¡Cómo poseer lo que Dios te ha entregado, lo que legítimamente es tuyo!
¡Lo que es tuyo!
Por Riqui Ricón*
Mira, Jehová tu Dios te
ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de
tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes (Deu 1.21).
El temor es una fuerza espiritual tan fuerte y
poderosa como la fe, pero totalmente opuesta a ésta última. La fe y el temor
son como el norte y el sur; ambos se encuentran en el mismo eje y ejercen la
misma influencia, sólo que son absolutamente contrarios.
Cuando las personas se acercan a mí porque están
desanimadas o abatidas, o cuando yo mismo comienzo a sentir la presión del
desánimo o la depresión, siempre pregunto: ¿qué voz estás escuchando? ¿La que
te dice, ánimo, entra, ven sube y toma posesión de ella, no temas ni desmayes,
todo lo puedes en Cristo, mayor es el que está en ti que el que está en el
mundo; o la que te dice: está muy duro, es muy difícil, estás muy enfermo(a), ya
no tienes fuerzas, no va a suceder, nunca va a cambiar, no tienes la capacidad,
etc.?
La primera voz proviene de tu Padre, es Su Palabra,
la Palabra de Dios, y produce FE en tu corazón pues sabes que Dios no miente ni
se arrepiente, que TODO lo que Él dijo lo va a hacer, que TODO lo que Él habló
lo va a ejecutar. La otra voz, pretende arrinconarte en un hoyo obscuro,
paralizándote de miedo y depresión, con el FIRME PROPOSITO de que te apartes de
Dios y de Su Palabra, todo para que no creas que eres la persona que Dios dice
que eres.
- Pero, pero… Riqui Ricón, es que tú no sabes… mi
situación… el problema en que estoy atorado(a)… es pecado…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Corre hacia Dios en
lugar de huir de Él! Ya que siete veces cae el justo y siete veces se vuelve a
levantar (Pro 24. 16). Y quiero que notes que la Escritura dice “el justo” no
el pecador, y tú ya fuiste hecho(a) justo(a) por el precio de la Sangre de
Jesús. Es más:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).
Y no
solamente eres justo(a) sino que al confesarle tus pecados, tu Padre te promete
el perdón y la limpieza.
Si confesamos nuestros pecados, él
es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso,
y su palabra no está en nosotros (1 Jn 1. 9-10).
Es por esto que
cuando pecas, Satanás utiliza la condenación para alejarte de Dios, mientras lo
que debes hacer es correr a sus brazos amorosos.
¡Los pecadores pecan! ¡Eso es lo que saben hacer y
además les gusta hacerlo! Sin embargo, esta provisión para el arrepentimiento y
perdón de pecados es para los justos, para las Hijas e Hijos de Dios Nacidos de
Nuevo. Es la Palabra de Dios, la Palabra de tu Padre a la cual hacéis bien en
estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día
esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones (2 P 1.19).
- Pero, pero… no me entiendes Riqui Ricón… llevo
mucho tiempo luchando con esto… continuamente estoy cayendo… ya son muchas
veces que le pido perdón a Dios…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Corre hacia Dios en
lugar de huir de Él!
Entonces se le acercó Pedro y
le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?
¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun
hasta setenta veces siete (Mat 18. 21-22).
Si Jesús nos pide que perdonemos setenta veces
siete ¿acaso crees que Él no está dispuesto a perdonarte más?
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
En Cristo Jesús, en Su sacrificio de Amor, se encuentra
ya la provisión para tu victoria, pues así como Él murió en tu lugar, tú
moriste al pecado con Jesús; porque así como Jesús venció en tu lugar, también tú
tienes la victoria en Él y con Él.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la
ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
La ley del
pecado y de la muerte ya no está vigente en tu vida; ha sido anulada por una
ley superior: La Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Aunque en
este viejo sistema del mundo siempre tendrás aflicciones, podrás siempre
enfrentarlas con paz en tu corazón, poniendo toda tu confianza en la Palabra de
Dios, pues Él ya ha vencido al mundo y por lo tanto, de toda enfermedad,
problema o aflicción, tú saldrás más que vencedor por medio de Aquel que te
amó, Cristo Jesús.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios… Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1a, 4-5).
FE es
creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Y es precisamente así como obtienes la
Victoria.
Así que, no escuches la voz del desánimo y la
derrota. Escucha la voz de tu Padre y mientras te levantas setenta veces siete (o
las veces que sean necesarias), por estar cayendo en algún pecado oculto,
COMIENZA A CREER que ahora eres la persona quién Dios dice que eres: un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, NO DE SIMIENTE CORRUPTIBLE SINO DE UNA SEMILLA INCORRUPTIBLE
que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Tarde o temprano, cuando menos te des cuenta, vas a
creer que en verdad eres quién tú ya eres en Cristo Jesús y, entonces, el
pecado ya nada tendrá en ti. ¡Esta es la Victoria que vence al mundo!
- Pero, pero… Riqui Ricón, a mí el doctor me diagnosticó
cáncer… diabetes… SIDA…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Todavía no ha
llegado el día, ni llegará, en que Dios falte a Su Palabra!
Y cuando llegó la noche,
trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios,
y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó
nuestras dolencias (Mat 8. 16-17).
Dios NO te
va a sanar hoy, ni mañana. Él YA te sanó en Cristo Jesús. Lo que tienes que hacer
es creerlo, declararlo y recibirlo (sin dudarlo en tu corazón).
quien llevó él mismo nuestros
pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los
pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (1 P 2. 24).
- Pero, pero… Riqui Ricón, me van a despedir… no
tengo para comer mucho menos para pagar mis deudas…
Pues, ¡No temas, ni desmayes! ¡Él es fiel! ¡No te
ha dejado, ni te dejara!
Joven fui, y he envejecido, Y
no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan (Sal 37.
25).
Si Dios lo
dijo, entonces Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces Él lo va a
ejecutar.
Mi Dios, pues, suplirá todo lo
que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4.
19).
Así que, atiende a la Verdad, que es la Palabra de
Dios, y no prestes más atención a las mentiras del diablo. ¡No temas ni
desmayes! ¡Sube y toma posesión de lo que es tuyo!
Oremos en voz audible:
Amado
Padre celestial, realmente es asombroso que, a pesar de lo que hice yo con mi
vida, Tú me ames tanto que hayas preferido entregar a la muerte a Tu Hijo Jesús
para pagar todos mis pecados. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí
en la cruz ahora estoy justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y
perfeccionado(a). Me has dado la Vida Eterna y ahora soy parte de Tu familia.
Señor Jesús, solo con mi amor y gratitud eterna podré pagar lo que hiciste por
mí. Estoy decidido(a) a creer y recibir este gran Amor para vivir en Tu
Plenitud, de la cual tomamos todos Tus Hijos. No daré lugar al temor ni a la
duda y haré de Tu Palabra, la Biblia, la norma máxima de mi existencia. No
escucharé las voces de fracaso, derrota y desánimo. Escucharé sólo Tu Palabra.
Te escucharé sólo a Ti, mi Dios, Señor y Salvador. Yo soy lo que Tú,
Todopoderoso Dios, dices que soy, ni más ni menos. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre!
¡Soy próspero(a)! ¡Soy Hijo(a) de Dios! ¡Soy feliz! ¡Gracias Padre! Bendigo Tu
Nombre y declaro que lo mejor de mi vida ya comenzó. En el nombre de Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
4 Mat 26.
30-46 / Deu 1.2
/ Job 4
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
4 Mat 26.
30-46 / Deu 1.2
/ Job 4
San
Mateo 26. 30-46
Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mr. 14.26–31; Lc. 22.31–34; Jn. 13.36–38)
30Y cuando hubieron cantado el
himno, salieron al monte de los Olivos. 31Entonces Jesús les dijo:
Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré
al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.g 32Pero
después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.h
33Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo
nunca me escandalizaré. 34Jesús le dijo: De cierto te digo que
esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35Pedro
le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los
discípulos dijeron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
(Mr. 14.32–42; Lc. 22.39–46)
36Entonces llegó Jesús con ellos a
un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre
tanto que voy allí y oro. 37Y tomando a Pedro, y a los dos hijos
de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38Entonces
Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo. 39Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como tú. 40Vino luego a sus discípulos, y los
halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
41Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42Otra vez fue, y
oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin
que yo la beba, hágase tu voluntad. 43Vino otra vez y los halló
durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44Y
dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras. 45Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya,
y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en
manos de pecadores. 46Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me
entrega.[1]
Deuteronomio
1-2
Moisés recuerda a Israel las promesas de Jehová en Horeb
1
1Estas son las palabras que habló
Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente
al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab. 2Once
jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea. 3Y
aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes,
Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehová le
había mandado acerca de ellos, 4después que derrotó a Sehón rey de
los amorreos,a el cual habitaba en Hesbón, y a Og rey de
Basánb
que habitaba en Astarot en Edrei. 5De este lado del Jordán, en
tierra de Moab, resolvió Moisés declarar esta ley, diciendo: 6Jehová
nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en
este monte. 7Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus
comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la
costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río
Eufrates. 8Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la
tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría
a ellos y a su descendencia después de ellos.
Nombramiento de jueces
(Ex. 18.13–27)
9En aquel tiempo yo os hablé
diciendo: Yo solo no puedo llevaros. 10Jehová vuestro Dios os ha
multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en
multitud. 11¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más
de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido! 12¿Cómo
llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros pleitos?
13Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, varones sabios y
entendidos y expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes. 14Y
me respondisteis y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. 15Y
tomé a los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los
puse por jefes sobre vosotros, jefes de millares, de centenas, de cincuenta y
de diez, y gobernadores de vuestras tribus. 16Y entonces mandé a
vuestros jueces, diciendo: Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente
entre el hombre y su hermano, y el extranjero. 17No hagáis
distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no
tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios; y la causa que os fuere
difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré. 18Os mandé, pues, en
aquel tiempo, todo lo que habíais de hacer.
Misión de los doce espías
(Nm. 13.1–33)
19Y salidos de Horeb, anduvimos
todo aquel grande y terrible desierto que habéis visto, por el camino del monte
del amorreo, como Jehová nuestro Dios nos lo mandó; y llegamos hasta
Cades-barnea. 20Entonces os dije: Habéis llegado al monte del
amorreo, el cual Jehová nuestro Dios nos da. 21Mira, Jehová tu
Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el
Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. 22Y
vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de
nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del
camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar.
23Y el dicho me pareció bien; y tomé doce varones de entre vosotros, un
varón por cada tribu. 24Y se encaminaron, y subieron al monte, y
llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. 25Y
tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo trajeron, y nos dieron
cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da. 26Sin
embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová
vuestro Dios;c 27y murmurasteis en vuestras
tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de
Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos. 28¿A
dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo:
Este pueblo es mayor y más alto que nosotros, las ciudades grandes y
amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29Entonces
os dije: No temáis, ni tengáis miedo de ellos. 30Jehová vuestro
Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas
las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos. 31Y
en el desiertod has visto que Jehová tu Dios te ha traído,
como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta
llegar a este lugar. 32Y aun con esto no creísteis a Jehová
vuestro Dios,e 33quien iba delante de vosotros
por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de
noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día.
Dios castiga a Israel
(Nm. 14.20–35)
34Y oyó Jehová la voz de vuestras
palabras, y se enojó, y juró diciendo: 35No verá hombre alguno de
estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a
vuestros padres,f 36excepto Caleb hijo de Jefone;
él la verá, y a él le daré la tierra que pisó, y a sus hijos; porque ha seguido
fielmente a Jehová. 37También contra mí se airó Jehová por
vosotros, y me dijo: Tampoco tú entrarás allá. 38Josué hijo de
Nun, el cual te sirve, él entrará allá; anímale, porque él la hará heredar a
Israel. 39Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían
de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán
allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán. 40Pero vosotros
volveos e id al desierto, camino del Mar Rojo.
La derrota en Horma
(Nm. 14.39–45)
41Entonces respondisteis y me
dijisteis: Hemos pecado contra Jehová; nosotros subiremos y pelearemos,
conforme a todo lo que Jehová nuestro Dios nos ha mandado. Y os armasteis cada
uno con sus armas de guerra, y os preparasteis para subir al monte. 42Y
Jehová me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre vosotros;
para que no seáis derrotados por vuestros enemigos. 43Y os hablé,
y no disteis oído; antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová, y persistiendo
con altivez subisteis al monte. 44Pero salió a vuestro encuentro
el amorreo, que habitaba en aquel monte, y os persiguieron como hacen las
avispas, y os derrotaron en Seir, hasta Horma. 45Y volvisteis y
llorasteis delante de Jehová, pero Jehová no escuchó vuestra voz, ni os prestó
oído. 46Y estuvisteis en Cades por muchos días, los días que
habéis estado allí.
Los años en el desierto
2
1Luego volvimos y salimos al
desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho; y rodeamos el monte
de Seira por mucho tiempo. 2Y Jehová me
habló, diciendo: 3Bastante habéis rodeado este monte; volveos al
norte. 4Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el
territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú,b que
habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho.
5No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que
cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de
Seir. 6Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; y
también compraréis de ellos el agua, y beberéis; 7pues Jehová tu
Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran
desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha
faltado. 8Y nos alejamos del territorio de nuestros hermanos los
hijos de Esaú, que habitaban en Seir, por el camino del Arabá desde Elat y
Ezión-geber; y volvimos, y tomamos el camino del desierto de Moab.
9Y Jehová me dijo: No molestes a
Moab,c
ni te empeñes con ellos en guerra, porque no te daré posesión de su tierra;
porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot. 10(Los
emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos
de Anac. 11Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos
de Anac; y los moabitas los llaman emitas. 12Y en Seir habitaron
antes los horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los arrojaron de su
presencia, y habitaron en lugar de ellos, como hizo Israel en la tierra que les
dio Jehová por posesión.) 13Levantaos ahora, y pasad el arroyo de
Zered. Y pasamos el arroyo de Zered. 14Y los días que anduvimos de
Cades-barnea hasta cuando pasamos el arroyo de Zered fueron treinta y ocho
años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de guerra de en
medio del campamento, como Jehová les había jurado.d
15Y también la mano de Jehová vino sobre ellos para destruirlos de en medio
del campamento, hasta acabarlos.
16Y aconteció que después que
murieron todos los hombres de guerra de entre el pueblo, 17Jehová
me habló, diciendo: 18Tú pasarás hoy el territorio de Moab, a Ar.
19Y cuando te acerques a los hijos de Amón,e no los
molestes, ni contiendas con ellos; porque no te daré posesión de la tierra de
los hijos de Amón, pues a los hijos de Lot la he dado por heredad. 20(Por
tierra de gigantes fue también ella tenida; habitaron en ella gigantes en otro
tiempo, a los cuales los amonitas llamaban zomzomeos; 21pueblo
grande y numeroso, y alto, como los hijos de Anac; a los cuales Jehová destruyó
delante de los amonitas. Estos sucedieron a aquéllos, y habitaron en su lugar,
22como hizo Jehová con los hijos de Esaú que habitaban en Seir, delante
de los cuales destruyó a los horeos; y ellos sucedieron a éstos, y habitaron en
su lugar hasta hoy. 23Y a los aveos que habitaban en aldeas hasta
Gaza, los caftoreos que salieron de Caftor los destruyeron, y habitaron en su
lugar.) 24Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Arnón; he aquí he
entregado en tu mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo, y a su tierra; comienza a
tomar posesión de ella, y entra en guerra con él. 25Hoy comenzaré
a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los
cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.
Israel derrota a Sehón
(Nm. 21.21–30)
26Y envié mensajeros desde el
desierto de Cademot a Sehón rey de Hesbón con palabras de paz, diciendo:
27Pasaré por tu tierra por el camino; por el camino iré, sin apartarme
ni a diestra ni a siniestra. 28La comida me venderás por dinero, y
comeré; el agua también me darás por dinero, y beberé; solamente pasaré a pie,
29como lo hicieron conmigo los hijos de Esaú que habitaban en Seir, y
los moabitas que habitaban en Ar; hasta que cruce el Jordán a la tierra que nos
da Jehová nuestro Dios. 30Mas Sehón rey de Hesbón no quiso que
pasásemos por el territorio suyo; porque Jehová tu Dios había endurecido su
espíritu, y obstinado su corazón para entregarlo en tu mano, como hasta hoy.
31Y me dijo Jehová: He aquí yo he comenzado a entregar delante de ti a
Sehón y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella para que la heredes.
32Y nos salió Sehón al encuentro, él y todo su pueblo, para pelear en
Jahaza. 33Mas Jehová nuestro Dios lo entregó delante de nosotros;
y lo derrotamos a él y a sus hijos, y a todo su pueblo. 34Tomamos
entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres
y niños; no dejamos ninguno. 35Solamente tomamos para nosotros los
ganados, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado. 36Desde
Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en
el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las
entregó Jehová nuestro Dios en nuestro poder. 37Solamente a la
tierra de los hijos de Amón no llegamos; ni a todo lo que está a la orilla del
arroyo de Jaboc ni a las ciudades del monte, ni a lugar alguno que Jehová
nuestro Dios había prohibido.[2]
Job 4
Elifaz reprende a Job
4
1Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 Si
probáremos a hablarte, te será molesto;
Pero ¿quién podrá detener las
palabras?
3 He aquí, tú
enseñabas a muchos,
Y fortalecías las manos
débiles;
4 Al que
tropezaba enderezaban tus palabras,
Y esforzabas las rodillas que
decaían.
5 Mas ahora
que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;
Y cuando ha llegado hasta ti,
te turbas.
6 ¿No es tu
temor a Dios tu confianza?
¿No es tu esperanza la
integridad de tus caminos?
7 Recapacita
ahora; ¿qué inocente se ha perdido?
Y ¿en dónde han sido
destruidos los rectos?
8 Como yo he visto,
los que aran iniquidad
Y siembran injuria, la siegan.
9 Perecen por
el aliento de Dios,
Y por el soplo de su ira son
consumidos.
10 Los rugidos
del león, y los bramidos del rugiente,
Y los dientes de los
leoncillos son quebrantados.
11 El león
viejo perece por falta de presa,
Y los hijos de la leona se
dispersan.
12 El asunto
también me era a mí oculto;
Mas mi oído ha percibido algo
de ello.
13 En
imaginaciones de visiones nocturnas,
Cuando el sueño cae sobre los
hombres,
14 Me
sobrevino un espanto y un temblor,
Que estremeció todos mis
huesos;
15 Y al pasar
un espíritu por delante de mí,
Hizo que se erizara el pelo de
mi cuerpo.
16 Paróse
delante de mis ojos un fantasma,
Cuyo rostro yo no conocí,
Y quedo, oí que decía:
17 ¿Será el
hombre más justo que Dios?
¿Será el varón más limpio que
el que lo hizo?
18 He aquí, en
sus siervos no confía,
Y notó necedad en sus ángeles;
19 ¡Cuánto más
en los que habitan en casas de barro,
Cuyos cimientos están en el
polvo,
Y que serán quebrantados por
la polilla!
20 De la
mañana a la tarde son destruidos,
Y se pierden para siempre, sin
haber quien repare en ello.
21 Su
hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos?
Y mueren sin haber adquirido
sabiduría.[3]
g g 26.31: Zac. 13.7.
h h 26.32: Mt. 28.16.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 26.29-46). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 1.4: Nm. 21.21–30.
b b 1.4: Nm. 21.31–35.
c c 1.26: Dt. 9.23; He. 3.16.
d d 1.31: Hch. 13.18.
e e 1.32: He. 3.19.
f f 1.34–35: He. 3.18.
a
a 2.1: Nm. 21.4.
b
b 2.4: Gn. 36.8.
c
c 2.9: Gn. 19.37.
d d 2.14: Nm. 14.28–35.
e e 2.19: Gn. 19.38.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 36.13-Dt 2.37). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 3.26-4.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
4 Mat 26.
30-46 / Deu 1.2
/ Job 4
San
Mateo 26. 30-46
Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mr. 14.26–31; Lc. 22.31–34; Jn. 13.36–38)
30Y cuando hubieron cantado el
himno, salieron al monte de los Olivos. 31Entonces Jesús les dijo:
Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré
al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.g 32Pero
después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.h
33Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo
nunca me escandalizaré. 34Jesús le dijo: De cierto te digo que
esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35Pedro
le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los
discípulos dijeron lo mismo.
Jesús ora en Getsemaní
(Mr. 14.32–42; Lc. 22.39–46)
36Entonces llegó Jesús con ellos a
un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre
tanto que voy allí y oro. 37Y tomando a Pedro, y a los dos hijos
de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 38Entonces
Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad
conmigo. 39Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea
como yo quiero, sino como tú. 40Vino luego a sus discípulos, y los
halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
41Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42Otra vez fue, y
oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin
que yo la beba, hágase tu voluntad. 43Vino otra vez y los halló
durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44Y
dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras. 45Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya,
y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en
manos de pecadores. 46Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me
entrega.[1]
Deuteronomio
1-2
Moisés recuerda a Israel las promesas de Jehová en Horeb
1
1Estas son las palabras que habló
Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente
al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab. 2Once
jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea. 3Y
aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes,
Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehová le
había mandado acerca de ellos, 4después que derrotó a Sehón rey de
los amorreos,a el cual habitaba en Hesbón, y a Og rey de
Basánb
que habitaba en Astarot en Edrei. 5De este lado del Jordán, en
tierra de Moab, resolvió Moisés declarar esta ley, diciendo: 6Jehová
nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en
este monte. 7Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus
comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la
costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río
Eufrates. 8Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la
tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría
a ellos y a su descendencia después de ellos.
Nombramiento de jueces
(Ex. 18.13–27)
9En aquel tiempo yo os hablé
diciendo: Yo solo no puedo llevaros. 10Jehová vuestro Dios os ha
multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en
multitud. 11¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más
de lo que ahora sois, y os bendiga, como os ha prometido! 12¿Cómo
llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros pleitos?
13Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, varones sabios y
entendidos y expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes. 14Y
me respondisteis y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. 15Y
tomé a los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los
puse por jefes sobre vosotros, jefes de millares, de centenas, de cincuenta y
de diez, y gobernadores de vuestras tribus. 16Y entonces mandé a
vuestros jueces, diciendo: Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente
entre el hombre y su hermano, y el extranjero. 17No hagáis
distinción de persona en el juicio; así al pequeño como al grande oiréis; no
tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios; y la causa que os fuere
difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré. 18Os mandé, pues, en
aquel tiempo, todo lo que habíais de hacer.
Misión de los doce espías
(Nm. 13.1–33)
19Y salidos de Horeb, anduvimos
todo aquel grande y terrible desierto que habéis visto, por el camino del monte
del amorreo, como Jehová nuestro Dios nos lo mandó; y llegamos hasta
Cades-barnea. 20Entonces os dije: Habéis llegado al monte del
amorreo, el cual Jehová nuestro Dios nos da. 21Mira, Jehová tu
Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el
Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. 22Y
vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de
nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del
camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar.
23Y el dicho me pareció bien; y tomé doce varones de entre vosotros, un
varón por cada tribu. 24Y se encaminaron, y subieron al monte, y
llegaron hasta el valle de Escol, y reconocieron la tierra. 25Y
tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo trajeron, y nos dieron
cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da. 26Sin
embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová
vuestro Dios;c 27y murmurasteis en vuestras
tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de
Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos. 28¿A
dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo:
Este pueblo es mayor y más alto que nosotros, las ciudades grandes y
amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac. 29Entonces
os dije: No temáis, ni tengáis miedo de ellos. 30Jehová vuestro
Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas
las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos. 31Y
en el desiertod has visto que Jehová tu Dios te ha traído,
como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta
llegar a este lugar. 32Y aun con esto no creísteis a Jehová
vuestro Dios,e 33quien iba delante de vosotros
por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de
noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día.
Dios castiga a Israel
(Nm. 14.20–35)
34Y oyó Jehová la voz de vuestras
palabras, y se enojó, y juró diciendo: 35No verá hombre alguno de
estos, de esta mala generación, la buena tierra que juré que había de dar a
vuestros padres,f 36excepto Caleb hijo de Jefone;
él la verá, y a él le daré la tierra que pisó, y a sus hijos; porque ha seguido
fielmente a Jehová. 37También contra mí se airó Jehová por
vosotros, y me dijo: Tampoco tú entrarás allá. 38Josué hijo de
Nun, el cual te sirve, él entrará allá; anímale, porque él la hará heredar a
Israel. 39Y vuestros niños, de los cuales dijisteis que servirían
de botín, y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán
allá, y a ellos la daré, y ellos la heredarán. 40Pero vosotros
volveos e id al desierto, camino del Mar Rojo.
La derrota en Horma
(Nm. 14.39–45)
41Entonces respondisteis y me
dijisteis: Hemos pecado contra Jehová; nosotros subiremos y pelearemos,
conforme a todo lo que Jehová nuestro Dios nos ha mandado. Y os armasteis cada
uno con sus armas de guerra, y os preparasteis para subir al monte. 42Y
Jehová me dijo: Diles: No subáis, ni peleéis, pues no estoy entre vosotros;
para que no seáis derrotados por vuestros enemigos. 43Y os hablé,
y no disteis oído; antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová, y persistiendo
con altivez subisteis al monte. 44Pero salió a vuestro encuentro
el amorreo, que habitaba en aquel monte, y os persiguieron como hacen las
avispas, y os derrotaron en Seir, hasta Horma. 45Y volvisteis y
llorasteis delante de Jehová, pero Jehová no escuchó vuestra voz, ni os prestó
oído. 46Y estuvisteis en Cades por muchos días, los días que
habéis estado allí.
Los años en el desierto
2
1Luego volvimos y salimos al
desierto, camino del Mar Rojo, como Jehová me había dicho; y rodeamos el monte
de Seira por mucho tiempo. 2Y Jehová me
habló, diciendo: 3Bastante habéis rodeado este monte; volveos al
norte. 4Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el
territorio de vuestros hermanos los hijos de Esaú,b que
habitan en Seir, ellos tendrán miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho.
5No os metáis con ellos, porque no os daré de su tierra ni aun lo que
cubre la planta de un pie; porque yo he dado por heredad a Esaú el monte de
Seir. 6Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; y
también compraréis de ellos el agua, y beberéis; 7pues Jehová tu
Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran
desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha
faltado. 8Y nos alejamos del territorio de nuestros hermanos los
hijos de Esaú, que habitaban en Seir, por el camino del Arabá desde Elat y
Ezión-geber; y volvimos, y tomamos el camino del desierto de Moab.
9Y Jehová me dijo: No molestes a
Moab,c
ni te empeñes con ellos en guerra, porque no te daré posesión de su tierra;
porque yo he dado a Ar por heredad a los hijos de Lot. 10(Los
emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos
de Anac. 11Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos
de Anac; y los moabitas los llaman emitas. 12Y en Seir habitaron
antes los horeos, a los cuales echaron los hijos de Esaú; y los arrojaron de su
presencia, y habitaron en lugar de ellos, como hizo Israel en la tierra que les
dio Jehová por posesión.) 13Levantaos ahora, y pasad el arroyo de
Zered. Y pasamos el arroyo de Zered. 14Y los días que anduvimos de
Cades-barnea hasta cuando pasamos el arroyo de Zered fueron treinta y ocho
años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de guerra de en
medio del campamento, como Jehová les había jurado.d
15Y también la mano de Jehová vino sobre ellos para destruirlos de en medio
del campamento, hasta acabarlos.
16Y aconteció que después que
murieron todos los hombres de guerra de entre el pueblo, 17Jehová
me habló, diciendo: 18Tú pasarás hoy el territorio de Moab, a Ar.
19Y cuando te acerques a los hijos de Amón,e no los
molestes, ni contiendas con ellos; porque no te daré posesión de la tierra de
los hijos de Amón, pues a los hijos de Lot la he dado por heredad. 20(Por
tierra de gigantes fue también ella tenida; habitaron en ella gigantes en otro
tiempo, a los cuales los amonitas llamaban zomzomeos; 21pueblo
grande y numeroso, y alto, como los hijos de Anac; a los cuales Jehová destruyó
delante de los amonitas. Estos sucedieron a aquéllos, y habitaron en su lugar,
22como hizo Jehová con los hijos de Esaú que habitaban en Seir, delante
de los cuales destruyó a los horeos; y ellos sucedieron a éstos, y habitaron en
su lugar hasta hoy. 23Y a los aveos que habitaban en aldeas hasta
Gaza, los caftoreos que salieron de Caftor los destruyeron, y habitaron en su
lugar.) 24Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Arnón; he aquí he
entregado en tu mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo, y a su tierra; comienza a
tomar posesión de ella, y entra en guerra con él. 25Hoy comenzaré
a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los
cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.
Israel derrota a Sehón
(Nm. 21.21–30)
26Y envié mensajeros desde el
desierto de Cademot a Sehón rey de Hesbón con palabras de paz, diciendo:
27Pasaré por tu tierra por el camino; por el camino iré, sin apartarme
ni a diestra ni a siniestra. 28La comida me venderás por dinero, y
comeré; el agua también me darás por dinero, y beberé; solamente pasaré a pie,
29como lo hicieron conmigo los hijos de Esaú que habitaban en Seir, y
los moabitas que habitaban en Ar; hasta que cruce el Jordán a la tierra que nos
da Jehová nuestro Dios. 30Mas Sehón rey de Hesbón no quiso que
pasásemos por el territorio suyo; porque Jehová tu Dios había endurecido su
espíritu, y obstinado su corazón para entregarlo en tu mano, como hasta hoy.
31Y me dijo Jehová: He aquí yo he comenzado a entregar delante de ti a
Sehón y a su tierra; comienza a tomar posesión de ella para que la heredes.
32Y nos salió Sehón al encuentro, él y todo su pueblo, para pelear en
Jahaza. 33Mas Jehová nuestro Dios lo entregó delante de nosotros;
y lo derrotamos a él y a sus hijos, y a todo su pueblo. 34Tomamos
entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres
y niños; no dejamos ninguno. 35Solamente tomamos para nosotros los
ganados, y los despojos de las ciudades que habíamos tomado. 36Desde
Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, y la ciudad que está en
el valle, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros; todas las
entregó Jehová nuestro Dios en nuestro poder. 37Solamente a la
tierra de los hijos de Amón no llegamos; ni a todo lo que está a la orilla del
arroyo de Jaboc ni a las ciudades del monte, ni a lugar alguno que Jehová
nuestro Dios había prohibido.[2]
Job 4
Elifaz reprende a Job
4
1Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 Si
probáremos a hablarte, te será molesto;
Pero ¿quién podrá detener las
palabras?
3 He aquí, tú
enseñabas a muchos,
Y fortalecías las manos
débiles;
4 Al que
tropezaba enderezaban tus palabras,
Y esforzabas las rodillas que
decaían.
5 Mas ahora
que el mal ha venido sobre ti, te desalientas;
Y cuando ha llegado hasta ti,
te turbas.
6 ¿No es tu
temor a Dios tu confianza?
¿No es tu esperanza la
integridad de tus caminos?
7 Recapacita
ahora; ¿qué inocente se ha perdido?
Y ¿en dónde han sido
destruidos los rectos?
8 Como yo he visto,
los que aran iniquidad
Y siembran injuria, la siegan.
9 Perecen por
el aliento de Dios,
Y por el soplo de su ira son
consumidos.
10 Los rugidos
del león, y los bramidos del rugiente,
Y los dientes de los
leoncillos son quebrantados.
11 El león
viejo perece por falta de presa,
Y los hijos de la leona se
dispersan.
12 El asunto
también me era a mí oculto;
Mas mi oído ha percibido algo
de ello.
13 En
imaginaciones de visiones nocturnas,
Cuando el sueño cae sobre los
hombres,
14 Me
sobrevino un espanto y un temblor,
Que estremeció todos mis
huesos;
15 Y al pasar
un espíritu por delante de mí,
Hizo que se erizara el pelo de
mi cuerpo.
16 Paróse
delante de mis ojos un fantasma,
Cuyo rostro yo no conocí,
Y quedo, oí que decía:
17 ¿Será el
hombre más justo que Dios?
¿Será el varón más limpio que
el que lo hizo?
18 He aquí, en
sus siervos no confía,
Y notó necedad en sus ángeles;
19 ¡Cuánto más
en los que habitan en casas de barro,
Cuyos cimientos están en el
polvo,
Y que serán quebrantados por
la polilla!
20 De la
mañana a la tarde son destruidos,
Y se pierden para siempre, sin
haber quien repare en ello.
21 Su
hermosura, ¿no se pierde con ellos mismos?
Y mueren sin haber adquirido
sabiduría.[3]
g g 26.31: Zac. 13.7.
h h 26.32: Mt. 28.16.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 26.29-46). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 1.4: Nm. 21.21–30.
b b 1.4: Nm. 21.31–35.
c c 1.26: Dt. 9.23; He. 3.16.
d d 1.31: Hch. 13.18.
e e 1.32: He. 3.19.
f f 1.34–35: He. 3.18.
a
a 2.1: Nm. 21.4.
b
b 2.4: Gn. 36.8.
c
c 2.9: Gn. 19.37.
d d 2.14: Nm. 14.28–35.
e e 2.19: Gn. 19.38.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Nm 36.13-Dt 2.37). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 3.26-4.21). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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