¡Cómo activas la Palabra de Dios a tu favor!
¡Creyendo que es Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Entonces Jesús le dijo:
Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada
perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y
que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que así se haga? (Mat 26. 52-54).
La mayoría de los cristianos celebramos la Santa Cena
o Comunión como un recordatorio de que ahora vivimos bajo el Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús.
La noche que nuestro Señor celebro la Santa Cena,
Jesús fue capturado y, mientras eso sucedía, dejó claro, una vez más, que su
muerte y resurrección formaban parte del plan de Dios para la redención de tu
vida y que ambas, tanto su muerte como su resurrección, estaban determinadas
por la Palabra de Dios.
¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario
que así se haga?
Muy pocos creyentes están conscientes que nuestra
salvación, la Vida Eterna, y nuestra identidad como Hijas e Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo, estuvieron a punto de perderse para siempre cuando Jesús fue
tentado por Satanás en el desierto, después de 40 días de ayuno, al comenzar su
ministerio.
Durante dicha confrontación, Jesucristo NO tuvo
poder divino alguno del cual echar mano para usarlo contra el diablo. Él era
tan humano como cualquiera de nosotros; y aunque podía por medio de la oración
y la fe solicitar la ayuda de miles de legiones de ángeles, la Verdad es que Jesús
venció a Satanás con el arma más poderosa que hay en el universo: la Palabra de
Dios.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Jesús vivió en esta tierra por y para el
cumplimiento de las Escrituras. Él es el único camino al Padre, Él es la Verdad
y Él es la Vida. La Escritura misma da testimonio de Él llamándole el Verbo (la
Palabra) de Dios.
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por
medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a
existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz
resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla… Y el
Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la
gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jua 1.1-5, 14).
¡Sabías que son más de 300 profecías escritas en el
Antiguo Testamento acerca del Mesías, del Cristo, que se cumplieron en la
persona de Jesús!
Su nacimiento, su vida y ministerio, sus milagros,
su muerte y resurrección, su lugar de gloria, TODO acerca de Jesucristo fue declarado
por Dios en la Biblia y la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, Su Palabra
de Honor.
Así que, mi amado(a), sin importar lo difícil de
las situaciones que estés enfrentando en estos momentos de tu vida, tú no
necesitas la asistencia de legiones de ángeles, lo único que realmente
necesitas es creer la Biblia; lo único que en verdad necesitas es creerle a
Dios, pues basta una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente di la palabra,
y mi criado sanará (Mat 8. 8).
Cuenta la
Escritura que cuando el centurión dio esta respuesta Jesús se maravilló.
¿Puedes imaginar esto? El Verbo, Dios mismo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas y sin él, nada de lo
creado llegó a existir, ¡se maravilló!
Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os
digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8. 10).
¿Qué es lo
que tanto maravilló a Jesús? Que un hombre común, alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno a los pactos de la promesa,
tuviera más FE [creyera a Dios, creyendo Su Palabra] que aquellos que se decían
ser el pueblo escogido de Dios. Y no solamente esto, sino que también fue este
centurión quien nos enseñó el principio máximo de la FE: ¡La autoridad está en
la Palabra!
Puesto que
la Palabra de Dios contiene TODA la Autoridad de Dios, entonces la FE depende,
vive y se nutre, solamente de la Palabra de Dios.
Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro
10.17).
Así que, tienes la Biblia como la Palabra profética
más segura donde encuentras que la Voluntad de Dios ha sido siempre hacerte
bien y no mal, trasladarte de una posición de maldición a una de bendición, darte
la Vida Eterna en lugar de muerte eterna.
Aprende pues, hoy, y
reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la
tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos,
los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de
ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre (Deu 4.
39-40).
De Génesis a Apocalipsis encontrarás que Su
Voluntad hacia contigo es buena, agradable y perfecta, que a pesar de cómo
hayas tú llevado tu vida, Él te ha amado tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo, como el justo precio por tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Tú eres el motivo y la razón
por la cual Dios escribió la Biblia!
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10. 10).
Aunque tu adversario, el diablo, solo quiere
hurtarte, matarte y destruirte, Jesús vino a ti para que tengas vida. Y no
cualquier tipo de vida sino ¡La Vida Eterna! ¡Vida abundante!
Esta Vida abundante comienza cuando en Verdad CREES
que la Biblia ES la Palabra de Dios y, por lo tanto, la estudias, la meditas y,
sobre todo, haces valer las promesas que Dios, tu Padre, te ha hecho por medio
de Su Palabra.
En seis tribulaciones te
librará, Y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte,
Y del poder de la espada en la guerra. Del azote de la lengua serás
encubierto; No temerás la destrucción cuando viniere. De la destrucción y del
hambre te reirás, Y no temerás de las fieras del campo; Pues aun con las
piedras del campo tendrás tu pacto, Y las fieras del campo estarán en paz
contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda; Visitarás tu morada, y nada te
faltará. Asimismo echarás de ver que tu descendencia es mucha, Y tu prole como
la hierba de la tierra. Vendrás en la vejez a la sepultura, Como la gavilla de
trigo que se recoge a su tiempo. He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es
así; Óyelo, y conócelo tú para tu provecho (Job 5.
19-27).
¡Lee la Biblia! ¡Medítala! Encuentra en la Palabra
de Dios aquellas promesas tocantes a tu necesidad y ora a Él con la certeza, la
garantía, de que nunca faltará a Su Palabra.
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de
hombre para que se arrepienta, lo que Él te ha dicho lo va a hacer y lo que te
ha hablado, sin lugar a dudas, lo va a ejecutar.
Así que, aquella noche de Pascua, Jesús, después de
haber dado gracias, tomo la copa y dijo: esta copa es el Nuevo Pacto en mi
Sangre... y una Vida totalmente Nueva se abrió delante de tus pies.
Todo, absolutamente todo, lo que Dios dice acerca
de ti en la Biblia es Verdad y se va a cumplir. Hay un Pacto de Sangre a tu
favor. Es el Nuevo Pacto, que es un mejor pacto establecido sobre mejores
promesas.
Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes
que Dios deje de cumplir el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesucristo.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermoso es saber que
puedo confiar total y absolutamente en Tu Palabra, la Biblia. Gracias Señor
porque lámpara es a mis píes Tu Palabra y luz en mi camino. Gracias por Jesús,
por Su Amor y por el cumplimiento de Tu Palabra en Su Vida para mi Redención y
Salvación. ¡Bendito Tu Nombre y bendito Tú, mi Señor Jesús! Por lo que Tú
hiciste por mí en la cruz ahora yo puedo vivir en paz, victoria y libertad. ¡Tú
pagaste el precio por mí! Gracias, muchas gracias. No voy a temer. No tengo
nada por qué temer, Tú eres mi Padre, Dios, Rey y Salvador. ¡Gracias por
Tu Sangre! ¡Gracias por el Nuevo Pacto!
¡Gracias por Tu Palabra de Honor! Por el gran Amor con que me
has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que
dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin
importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu
propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en
valle de sombra y de muerte, Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si
Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste
por Amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedo ser constante, alegre y persistente al
esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará.
Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa
conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que
Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto,
resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo
lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y
libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la
duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre!
Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que
Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
5 Mat 26.
47-75 / Deu 3-4
/ Job 5
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
5 Mat 26.
47-75 / Deu 3-4
/ Job 5
San
Mateo 26. 47-75
Arresto de Jesús
(Mr. 14.43–50; Lc. 22.47–53; Jn. 18.2–11)
47Mientras todavía hablaba, vino
Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de
los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48Y el
que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es;
prendedle. 49Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve,
Maestro! Y le besó. 50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?
Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51Pero
uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e
hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52Entonces
Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada,
a espada perecerán. 53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi
Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54¿Pero
cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se
haga? 55En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un
ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me
sentaba con vosotros enseñando en el templo,i y no me
prendisteis. 56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las
Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Jesús ante el concilio
(Mr. 14.53–65; Lc. 22.54, 63–71; Lc. 22.54, 63–71, Jn. 18.12–14, 19–24)
57Los que prendieron a Jesús le
llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los
ancianos. 58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo
sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 59Y
los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso
testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 60y no lo
hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron
dos testigos falsos, 61que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el
templo de Dios, y en tres días reedificarlo.j 62Y
levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican
éstos contra ti? 63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote
le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo,
el Hijo de Dios. 64Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os
digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder
de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.k 65Entonces
el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más
necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!l
67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros
le abofeteaban,m 68diciendo: Profetízanos,
Cristo, quién es el que te golpeó.
Pedro niega a Jesús
(Mr. 14.66–72; Lc. 22.55–62; Jn. 18.15–18, 25–27)
69Pedro estaba sentado fuera en el
patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el
galileo. 70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que
dices. 71Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que
estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. 72Pero él
negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73Un poco
después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente
también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74Entonces
él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el
gallo. 75Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le
había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera,
lloró amargamente.[1]
Deuteronomio
3-4
Israel derrota a Og rey de Basán
(Nm. 21.31–35)
3
1Volvimos, pues, y subimos camino
de Basán, y nos salió al encuentro Og rey de Basán para pelear, él y todo su
pueblo, en Edrei. 2Y me dijo Jehová: No tengas temor de él, porque
en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con su tierra; y harás con él
como hiciste con Sehón rey amorreo, que habitaba en Hesbón. 3Y
Jehová nuestro Dios entregó también en nuestra mano a Og rey de Basán, y a todo
su pueblo, al cual derrotamos hasta acabar con todos. 4Y tomamos
entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomásemos; sesenta
ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. 5Todas
estas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y barras, sin
contar otras muchas ciudades sin muro. 6Y las destruimos, como
hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y
niños. 7Y tomamos para nosotros todo el ganado, y los despojos de
las ciudades. 8También tomamos en aquel tiempo la tierra desde el
arroyo de Arnón hasta el monte de Hermón, de manos de los dos reyes amorreos
que estaban a este lado del Jordán. 9(Los sidonios llaman a
Hermón, Sirión; y los amorreos, Senir.) 10Todas las ciudades de la
llanura, y todo Galaad, y todo Basán hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de
Og en Basán. 11Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del
resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los
hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro
codos, según el codo de un hombre.
Rubén, Gad y la media tribu de Manasés se establecen al oriente del
Jordán
(Nm. 32.1–42)
12Y esta tierra que heredamos en
aquel tiempo, desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, y la mitad del
monte de Galaad con sus ciudades, la di a los rubenitas y a los gaditas;
13y el resto de Galaad, y todo Basán, del reino de Og, toda la tierra de
Argob, que se llamaba la tierra de los gigantes, lo di a la media tribu de
Manasés. 14Jair hijo de Manasés tomó toda la tierra de Argob hasta
el límite con Gesur y Maaca, y la llamó por su nombre, Basán-havot-jair, hasta
hoy. 15Y Galaad se lo di a Maquir. 16Y a los
rubenitas y gaditas les di de Galaad hasta el arroyo de Arnón, teniendo por
límite el medio del valle, hasta el arroyo de Jaboc, el cual es límite de los
hijos de Amón; 17también el Arabá, con el Jordán como límite desde
Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las laderas del Pisga
al oriente.
18Y os mandé entonces, diciendo:
Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad; pero iréis armados
todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos de Israel. 19Solamente
vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados(yo sé que tenéis mucho
ganado), quedarán en las ciudades que os he dado, 20hasta que
Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a vosotros, y hereden ellos
también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al otro lado del Jordán;
entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.a
21Ordené también a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos vieron todo
lo que Jehová vuestro Dios ha hecho a aquellos dos reyes; así hará Jehová a
todos los reinos a los cuales pasarás tú. 22No los temáis; porque
Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.
No se le permite a Moisés entrar a Canaán
23Y oré a Jehová en aquel tiempo,
diciendo: 24Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo
tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la
tierra que haga obras y proezas como las tuyas? 25Pase yo, te
ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen
monte, y el Líbano. 26Pero Jehová se había enojado contra mí a
causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me
hables más de este asunto. 27Sube a la cumbre del Pisga y alza tus
ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos;
porque no pasarás el Jordán.b 28Y manda a
Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo,
y él les hará heredar la tierra que verás. 29Y paramos en el valle
delante de Bet-peor.
Moisés exhorta a la obediencia
4
1Ahora, pues, oh Israel, oye los
estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y
entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da.
2No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella,a
para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.
3Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a
todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de
ti.b
4Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos
hoy. 5Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová
mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis
para tomar posesión de ella. 6Guardadlos, pues, y ponedlos por
obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de
los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente
pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7Porque ¿qué
nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová
nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8Y ¿qué nación grande hay
que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy
delante de vosotros?
La experiencia de Israel en Horeb
9Por tanto, guárdate, y guarda tu
alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,
ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las
enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10El día que
estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el
pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para
temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus
hijos; 11y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el
monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad;
12y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego;c
oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura
visteis. 13Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por
obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.d
14A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los
estatutos y juicios,e para que los pusieseis por
obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella.
Advertencia contra la idolatría
15Guardad, pues, mucho vuestras
almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en
medio del fuego; 16para que no os corrompáis y hagáis para
vosotros escultura,f imagen de figura alguna,
efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la
tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura
de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya
en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al
cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo,
seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los
ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero
a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para
que seáis el pueblo de su heredadg como en este
día. 21Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró
que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios
te da por heredad.h 22Así que yo
voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y
poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del
pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis
escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24Porque
Jehová tu Dios es fuego consumidor,i Dios celoso.
25Cuando hayáis engendrado hijos y
nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis
escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de
Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26yo pongo hoy por testigos al
cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la
cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos
días sin que seáis destruidos. 27Y Jehová os esparcirá entre los
pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará
Jehová. 28Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de
madera y piedra,j que no ven, ni oyen, ni
comen, ni huelen. 29Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios,
lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.k
30Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si
en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; 31porque
Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se
olvidará del pacto que les juró a tus padres.
32Porque pregunta ahora si en los
tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre
sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa
semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33¿Ha
oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la
has oído, sin perecer? 34¿O ha intentado Dios venir a tomar para
sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con
milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores
como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus
ojos? 35A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es
Dios, y no hay otro fuera de él.l 36Desde los
cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran
fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. 37Y por
cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te
sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, 38para echar
de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para
introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. 39Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra, y no hay otro. 40Y guarda sus estatutos y sus
mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios
te da para siempre.
Las ciudades de refugio al oriente del Jordán
41Entonces apartó Moisés tres
ciudades a este lado del Jordán al nacimiento del sol, 42para que
huyese allí el homicida que matase a su prójimo sin intención, sin haber tenido
enemistad con él nunca antes; y que huyendo a una de estas ciudades salvase su
vida: 43Beser en el desierto, en tierra de la llanura, para los
rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas, y Golán en Basán para los de
Manasés.m
Moisés recapitula la promulgación de la ley
44Esta, pues, es la ley que Moisés
puso delante de los hijos de Israel. 45Estos son los testimonios,
los estatutos y los decretos que habló Moisés a los hijos de Israel cuando
salieron de Egipto; 46a este lado del Jordán, en el valle delante
de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos que habitaba en Hesbón,
al cual derrotó Moisés con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto;
47y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Basán; dos reyes de
los amorreos que estaban de este lado del Jordán, al oriente. 48Desde
Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, hasta el monte de Sion,
que es Hermón; 49y todo el Arabá de este lado del Jordán, al
oriente, hasta el mar del Arabá, al pie de las laderas del Pisga.[2]
Job 5
5
1 Ahora,
pues, da voces; ¿habrá quien te responda?
¿Y a cuál de los santos te
volverás?
2 Es cierto
que al necio lo mata la ira,
Y al codicioso lo consume la
envidia.
3 Yo he visto
al necio que echaba raíces,
Y en la misma hora maldije su
habitación.
4 Sus hijos
estarán lejos de la seguridad;
En la puerta serán quebrantados,
Y no habrá quien los libre.
5 Su mies
comerán los hambrientos,
Y la sacarán de entre los
espinos,
Y los sedientos beberán su
hacienda.
6 Porque la
aflicción no sale del polvo,
Ni la molestia brota de la
tierra.
7 Pero como
las chispas se levantan para volar por el aire,
Así el hombre nace para la
aflicción.
8 Ciertamente
yo buscaría a Dios,
Y encomendaría a él mi causa;
9 El cual
hace cosas grandes e inescrutables,
Y maravillas sin número;
10 Que da la
lluvia sobre la faz de la tierra,
Y envía las aguas sobre los
campos;
11 Que pone a
los humildes en altura,
Y a los enlutados levanta a
seguridad;
12 Que frustra
los pensamientos de los astutos,
Para que sus manos no hagan
nada;
13 Que prende
a los sabios en la astucia de ellos,a
Y frustra los designios de los
perversos.
14 De día
tropiezan con tinieblas,
Y a mediodía andan a tientas
como de noche.
15 Así libra
de la espada al pobre, de la boca de los impíos,
Y de la mano violenta;
16 Pues es
esperanza al menesteroso,
Y la iniquidad cerrará su
boca.
17 He aquí,
bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto, no menosprecies la
corrección del Todopoderoso.b
18 Porque él
es quien hace la llaga, y él la vendará;
El hiere, y sus manos curan.
19 En seis
tribulaciones te librará,
Y en la séptima no te tocará
el mal.
20 En el
hambre te salvará de la muerte,
Y del poder de la espada en la
guerra.
21 Del azote
de la lengua serás encubierto;
No temerás la destrucción
cuando viniere.
22 De la
destrucción y del hambre te reirás,
Y no temerás de las fieras del
campo;
23 Pues aun
con las piedras del campo tendrás tu pacto,
Y las fieras del campo estarán
en paz contigo.
24 Sabrás que
hay paz en tu tienda;
Visitarás tu morada, y nada te
faltará.
25 Asimismo
echarás de ver que tu descendencia es mucha,
Y tu prole como la hierba de
la tierra.
26 Vendrás en
la vejez a la sepultura,
Como la gavilla de trigo que
se recoge a su tiempo.
27 He aquí lo
que hemos inquirido, lo cual es así;
Oyelo, y conócelo tú para tu
provecho.[3]
i i 26.55: Lc. 19.47; 21.37.
j j 26.61: Jn. 2.19.
k k 26.64: Dn. 7.13.
l l 26.65–66: Lv. 24.16.
m m 26.67: Is. 50.6.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 26.46-75). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 3.18–20: Jos. 1.12–15.
b b 3.23–27: Nm. 27.12–14; Dt. 32.48–52.
a a 4.2: Ap. 22.18–19.
b b 4.3: Nm. 25.1–9.
c c 4.11–12: Ex. 19.16–18; He. 12.18–19.
d d 4.13: Ex. 31.18.
e e 4.14: Ex. 21.1.
f f 4.16: Ex. 20.4; Lv. 26.1; Dt. 5.8; 27.15.
g
g 4.20: Ex. 19.5; Dt. 7.6;
14.2; 26.18; Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
h
h 4.21: Nm. 20.12.
i
i 4.24: He. 12.29.
j
j 4.27–28: Dt. 28.36.
k
k 4.29: Jer. 29.13.
l l 4.35: Mr. 12.32.
m m 4.41–43: Jos. 20.8–9.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 2.37-4.49). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a 5.13: 1 Co. 3.19.
b
b 5.17: Pr. 3.11–12; He.
12.5–6.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 4.21-5.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
5 Mat 26.
47-75 / Deu 3-4
/ Job 5
San
Mateo 26. 47-75
Arresto de Jesús
(Mr. 14.43–50; Lc. 22.47–53; Jn. 18.2–11)
47Mientras todavía hablaba, vino
Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de
los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo. 48Y el
que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es;
prendedle. 49Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve,
Maestro! Y le besó. 50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?
Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51Pero
uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e
hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52Entonces
Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada,
a espada perecerán. 53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi
Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54¿Pero
cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se
haga? 55En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un
ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me
sentaba con vosotros enseñando en el templo,i y no me
prendisteis. 56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las
Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Jesús ante el concilio
(Mr. 14.53–65; Lc. 22.54, 63–71; Lc. 22.54, 63–71, Jn. 18.12–14, 19–24)
57Los que prendieron a Jesús le
llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los
ancianos. 58Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo
sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 59Y
los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso
testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, 60y no lo
hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban. Pero al fin vinieron
dos testigos falsos, 61que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el
templo de Dios, y en tres días reedificarlo.j 62Y
levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican
éstos contra ti? 63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote
le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo,
el Hijo de Dios. 64Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os
digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder
de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.k 65Entonces
el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más
necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!l
67Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros
le abofeteaban,m 68diciendo: Profetízanos,
Cristo, quién es el que te golpeó.
Pedro niega a Jesús
(Mr. 14.66–72; Lc. 22.55–62; Jn. 18.15–18, 25–27)
69Pedro estaba sentado fuera en el
patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el
galileo. 70Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que
dices. 71Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que
estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. 72Pero él
negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 73Un poco
después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente
también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 74Entonces
él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el
gallo. 75Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le
había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera,
lloró amargamente.[1]
Deuteronomio
3-4
Israel derrota a Og rey de Basán
(Nm. 21.31–35)
3
1Volvimos, pues, y subimos camino
de Basán, y nos salió al encuentro Og rey de Basán para pelear, él y todo su
pueblo, en Edrei. 2Y me dijo Jehová: No tengas temor de él, porque
en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con su tierra; y harás con él
como hiciste con Sehón rey amorreo, que habitaba en Hesbón. 3Y
Jehová nuestro Dios entregó también en nuestra mano a Og rey de Basán, y a todo
su pueblo, al cual derrotamos hasta acabar con todos. 4Y tomamos
entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que no les tomásemos; sesenta
ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Basán. 5Todas
estas eran ciudades fortificadas con muros altos, con puertas y barras, sin
contar otras muchas ciudades sin muro. 6Y las destruimos, como
hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y
niños. 7Y tomamos para nosotros todo el ganado, y los despojos de
las ciudades. 8También tomamos en aquel tiempo la tierra desde el
arroyo de Arnón hasta el monte de Hermón, de manos de los dos reyes amorreos
que estaban a este lado del Jordán. 9(Los sidonios llaman a
Hermón, Sirión; y los amorreos, Senir.) 10Todas las ciudades de la
llanura, y todo Galaad, y todo Basán hasta Salca y Edrei, ciudades del reino de
Og en Basán. 11Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del
resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los
hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro
codos, según el codo de un hombre.
Rubén, Gad y la media tribu de Manasés se establecen al oriente del
Jordán
(Nm. 32.1–42)
12Y esta tierra que heredamos en
aquel tiempo, desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón, y la mitad del
monte de Galaad con sus ciudades, la di a los rubenitas y a los gaditas;
13y el resto de Galaad, y todo Basán, del reino de Og, toda la tierra de
Argob, que se llamaba la tierra de los gigantes, lo di a la media tribu de
Manasés. 14Jair hijo de Manasés tomó toda la tierra de Argob hasta
el límite con Gesur y Maaca, y la llamó por su nombre, Basán-havot-jair, hasta
hoy. 15Y Galaad se lo di a Maquir. 16Y a los
rubenitas y gaditas les di de Galaad hasta el arroyo de Arnón, teniendo por
límite el medio del valle, hasta el arroyo de Jaboc, el cual es límite de los
hijos de Amón; 17también el Arabá, con el Jordán como límite desde
Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las laderas del Pisga
al oriente.
18Y os mandé entonces, diciendo:
Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad; pero iréis armados
todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos de Israel. 19Solamente
vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados(yo sé que tenéis mucho
ganado), quedarán en las ciudades que os he dado, 20hasta que
Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a vosotros, y hereden ellos
también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al otro lado del Jordán;
entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.a
21Ordené también a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos vieron todo
lo que Jehová vuestro Dios ha hecho a aquellos dos reyes; así hará Jehová a
todos los reinos a los cuales pasarás tú. 22No los temáis; porque
Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.
No se le permite a Moisés entrar a Canaán
23Y oré a Jehová en aquel tiempo,
diciendo: 24Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo
tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la
tierra que haga obras y proezas como las tuyas? 25Pase yo, te
ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen
monte, y el Líbano. 26Pero Jehová se había enojado contra mí a
causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me
hables más de este asunto. 27Sube a la cumbre del Pisga y alza tus
ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos;
porque no pasarás el Jordán.b 28Y manda a
Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo,
y él les hará heredar la tierra que verás. 29Y paramos en el valle
delante de Bet-peor.
Moisés exhorta a la obediencia
4
1Ahora, pues, oh Israel, oye los
estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y
entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da.
2No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella,a
para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.
3Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a
todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de
ti.b
4Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos
hoy. 5Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová
mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis
para tomar posesión de ella. 6Guardadlos, pues, y ponedlos por
obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de
los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente
pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7Porque ¿qué
nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová
nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8Y ¿qué nación grande hay
que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy
delante de vosotros?
La experiencia de Israel en Horeb
9Por tanto, guárdate, y guarda tu
alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,
ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las
enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10El día que
estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el
pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para
temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus
hijos; 11y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el
monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad;
12y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego;c
oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura
visteis. 13Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por
obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.d
14A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los
estatutos y juicios,e para que los pusieseis por
obra en la tierra a la cual pasáis a tomar posesión de ella.
Advertencia contra la idolatría
15Guardad, pues, mucho vuestras
almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en
medio del fuego; 16para que no os corrompáis y hagáis para
vosotros escultura,f imagen de figura alguna,
efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la
tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura
de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya
en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al
cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo,
seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los
ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero
a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para
que seáis el pueblo de su heredadg como en este
día. 21Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró
que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios
te da por heredad.h 22Así que yo
voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y
poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del
pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis
escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24Porque
Jehová tu Dios es fuego consumidor,i Dios celoso.
25Cuando hayáis engendrado hijos y
nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis
escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de
Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26yo pongo hoy por testigos al
cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la
cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos
días sin que seáis destruidos. 27Y Jehová os esparcirá entre los
pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará
Jehová. 28Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de
madera y piedra,j que no ven, ni oyen, ni
comen, ni huelen. 29Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios,
lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.k
30Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si
en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; 31porque
Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se
olvidará del pacto que les juró a tus padres.
32Porque pregunta ahora si en los
tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre
sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa
semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33¿Ha
oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la
has oído, sin perecer? 34¿O ha intentado Dios venir a tomar para
sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con
milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores
como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus
ojos? 35A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es
Dios, y no hay otro fuera de él.l 36Desde los
cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran
fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. 37Y por
cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te
sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, 38para echar
de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para
introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. 39Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra, y no hay otro. 40Y guarda sus estatutos y sus
mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios
te da para siempre.
Las ciudades de refugio al oriente del Jordán
41Entonces apartó Moisés tres
ciudades a este lado del Jordán al nacimiento del sol, 42para que
huyese allí el homicida que matase a su prójimo sin intención, sin haber tenido
enemistad con él nunca antes; y que huyendo a una de estas ciudades salvase su
vida: 43Beser en el desierto, en tierra de la llanura, para los
rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas, y Golán en Basán para los de
Manasés.m
Moisés recapitula la promulgación de la ley
44Esta, pues, es la ley que Moisés
puso delante de los hijos de Israel. 45Estos son los testimonios,
los estatutos y los decretos que habló Moisés a los hijos de Israel cuando
salieron de Egipto; 46a este lado del Jordán, en el valle delante
de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos que habitaba en Hesbón,
al cual derrotó Moisés con los hijos de Israel, cuando salieron de Egipto;
47y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Basán; dos reyes de
los amorreos que estaban de este lado del Jordán, al oriente. 48Desde
Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de Arnón, hasta el monte de Sion,
que es Hermón; 49y todo el Arabá de este lado del Jordán, al
oriente, hasta el mar del Arabá, al pie de las laderas del Pisga.[2]
Job 5
5
1 Ahora,
pues, da voces; ¿habrá quien te responda?
¿Y a cuál de los santos te
volverás?
2 Es cierto
que al necio lo mata la ira,
Y al codicioso lo consume la
envidia.
3 Yo he visto
al necio que echaba raíces,
Y en la misma hora maldije su
habitación.
4 Sus hijos
estarán lejos de la seguridad;
En la puerta serán quebrantados,
Y no habrá quien los libre.
5 Su mies
comerán los hambrientos,
Y la sacarán de entre los
espinos,
Y los sedientos beberán su
hacienda.
6 Porque la
aflicción no sale del polvo,
Ni la molestia brota de la
tierra.
7 Pero como
las chispas se levantan para volar por el aire,
Así el hombre nace para la
aflicción.
8 Ciertamente
yo buscaría a Dios,
Y encomendaría a él mi causa;
9 El cual
hace cosas grandes e inescrutables,
Y maravillas sin número;
10 Que da la
lluvia sobre la faz de la tierra,
Y envía las aguas sobre los
campos;
11 Que pone a
los humildes en altura,
Y a los enlutados levanta a
seguridad;
12 Que frustra
los pensamientos de los astutos,
Para que sus manos no hagan
nada;
13 Que prende
a los sabios en la astucia de ellos,a
Y frustra los designios de los
perversos.
14 De día
tropiezan con tinieblas,
Y a mediodía andan a tientas
como de noche.
15 Así libra
de la espada al pobre, de la boca de los impíos,
Y de la mano violenta;
16 Pues es
esperanza al menesteroso,
Y la iniquidad cerrará su
boca.
17 He aquí,
bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto, no menosprecies la
corrección del Todopoderoso.b
18 Porque él
es quien hace la llaga, y él la vendará;
El hiere, y sus manos curan.
19 En seis
tribulaciones te librará,
Y en la séptima no te tocará
el mal.
20 En el
hambre te salvará de la muerte,
Y del poder de la espada en la
guerra.
21 Del azote
de la lengua serás encubierto;
No temerás la destrucción
cuando viniere.
22 De la
destrucción y del hambre te reirás,
Y no temerás de las fieras del
campo;
23 Pues aun
con las piedras del campo tendrás tu pacto,
Y las fieras del campo estarán
en paz contigo.
24 Sabrás que
hay paz en tu tienda;
Visitarás tu morada, y nada te
faltará.
25 Asimismo
echarás de ver que tu descendencia es mucha,
Y tu prole como la hierba de
la tierra.
26 Vendrás en
la vejez a la sepultura,
Como la gavilla de trigo que
se recoge a su tiempo.
27 He aquí lo
que hemos inquirido, lo cual es así;
Oyelo, y conócelo tú para tu
provecho.[3]
i i 26.55: Lc. 19.47; 21.37.
j j 26.61: Jn. 2.19.
k k 26.64: Dn. 7.13.
l l 26.65–66: Lv. 24.16.
m m 26.67: Is. 50.6.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Mt 26.46-75). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 3.18–20: Jos. 1.12–15.
b b 3.23–27: Nm. 27.12–14; Dt. 32.48–52.
a a 4.2: Ap. 22.18–19.
b b 4.3: Nm. 25.1–9.
c c 4.11–12: Ex. 19.16–18; He. 12.18–19.
d d 4.13: Ex. 31.18.
e e 4.14: Ex. 21.1.
f f 4.16: Ex. 20.4; Lv. 26.1; Dt. 5.8; 27.15.
g
g 4.20: Ex. 19.5; Dt. 7.6;
14.2; 26.18; Tit. 2.14; 1 P. 2.9.
h
h 4.21: Nm. 20.12.
i
i 4.24: He. 12.29.
j
j 4.27–28: Dt. 28.36.
k
k 4.29: Jer. 29.13.
l l 4.35: Mr. 12.32.
m m 4.41–43: Jos. 20.8–9.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Dt 2.37-4.49). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a 5.13: 1 Co. 3.19.
b
b 5.17: Pr. 3.11–12; He.
12.5–6.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 4.21-5.27). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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