara
de Jehová es el espíritu del hombre,
La cual escudriña lo más profundo del corazón.
28 Misericordia
y verdad guardan al rey,
Y con clemencia se sustenta su trono.
29 La
gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez.
30 Los
azotes que hieren son medicina para el malo,
Y el castigo purifica el corazón. [3]
a a 9.10–11: Lc. 15.1–2.
b b 9.13: Mt. 12.7.
c c 9.13: Os. 6.6.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mt
8.34-9.17
a a 4.27–31: Nm. 15.27–28.
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lv
2.16-4.35
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
19.29-20.30
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