viernes, 26 de marzo de 2021

¡No hay forma que pueda perder!

                                                                                                                                                   <ENGLISH>





26 Marzo  

¡No hay forma que pueda perder!

Por Riqui Ricón*

Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano (Núm 21.4-5).

¡El pueblo se desanimó a causa del camino! Cuán a menudo nos desanimamos  porque las cosas no están saliendo como queremos o porque no recibimos la respuesta que estamos esperando. Es curioso cómo hasta llegamos a proferir cierto tipo de declaraciones que nos atan aún más a esa sensación de fracaso y de derrota.

Ser una/un Hija/Hijo del Rey no significa ausencia de dificultades y problemas sino que, en medio de todo, actuando con fe, saldremos adelante venciendo ante toda circunstancia adversa poniendo toda nuestra confianza en la Palabra de Dios, pues, en resumidas cuentas, si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

Y volvieron, y subieron camino de Basán; y salió contra ellos Og rey de Basán, él y todo su pueblo, para pelear en Edrei. Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón (Num 21.33-34).

Es el miedo, el espíritu de temor, la fuente de origen de todo acto de incredulidad a la Palabra de Dios. Es cuando dejamos de escuchar la Palabra de Amor y ÁNIMO de nuestro Padre que comenzamos a escuchar las palabras de temor, duda e incredulidad que comenzamos a fracasar.

Cuando la realidad, problema o circunstancia la percibimos con nuestros cinco sentidos de tal manera que comenzamos a pensar y declarar: “está muy difícil”, “no creo poder lograrlo”, “¿cómo le voy hacer?”, etc., es porque dejaste de escuchar la Palabra de Dios, la Biblia, que NO PUEDE MENTIR, que enfáticamente declara:

Ø  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4.13).

Ø  Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.19).

Ø  Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Sal 23.4).

Ø  El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día, Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará (Sal 91.1-7).

Ø  Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).

Ø  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

Ø  Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Ø  ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).

Nunca olvides las Palabras de nuestro Señor y Salvador Jesucristo: Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Oremos: Amado Padre celestial, en este día te doy muchas gracias porque a través de Cristo Jesús, de Su Sangre del Nuevo Pacto, yo no he recibido un espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he recibido el espíritu de adopción por medio del cual te puedo decir hoy, Abba, Padre, Papá. Soy Tu Hija/Hijo y tengo Tu Santo Espíritu aquí conmigo. Soy más que vencedora/vencedor por medio de Aquel que me ha amado tanto, Cristo Jesús. No hay enfermedad, problema ni circunstancia que me puedan vencer pues TODO lo puedo en Ti y contigo, Jesús. Soy tuya/tuyo y he vencido porque mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el mundo. Y aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú, mi amado Jesús, estás conmigo. ¡Gracias Señor! ¡No hay forma que pueda perder! En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                   

Marzo 26                                            Mat 22.1-22 /  Núm 21 /  Can 1.1-2.7


Cápsula del día.






Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

                                                                                   

Marzo 26                                            Mat 22.1-22 /  Núm 21 /  Can 1.1-2.7

San Mateo 22.1-22

Parábola de la fiesta de bodas

22

1Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: 2El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; 3y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. 4Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. 5Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; 6y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. 7Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. 8Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. 9Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. 10Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.

11Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. 12Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. 13Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.a 14Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

La cuestión del tributo

(Mr. 12.13–17; Lc. 20.20–26)

15Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. 16Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 17Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? 18Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. 20Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? 21Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 22Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.[1]

 

Números 21

El rey de Arad ataca a Israel

21

1Cuando el cananeo, el rey de Arad, que habitaba en el Neguev, oyó que venía Israela por el camino de Atarim, peleó contra Israel, y tomó de él prisioneros. 2Entonces Israel hizo voto a Jehová, y dijo: Si en efecto entregares este pueblo en mi mano, yo destruiré sus ciudades. 3Y Jehová escuchó la voz de Israel, y entregó al cananeo, y los destruyó a ellos y a sus ciudades; y llamó el nombre de aquel lugar Horma.6

La serpiente de bronce

4Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom;b y se desanimó el pueblo por el camino. 5Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. 6Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. 7Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. 8Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. 9Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta;c y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.

Los israelitas rodean la tierra de Moab

10Después partieron los hijos de Israel y acamparon en Obot. 11Y partiendo de Obot, acamparon en Ije-abarim, en el desierto que está enfrente de Moab, al nacimiento del sol. 12Partieron de allí, y acamparon en el valle de Zered. 13De allí partieron, y acamparon al otro lado de Arnón, que está en el desierto, y que sale del territorio del amorreo; porque Arnón es límite de Moab, entre Moab y el amorreo. 14Por tanto se dice en el libro de las batallas de Jehová:

Lo que hizo en el Mar Rojo,

Y en los arroyos de Arnón;

     15     Y a la corriente de los arroyos

Que va a parar en Ar,

Y descansa en el límite de Moab.

16De allí vinieron a Beer:7 este es el pozo del cual Jehová dijo a Moisés: Reúne al pueblo, y les daré agua. 17Entonces, cantó Israel este cántico:

Sube, oh pozo; a él cantad;

     18     Pozo, el cual cavaron los señores.

Lo cavaron los príncipes del pueblo,

Y el legislador, con sus báculos.

Del desierto vinieron a Matana, 19y de Matana a Nahaliel, y de Nahaliel a Bamot; 20y de Bamot al valle que está en los campos de Moab, y a la cumbre de Pisga, que mira hacia el desierto.

Israel derrota a Sehón

(Dt. 2.26–37)

21Entonces envió Israel embajadores a Sehón rey de los amorreos, diciendo: 22Pasaré por tu tierra; no nos iremos por los sembrados, ni por las viñas; no beberemos las aguas de los pozos; por el camino real iremos, hasta que pasemos tu territorio. 23Mas Sehón no dejó pasar a Israel por su territorio, sino que juntó Sehón todo su pueblo y salió contra Israel en el desierto, y vino a Jahaza y peleó contra Israel. 24Y lo hirió Israel a filo de espada, y tomó su tierra desde Arnón hasta Jaboc, hasta los hijos de Amón; porque la frontera de los hijos de Amón era fuerte. 25Y tomó Israel todas estas ciudades, y habitó Israel en todas las ciudades del amorreo, en Hesbón y en todas sus aldeas. 26Porque Hesbón era la ciudad de Sehón rey de los amorreos, el cual había tenido guerra antes con el rey de Moab, y tomado de su poder toda su tierra hasta Arnón. 27Por tanto dicen los proverbistas:

Venid a Hesbón,

Edifíquese y repárese la ciudad de Sehón.

     28     Porque fuego salió de Hesbón,

Y llama de la ciudad de Sehón,

Y consumió a Ar de Moab,

A los señores de las alturas de Arnón.

     29     ¡Ay de ti, Moab!

Pereciste, pueblo de Quemos.

Fueron puestos sus hijos en huida,

Y sus hijas en cautividad,

Por Sehón rey de los amorreos.

     30     Mas devastamos el reino de ellos;

Pereció Hesbón hasta Dibón,

Y destruimos hasta Nofa y Medeba.

Israel derrota a Og de Basán

(Dt. 3.1–11)

31Así habitó Israel en la tierra del amorreo. 32También envió Moisés a reconocer a Jazer; y tomaron sus aldeas, y echaron al amorreo que estaba allí. 33Y volvieron, y subieron camino de Basán; y salió contra ellos Og rey de Basán, él y todo su pueblo, para pelear en Edrei. 34Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo, porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón. 35E hirieron a él y a sus hijos, y a toda su gente, sin que le quedara uno, y se apoderaron de su tierra.[2]

       

Cantares 1.1-2.7

 

La esposa y las hijas de Jerusalén

1

1Cantar de los cantares, el cual es de Salomón.a

     2     ¡Oh, si él me besara con besos de su boca!

Porque mejores son tus amores que el vino.

     3     A más del olor de tus suaves ungüentos,

Tu nombre es como ungüento derramado;

Por eso las doncellas te aman.

     4     Atráeme; en pos de ti correremos.

El rey me ha metido en sus cámaras;

Nos gozaremos y alegraremos en ti;

Nos acordaremos de tus amores más que del vino;

Con razón te aman.

     5     Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable

Como las tiendas de Cedar,

Como las cortinas de Salomón.

     6     No reparéis en que soy morena,

Porque el sol me miró.

Los hijos de mi madre se airaron contra mí;

Me pusieron a guardar las viñas;

Y mi viña, que era mía, no guardé.

     7     Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;

Pues ¿por qué había de estar yo como errante

Junto a los rebaños de tus compañeros?

     8     Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres,

Ve, sigue las huellas del rebaño,

Y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.

La esposa y el esposo

     9     A yegua de los carros de Faraón

Te he comparado, amiga mía.

     10     Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,

Tu cuello entre los collares.

     11     Zarcillos de oro te haremos,

Tachonados de plata.

     12     Mientras el rey estaba en su reclinatorio,

Mi nardo dio su olor.

     13     Mi amado es para mí un manojito de mirra,

Que reposa entre mis pechos.

     14     Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi

Es para mí mi amado.

     15     He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.

     16     He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce;

Nuestro lecho es de flores.

     17     Las vigas de nuestra casa son de cedro,

Y de ciprés los artesonados.

2

     1     Yo soy la rosa de Sarón,

Y el lirio de los valles.

     2     Como el lirio entre los espinos,

Así es mi amiga entre las doncellas.

     3     Como el manzano entre los árboles silvestres,

Así es mi amado entre los jóvenes;

Bajo la sombra del deseado me senté,

Y su fruto fue dulce a mi paladar.

     4     Me llevó a la casa del banquete,

Y su bandera sobre mí fue amor.

     5     Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas;

Porque estoy enferma de amor.

     6     Su izquierda esté debajo de mi cabeza,

Y su derecha me abrace.

     7     Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,

Por los corzos y por las ciervas del campo,

Que no despertéis ni hagáis velar al amor,

Hasta que quiera.[3]

 



a a 22.13: Mt. 8.12; 25.30; Lc. 13.28.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 21.46-22.22). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a a 21.1: Nm. 33.40.

6 Esto es, Destrucción.

b b 21.4: Dt. 2.1.

c c 21.9: Jn. 3.14.

7 Esto es, Pozo.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 20.29-21.35). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a a 1.1: 1 R. 4.32.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 12.14-Cnt 2.7). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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