¡Ya puedes dejar de temer!
Por Riqui Ricón*
“Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat
11.28-30).
El verdadero
descanso, el que Jesús te ofrece, no es algo que puedas tener o poseer en sí,
pues no es un momento en el tiempo, ni un alto en el camino para reponer las
fuerzas y el ánimo perdidos. Más que del tener, es una manifestación del SER.
Se refiere a quien tú ahora eres en Cristo Jesús por medio de HABER NACIDO DE
NUEVO.
Es el SER
más que el tener lo que te dan el descanso, la paz verdadera, la plenitud. Así,
al venir a Cristo, podemos entrar al reposo de Dios pues, por medio de Él, tú
realmente has adquirido una nueva naturaleza. ¡Tu Nuevo Nacimiento es real y
verdadero!
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Co 5.17).
Tu Nuevo
Nacimiento es más real y verdadero que cualquier circunstancia, problema o
aflicción que el día de hoy estés enfrentando. Es esta certeza la que te
ayudará a vencer cualquier miedo o ansiedad (preocupación), pues no es lo mismo
enfrentarse a las vicisitudes de la vida como un ser humano, imperfecto y
mortal, al encararlas como un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, eterno(a) y amado(a) por Dios, tu Padre.
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Así que, no
solamente Dios te ha compartido Su propia Naturaleza al darte la Vida
Eterna, sino que, además, y por eso
mismo, te ha declarado Su propio(a) Hijo(a).
“Miren
con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que
somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque
no lo conocen a él” (1Jn 3:1 NTV).
Esta Verdad debe ser más que suficiente para encarar
con ánimo victorioso cualquier problema, angustia o enfermedad. De aquí lo
trascendental de saberse, y sobre todo creerse con certeza, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
“Siendo
renacidos [nacidos
de nuevo], no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre” (1 P 1.23).
Es
importante reconocer aquí que, no es conociendo o sabiendo que la Palabra de
Dios dice que Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo que recibo la
Plenitud y la Paz, sino creyéndolo en
Verdad. Creyendo que la Biblia son las Palabras que salieron de la boca de Dios
y por lo tanto es la Verdad pues, “El cielo y la tierra pasarán, pero Sus palabras no pasarán” (Mar 13.31).
En el
capítulo 4 de la carta a los Hebreos, la Biblia nos enseña que el pueblo de
Israel no pudo entrar al reposo de Dios pues “no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los
que la oyeron” (Heb 4.2).
En el
capítulo 8 de la carta a los romanos, después de enseñarnos a no vivir en
condenación “porque la ley del espíritu
de vida en Cristo Jesús nos ha hecho libres de la ley del pecado y de la muerte”;
después de declararnos hijos de Dios “pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otras vez en temor,
sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!”; después de establecernos con propósito en esta tierra “porque
también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios”; después de posicionarnos en una victoria permanente
ya que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”; después de todo esto, nos pregunta con la más elemental y contundente
lógica: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Aprendamos de Jesús, pues, tanto
la humildad y mansedumbre de corazón como el yugo fácil y la carga ligera,
provienen de quién es Él, un Hijo de Dios Nacido de Nuevo, el primogénito entre
muchos hermanos.
Identifícate a ti mismo con la
Palabra de Dios y encontrarás el verdadero descanso, el reposo de Dios, no solo
por unos breves momentos sino permanentemente en Su presencia pues tú eres y
siempre serás un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) del Rey.
Así que, ¡Ya puedes dejar de temer! Dios no te ha dejado ni te dejará. Y
por la Palabra de Dios, por Su Palabra de Honor, puedes estar seguro(a) que de
todo problema, aflicción o enfermedad, tú saldrás más que vencedor(a) por medio
de Su Amor.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo
alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de
Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom 8:37-39 RV60).
Así es, la certeza de Su Amor por ti es la que te libra de todo temor.
“En el amor no hay temor, sino
que el perfecto amor echa fuera el temor;
porque el temor lleva en sí castigo.
De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” (1Jn 4:18 RV60).
Gracias sean dadas a Dios nuestro Padre y a Jesucristo nuestro Salvador
de que tú y yo ya hemos sido perfeccionados en Su Amor.
Así que, ¡no temas, cree solamente!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, quiero agradecerte por tanto y tan grande Amor,
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados Tú me diste Vida juntamente con
Cristo. Señor Jesús, gracias por Tu Palabra, La Biblia, pues ahora yo sé muy
bien que ahora soy Tu Hijo(a) amado(a). Esto es más que suficiente para mí. Hoy
me someto a Tu Palabra, resisto al diablo y sus miedos y temores, y éstos se
van fuera de mi vida. Voy a vivir mi vida sin miedo y con la Plenitud y la Paz
que Tu Amor y Tu Palabra me dan, pues hoy estoy plenamente convencido que Tú,
mi Dios y Padre, puedes y quieres sanarme; sé muy bien que puedes y quieres
prosperarme; sé muy bien que puedes y quieres restaurarme; sé muy bien que
nunca me has dejado y nunca me dejarás. Y aunque Satanás, el adversario, sólo
viene a hurtar, matar y destruir, Tú has venido a mí para darme Vida, y Vida
Abundante. Estoy convencido(a) de que por lo que hiciste por mí al morir en esa
cruz y resucitar venciendo a la muerte, ahora yo tengo Vida Eterna. ¡Soy un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Por lo tanto, puedo estar seguro(a) de que
me escuchas y atiendes mis oraciones; yo también voy a atender a Tu Palabra y
hacer de La Biblia la norma máxima de mi existencia; yo sí creo a Tu indicación
y la voy a leer y meditar de día y de noche para guardarla en mi corazón y
poner en práctica todo lo que en ella está escrito. Voy a buscar y establecer
primeramente Tu reino, Señor, y sé que todas mis necesidades serán suplidas,
pues de acuerdo a Tu Palabra, yo, _________ (tu nombre aquí), haré prosperar mi
camino y todo me saldrá bien. Por lo tanto, creo y declaro que de todo
problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a) por medio de
Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy más que vencedor(a)! Y, por la Palabra de Dios, soy dichoso(a) para vivir
una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva
Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud.
Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora
disfruto. En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y
corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo
de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a).
Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la
cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a
mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que
desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi
Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y
profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las
tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu
Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré
derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 7 Mat 11.20-30 / Lev 13 / Pro 25
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 7 Mat 11.20-30 / Lev 13 / Pro 25
San
Mateo 11.20-30
Ayes sobre las ciudades impenitentes
(Lc. 10.13–16)
20Entonces comenzó a reconvenir a
las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se
habían arrepentido, diciendo: 21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti,
Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidónf se hubieran
hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran
arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el
día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para
vosotras. 23Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo,
hasta el Hades4 serás abatida;g porque si
en Sodomah
se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido
hasta el día de hoy. 24Por tanto os digo que en el día del juicio,
será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma,i que para
ti.
Venid a mí y descansad
(Lc. 10.21–22)
25En aquel tiempo, respondiendo
Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me
fueron entregadas por mi Padre;j y nadie conoce al Hijo, sino
el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,k y aquel a
quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas;l 30porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.[1]
Levítico
13
Leyes acerca de la lepra
13
1Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
2Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción,
o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será
traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. 3Y
el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se
ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne,
llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo.
4Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no
pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco,
entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días. 5Y al
séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no
habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar
por otros siete días. 6Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá
de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la
piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus
vestidos, y será limpio. 7Pero si se extendiere la erupción en la
piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse
otra vez al sacerdote. 8Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la
erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.
9Cuando hubiere llaga de lepra en
el hombre, será traído al sacerdote. 10Y éste lo mirará, y si
apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se
descubre asimismo la carne viva, 11es lepra crónica en la piel de
su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es
inmundo. 12Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo
que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta
donde pueda ver el sacerdote, 13entonces éste le reconocerá; y si
la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda
ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. 14Mas el día que
apareciere en él la carne viva, será inmundo. 15Y el sacerdote
mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es
lepra. 16Mas cuando la carne viva cambiare y se volviere blanca,
entonces vendrá al sacerdote, 17y el sacerdote mirará; y si la
llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la
llaga, y será limpio.
18Y cuando en la piel de la carne
hubiere divieso, y se sanare, 19y en el lugar del divieso hubiere
una hinchazón, o una mancha blanca rojiza, será mostrado al sacerdote. 20Y
el sacerdote mirará; y si pareciere estar más profunda que la piel, y su pelo
se hubiere vuelto blanco, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra
que se originó en el divieso. 21Y si el sacerdote la considerare,
y no apareciere en ella pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino
oscura, entonces el sacerdote le encerrará por siete días; 22y si
se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo declarará inmundo;
es llaga. 23Pero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, y
no se hubiere extendido, es la cicatriz del divieso, y el sacerdote lo
declarará limpio.
24Asimismo cuando hubiere en la
piel del cuerpo quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha
blanquecina, rojiza o blanca, 25el sacerdote la mirará; y si el
pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y ésta pareciere ser más profunda
que la piel, es lepra que salió en la quemadura; y el sacerdote lo declarará
inmundo, por ser llaga de lepra. 26Mas si el sacerdote la mirare,
y no apareciere en la mancha pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel,
sino que estuviere oscura, le encerrará el sacerdote por siete días. 27Y
al séptimo día el sacerdote la reconocerá; y si se hubiere ido extendiendo por
la piel, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra. 28Pero
si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel,
sino que estuviere oscura, es la cicatriz de la quemadura; el sacerdote lo
declarará limpio, porque señal de la quemadura es.
29Y al hombre o mujer que le
saliere llaga en la cabeza, o en la barba, 30el sacerdote mirará
la llaga; y si pareciere ser más profunda que la piel, y el pelo de ella fuere
amarillento y delgado, entonces el sacerdote le declarará inmundo; es tiña, es
lepra de la cabeza o de la barba. 31Mas cuando el sacerdote
hubiere mirado la llaga de la tiña, y no pareciere ser más profunda que la
piel, ni hubiere en ella pelo negro, el sacerdote encerrará por siete días al
llagado de la tiña; 32y al séptimo día el sacerdote mirará la llaga;
y si la tiña no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo
amarillento, ni pareciere la tiña más profunda que la piel, 33entonces
le hará que se rasure, pero no rasurará el lugar afectado; y el sacerdote
encerrará por otros siete días al que tiene la tiña. 34Y al
séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la
piel, ni pareciere ser más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará
limpio; y lavará sus vestidos y será limpio. 35Pero si la tiña se
hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación, 36entonces
el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el
sacerdote el pelo amarillento; es inmundo. 37Mas si le pareciere
que la tiña está detenida, y que ha salido en ella el pelo negro, la tiña está
sanada; él está limpio, y limpio lo declarará el sacerdote.
38Asimismo cuando el hombre o la
mujer tuviere en la piel de su cuerpo manchas, manchas blancas, 39el
sacerdote mirará, y si en la piel de su cuerpo aparecieren manchas blancas algo
oscurecidas, es empeine que brotó en la piel; está limpia la persona.
40Y el hombre, cuando se le cayere
el cabello, es calvo, pero limpio. 41Y si hacia su frente se le
cayere el cabello, es calvo por delante, pero limpio. 42Mas cuando
en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota
en su calva o en su antecalva. 43Entonces el sacerdote lo mirará,
y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su
antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, 44leproso
es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene
la llaga.
45Y el leproso en quien hubiere
llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará:
¡Inmundo! ¡Inmundo! 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él,
será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su
morada.
47Cuando en un vestido hubiere
plaga de lepra, ya sea vestido de lana, o de lino, 48o en urdimbre
o en trama de lino o de lana, o en cuero, o en cualquiera obra de cuero;
49y la plaga fuere verdosa, o rojiza, en vestido o en cuero, en urdimbre
o en trama, o en cualquiera obra de cuero; plaga es de lepra, y se ha de
mostrar al sacerdote. 50Y el sacerdote mirará la plaga, y
encerrará la cosa plagada por siete días. 51Y al séptimo día
mirará la plaga; y si se hubiere extendido la plaga en el vestido, en la
urdimbre o en la trama, en el cuero, o en cualquiera obra que se hace de cuero,
lepra maligna es la plaga; inmunda será. 52Será quemado el
vestido, la urdimbre o trama de lana o de lino, o cualquiera obra de cuero en
que hubiere tal plaga, porque lepra maligna es; al fuego será quemada.
53Y si el sacerdote mirare, y no
pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, en la urdimbre o en la
trama, o en cualquiera obra de cuero, 54entonces el sacerdote
mandará que laven donde está la plaga, y lo encerrará otra vez por siete días.
55Y el sacerdote mirará después que la plaga fuere lavada; y si
pareciere que la plaga no ha cambiado de aspecto, aunque no se haya extendido
la plaga, inmunda es; la quemarás al fuego; es corrosión penetrante, esté lo
raído en el derecho o en el revés de aquella cosa.
56Mas si el sacerdote la viere, y
pareciere que la plaga se ha oscurecido después que fue lavada, la cortará del
vestido, del cuero, de la urdimbre o de la trama. 57Y si
apareciere de nuevo en el vestido, la urdimbre o trama, o en cualquiera cosa de
cuero, extendiéndose en ellos, quemarás al fuego aquello en que estuviere la
plaga. 58Pero el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquiera
cosa de cuero que lavares, y que se le quitare la plaga, se lavará segunda vez,
y entonces será limpia.
59Esta es la ley para la plaga de
la lepra del vestido de lana o de lino, o de urdimbre o de trama, o de
cualquiera cosa de cuero, para que sea declarada limpia o inmunda.[2]
Proverbios
25
Comparaciones y lecciones morales
25
1También estos
son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de
Judá:
2 Gloria de
Dios es encubrir un asunto;
Pero honra del rey es
escudriñarlo.
3 Para la
altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,
Y para el corazón de los
reyes, no hay investigación.
4 Quita las
escorias de la plata,
Y saldrá alhaja al fundidor.
5 Aparta al
impío de la presencia del rey,
Y su trono se afirmará en
justicia.
6 No te
alabes delante del rey,
Ni estés en el lugar de los
grandes;
7 Porque
mejor es que se te diga: Sube acá,
Y no que seas humillado
delante del príncipe
A quien han mirado tus ojos.a
8 No entres
apresuradamente en pleito,
No sea que no sepas qué hacer
al fin,
Después que tu prójimo te haya
avergonzado.
9 Trata tu
causa con tu compañero,
Y no descubras el secreto a
otro,
10 No sea que
te deshonre el que lo oyere,
Y tu infamia no pueda
repararse.
11 Manzana de
oro con figuras de plata
Es la palabra dicha como
conviene.
12 Como
zarcillo de oro y joyel de oro fino
Es el que reprende al sabio
que tiene oído dócil.
13 Como frío
de nieve en tiempo de la siega,
Así es el mensajero fiel a los
que lo envían,
Pues al alma de su señor da
refrigerio.
14 Como nubes
y vientos sin lluvia,
Así es el hombre que se jacta
de falsa liberalidad.
15 Con larga
paciencia se aplaca el príncipe,
Y la lengua blanda quebranta
los huesos.
16 ¿Hallaste
miel? Come lo que te basta,
No sea que hastiado de ella la
vomites.
17 Detén tu
pie de la casa de tu vecino,
No sea que hastiado de ti te
aborrezca.
18 Martillo y
cuchillo y saeta aguda
Es el hombre que habla contra
su prójimo falso testimonio.
19 Como diente
roto y pie descoyuntado
Es la confianza en el
prevaricador en tiempo de angustia.
20 El que
canta canciones al corazón afligido
Es como el que quita la ropa
en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
21 Si el que
te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,
Y si tuviere sed, dale de
beber agua;
22 Porque
ascuas amontonarás sobre su cabeza,b
Y Jehová te lo pagará.
23 El viento
del norte ahuyenta la lluvia,
Y el rostro airado la lengua
detractora.
24 Mejor es
estar en un rincón del terrado,
Que con mujer rencillosa en
casa espaciosa.
25 Como el
agua fría al alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de lejanas
tierras.
26 Como fuente
turbia y manantial corrompido,
Es el justo que cae delante
del impío.
27 Comer mucha
miel no es bueno,
Ni el buscar la propia gloria
es gloria.
28 Como ciudad
derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no
tiene rienda.[3]
f f 11.21: Is. 23.1–18; Ez. 26.1—28.26; Jl.
3.4–8; Am. 1.9–10; Zac. 9.2–4.
4 Nombre griego del lugar de los muertos.
g g 11.23: Is. 14.13–15.
h h 11.23: Gn. 19.24–28.
i i 11.24: Mt. 10.15; Lc. 10.12.
j j 11.27: Jn. 3.35.
k k 11.27: Jn. 10.15.
l l 11.29: Jer. 6.16.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 11.19-30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 12.8-13.59). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 25.6–7: Lc. 14.8–10.
b b 25.21–22: Ro. 12.20.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 24.34-25.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 7 Mat 11.20-30 / Lev 13 / Pro 25
San
Mateo 11.20-30
Ayes sobre las ciudades impenitentes
(Lc. 10.13–16)
20Entonces comenzó a reconvenir a
las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se
habían arrepentido, diciendo: 21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti,
Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidónf se hubieran
hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran
arrepentido en cilicio y en ceniza. 22Por tanto os digo que en el
día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para
vosotras. 23Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo,
hasta el Hades4 serás abatida;g porque si
en Sodomah
se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido
hasta el día de hoy. 24Por tanto os digo que en el día del juicio,
será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma,i que para
ti.
Venid a mí y descansad
(Lc. 10.21–22)
25En aquel tiempo, respondiendo
Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste
estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
26Sí, Padre, porque así te agradó. 27Todas las cosas me
fueron entregadas por mi Padre;j y nadie conoce al Hijo, sino
el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,k y aquel a
quien el Hijo lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo
sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas;l 30porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.[1]
Levítico
13
Leyes acerca de la lepra
13
1Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
2Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción,
o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será
traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes. 3Y
el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se
ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne,
llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo.
4Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no
pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco,
entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días. 5Y al
séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no
habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar
por otros siete días. 6Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá
de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la
piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus
vestidos, y será limpio. 7Pero si se extendiere la erupción en la
piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse
otra vez al sacerdote. 8Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la
erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.
9Cuando hubiere llaga de lepra en
el hombre, será traído al sacerdote. 10Y éste lo mirará, y si
apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se
descubre asimismo la carne viva, 11es lepra crónica en la piel de
su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es
inmundo. 12Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo
que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta
donde pueda ver el sacerdote, 13entonces éste le reconocerá; y si
la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda
ella se ha vuelto blanca, y él es limpio. 14Mas el día que
apareciere en él la carne viva, será inmundo. 15Y el sacerdote
mirará la carne viva, y lo declarará inmundo. Es inmunda la carne viva; es
lepra. 16Mas cuando la carne viva cambiare y se volviere blanca,
entonces vendrá al sacerdote, 17y el sacerdote mirará; y si la
llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote declarará limpio al que tenía la
llaga, y será limpio.
18Y cuando en la piel de la carne
hubiere divieso, y se sanare, 19y en el lugar del divieso hubiere
una hinchazón, o una mancha blanca rojiza, será mostrado al sacerdote. 20Y
el sacerdote mirará; y si pareciere estar más profunda que la piel, y su pelo
se hubiere vuelto blanco, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra
que se originó en el divieso. 21Y si el sacerdote la considerare,
y no apareciere en ella pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel, sino
oscura, entonces el sacerdote le encerrará por siete días; 22y si
se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo declarará inmundo;
es llaga. 23Pero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, y
no se hubiere extendido, es la cicatriz del divieso, y el sacerdote lo
declarará limpio.
24Asimismo cuando hubiere en la
piel del cuerpo quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha
blanquecina, rojiza o blanca, 25el sacerdote la mirará; y si el
pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y ésta pareciere ser más profunda
que la piel, es lepra que salió en la quemadura; y el sacerdote lo declarará
inmundo, por ser llaga de lepra. 26Mas si el sacerdote la mirare,
y no apareciere en la mancha pelo blanco, ni fuere más profunda que la piel,
sino que estuviere oscura, le encerrará el sacerdote por siete días. 27Y
al séptimo día el sacerdote la reconocerá; y si se hubiere ido extendiendo por
la piel, el sacerdote lo declarará inmundo; es llaga de lepra. 28Pero
si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel,
sino que estuviere oscura, es la cicatriz de la quemadura; el sacerdote lo
declarará limpio, porque señal de la quemadura es.
29Y al hombre o mujer que le
saliere llaga en la cabeza, o en la barba, 30el sacerdote mirará
la llaga; y si pareciere ser más profunda que la piel, y el pelo de ella fuere
amarillento y delgado, entonces el sacerdote le declarará inmundo; es tiña, es
lepra de la cabeza o de la barba. 31Mas cuando el sacerdote
hubiere mirado la llaga de la tiña, y no pareciere ser más profunda que la
piel, ni hubiere en ella pelo negro, el sacerdote encerrará por siete días al
llagado de la tiña; 32y al séptimo día el sacerdote mirará la llaga;
y si la tiña no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo
amarillento, ni pareciere la tiña más profunda que la piel, 33entonces
le hará que se rasure, pero no rasurará el lugar afectado; y el sacerdote
encerrará por otros siete días al que tiene la tiña. 34Y al
séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la
piel, ni pareciere ser más profunda que la piel, el sacerdote lo declarará
limpio; y lavará sus vestidos y será limpio. 35Pero si la tiña se
hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación, 36entonces
el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el
sacerdote el pelo amarillento; es inmundo. 37Mas si le pareciere
que la tiña está detenida, y que ha salido en ella el pelo negro, la tiña está
sanada; él está limpio, y limpio lo declarará el sacerdote.
38Asimismo cuando el hombre o la
mujer tuviere en la piel de su cuerpo manchas, manchas blancas, 39el
sacerdote mirará, y si en la piel de su cuerpo aparecieren manchas blancas algo
oscurecidas, es empeine que brotó en la piel; está limpia la persona.
40Y el hombre, cuando se le cayere
el cabello, es calvo, pero limpio. 41Y si hacia su frente se le
cayere el cabello, es calvo por delante, pero limpio. 42Mas cuando
en la calva o en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota
en su calva o en su antecalva. 43Entonces el sacerdote lo mirará,
y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su
antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, 44leproso
es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene
la llaga.
45Y el leproso en quien hubiere
llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará:
¡Inmundo! ¡Inmundo! 46Todo el tiempo que la llaga estuviere en él,
será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su
morada.
47Cuando en un vestido hubiere
plaga de lepra, ya sea vestido de lana, o de lino, 48o en urdimbre
o en trama de lino o de lana, o en cuero, o en cualquiera obra de cuero;
49y la plaga fuere verdosa, o rojiza, en vestido o en cuero, en urdimbre
o en trama, o en cualquiera obra de cuero; plaga es de lepra, y se ha de
mostrar al sacerdote. 50Y el sacerdote mirará la plaga, y
encerrará la cosa plagada por siete días. 51Y al séptimo día
mirará la plaga; y si se hubiere extendido la plaga en el vestido, en la
urdimbre o en la trama, en el cuero, o en cualquiera obra que se hace de cuero,
lepra maligna es la plaga; inmunda será. 52Será quemado el
vestido, la urdimbre o trama de lana o de lino, o cualquiera obra de cuero en
que hubiere tal plaga, porque lepra maligna es; al fuego será quemada.
53Y si el sacerdote mirare, y no
pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, en la urdimbre o en la
trama, o en cualquiera obra de cuero, 54entonces el sacerdote
mandará que laven donde está la plaga, y lo encerrará otra vez por siete días.
55Y el sacerdote mirará después que la plaga fuere lavada; y si
pareciere que la plaga no ha cambiado de aspecto, aunque no se haya extendido
la plaga, inmunda es; la quemarás al fuego; es corrosión penetrante, esté lo
raído en el derecho o en el revés de aquella cosa.
56Mas si el sacerdote la viere, y
pareciere que la plaga se ha oscurecido después que fue lavada, la cortará del
vestido, del cuero, de la urdimbre o de la trama. 57Y si
apareciere de nuevo en el vestido, la urdimbre o trama, o en cualquiera cosa de
cuero, extendiéndose en ellos, quemarás al fuego aquello en que estuviere la
plaga. 58Pero el vestido, la urdimbre o la trama, o cualquiera
cosa de cuero que lavares, y que se le quitare la plaga, se lavará segunda vez,
y entonces será limpia.
59Esta es la ley para la plaga de
la lepra del vestido de lana o de lino, o de urdimbre o de trama, o de
cualquiera cosa de cuero, para que sea declarada limpia o inmunda.[2]
Proverbios
25
Comparaciones y lecciones morales
25
1También estos
son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de
Judá:
2 Gloria de
Dios es encubrir un asunto;
Pero honra del rey es
escudriñarlo.
3 Para la
altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,
Y para el corazón de los
reyes, no hay investigación.
4 Quita las
escorias de la plata,
Y saldrá alhaja al fundidor.
5 Aparta al
impío de la presencia del rey,
Y su trono se afirmará en
justicia.
6 No te
alabes delante del rey,
Ni estés en el lugar de los
grandes;
7 Porque
mejor es que se te diga: Sube acá,
Y no que seas humillado
delante del príncipe
A quien han mirado tus ojos.a
8 No entres
apresuradamente en pleito,
No sea que no sepas qué hacer
al fin,
Después que tu prójimo te haya
avergonzado.
9 Trata tu
causa con tu compañero,
Y no descubras el secreto a
otro,
10 No sea que
te deshonre el que lo oyere,
Y tu infamia no pueda
repararse.
11 Manzana de
oro con figuras de plata
Es la palabra dicha como
conviene.
12 Como
zarcillo de oro y joyel de oro fino
Es el que reprende al sabio
que tiene oído dócil.
13 Como frío
de nieve en tiempo de la siega,
Así es el mensajero fiel a los
que lo envían,
Pues al alma de su señor da
refrigerio.
14 Como nubes
y vientos sin lluvia,
Así es el hombre que se jacta
de falsa liberalidad.
15 Con larga
paciencia se aplaca el príncipe,
Y la lengua blanda quebranta
los huesos.
16 ¿Hallaste
miel? Come lo que te basta,
No sea que hastiado de ella la
vomites.
17 Detén tu
pie de la casa de tu vecino,
No sea que hastiado de ti te
aborrezca.
18 Martillo y
cuchillo y saeta aguda
Es el hombre que habla contra
su prójimo falso testimonio.
19 Como diente
roto y pie descoyuntado
Es la confianza en el
prevaricador en tiempo de angustia.
20 El que
canta canciones al corazón afligido
Es como el que quita la ropa
en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
21 Si el que
te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan,
Y si tuviere sed, dale de
beber agua;
22 Porque
ascuas amontonarás sobre su cabeza,b
Y Jehová te lo pagará.
23 El viento
del norte ahuyenta la lluvia,
Y el rostro airado la lengua
detractora.
24 Mejor es
estar en un rincón del terrado,
Que con mujer rencillosa en
casa espaciosa.
25 Como el
agua fría al alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de lejanas
tierras.
26 Como fuente
turbia y manantial corrompido,
Es el justo que cae delante
del impío.
27 Comer mucha
miel no es bueno,
Ni el buscar la propia gloria
es gloria.
28 Como ciudad
derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no
tiene rienda.[3]
f f 11.21: Is. 23.1–18; Ez. 26.1—28.26; Jl.
3.4–8; Am. 1.9–10; Zac. 9.2–4.
4 Nombre griego del lugar de los muertos.
g g 11.23: Is. 14.13–15.
h h 11.23: Gn. 19.24–28.
i i 11.24: Mt. 10.15; Lc. 10.12.
j j 11.27: Jn. 3.35.
k k 11.27: Jn. 10.15.
l l 11.29: Jer. 6.16.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 11.19-30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Lv 12.8-13.59). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 25.6–7: Lc. 14.8–10.
b b 25.21–22: Ro. 12.20.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Pr 24.34-25.28). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?