¡Cómo puedo, realmente, ponerme al servicio de los
demás!
¡Creyendo que en verdad soy
el(la) Hijo(a) de Dios que La Biblia dice que soy!
Por Riqui Ricón*
Mas entre vosotros no será así, sino que el
que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y
el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo
del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos (Mat 20.26-28).
En incontables ocasiones he
escuchado las exhortaciones que se nos hacen para ser humildes y mansos porque
es así como Dios lo quiere, sin embargo, como nunca me habían enseñado porqué
es que Dios pide esto y tampoco me enseñaron cómo conseguirlo (sólo me
señalaron el objetivo y la dirección hacia la cual debía andar), entonces pasé
mucho tiempo intentando agradar a Dios en esa área, sin llegar a conseguir lo
que pretendía: ser humilde y manso tal como lo es Él.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas; (30) porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mat_11:29-30
RV1960).
La mansedumbre y la humildad son
un producto genuino de mi Identidad como Hijo de Dios Nacido de Nuevo. Son el
resultado de aprender de Él, de aprender de Su Palabra.
“La actitud de ustedes debe
ser como la de Cristo Jesús, (6) quien, siendo por naturaleza Dios, no
consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. (7)
Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza[b] de
siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. (8) Y
al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la
muerte, ¡y muerte de cruz!” (Flp_2:5-8 NVI).
Si tú has aceptado a Jesucristo
como tu Señor y Salvador, entonces has Nacido de Nuevo como un(a) Hijo(a) de
Dios. El viejo hombre o la vieja mujer que tú antes eras no existe más y ahora
tú eres una nueva creación y por lo tanto, participas de Su naturaleza divina
“Yo no he hablado por mi
propia cuenta; el Padre que me envió me ordenó qué decir y cómo decirlo. (50) Y
sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que
el Padre me ha ordenado decir” (Jua_12:49-50 NVI).
Si te fijas, el servicio y la
humildad comienzan con la obediencia, y la obediencia fluye de la confianza, de
la relación que ahora tienes NO con un Dios Todopoderoso sino con tu Padre
celestial que te ama tanto que prefirió entregar a Su único Hijo antes que
perderte a ti.
“Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jua 3:16 RV60).
Y aunque tu Padre celestial sigue
siendo, desde luego, Dios Todopoderoso, la relación que ahora tienes con Él ya
no es más la de una criatura sino la de Su Hijo(a) amado(a). Es el Amor y
comunión que hay entre ustedes dos lo que ahora te impulsa a obedecer y servir
con humildad. Tal y como Jesús lo hizo.
“En esto se ha perfeccionado
el amor en nosotros, para que tengamos
confianza en el día del juicio; pues
como él es [tal como Jesús es],
así somos nosotros en este mundo” (1Jn 4:17 RV60).
Es así como podemos servir a los
demás con gozo y alegría, pues sólo la verdadera humildad, que fluye de mi
Identidad, me puede dar descanso a mi alma, a mis emociones y sentimientos,
pues Satanás, nuestro adversario, tratará de inculcarnos las emociones y
sentimientos de orgullo y altivez propios de la vieja naturaleza. Sin embargo…
“Jehová es mi pastor; nada me
faltará. (2) En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de
reposo me pastoreará. (3) Confortará mi alma; Me guiará por sendas de
justicia por amor de su nombre” (Sal_23:1-3 RV60).
Por ejemplo, acerca de las cosas
que te pueden causar afán y aflicción como el sustento diario, el comer y el
vestir, que su único propósito es desenfocarte de una vida de servicio, tu
Padre celestial te instruye sencillamente que:
“Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat_6:33
RV60).
Dios es tu Padre amoroso y Él
sabe que tienes necesidades y las va a satisfacer todas: Él es tu pastor y
nada te faltará. Sólo necesitas confiar en Él y creerle a Su Palabra.
“En aquel tiempo los
discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los
cielos? (2) Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio
de ellos, (3) y dijo: De cierto os digo,
que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los
cielos” (Mat_18:1-3 RV60).
Esta necesidad de sentirse
valiosos e importantes radica en complejos de inferioridad propios de la vieja
naturaleza. A los niños no les interesan esas cosas sino jugar y disfrutar con
Su Padre. Los niños le dejan las preocupaciones a su papá.
¿Cómo Jesús, siendo el Hijo de
Dios pudo venir a servirnos a nosotros en lugar de que nosotros le sirviéramos
a Él? Pues, Jesús sabía perfectamente bien quien era Él. Lo manifestó desde los
doce años de edad cuando José y María lo extraviaron y lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndolos y preguntándoles.
Jesús le respondió a María: Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios
de mi Padre me es necesario estar? (Luc 2.49).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, dice de ti y de mí que ahora, en Cristo Jesús somos Hijas e
Hijos de Dios Nacidos de Nuevo exactamente igual a Jesús, sólo que Él es el
primogénito entre muchos hermanos.
“Porque a los que antes
conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Rom 8:29
RV60).
Así que tenemos la misma posición
e identidad que Él tiene y es, precisamente esto, lo que nos permite vencer.
Aquí está la respuesta a cómo hacer que sucedan las cosas que en la Palabra de
Dios se nos pide que hagamos: ¡creyendo!
Creyendo que somos las Hijas e
Hijos que Dios en Su Palabra dice que somos. Piénsalo bien, si eres un(a) Hijo(a)
del dueño y Señor del Universo, y lo sabes bien y además LO CREES (con certeza
absoluta), ¿qué te puede impedir ser manso y humilde como lo es Él? ¿Nada! ¿Qué
mentira del demonio podría desubicarte para volverá dar lugar al orgullo y la
altivez? ¡Ninguna!
La Biblia es la Palabra de Dios y
es la verdad. ¿Por qué estar luchando contra una naturaleza egoísta y orgullosa
cuando la Biblia dice que hemos Nacido de Nuevo en Cristo Jesús y no de una
simiente corruptible sino de la incorruptible Palabra de Dios? Si luchamos
contra la vieja naturaleza la estamos aceptando, si creemos que somos Nacidos
de Nuevo incorruptibles, como dice la Biblia, entonces renovamos el espíritu de
nuestra mente, nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre,
que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos
en el espíritu de vuestra mente, y vestíos
del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe
4.22-24).
Por alguna razón Jesús mismo nos
dice, si puedes creer, al que cree TODO
le es posible.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso es saber y creer lo que hiciste por Amor a mí. Gracias por no haber
escatimado a Tu propio Hijo Jesús, sino que lo entregaste por mí. Señor Jesús,
muchas gracias porque Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Gracias porque con Tu muerte y resurrección, destruiste por
medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y
así, me has hecho libre, pues yo, por el temor de la muerte estaba durante toda
mi vida sujeto(a) a servidumbre. ¡Porque Tú moriste, mi vieja naturaleza, mi
viejo(a) yo, murió contigo! ¡Porque Tú vives, yo también vivo! ¡La Vida Eterna
que Tú tienes, es la misma que adquiriste para mí! ¡Puedo dejar de temerle a la
muerte! ¡La muerte ya no se enseñorea más de mí! ¡Gracias! ¡Muchas gracias,
Señor Jesús! Ahora puedo, con toda certeza declarar que, ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y,
por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena, abundante y
de servicio a los demás. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva
Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud.
Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora
disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! ¡Ya no tengo temor! ¡Estoy
asegurado(a)! ¡Tú eres mi escudo! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 23 Mat 20.17-34 / Núm 15-16 / Ecl 10
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 23 Mat 20.17-34 / Núm 15-16 / Ecl 10
San
Mateo 20.17-34
Nuevamente Jesús anuncia su muerte
(Mr. 10.32–34; Lc. 18.31–34)
17Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó
a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18He aquí
subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales
sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19y le
entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen;
mas al tercer día resucitará.
Petición de Santiago y de Juan
(Mr. 10.35–45)
20Entonces se le acercó la madre de
los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
21El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis
beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo
soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23El les dijo: A la
verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis
bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo,
sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24Cuando
los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25Entonces
Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
26Mas entre vosotros no será así,c sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el
que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;d
28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos.
Dos ciegos reciben la vista
(Mr. 10.46–52; Lc. 18.35–43)
29Al salir ellos de Jericó, le
seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados
junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor,
Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les
reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de
David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los
llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron:
Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús,
compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le
siguieron.[1]
Números
15-16
Leyes sobre las ofrendas
15
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la
tierra de vuestra habitación que yo os doy, 3y hagáis ofrenda
encendida a Jehová, holocausto, o sacrificio, por especial voto, o de vuestra
voluntad, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato a Jehová, de
vacas o de ovejas; 4entonces el que presente su ofrenda a Jehová
traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina, amasada con la
cuarta parte de un hin de aceite. 5De vino para la libación
ofrecerás la cuarta parte de un hin, además del holocausto o del sacrificio,
por cada cordero. 6Por cada carnero harás ofrenda de dos décimas
de flor de harina, amasada con la tercera parte de un hin de aceite; 7y
de vino para la libación ofrecerás la tercera parte de un hin, en olor grato a
Jehová. 8Cuando ofrecieres novillo en holocausto o sacrificio, por
especial voto, o de paz a Jehová, 9ofrecerás con el novillo una
ofrenda de tres décimas de flor de harina, amasada con la mitad de un hin de
aceite; 10y de vino para la libación ofrecerás la mitad de un hin,
en ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
11Así se hará con cada buey, o
carnero, o cordero de las ovejas, o cabrito. 12Conforme al número
así haréis con cada uno, según el número de ellos. 13Todo natural
hará estas cosas así, para ofrecer ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
14Y cuando habitare con vosotros extranjero, o cualquiera que estuviere
entre vosotros por vuestras generaciones, si hiciere ofrenda encendida de olor
grato a Jehová, como vosotros hiciereis, así hará él. 15Un mismo
estatuto tendréis vosotros de la congregación y el extranjero que con vosotros
mora; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; como vosotros, así será
el extranjero delante de Jehová. 16Una misma ley y un mismo
decreto tendréis, vosotros y el extranjero que con vosotros mora.a
17También habló Jehová a Moisés,
diciendo: 18Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis
entrado en la tierra a la cual yo os llevo, 19cuando comencéis a
comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová. 20De lo
primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la
era, así la ofreceréis. 21De las primicias de vuestra masa daréis
a Jehová ofrenda por vuestras generaciones. 22Y cuando errareis, y
no hiciereis todos estos mandamientos que Jehová ha dicho a Moisés, 23todas
las cosas que Jehová os ha mandado por medio de Moisés, desde el día que Jehová
lo mandó, y en adelante por vuestras edades, 24si el pecado fue
hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación
ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Jehová, con su ofrenda y su
libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. 25Y el
sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel; y les
será perdonado, porque yerro es; y ellos traerán sus ofrendas, ofrenda
encendida a Jehová, y sus expiaciones delante de Jehová por sus yerros.
26Y será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel, y al
extranjero que mora entre ellos, por cuanto es yerro de todo el pueblo.
27Si una persona pecare por yerro,
ofrecerá una cabra de un año para expiación. 28Y el sacerdote hará
expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro
delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado.b 29El
nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una
misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. 30Mas la
persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero,
ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. 31Por
cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento,
enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella.
Lapidación de un violador del día de reposo
32Estando los hijos de Israel en el
desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo.*
33Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón,
y a toda la congregación; 34y lo pusieron en la cárcel, porque no
estaba declarado qué se le había de hacer. 35Y Jehová dijo a
Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación
fuera del campamento. 36Entonces lo sacó la congregación fuera del
campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.
Franjas en los vestidos
37Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 38Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan
franjas en los bordes de sus vestidos,c por sus
generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. 39Y
os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los
mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro
corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. 40Para
que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro
Dios. 41Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto,
para ser vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
La rebelión de Coré
16
1Coré hijo de Izhar, hijo de Coat,
hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos
de Rubén, tomaron gente, 2y se levantaron contra Moisés con doscientos
cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los
del consejo, varones de renombre. 3Y se juntaron contra Moisés y
Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos
ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis
vosotros sobre la congregación de Jehová? 4Cuando oyó esto Moisés,
se postró sobre su rostro; 5y habló a Coré y a todo su séquito,
diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se
acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí. 6Haced
esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito, 7y poned fuego
en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a
quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví.
8Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: 9¿Os es
poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel,
acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová,
y estéis delante de la congregación para ministrarles, 10y que te
hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis
también el sacerdocio? 11Por tanto, tú y todo tu séquito sois los
que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él
murmuréis?
12Y envió Moisés a llamar a Datán y
Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá. 13¿Es
poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para
hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros
imperiosamente? 14Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya
leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos
de estos hombres? No subiremos.
15Entonces Moisés se enojó en gran
manera, y dijo a Jehová: No mires a su ofrenda; ni aun un asno he tomado de
ellos, ni a ninguno de ellos he hecho mal. 16Después dijo Moisés a
Coré: Tú y todo tu séquito, poneos mañana delante de Jehová; tú, y ellos, y
Aarón; 17y tomad cada uno su incensario y poned incienso en ellos,
y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario, doscientos cincuenta
incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario. 18Y
tomó cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos
incienso, y se pusieron a la puerta del tabernáculo de reunión con Moisés y
Aarón. 19Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la
congregación a la puerta del tabernáculo de reunión; entonces la gloria de
Jehová apareció a toda la congregación. 20Y Jehová habló a Moisés
y a Aarón, diciendo: 21Apartaos de entre esta congregación, y los
consumiré en un momento. 22Y ellos se postraron sobre sus rostros,
y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el
que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación? 23Entonces
Jehová habló a Moisés, diciendo: 24Habla a la congregación y
diles: Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Datán y Abiram.
25Entonces Moisés se levantó y fue
a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él. 26Y
él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos
hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos
sus pecados. 27Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y
de Abiram en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de
sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos. 28Y
dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas
estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad. 29Si como
mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la
suerte de todos los hombres, Jehová no me envió. 30Mas si Jehová
hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus
cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres
irritaron a Jehová.
31Y aconteció que cuando cesó él de
hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos.
32Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los
hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33Y ellos, con todo lo que
tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en
medio de la congregación. 34Y todo Israel, los que estaban en
derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague
también la tierra. 35También salió fuego de delante de Jehová, y
consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.
36Entonces Jehová habló a Moisés,
diciendo: 37Di a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que tome los
incensarios de en medio del incendio, y derrame más allá el fuego; porque son
santificados 38los incensarios de estos que pecaron contra sus
almas; y harán de ellos planchas batidas para cubrir el altar; por cuanto
ofrecieron con ellos delante de Jehová, son santificados, y serán como señal a
los hijos de Israel. 39Y el sacerdote Eleazar tomó los incensarios
de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el
altar, 40en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún
extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso
delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo
dijo Jehová por medio de Moisés.
41El día siguiente, toda la
congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo:
Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. 42Y aconteció que
cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo
de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de
Jehová. 43Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de
reunión. 44Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 45Apartaos
de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se
postraron sobre sus rostros. 46Y dijo Moisés a Aarón: Toma el
incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a
la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la
presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. 47Entonces tomó
Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y
he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e
hizo expiación por el pueblo, 48y se puso entre los muertos y los
vivos; y cesó la mortandad. 49Y los que murieron en aquella
mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de
Coré. 50Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo
de reunión, cuando la mortandad había cesado.[2]
Eclesiastés
10
Excelencia de la sabiduría
10
1Las moscas muertas hacen heder y
dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es
estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su
mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun
mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que
es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no
dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
5Hay un mal que he visto debajo del
sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la necedad está
colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi
siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
8El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le
morderá la serpiente. 9Quien corta piedras, se hiere con ellas; el
que parte leña, en ello peligra. 10Si se embotare el hierro, y su
filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es
provechosa para dirigir. 11Si muerde la serpiente antes de ser
encantada, de nada sirve el encantador.
12Las palabras de la boca del sabio
son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El
principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo
desvarío. 14El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo
que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El
trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey
es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada
tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora,
para reponer sus fuerzas y no para beber! 18Por la pereza se cae
la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa. 19Por
el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve
para todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo
secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la
voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.[3]
c c 20.25–26: Lc. 22.25–26.
d d 20.26–27: Mt. 23.11; Mr. 9.35; Lc.
22.26.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 20.16-34). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 15.16: Lv. 24.22.
b b 15.27–28: Lv. 4.27–31.
* Aquí equivale a sábado.
c c 15.38: Dt. 22.12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 14.45-16.50). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 9.18-10.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 23 Mat 20.17-34 / Núm 15-16 / Ecl 10
San
Mateo 20.17-34
Nuevamente Jesús anuncia su muerte
(Mr. 10.32–34; Lc. 18.31–34)
17Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó
a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18He aquí
subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales
sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19y le
entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen;
mas al tercer día resucitará.
Petición de Santiago y de Juan
(Mr. 10.35–45)
20Entonces se le acercó la madre de
los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
21El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se
sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
22Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis
beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo
soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23El les dijo: A la
verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis
bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo,
sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24Cuando
los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos. 25Entonces
Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
26Mas entre vosotros no será así,c sino que el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27y el
que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;d
28como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos.
Dos ciegos reciben la vista
(Mr. 10.46–52; Lc. 18.35–43)
29Al salir ellos de Jericó, le
seguía una gran multitud. 30Y dos ciegos que estaban sentados
junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor,
Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31Y la gente les
reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de
David, ten misericordia de nosotros! 32Y deteniéndose Jesús, los
llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Ellos le dijeron:
Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34Entonces Jesús,
compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le
siguieron.[1]
Números
15-16
Leyes sobre las ofrendas
15
1Jehová habló a Moisés, diciendo:
2Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis entrado en la
tierra de vuestra habitación que yo os doy, 3y hagáis ofrenda
encendida a Jehová, holocausto, o sacrificio, por especial voto, o de vuestra
voluntad, o para ofrecer en vuestras fiestas solemnes olor grato a Jehová, de
vacas o de ovejas; 4entonces el que presente su ofrenda a Jehová
traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de harina, amasada con la
cuarta parte de un hin de aceite. 5De vino para la libación
ofrecerás la cuarta parte de un hin, además del holocausto o del sacrificio,
por cada cordero. 6Por cada carnero harás ofrenda de dos décimas
de flor de harina, amasada con la tercera parte de un hin de aceite; 7y
de vino para la libación ofrecerás la tercera parte de un hin, en olor grato a
Jehová. 8Cuando ofrecieres novillo en holocausto o sacrificio, por
especial voto, o de paz a Jehová, 9ofrecerás con el novillo una
ofrenda de tres décimas de flor de harina, amasada con la mitad de un hin de
aceite; 10y de vino para la libación ofrecerás la mitad de un hin,
en ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
11Así se hará con cada buey, o
carnero, o cordero de las ovejas, o cabrito. 12Conforme al número
así haréis con cada uno, según el número de ellos. 13Todo natural
hará estas cosas así, para ofrecer ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
14Y cuando habitare con vosotros extranjero, o cualquiera que estuviere
entre vosotros por vuestras generaciones, si hiciere ofrenda encendida de olor
grato a Jehová, como vosotros hiciereis, así hará él. 15Un mismo
estatuto tendréis vosotros de la congregación y el extranjero que con vosotros
mora; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; como vosotros, así será
el extranjero delante de Jehová. 16Una misma ley y un mismo
decreto tendréis, vosotros y el extranjero que con vosotros mora.a
17También habló Jehová a Moisés,
diciendo: 18Habla a los hijos de Israel, y diles: Cuando hayáis
entrado en la tierra a la cual yo os llevo, 19cuando comencéis a
comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová. 20De lo
primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la
era, así la ofreceréis. 21De las primicias de vuestra masa daréis
a Jehová ofrenda por vuestras generaciones. 22Y cuando errareis, y
no hiciereis todos estos mandamientos que Jehová ha dicho a Moisés, 23todas
las cosas que Jehová os ha mandado por medio de Moisés, desde el día que Jehová
lo mandó, y en adelante por vuestras edades, 24si el pecado fue
hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación
ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato a Jehová, con su ofrenda y su
libación conforme a la ley, y un macho cabrío en expiación. 25Y el
sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel; y les
será perdonado, porque yerro es; y ellos traerán sus ofrendas, ofrenda
encendida a Jehová, y sus expiaciones delante de Jehová por sus yerros.
26Y será perdonado a toda la congregación de los hijos de Israel, y al
extranjero que mora entre ellos, por cuanto es yerro de todo el pueblo.
27Si una persona pecare por yerro,
ofrecerá una cabra de un año para expiación. 28Y el sacerdote hará
expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro
delante de Jehová, la reconciliará, y le será perdonado.b 29El
nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una
misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. 30Mas la
persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero,
ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. 31Por
cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y menospreció su mandamiento,
enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella.
Lapidación de un violador del día de reposo
32Estando los hijos de Israel en el
desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo.*
33Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón,
y a toda la congregación; 34y lo pusieron en la cárcel, porque no
estaba declarado qué se le había de hacer. 35Y Jehová dijo a
Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación
fuera del campamento. 36Entonces lo sacó la congregación fuera del
campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés.
Franjas en los vestidos
37Y Jehová habló a Moisés,
diciendo: 38Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan
franjas en los bordes de sus vestidos,c por sus
generaciones; y pongan en cada franja de los bordes un cordón de azul. 39Y
os servirá de franja, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los
mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro
corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. 40Para
que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro
Dios. 41Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto,
para ser vuestro Dios. Yo Jehová vuestro Dios.
La rebelión de Coré
16
1Coré hijo de Izhar, hijo de Coat,
hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos
de Rubén, tomaron gente, 2y se levantaron contra Moisés con doscientos
cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los
del consejo, varones de renombre. 3Y se juntaron contra Moisés y
Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos
ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis
vosotros sobre la congregación de Jehová? 4Cuando oyó esto Moisés,
se postró sobre su rostro; 5y habló a Coré y a todo su séquito,
diciendo: Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo, y hará que se
acerque a él; al que él escogiere, él lo acercará a sí. 6Haced
esto: tomaos incensarios, Coré y todo su séquito, 7y poned fuego
en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a
quien Jehová escogiere, aquel será el santo; esto os baste, hijos de Leví.
8Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: 9¿Os es
poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel,
acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová,
y estéis delante de la congregación para ministrarles, 10y que te
hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis
también el sacerdocio? 11Por tanto, tú y todo tu séquito sois los
que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él
murmuréis?
12Y envió Moisés a llamar a Datán y
Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos allá. 13¿Es
poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para
hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros
imperiosamente? 14Ni tampoco nos has metido tú en tierra que fluya
leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos
de estos hombres? No subiremos.
15Entonces Moisés se enojó en gran
manera, y dijo a Jehová: No mires a su ofrenda; ni aun un asno he tomado de
ellos, ni a ninguno de ellos he hecho mal. 16Después dijo Moisés a
Coré: Tú y todo tu séquito, poneos mañana delante de Jehová; tú, y ellos, y
Aarón; 17y tomad cada uno su incensario y poned incienso en ellos,
y acercaos delante de Jehová cada uno con su incensario, doscientos cincuenta
incensarios; tú también, y Aarón, cada uno con su incensario. 18Y
tomó cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos
incienso, y se pusieron a la puerta del tabernáculo de reunión con Moisés y
Aarón. 19Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la
congregación a la puerta del tabernáculo de reunión; entonces la gloria de
Jehová apareció a toda la congregación. 20Y Jehová habló a Moisés
y a Aarón, diciendo: 21Apartaos de entre esta congregación, y los
consumiré en un momento. 22Y ellos se postraron sobre sus rostros,
y dijeron: Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el
que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación? 23Entonces
Jehová habló a Moisés, diciendo: 24Habla a la congregación y
diles: Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Datán y Abiram.
25Entonces Moisés se levantó y fue
a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él. 26Y
él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos
hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos
sus pecados. 27Y se apartaron de las tiendas de Coré, de Datán y
de Abiram en derredor; y Datán y Abiram salieron y se pusieron a las puertas de
sus tiendas, con sus mujeres, sus hijos y sus pequeñuelos. 28Y
dijo Moisés: En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para que hiciese todas
estas cosas, y que no las hice de mi propia voluntad. 29Si como
mueren todos los hombres murieren éstos, o si ellos al ser visitados siguen la
suerte de todos los hombres, Jehová no me envió. 30Mas si Jehová
hiciere algo nuevo, y la tierra abriere su boca y los tragare con todas sus
cosas, y descendieren vivos al Seol, entonces conoceréis que estos hombres
irritaron a Jehová.
31Y aconteció que cuando cesó él de
hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos.
32Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los
hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33Y ellos, con todo lo que
tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en
medio de la congregación. 34Y todo Israel, los que estaban en
derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague
también la tierra. 35También salió fuego de delante de Jehová, y
consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.
36Entonces Jehová habló a Moisés,
diciendo: 37Di a Eleazar hijo del sacerdote Aarón, que tome los
incensarios de en medio del incendio, y derrame más allá el fuego; porque son
santificados 38los incensarios de estos que pecaron contra sus
almas; y harán de ellos planchas batidas para cubrir el altar; por cuanto
ofrecieron con ellos delante de Jehová, son santificados, y serán como señal a
los hijos de Israel. 39Y el sacerdote Eleazar tomó los incensarios
de bronce con que los quemados habían ofrecido; y los batieron para cubrir el
altar, 40en recuerdo para los hijos de Israel, de que ningún
extraño que no sea de la descendencia de Aarón se acerque para ofrecer incienso
delante de Jehová, para que no sea como Coré y como su séquito; según se lo
dijo Jehová por medio de Moisés.
41El día siguiente, toda la
congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo:
Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. 42Y aconteció que
cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo
de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de
Jehová. 43Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de
reunión. 44Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 45Apartaos
de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se
postraron sobre sus rostros. 46Y dijo Moisés a Aarón: Toma el
incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a
la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la
presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. 47Entonces tomó
Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y
he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e
hizo expiación por el pueblo, 48y se puso entre los muertos y los
vivos; y cesó la mortandad. 49Y los que murieron en aquella
mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de
Coré. 50Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo
de reunión, cuando la mortandad había cesado.[2]
Eclesiastés
10
Excelencia de la sabiduría
10
1Las moscas muertas hacen heder y
dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es
estimado como sabio y honorable. 2El corazón del sabio está a su
mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda. 3Y aun
mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y va diciendo a todos que
es necio. 4Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no
dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
5Hay un mal que he visto debajo del
sol, a manera de error emanado del príncipe: 6la necedad está
colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. 7Vi
siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra.
8El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare vallado, le
morderá la serpiente. 9Quien corta piedras, se hiere con ellas; el
que parte leña, en ello peligra. 10Si se embotare el hierro, y su
filo no fuere amolado, hay que añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es
provechosa para dirigir. 11Si muerde la serpiente antes de ser
encantada, de nada sirve el encantador.
12Las palabras de la boca del sabio
son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. 13El
principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla, nocivo
desvarío. 14El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo
que ha de ser; ¿y quién le hará saber lo que después de él será? 15El
trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde ir a la ciudad.
16¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey
es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! 17¡Bienaventurada
tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora,
para reponer sus fuerzas y no para beber! 18Por la pereza se cae
la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa. 19Por
el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos; y el dinero sirve
para todo. 20Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo
secreto de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la
voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.[3]
c c 20.25–26: Lc. 22.25–26.
d d 20.26–27: Mt. 23.11; Mr. 9.35; Lc.
22.26.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 20.16-34). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 15.16: Lv. 24.22.
b b 15.27–28: Lv. 4.27–31.
* Aquí equivale a sábado.
c c 15.38: Dt. 22.12.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 14.45-16.50). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Ec 9.18-10.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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