¡Cómo vivir en el Reino de Dios!
¡Eres un(a) Hijo(a) del Reino!
Por Riqui Ricón*
En
aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en
el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un
niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis
y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que
se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos (Mat 18.1-4).
De a cuerdo a la Palabra de
Jesús, si quieres entrar al reino de los cielos tienes que hacerte como
niño(a)…
Había un hombre de los
fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que
no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede
un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre
de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.1-6).
Pareciera que las dos condiciones que Jesús
estableció para entrar al reino de Dios son distintas: nacer de nuevo y ser
como niños. En realidad, ambas son la misma condición, la cual fue adquirida o
cumplida a través del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.
Mat 26:26-28 RV60
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo,
y lo partió, y dio a sus
discípulos, y dijo: Tomad,
comed; esto es mi cuerpo. (27) Y
tomando la copa, y habiendo dado
gracias, les dio, diciendo:
Bebed de ella todos; (28) porque esto es mi sangre del nuevo
pacto, que por muchos es derramada para
remisión de los pecados.
Permíteme explicarme: con Su Sangre, derramada
hasta la última gota en esa cruz, Jesucristo pagó el precio de TODOS tus
pecados, cumpliéndose así la Justicia de Dios al recibir Él, el castigo de tus
pecados para que ahora tú puedas, con toda confianza y seguridad, presentarte
como justo delante del Juez de toda la tierra.
con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz; el cual nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención
por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.12-14).
Después, Dios perdonó TODAS tus faltas y
transgresiones al decidir olvidarlas y no acordarse nunca más de ellas.
Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a
Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado (Jer 31.34).
Por último, te dio un corazón nuevo, te hizo
espíritu nuevo y te dio al Espíritu Santo para, así, con todo esto, hacer de ti
un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Os
daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros
mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Has Nacido de Nuevo por medio de
la FE, pues aunque todavía no lo sabías, cuando aceptaste a Jesucristo como tu
Señor y Salvador, estabas creyendo todo esto, estabas creyéndole a Dios,
creyendo Su Palabra.
siendo
renacidos [Nacidos de Nuevo], no de simiente corruptible sino de incorruptible, por la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Todo por amor a ti!
¿Te das cuenta? Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Por ese Amor con que Dios te ama,
Él te ha hecho Su propio(a) Hijo(a), con Su Palabra.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
Todo esto se hizo una realidad para ti cuando
aceptaste a Jesús como Señor y Salvador de tu vida diciéndole: ¡Si Señor Jesús,
CREO en ti, acepto tu sacrificio en la cruz que me justifica, perdona y borra
todos mis pecados; ven a mi vida, te abro mi corazón! Amén.
Rom 10:8-11 RV60
Mas
¿qué dice? Cerca de ti está la
palabra, en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de fe que
predicamos: (9) que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás
salvo. (10) Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa
para salvación. (11) Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.
Ahora eres, legal y legítimamente, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes confiar total y plenamente en tu Padre
celestial. Puedes estar plenamente seguro(a) que la Biblia es la Palabra de
Honor de Dios y por lo tanto la va a cumplir toda. Primero el cielo y la tierra
dejan de existir ante que tu Padre deje de cumplirte Su Palabra.
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).
Así que, exactamente igual a un(a) niño(a), con la
misma actitud y confianza en tu corazón, puedes dejarle a Dios TODOS tus
problemas. Puedes dejarle TODAS tus necesidades. No te preocupes más, no te
angusties, ahora Él es tu Padre y es responsable de ti y por ti.
¡Tú eres Su Hijo(a) amado(a)!
Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y
ligera mi carga (Mat 11.28-30).
Sin importar que problemas, enfermedades o aflicciones estés
enfrentando, ahora puedes, como un niño, poner toda tu confianza en la Palabra
de Dios y venir a Jesucristo para hallar descanso y consuelo para tu alma.
¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le
dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat
7.9-11).
Dios es un
Padre bueno que está dispuesto a darte todas las cosas que le pidas con FE, que
le pidas creyendo Su Palabra.
Por tanto os digo: No os
afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por
vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el
cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os
afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun
Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que
hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a
vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas. Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat
6.25-33).
La justicia del reino de Dios es aquella que se
cumplió en la cruz del Calvario. ¡Búscala! ¡Acéptala! ¡Recíbela! Lo único que
tienes que hacer es creer la Palabra de Dios, que no miente (no puede mentir,
nunca lo ha hecho y nunca lo hará).
Sin importar que tan difíciles sean tus
circunstancias el día de hoy, créele a Dios y comienza a vivir como un(a)
Hijo(a) del Reino, te aseguro que saldrás más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te amo, Cristo Jesús.
Así que, bienvenido(a) al Reino de tu Padre. Ahora,
con toda certeza, puedes declararlo en voz alta: ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo! ¡Soy como un(a) niño(a) y mi Padre es Dios! ¡Aleluya! ¡Ya estoy
viviendo dentro del reino de Dios! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Reino!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
no encuentro mejor forma de agradecer lo que has hecho por mí que aceptándolo.
No encuentro mejor forma de honrar el sacrificio de Tu Hijo Jesús que
recibiendo la posición e Identidad que Él adquirió para mí al morir en esa
cruz. ¡Gracias Jesús! ¡Muchas gracias Señor! Creo y recibo tu grande y eterno
Amor por mí. Creo y recibo mi identidad de Hijo(a) Tuyo(a). Por lo tanto, creo
y recibo también todas y cada una de tus promesas. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder en esta vida.
Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado
con tan grande amor y me has hecho tu Hijo(a). Por lo que Tú hiciste en la
cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la
Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena y abundante. Muchas
gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo
como Hijo(a) de Dios. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por
mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el
nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
18 Mat 18.1-21
/ Núm 5-6 /
Ecl 5
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
18 Mat 18.1-21
/ Núm 5-6 /
Ecl 5
San
Mateo 18.1-21
¿Quién es el mayor?
(Mr. 9.33–37; Lc. 9.46–48)
18
1En aquel tiempo los discípulos
vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?a
2Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y
dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.b 4Así
que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de
los cielos. 5Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como
este, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
(Mr. 9.42–48; Lc. 17.1–2)
6Y cualquiera que haga tropezar a
alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al
cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del
mar.
7¡Ay del mundo por los tropiezos!
porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien
viene el tropiezo! 8Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión
de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco,
que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.c
9Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es
entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno de fuego.d
Parábola de la oveja perdida
(Lc. 15.3–7)
10Mirad que no menospreciéis a uno
de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el
rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque el Hijo del
Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.e 12¿Qué
os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no
deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado? 13Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo
que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se
descarriaron. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está
en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar al hermano
15Por tanto, si tu hermano peca
contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu
hermano.f
16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de
dos o tres testigosg conste toda palabra. 17Si
no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por
gentil y publicano. 18De cierto os digo que todo lo que atéis en
la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo.h 19Otra vez os
digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los
cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
21Entonces se le acercó Pedro y le
dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete.i[1]
Números
5-6
Todo inmundo es echado fuera del campamento
5
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y
a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto.
3Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los
echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo
habito. 4Y lo hicieron así los hijos de Israel, y los echaron
fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de
Israel.
Ley sobre la restitución
5Además habló Jehová a Moisés,
diciendo: 6Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que
cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra
Jehová y delinquen, 7aquella persona confesará el pecado que
cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta
parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. 8Y si aquel hombre no
tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la indemnización del
agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las
expiaciones, con el cual hará expiación por él.a 9Toda
ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presentaren al
sacerdote, suya será. 10Y lo santificado de cualquiera será suyo;
asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo será.
Ley sobre los celos
11También Jehová habló a Moisés,
diciendo: 12Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de
alguno se descarriare, y le fuere infiel, 13y alguno cohabitare
con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado
ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida
en el acto; 14si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere
celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de
celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; 15entonces
el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima
parte de un efa de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá
sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae
a la memoria el pecado.
16Y el sacerdote hará que ella se
acerque y se ponga delante de Jehová. 17Luego tomará el sacerdote
del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que
hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. 18Y
hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la
cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la
ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que
acarrean maldición. 19Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si
ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia,
libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; 20mas si te
has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo
alguno fuera de tu marido 21(el sacerdote conjurará a la mujer con
juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y
execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu
vientre se hinche; 22y estas aguas que dan maldición entren en tus
entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén,
amén.
23El sacerdote escribirá estas
maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas; 24y
dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición; y las aguas que
obran maldición entrarán en ella para amargar. 25Después el
sacerdote tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos, y la mecerá
delante de Jehová, y la ofrecerá delante del altar. 26Y tomará el
sacerdote un puñado de la ofrenda en memoria de ella, y lo quemará sobre el
altar, y después dará a beber las aguas a la mujer. 27Le dará,
pues, a beber las aguas; y si fuere inmunda y hubiere sido infiel a su marido,
las aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar, y su vientre se
hinchará y caerá su muslo; y la mujer será maldición en medio de su pueblo.
28Mas si la mujer no fuere inmunda, sino que estuviere limpia, ella será
libre, y será fecunda.
29Esta es la ley de los celos,
cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare;
30o del marido sobre el cual pasare espíritu de celos, y tuviere celos
de su mujer; la presentará entonces delante de Jehová, y el sacerdote ejecutará
en ella toda esta ley. 31El hombre será libre de iniquidad, y la
mujer llevará su pecado.
El voto de los nazareos
6
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre o la mujer que se
apartare haciendo voto de nazareo,1 para
dedicarse a Jehová, 3se abstendrá de vino y de sidra; no beberá
vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni
tampoco comerá uvas frescas ni secas. 4Todo el tiempo de su nazareato,
de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no
comerá.
5Todo el tiempo del voto de su
nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean cumplidos los días
de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su cabello.
6Todo el tiempo que se aparte para
Jehová, no se acercará a persona muerta. 7Ni aun por su padre ni
por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando
mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. 8Todo
el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová.
9Si alguno muriere súbitamente
junto a él, su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su
purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. 10Y el día
octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del
tabernáculo de reunión. 11Y el sacerdote ofrecerá el uno en
expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del
muerto, y santificará su cabeza en aquel día. 12Y consagrará para
Jehová los días de su nazareato, y traerá un cordero de un año en expiación por
la culpa; y los días primeros serán anulados, por cuanto fue contaminado su
nazareato.
13Esta es, pues, la ley del nazareo
el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a la puerta del
tabernáculo de reunión, 14y ofrecerá su ofrenda a Jehová, un
cordero de un año sin tacha en holocausto, y una cordera de un año sin defecto
en expiación, y un carnero sin defecto por ofrenda de paz. 15Además
un canastillo de tortas sin levadura, de flor de harina amasadas con aceite, y
hojaldres sin levadura untadas con aceite, y su ofrenda y sus libaciones.
16Y el sacerdote lo ofrecerá delante de Jehová, y hará su expiación y su
holocausto; 17y ofrecerá el carnero en ofrenda de paz a Jehová,
con el canastillo de los panes sin levadura; ofrecerá asimismo el sacerdote su
ofrenda y sus libaciones. 18Entonces el nazareo raerá a la puerta
del tabernáculo de reunión su cabeza consagrada, y tomará los cabellos de su
cabeza consagrada y los pondrá sobre el fuego que está debajo de la ofrenda de
paz. 19Después tomará el sacerdote la espaldilla cocida del
carnero, una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y
las pondrá sobre las manos del nazareo, después que fuere raída su cabeza
consagrada; 20y el sacerdote mecerá aquello como ofrenda mecida
delante de Jehová, lo cual será cosa santa del sacerdote, además del pecho
mecido y de la espaldilla separada; después el nazareo podrá beber vino.
21Esta es la ley del nazareo que
hiciere voto de su ofrenda a Jehová por su nazareato, además de lo que sus
recursos le permitieren; según el voto que hiciere, así hará, conforme a la ley
de su nazareato.a
La bendición sacerdotal
22Jehová habló a
Moisés, diciendo: 23Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así
bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
24 Jehová te
bendiga, y te guarde;
25 Jehová haga
resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
26 Jehová alce
sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
27Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los
bendeciré.[2]
Eclesiastés
5
La insensatez de hacer votos a la ligera
5
1Cuando fueres a la casa de Dios,
guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los
necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu
boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios
está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
3Porque de la mucha ocupación viene
el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
4Cuando a Dios haces promesa, no
tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que
prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no
cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del
ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz,
y que destruya la obra de tus manos?
7Donde abundan los sueños, también
abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
La vanidad de la vida
8Si opresión de pobres y perversión
de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello;
porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está
sujeto a los campos.
10El que ama el dinero, no se
saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto
es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que
los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
12Dulce es el sueño del trabajador,
coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
13Hay un mal doloroso que he visto
debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las
cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les
queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo,
así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su
mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de
volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto,
todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y
miseria.
18He aquí, pues, el bien que yo he
visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo
con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha
dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien
Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y
tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque
no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el
corazón.[3]
a a 18.1: Lc. 22.24.
b b 18.3: Mr. 10.15; Lc. 18.17.
c c 18.8: Mt. 5.30.
d d 18.9: Mt. 5.29.
e e 18.11: Lc. 19.10.
f f 18.15: Lc. 17.3.
g g 18.16: Dt. 17.6; 19.15.
h h 18.18: Mt. 16.19; Jn. 20.23.
i i 18.21–22: Lc. 17.3–4.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 17.27-18.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 5.5–8: Lv. 6.1–7.
1 Esto es, separado, o consagrado.
a a 6.13–21: Hch. 21.23–24.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 4.49-6.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 4.16-5.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo
18 Mat 18.1-21
/ Núm 5-6 /
Ecl 5
San
Mateo 18.1-21
¿Quién es el mayor?
(Mr. 9.33–37; Lc. 9.46–48)
18
1En aquel tiempo los discípulos
vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?a
2Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y
dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos.b 4Así
que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de
los cielos. 5Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como
este, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
(Mr. 9.42–48; Lc. 17.1–2)
6Y cualquiera que haga tropezar a
alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al
cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del
mar.
7¡Ay del mundo por los tropiezos!
porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien
viene el tropiezo! 8Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión
de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco,
que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.c
9Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es
entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno de fuego.d
Parábola de la oveja perdida
(Lc. 15.3–7)
10Mirad que no menospreciéis a uno
de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el
rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque el Hijo del
Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.e 12¿Qué
os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no
deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había
descarriado? 13Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo
que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se
descarriaron. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está
en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.
Cómo se debe perdonar al hermano
15Por tanto, si tu hermano peca
contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu
hermano.f
16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de
dos o tres testigosg conste toda palabra. 17Si
no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por
gentil y publicano. 18De cierto os digo que todo lo que atéis en
la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo.h 19Otra vez os
digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los
cielos. 20Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos.
21Entonces se le acercó Pedro y le
dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta
siete? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete.i[1]
Números
5-6
Todo inmundo es echado fuera del campamento
5
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y
a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto.
3Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los
echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo
habito. 4Y lo hicieron así los hijos de Israel, y los echaron
fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de
Israel.
Ley sobre la restitución
5Además habló Jehová a Moisés,
diciendo: 6Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que
cometiere alguno de todos los pecados con que los hombres prevarican contra
Jehová y delinquen, 7aquella persona confesará el pecado que
cometió, y compensará enteramente el daño, y añadirá sobre ello la quinta
parte, y lo dará a aquel contra quien pecó. 8Y si aquel hombre no
tuviere pariente al cual sea resarcido el daño, se dará la indemnización del
agravio a Jehová entregándola al sacerdote, además del carnero de las
expiaciones, con el cual hará expiación por él.a 9Toda
ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presentaren al
sacerdote, suya será. 10Y lo santificado de cualquiera será suyo;
asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo será.
Ley sobre los celos
11También Jehová habló a Moisés,
diciendo: 12Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de
alguno se descarriare, y le fuere infiel, 13y alguno cohabitare
con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado
ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida
en el acto; 14si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere
celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de
celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; 15entonces
el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima
parte de un efa de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá
sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae
a la memoria el pecado.
16Y el sacerdote hará que ella se
acerque y se ponga delante de Jehová. 17Luego tomará el sacerdote
del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que
hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. 18Y
hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la
cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la
ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que
acarrean maldición. 19Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si
ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia,
libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; 20mas si te
has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo
alguno fuera de tu marido 21(el sacerdote conjurará a la mujer con
juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y
execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu
vientre se hinche; 22y estas aguas que dan maldición entren en tus
entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén,
amén.
23El sacerdote escribirá estas
maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas; 24y
dará a beber a la mujer las aguas amargas que traen maldición; y las aguas que
obran maldición entrarán en ella para amargar. 25Después el
sacerdote tomará de la mano de la mujer la ofrenda de los celos, y la mecerá
delante de Jehová, y la ofrecerá delante del altar. 26Y tomará el
sacerdote un puñado de la ofrenda en memoria de ella, y lo quemará sobre el
altar, y después dará a beber las aguas a la mujer. 27Le dará,
pues, a beber las aguas; y si fuere inmunda y hubiere sido infiel a su marido,
las aguas que obran maldición entrarán en ella para amargar, y su vientre se
hinchará y caerá su muslo; y la mujer será maldición en medio de su pueblo.
28Mas si la mujer no fuere inmunda, sino que estuviere limpia, ella será
libre, y será fecunda.
29Esta es la ley de los celos,
cuando la mujer cometiere infidelidad contra su marido, y se amancillare;
30o del marido sobre el cual pasare espíritu de celos, y tuviere celos
de su mujer; la presentará entonces delante de Jehová, y el sacerdote ejecutará
en ella toda esta ley. 31El hombre será libre de iniquidad, y la
mujer llevará su pecado.
El voto de los nazareos
6
1Habló Jehová a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel y diles: El hombre o la mujer que se
apartare haciendo voto de nazareo,1 para
dedicarse a Jehová, 3se abstendrá de vino y de sidra; no beberá
vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de uvas, ni
tampoco comerá uvas frescas ni secas. 4Todo el tiempo de su nazareato,
de todo lo que se hace de la vid, desde los granillos hasta el hollejo, no
comerá.
5Todo el tiempo del voto de su
nazareato no pasará navaja sobre su cabeza; hasta que sean cumplidos los días
de su apartamiento a Jehová, será santo; dejará crecer su cabello.
6Todo el tiempo que se aparte para
Jehová, no se acercará a persona muerta. 7Ni aun por su padre ni
por su madre, ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando
mueran; porque la consagración de su Dios tiene sobre su cabeza. 8Todo
el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová.
9Si alguno muriere súbitamente
junto a él, su cabeza consagrada será contaminada; por tanto, el día de su
purificación raerá su cabeza; al séptimo día la raerá. 10Y el día
octavo traerá dos tórtolas o dos palominos al sacerdote, a la puerta del
tabernáculo de reunión. 11Y el sacerdote ofrecerá el uno en
expiación, y el otro en holocausto; y hará expiación de lo que pecó a causa del
muerto, y santificará su cabeza en aquel día. 12Y consagrará para
Jehová los días de su nazareato, y traerá un cordero de un año en expiación por
la culpa; y los días primeros serán anulados, por cuanto fue contaminado su
nazareato.
13Esta es, pues, la ley del nazareo
el día que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendrá a la puerta del
tabernáculo de reunión, 14y ofrecerá su ofrenda a Jehová, un
cordero de un año sin tacha en holocausto, y una cordera de un año sin defecto
en expiación, y un carnero sin defecto por ofrenda de paz. 15Además
un canastillo de tortas sin levadura, de flor de harina amasadas con aceite, y
hojaldres sin levadura untadas con aceite, y su ofrenda y sus libaciones.
16Y el sacerdote lo ofrecerá delante de Jehová, y hará su expiación y su
holocausto; 17y ofrecerá el carnero en ofrenda de paz a Jehová,
con el canastillo de los panes sin levadura; ofrecerá asimismo el sacerdote su
ofrenda y sus libaciones. 18Entonces el nazareo raerá a la puerta
del tabernáculo de reunión su cabeza consagrada, y tomará los cabellos de su
cabeza consagrada y los pondrá sobre el fuego que está debajo de la ofrenda de
paz. 19Después tomará el sacerdote la espaldilla cocida del
carnero, una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y
las pondrá sobre las manos del nazareo, después que fuere raída su cabeza
consagrada; 20y el sacerdote mecerá aquello como ofrenda mecida
delante de Jehová, lo cual será cosa santa del sacerdote, además del pecho
mecido y de la espaldilla separada; después el nazareo podrá beber vino.
21Esta es la ley del nazareo que
hiciere voto de su ofrenda a Jehová por su nazareato, además de lo que sus
recursos le permitieren; según el voto que hiciere, así hará, conforme a la ley
de su nazareato.a
La bendición sacerdotal
22Jehová habló a
Moisés, diciendo: 23Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así
bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
24 Jehová te
bendiga, y te guarde;
25 Jehová haga
resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
26 Jehová alce
sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
27Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los
bendeciré.[2]
Eclesiastés
5
La insensatez de hacer votos a la ligera
5
1Cuando fueres a la casa de Dios,
guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los
necios; porque no saben que hacen mal. 2No te des prisa con tu
boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios
está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
3Porque de la mucha ocupación viene
el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio.
4Cuando a Dios haces promesa, no
tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que
prometes. 5Mejor es que no prometas, y no que prometas y no
cumplas. 6No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del
ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz,
y que destruya la obra de tus manos?
7Donde abundan los sueños, también
abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
La vanidad de la vida
8Si opresión de pobres y perversión
de derecho y de justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello;
porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos.
9Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo está
sujeto a los campos.
10El que ama el dinero, no se
saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto
es vanidad. 11Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que
los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos?
12Dulce es el sueño del trabajador,
coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia.
13Hay un mal doloroso que he visto
debajo del sol: las riquezas guardadas por sus dueños para su mal; 14las
cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que engendraron, nada les
queda en la mano. 15Como salió del vientre de su madre, desnudo,
así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar en su
mano. 16Este también es un gran mal, que como vino, así haya de
volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en vano? 17Además de esto,
todos los días de su vida comerá en tinieblas, con mucho afán y dolor y
miseria.
18He aquí, pues, el bien que yo he
visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo
con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha
dado; porque esta es su parte. 19Asimismo, a todo hombre a quien
Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y
tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. 20Porque
no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el
corazón.[3]
a a 18.1: Lc. 22.24.
b b 18.3: Mr. 10.15; Lc. 18.17.
c c 18.8: Mt. 5.30.
d d 18.9: Mt. 5.29.
e e 18.11: Lc. 19.10.
f f 18.15: Lc. 17.3.
g g 18.16: Dt. 17.6; 19.15.
h h 18.18: Mt. 16.19; Jn. 20.23.
i i 18.21–22: Lc. 17.3–4.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 17.27-18.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 5.5–8: Lv. 6.1–7.
1 Esto es, separado, o consagrado.
a a 6.13–21: Hch. 21.23–24.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 4.49-6.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 4.16-5.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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