¡Soy espíritu perfecto!
Por Riqui Ricón*
y el polvo
vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio (Ecl 12.7).
La Biblia, que es la palabra de
Dios y no miente, te enseña claramente que tú, como todos los seres humanos, fuiste
creada(o) a imagen y semejanza de Dios, y así como Dios es Espíritu, tú también
eres espíritu.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las
aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó (Gen 1.26-27).
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (Jn 4.24).
Así pues, ser espíritu es la
esencia misma de tu ser que, al igual a Dios, está compuesto de tres partes:
espíritu, alma y cuerpo. Sin embargo, de los tres, lo que realmente te define
es que tú eres espíritu. No tienes un espíritu, sino que eres espíritu.
Comprender esto hará una gran diferencia en tu vida y en tu forma de vivir como
creyente.
Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Tes
5.23).
Durante mucho tiempo se te ha
enseñado erróneamente que el ser humano está formado por cuerpo, alma y
espíritu, dejando al espíritu al final, como algo vago, etéreo y de difícil
descripción que forma parte de ti y que quizás llegues a comprender cuando, al
fin, estés delante de la Presencia de Dios. Esta ha sido una enseñanza que te
lleva a poner toda tu atención en el cuerpo y el alma, en lo que ves, en lo que
sientes, en lo que puedes tocar y medir. Dejando todo lo espiritual en un plano
de muy difícil comprensión.
El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las
palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6.63).
Dado que has sido enseñada(o) a
creer que tienes un espíritu y que tu cuerpo y alma son las partes importantes
de tu ser, es muy conveniente que todos los días te digas a ti mismo en voz
audible: “soy espíritu, no tengo un espíritu sino que yo, Riqui Ricón (aquí va
tu nombre), soy espíritu, tengo un alma y vivo dentro de un cuerpo. Yo estaba
muerta(o) en mis delitos y pecados, pero, por el Amor de Dios, he sido
justificada(o) y perdonada(o) en la Sangre de Jesús para ser hecha(o) por Dios
Nueva creatura, un espíritu nuevo”.
¿Por qué es esto tan importante?
Porque la esencia del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, eres tú, un espíritu
Nuevo. Dios prometió darte, por medio de Jesucristo, un corazón nuevo y al
Espíritu Santo para que viva en ti, pero en cuanto a ti se refiere, a tu
esencia misma, Él prometió hacerte espíritu Nuevo: ¡un(a) Hija(o) de Dios
Nacida(o) de Nuevo!
He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Israel y con
la casa de Judá. No como el
pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido
para ellos, dice Jehová. Pero este es
el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a
ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a
Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado (Jer 31.31-34).
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de
vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un
corazón de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Y eres de tal naturaleza, hecha(o)
Nueva Creación, que la semilla que Dios utilizó para regenerarte fue Su Propia
Palabra, la cual es incorruptible. Así que, ya no eres más aquella (aquel)
mujer (hombre) corrompida(o) por el pecado y sus deseos, sino que, ahora eres
un espíritu TOTALMENTE NUEVO, ¡creada(o) PERFECTA(O) por Dios!
siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que
vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
pero Cristo, habiendo ofrecido
una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios, de ahí en
adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con
una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (He
10.12-14).
Así que ¡buenas noticias! No por
nada que tú o yo hayamos hecho o merecido sino por Su Gran Amor con que nos amó
al derramar Su Sangre hasta la última gota como el justo precio por nuestros
pecados y en cumplimiento a ese Nuevo Pacto, a Su Palabra, somos, literalmente,
Hijas e Hijos del Dios Vivo y hermanos de Jesucristo. ¡Perfectos, Justos y
Santos!
y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de
la verdad (Efe 4.24).
Declaremos: Amado Padre
celestial, muchas gracias por haberme dado a Tu Hijo Jesús. Creo y declaro lo
que Tú, Señor, dices que soy: una/un Hija/Hijo Tuya/Tuyo Nacida/Nacido de
Nuevo, regenerada/regenerado de la semilla incorruptible que es Tu Palabra. Soy
perfecta/perfecto, santa/santo y justa/justo para vivir plena y abundantemente
sobre la tierra y manifestar la libertad gloriosa de Tus Hijas e Hijos. En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
25 Mat
21.28-46 / Núm 19-20 / Ecl 12
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
25 Mat
21.28-46 / Núm 19-20 / Ecl 12
San
Mateo 21.28-46
Parábola de los dos hijos
28Pero ¿qué os parece? Un hombre
tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en
mi viña. 29Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después,
arrepentido, fue. 30Y acercándose al otro, le dijo de la misma
manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31¿Cuál
de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les
dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de
vosotros al reino de Dios. 32Porque vino a vosotros Juan en camino
de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron;h
y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Los labradores malvados
(Mr. 12.1–12; Lc. 20.9–19)
33Oíd otra parábola: Hubo un
hombre, padre de familia, el cual plantó una viña,i la cercó
de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos
labradores, y se fue lejos. 34Y cuando se acercó el tiempo de los
frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro
mataron, y a otro apedrearon. 36Envió de nuevo otros siervos, más
que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. 37Finalmente
les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. 38Mas los
labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero;
venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. 39Y tomándole, le
echaron fuera de la viña, y le mataron. 40Cuando venga, pues, el
señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41Le dijeron: A
los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores,
que le paguen el fruto a su tiempo.
42Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis
en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?j
43Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de
vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. 44Y
el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le
desmenuzará.
45Y oyendo sus parábolas los
principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.
46Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía
por profeta.[1]
Números
19-20
La purificación de los inmundos
19
1Jehová habló a Moisés y a Aarón,
diciendo: 2Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito,
diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta,
en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo; 3y
la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la
hará degollar en su presencia. 4Y Eleazar el sacerdote tomará de
la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de
reunión con la sangre de ella siete veces; 5y hará quemar la vaca
ante sus ojos; su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar.
6Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo
echará en medio del fuego en que arde la vaca. 7El sacerdote
lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después entrará
en el campamento; y será inmundo el sacerdote hasta la noche. 8Asimismo
el que la quemó lavará sus vestidos en agua, también lavará en agua su cuerpo,
y será inmundo hasta la noche. 9Y un hombre limpio recogerá las
cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio, y las
guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación;
es una expiación.a 10Y el que recogió las cenizas
de la vaca lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche; y será estatuto
perpetuo para los hijos de Israel, y para el extranjero que mora entre ellos.
11El que tocare cadáver de cualquier
persona será inmundo siete días. 12Al tercer día se purificará con
aquella agua, y al séptimo día será limpio; y si al tercer día no se
purificare, no será limpio al séptimo día. 13Todo aquel que tocare
cadáver de cualquier persona, y no se purificare, el tabernáculo de Jehová
contaminó, y aquella persona será cortada de Israel; por cuanto el agua de la
purificación no fue rociada sobre él, inmundo será, y su inmundicia será sobre
él.
14Esta es la ley para cuando alguno
muera en la tienda: cualquiera que entre en la tienda, y todo el que esté en
ella, será inmundo siete días. 15Y toda vasija abierta, cuya tapa
no esté bien ajustada, será inmunda; 16y cualquiera que tocare
algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano,
o sepulcro, siete días será inmundo. 17Y para el inmundo tomarán
de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua
corriente en un recipiente; 18y un hombre limpio tomará hisopo, y
lo mojará en el agua, y rociará sobre la tienda, sobre todos los muebles, sobre
las personas que allí estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, o
el asesinado, o el muerto, o el sepulcro. 19Y el limpio rociará
sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al
día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y
será limpio a la noche.
20Y el que fuere inmundo, y no se
purificare, la tal persona será cortada de entre la congregación, por cuanto
contaminó el tabernáculo de Jehová; no fue rociada sobre él el agua de la
purificación; es inmundo. 21Les será estatuto perpetuo; también el
que rociare el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que tocare el
agua de la purificación será inmundo hasta la noche. 22Y todo lo
que el inmundo tocare, será inmundo; y la persona que lo tocare será inmunda
hasta la noche.
Agua de la roca
20
1Llegaron los hijos de Israel, toda
la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en
Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.
2Y porque no había agua para la
congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. 3Y habló el
pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron
nuestros hermanos delante de Jehová! 4¿Por qué hiciste venir la
congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y
nuestras bestias? 5¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para
traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni
de granadas; ni aun de agua para beber. 6Y se fueron Moisés y
Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y
se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos.
7Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 8Toma la vara, y reúne
la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y
ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la
congregación y a sus bestias. 9Entonces Moisés tomó la vara de
delante de Jehová, como él le mandó.
10Y reunieron Moisés y Aarón a la
congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de
hacer salir aguas de esta peña? 11Entonces alzó Moisés su mano y
golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación,
y sus bestias. 12Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no
creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto,
no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. 13Estas
son las aguas de la rencilla,5 por las cuales contendieron
los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.a
Edom rehúsa dar paso a Israel
14Envió Moisés embajadores al rey
de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo
el trabajo que nos ha venido; 15cómo nuestros padres descendieron
a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y
a nuestros padres; 16y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz,
y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad
cercana a tus fronteras. 17Te rogamos que pasemos por tu tierra.
No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el
camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos
pasado tu territorio. 18Edom le respondió: No pasarás por mi país;
de otra manera, saldré contra ti armado. 19Y los hijos de Israel
dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis
ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más.
20Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho
pueblo, y mano fuerte. 21No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel
por su territorio, y se desvió Israel de él.
Aarón muere en el Monte Hor
22Y partiendo de Cades los hijos de
Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor. 23Y
Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra
de Edom, diciendo: 24Aarón será reunido a su pueblo, pues no
entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis
rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla. 25Toma a
Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor, 26y
desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque
Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá. 27Y Moisés hizo
como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la
congregación. 28Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se
las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte,b
y Moisés y Eleazar descendieron del monte. 29Y viendo toda la
congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas
la familias de Israel.[2]
Eclesiastés
12
12
1Acuérdate de tu Creador en los
días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los
cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2antes que se
oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras
la lluvia; 3cuando temblarán los guardas de la casa, y se
encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y
se oscurecerán los que miran por las ventanas; 4y las puertas de
afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la
voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5cuando
también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá
el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el
hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las
calles; 6antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el
cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota
sobre el pozo; 7y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el
espíritu vuelva a Dios que lo dio. 8Vanidad de vanidades, dijo el
Predicador, todo es vanidad.
Resumen del deber del hombre
9Y cuanto más sabio fue el
Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo
escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10Procuró el Predicador
hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
11Las palabras de los sabios son
como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las
congregaciones, dadas por un Pastor. 12Ahora, hijo mío, a más de
esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es
fatiga de la carne.
13El fin de todo el discurso oído
es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del
hombre. 14Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. [3]
h h 21.32: Lc. 3.12; 7.29–30.
i i 21.33: Is. 5.1–2.
j j 21.42: Sal. 118.22–23.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 21.27-46). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.9: He. 9.13.
5 Heb. Meriba.
a a 20.2–13: Ex. 17.1–7.
b b 20.28: Nm. 33.38; Dt. 10.6.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 18.32-20.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 11.10-12.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
25 Mat
21.28-46 / Núm 19-20 / Ecl 12
San
Mateo 21.28-46
Parábola de los dos hijos
28Pero ¿qué os parece? Un hombre
tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en
mi viña. 29Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después,
arrepentido, fue. 30Y acercándose al otro, le dijo de la misma
manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31¿Cuál
de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les
dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de
vosotros al reino de Dios. 32Porque vino a vosotros Juan en camino
de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron;h
y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Los labradores malvados
(Mr. 12.1–12; Lc. 20.9–19)
33Oíd otra parábola: Hubo un
hombre, padre de familia, el cual plantó una viña,i la cercó
de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos
labradores, y se fue lejos. 34Y cuando se acercó el tiempo de los
frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos.
35Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro
mataron, y a otro apedrearon. 36Envió de nuevo otros siervos, más
que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. 37Finalmente
les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. 38Mas los
labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero;
venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. 39Y tomándole, le
echaron fuera de la viña, y le mataron. 40Cuando venga, pues, el
señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? 41Le dijeron: A
los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores,
que le paguen el fruto a su tiempo.
42Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis
en las Escrituras:
La piedra que desecharon los edificadores,
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?j
43Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de
vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. 44Y
el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le
desmenuzará.
45Y oyendo sus parábolas los
principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.
46Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía
por profeta.[1]
Números
19-20
La purificación de los inmundos
19
1Jehová habló a Moisés y a Aarón,
diciendo: 2Esta es la ordenanza de la ley que Jehová ha prescrito,
diciendo: Di a los hijos de Israel que te traigan una vaca alazana, perfecta,
en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo; 3y
la daréis a Eleazar el sacerdote, y él la sacará fuera del campamento, y la
hará degollar en su presencia. 4Y Eleazar el sacerdote tomará de
la sangre con su dedo, y rociará hacia la parte delantera del tabernáculo de
reunión con la sangre de ella siete veces; 5y hará quemar la vaca
ante sus ojos; su cuero y su carne y su sangre, con su estiércol, hará quemar.
6Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo
echará en medio del fuego en que arde la vaca. 7El sacerdote
lavará luego sus vestidos, lavará también su cuerpo con agua, y después entrará
en el campamento; y será inmundo el sacerdote hasta la noche. 8Asimismo
el que la quemó lavará sus vestidos en agua, también lavará en agua su cuerpo,
y será inmundo hasta la noche. 9Y un hombre limpio recogerá las
cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento en lugar limpio, y las
guardará la congregación de los hijos de Israel para el agua de purificación;
es una expiación.a 10Y el que recogió las cenizas
de la vaca lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche; y será estatuto
perpetuo para los hijos de Israel, y para el extranjero que mora entre ellos.
11El que tocare cadáver de cualquier
persona será inmundo siete días. 12Al tercer día se purificará con
aquella agua, y al séptimo día será limpio; y si al tercer día no se
purificare, no será limpio al séptimo día. 13Todo aquel que tocare
cadáver de cualquier persona, y no se purificare, el tabernáculo de Jehová
contaminó, y aquella persona será cortada de Israel; por cuanto el agua de la
purificación no fue rociada sobre él, inmundo será, y su inmundicia será sobre
él.
14Esta es la ley para cuando alguno
muera en la tienda: cualquiera que entre en la tienda, y todo el que esté en
ella, será inmundo siete días. 15Y toda vasija abierta, cuya tapa
no esté bien ajustada, será inmunda; 16y cualquiera que tocare
algún muerto a espada sobre la faz del campo, o algún cadáver, o hueso humano,
o sepulcro, siete días será inmundo. 17Y para el inmundo tomarán
de la ceniza de la vaca quemada de la expiación, y echarán sobre ella agua
corriente en un recipiente; 18y un hombre limpio tomará hisopo, y
lo mojará en el agua, y rociará sobre la tienda, sobre todos los muebles, sobre
las personas que allí estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, o
el asesinado, o el muerto, o el sepulcro. 19Y el limpio rociará
sobre el inmundo al tercero y al séptimo día; y cuando lo haya purificado al
día séptimo, él lavará luego sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y
será limpio a la noche.
20Y el que fuere inmundo, y no se
purificare, la tal persona será cortada de entre la congregación, por cuanto
contaminó el tabernáculo de Jehová; no fue rociada sobre él el agua de la
purificación; es inmundo. 21Les será estatuto perpetuo; también el
que rociare el agua de la purificación lavará sus vestidos; y el que tocare el
agua de la purificación será inmundo hasta la noche. 22Y todo lo
que el inmundo tocare, será inmundo; y la persona que lo tocare será inmunda
hasta la noche.
Agua de la roca
20
1Llegaron los hijos de Israel, toda
la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y acampó el pueblo en
Cades; y allí murió María, y allí fue sepultada.
2Y porque no había agua para la
congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. 3Y habló el
pueblo contra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron
nuestros hermanos delante de Jehová! 4¿Por qué hiciste venir la
congregación de Jehová a este desierto, para que muramos aquí nosotros y
nuestras bestias? 5¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para
traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni
de granadas; ni aun de agua para beber. 6Y se fueron Moisés y
Aarón de delante de la congregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y
se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos.
7Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 8Toma la vara, y reúne
la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y
ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la
congregación y a sus bestias. 9Entonces Moisés tomó la vara de
delante de Jehová, como él le mandó.
10Y reunieron Moisés y Aarón a la
congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de
hacer salir aguas de esta peña? 11Entonces alzó Moisés su mano y
golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación,
y sus bestias. 12Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no
creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto,
no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. 13Estas
son las aguas de la rencilla,5 por las cuales contendieron
los hijos de Israel con Jehová, y él se santificó en ellos.a
Edom rehúsa dar paso a Israel
14Envió Moisés embajadores al rey
de Edom desde Cades, diciendo: Así dice Israel tu hermano: Tú has sabido todo
el trabajo que nos ha venido; 15cómo nuestros padres descendieron
a Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los egipcios nos maltrataron, y
a nuestros padres; 16y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz,
y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad
cercana a tus fronteras. 17Te rogamos que pasemos por tu tierra.
No pasaremos por labranza, ni por viña, ni beberemos agua de pozos; por el
camino real iremos, sin apartarnos a diestra ni a siniestra, hasta que hayamos
pasado tu territorio. 18Edom le respondió: No pasarás por mi país;
de otra manera, saldré contra ti armado. 19Y los hijos de Israel
dijeron: Por el camino principal iremos; y si bebiéremos tus aguas yo y mis
ganados, daré el precio de ellas; déjame solamente pasar a pie, nada más.
20Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho
pueblo, y mano fuerte. 21No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel
por su territorio, y se desvió Israel de él.
Aarón muere en el Monte Hor
22Y partiendo de Cades los hijos de
Israel, toda aquella congregación, vinieron al monte de Hor. 23Y
Jehová habló a Moisés y a Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra
de Edom, diciendo: 24Aarón será reunido a su pueblo, pues no
entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis
rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla. 25Toma a
Aarón y a Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor, 26y
desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo; porque
Aarón será reunido a su pueblo, y allí morirá. 27Y Moisés hizo
como Jehová le mandó; y subieron al monte de Hor a la vista de toda la
congregación. 28Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se
las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte,b
y Moisés y Eleazar descendieron del monte. 29Y viendo toda la
congregación que Aarón había muerto, le hicieron duelo por treinta días todas
la familias de Israel.[2]
Eclesiastés
12
12
1Acuérdate de tu Creador en los
días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los
cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2antes que se
oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras
la lluvia; 3cuando temblarán los guardas de la casa, y se
encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y
se oscurecerán los que miran por las ventanas; 4y las puertas de
afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la
voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5cuando
también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá
el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el
hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las
calles; 6antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el
cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota
sobre el pozo; 7y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el
espíritu vuelva a Dios que lo dio. 8Vanidad de vanidades, dijo el
Predicador, todo es vanidad.
Resumen del deber del hombre
9Y cuanto más sabio fue el
Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo
escudriñar, y compuso muchos proverbios. 10Procuró el Predicador
hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad.
11Las palabras de los sabios son
como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las
congregaciones, dadas por un Pastor. 12Ahora, hijo mío, a más de
esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es
fatiga de la carne.
13El fin de todo el discurso oído
es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del
hombre. 14Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. [3]
h h 21.32: Lc. 3.12; 7.29–30.
i i 21.33: Is. 5.1–2.
j j 21.42: Sal. 118.22–23.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 21.27-46). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 19.9: He. 9.13.
5 Heb. Meriba.
a a 20.2–13: Ex. 17.1–7.
b b 20.28: Nm. 33.38; Dt. 10.6.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 18.32-20.29). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 11.10-12.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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