¡Cómo vencer al miedo!
¡Sólo con La Palabra!
Por Riqui Ricón*
Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande
bonanza (Mat 8.25-26).
Este
episodio sucedió apenas uno o dos días después que los discípulos fueran
instruidos por Jesús con sus asombrosas enseñanzas en el sermón del monte.
Además, apenas unas cuantas horas antes de la tempestad descrita, ellos habían
sido testigos de grandes milagros. De la misma forma, es casi seguro que tú te
encuentres enfrentando poderosas tormentas tan sólo instantes después de haber
experimentado el Amor y la fidelidad de Dios.
Es casi
seguro que después de que hayas experimentado un gran milagro o la hermosa
respuesta de tu Padre celestial a tus oraciones, se desate sobre tu vida la
furia del infierno.
Amados hermanos, no os
sorprenda que la oposición contra vosotros se haya desatado como un voraz
incendio, porque eso no tiene nada de extraño. Sin embargo debéis estar
gozosos, por cuanto así, hechos partícipes de los padecimientos de Cristo, el
día en que su gloria sea revelada tendréis también la inmensa dicha de
compartirla (1 P 4.12-13
CST).
Así pues,
aquí tenemos a los grandes discípulos quienes después de haber experimentado el
Amor y poder de Dios se encuentran todos confundidos y llenos de temor ante la
intensidad de la primera tormenta.
Jesús, a popa, apoyado sobre
un cabezal, dormía tranquilamente; pero los discípulos, llenos de pánico, le
despertaron diciendo: ¡Maestro!, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? (Mar 4.38
CST)
Pon mucha atención pues, al igual
que a ellos, si le das lugar al miedo, éste puede llenar tu corazón de tanta
duda que te llevará a CREER y reclamar a Dios que no tiene cuidado de ti.
El miedo es una fuerza espiritual
maligna, producto del pecado, cuyo único propósito es anular tu fe para
alejarte de Dios.
Y oyeron la voz de Jehová Dios
que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se
escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas
Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él
respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí (Gen 3.8-10).
¿Cómo puedes
tú salir vencedor de las tormentas que enfrentas? ¿Cómo dejar de temer?
Para obtener
la respuesta correcta a estas preguntas primero hay que recordar que el pecado
original, allá en el huerto de Edén, no fue desobediencia sino incredulidad a
la Palabra de Dios.
Pero la serpiente era astuta,
más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo
a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del
huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No
moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal (Gen 3.1-5).
Antes de
desobedecer Eva tuvo que tomar una decisión en base a cierto razonamiento
simple: Dios mi creador dice una
cosa y este bicho rastrero dice otra cosa, ¿quién de los dos dirá la verdad? ¿A
cuál de los dos le voy a CREER?
Aunque lo
que Satanás decía eran puras mentiras, Eva al mirar que el
árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable
para alcanzar la sabiduría (Gen 3.6),
decidió negar la Verdad (la Palabra de Dios) para creer la mentira y
desobedecer.
Por eso, no miremos tanto a lo que tenemos aquí al alcance de la
vista, sino pongamos nuestras miras en lo que todavía no podemos ver. Porque
las cosas materiales que ahora vemos, son fugaces; pero las espirituales, las
que no vemos, son eternas (2 Co 4.18 CST).
Gracias a
Cristo Jesús y al Amor de Dios tu Padre celestial, ahora eres un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo y ya no vives por lo que ves o lo que sientes sino por
tu fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra.
Viéndose Jesús rodeado de mucha
gente, mandó pasar al otro lado (Mat 8.18).
Momentos antes
de la tormenta tenemos que Jesús, viéndose rodeado de
aquella muchedumbre, mandó a
sus discípulos pasar a la otra orilla. Esto quiere decir que tenía el propósito
de cruzar el lago para lo cual, HABLANDO (Palabra de Dios), dio la orden de
dirigirse al otro lado.
Pon mucha
atención, pues lo que la tormenta hizo con sus manifestaciones físicas de
viento rugiente y grandes olas, que anegaban la barca, fue hablar tan fuerte a
los discípulos que sus sentidos y emociones se vieron alterados a tal grado que
el miedo encontró un lugar donde afectar sus corazones y así ellos dieron mayor
credibilidad a lo que veían y sentían que a la Palabra de Dios.
Inalterable, Jesús se levantó,
reprendió a los vientos y dijo a las olas: —¡Cálmense! Cuando los vientos
cesaron y todo quedó en calma, Jesús se volvió a los discípulos y les dijo: —¿A
qué viene tanto miedo? ¿No tienen confianza en mí? (Mar 4.39-40
BAD).
Por inverosímil que te parezca tu
situación actual no difiere en nada con la que enfrentó Eva, ni con la que
enfrentaron los discípulos. Pues, así como en aquellos casos en que Dios había
hablado, tú también tienes hoy la Palabra de Dios.
Así que, muy probablemente, tu
enfermedad, problema o aflicción, cual poderosa tormenta, te esté rugiendo
fuertemente amenazando con hundirte, sin embargo, Dios todopoderoso te dice:
Ø Te amo tanto que preferí entregar
a mi propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Ø
Te amo tanto que he decidido
hacer de ti mi propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1).
Ø Acude a Mí que Yo te responderé.
Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide,
recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O
si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.7-11).
Ø
Yo deseo que vivas una Vida
Plena y Abundante.
Amado, yo deseo que tú seas
prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tú alma (3 Jua 2).
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jua 10.10).
Ø
Ahora eres Mi Hijo(a) y tú
TODO lo puedes y ya has vencido.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y
los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en
el mundo (1 Jua 4.4).
Ø
En TODO problema, enfermedad
o aflicción tú saldrás más que
vencedor(a).
Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Rom 8.37).
Entonces,
las aflicciones de este mundo te están hablando constantemente y el dilema sigue
siendo el mismo: ¿Quién dirá la verdad, tus problemas o Dios? ¿A quién le vas a
creer, a tus circunstancias o a tu Padre celestial?
Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo (Jua 16.33).
El miedo es
todo lo opuesto a la fe y es el arma estratégica de este sistema de gobierno
que llamamos mundo. La única oportunidad que tienes para vencer al miedo es siendo
constante y persistente en la Palabra de Dios haciendo de ella la norma básica
de tu existencia.
Mas la fe nace cuando se presta atención a las Buenas Noticias acerca
de Jesucristo (Ro 10.17 BAD).
¡La fe es
por la Palabra de Dios! La fe adquiere vida dentro de ti cuando comienzas a
leer y meditar seriamente la Palabra de Dios, haciendo de la Biblia la norma
máxima de tu existencia.
Dijo entonces Jesús a los judíos
que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres (Jua 8.31-32).
La única
oportunidad que tienes para vencer al miedo es llenándote tanto de la Palabra
de Dios que cuando el temor te ataque entonces tu fe fluya veloz anulando el
miedo y estableciendo tu Victoria.
Si
permaneces en la Palabra de Dios, entonces manifiestas ser discípulo de Jesús,
conocerás la Verdad, y la Verdad te hará libre.
Nunca se apartará de tu boca este
libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y
hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás
prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Haz de la
Biblia la norma máxima de tu existencia dedicándole tiempo para leerla y
meditarla todos los días de tu vida y entonces, ni antes, ni después, ni de
ninguna otra forma (sólo entonces), harás prosperar tu camino y todo te saldrá
bien.
Si Dios lo dice
así, forzosamente es Verdad.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
agradecerte una vez más que me hayas amado tanto, tanto, que preferiste
entregar a Tu propio Hijo, Jesús, antes que perderme a mí. Señor Jesús, por Tu
sacrificio en la cruz yo fui justificado(a), perdonado(a) y santificado(a) y
ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Todo gracias a Ti, mi
Señor, Rey y Salvador. En esta Nueva Vida que compraste para mí, comienzo a
entender lo importante que es Tu Palabra, la Biblia, para que yo cumpla el
propósito por el cual me dejaste aquí en el mundo. Tu Palabra es la Verdad y
por lo tanto mi garantía acerca de lo que es y lo que no es. Yo soy lo que la
Biblia dice que soy y esta es mi Victoria que vence al mundo, mi fe, que es
creerte a ti, creyendo Tu Palabra. Por Tu Palabra he vencido al miedo y puedo
caminar en Victoria. Yo estoy en Cristo y las cosas viejas ya pasaron he aquí
que TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias amado Padre celestial, muchas gracias.
Hoy puedo levantarme y hacer frente a cualquier circunstancia adversa en mi
vida, porque sé que sé, que Tú, mi Dios estás conmigo. Y qué pues diremos a
esto, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? El que no escatimo ni a Su propio
Hijo sino que lo entregó por amor a mí, ¿cómo no me dará, juntamente con Él,
todas las cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a Ti para declarar en plena
certeza de fe, que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de
Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me
fortalece. Yo soy Tu Hijo(a) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás
en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy dichoso(a)! ¡Soy Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 1 Mat 8.14-34
/
Lev 1-2 / Pro 19
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 1 Mat 8.14-34
/
Lev 1-2 / Pro 19
San
Mateo 8.14-34
Jesús sana a la suegra de Pedro
(Mr. 1.29–34; Lc. 4.38–41)
14Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste
postrada en cama, con fiebre. 15Y tocó su mano, y la fiebre la
dejó; y ella se levantó, y les servía. 16Y cuando llegó la noche,
trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios,
y sanó a todos los enfermos; 17para que se cumpliese lo dicho por
el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias.d
Los que querían seguir a Jesús
(Lc. 9.57–62)
18Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro
lado. 19Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré
adondequiera que vayas. 20Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza. 21Otro de sus discípulos le dijo: Señor,
permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22Jesús le dijo:
Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
Jesús calma la tempestad
(Mr. 4.35–41; Lc. 8.22–25)
23Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
24Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las
olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Y vinieron sus discípulos
y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26El
les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose,
reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27Y
los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos
y el mar le obedecen?
Los endemoniados gadarenos
(Mr. 5.1–20; Lc. 8.26–39)
28Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,
vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces
en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. 29Y
clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido
acá para atormentarnos antes de tiempo? 30Estaba paciendo lejos de
ellos un hato de muchos cerdos. 31Y los demonios le rogaron
diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. 32El
les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí,
todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron
en las aguas. 33Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la
ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
34Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le
rogaron que se fuera de sus contornos. [1]
Levítico
1-2
Los holocaustos
1
1Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de
reunión, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando
alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno
haréis vuestra ofrenda.
3Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo
ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión
delante de Jehová. 4Y pondrá su mano sobre la cabeza del
holocausto, y será aceptado para expiación suya. 5Entonces
degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón
ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 6Y desollará el holocausto, y
lo dividirá en sus piezas. 7Y los hijos del sacerdote Aarón
pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. 8Luego
los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de
los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del
altar; 9y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el
sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de
olor grato para Jehová.
10Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las
ovejas o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. 11Y lo
degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes hijos de
Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 12Lo dividirá
en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y el sacerdote las
acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar;
13y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo
ofrecerá todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida
de olor grato para Jehová.
14Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves,
presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. 15Y el
sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda
en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. 16Y
le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el
oriente, en el lugar de las cenizas. 17Y la henderá por sus alas,
pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre
la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato
para Jehová.
Las ofrendas
2
1Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda
será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella
incienso, 2y la traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello
tomará el sacerdote su puño lleno de la flor de harina y del aceite, con todo
el incienso, y lo hará arder sobre el altar para memorial; ofrenda encendida
es, de olor grato a Jehová. 3Y lo que resta de la ofrenda será de
Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para
Jehová.
4Cuando ofrecieres ofrenda cocida en horno, será de tortas de
flor de harina sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura
untadas con aceite. 5Mas si ofrecieres ofrenda de sartén, será de
flor de harina sin levadura, amasada con aceite, 6la cual partirás
en piezas, y echarás sobre ella aceite; es ofrenda. 7Si ofrecieres
ofrenda cocida en cazuela, se hará de flor de harina con aceite. 8Y
traerás a Jehová la ofrenda que se hará de estas cosas, y la presentarás al
sacerdote, el cual la llevará al altar. 9Y tomará el sacerdote de
aquella ofrenda lo que sea para su memorial, y lo hará arder sobre el altar;
ofrenda encendida de olor grato a Jehová. 10Y lo que resta de la
ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se
queman para Jehová.
11Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura;
porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para
Jehová. 12Como ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehová; mas
no subirán sobre el altar en olor grato. 13Y sazonarás con sal
toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del
pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.
14Si ofrecieres a Jehová ofrenda de primicias, tostarás al
fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecerás como ofrenda de tus
primicias. 15Y pondrás sobre ella aceite, y pondrás sobre ella
incienso; es ofrenda. 16Y el sacerdote hará arder el memorial de
él, parte del grano desmenuzado y del aceite, con todo el incienso; es ofrenda
encendida para Jehová. [2]
Proverbios
19
19
1 Mejor
es el pobre que camina en integridad,
Que el de perversos labios y
fatuo.
2 El
alma sin ciencia no es buena,
Y aquel que se apresura con los
pies, peca.
3 La
insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita
su corazón.
4 Las
riquezas traen muchos amigos;
Mas el pobre es apartado de su
amigo.
5 El
testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras no
escapará.
6 Muchos
buscan el favor del generoso,
Y cada uno es amigo del hombre
que da.
7 Todos
los hermanos del pobre le aborrecen;
¡Cuánto más sus amigos se
alejarán de él!
Buscará la palabra, y no la
hallará.
8 El
que posee entendimiento ama su alma;
El que guarda la inteligencia hallará
el bien.
9 El
testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras perecerá.
10 No
conviene al necio el deleite;
¡Cuánto menos al siervo ser señor
de los príncipes!
11 La
cordura del hombre detiene su furor,
Y su honra es pasar por alto la
ofensa.
12 Como
rugido de cachorro de león es la ira del rey,
Y su favor como el rocío sobre la
hierba.
13 Dolor
es para su padre el hijo necio,
Y gotera continua las contiendas
de la mujer.
14 La
casa y las riquezas son herencia de los padres;
Mas de Jehová la mujer prudente.
15 La
pereza hace caer en profundo sueño,
Y el alma negligente padecerá
hambre.
16 El
que guarda el mandamiento guarda su alma;
Mas el que menosprecia sus
caminos morirá.
17 A
Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo
volverá a pagar.
18 Castiga
a tu hijo en tanto que hay esperanza;
Mas no se apresure tu alma para
destruirlo.
19 El
de grande ira llevará la pena;
Y si usa de violencias, añadirá
nuevos males.
20 Escucha
el consejo, y recibe la corrección,
Para que seas sabio en tu vejez.
21 Muchos
pensamientos hay en el corazón del hombre;
Mas el consejo de Jehová
permanecerá.
22 Contentamiento
es a los hombres hacer misericordia;
Pero mejor es el pobre que el
mentiroso.
23 El
temor de Jehová es para vida,
Y con él vivirá lleno de reposo
el hombre;
No será visitado de mal.
24 El
perezoso mete su mano en el plato,
Y ni aun a su boca la llevará.
25 Hiere
al escarnecedor, y el simple se hará avisado;
Y corrigiendo al entendido,
entenderá ciencia.
26 El
que roba a su padre y ahuyenta a su madre,
Es hijo que causa vergüenza y
acarrea oprobio.
27 Cesa,
hijo mío, de oír las enseñanzas
Que te hacen divagar de las
razones de sabiduría.
28 El
testigo perverso se burlará del juicio,
Y la boca de los impíos encubrirá
la iniquidad.
29 Preparados
están juicios para los escarnecedores,
Y azotes para las espaldas de los
necios. [3]
d d 8.17: Is. 53.4.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mt
8.13-34
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
40.38-Lv 2.16
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
18.24-19.29
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 1 Mat 8.14-34
/
Lev 1-2 / Pro 19
San
Mateo 8.14-34
Jesús sana a la suegra de Pedro
(Mr. 1.29–34; Lc. 4.38–41)
14Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste
postrada en cama, con fiebre. 15Y tocó su mano, y la fiebre la
dejó; y ella se levantó, y les servía. 16Y cuando llegó la noche,
trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios,
y sanó a todos los enfermos; 17para que se cumpliese lo dicho por
el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias.d
Los que querían seguir a Jesús
(Lc. 9.57–62)
18Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro
lado. 19Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré
adondequiera que vayas. 20Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza. 21Otro de sus discípulos le dijo: Señor,
permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22Jesús le dijo:
Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.
Jesús calma la tempestad
(Mr. 4.35–41; Lc. 8.22–25)
23Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.
24Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las
olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Y vinieron sus discípulos
y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26El
les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose,
reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. 27Y
los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos
y el mar le obedecen?
Los endemoniados gadarenos
(Mr. 5.1–20; Lc. 8.26–39)
28Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,
vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces
en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. 29Y
clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido
acá para atormentarnos antes de tiempo? 30Estaba paciendo lejos de
ellos un hato de muchos cerdos. 31Y los demonios le rogaron
diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. 32El
les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí,
todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron
en las aguas. 33Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la
ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados.
34Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le
rogaron que se fuera de sus contornos. [1]
Levítico
1-2
Los holocaustos
1
1Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de
reunión, diciendo: 2Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando
alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno
haréis vuestra ofrenda.
3Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo
ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión
delante de Jehová. 4Y pondrá su mano sobre la cabeza del
holocausto, y será aceptado para expiación suya. 5Entonces
degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón
ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la
puerta del tabernáculo de reunión. 6Y desollará el holocausto, y
lo dividirá en sus piezas. 7Y los hijos del sacerdote Aarón
pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. 8Luego
los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de
los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del
altar; 9y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el
sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de
olor grato para Jehová.
10Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las
ovejas o de las cabras, macho sin defecto lo ofrecerá. 11Y lo
degollará al lado norte del altar delante de Jehová; y los sacerdotes hijos de
Aarón rociarán su sangre sobre el altar alrededor. 12Lo dividirá
en sus piezas, con su cabeza y la grosura de los intestinos; y el sacerdote las
acomodará sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar;
13y lavará las entrañas y las piernas con agua; y el sacerdote lo
ofrecerá todo, y lo hará arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida
de olor grato para Jehová.
14Si la ofrenda para Jehová fuere holocausto de aves,
presentará su ofrenda de tórtolas, o de palominos. 15Y el
sacerdote la ofrecerá sobre el altar, y le quitará la cabeza, y hará que arda
en el altar; y su sangre será exprimida sobre la pared del altar. 16Y
le quitará el buche y las plumas, lo cual echará junto al altar, hacia el
oriente, en el lugar de las cenizas. 17Y la henderá por sus alas,
pero no la dividirá en dos; y el sacerdote la hará arder sobre el altar, sobre
la leña que estará en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato
para Jehová.
Las ofrendas
2
1Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda
será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella
incienso, 2y la traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello
tomará el sacerdote su puño lleno de la flor de harina y del aceite, con todo
el incienso, y lo hará arder sobre el altar para memorial; ofrenda encendida
es, de olor grato a Jehová. 3Y lo que resta de la ofrenda será de
Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para
Jehová.
4Cuando ofrecieres ofrenda cocida en horno, será de tortas de
flor de harina sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura
untadas con aceite. 5Mas si ofrecieres ofrenda de sartén, será de
flor de harina sin levadura, amasada con aceite, 6la cual partirás
en piezas, y echarás sobre ella aceite; es ofrenda. 7Si ofrecieres
ofrenda cocida en cazuela, se hará de flor de harina con aceite. 8Y
traerás a Jehová la ofrenda que se hará de estas cosas, y la presentarás al
sacerdote, el cual la llevará al altar. 9Y tomará el sacerdote de
aquella ofrenda lo que sea para su memorial, y lo hará arder sobre el altar;
ofrenda encendida de olor grato a Jehová. 10Y lo que resta de la
ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se
queman para Jehová.
11Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura;
porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para
Jehová. 12Como ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehová; mas
no subirán sobre el altar en olor grato. 13Y sazonarás con sal
toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del
pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.
14Si ofrecieres a Jehová ofrenda de primicias, tostarás al
fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecerás como ofrenda de tus
primicias. 15Y pondrás sobre ella aceite, y pondrás sobre ella
incienso; es ofrenda. 16Y el sacerdote hará arder el memorial de
él, parte del grano desmenuzado y del aceite, con todo el incienso; es ofrenda
encendida para Jehová. [2]
Proverbios
19
19
1 Mejor
es el pobre que camina en integridad,
Que el de perversos labios y
fatuo.
2 El
alma sin ciencia no es buena,
Y aquel que se apresura con los
pies, peca.
3 La
insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita
su corazón.
4 Las
riquezas traen muchos amigos;
Mas el pobre es apartado de su
amigo.
5 El
testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras no
escapará.
6 Muchos
buscan el favor del generoso,
Y cada uno es amigo del hombre
que da.
7 Todos
los hermanos del pobre le aborrecen;
¡Cuánto más sus amigos se
alejarán de él!
Buscará la palabra, y no la
hallará.
8 El
que posee entendimiento ama su alma;
El que guarda la inteligencia hallará
el bien.
9 El
testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras perecerá.
10 No
conviene al necio el deleite;
¡Cuánto menos al siervo ser señor
de los príncipes!
11 La
cordura del hombre detiene su furor,
Y su honra es pasar por alto la
ofensa.
12 Como
rugido de cachorro de león es la ira del rey,
Y su favor como el rocío sobre la
hierba.
13 Dolor
es para su padre el hijo necio,
Y gotera continua las contiendas
de la mujer.
14 La
casa y las riquezas son herencia de los padres;
Mas de Jehová la mujer prudente.
15 La
pereza hace caer en profundo sueño,
Y el alma negligente padecerá
hambre.
16 El
que guarda el mandamiento guarda su alma;
Mas el que menosprecia sus
caminos morirá.
17 A
Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo
volverá a pagar.
18 Castiga
a tu hijo en tanto que hay esperanza;
Mas no se apresure tu alma para
destruirlo.
19 El
de grande ira llevará la pena;
Y si usa de violencias, añadirá
nuevos males.
20 Escucha
el consejo, y recibe la corrección,
Para que seas sabio en tu vejez.
21 Muchos
pensamientos hay en el corazón del hombre;
Mas el consejo de Jehová
permanecerá.
22 Contentamiento
es a los hombres hacer misericordia;
Pero mejor es el pobre que el
mentiroso.
23 El
temor de Jehová es para vida,
Y con él vivirá lleno de reposo
el hombre;
No será visitado de mal.
24 El
perezoso mete su mano en el plato,
Y ni aun a su boca la llevará.
25 Hiere
al escarnecedor, y el simple se hará avisado;
Y corrigiendo al entendido,
entenderá ciencia.
26 El
que roba a su padre y ahuyenta a su madre,
Es hijo que causa vergüenza y
acarrea oprobio.
27 Cesa,
hijo mío, de oír las enseñanzas
Que te hacen divagar de las
razones de sabiduría.
28 El
testigo perverso se burlará del juicio,
Y la boca de los impíos encubrirá
la iniquidad.
29 Preparados
están juicios para los escarnecedores,
Y azotes para las espaldas de los
necios. [3]
d d 8.17: Is. 53.4.
[1] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Mt
8.13-34
[2] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Ex
40.38-Lv 2.16
[3] Reina
Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Pr
18.24-19.29
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