¡Cómo vivir una Vida más allá de lo Posible!
¡Por la FE en Su Palabra!
Por Riqui Ricón*
Viendo esto Pedro, respondió
al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué ponéis los ojos en nosotros, como
si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? El
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha
glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante
de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad… Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y
conocéis, le ha confirmado su nombre; y
la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia
de todos vosotros (Hch 3. 12-13, 16).
Tenemos aquí al apóstol Pedro
dando dos enseñanzas básicas: 1) Los milagros NO suceden por algún tipo de
poder o atributo que posea el ser humano sino por la FE, esto es, por creerle a
Dios, creyendo Su Palabra. 2) Sabiendo lo anterior, no es de maravillarse que
Dios haga milagros como respuesta a la FE en el nombre de Jesús.
De acuerdo a la Biblia, que es la
Palabra de Dios y no miente, señales, milagros y prodigios han de ser las
características de la vida de todo(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Y
estas señales seguirán a los que creen:
En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán
en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar 16.
17-18).
Poner las
manos sobre los enfermos para que éstos sanen es sólo una más de las señales
que deben seguirte, si es que en Verdad tú crees que la Biblia es la Palabra de
Dios.
Nota bien
que la Biblia dice, estas señales seguirán a
los que creen, y NO dice, estas señales las
tendrán que hacer los que creen. La cita que encabeza esta
reflexión ya nos mostró que sólo Dios tiene el poder para hacer milagros.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que
yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.
12).
Así que la
clave en todo esto es tu FE. La clave es si le crees a Dios, creyendo Su
Palabra.
Y yendo, predicad, diciendo:
El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad
leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia (Mat 10.
7-8).
Todo, absolutamente todo, lo que
se trate de la vida en el Reino de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, se
ha de llevar a cabo mediante la FE en Jesús. Lo único que se nos pide para
poder hacer las cosas que Él hizo y aún mayores es creer, creerle a Él, creerle
a Su Palabra.
A estas alturas, muy
probablemente te estés preguntando el porqué de tanta insistencia en eso de
creerle a Dios creyendo Su Palabra. Pues bien, esto es así porque es de suma
importancia que te des cuenta que FE no es creer EN Dios sino CREERLE a Él.
Necesitas notar la gran diferencia que hay entre estas dos posturas.
Dios no es hombre, para que
mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló,
¿y no lo ejecutará? (Num 23.19).
Al creer a la Biblia, la Palabra
de Dios, estás creyéndole a Dios pues, al fin y al cabo, Él es Su Palabra, pues
la Palabra de Dios es Palabra de Honor.
Si Dios lo dijo, entonces Él lo
va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a ejecutar.
Pero Tomás, uno de los doce,
llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino (sin embargo sí había
escuchado a Jesús declarar que Él resucitaría). Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos
visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere
mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré (Jua
20.24-25).
Lamentablemente algunos creyentes
(cada vez menos), como Santo Tomás, quieren ver para creer; buscan por todas
partes una mujer u hombre ungidos para que oren por ellos y ver así si sienten
alguna manifestación de ese poder en sus vidas (hasta en esto dudan).
Cuando la multitud se agolpó
alrededor de Pedro y Juan por haber sanado al cojo de nacimiento que mendigaba
en la puerta la Hermosa, Pedro dejó muy claro que no fue la unción o el poder
que ellos tuvieran sino la FE en el nombre de Jesús, lo que obró aquel
asombroso milagro.
De cierto, de cierto os digo, que
todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta
ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro
gozo sea cumplido (Jua 16.23b-24).
¿Qué es la FE? FE es creerle a
Dios; FE es creerle a Su Palabra. Si Él dice que pondremos las manos sobre los
enfermos y éstos sanarán, entonces, no tienes razón ni motivo para tener la más
mínima duda de que sanarán, pues no es tu Palabra la que está comprometida sino
la de Dios, y Él jamás deshonrará Su Palabra.
Pero sin fe es imposible agradar
a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que
es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La FE es el detonante, el
ingrediente principal, en tu relación con el Señor, y para el Señor. La buena
noticia es que Él ya te dotó de la medida de FE. Una única medida para todos.
La misma FE que tiene Jesucristo, Pablo o Pedro es la que tienes tú, ¿Qué cómo
lo sé? ¡La biblia lo dice!
Digo, pues, por la gracia que
me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto
de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno (Ro 12. 3).
Dado que
Dios no hace acepción de personas, entonces es una misma medida de FE la que se
nos repartió a cada uno.
Simón Pedro, siervo y apóstol
de Jesucristo, a los que habéis
alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe
igualmente preciosa que la nuestra (2 P 1. 1).
¡Tú has
alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la de Pedro, quien sanaba enfermos con solo tocar su sombra!
Lo interesante de todo esto es
que la FE actúa de la misma forma tanto para recibir a Jesucristo como tu Señor
y salvador como para la sanidad de tu cuerpo o para cualquier problema o
necesidad que tú estés enfrentando el día de hoy.
Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá (Ro 1.17).
¡Tú eres ese(a) justo(a)! ¡Cristo
Jesús te hizo así!
Al aceptar y creer que, a través de la FE, en
Jesucristo has Nacido de Nuevo por la Palabra de Dios, entonces recibes tu
identidad y tu linaje como Hijo(a) del Rey; dejas las cosas viejas en el pasado
y te extiendes a una vida nueva donde debes reinar y establecer el reino de tu
Padre. No eres más un ser humano sin ton ni son, aventado(a) por ahí,
olvidado(a) y arrumbado(a) en algún lugar del planeta. ¡No, nada de eso!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1
Jn 3.1 BAD).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Ahora tú eres un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios. Por eso el mundo no te conoce porque no le conocen a Él,
porque no conocen Su gran Amor.
¡Eres un(a) Hijo(a)
legítimo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jua 3.16-17).
¡Jamás lo olvides!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, Tú conoces
mi corazón y sabes cuánto te amo. Te doy gracias por lo que has hecho por mí y
conmigo dando a Tu Hijo Jesús como pago por todos mis pecados haciéndome de
nuevo ahora como Tu Hijo(a). Gracias por Tu Palabra que me da FE. Sé que puedo
confiar plenamente en Ti. Sé que lo que Tú dices en Tu Palabra es la Verdad y
se va a cumplir. Gracias Señor puedo estar tranquilo(a) y seguro(a). En todas
las cosas soy más que vencedor(a) por medio Tuyo Jesucristo. ¡Todo lo puedo
pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás conmigo, que el que está en el
mundo. Soy sano(a) por Tus heridas y libre por Tu Sangre. Por lo tanto, sin
importar las circunstancias o condiciones que esté enfrentando hoy, no voy a
temer, ni a dudar de quién soy yo ahora, en Cristo Jesús. Soy un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo. Tengo propósito y destino. Voy a reinar en esta tierra
y no voy a permitirles a la enfermedad, los problemas, la pobreza, la tristeza,
el resentimiento, la depresión, ni a nada, ni a nadie, robarme lo que
legítimamente es mío por la Sangre de Jesús: mi identidad. Gracias, Señor
Jesús, por lo que hiciste por mí al morir y resucitar, Tú me hiciste de nuevo y
eso ya nadie me lo puede quitar. Padre, que hermoso es saberse tan amado(a) por Ti. Que
sublime sensación es saber que has establecido en Tu Palabra, Eterna, Perfecta
e Infalible, que aunque yo ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer,
pues sé que Tú estás conmigo; que aunque las aflicciones vengan sobre mí, sé
que de TODAS ellas voy a salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
amó, Cristo Jesús. ¡Escrito está! ¡Tú no mientes ni Te arrepiente! ¡Lo has
dicho y lo vas hacer! ¡Lo has hablado y lo vas a ejecutar! ¡Gracias, precioso
Dios! Y a Ti, amado Señor Jesús, quiero decirte que te amo con todo mi ser, con
todas mis fuerzas y con todo mi corazón. Por lo que hiciste por mí en la cruz,
al morir pagando todos mis pecados y al vencer a la muerte, resucitando de
entre los muertos, para darme la Vida Eterna y hacerme nacer de Nuevo como
un(a) Hijo(a) de Dios, ahora tengo identidad, ahora sé perfectamente quién yo
soy. Así que, no voy a temer más. Me determino a ser dichoso(a) haciendo de Tu
Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia; la pondré en mi boca,
mente y corazón; voy a leerla y meditarla de día y de noche para guardarla y
hacer conforme a todo lo que Tú, precioso Dios, dices en ella; porque sé que
entonces haré prosperar mi camino y todo me saldrá bien. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! Lo creo y lo declaro en el nombre
poderoso de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de FE he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
12 Hch 3.
/ Deu 17-18 /
Job 12
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
12 Hch 3.
/ Deu 17-18 /
Job 12
Hechos
3
Curación de un cojo
3
1Pedro y Juan subían juntos al
templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era traído un hombre
cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama
la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3Este,
cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo:
Míranos. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de
ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que
tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Y
tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies
y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con
ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y
todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10Y le reconocían que
era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se
llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón
11Y teniendo asidos a Pedro y a
Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos
al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió
al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué
ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos
hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el
Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros
entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle
en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y
pedisteis que se os diese un homicida,a 15y
matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo
cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste,
que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él
ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
17Mas ahora, hermanos, sé que por
ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero
Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus
profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a
Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las
cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo. 22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor
vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él
oiréis en todas las cosas que os hable;b 23y
toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.c
24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En
tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.d
26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió
para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.[1]
Deuteronomio
17-18
17
1No ofrecerás en sacrificio a
Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues
es abominación a Jehová tu Dios.
2Cuando se hallare en medio de ti,
en alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da, hombre o mujer que haya
hecho mal ante los ojos de Jehová tu Dios traspasando su pacto, 3que
hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos,a
ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del cielo, lo cual yo he
prohibido; 4y te fuere dado aviso, y después que oyeres y hubieres
indagado bien, la cosa pareciere de verdad cierta, que tal abominación ha sido
hecha en Israel; 5entonces sacarás a tus puertas al hombre o a la
mujer que hubiere hecho esta mala cosa, sea hombre o mujer, y los apedrearás, y
así morirán. 6Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que
hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo.b
7La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después
la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.
8Cuando alguna cosa te fuere
difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de
derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de
litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que
Jehová tu Dios escogiere; 9y vendrás a los sacerdotes levitas, y
al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la
sentencia del juicio. 10Y harás según la sentencia que te indiquen
los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te
manifiesten. 11Según la ley que te enseñen, y según el juicio que
te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de la sentencia
que te declaren. 12Y el hombre que procediere con soberbia, no
obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de Jehová tu
Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de Israel.
13Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.
Instrucciones acerca de un rey
14Cuando hayas entrado en la tierra
que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas:
Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores;c
15ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere;
de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre
extranjero, que no sea tu hermano. 16Pero él no aumentará para sí
caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos;d
porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17Ni
tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe;e
ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia.f
18Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para
sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los
sacerdotes levitas; 19y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los
días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas
las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; 20para
que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a
diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos,
en medio de Israel.
Las porciones de los levitas
18
1Los sacerdotes levitas, es decir,
toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas
quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. 2No tendrán,
pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho.a
3Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los
que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla,
las quijadas y el cuajar. 4Las primicias de tu grano, de tu vino y
de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás; 5porque
le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para
administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.
6Y cuando saliere un levita de
alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere vivido, y viniere
con todo el deseo de su alma al lugar que Jehová escogiere, 7ministrará
en el nombre de Jehová su Dios como todos sus hermanos los levitas que
estuvieren allí delante de Jehová. 8Igual ración a la de los otros
comerá, además de sus patrimonios.
Amonestación contra costumbres paganas
9Cuando entres a la tierra que
Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas
naciones. 10No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su
hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero,b
ni sortílego, ni hechicero,c 11ni
encantador, ni adivino,d ni mago, ni quien consulte a
los muertos. 12Porque es abominación para con Jehová cualquiera
que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas
naciones de delante de ti. 13Perfecto serás delante de Jehová tu
Dios.e
14Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen;
mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.
Dios promete un profeta como Moisés
15Profeta de en medio de ti, de tus
hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;f
16conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la
asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más
este gran fuego, para que no muera. 17Y Jehová me dijo: Han
hablado bien en lo que han dicho. 18Profeta les levantaré de en
medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les
hablará todo lo que yo le mandare. 19Mas a cualquiera que no oyere
mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.g
20El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a
quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos,
el tal profeta morirá. 21Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos
la palabra que Jehová no ha hablado?; 22si el profeta hablare en
nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que
Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor
de él.[2]
Job 12
Job proclama el poder y la sabiduría de Dios
12
1Respondió entonces Job, diciendo:
2 Ciertamente
vosotros sois el pueblo,
Y con vosotros morirá la
sabiduría.
3 También
tengo yo entendimiento como vosotros;
No soy yo menos que vosotros;
¿Y quién habrá que no pueda
decir otro tanto?
4 Yo soy uno
de quien su amigo se mofa,
Que invoca a Dios, y él le
responde;
Con todo, el justo y perfecto
es escarnecido.
5 Aquel cuyos
pies van a resbalar
Es como una lámpara
despreciada de aquel que está a sus anchas.
6 Prosperan
las tiendas de los ladrones,
Y los que provocan a Dios
viven seguros,
En cuyas manos él ha puesto
cuanto tienen.
7 Y en
efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán;
A las aves de los cielos, y
ellas te lo mostrarán;
8 O habla a
la tierra, y ella te enseñará;
Los peces del mar te lo
declararán también.
9 ¿Qué cosa
de todas estas no entiende
Que la mano de Jehová la hizo?
10 En su mano
está el alma de todo viviente,
Y el hálito de todo el género
humano.
11 Ciertamente
el oído distingue las palabras,
Y el paladar gusta las
viandas.
12 En los
ancianos está la ciencia,
Y en la larga edad la inteligencia.
13 Con Dios
está la sabiduría y el poder;
Suyo es el consejo y la
inteligencia.
14 Si él
derriba, no hay quien edifique;
Encerrará al hombre, y no
habrá quien le abra.
15 Si él
detiene las aguas, todo se seca;
Si las envía, destruyen la
tierra.
16 Con él está
el poder y la sabiduría;
Suyo es el que yerra, y el que
hace errar.
17 El hace
andar despojados de consejo a los consejeros,
Y entontece a los jueces.
18 El rompe
las cadenas de los tiranos,
Y les ata una soga a sus
lomos.
19 El lleva
despojados a los príncipes,
Y trastorna a los poderosos.
20 Priva del
habla a los que dicen verdad,
Y quita a los ancianos el
consejo.
21 El derrama menosprecio
sobre los príncipes,
Y desata el cinto de los
fuertes.
22 El descubre
las profundidades de las tinieblas,
Y saca a luz la sombra de
muerte.
23 El
multiplica las naciones, y él las destruye;
Esparce a las naciones, y las vuelve
a reunir.
24 El quita el
entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,
Y los hace vagar como por un
yermo sin camino.
25 Van a
tientas, como en tinieblas y sin luz,
Y los hace errar como
borrachos.[3]
a a 3.14: Mt. 27.15–23; Mr. 15.6–14; Lc.
23.13–23; Jn. 19.12–15.
b b 3.22: Dt. 18.15–16.
c c 3.23: Dt. 18.19.
d d 3.25: Gn. 22.18.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 2.47-3.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 17.3: Ex. 22.20.
b b 17.6: Nm. 35.30; Dt. 19.15; Mt. 18.16;
2 Co. 13.1; 1 Ti. 5.19; He. 10.28.
c c 17.14: 1 S. 8.5.
d d 17.16: 1 R. 10.28; 2 Cr. 1.16; 9.28.
e e 17.17: 1 R. 11.1–8.
f
f 17.17: 1 R. 10.27; 2 Cr.
1.17; 9.27.
a
a 18.2: Nm. 18.20.
b
b 18.10: Lv. 19.26.
c c 18.10: Ex. 22.18.
d d 18.11: Lv. 19.31.
e e 18.13: Mt. 5.48.
f
f 18.15: Hch. 3.22; 7.37.
g
g 18.19: Hch. 3.23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 16.22-18.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 11.20-12.25). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
12 Hch 3.
/ Deu 17-18 /
Job 12
Hechos
3
Curación de un cojo
3
1Pedro y Juan subían juntos al
templo a la hora novena, la de la oración. 2Y era traído un hombre
cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama
la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3Este,
cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna. 4Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo:
Míranos. 5Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de
ellos algo. 6Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que
tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7Y
tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies
y tobillos; 8y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con
ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. 9Y
todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. 10Y le reconocían que
era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se
llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón
11Y teniendo asidos a Pedro y a
Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos
al pórtico que se llama de Salomón. 12Viendo esto Pedro, respondió
al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué
ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos
hecho andar a éste? 13El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el
Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros
entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle
en libertad. 14Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y
pedisteis que se os diese un homicida,a 15y
matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo
cual nosotros somos testigos. 16Y por la fe en su nombre, a éste,
que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él
ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
17Mas ahora, hermanos, sé que por
ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero
Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus
profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y
convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la
presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a
Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es
necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las
cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde
tiempo antiguo. 22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor
vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él
oiréis en todas las cosas que os hable;b 23y
toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.c
24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En
tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.d
26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió
para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.[1]
Deuteronomio
17-18
17
1No ofrecerás en sacrificio a
Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues
es abominación a Jehová tu Dios.
2Cuando se hallare en medio de ti,
en alguna de tus ciudades que Jehová tu Dios te da, hombre o mujer que haya
hecho mal ante los ojos de Jehová tu Dios traspasando su pacto, 3que
hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado a ellos,a
ya sea al sol, o a la luna, o a todo el ejército del cielo, lo cual yo he
prohibido; 4y te fuere dado aviso, y después que oyeres y hubieres
indagado bien, la cosa pareciere de verdad cierta, que tal abominación ha sido
hecha en Israel; 5entonces sacarás a tus puertas al hombre o a la
mujer que hubiere hecho esta mala cosa, sea hombre o mujer, y los apedrearás, y
así morirán. 6Por dicho de dos o de tres testigos morirá el que
hubiere de morir; no morirá por el dicho de un solo testigo.b
7La mano de los testigos caerá primero sobre él para matarlo, y después
la mano de todo el pueblo; así quitarás el mal de en medio de ti.
8Cuando alguna cosa te fuere
difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de
derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de
litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que
Jehová tu Dios escogiere; 9y vendrás a los sacerdotes levitas, y
al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la
sentencia del juicio. 10Y harás según la sentencia que te indiquen
los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te
manifiesten. 11Según la ley que te enseñen, y según el juicio que
te digan, harás; no te apartarás ni a diestra ni a siniestra de la sentencia
que te declaren. 12Y el hombre que procediere con soberbia, no
obedeciendo al sacerdote que está para ministrar allí delante de Jehová tu
Dios, o al juez, el tal morirá; y quitarás el mal de en medio de Israel.
13Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá.
Instrucciones acerca de un rey
14Cuando hayas entrado en la tierra
que Jehová tu Dios te da, y tomes posesión de ella y la habites, y digas:
Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están en mis alrededores;c
15ciertamente pondrás por rey sobre ti al que Jehová tu Dios escogiere;
de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre
extranjero, que no sea tu hermano. 16Pero él no aumentará para sí
caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos;d
porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino. 17Ni
tomará para sí muchas mujeres, para que su corazón no se desvíe;e
ni plata ni oro amontonará para sí en abundancia.f
18Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para
sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los
sacerdotes levitas; 19y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los
días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas
las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; 20para
que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a
diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos,
en medio de Israel.
Las porciones de los levitas
18
1Los sacerdotes levitas, es decir,
toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad en Israel; de las ofrendas
quemadas a Jehová y de la heredad de él comerán. 2No tendrán,
pues, heredad entre sus hermanos; Jehová es su heredad, como él les ha dicho.a
3Y este será el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los
que ofrecieren en sacrificio buey o cordero: darán al sacerdote la espaldilla,
las quijadas y el cuajar. 4Las primicias de tu grano, de tu vino y
de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás; 5porque
le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para
administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.
6Y cuando saliere un levita de
alguna de tus ciudades de entre todo Israel, donde hubiere vivido, y viniere
con todo el deseo de su alma al lugar que Jehová escogiere, 7ministrará
en el nombre de Jehová su Dios como todos sus hermanos los levitas que
estuvieren allí delante de Jehová. 8Igual ración a la de los otros
comerá, además de sus patrimonios.
Amonestación contra costumbres paganas
9Cuando entres a la tierra que
Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas
naciones. 10No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su
hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero,b
ni sortílego, ni hechicero,c 11ni
encantador, ni adivino,d ni mago, ni quien consulte a
los muertos. 12Porque es abominación para con Jehová cualquiera
que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas
naciones de delante de ti. 13Perfecto serás delante de Jehová tu
Dios.e
14Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen;
mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios.
Dios promete un profeta como Moisés
15Profeta de en medio de ti, de tus
hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;f
16conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la
asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más
este gran fuego, para que no muera. 17Y Jehová me dijo: Han
hablado bien en lo que han dicho. 18Profeta les levantaré de en
medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les
hablará todo lo que yo le mandare. 19Mas a cualquiera que no oyere
mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.g
20El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a
quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos,
el tal profeta morirá. 21Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos
la palabra que Jehová no ha hablado?; 22si el profeta hablare en
nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que
Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor
de él.[2]
Job 12
Job proclama el poder y la sabiduría de Dios
12
1Respondió entonces Job, diciendo:
2 Ciertamente
vosotros sois el pueblo,
Y con vosotros morirá la
sabiduría.
3 También
tengo yo entendimiento como vosotros;
No soy yo menos que vosotros;
¿Y quién habrá que no pueda
decir otro tanto?
4 Yo soy uno
de quien su amigo se mofa,
Que invoca a Dios, y él le
responde;
Con todo, el justo y perfecto
es escarnecido.
5 Aquel cuyos
pies van a resbalar
Es como una lámpara
despreciada de aquel que está a sus anchas.
6 Prosperan
las tiendas de los ladrones,
Y los que provocan a Dios
viven seguros,
En cuyas manos él ha puesto
cuanto tienen.
7 Y en
efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán;
A las aves de los cielos, y
ellas te lo mostrarán;
8 O habla a
la tierra, y ella te enseñará;
Los peces del mar te lo
declararán también.
9 ¿Qué cosa
de todas estas no entiende
Que la mano de Jehová la hizo?
10 En su mano
está el alma de todo viviente,
Y el hálito de todo el género
humano.
11 Ciertamente
el oído distingue las palabras,
Y el paladar gusta las
viandas.
12 En los
ancianos está la ciencia,
Y en la larga edad la inteligencia.
13 Con Dios
está la sabiduría y el poder;
Suyo es el consejo y la
inteligencia.
14 Si él
derriba, no hay quien edifique;
Encerrará al hombre, y no
habrá quien le abra.
15 Si él
detiene las aguas, todo se seca;
Si las envía, destruyen la
tierra.
16 Con él está
el poder y la sabiduría;
Suyo es el que yerra, y el que
hace errar.
17 El hace
andar despojados de consejo a los consejeros,
Y entontece a los jueces.
18 El rompe
las cadenas de los tiranos,
Y les ata una soga a sus
lomos.
19 El lleva
despojados a los príncipes,
Y trastorna a los poderosos.
20 Priva del
habla a los que dicen verdad,
Y quita a los ancianos el
consejo.
21 El derrama menosprecio
sobre los príncipes,
Y desata el cinto de los
fuertes.
22 El descubre
las profundidades de las tinieblas,
Y saca a luz la sombra de
muerte.
23 El
multiplica las naciones, y él las destruye;
Esparce a las naciones, y las vuelve
a reunir.
24 El quita el
entendimiento a los jefes del pueblo de la tierra,
Y los hace vagar como por un
yermo sin camino.
25 Van a
tientas, como en tinieblas y sin luz,
Y los hace errar como
borrachos.[3]
a a 3.14: Mt. 27.15–23; Mr. 15.6–14; Lc.
23.13–23; Jn. 19.12–15.
b b 3.22: Dt. 18.15–16.
c c 3.23: Dt. 18.19.
d d 3.25: Gn. 22.18.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 2.47-3.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 17.3: Ex. 22.20.
b b 17.6: Nm. 35.30; Dt. 19.15; Mt. 18.16;
2 Co. 13.1; 1 Ti. 5.19; He. 10.28.
c c 17.14: 1 S. 8.5.
d d 17.16: 1 R. 10.28; 2 Cr. 1.16; 9.28.
e e 17.17: 1 R. 11.1–8.
f
f 17.17: 1 R. 10.27; 2 Cr.
1.17; 9.27.
a
a 18.2: Nm. 18.20.
b
b 18.10: Lv. 19.26.
c c 18.10: Ex. 22.18.
d d 18.11: Lv. 19.31.
e e 18.13: Mt. 5.48.
f
f 18.15: Hch. 3.22; 7.37.
g
g 18.19: Hch. 3.23.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 16.22-18.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 11.20-12.25). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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