¿Cuál es el problema de Dios?
¡Dios no tiene ningún problema! ¡Y tú tampoco!
Por Riqui Ricón*
Mas
yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente
le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó
una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso,
dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en
la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer (Hch 9. 3-6).
En verdad que no entiendo a las personas que
consideran a Dios como alguien tan amargado y enojón que si sus criaturas no le
obedecen o le rinden la apropiada adoración, entonces, monta en cólera de tanta
frustración. Como si algo, por culpa de alguien, no le salió bien a Aquel que
es Perfecto en todo.
Job 35:1-8 NTV
Entonces Eliú dijo: (2)
«¿Te parece correcto que afirmes: “Soy justo delante de Dios”? (3)
También te preguntas: “¿Y yo qué gano? ¿De qué sirve vivir una vida
recta?”. (4) »Yo te contestaré y a todos tus amigos
también. (5) Levanta tus ojos a los cielos y mira las
nubes en lo alto. (6) Si pecas, ¿en qué afecta eso a Dios? Incluso
si pecas una y otra vez, ¿qué efecto tendrá sobre él? (7) Si
eres bueno, ¿es algún gran regalo para él? ¿Qué podrías darle tú? (8)
No, tus pecados afectan únicamente a personas como tú, y tus buenas
acciones afectan sólo a seres humanos.
Ese no es el Dios y Padre que te revela la Biblia.
Más bien, Él es un Dios Soberano y Todopoderoso que tiene control y dominio sobre
todo, tan lleno de Amor y misericordia por los seres humanos que diseñó un plan
infalible para su redención.
Por ejemplo, pon atención a la oración de
arrepentimiento y salvación más simple y genuina que hay en la Biblia, que es
la que Pablo hace camino a Damasco, ¿Quién eres, Señor? Y lo más
asombroso es la respuesta de Jesús, Yo soy Jesús, a quien tú
persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
¡Ningún reproche! ¡Sin enojo
ni recriminación alguna! Ningún, “qué
te crees miserable e indigno asesino de mis Hijos”, ningún “fájate
bien los pantalones y veremos de que estás hecho pues ahora Yo voy a tratar
contigo”. ¡No! ¡Nada por el estilo!
¡Solo Amor! El llano, simple y
puro Amor de Dios para con este asesino y perseguidor de la Iglesia.
¡Asombroso, realmente asombroso!
Ose 14:4 RV60
Yo sanaré su
rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.
Lo cierto es que así es Dios.
Él no tiene ningún complejo, ni enojo, ni necesidad de condenar a nadie. Él no
tiene el más mínimo temor, ni la más mínima duda, de que su Palabra y Autoridad
vayan a ser burlados o menoscabados por nadie.
¡Él es Dios!
Por todo esto, es sumamente
revelador y alentador lo que Dios dice acerca de ti es Su Palabra, la Biblia,
Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3. 16-17).
¡Dios te Ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).
¡Tú eres un(a) amado(a)
Hijo(a) de Dios!
Estas dos porciones de la
Escritura, inmersas totalmente en el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, son
tremendas declaraciones no sólo del Amor que Dios siente por ti, sino también,
de la absoluta certeza de quién es Él y de lo que es capaz de hacer por ti.
Y
volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré
a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya
no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y
levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y
fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no
soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus
siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y
calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos
y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido;
se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse… Entonces
se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que
entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años
te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito
para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha
consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas
son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque
este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.17-24, 28-32).
A como muchos entienden la
educación y la relación con los hijos, el muchacho de esta historia es un
candidato perfecto a la reprimenda del padre y es digno de recibir una buena
lección por su necio comportamiento.
Sin embargo, pon atención en la actitud que tiene
el padre hacia el hijo pródigo y hacia su hermano mayor. Él no tiene necesidad,
ni deseo, de pelear o discutir con ninguno de los dos. Él simplemente los ama.
¡Son sus hijos! No desea nada más que tenerlos a su lado.
El hijo menor, arrepentido, iba resuelto a decirle,
hazme como a uno de tus siervos, y el hermano mayor le recriminó, tantos años te he servido. ¡Ninguno de los dos se sentía un hijo legítimo!
¡Ninguno de los dos creía ser un hijo de su Padre!
Porque convenía a aquel
por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la
gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (He 2. 10).
El propósito de la muerte y resurrección de
Jesucristo fue hacer de ti un(a) Hijo(a) legítimo del Dios Altísimo.
Como puedes ver en la Escritura, Dios, tu Padre,
sólo quiere Hijos. ¡Siervos tiene millones de millones!
No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne
segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna (Gal 6.7-8).
Dios está en control de todo el día de hoy, de la
misma forma que lo estuvo cuando Pablo fue confrontado por Jesús a las puertas
de Damasco. A Él no se le escapa nada. Cuando tú confiesas tus pecados, no es
nada nuevo para Él, ¡ya lo sabía! Más bien eres tú quien se está librando del
pecado y sus consecuencias, como la enfermedad, muerte y condenación.
Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de
toda maldad (1 Jn 1. 9).
Recuerda siempre que Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, para que en Cristo Jesús se
cumpliera la justicia sobre todos tus pecados. Así que, Dios te ha perdonado,
olvidando tus acciones y te ha hecho Nueva creatura.
De modo
que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas
(2 Co
5.17).
El Amor de Dios para contigo se ha expresado en la
persona de Su Hijo Jesucristo y ahora, sólo por ese Amor, tú eres un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de una simiente que se pueda corromper sino de
la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para
siempre.
1Pe 1:23
NTV Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que
pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la
eterna y viviente palabra de Dios.
¡Dios no tiene ningún problema! ¡Y tú tampoco!
¡Gloria a Dios!
Oremos con voz audible:
¡Gracias precioso Jesús! Ahora sé que he vuelto en
amistad Contigo, oh Dios, y tengo paz; y por ello me vendrá bien. Padre, tomo
Tu Palabra en mi boca y pongo la Biblia en mi corazón. Por Tu Hijo Jesús, me
vuelvo hacia Ti, Omnipotente Dios, y soy edificado(a). Alejo de mi vida la
aflicción. Nada me falta ni me faltará, pues Tú suples todas mis necesidades
conforme a Tus riquezas en gloria. Ante cualquier problema o dificultad Tú eres
mi defensa. Me deleito en Ti, Señor, y alzo a Ti mi rostro. Oro a Ti y Tú me
oyes y respondes. Por lo tanto, determinaré asimismo una cosa, y ésta me será
firme. Sobre todos mis caminos resplandecerá Tu luz, pues ahora sé quién yo
soy: Tu Hijo(a) Amado(a). ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
22 Hch 9.
1-25 / Jos 3-4
/ Job 22
Hechos
9. 1-25
Conversión de Saulo
(Hch. 22.6–16; 26.12–18)
9
1Saulo, respirando aún amenazas y
muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2y
le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos
hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3Mas
yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente
le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó
una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5El
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón. 6El, temblando y temeroso,
dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en
la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7Y los hombres que
iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a
nadie. 8Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos,
no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
9donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10Había entonces en Damasco un
discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate, y ve
a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo,
de Tarso; porque he aquí, él ora, 12y ha visto en visión a un
varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la
vista. 13Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
14y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender
a todos los que invocan tu nombre. 15El Señor le dijo: Ve, porque
instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los
gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le
mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17Fue
entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo:
Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu
Santo. 18Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y
recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19Y
habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con
los discípulos que estaban en Damasco.
Saulo predica en Damasco
20En seguida predicaba a Cristo en
las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21Y todos
los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en
Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos
presos ante los principales sacerdotes? 22Pero Saulo mucho más se
esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que
Jesús era el Cristo.
Saulo escapa de los judíos
23Pasados muchos días, los judíos
resolvieron en consejo matarle; 24pero sus asechanzas llegaron a
conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para
matarle. 25Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron
por el muro, descolgándole en una canasta.a[1]
Josué
3-4
El paso del Jordán
3
1Josué se levantó de mañana, y él y
todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y
reposaron allí antes de pasarlo. 2Y después de tres días, los
oficiales recorrieron el campamento, 3y mandaron al pueblo,
diciendo: Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas
sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en
pos de ella, 4a fin de que sepáis el camino por donde habéis de
ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero
entre vosotros y ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a
ella. 5Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará
mañana maravillas entre vosotros. 6Y habló Josué a los sacerdotes,
diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron
el arca del pacto y fueron delante del pueblo.
7Entonces Jehová dijo a Josué:
Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel,
para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. 8Tú,
pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando
hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.
9Y Josué dijo a los hijos de Israel: Acercaos, y escuchad las palabras
de Jehová vuestro Dios. 10Y añadió Josué: En esto conoceréis que
el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de
vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y
al jebuseo. 11He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la
tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán. 12Tomad,
pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. 13Y
cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová,
Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del
Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un
montón.
14Y aconteció cuando partió el
pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del
pueblo llevando el arca del pacto, 15cuando los que llevaban el
arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca
fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por
todas sus orillas todo el tiempo de la siega), 16las aguas que
venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de
Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al
Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de
Jericó. 17Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de
Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el
pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
Las doce piedras tomadas del Jordán
4
1Cuando toda la gente hubo acabado
de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo: 2Tomad del
pueblo doce hombres, uno de cada tribu, 3y mandadles, diciendo:
Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de
los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas
en el lugar donde habéis de pasar la noche. 4Entonces Josué llamó
a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de
Israel, uno de cada tribu. 5Y les dijo Josué: Pasad delante del
arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome
una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,
6para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos
preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?
7les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del
arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se
dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de
Israel para siempre.
8Y los hijos de Israel lo hicieron
así como Josué les mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como
Jehová lo había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de
Israel, y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí. 9Josué
también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron
los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y han estado allí
hasta hoy. 10Y los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en
medio del Jordán hasta que se hizo todo lo que Jehová había mandado a Josué que
dijese al pueblo, conforme a todas las cosas que Moisés había mandado a Josué;
y el pueblo se dio prisa y pasó.
11Y cuando todo el pueblo acabó de
pasar, también pasó el arca de Jehová, y los sacerdotes, en presencia del
pueblo. 12También los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media
tribu de Manasés pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés
les había dicho; 13como cuarenta mil hombres armados, listos para
la guerra, pasaron hacia la llanura de Jericó delante de Jehová. 14En
aquel día Jehová engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel; y le temieron,
como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.
15Luego Jehová habló a Josué,
diciendo: 16Manda a los sacerdotes que llevan el arca del
testimonio, que suban del Jordán. 17Y Josué mandó a los
sacerdotes, diciendo: Subid del Jordán. 18Y aconteció que cuando
los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová subieron de en medio
del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en lugar
seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar, corriendo como antes sobre
todos sus bordes.
19Y el pueblo subió del Jordán el
día diez del mes primero, y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó.
20Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del
Jordán. 21Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana
preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas
piedras? 22declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en
seco por este Jordán. 23Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas
del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que
Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de
nosotros hasta que pasamos; 24para que todos los pueblos de la
tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová
vuestro Dios todos los días.[2]
Job 22
Elifaz acusa a Job de gran maldad
22
1Respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 ¿Traerá el
hombre provecho a Dios?
Al contrario, para sí mismo es
provechoso el hombre sabio.
3 ¿Tiene
contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado,
O provecho de que tú hagas
perfectos tus caminos?a
4 ¿Acaso te
castiga,
O viene a juicio contigo, a
causa de tu piedad?
5 Por cierto
tu malicia es grande,
Y tus maldades no tienen fin.
6 Porque
sacaste prenda a tus hermanos sin causa,
Y despojaste de sus ropas a
los desnudos.
7 No diste de
beber agua al cansado,
Y detuviste el pan al
hambriento.
8 Pero el
hombre pudiente tuvo la tierra,
Y habitó en ella el
distinguido.
9 A las
viudas enviaste vacías,
Y los brazos de los huérfanos
fueron quebrados.
10 Por tanto,
hay lazos alrededor de ti,
Y te turba espanto repentino;
11 O tinieblas,
para que no veas,
Y abundancia de agua te cubre.
12 ¿No está
Dios en la altura de los cielos?
Mira lo encumbrado de las
estrellas, cuán elevadas están.
13 ¿Y dirás
tú: ¿Qué sabe Dios?
¿Cómo juzgará a través de la
oscuridad?
14 Las nubes
le rodearon, y no ve;
Y por el circuito del cielo se
pasea.
15 ¿Quieres tú
seguir la senda antigua
Que pisaron los hombres
perversos,
16 Los cuales
fueron cortados antes de tiempo,
Cuyo fundamento fue como un
río derramado?
17 Decían a
Dios: Apártate de nosotros.
¿Y qué les había hecho el
Omnipotente?
18 Les había
colmado de bienes sus casas.
Pero sea el consejo de ellos
lejos de mí.
19 Verán los
justos y se gozarán;
Y el inocente los escarnecerá,
diciendo:
20 Fueron
destruidos nuestros adversarios,
Y el fuego consumió lo que de
ellos quedó.
21 Vuelve
ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.
22 Toma ahora
la ley de su boca,
Y pon sus palabras en tu
corazón.
23 Si te
volvieres al Omnipotente, serás edificado;
Alejarás de tu tienda la
aflicción;
24 Tendrás más
oro que tierra,
Y como piedras de arroyos oro
de Ofir;
25 El Todopoderoso
será tu defensa,
Y tendrás plata en abundancia.
26 Porque
entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás a Dios tu rostro.
27 Orarás a
él, y él te oirá;
Y tú pagarás tus votos.
28 Determinarás
asimismo una cosa, y te será firme,
Y sobre tus caminos
resplandecerá luz.
29 Cuando
fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;
Y Dios salvará al humilde de
ojos.
30 El
libertará al inocente,
Y por la limpieza de tus manos
éste será librado.[3]
a a 9.23–25: 2 Co. 11.32–33.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 8.40-9.25). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 2.24-4.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 22.2–3: Job 35.6–8.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 21.34-22.30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
22 Hch 9.
1-25 / Jos 3-4
/ Job 22
Hechos
9. 1-25
Conversión de Saulo
(Hch. 22.6–16; 26.12–18)
9
1Saulo, respirando aún amenazas y
muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2y
le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos
hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3Mas
yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente
le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4y cayendo en tierra, oyó
una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5El
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón. 6El, temblando y temeroso,
dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en
la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7Y los hombres que
iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a
nadie. 8Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos,
no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
9donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
10Había entonces en Damasco un
discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. 11Y el Señor le dijo: Levántate, y ve
a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo,
de Tarso; porque he aquí, él ora, 12y ha visto en visión a un
varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la
vista. 13Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
14y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender
a todos los que invocan tu nombre. 15El Señor le dijo: Ve, porque
instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los
gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16porque yo le
mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17Fue
entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo:
Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu
Santo. 18Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y
recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19Y
habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con
los discípulos que estaban en Damasco.
Saulo predica en Damasco
20En seguida predicaba a Cristo en
las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios. 21Y todos
los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en
Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos
presos ante los principales sacerdotes? 22Pero Saulo mucho más se
esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que
Jesús era el Cristo.
Saulo escapa de los judíos
23Pasados muchos días, los judíos
resolvieron en consejo matarle; 24pero sus asechanzas llegaron a
conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para
matarle. 25Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron
por el muro, descolgándole en una canasta.a[1]
Josué
3-4
El paso del Jordán
3
1Josué se levantó de mañana, y él y
todos los hijos de Israel partieron de Sitim y vinieron hasta el Jordán, y
reposaron allí antes de pasarlo. 2Y después de tres días, los
oficiales recorrieron el campamento, 3y mandaron al pueblo,
diciendo: Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y los levitas
sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en
pos de ella, 4a fin de que sepáis el camino por donde habéis de
ir; por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. Pero
entre vosotros y ella haya distancia como de dos mil codos; no os acercaréis a
ella. 5Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará
mañana maravillas entre vosotros. 6Y habló Josué a los sacerdotes,
diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron
el arca del pacto y fueron delante del pueblo.
7Entonces Jehová dijo a Josué:
Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel,
para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. 8Tú,
pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando
hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán.
9Y Josué dijo a los hijos de Israel: Acercaos, y escuchad las palabras
de Jehová vuestro Dios. 10Y añadió Josué: En esto conoceréis que
el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de
vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y
al jebuseo. 11He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la
tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán. 12Tomad,
pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. 13Y
cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová,
Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del
Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un
montón.
14Y aconteció cuando partió el
pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del
pueblo llevando el arca del pacto, 15cuando los que llevaban el
arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca
fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por
todas sus orillas todo el tiempo de la siega), 16las aguas que
venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de
Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al
Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de
Jericó. 17Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de
Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el
pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
Las doce piedras tomadas del Jordán
4
1Cuando toda la gente hubo acabado
de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo: 2Tomad del
pueblo doce hombres, uno de cada tribu, 3y mandadles, diciendo:
Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de
los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas
en el lugar donde habéis de pasar la noche. 4Entonces Josué llamó
a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de
Israel, uno de cada tribu. 5Y les dijo Josué: Pasad delante del
arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome
una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,
6para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos
preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?
7les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del
arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se
dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de
Israel para siempre.
8Y los hijos de Israel lo hicieron
así como Josué les mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como
Jehová lo había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de
Israel, y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí. 9Josué
también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron
los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y han estado allí
hasta hoy. 10Y los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en
medio del Jordán hasta que se hizo todo lo que Jehová había mandado a Josué que
dijese al pueblo, conforme a todas las cosas que Moisés había mandado a Josué;
y el pueblo se dio prisa y pasó.
11Y cuando todo el pueblo acabó de
pasar, también pasó el arca de Jehová, y los sacerdotes, en presencia del
pueblo. 12También los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media
tribu de Manasés pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés
les había dicho; 13como cuarenta mil hombres armados, listos para
la guerra, pasaron hacia la llanura de Jericó delante de Jehová. 14En
aquel día Jehová engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel; y le temieron,
como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.
15Luego Jehová habló a Josué,
diciendo: 16Manda a los sacerdotes que llevan el arca del
testimonio, que suban del Jordán. 17Y Josué mandó a los
sacerdotes, diciendo: Subid del Jordán. 18Y aconteció que cuando
los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová subieron de en medio
del Jordán, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en lugar
seco, las aguas del Jordán se volvieron a su lugar, corriendo como antes sobre
todos sus bordes.
19Y el pueblo subió del Jordán el
día diez del mes primero, y acamparon en Gilgal, al lado oriental de Jericó.
20Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del
Jordán. 21Y habló a los hijos de Israel, diciendo: Cuando mañana
preguntaren vuestros hijos a sus padres, y dijeren: ¿Qué significan estas
piedras? 22declararéis a vuestros hijos, diciendo: Israel pasó en
seco por este Jordán. 23Porque Jehová vuestro Dios secó las aguas
del Jordán delante de vosotros, hasta que habíais pasado, a la manera que
Jehová vuestro Dios lo había hecho en el Mar Rojo, el cual secó delante de
nosotros hasta que pasamos; 24para que todos los pueblos de la
tierra conozcan que la mano de Jehová es poderosa; para que temáis a Jehová
vuestro Dios todos los días.[2]
Job 22
Elifaz acusa a Job de gran maldad
22
1Respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 ¿Traerá el
hombre provecho a Dios?
Al contrario, para sí mismo es
provechoso el hombre sabio.
3 ¿Tiene
contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado,
O provecho de que tú hagas
perfectos tus caminos?a
4 ¿Acaso te
castiga,
O viene a juicio contigo, a
causa de tu piedad?
5 Por cierto
tu malicia es grande,
Y tus maldades no tienen fin.
6 Porque
sacaste prenda a tus hermanos sin causa,
Y despojaste de sus ropas a
los desnudos.
7 No diste de
beber agua al cansado,
Y detuviste el pan al
hambriento.
8 Pero el
hombre pudiente tuvo la tierra,
Y habitó en ella el
distinguido.
9 A las
viudas enviaste vacías,
Y los brazos de los huérfanos
fueron quebrados.
10 Por tanto,
hay lazos alrededor de ti,
Y te turba espanto repentino;
11 O tinieblas,
para que no veas,
Y abundancia de agua te cubre.
12 ¿No está
Dios en la altura de los cielos?
Mira lo encumbrado de las
estrellas, cuán elevadas están.
13 ¿Y dirás
tú: ¿Qué sabe Dios?
¿Cómo juzgará a través de la
oscuridad?
14 Las nubes
le rodearon, y no ve;
Y por el circuito del cielo se
pasea.
15 ¿Quieres tú
seguir la senda antigua
Que pisaron los hombres
perversos,
16 Los cuales
fueron cortados antes de tiempo,
Cuyo fundamento fue como un
río derramado?
17 Decían a
Dios: Apártate de nosotros.
¿Y qué les había hecho el
Omnipotente?
18 Les había
colmado de bienes sus casas.
Pero sea el consejo de ellos
lejos de mí.
19 Verán los
justos y se gozarán;
Y el inocente los escarnecerá,
diciendo:
20 Fueron
destruidos nuestros adversarios,
Y el fuego consumió lo que de
ellos quedó.
21 Vuelve
ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.
22 Toma ahora
la ley de su boca,
Y pon sus palabras en tu
corazón.
23 Si te
volvieres al Omnipotente, serás edificado;
Alejarás de tu tienda la
aflicción;
24 Tendrás más
oro que tierra,
Y como piedras de arroyos oro
de Ofir;
25 El Todopoderoso
será tu defensa,
Y tendrás plata en abundancia.
26 Porque
entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás a Dios tu rostro.
27 Orarás a
él, y él te oirá;
Y tú pagarás tus votos.
28 Determinarás
asimismo una cosa, y te será firme,
Y sobre tus caminos
resplandecerá luz.
29 Cuando
fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;
Y Dios salvará al humilde de
ojos.
30 El
libertará al inocente,
Y por la limpieza de tus manos
éste será librado.[3]
a a 9.23–25: 2 Co. 11.32–33.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 8.40-9.25). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 2.24-4.24). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 22.2–3: Job 35.6–8.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Job 21.34-22.30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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